El precio del petróleo tiene una influencia determinante en la economía del país, su política y desarrollo social. Así ha sido desde que nos convertimos en una economía monoproductora y dependiente, por la instauración del modelo rentista petrolero que fue impuesto por las transnacionales desde inicios del siglo XX. Esto es importante precisarlo para entender una de sus principales consecuencias políticas: la injerencia del imperialismo norteamericano en nuestro país.
Las transnacionales petroleras se instalaron de la mano de Juan Vicente Gómez quien dio el Golpe de Estado con el apoyo militar y político norteamericano, con el compromiso para entregar el petróleo a sus empresas, así lo hizo el Dictador. A partir de allí, pasamos a ser una economía periférica de EEUU, sin posibilidad de desarrollo, puesto que la principal potencia del planeta nos tenía como su fuente de petróleo. La nuestra ha sido la historia del saqueo de nuestras riquezas.
Así, el desarrollo del país estuvo marcado por las necesidades de las transnacionales, que promovieron el abandono del campo y de otras actividades económicas no petroleras, concentrando el 80% de la población en el 20% del territorio.
Crearon un sector de manufactura dependiente de sus insumos y capitales, cuyo epicentro está asociado al mayor puerto del país, puesto que se convirtió en un mecanismo de importación de productos para nuestro mercado.
Este modelo económico ha sido brutal, EEUU se llevaba nuestro petróleo y nos vendía lo que necesitábamos. ¿Para qué producir nosotros si EEUU podía vendernos todo? Muchos jóvenes se preguntan ¿por qué no somos como los países petroleros del Golfo Pérsico?, pues entre otras cosas, sus dirigentes han liderado su propio modelo de desarrollo nacional, no lo impusieron las transnacionales.
Acá, desde el inicio de la producción petrolera se formó una oligarquía parasitaria, al servicio de las transnacionales, con políticos que cuidaban sus intereses. Este proceso de despojo, fue impuesto con permanente violencia contra nuestro pueblo e intromisión de los norteamericanos. Hemos sido esenciales en su esquema de dominación de la región, su patio trasero, elemento fundamental de su economía y seguridad estratégica.
Este tema ha sido el centro de discusión de los partidos políticos en el país desde la aparición del petróleo, particularmente en el campo revolucionario, porque su impacto es fundamental para caracterizar nuestra revolución y las posibilidades de conducir un modelo de desarrollo basado en el trabajo de la sociedad, en defensa de nuestros recursos, los del pueblo y su trabajo, en la conciencia del deber social y no basado en el robo de nuestras riquezas, egoísmo y entreguismo. Es decir ¡socialismo o barbarie!
Por eso, tenemos dos bloques opuestos en la política, que pasan por definir en primera instancia qué hacer con nuestro petróleo y la renta que genera, para qué utilizarla.
La actividad petrolera es un negocio internacional, el petróleo es el principal elemento de la economía mundial, su precio de venta constituye una renta, un ingreso que corresponde al dueño de la tierra donde se produce, en nuestro caso, al Estado y al pueblo. La cuestión petrolera está vinculada a nuestra soberanía, es un problema nacional.
La renta petrolera no guarda relación con el costo de la labor, pues el petróleo no se fabrica, se vende un recurso natural que tiene un alto valor, que se paga en divisas y, por estar en nuestro subsuelo, es del Estado.
Entonces ¿qué hacer con la renta petrolera? ¿Qué hacer con esa herencia de la Madre Tierra?
Desde el inicio de las concesiones petroleras (1914), hasta la «nacionalización» (1975) esta herencia se la llevaron las transnacionales. Fueron más de sesenta años haciendo lo que quisieron, nos robaron, solo hicieron la infraestructura que les interesaba, las ciudades que necesitaban, importaron todo lo que consumían, pusieron dictadores y luego nos dejaron con el Pacto de Punto Fijo, un modelo de país dependiente, con un pueblo empobrecido y concentrado en los barrios de las grandes ciudades o abandonado en las sabanas y campos improductivos de lo que fue un país agrícola.
Luego de la «Nacionalización Chucuta» la renta se la apropió una élite política-económica muy corrupta, una oligarquía parasitaria y un Estado al servicio de un modelo derrochador, violento, antipopular y excluyente. Con la apertura petrolera, las transnacionales volvieron por la gran provincia petrolera de Venezuela y del mundo, la Faja Petrolífera del Orinoco, a llevarse nuestro petróleo, en condiciones lesivas para el país: 1% de regalía, sin pago de impuestos petroleros y control absoluto de las trasnacionales.
En estos años, la oligarquía y sus políticos fracasaron estruendosamente en su modelo económico. La burguesía no cumplió su papel en el desarrollo y expansión de las fuerzas productivas, no invirtieron en el país, no crearon capacidades, nunca lo han hecho, bajo ningún gobierno, se han dedicado permanentemente a sacar divisas del país. Fracasó un capitalismo atrasado y dependiente, donde se impuso una maquila para el mercado interno, un sector del campo abandonado, una burguesía importadora especializada en robarse divisas de la renta petrolera y un sector financiero y bancario, especialista en especulación, manipulando nuestra moneda, para obtener, como han obtenido, jugosas fortunas, aun en la V República.
El golpe de gracia a la IV República y su modelo se lo dio la apertura petrolera. Una de las características del control transnacional es colapsar el precio del petróleo para favorecer a sus países de origen, las grandes economías del capitalismo y sus casas matrices en el exterior. «El Caracazo» y la violenta respuesta de la oligarquía, con ¡3.000 muertes solo en las calles de Caracas! fue el fin de la IV República.
Al llegar el Comandante Chávez e instaurar la V República la situación era caótica, un país colapsado, en ruinas, con millones en pobreza y pobreza extrema; las instituciones del Estado sin garantizar educación, salud, vivienda, trabajo; millones de analfabetas o sin bachillerato; la educación universitaria un lujo; el ejército desmantelado; la corrupción galopante; país con una «agricultura de puertos», la oligarquía apropiada de las decisiones económicas, un país sin peso político, desconocido para el mundo, una PDVSA en privatización, entregada la Faja Petrolífera a las transnacionales, una subordinación vergonzosa a los EEUU, esto hace solo 18 años.
La oposición violenta y sus partidos, todos ellos, gobernaron este país y lo destrozaron, acabaron con nuestra patria, la entregaron, estuvieron en el poder por más de 40 años y fue un desastre para los pobres, para el hombre y mujer humilde, ese, el excluido de siempre, al que queman las hordas fascistas.
Por eso no acepto manipulaciones de la oligarquía corrupta. No me cabe duda: el Petróleo es del Pueblo, la PDVSA Roja Rojita ha sido instrumento de liberación, para que la renta petrolera, que siempre nos robaron, sea para el pueblo, no para la oligarquía y transnacionales.
El Comandante Chávez lideró y confió, sin dudas, en la Política de Plena Soberanía Petrolera, siempre nos apoyó en la derrota del Sabotaje Petrolero, en la creación de la Nueva PDVSA, para vencer a las transnacionales, para recuperar la Faja Petrolífera del Orinoco y la renta petrolera.
Recuperamos en diez años más de 480 mil millones de dólares que antes se llevaban las transnacionales, para el Pueblo, para recuperar al país destrozado, acabar con la pobreza y pobreza extrema, crear un sistema de salud y educación pública, alfabetización, las Misiones Sociales: Ribas, Sucre, Robinson, Barrio Adentro, entre otras; Universidades, La Estancia, Gran Misión Vivienda Venezuela, Defensa Nacional, infraestructura, todo ello es renta petrolera, es lo que está en disputa.
Ha sido una batalla difícil, construir el Socialismo, con un sistema capitalista intacto se convierte en un reto.
Por eso hicimos la Gran Misión Vivienda Venezuela con el Poder Popular, la Misión Ribas, PDVSA; por eso hicimos las Misiones; por eso PDVSA asumió múltiples tareas: fábricas, industrias de acero, de tubos, plataformas, agrícolas, viviendas, universidades, colegios, todo ello además de su producción petrolera.
Es la crisis de la que hablaba el Comandante Chávez, la lucha entre lo nuevo y lo viejo que se resiste a cambiar. Solo que, en el caso del capitalismo, en lucha por apropiarse de la renta petrolera, en una revolución pacífica, como la nuestra, se trabaja en la conciencia del pueblo y de revolucionarios.
¿Es entonces esta una revolución a 100 $/Barril? No, nuestra Revolución siempre ha estado asediada. Al decir que antes se sostenía la revolución porque el precio del barril estaba a 100, solapadamente se ataca al Comandante Chávez, se evaden responsabilidades. Nuestra revolución encontró un precio a 10-11 $/Barril. Se trabajó con la OPEP en la Cumbre de Caracas del año 2000; se propuso el sistema de bandas entre 22-28 $/Barril, en ella nos quedamos unos años, sufrimos Golpe de Estado.
Asumimos el Ministerio de Petróleo el 17 de julio de 2002, vino el sabotaje petrolero, la producción cayó de 3 millones de barriles día a solo 23.000 barriles día. PDVSA perdió más de 17.000 millones de dólares, hasta que la nueva PDVSA recuperó los 3 millones de barriles día. Tomamos La Colina.
Sufrimos desestabilización y guarimbas todo el año 2003, no había dinero para pagar ni los sueldos, pero el pueblo estaba movilizado. Tan pronto recuperamos la industria y la renta petrolera comenzó a estar bajo control de Estado con la Nueva PDVSA, comenzaron las Misiones, comenzó la ofensiva de Barrio Adentro; la Robinson llegó a donde nunca había llegado el Estado; la Ribas me correspondió crearla y dirigirla; entregamos los edificios de PDVSA a la Misión Sucre: Los Chaguaramos a la Bolivariana; Chuao, a la Unefa; PDVSA Gas, La Floresta, al Instituto Universitario de Caracas; todas las sedes del CIED a la UBV. Se comenzó a crear el sistema de garantías sociales de la Revolución Bolivariana.
Luego vino la ofensiva final: Nacionalización de la Faja Petrolífera, ajuste de regalías de 1% al 33.33%, eliminación de los convenios operativos, constitución de Empresas Mixtas con control de PDVSA, restablecimiento de los impuestos petroleros de 0% a 50%, trabajo permanente en el seno de la OPEP para llevar el precio a niveles justos, precios de 100-120 $/Barril entre 2006-2008. A finales del 2008 colapsó el precio del petróleo por la crisis de los EEUU (35$/Barril en enero del 2009). El Comandante Chávez fijó una línea estratégica: no afectar los programas sociales de la revolución, diferir todo, pero no afectar al pueblo. Su proclama y discurso: ¡La revolución está garantizada con o sin petróleo!
Con un recorte de 4.5 millones de barriles, la OPEP en sesión permanente, recuperó el precio. A nosotros nos tocó recortar 364 mil barriles día y enfrentar la matriz y manipulación de la caída de la producción, es la presión transnacional, contra la OPEP y nuestra política de defensa del precio. Al final de 2009, ya estábamos cerca otra vez de los 100 $/Barril.
Pudimos impulsar la Gran Misión Vivienda Venezuela, el inicio de las inversiones en los proyectos más grandes, solo podía asumirlo la Nueva PDVSA, con la renta petrolera, con los trabajadores, de allí en adelante la misión tomó su propio ritmo, el ritmo del pueblo en revolución.
Vino la tragedia de la partida del Comandante Chávez, en medio del dolor, fuimos a elecciones, Nicolás Maduro Presidente. Se desató la violencia de la misma oligarquía y sus agentes de siempre, esta vez envalentonados porque se fue el gigante.
Se advierte de la caída del precio, la OPEP estaba siendo afectada en su unidad por el conflicto entre el Golfo, Irán y Rusia. Los muertos los ponen los sirios, yemeníes y libios, ofensiva del imperialismo en todos los frentes. El último año de cierre de mi gestión al frente del Ministerio de Petróleo y de PDVSA, el precio cerró a 96 $/Barril y la producción de petróleo en 2.890 millones de barriles día, ahora, de acuerdo a la información suministrada por la OPEP ronda los 45 $/Barril y la producción ha caído drásticamente.
Esta no es una revolución a 100$/Barril, es una revolución que tiene que aprender a lidiar con el factor petrolero, porque pasarán muchos años todavía hasta superar el modelo rentista. Hay dificultades apremiantes, violencia, problemas económicos, amenazas norteamericanas, nuestro pueblo debe defender a cualquier costo su revolución, sus espacios de participación, su renta petrolera, su Nueva PDVSA, ahora para construir otro modelo, basado en el trabajo, el Socialismo, el Legado de Chávez. ¡Venceremos!