Un viejo maestro de la radio decía que por cada radioescucha que llamaba a tu programa se calculaban algo como miles de escuchas, una relación de 1 por miles, o digamos que por mil. En Aporrea, usando esa lógica de forma inversa, de cada mil visitas a nuestros escritos hay que calcular un lector efectivo. O digamos dos, uno que lo lee y te felicita o te critica con seriedad, y otro que te insulta, muchas veces sin haberlo leído completo, solo unas líneas o el título.
De lo que podemos estar seguro es de que hay gente que se molesta en abrir la página de aporrea y que llega a pinchar sobre algunos artículos para curiosear, lo que siempre es bueno. Siendo aporrea una página de “izquierda” es revisada por muchos opositores, no nada más del gobierno, sino del socialismo, de Chávez, algunos fascistas y racistas que parecen perturbados, incontinentes con su odio. Se podría llevar el pulso de una parte de la sociedad, y, por lo menos ese pedazo nos diría que el odio social aumenta; hay un daño en muchas mentes que acumularon resentimientos al mal llamado “socialismo” de maduro, calumniado por un gobierno, formalmente “reformista”, y al otro, el verdadero.
El asunto es que este “subproducto social” que heredó el gobierno de Chávez se hizo del poder de una forma casi que mágica, sin pelear, sin jugarse sus propias ideas y sus propios esfuerzos, viviendo del provecho de lo ajeno, como los ladrones. Pero a costa de Chávez y del socialismo, en su nombre, viviendo del efecto residual de la revolución chavista que quedó dentro del chavismo más pobre, el cual todavía sigue siendo en números muy respetable y a la vez mintiendo sobre lo que realmente debería ser ese socialismo, falsificándolo de “capitalismo colonial”.
El chavismo pobre, engañado por maduro, es una cosa, pero la clase medie es otra cosa, y esa otra población, que bajó de los barrios y que aprendió a vivir bien (o mejor) pero sin ninguna conciencia de clase ni de nada, sin darse explicaciones políticas (o de cualquier tipo) de su pequeña prosperidad, que salió de la pobreza a tener frente a su casa (además de casa) un carro nuevo, un televisor de plasma en cada cuarto, teléfonos inteligentes, zapatos importados de Amazon, y muchos electrodomésticos, también es otra cosa. Esa población fue fácilmente comprada con objetos materiales, con tonterías, caprichitos, con los cuales en un principio maduro pudo seducirlos para obtener de ellos su apoyo político, en sustitución de la política, del trabajo y el sacrificio, de la formación política, exigencias de una verdadera revolución. Esa población es la que hoy emigra, indiferente al destino de aquel que tiene a su lado, incapaces de hacer por nadie nada. Y si no se va del país, simplemente se queda maldiciendo del socialismo, de Chávez, de maduro, los dos confundidos en una sola culpa, incapaces de hacer memoria y mucho menos pensar; para él la política solo es una mierda (así se haya aprovechado de ella todos estos años): es el fenómeno de la indiferenciación, inconsciente o intencional, de todo lo que les molesta, con la mente nublada del dolor.
Hoy vivimos un momento de confusión porque en un mismo lapso político que se conoce como “revolución”, se complica un primer período de avance revolucionario con un segundo período de retrocesos y claudicación, se mezcla lo que fue impulso de cambios políticos y sociales con complacencia, dejar hacer, conciliación con los enemigos de clase y enemigos ideológicos
La burguesía, la pequeñaburguesía entumorada en nuestra mala conciencia, y la lumpen sociedad, deshechos capitalistas que escurren en la calle de la delincuencia, mafias, estafadores, pícaros y tramposos de toda calaña, todo esto ahora lo llaman “socialismo” ¡Qué idiotez! Se engañan en un débil estado de los nervios, con la “moral” por el piso, bajo los efectos del empobrecimiento súbito; de pronto se pierde el juicio, hay un blackout en él, brota la necesidad de tener que culpar y odiar a alguien… y ahí estamos lo socialistas para cargar con las culpas.
Este desconcierto es un caldo para el cultivo de fascistas, de gente reclamando a gritos “orden y progreso”, y con la simpleza de esa consigna obligar a las masas incultas a regresar a su propia esclavitud y muerte. En el terreno de las indefiniciones se apela a los atavismos, a la costumbre encarnada en cuerpos forjados de generaciones de esclavos, se apela al inconsciente colectivo. Y este ha sido un país, así como libertario y rebelde, muy maltratado por el hambre y la esclavitud de oligarcas nacionales y extranjeros, acostumbrado a ello. En el medio está la clase media pequeñoburguesa, que no es ni chicha ni limonada, solo fascista y nerviosa.
Para muchos resulta más sencillo ver las cosas en blanco y negro y olvidarse de los matices, pero son los matices, los detalles los que le otorgan significación a lo obra, las diferencias hacen la diferencia. Para muchos hablar de maduro y Chávez, juntos, es más fácil que pensar en qué separa uno del otro. Acusar a Ramírez de haber acabado con PDVSA es más sencillo que pensar cómo y quién quebró la empresa, o de qué estuvo viviendo el país, con su clase media incluida, mientras la empresa estuvo bajo su responsabilidad; de la misma manera, pedir con desespero “orden y progreso”, o “muerte a los chavistas”, “muerte a los pobres”, es un calmante, mientras que pensar qué es lo que sería más justo para la sociedad es perturbador. Para muchos “pensar” les resulta mucho más doloroso que masacrar a todo un pueblo.
Pero eso, si no es perverso, es deshonesto, si apelamos al moralismo pacato pequeñoburgués. No se podrá evitar mintiendo y mintiéndose a cada rato, confundiendo la imagen de lo que debería ser nuestras vidas particulares con la sociedad real, con la realidad real; vivimos sobre una bomba de tiempo social, y volteando la mirada a un lado no la desaparecemos. Miente maduro y miente la oposición; mienten los que acusan y persiguen a los socialistas, mienten y se mienten los que calumnian al socialismo; los que maldicen y odian lo que no conocen, mienten y se mienten, porque no lo conocen.
Los que creen que “en el capitalismo todos comen”, y se solazan cuando lo dicen, mienten y se mienten. Si usted tiene recursos y dinero, cuídelos, pero muy cerca de usted hay muchos que no tienen nada, y estimulados, al igual que usted, por la magia del poder que le otorga, en cualquier momento se lo arrebatan todo; esa es la ley del capitalismo, como lo ha hecho maduro, no culpe de eso al socialismo ni a Chávez. Si no quiere pensar no lo haga, en el capitalismo el resultado será el mismo.