Recuperar PDVSA no puede ser una decisión económica sino política. El daño ocasionado a PDVSA por Nicolás Maduro fue un golpe certero a la revolución socialista. Ni aun así el gobierno de los Estado Unidos quiere a este representante del capitalismo como jefe de Estado. La intención de EEUU es disolver la sociedad venezolana, el Estado, la nación, fraccionarla y tomar los recursos petroleros, minerales y fuentes acuíferas sin ninguna resistencia. El problema de que siga en la presidencia del país el representante Maduro y su equipo es que permitirán la entrada de la cabeza de playa capitalista, la cual abrirá las puertas de forma definitiva a la colonización de nuestro territorio.
La idea de Rafael Ramírez de conformar un Junta Patriótica de gobierno con el fin de recuperar a PDVSA es la propuesta más realista (y patriótica) que se ha hecho hasta ahora, frente a la malacrianza y resentimiento de muchos, y de cara a unas elecciones ridículas, vergonzosas, convocadas en medio de la demolición del país. No es tiempo para elecciones, para conciliar con oportunistas, para repartirse pequeñas cuotas de poder. Debemos reaccionar a la petulancia y locura del madurismo, en particular al odio y al resentimiento del representante más genuino de la caída de PDVSA y la industria petrolera en general, el presidente Nicolás Maduro.
El madurismo representa la descomposición de nuestra nacionalidad (estén conscientes o inconscientes de ello), más allá de la entrega del socialismo y la falsificación del Plan de la Patria de Chávez. Ante el malandraje y el chantaje muchos militares, profesionales, técnicos, intelectuales, políticos capaces, fueron apartados del gobierno, o se retiraron voluntariamente, amedrentados. Muchos no se vieron representados en estos falsos líderes, o en líderes negativos, incitadores de la trampa y la improvisación. Se apartaron y ahora son testigos del saqueo descarado al país y el fin de la revolución iniciada por Hugo Chávez; presencian, atados de mano, la fragmentación de la sociedad alentando el egoísmo mezquino, cómo el hambre, la mentira y el desengaño ha puesto a cada quién a competir por limosnas, ventajas, cargos, sin importarles nada, el país o el resto de la sociedad.
Son ellos – los que están apartados del gobierno ahora – los llamados a conformar esa junta patriótica y sentarse a armar los pedazos. Solamente una verdadera unidad socialista actante puede enfrentar las aspiraciones coloniales de EEUU, la altanería de Trump y toda su fuerza militar. Un país frustrado y deshecho no vale nada, por más que vocifere al presidente, por más que alardee de un arrojo y una fuerza que no tiene. La única fuerza verdadera con que cuenta un líder y un pueblo es moral y la historia lo atestigua en nuestra guerra de independencia, o en la guerra de Vietnam. (También Gadafi fue una vez un bocón, y los gringos mataron a toda su familia con un misil, sin mucho parapeto de espías y conspiraciones chimbas).
¡Vamos a conformar una junta patriótica para recuperar a PDVSA y la revolución! ¡Patria socialista o muerte! … ¡Venceremos!