El desarrollo de la crisis política nos ha llevado a un punto de disfuncionalidad que compromete principios y posiciones. Pareciera que estamos ante un cambio cualitativo en la conducción de nuestros asuntos. Los sectores de la oposición han tomado el camino del todo o nada, de la violencia, el chantaje de la guarimba.
Lo hemos dicho, una revolución pacífica es una de las maneras más difíciles de conducir un proceso de transformaciones políticas, sociales y económicas, si se trata de una revolución verdadera. Si este proceso intenta superar al Capitalismo y construir el Socialismo, entonces el esfuerzo es supremo.
El Comandante Chávez, luego del 4F, se planteó la estrategia política de conducir una Revolución pacífica en nuestro país, consciente de las dificultades que ésto acarrea por las características de la cultura política de la IV República. Fue un reto que asumió seguro como estaba de que su coherencia, integridad y liderazgo le permitiría imponerse sobre la práctica de la negociación, los acuerdos a espaldas del pueblo, la incoherencia en el discurso, que al final de cuentas se traduciría en una eterna riña política donde nada cambia en la sustancia. Había que construir nuevas instituciones y una nueva ética política, apegada a la ley y al respeto de los derechos humanos.
Hasta el advenimiento de la Revolución Bolivariana, la izquierda todavía estaba sacudida por la trágica experiencia de la Revolución Chilena, como la vía pacífica al Socialismo. La muerte del Presidente Allende en la Moneda y la secuela de muertos, desaparecidos y encarcelados que dejó la cruenta represión fascista y la dictadura de Pinochet, sepultaron esta vía como una opción por muchos años. De esta experiencia se ha hablado por mucho tiempo, los que finalmente renunciaron a una posibilidad revolucionaria señalan como una de las razones de su fracaso la actuación de grupos «extremistas» de izquierda, sobre todo la del MIR Chileno.
Resulta que, al desclasificarse muchos años después los documentos de la inteligencia norteamericana y de la Casa Blanca, se confirmó un elemento que siempre fue una presunción: el Gobierno de Nixon, había dado la orden de derrocar al Presidente Allende desde el mismo día de la victoria electoral de la Unidad Popular. Buena parte de lo que sucedió durante su gobierno tuvo que ver con la decisión y determinación del Gobierno Norteamericano. Cualquier error político se pagó muy caro.
¿Quién puede poner en duda que la misma decisión no la tomó el Gobierno Norteamericano respecto al Comandante Chávez y la Revolución Bolivariana? ¿Es que acaso cambió la naturaleza de la Política Exterior Norteamericana o de sus Gobiernos? ¿Ha cambiado su condición de país imperialista, injerencista y su visión geopolítica de que nuestra región es su patio trasero? ¿No es evidente que la Política Norteamericana convirtió el Medio Oriente en una zona de matanza y desestabilización? ¿Tendremos que esperar muchos años más a que se desclasifiquen documentos para confirmar las agresiones norteamericanas contra nuestro país? Irak, Siria, Libia están allí como un triste recordatorio de que el Imperialismo existe y actúa de manera sistemática para lograr sus objetivos estratégicos.
Tengo en la memoria nuestra última visita con el Comandante Chávez a Trípoli, a la Libia de Muamar el Gadafi. Me correspondió estar en las reuniones con el Líder Africano quien meses después sería vilmente asesinado. Confieso que al ver Trípoli quedé sorprendido, independientemente de cualquier diferencia con el tipo de Gobierno, de los avances sociales y económicos del Pueblo Libio, la inversión en infraestructura que siempre me hace reflexionar sobre el uso dado a la renta petrolera.
Aunque estábamos tres meses del inicio de la «Primavera Árabe» se sentía un alto grado de confianza del Líder Libio en la situación interna del país, había grandes carteles que reflejaban su amistad con los líderes Europeos. Conversando con el Comandante Chávez, Gadafi le confesaba que todas las reservas del país, si mal no recuerdo cerca de 280 Mil millones de dólares, estaban en bancos Europeos y que los líderes de esos países eran asiduos visitantes (allí están las fotos para la historia de la infamia política) que le pedían que depositara esos fondos en sus bancos o que les dieran más concesiones petroleras. Así lo hizo el Coronel Gadafi, además de colaborar en aspectos de seguridad, en la lucha contra el islamismo y de entregar sus armas estratégicas como parte de una «normalización» de sus relaciones con las potencias occidentales. Pareciera haber cometido un error político estratégico.
Lo asesinaron, desmembraron al país, hoy está en manos de milicias extremistas, se quedaron con el petróleo (aunque ahora solo producen 300 Mil barriles día, tienen importantes reservas de crudo liviano y gas) y se robaron las reservas depositadas en los bancos Europeos. Cuando revisábamos la situación de Libia en el Consejo de Seguridad siempre preguntaba ¿Dónde están las reservas de Libia? Era una pregunta incómoda, siempre evadían la respuesta, hasta que un día el enviado especial de la ONU para Libia dijo: «las reservas se consumieron en la guerra y el pago a las milicias». Se robaron el dinero del Pueblo Libio. No quedó nada, es el saqueo y la destrucción de un país. Ahora los líderes Europeos que participaron de ese desastre impiden por cualquier medio que los migrantes africanos, que se lanzan desesperados por miles al Mediterráneo (han muerto más de 6000 en los últimos dos años) pasen de Italia.
También recuerdo nuestro último viaje a Siria con el Comandante Chávez, conocí un país en paz, próspero, sin intolerancia religiosa, sin extremismos. Un presidente joven y popular (pude compartir la mesa con el Comandante Chávez y el Presidente Bashar al-Asad, en un restaurante abierto, familiar). Una hermosa ciudad, Damasco, con un pueblo amistoso, tolerante y muy culto.
A los meses, se desató el conflicto en las calles y de inmediato la actuación de potencias extranjeras, países vecinos y de la región, armaron, equiparon a toda clase de grupos extremistas, violentos, les dieron propaganda y dinero, crearon el Frente Al-Nusra y luego el ISIS, convirtieron ese bello país en una zona de matanza y su pueblo es víctima de la violencia irracional que ha cobrado más de 300 mil vidas en una guerra que no termina. ¿Se cometieron errores políticos?, no lo sabría decir. Lo que sí es cierto es que el Ejercito Árabe Sirio ha impedido que su país y su pueblo caigan bajo control del terrorismo extremista, ha impedido que flamee la bandera negra del ISIS en Damasco.
Desde el Consejo de Seguridad actuamos junto a Rusia y China para impedir una intervención abierta contra Siria y trabajar en una solución política al conflicto que ha desangrado y destruído a este hermano país.
Por eso es que no podemos darnos el lujo de cometer errores, estamos en un escenario internacional agresivo, cruento y cada vez hay más incertidumbre respecto al comportamiento y visión de la administración norteamericana en relación a nuestra región y en particular a nuestro país, nos están cazando.
Por eso escribo, porque tengo moral para hacerlo, lo puedo hacer sin que se me acuse de enemigo de la Revolución, sin caer en el chantaje y la acción permanente de división y fraccionamiento que la derecha y sus agentes políticos ejercen contra las fuerzas Chavistas, para mantenernos inmóviles, que perdamos nuestra capacidad crítica de alertar y actuar sobre los peligros que nos acechan.
El valor de la palabra es mucho mayor, cuando la misma está acompañada de una historia clara y transparente que mostrar. Tener una conducta coherente y honesta en lo político y lo personal. Mis posiciones dan fe de dónde vengo y quién soy, me honra la confianza que depositó en mí el Comandante Chávez, como persona y como compañero de trabajo haciendo patria por más de doce años consecutivos, los años de batalla y construcción de nuestra Revolución.
No es cualquier cosa, estoy obligado por el resto de mi vida a honrar esa lealtad y confianza que me otorgó hasta las últimas horas de su luminosa vida, la vida como Jefe de nuestra Revolución y de nuestro Pueblo. Me puso en la historia y eso lo asumo con humildad.
Para mí resulta difícil estar lejos de mi Patria, de mi querida Nueva PDVSA, de nuestros trabajadores y Pueblo. Lejos de la posibilidad de contribuir en la economía, en la resolución de los problemas concretos, en la batalla diaria. Desde acá, en la ONU, desde esta importante posición de política internacional, hemos defendido a nuestro país y nuestros principios Chavistas y Bolivarianos. Lo he hecho con honestidad y lealtad. Sí, debo confesar que he tenido que ver con tristeza y molestia como se ha pretendido horadar mi nombre y borrar mis aportes a la construcción de nuestra Revolución. Ahora, de la nada, abundan los críticos y cobardes que nos atacan, la extrema derecha que nos insultó como quiso, los del odio y el fascismo, todo con un silencio incomprensible de los que compartieron conmigo años al lado del Comandante Chávez. A veces, más que los principios, se impone el cálculo político.
Cada quien vive su propio desierto, pero en verdad les digo: no se pueden cometer errores. La oposición no puede gobernar este país. No tiene cómo, no tiene ideas, es absolutamente irresponsable, criminal, manipuladora. No podemos dejar que tengan el control de los asuntos de la Patria, porque la van a destrozar a niveles impensables, la van a entregar al saqueo de nuestros recursos, de nuestro futuro, van a barrer con los avances de nuestra revolución. Van a desatar un periodo de odio y confrontación como nunca antes lo vivimos.
Arreglaremos lo que tengamos que arreglar en el campo de la Revolución, en el Chavismo, pero este país no puede ser entregado al fascismo violento y criminal, alimentado por el odio, amparados en la impunidad, el anonimato de las redes sociales y el respaldo de los más reaccionarios y derechistas sectores políticos y económicos del extranjero, los enemigos históricos de nuestro pueblo.
La disfuncionalidad política solo le interesa a la oposición violenta, es su objetivo. La violencia es su chantaje, por hay que condenarla venga de donde venga.
Las acciones de violencia en el interior de la Asamblea Nacional deben ser investigadas, los linchamientos y golpizas en las calles, la quema de seres humanos es inaceptable, la incitación a la violencia y el golpe de Estado que hacen los voceros de la derecha, los llamados de la oposición a un Plebiscito en desconocimiento a la autoridad del Estado, es intolerable.
Por mucho menos de lo que ha hecho la oposición, Rómulo Betancourt, les levantó la inmunidad a los diputados del PCV y el MIR, encarceló e ilegalizó a esos partidos.
No puede haber disfuncionalidad política, ni del Estado. El gobierno tiene que trabajar eficazmente en resolver los problemas del pueblo, en protegerlo, en proteger el trabajo, la producción, debemos resolver el tema económico, la crisis institucional que se ha causado. El Partido debe convocar, unificar, revisar, corregir y avanzar.
Por eso también escribo sobre economía, hay tiempo para tomar decisiones. Tengo mis propias opiniones siempre las he dado donde me corresponde, tengo la experiencia al lado de Chávez, sé algunas cosas, muchas las aprendí a su lado, las trabajamos por más de doce años, como un equipo en la conducción de una economía tan particular como la nuestra.
Los sectores económicos del capitalismo son hegemónicos en áreas estratégicas como la banca, finanzas, importaciones, producción y distribución de alimentos, medicamentos, insumos. Actúan motivados políticamente, es una complicación. No nos escudemos en el precio del petróleo, bajó, es cierto, pero a nosotros nos tocó combatir también con precios entre 20-26 dólares el barril. No todo es petróleo. Los problemas con la inflación, el paralelo, la especulación, la producción de alimentos e insumos, están erosionando las condiciones materiales de vida de la población y creando una molestia que esta allí, subyacente. Como dice un viejo sabio, «lo más peligroso en política es lo que no se ve».
Tenemos un país, al que Chávez le dio una posibilidad de futuro, que está harto de la violencia, que no cree en esa oposición irresponsable. Que espera más de nosotros.
Yo no quiero que los jóvenes se vayan, que cunda la desesperanza, que cometamos errores, que devoremos a nuestros propios compañeros. Queremos, necesitamos tener siempre presente la palabra y la acción del Comandante Chávez, sus enseñanzas, el confió en nosotros, el Pueblo confía en Chávez. ¡Venceremos!