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ActualidadUn día de esperanza es un buen día

Un día de esperanza es un buen día

“El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas advirtió este martes (21.04.2020) que mientras el mundo se enfrenta a la pandemia del coronavirus, también está «al borde de una pandemia alimentaria” que podría desencadenar «múltiples hambrunas de proporciones bíblicas” en unos cuantos meses en caso de que no se implementen medidas de inmediato…. David Beasley, director general del Programa Mundial de Alimentos, dijo al Consejo de Seguridad de la ONU que incluso antes de que el COVID-19 se convirtiera en un problema, ya había informado a los líderes mundiales que «2020 enfrentaría la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”, debido a los conflictos armados en Siria, Yemen y otras partes, las plagas de langostas en África, los frecuentes desastres naturales y crisis económicas, incluyendo Líbano, Congo, Sudán y Etiopía, indicó.” … El cuarto Informe mundial anual sobre crisis alimentarias destaca a Yemen, la República Democrática del Congo, Afganistán, Venezuela, Etiopía, Sudán del Sur, Sudán, Siria, Nigeria y Haití. Dirigiéndose al Consejo de Seguridad de la ONU, Beasley los invocó a “actuar sabiamente y actuar rápido”.

Crisis humanitaria, desastres naturales, crisis económicas y ahora el corona virus que ha emparejado las calamidades a todo el mundo, el rico y el pobre. Podríamos decir que con el covid-19 el capitalismo está en estado terminal, puesto que él contiene a todo la anterior como un termo el agua caliente.

Se hacen las denuncias pero no se dicen las medidas que hay que tomar. Para las Naciones Unidas el hambre es un problema que no tiene solución, solo sirve de estímulo al mundo capitalista para ser cada vez más indolente pero con un rostro piadoso; para seguir con la hipocresía.

En un mundo dominado por un sistema excluyente y de privilegios no podemos esperar una unión de naciones mundial que sea verdaderamente humanitaria, que salve vidas sin reclamar alguna ganancia para los más ricos, sin obtener alguna ventaja. La advertencia de este funcionario del Programa Mundial de Alimentos  (PMA) resulta desesperada conociendo los intereses que hay detrás de las guerras y los desastres naturales; primero se acaba la humanidad y se arrasa con la naturaleza que la sustenta, que cambiar el sistema de privilegios.

Aun habiendo gente como el biólogo documentalista David Attenborough, o el político ambientalista Al Gore, y una comunidad de científicos quienes no ven una salida dentro del modelo de desarrollo capitalista a los problemas ambientales, de la pérdida de la diversidad bilógica y ecosistemas, que son problemas de la humanidad, nadie se atreve a reconocer el  origen de los males en el sistema de producción y distribución de la riqueza capitalista. Mejor ejemplo de esto es la aparición exitosa y sorpresiva del nuevo coronavirus covid-19 o Sars-coV-2, como respuesta reactiva de la naturaleza a los ataques devastadores de la especie humana en contra de ella. No se trata de dramatismo y exageración, el capitalismo está en crisis porque la gente se puede morir y con ella el sistema que depende de la gente.

Ahora más que nunca el capitalismo mundial se ha dado cuenta del peso que tiene el trabajo humano en el sistema, el trabajo manual, pesado. EL sistema no se sostiene con la industria informática, de la comunicación y la recreación virtual, tiene que producir alimentos, medicinas, organizar servicios de salud, construir viviendas, sostener ciudades. Y eso no se puede sin gente que trabaje. Cuando los más ricos sientan que sus fortunas no valen nada frente al hambre sabrán valorar el trabajo de obreros, campesinos, médicos, enfermeras, bomberos, maestros,  de todos los que hacen posible que funcione el sistema y que muchos ricos puedan vivir como príncipes; sabrán sopesar  con justicia lo grosero de sus ganancias respecto al costo humano que ellas suponen, además del costo en vida natural. Ninguna fortuna justifica la desaparición de un bosque, o de una selva, un río, o una especie animal; pero tampoco la de un pueblo o un país. Esta desproporción ha hecho que la naturaleza reaccione y desequilibre todo un sistema que se ha creído hasta hace unos meses perfecto e infalible (lamentamos mucho la muerte del profesor Emeterio Gómez, defensor de una ética del capitalismo hasta sus últimos días de vida).

El futuro inmediato y más allá no es prometedor. Los funcionarios del PMA pronostican una hambruna en países en crisis pero empeorada por efectos del virus en todo el mundo. Dentro de esos países se cuenta Venezuela, clasificada dentro de países con crisis alimentaria seria. Nosotros diríamos que Venezuela es un eslabón débil, que será víctima del capitalismo, un objetivo para otros países en crisis, por sus recursos energéticos y naturales. Pasaría a la categoría de país con crisis humanitaria por conflictos de guerras, como Yemen, o Afganistán. De cualquier manera, el futuro para nuestro país es oscuro como sea, y en eso hay que reflexionar desde ahora.

Los que creen que todo será como siempre, que nada cambiará, están equivocados. Antes del covid-19 estábamos mal y sin esperanzas, ahora estamos mal, y mañana se exacerbarán las tensiones y es probable que nos vaya peor. Sin embargo, si podemos cambiar el rumbo fatal que nos pronostica el PMA, si reflexionamos en esto y reaccionamos ante el fatalismo capitalista  de las  Naciones Unidas es posible tener unos días de esperanza construyendo el socialismo, mostrándole al mundo que no queremos ser parte de la masacre mundial, que nos salimos del juego y decidiremos soberanamente nuestro futuro. A lo mejor viviremos días tan duros como antes, pero un día de esperanza es un buen día, y uno tras otro podremos salir a delante siguiendo ese camino.

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