La rueda de prensa del PSUV se centró en la “maravillosa jornada” que sería la elección de los “jefes de calles”. Muy discreta ella. El sábado no se vio nada extraordinario en las calles de Caracas, los mismos borrachos de siempre frente a las licorerías, vendedores ambulantes, buhoneros, peluqueros, gente cuidando su basurero, y más allá, fuera de los barrios, mujeres y sus proles, sentados en las orillas de algunas avenidas principales esperando a los “buenos samaritanos” de todos los fines de semanas. Si fue una maravillosa jornada, no nos dimos cuenta. Sin embargo, el asunto central de la rueda de prensa del PSUV no fue lo que se dijo con tanto entusiasmo sino lo que no se dijo, porque siempre es así, nunca se habla allí de lo que a nosotros nos interesa. No se dijo nada de los ojos de Chávez del Banco de Venezuela, tema de gran importancia política, entre tantos asuntos de igual categoría, que no se tocan en esas ruedas de prensa de auto engaños, de auto ejercicio de placer, que hace la dirección de PSUV todas las semanas.
Otro tanto hace el presidente: “Durante la reunión con el Consejo de Vicepresidentes y el Buró Político de la Revolución, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que Venezuela está alcanzando un gran equilibrio en todos los sistemas económicos y financieros. El presidente resaltó que las estadísticas de crecimiento económico y el movimiento comercial del país son provechosas, «cada fin de semana se rompe el récord de transacciones que se hacen a través del Bolívar digital». Pero el “buró político” no dice nada de la felonía de apartar la imagen de Chávez de los edificios oficiales, como si eso no fuera relevante para ellos, de cara a las elecciones, al malestar popular (como si el chavismo nunca despertará del encantamiento madurista, por cada día que pasa de indiferencia, a cada traición exhibida con descaro ante su mirada).
Esa arrogancia del madurismo será su fin. Esa indiferencia. Esa falta de respeto por lo que para muchos ha sido un símbolo sagrado, exponiendo el sentido pragmático que tienen a la hora de alargar el inquilinato unos días más en el poder. Ese irrespeto los va acabar, la jactancia. Hasta los más fieles están indignados por el giro moral que ha dado el gobierno en unos meses, de ser unos manipuladores más o menos discretos, a pasar a ser desvergonzados y descarados.
Existe un solo tipo de corrupción, la corrupción moral, y lo que está pasando ahora con el gobierno madurista, en la asamblea madurista y el partido madurista, es una exagerada confianza en el ejercicio del poder, cuando se muestran corrompidos de forma impúdica, forajidos, felicitándose porque mejora la economía de los ricos mientras el país entero, los más necesitados estamos cada vez más arruinados, sin esperanzas, viendo cómo se instala el pasado con todas sus desgracias. ¡El Estado está quebrado, solo da para pagar a los altos funcionarios y raspar la olla!… Pero la economía privada crece, los ricos son más ricos y los pobres más pobres.
La acción de deschavizar al país forma parte de la terapia de shock que nos aplica el gobierno para desmontar definitivamente la revolución y liberalizar la economía: ¡que el mercado disponga! La terapia comenzó con la quiebra de PDVSA (1) – sostén económico de los cambios políticos – para poder quebrar al Estado, apartarlo de la conducción de la economía, y termina borrando los símbolos sensibles de la revolución, el resto de su espíritu, luego de haberle vaciado su contenido material. El objetivo restaurador es desmoralizar definitivamente al pueblo de Chávez robándole su memoria, obligarlo a que se resigne con el pasado socialdemócrata y neoliberal de la cuarta, y quizás más atrás.
El PSUV secuestrado por Maduro está destinado a desaparecer después de las elecciones presidenciales del 2023, si acaso se llegan a realizar. Si maduro las gana, su utilidad prescribe, y si no, también. Hay demasiada convicción dentro del madurismo de su unidad, ebrios de confianza, se sienten seguros de que el pueblo chavista siempre estará ahí para defenderlos frente a la otra derecha…, pero ¡sólo hasta que se complete el desengaño y el chavismo constate que, madurismo y derecha, son lo mismo, y que Chávez es otra cosa!
Que restituyan los ojos de Chávez no resuelve nada; la confesión está hecha, la traición develada, el “acto fallido” se les chorreo y quedaron desnudos… El problema es que no nos sirve un gobierno que trabaja para los capitalistas y para los ricos. El caso del mandato de la ONAPRE no es la obra de un infiltrado o un error nocturno, fue un exceso de confianza del gobierno, descubierto en flagrancia, un acto de descaro.
Solo por conformarse en ascender como una nueva clase emergente (“burguesía revolucionaria”), se apartaron de la revolución socialista. Con esa mentalidad mezquina el gobierno de Maduro restaura la socialdemocracia y restituye el control de nuestra economía a manos privadas, coloca la propiedad privada en la conducción de nuestra economía, ¡por vagos!, ¡por razones pragmáticas! olvidando la política, que parece que los cansa demasiado.
Del desengaño queda la clarividencia. Es hora de que los trabajadores asuman la lucha como lucha de clases y repongamos el gobierno pero como un gobierno clasista, donde NUNCA CABREMOS TODOS SIN JUSTICIA SOCIAL, si no se igualan las cargas, los sacrificios, no solo las oportunidades.
¡AHORA MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS VOLVER A CHÁVEZ!
(1) Casi nadie hace la conexión entre la muerte de Chávez, la salida de Ramírez de la política petrolera y la quiebra de PDVSA, arguyendo la caída de los precios, la corrupción, sin ver en eso una política clara de desmontaje de la revolución socialista.