Pareciera inminente que la Administración Norteamericana, revocará o modificará las Licencias de la OFAC, que permiten las operaciones petroleras de la Chevron y otras empresas internacionales en Venezuela.
El mismo Donald Trump lo anunció el día miércoles 26 de febrero de 2025, en su cuenta en Truth Social (red social alterna a X), señalando el incumplimiento del gobierno de maduro a los acuerdos previos con la Administración de Joe Biden en materia electoral, así como, a lo pactado con Richard Grenell para la repatriación de miles de venezolanos, que el gobierno de maduro se comprometió a traer a Venezuela a su costo. Por su parte, el Secretario de Estado, Marcos Rubio, indicó que estaban trabajando en los términos y condiciones de las nuevas medidas ejecutivas; mientras, el día de ayer, se produjo otra de las renovaciones automáticas de la Licencia 41 a favor de Chevron, causando revuelo en el madurismo.
Pero el gobierno está en vilo, expectante, guardando silencio, ante una situación que, como hemos dicho en anteriores artículos, se le viene encima como un tsunami.
Las reacciones y posturas ante la permanencia o no de la Chevron en el país, la imposición de nuevos condicionamientos o el retiro o no de las Licencias, generan en el mundo político venezolano, posiciones diversas. Desde el aplauso a sanciones extranjeras, hasta la incredulidad de que la Administración Trump, luego de la visita de Grenell, re-imponga sanciones al sector petrolero; incluso, la Ministra de Petróleo, salió en defensa de la Chevron. Increíble. Cosas veredes, Sancho. Mientras tanto, el pueblo venezolano, con o sin la Chevron, sigue sumido en la pobreza.
No deja de ser triste, ver como todo un país, está expuesto a la incertidumbre de las decisiones de una potencia extranjera. Y esto es así, básicamente, porque tal como ha dicho el Toby Valderrama en su más reciente artículo, Venezuela ha perdido la soberanía en el manejo de sus propios asuntos y ésta es una debilidad estratégica, que nos deja inermes ante la cambiante geopolítica mundial.
Esta situación no es una sorpresa, por lo menos para nosotros, que lo hemos alertado en distintos escritos, y no desde ahora, sino hace ya bastante tiempo, desde el exilio.
La destrucción de PDVSA, el encarcelamiento y persecución de sus trabajadores, el desmantelamiento de sus capacidades operativas y la entrega de sus áreas operacionales y actividades productivas a los grupos económicos del gobierno, ha dejado al país sin su principal instrumento de ejercicio de Soberanía, sobre el área más importante de nuestra economía: el petróleo. Como dijo muchas veces el Presidente Chávez, PDVSA la Roja Rojita era “un bastión de Soberanía”, una poderosa empresa nacional al servicio del pueblo. Pero ella no existe más, el gobierno la destruyó para dejar el petróleo en manos de la Chevron y otras empresas privadas.
Tras la derogación de la Política de Plena Soberanía Petrolera y el violento ataque en contra de PDVSA, nuestra empresa nacional pasó de ser una gran productora de petróleo a una simple administradora de contratos. El gobierno entrega, a diestra y siniestra, nuestro petróleo y nuestro gas, en su permanente empeño de mantenerse en el poder, dando manotadas de ahogado, como aquel a quien se lleva la corriente.
Como le gustaba parafrasear a Chávez, “Dios habla con las matemáticas”; y en el sector petrolero, los números son fundamentales para entender lo que está sucediendo.
Al cierre de 2013, según sus Estados Financieros Auditados por la KPMG, PDVSA tenía una producción promedio de petróleo de 3 millones 15 mil barriles día, 796 mil barriles día equivalentes de gas y 1,27 millones de barriles día de productos (gasolina, diesel, GLP, etc.), éstos últimos refinados en el territorio nacional. Las exportaciones promedio eran de 2,42 millones de barriles día de petróleo y se generaron ingresos por 120 mil millones de dólares, de los cuales, 20 mil millones fueron a pagos de Regalias, 7,2 mil millones Impuestos y 13 mil millones de dólares fueron otros aportes al estado, incluido al desarrollo social, con ganancias de 12 mil millones de dólares.
PDVSA era una empresa con 231 mil millones de dólares de activos, de los cuales, 130 mil millones en propiedades, plantas y equipos, y un patrimonio de 84,5 mil millones de dólares; todo ello, al servicio del Poderío Nacional, al servicio del Pueblo.
Ésta era la empresa cien por ciento estatal, que sostenía el bienestar del pueblo, las garantías sociales y la economía de todo el país.
Once años más tarde, la realidad es muy distinta: Venezuela sólo produce 890 mil barriles día de petróleo; de ese volumen, Chevron genera 230 mil barriles día, mientras que, la rusa Roszarubezhneft y CNPC de China, producen 111 mil y 105 mil barriles día, respectivamente, para un total de 446 mil barriles día, equivalentes al 50% de la producción nacional .
Existen otras empresas europeas, medianas y pequeñas, que juntas producen 73 mil barriles día de petróleo. Mientras que, hay un conjunto de empresas mixtas entregadas por el gobierno para su operación a grupos económicos afines, que eran grandes productoras de petróleo, y hoy día en conjunto escasamente llegan a 127 mil barriles al día.
Por su parte, PDVSA por su propio esfuerzo sólo produce cerca de 250 mil barriles día de petróleo, parte de ellos, a través de “contratos de servicios”, de dudosa legalidad, entregados a empresas con escasa capacidad.
Esa es la realidad, el desastre, consecuencia del desmantelamiento de la Política de Plena Soberanía Petrolera que desarrollamos durante el gobierno del Presidente Chávez, y de la aniquilación de la PDVSA del pueblo.
Por eso, hoy día, la maquinaria de propaganda del gobierno brinca de alegría cuando, automáticamente, se renueva una licencia, o el gobierno —tan dado a los discursos grandilocuentes— baja la cabeza y guarda silencio; también, cuando el presidente de la Asamblea no puede contener su cara de regocijo, ante la presencia del enviado de la Administración Norteamericana. Están desesperados y entregados
Entendiendo lo que sucede en el sector y en el mundo. He escrito sucesivos artículos este mismo año, donde he ahondado en los aspectos técnicos de la situación petrolera del país, como el publicado el 19 de enero, titulado “Chevron, Talón de Aquiles del madurismo”; luego, en relación con la visita de Richard Grenell y ante el alboroto del gobierno, el 2 de febrero, llamado “Poner las cosas en su sitio”, donde alertaba que aquello no significaba nada, pues Grenell fue a liberar a los norteamericanos secuestrados y hacer exigencias para llevar de vuelta a los migrantes venezolanos al país y; finalmente, el pasado 16 de febrero, hice una reflexión sobre la pérdida de soberanía en el titulado “El País Tutelado”.
Todos son advertencias y reflexiones, como siempre, hechas desde lo más profundo del sentimiento patrio, preocupado por la extrema debilidad del gobierno que compromete estratégicamente la Soberanía de nuestro país. Porque, no sólo es el petróleo y el gas lo que se ha perdido y lo que se ha entregado: es el oro del Arco Minero, el manejo de la economía, es el Esequibo.
La Exxon Mobil, anunció, el pasado 12 de febrero, que la producción de petróleo que desarrolla en conjunto con la china CNOOC y la Chevron, justamente en aguas del Esequibo, alcanzará los 970 mil barriles día de petróleo este mismo año (a la fecha produce 660 mil b/d), colocando la producción de Guyana por encima de Venezuela y muy cerca de su meta de 1,2 millones de barriles día de petróleo, señalada para 2027, convirtiéndose así, en la nueva potencia productora de petróleo; cierto que, en condiciones semicoloniales, pero cobrando una importancia geopolítica inusitada, sobre todo, usufructuando nuestro petróleo, de nuestro territorio, y ocupando el espacio estratégico de la Fachada Atlántica de nuestro país.
En este punto, Guyana está ejerciendo una soberanía de hecho sobre el territorio en disputa, consolidando la ocupación, mientras el gobierno proclama con algarabía que elegirá un “gobernador” para Guyana, que despachará desde Tumeremo.
Qué hará o no la OFAC con su Licencia, nadie lo puede controlar, mucho menos, el gobierno. Nosotros hemos criticado y denunciado los términos y condiciones de la Licencia 41, otorgada a favor de la Chevron, puesto que éstas imponen sus condiciones por sobre la Constitución y las leyes venezolanas; allí, la Chevron no paga regalías, ni Impuestos Petroleros y tienen el control de todas las operaciones. Lo grave es que el gobierno aceptó y celebró estos términos y condiciones, lo que significa un enorme retroceso en política petrolera y soberanía nacional, es el “modelo Chevron”.
Esta Licencia no solamente es inconstitucional, sino que, no favorece en nada al pueblo venezolano; como tampoco los acuerdos hechos con la Shell, donde el gobierno envía el gas del Proyecto Mariscal Sucre, al norte de Paria, para que la transnacional lo procese y exporte desde sus instalaciones en Trinidad y Tobago; ni el desastre del Arco Minero que ha devastado nuestra selva y territorio al sur del país.
Ninguno de estos Acuerdos o proyectos, se traducen en beneficios o mejoras de calidad de vida de los venezolanos, ni contribuyen al desarrollo nacional. Por el contrario, siguen erosionando lo que Chávez llamaba el “Poderío Nacional”, la “Soberanía”, que son la única posibilidad de hacer frente a las distintas exigencias y cambios de la economía y política internacional.
Tal como están las cosas, el país es vulnerable a cualquier decisión que tome la OFAC. Si la Chevron es impedida de seguir llevándose el petróleo venezolano, como lo ha estado haciendo durante ya más de 2 años, la producción de petróleo del país disminuiría alrededor de 200 mil barriles de petróleo al día. Ésto se debe, fundamentalmente, a que el gobierno cedió toda la gerencia y operación de las Empresas Mixtas PetroBoscán, PetroPiar y PetroIndependencia, a la conducción de la Chevron, violando la Ley Orgánica de Hidrocarburos y dejando al país expuesto a las decisiones de terceros.
Es importante resaltar que los contratos de Empresas Mixtas originales, incluyen una cláusula donde establecíamos que si el socio minoritario, en este caso, Chevron, decidiese abandonar las operaciones, PDVSA las asumiría. Pero era nuestra poderosa PDVSA, la Roja Rojita, la que en 2013 producía, como empresa, 1 millón 885 mil barriles día de petróleo; teníamos la capacidad, la fuerza, el conocimiento y el compromiso.
Pero los gerentes y trabajadores que son capaces de llevar a cabo esta tarea, como lo hicimos en tres meses, tras la derrota del sabotaje petrolero de 2002-2003, estamos exiliados y perseguidos o presos, tratados como delincuentes comunes, permanentemente maltratados, en los calabozos y centros de detención del gobierno.
La situación para Venezuela se agrava, porque con la salida de Chevron, también se suspenderá el suministro de Nafta utilizado como diluyente para la producción crudos extrapesados en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Si la licencia de la OFAC —no sabemos, nadie sabe— no sólo revoca la autorización a la Chevron para operar en el país, sino a otras empresas internacionales, como la ENI, la REPSOL y la MAUREL & PROM, con lo cual, la producción de petróleo podría caer aún más, para ubicarse entre 600 y 650 mil barriles día de petróleo.
Si dicha Licencia revoca o impone restricciones a las exportaciones o importaciones de crudo o productos, la situación se agrava aún más, sobre todo porque durante la gestión del General Quevedo, PDVSA perdió su flota propia de buques.
Este escenario, todo esto, era previsible, y la pregunta es: está el gobierno preparado para ésto; tiene la Ministra de Petróleo, preparado un plan de contingencia; tiene el Presidente de PDVSA, el abogado Héctor Obregón, capacidad para hacerle frente a esta situación? Sólo el tiempo lo dirá.
Venezuela no es el único país productor que enfrenta estas situaciones. Irán y Rusia son ejemplos recientes de países petroleros sujetos a verdaderos bloqueos y un paquete de sanciones, nunca vistos. Sin embargo, Irán se mantiene produciendo más de 3,3 millones de barriles de petróleo al día y Rusia, aún en guerra y sancionada, se mantiene produciendo 9 millones de barriles de petróleo al día.
La gran diferencia, es que a ninguno de los liderazgos de esos países, se les ocurrió la peregrina e irresponsable idea de desmantelar y destruir sus empresas petroleras, ni por razones políticas, ni para entregarlas a los grupos económicos que los sostienen en el poder. El petróleo es un asunto serio y complejo, no permite improvisaciones.
Son momentos complejos para el país. Nadie puede alegrarse de lo que sucede. Es triste cómo nuestra patria, hasta 2012, creció, se fortaleció y era respetada, con sus capacidades petroleras y productivas al máximo, hoy está sumida en la pobreza y no le importa a nadie, no tiene ninguna fuerza.
Lo que, a esta altura, debe estar claro para todos, es que este gobierno ha fracasado estruendosamente en toda la línea y de seguir allí la patria continuará en el abismo. Nosotros reivindicamos a Chávez, sus políticas y su pensamiento y creemos que ello es la única manera de salir de esta situación de extrema debilidad, de este abismo.
Unir a todos los venezolanos, incluir a todo el pensamiento nacional, con una dirección patriota y comprometida con el pueblo, para volver al Plan de la Patria y a la posibilidad de defender y reconstruir nuestro país.