Concluyeron las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre con una realidad inocultable: el pueblo no salió a votar, la ausencia de electores fue evidente desde el mismo inicio del proceso. Todos los que estuvieron en la calle desde temprano, pueden dar fe de los grandes centros electorales vacíos en todo el país, de la apatía generalizada por un proceso que cuestionamos porque ya sabíamos que no estaban garantizadas las condiciones mínimas para salvaguardar el voto universal y secreto, y además porque estas elecciones solo eran una necesidad urgente del madurismo para lograr algo de legitimidad, no resolvería ninguno de los graves problemas del país.
El pueblo venezolano no asistió a las elecciones parlamentarias. La abstención aplastante es solo una expresión del profundo rechazo a maduro en el país, del fracaso de su gobierno. Hay cansancio, desmotivación, hastío de la trampa, de las mentiras y manipulaciones del gobierno y sus voceros. Estas elecciones no motivaron a nadie y ni el madurismo, ni su gobierno logran emocionar, ni motivar a nadie.
Ahora viene la manipulación de los exiguos resultados. Inflan la participación hasta un promedio de 31%, aunque algunos estiman solo una participación del 20%. Aún así y basados en la información del CNE, esta escasa participación es un rotundo fracaso, porque la abstención pasó del 26,4% en la última elección parlamentaria realizada en diciembre de 2015, con una participación del 73,6%, al 70%-80% de abstención en estas elecciones de ayer.
Es decir, de 20.710.421 de electores que conforman el padrón electoral, en las elecciones del domingo 6 de diciembre votaron 6.420.230 y se abstuvieron, 14.290.191 electores.
La alta abstención deslegitima al sistema político del madurismo. El gobierno fracasa en su intento de lograr legitimidad. La ausencia de electores sólo puede interpretarse como un rechazo al gobierno, el pueblo no vió en estas elecciones esperanza alguna de cambio, a través de las que se puedan resolver sus problemas, una manera de salir de la terrible crisis del país. La mayoría siente que no hay nada que buscar en la Asamblea, en estas elecciones no había nada por lo cual luchar, nada que defender, nada que conquistar.
La alta abstención refleja la falta de liderazgo del madurismo y el fracaso del PSUV como instrumento político de transformaciones políticas, económicas y sociales. Los candidatos, seleccionados a dedo, sin ningún atisbo de democracia interna o representatividad, sólo son el reflejo de la correlación de fuerzas internas, de la aplanadora del madurismo, porque los candidatos son los mismos responsables de este desastre: Diosdado, Cilia, Iris, Quevedo, Wills Rangel, entre otros.
Muy lejos quedaron los momentos con Chávez, cuando las elecciones motivaban y emocionaban, porque se producían en un contexto de plenas libertades, con el pueblo movilizado, participativo y protagónico en pro de consolidar sus conquistas revolucionarias y lograr los cambios estructurales que el país necesitaba. Las elecciones en el marco de una revolución, son completamente distintas a las elecciones en el marco de un sistema político deslegitimado, represivo y antidemocrático como éste, que ha arrebatado al pueblo sus más preciadas conquistas y conculcado sus derechos fundamentales.
Estas elecciones y sus resultados, se parecen más a las últimas elecciones de la IV República, cuando el pacto de Punto Fijo, el binomio Adeco-Copeyano, se había agotado y su liderazgo no representaba ninguna esperanza para el pueblo, en aquellos años, la abstención también alcanzaba niveles de 70%.
La campaña electoral del madurismo dejó en evidencia la descomposición y degradación de esta clase política surgida de la traición al chavismo. Utilizaron los más insólitos y repudiables mecanismos de manipulación y chantaje contra un pueblo hambreado por ellos mismos. Ya la gente entiende a qué se refería el General Müller Rojas con lo del “nido de alacranes”; sabotearon la gestión de Chávez en vida y se están encargando de desaparecer sus logros, incluida la movilización y participación electoral.
La imagen del candidato del psuv con una carretilla de mortadela buscando el voto de los humildes, las amenazas al pueblo por parte de los Comités de Cajas Clap, de quitar este beneficio a quien no fuera a votar, las cobardes amenazas de Diosdado contra el pueblo, gritando en plena campaña que “el que no vote no come”, los ataques de nicolás e Iris Varela en mi contra, los audios amenazantes y desesperados de los jefes políticos del madurismo para movilizar a los funcionarios públicos, el video fantasmal de Asdrúbal Chávez llamando a votar a los trabajadores, mientras no dice nada de la situación de PDVSA, ni les da respuestas sobre su situación laboral, haciéndolos sentir, como nos indicaban unos obreros, como si ellos fueran solo una mercancía. Todos son signos inequívocos de desgaste, ausencia de liderazgo, degradación de esta nueva élite política.
Abusaron, como siempre, de la imagen y el nombre del Presidente Chávez. De nada les sirvió, sólo para constatar el daño que le han hecho al legado del Comandante, a su obra y dejar al descubierto cómo han horadado el afecto y el apoyo del pueblo hacia Chávez.
La oposición del otro gobierno trata de adjudicarse como un logro la abstención por su no participación en las elecciones, como siempre, trata de ganar indulgencias con escapulario ajeno. Hay que recordar que en 2005, cuando toda la oposición decidió no participar en las elecciones parlamentarias de aquel momento, la abstención fue del 25%.
Estamos hablando de 69% de abstención, un número que sobrepasa el ámbito electoral de la oposición. En esta elección, el elemento importante es que EL CHAVISMO NO SALIÓ A VOTAR.
¿ Y ahora qué?
Aquí no hay sorpresas, no las podía haber. Tal como lo señalamos en nuestro artículo donde nos opusimos a esta elecciones, el gobierno organizó todo, con eficacia inaudita y exceso de recursos, para tomar el control de la Asamblea Nacional: intervinieron partidos, encarcelaron dirigentes, controlan el CNE, el sistema automatizado de votación , modificaron la Ley electoral para aumentar la proporción de diputados por lista, eliminaron los representantes indígenas (no confían más en ellos), amenazaron y patearon al pueblo como les dio la gana.
Ya los voceros del madurismo aplicaron la estrategia de ignorar la aplastante realidad, ya anunciaron su “victoria”, vuelven a su mundo de casino en el Humboldt y de Bodegones. Ya tendremos en la Asamblea Nacional a los mismos de siempre, los responsables del desastre y su cuerdita de oportunistas y politiqueros corrompidos. Los partidos que creyeron o pensaban que podían colarse en el juego del gobierno, allí estarán en la Asamblea, reducidos al porcentaje que la mano de maduro permita.
La oposición del otro gobierno pierde a su vez el último espacio que podían reclamar. Ese era uno de los objetivos principales de esta operación política del gobierno.
Ahora se disolverá la Asamblea Nacional Constituyente, va directo al basurero de la historia, después de haber clavado el puñal con la llamada “ley anti bloqueo”, en el corazón de la Patria.
De cualquier manera, la mayoría de los factores internacionales no reconocen los resultados electorales por las condiciones de ilegitimidad que rodean a todo el proceso.
Lo repito, nosotros, la mayoría del país en el campo Bolivariano, tenemos que desechar las ilusiones, dejar el oportunismo y el “caza güirismo”, y prepararnos para estar junto al pueblo en sus luchas, acompañar a los trabajadores, a los humildes, y hacer frente en la calle al paquetazo de maduro e impedir la entrega del país.
Más allá de las plataformas electorales, hay que construir plataformas de lucha por la reconquista de nuestra soberanía económica, de nuestros derechos, restablecer la vigencia de la Constitución y las leyes de la República Bolivariana de Venezuela, exigir en la calle la restitución de nuestros derechos políticos, económicos y sociales, luchar por la solución de los profundos problemas que nos agobian, la libertad de los trabajadores presos, el cese de la represión.
El madurismo cree que ahora, con el control de la Asamblea, está listo para lograr un pacto con la oposición, con el sector privado parasitario, con los EE.UU, todo para ganar oxígeno, mientras financia su estadía en el poder, rematando los recursos naturales y los activos de la Nación como si fueran propios.
Nada ha cambiado, todo sigue igual. El pueblo venezolano sigue igual de depauperado, con los mismos problemas, la misma angustia, la misma pobreza y desesperanza. Allá las élites políticas con su disputa y sus triquiñuelas, son dos caras de la misma moneda.
Para nosotros, es condición indispensable lograr la unidad de los Patriotas, de los Bolivarianos, no la unidad boba, oportunista, electorera, tenemos que construir la unidad para el combate, para luchar por un cambio político que dé al traste con este desastre de gobierno, que restablezca la soberanía popular para reconstruir nuestra patria, volver al camino de Chávez, dejar atrás esta pesadilla de oprobio que asfixia a toda la patria.