EL 10 DE ENERO: EL CARMONAZO

Luego de las elecciones del 28 de julio y el sucesivo fraude electoral —al día de hoy, todavía el CNE no ha mostrado las actas de votación—, el gobierno transita como una nave sin rumbo, hacia una situación que, a partir del 10 de enero de 2025, cambia todo en el país.

Si nicolás maduro, proclamado por su amigo Elvis Amoroso como vencedor de las elecciones, se juramenta como Presidente de la República para un nuevo período, ese nuevo gobierno será, nada más y nada menos, que un gobierno inconstitucional, írrito.  

Los más furibundos voceros del madurismo, incluyendo el mismo maduro, han asegurado —y muy probablemente así será— que maduro se juramentará, sin importarle la voluntad del pueblo ni la Constitución. Las consecuencias para el país, por supuesto, no serán pocas. 

Así, el gobierno va a protagonizar su propio Carmonazo. Este hecho, que aparentemente se le ha olvidado a aquellos mandos militares y dirigentes políticos que lo apoyan, marcará un “Antes y un Después”. A partir del 10 de enero, un gobierno presidido por maduro, será una dictadura, sumándose a la lista de las tantas que han plagado a la América Latina y que han llevado tanto dolor a sus pueblos. Será un retroceso enorme. Y, sobre todo, es la renuncia final de este gobierno a cualquier vestigio de chavismo. 

A los sectores y dirigentes maduristas (que alguna vez fueron chavistas o de izquierda), sean civiles o militares, representantes de esa pequeña burguesía que ha usufructuado toda su vida del heroísmo de otros, no les gusta para nada que llamen a su gobierno “dictadura”, pues es una “raya”. Pero eso es lo que es. 

Probablemente, muchos ya se han olvidado que Carmona Estanga se auto-juramentó, el 12 de abril de 2002,  en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, a pocas horas de haberse consumado el Golpe de Estado contra el Presidente Chávez. A Carmona Estanga, que lo sostenía entonces la violencia de los golpistas “preñados de buenas intenciones”, poco le importó haber violado la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la voluntad del pueblo —expresada en el voto popular— que daba su apoyo al Presidente Chávez. Carmona actuaba como un dictador y se juramentaría de todas todas.

La foto de Carmona Estanga con la mano levantada juramentándose en abril de 2022 y la foto que se tomará maduro, con la mano levantada, juramentándose el 10 de enero, será la misma foto, la misma imagen, el mismo hecho político con toda su gravedad y consecuencias.

Por supuesto, no faltarán, entre los maduristas, los que digan que este Carmonazo del 10 de enero “sí es bueno”, porque “es nuestro”. Las paradojas de la historia, es que, el 12 de abril de 2002,  Carmona Estanga se juramentó como dictador, presidiendo Fedecámaras; el 10 de enero de 2025, maduro se juramentará, gobernando para Fedecámaras. Se cierra el ciclo de una Revolución traicionada. 

Lamentablemente, no está el Comandante Chávez entre nosotros, ni nadie que se le parezca. De ser así, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, lo mejor de sus oficiales, junto al pueblo llano y pobre, restablecerian (como el 13 de abril) el hilo constitucional con aquella “operación de la dignidad” y harían respetar la Constitución, que está por encima de cualquier consideración o intereses grupales. 

Ya la Constitución ha sido bastante vapuleada por este gobierno, pero hasta ahora, le ha servido para darle legalidad de origen tras el triunfo electoral de 2018, donde amplios sectores de la oposición cayeron en la trampa de no participar. Sin embargo, tras el fraude electoral en las elecciones del 28 de julio, está claro para el país y para el mundo entero, que maduro no ganó las elecciones; por ende, no tiene la legitimidad para juramentarse como Presidente del nuevo período de gobierno. Reiteramos, y no deja de ser el aspecto más importante de este artículo, que será un gobierno inconstitucional de origen.

La nueva alianza cívico–policial que gobierna el país, cree que se podrá sostener con la violencia, la represión, el miedo y el tuiter. Llenarán –como están haciendo– las cárceles y centros de detención, de venezolanos inocentes, incluidos menores de edad. Actuarán cruelmente –como lo están haciendo– exponiendo a los detenidos a tratos inhumanos y degradantes; no les importa que estén enfermos, que mueran en custodia (el pasado 12 de diciembre, se conoció la muerte de otro detenido político, Jesús Rafael Álvarez). No les importa nada, con tal de sostenerse en el poder.

La reciente actualización oral del Alto Comisionado para la Defensa de los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, sobre las torturas y detenciones arbitrarias en Venezuela, sigue visibilizando un hecho que no se puede ocultar.  Aceleradamente, el gobierno se va convirtiendo en una maquinaria de terror, como emergen de las imágenes de los centros de detención y tortura del derrocado gobierno de Bashar Al Assad.

Pero gobernar un país, es más que una parodia, más que una tendencia de tuiter; se necesita legitimidad. La condición de ser un gobierno inconstitucional significa, entre otras cosas, que todos sus actos son nulos y carecen de efectos jurídicos.

Ya no se trata solo de que el gobierno ha entregado los recursos naturales: el petróleo, el gas, el oro, con base en leyes y decretos inconstitucionales y una gestión gubernamental de espaldas al país, secreta; sino que ahora, el propio origen de los funcionarios del gobierno —empezando por su presidente— carecen de legitimidad, de “auctoritas”, más aún, sus actos de gobierno y decisiones. Este gobierno no es capaz de garantizar nada y esto lo sabe el mundo entero.

Por otra parte, el país confronta una situación extremadamente compleja, en lo económico y social. El paquetazo de derecha de este gobierno, implementado desde 2018, ha sido más profundo en sus consecuencias que el del propio Milei en Argentina, convirtiéndose en una regresión de todas nuestras conquistas históricas, conduciendo a nuestro pueblo a la pobreza extrema, a la desesperanza, que no ve ninguna posibilidad de resolver su situación con este gobierno, lo que lo obliga a millones a emigrar. La patria no sólo se desangra en recursos naturales y económicos, sino en lo más preciado: se desangra de sus hijos. 

En el ámbito internacional, el gobierno está más aislado que nunca. Pensaban obtener legitimidad internacional después del Acuerdo de Barbados y con las elecciones, pero su actuación violatoria de los mismos echó por tierra, esta posibilidad. Pensaban obtener solidaridades automáticas de los gobiernos de Colombia y Brasil, y se equivocaron de “cabo a rabo”. Muy pocos países de la región reconocen el “triunfo” de maduro; el gobierno rompió relaciones y expulsó embajadores de 7 países, mientras mantiene rodeada y asediada la Embajada de Argentina en Caracas, por ofrecer protección a perseguidos políticos. 

El triunfo de Donald Trump como presidente de los EEUU y la designación de Marco Rubio, como nuevo Secretario de Estado, parecen indicar un cambio radical en la postura de la Administración Norteamericana hacia el gobierno de maduro. 

Por otra parte, lo sucedido en Siria, muestra cómo la geopolítica de las grandes potencias está por encima de cualquier interés de gobiernos de periferia, que nunca sabrán, sino hasta sus días finales, si fueron negociados como unas fichas de cambio. 

Los acontecimientos de Siria, revelan iIgualmente la importancia de la legitimidad y apoyo popular para un gobierno, que no se puede sostener con base en la violación de los Derechos Humanos. A la vez, reitera la máxima de José Vicente Rangel: “lo más peligroso de la política, es aquello que no se aprecia a simple vista”.   

En el marco de esta compleja situación internacional, tenemos el agravante de que el actual gobierno ha demostrado fehacientemente que no es capaz de defender la Soberanía Nacional, entendiéndola a ésta como un todo: la Soberanía Política, la Soberanía Económica, la Soberanía Petrolera y la Soberanía Territorial.  

Tal como establece la Constitución, “la Soberanía reside en el pueblo”, por lo que, en este momento, carecemos de Soberanía Política; la economía ha sido entregada a la conducción de factores del capital transnacional y nacional, incluidos, la nueva “burguesía revolucionaria” y Fedecámaras, por lo que, también adolecemos de ausencia de Soberanía Económica; el petróleo y el gas, han sido entregados a la Chevron y a las transnacionales en Trinidad y Tobago, en condiciones violatorias a nuestra Constitución y leyes, por ende, también hemos perdido la Plena Soberanía Petrolera.

Mientras que El Esequibo se ha perdido por la inacción e improvisación del gobierno, hoy la Exxon Mobil, la Chevron y la CNOOC de China, producen 620 mil barriles día de petróleo en aguas del Esequibo, ocupando de facto nuestro territorio y bloqueando nuestra salida a la fachada Atlántica.  

Las amenazas sobre el país y nuestras posibilidades de salir de este abismo, son inmensas y se profundizan a partir del próximo 10 de enero con la juramentación de un gobierno inconstitucional. 

Contrariamente a lo que aseguran líderes de la oposición, condimentadas con teorías especulativas del tuiter y que solo contribuyen a generar expectativas infundadas e inmediatistas, el 10 de enero no pasará nada extraordinario. Sin embargo, lo que va a suceder a partir de la juramentación de maduro, es un paso en falso para el gobierno —al no tener piso político ni Constitucional— y se establecerá una dictadura, que de cualquier manera, tiene sus días contados. La situación del país es insostenible y esta dirección política ha demostrado su estruendoso fracaso e inmensa incapacidad para conducirlo. 

El cielo encapotado anuncia tempestad y todo lo que va a suceder en la tierra tiene su tiempo y su hora, pero hay que empujarlo. Hace falta una dirección política verdaderamente revolucionaria, comprometida con el cambio político, derrotar a la dictadura y restablecer el hilo Constitucional.  Sobre el terreno, sobre el campo de batalla político, falta que surja una opción chavista y bolivariana, que sea el eje de una Gran Alianza Patriótica Cívico-Militar, que sea capaz de concitar la unidad de todos los venezolanos, para dejar atrás el sectarismo y los intereses grupales, y poner como única prioridad levantar a Venezuela y reconstruir nuestra Patria Soberana.