Cuando los historiadores busquen un nombre para este periodo histórico en Venezuela, seguramente “fracaso” será una buena elección. Sin dudas el fracaso tiñe la actividad política de estos años después de Chávez.
El madurismo ha sido el mayor fracaso de un gobierno en toda la historia nuestra. Los millones del éxodo lo acusan, el cuadro terrible de la situación económica, con noventa y cinco por ciento de pobreza, la paralización de la petrolera, la entrega descarada de la riqueza nacional al capitalismo, certifican el fracaso. Pero donde el madurismo gana el oro olímpico del fracaso, es en el deterioro moral de la población, se perdió aquella relación fraterna, de esfuerzo común, de conciencia de pertenencia a la sociedad, que se construía con el gobierno del Comandante Chávez.
La derecha gringa, los alacranes, los oportunistas y demás especímenes, han fracasado en construir una opción política de la burguesía nacional, se limitan a ser vagón de cola del imperio gringo, patéticas franquicias, no tienen personalidad propia. No podía ser de otra manera representan a unos capitalistas que de nacionales sólo tienen el epíteto.
También, y hay que decirlo, fracasó el chavismo auténtico, no tuvo éxito en contener la traición al legado de Chávez, impedir que el capitalismo se apoderara de nuevo de la nación, se instalara en el país sin prácticamente ninguna resistencia. No pudo, el chavismo auténtico, el leal al pensamiento de Chávez, construir una alternativa política a la felonía que se apropiaba de la Patria. Los líderes chavistas se plegaron, se paralizaron, sólo resisten de manera individual. Aún la masa chavista, que padece este mal gobierno, espera el llamado de la organización chavista auténtica.
Este fracaso total del estamento político, ha sumergido al país en el desencanto, en la pérdida de la esperanza, del sentido de la vida, en un vacío espiritual que sumado a la nefasta situación económica forman un cuadro de emergencia nacional. Sin dudas, la existencia de la nación está en peligro. Son necesarias medidas de emergencia. Las elecciones que propone el fracasado estamento político, son una negación, un desconocimiento de la situación de emergencia, no resolverán nada, la crisis profunda enraizada en el alma nacional seguirá. Precisa de medidas de emergencia.
Y esas medidas de emergencia sólo son posibles, si se rescata la esperanza, si a la masa padeciente se le devuelve el sentido de la vida, la conciencia de pertenencia a una sociedad, a un país, a una causa común que merece ser defendida, que merece luchar por ella. Y esa esperanza, esa pasión, sólo la puede dar, el chavismo auténtico, he allí su fuerza, y he allí su responsabilidad, su reto.
Es mentira que el país se pueda rescatar del abismo madurista, sin esfuerzo, no es verdad que, del cielo, de fórmulas mágicas vendrá la solución. Es necesario un país emocionado, entusiasmado alrededor de una causa común, para emprender el camino de retorno a la construcción de la felicidad nacional.
El chavismo auténtico es el único que puede devolvernos ese entusiasmo, salvar al país. Sólo el chavismo auténtico tiene proyecto nacional, ejemplo que mostrar, líderes probados, teoría y metas que puedan dirigir, y sobre todo tiene el recuerdo de un líder que estableció una conexión amorosa con los desposeídos. El madurismo está de salida, seguramente, por la puerta de atrás, la derecha gringa, no tiene personalidad.
¡VOLVER A CHÁVEZ, LA ESPERANZA!