Lo que más distrae la atención de las traiciones y metidas de pata de Maduro son las noticias que hablan de lo que ya todos sabemos: la felonía de Guaidó –al país y a la sociedad venezolana – y las amenazas de Trump, su gobierno y el jefe del comando Sur. Si dejáramos por un momento de auto infringirnos terror con las amenazas de Trump quizás podríamos ver el bosque completo, a Maduro y a sus aliados ruñéndolo todo para escapar y no pagar por el desastre que han hecho de la Venezuela socialista y soberana.
Si uno lee todas las estupideces que declara o hace Guaidó, se indigna tanto que no se da cuenta de que Maduro hace lo mismo y habla con la misma petulancia y miente, al igual que lo hace el otro. Por ejemplo, los planes que tienen para PDVSA; la propuesta de reestructuración de Petróleos de Venezuela S. A., de Maduro, y el proyecto privatizador del plan país, de la gente de la derecha; los dos son esencialmente lo mismo: el Estado venezolano y PDVSA pasan a ser árbitros de una actividad totalmente privada, donde Venezuela renuncia, inclusive, a cobrar impuestos y regalías por la explotación del petróleo, el cual pasa de ser nuestro a ser de ellos, de los privados.
Mientras el tonto lee todas las mañanas las declaraciones de Guaidó y María Corina y los berrinches de Trump, Maduro esconde la basura debajo de la alfombra y salta sudando a dirigirse a sus incondicionales, los que ven las cadenas, hablándoles de defensa de la patria, de lealtad, trabajo y más trabajo, de resistencia popular, de los hijos de Bolívar y Sucre y de diosito, hasta del beato José Gregorio Hernández, de paz, de dialogo, de unidad, y todas las necedades de las cuales siempre habla el presidente, y que en nada se corresponden con la realidad, la del gobierno y la de nuestra sociedad. ¿Por qué el tonto no ve lo que se esconde debajo de la alfombra?
El gobernó de Maduro – y tampoco la Venezuela de Maduro – puede resistir una verdadera intervención militar, un ataque frontal, un desembarco de 2 mil marines (ni siquiera el ataque de un verdadero dron militar); en las condiciones de desprestigio y desgaste moral del gobierno basta con papeles, basta con un informe sobre violación de los derechos humanos en el país desde el 2014 hasta hoy, divulgado por la ONU y el consenso de toda la gusanera de derecha, para que nuestro libertador de utilería pueda claudicar hoy a favor de los capitalistas.
Maduro –si acaso le queda algo de dignidad – no debería ser tan soberbio y abrir paso a una junta de gobierno patriótica y socialista que recupere el sentimiento de la población de que pertenece a una patria, de que es una nación, y la fuerza del Estado revolucionario, capaz de resistir de verdad y de cerrar el paso a la intervención extranjera y a sus borregos y lacayos, en el país: ¡convocar a la revolución social no a la claudicación, sentándose a negociar con la derecha!
La violación de los derechos humanos es la tontería más grande que pueda cometer un tonto que se dice socialista. Cualquier error, cualquier cosa se perdona menos la injusticia, arrebatarles los derechos a las personas negándole una vida digna, o presumiendo su culpabilidad quitándoles la vida o encarcelándolos hasta dejarlos morir.
Ya no sirve de nada decir que los conspiradores, en tiempos de guarimbas y golpes fallidos, también violaron los derechos de otros, los derechos de sus víctimas, ¡porque los soltaron a todos, los indultaron! (y a los que no, están en EEUU o en Europa disfrutando de sus rentas). La injusticia cometida por el gobierno de Maduro en contra los derechos humanos, básicamente ha sido infringida a los más vulnerables; en contra de gente pobres, de presos, de una presunta delincuencia sin derechos, sin poder, sin abogados; en contra de chavistas críticos; con obreros y trabajadores del campo y mineros artesanales; con la gente que protesta en los barrios; con soldados, acusados de traición, de conspiración, sin juicios, sin sentencias pero muchos condenados a muerte. No hay defensa o justificación posible a la violación de los derechos humanos como practica de Estado, “por descuido”. Y es que todos tenemos algún conocido preso, despedido, marginado, abandonado, o muerto de hambre o por el Sebin, el FAE, u otra policía, en el pasar de estos seis años; víctimas por el efecto de los abusos de poder.
El tonto no quiere ver debajo de la alfombra, prefiere leer las declaraciones de Maríacorina, el recital de Ledezma, de Guaidó y Julio Borges, repitiendo siempre su odio, para revolcarse en su propio odio inútil, prefiere echar espuma por la boca antes de aceptar con valentía el dolor de la traición de Maduro y su gobierno a la revolución, a Chávez y el socialismo.
¡Hay que reunir una Junta Patriótica de gobierno socialista, el chavismo patriótico tiene la palabra!