El capitalismo es tenaz, intenta regresar de mil maneras; se cuela en los intersticios del alma de los gobernantes y germina en el corazón de las masas huérfanas. Los mercaderes del templo son expulsados y regresan con sus mercaderías de esclavitud. La Revolución infestada sucumbe, candorosa, frente a los artificios del capitalismo.
En la Venezuela de Chávez la historia no fue diferente de todos los otros intentos revolucionarios, los mercaderes del templo volvieron con sus ventas de espejitos y sus compras de petróleo, minerales, almas de gobernantes. Aquellos avances hacia un nuevo mundo se disolvieron en el altar de fedecámaras y de las petroleras imperiales, que ahora son los nuevos mejores amigos y consejeros del madurismo. La economía del país se va privatizando, desde el petróleo hasta las tierras de cultivos. Y sobre la privatización de la economía se erige la privatización del espíritu, del trabajo, que así enriquece a una casta y no a la sociedad. Y esta operación de restauración, y es una advertencia para futuros intentos revolucionarios, partió de las entrañas de la Revolución, los dirigentes del neocapitalismo no son los de la oposición tradicional, al contrario, son los mismos que se decían dirigentes del Socialismo. Y lo que es paradójico, ¡los dirigentes sindicales! fueron los artífices de la entrega del Socialismo, de la mayor reivindicación de su clase. Unos por omisión, y otros allí están, conspicuos conmilitones del gobierno verdugos de su clase.
Ya no hay vergüenza, a los cuatros vientos se habla de inversiones, de entrega de la Patria, se creen invulnerables, desdeñan la reacción popular. Se sienten, de verdad, superhéroes, de capa y vuelo rasante. Todo está muy claro: se traicionó al Comandante Chávez, se traicionó al Socialismo. Esto que vivimos es una dictadura restauradora del capitalismo, con la que no hay medias tintas, o se enfrenta decididamente, o con la tibieza se está favoreciendo al capitalismo.
Estar en contra del madurismo, de la traición al Socialismo, no es un asunto meramente político, no es la sustitución de un gobierno por otro. Se trata, y no exageramos, de la suerte de la humanidad. Aquí mismo en Aporrea, muchos articulistas escriben sobre el peligro ambiental que amenaza con la extinción a la humanidad, y es verdad. Son graves las olas de calor que se presentan en el planeta, que son graves porque alteran la vida de los ecosistemas, los destruyen, impide los ciclos normales de reproducción de las especies, de crecimiento, de floración, y esos cambios alteran el equilibrio, extinguen la vida.
Ahora bien, el peligro de extinción de la vida tiene culpable, tiene causa, y sólo luchando contra ella tendremos algún chance de salvar la vida. La causa está allí frente a nuestros ojos, es el humano del capitalismo. Por eso es necesario, y ya el Comandante lo había visto, construir el Socialismo, al humano del Socialismo, regresarle al «homo sapiens» su condición de especie armónica con la naturaleza y no especie forajida, destructora de la vida.
La lucha por el Socialismo, por el sueño de Chávez, es la lucha por salvar a la humanidad. Por eso es un crimen contra la humanidad haber traicionado esa posibilidad, no es cualquier cosa haber privado al planeta del ejemplo Socialista, para terminar mendigando a los rusos la entrada en el Brics que es una forma de capitalismo, es la misma miasma. Por eso la lucha más importante que tenemos hoy es volver a la construcción del Socialismo, derrotar a los reformismos.
¡CHÁVEZ, HUMANIDAD!