El límite para considerar la pobreza extrema, según la ONU, es de 2 $ diarios, es decir, 60 dólares mensuales. En Venezuela 2 dólares diarios es lo que cobran los pensionados en un mes. Siendo pobres podríamos llenar el tanque de gasolina por lo menos dos veces al mes (claro, en caso de que tengamos un perolito), ¡ahorrando mucho! Este ejemplo de la gasolina es muy bueno para comenzar a sospechar cuál sería nuestro futuro, pensar en la caída vertiginosa de nuestra sociedad al inframundo de la indigencia.
El problema de la gasolina es un problema real, no es fácil de resolver ahora “tirando a pegarla”, ya el daño a la industria está hecho. Para solucionar este problema y otros similares (falta de producción más todos los que desde ahora se presenten) debemos preguntarnos antes qué es lo queremos hacer en el país, cuál es la sociedad que queremos; debemos hacer un plan o tener un plan para corregir o cambiar la sociedad, no valen las zapatas o los reencauches. No obstante la gente se apresura a proponer soluciones ingeniosas pero para seguir rodando sin destino.
Chávez hizo un plan que nunca se ejecutó, solo se desechó, y fue sustituido por las soluciones mágicas del libre mercado y su mano invisible. Fue una reacción política ante la sospecha del avance socialista, nadie puede decir que esto fue producto de las circunstancias, de las emergencias, fue un plan oculto para sorprender al socialismo.
Los que critican a Chávez y Ramírez desde el gobierno de maduro no pueden decir ahora que Maduro heredó, de Chávez o de Ramírez, su personal vocación capitalista, el pragmatismo para sostenerse en el poder. Y con eso liberarse de sus responsabilidades. No pueden argumentar como adolescentes y escaparse de sus responsabilidades.
Por otro lado, escribir desde la tristeza y el fatalismo sin sacar una sola cosa positiva de la revolución chavista de Chávez, es otra forma de evasión, o más bien de rendición, propia de los espíritus cansados de algunos viejos lúcidos y otros no tan lúcidos.
Yo le tengo mucho respeto a la edad, a la experiencia acumulada y convertida en sabiduría. Pero eso no quiere decir que todo aquello que provenga de ella es experiencia vivida y sabiduría; los viejos mienten, y mucho. A veces la vejes puede significar sabiduría, pero también puede ser un reproche a la hora de considerar cuándo un cuento es verdadero, cuándo hay sabiduría y cuándo las palabras solo son formas de verbalizar el miedo, cuándo se han convertido con el paso del tiempo en expresión de la cobardía.
El miedo es uno de los conservadores más populares entre los humanos: si no quieres morir, enciérrate en tu casa y no arriesgues mucho, solo mantente vivo. Alguien dijo alguna vez que vivir repitiéndose todos los días del año, cumpliendo la misma rutina con idénticos hábitos (como lo hace mucha gente para conservarse vivo), se debería contar como un solo día de vida, una sola experiencia pero repetida 365 veces, y esto tiene algo de cierto, y tiene razón el que lo dijo. Mucha gente trata de decir algo sabio desde lo que siempre ha sido viejo y superado por otros.
Un poco eso es la senilidad, falta de experiencia funcional, no tanto “años cumplidos” y decadencia física, o falta de memoria; más bien esclerosis mental por falta de verdaderos ejercicios intelectuales, de verdaderos retos, así parezcan viejos.
De ese tipo de mentiras por cansancio está llena la opinión pública. También la opinión más popular se forma de ese miedo manifiesto a no pensar más allá de lo que nos agrada y nos hace sentir bien, o de convertir los deseos personales en historias de héroes y vengadores populares; de puros deseos y nada más.
Cambiar este estado de conciencia complaciente, anciana, cansada, es el reto de nosotros ahora que queremos hacer una revolución. Y para eso tenemos un plan que hizo Chávez, nuevo, “virgen”, producto de la experiencia acumulada, en años de lucha frente a las tentaciones del egoísmo y la flojera. No son los planes de Maduro nacidos de la nada del egoísmo y la nada de la flojera. El plan de la patria de Chávez es socialista, mientras el facilismo de Maduro le ha puesto nombres distintos a una misma fórmula liberal, de entregar la economía en manos de empresarios expertos en aprovecharse de lo ajeno, en robar al Estado y robar a los trabajadores, con dos siglos de experiencia como garantía. Si los que defienden a Maduro no entienden esto es porque no quieren dolerse de la realidad… O viven en otro país.
El problema de la gasolina exacerba nuestra miseria a los niveles de la indigencia. Si el madurismo y sus fieles no quieren ver esto y siguen pensando en que vivimos dignamente, ¡sí que tenemos un problema para avanzar!, para ser independientes y hacer una revolución. Porque necesitaríamos primero convencer a mucha gente de que se ha acostumbrado a vivir por debajo de la condición de la pobreza crítica y no lo sabe. Y a otros, que sí pueden vivir mejor y con privilegios, que no hay manera de morir con dignidad, y que la gente no se va a dejar matar por ellos tan fácilmente.
Por causa de un problema como este, mal resuelto, fue el estallido del 27 de febrero de 1989. Mi invitación a los opinadores y personas influyentes es a que piensen en que debemos asir nuestras ideas en algo fundamental, en que debemos apoyar un plan, tener una estrategia clara, y que toda solución provisional debe seguir a una más definitiva según ese plan nacional, esa estrategia nacional. Ese plan existe y se llama El Plan de la Patria de Chávez, el original, jamás ejecutado, ni siquiera comenzado, el cual fue falsificado por Maduro y convertido en libre mercadoy en pactos con los ladrones de siempre.
Si nos ceñimos al Plan todo lo demás se vería mucho más claro, sabríamos donde están los enemigos y con qué y quién contamos para la lucha, cuánto hay de desecho en los discursos y palabras y que es lo sustancial, podremos pisar firme. ¡Volvamos al Plan de la Patria! ¡Creamos en Chávez, porque aún no ha muerto!