Pueblo que no se arrecha, que no tiembla de indignación frente a la injusticia, pueblo de visión corta que sólo se importa por su tacaña existencia, incapaz de imaginar la vida de sus hijos cuando él ya no esté, desentendido del mundo que deja a sus nietos y bisnietos, eso no es un pueblo, es un rebaño, una aglomeración de hormigas, un enjambre de autómatas, una inteligencia artificial.
El Pueblo verdadero, sufre, y sabe que sufre, padece y conoce las causas del padecimiento. Y sobre todo pueblo es el que lucha por acabar su sufrimiento, por cambiar las causas de su padecimiento. El pueblo, pueblo, se conoce a sí mismo, sabe sus carencias y las supera. Y sobre todo, pueblo tiene la calidad de los líderes que se gestan en sus entrañas, los reconoce, sabe de su importancia, porque pueblo sin líderes es masa que no fragua. Y líderes sin pueblo son animas solas que predican en el páramo sin respuestas.
Un pueblo al que arrebataron su economía, y le dijeron que fueron los musiues, que le quitaron el futuro, y le dijeron que fueron los cuervos negros; un pueblo al que le roban sus riquezas y ni cuenta se da, al que le asesinaron su líder y aún no sabe por qué, donde los ladrones gritan: ¡allá va el ladrón! y él sumiso sale corriendo a linchar al inocente. Un pueblo que no reconoce a sus líderes y sigue a bigotes con capa, y a nulidades engreídas, y a líderes de quincallería. Ese pueblo que no se arrecha, al contrario, agachado aguanta el látigo, y se contenta con promesas, con bonos estupefacientes, ese pueblo que no imagina, que no sueña, está destinado a la esclavitud y a perderlo todo, menos las cadenas.
Ese pueblo, presenciará desde su tumba abierta, a los buitres imperiales comiéndose las entrañas de su país, dejando sólo un vacío y una nostalgia donde antes había Patria. Un día amanecerá, y ya no habrá moneda que lo identifique, ni Estado que lo represente, ni fronteras que lo cobijen, ni territorios que reclamar, ni Patria que defender, todo pasó a otras garras. Ese día amanecerá, y eso que llamamos pueblo se encontrará con que ya no hay país, y sentirá que ya es tarde, entonces llorará, en tierra extraña, que un día fue su tierra, por no haber sabido arrecharse cuando le escamoteaban la vida.
Es así, pueblo que, con desespero, con rabia, con pasión de náufrago, no defiende su Patria, está destinado a desaparecer, a dejarle a sus hijos, a sus nietos un abismo.
Estos son días terminales para esta Patria de Bolívar y Chávez, para el pueblo que tantas batallas libró por existir, que nadie le regaló su lugar en el planeta, lo conquistó con sangre, esfuerzo y valentía. En estos días, se decide si el fervor patriótico se apagó, si ya no hay quien defienda la existencia de la Patria, si el engaño, la distracción, la felonía, triunfaron. Se definirá si aquí hay pueblo o rebaño, si aquí hay líderes o héroes de comiquitas, si hay todavía rabia, si hay pasión, y si todavía quedan, como dijo Chávez una vez: bastantes cojones.
¡CHÁVEZ, PASIÓN PATRIA!