Los llamados “comunicadores” realmente son agentes de alguna ideología, de algún interés o grupo de interés. Los comunicadores independientes también, a menos que vengan de Marte. La base ética de una buena comunicación es la honestidad, que se sepa quién dice lo que dice, además de su fuente, tiempo y espacio de la realidad a la cual se refiere y el intercambio de mensajes. Pero eso, en la guerra de la “comunicación” es casi imposible verlo a través de nuestros medios, que hasta ahora han resultados, de parte y parte, medios de desinformación y de cero comunicaciones… en razón a la deshonestidad, a la manipulación de la información y a la nula reciprocidad del mensaje. Lo justo sería, no pudiendo hallar grandes escritores y pensadores que ejerzan el oficio de comunicar algo que valga la pena, que todo aquel que quiere decir algo lo escriba o lo diga, o lo cante, lo exprese; ya nos ocuparemos luego de emitir un juicio sobre la realidad. Se trata de sincerizar lo que se nota por encimita, el pin pon entre pícaros y mentirosos.
Si no hay honestidad no hay comunicación. Los medios de derecha mienten y manipulan, pero tú, que dices estar a favor de los pueblos, para contrarrestar esas mentiras, también mientes y manipulas. Entonces la batalla por la verdad se convierte en una lucha de pinochos para ver quién la oculta mejor a su favor. Los medios de comunicación o de información han secuestrado el lenguaje, su eficacia, el conocimiento, la verdad, la honestidad y la comunicación, y sus autores y artífices se han inventado otra realidad ocultándose de tras de ella, mostrándola como una “realidad verdadera” en sí misma, redefiniendo el mundo.
La preocupación de Néstor Francia en el congreso de comunicadores es esta “Necesitamos sin duda construir las herramientas que nos permitan ser competitivos ante el poderoso ejército comunicacional de los enemigos de los pueblos, que en estos momentos nos lleva ventaja.” Pero resulta que la derecha piensa lo mismo, exactamente lo mismo, son frases intercambiables. Para la derecha (siendo ellos de izquierda) en la izquierda están los “enemigos de los pueblos”, y tendrán sus razones.
En esta batalla se pierde el sentido de la investigación, didáctico de todo mensaje, pedagógico, de formación de mentes despiertas, en razón a la superficialidad del campo de lucha, que es como pelear sobre la nata de la leche. Al referirse a los medios enemigos Francia habla de…”un aparato estructurado que les permite construir matrices, por medio de la manipulación y el ocultamiento” y lo dice sabiendo que ellos, los comunicadores del otro lado, hacen lo mismo, como eso de bloquear la página de Aporrea o censurar a Rafael Ramírez en los medios del Estado y más allá, ocultando las estadísticas de todo lo malo.
En vez de ocuparse en analizar y pensar o debatir sobre las “propias fallas” y sobre del “decaimiento del apoyo popular” se centran en fortalecer un aparato comunicacional que sea “capaz de competir” con la mentira frente a la mentira del otro… “A menudo me pregunto –dice Francia – cómo es posible que procesos sociopolíticos como los de Venezuela y Bolivia, que han hecho realidad reivindicaciones largamente aspiradas por las clases populares, pueden haber sufrido derrotas tan sonoras como la nuestra del año 2015 (que resultó ser el manantial del guaidoismo, al poner la Asamblea Nacional en manos de la derecha) o las más reciente en Bolivia.”
Para esta pregunta que “a veces” se hace Francia yo le tengo una respuesta: es posible por la carencia total de crítica y amplitud dentro de los “medios” del Estado, básicamente a causa del miedo, del temor a que “el enemigo” tome ventaja de ella (como si eso fuera posible dentro de una guerra de embusteros). Otra explicación es, el haber convertido los recursos comunicacionales del Estado en canales para “competir” dentro de la cultura de los bodrios de las noticias maquilladas, la distracción con brujas y todo, los ridículos shows mañaneros, la publicidad comercial con la publicidad y las cadenas del gobierno, competir con la basura comercial la cual se debería contrarrestar con conocimiento de la realidad, con su disección y análisis, compensarla con conocimiento por ser idiotizante de la conciencia colectiva; en vez de formar conciencia, educar para la nueva sociedad, “la nueva realidad” como la llama Francia, crías idiotas. Si tú educas a una población para el consumo y el facilismo, y les narcotizas la mente con estupideces, no esperes que, cuando les quites ese facilismo y los recursos para el consumo te apoyen. Lo mismo pasó en Bolivia… Ahí hay dos respuestas claras, pero hay otras más…
La responsabilidad no es de los medios, los medios son “medios”, la responsabilidad es de los dirigentes que delegan en ellos sus discursos vacuos sin dirigir, sin ser ejemplos vivos de la nueva sociedad…, los medios son buenos o malos si sus dirigentes los son igual, buenos o malos.
Es así como maduro funda una universidad de la comunicación. ¿Comunicación de qué? Esa es la pregunta que se deberían hacer primero, antes de fundar una universidad de “recaderos”, de mentirosos, de manipuladores, de censores. Lo fundamental lo dejan aparte por la urgencia de competir con “el enemigo de los pueblos”, pero nadie sabe con exactitud cuáles son esos pueblos y dónde está ese enemigo, si dentro o fuera del gobierno, o en los dos lados a la vez. Los pueblos, si se refieren a los pendejos pacientes de los gobiernos, son los que quedan siempre desamparados, incultos, desinformados, o confundidos, como en nuestro caso, dentro de un socialismo donde cada vez son más abismales las diferencias sociales entre ricos y pobres y no hay “comunicador” que nos lo explique de tal manera que lo podamos entender. A los ojos de algunos pueblos, estos comunicadores no son otra cosa que propagandistas de la mentira, no importa cuanta universidad soporten en sus espaldas.