El paquetazo de Maduro anunciado el pasado 17 de agosto, que hace aguas en tan solo una semana, son el reconocimiento del fracaso de la gestión de Nicolás Maduro al frente de la conducción de la economía y del país.
Mientras corren los días posteriores a los anuncios y en el esfuerzo de encontrarles sentido, llegamos a la conclusión que, en realidad, Maduro confiesa su fracaso, pero, además, se entrega abiertamente a las fuerzas del mercado y a los factores criminales y especulativos que crecieron y se fortalecieron a su sombra. Le da su bendición, claudica ante los demonios y sicarios económicos que él mismo estimuló y que ahora devoran y saquean al país.
Si, como desde hace mas de cuatro años viene repitiendo Maduro y su gobierno, toda la crisis se debe a la «guerra económica», entonces, los anuncios hechos son el reconocimiento de que esa «guerra» la perdió Maduro hace bastante tiempo y ahora capitula en sus esfuerzos vanos por mantenerse en el poder.
Cuando Maduro reconoce en su alocución que el valor de cambio de un dólar es de 6.000.000 de bolívares, es el propio presidente quien reconoce y «legitima» a «Dólar Today» como marcador para el valor de nuestra devaluada moneda nacional. Pasaron cinco años reiterando que «el paralelo no existe», denostando del «dólar criminal», negando lo que era evidente para todo el país, para los expertos y para el asalariado o trabajador que tiene que ir al mercado: el valor del Bolívar se desvaneció ante la ausencia de una política monetaria del gobierno, anclado durante todos estos años al dogma de un control de cambio que ya, desde el 2013, demostraba que era incapaz de controlar nada.
Con prepotencia y soberbia, Maduro rechazó las medidas económicas que propusimos justamente a inicios del 2014, donde advertíamos que había que ir a un sistema cambiario único, cuyo valor fuera el resultado de la convergencia del paralelo hacia un objetivo trazado con el BCV que, en aquel momento, era de tan solo ¡25 Bolívares por dólar!, que era el cambio de indiferencia con el mercado paralelo en la zona fronteriza.
Igual proponíamos que, una vez alcanzado ese objetivo la moneda fluctuara y que el BCV, en el marco de sus atribuciones constitucionales, interviniera para mantener el cambio en torno al objetivo planteado, trabajando con el Ejecutivo Nacional y PDVSA, para que el ingreso de divisas provenientes de la renta petrolera alimentara el sistema cambiario para satisfacer los requerimientos de divisas del país.
Ello requería la unificación de todos los Fondos en divisas, como el Fonden, Bandes y Fondo Chino, en la cuenta de reservas del BCV y que los grandes contratos de obras suscritos por el ejecutivo y sus distintos entes fueran establecidos en la porción de bolívares y divisas adecuado. Se trataba de impedir que los factores privados manejaran a su conveniencia las divisas que obtenían del Estado para la ejecución de obras.
Estaba convencido, y tenía pruebas irrefutables de ello, que las compañías internacionales que tenían grandes obras en el país: empresas chinas, brasileñas, bielorrusas, rusas, además de las americanas y europeas tradicionales, alimentaban el paralelo con ¡nuestras propias divisas! Para ello contaron siempre con la complicidad del sector bancario nacional (público y privado), que jugaron a la especulación y triangularon los depósitos de divisas en el exterior con los volúmenes de bolívares que entregaban en el país al valor del paralelo. Se hicieron grandes fortunas con estas operaciones. Nunca entendí por qué los mecanismos del Estado para el control financiero de la banca no funcionaron, como podían tranzarse tan grandes volúmenes de efectivo sin ser detectados por los organismos competentes.
Sabía igualmente, como otros ministros, que el mecanismo de asignación de divisas Cadivi y luego el Cencoex, tenían demasiada discrecionalidad en la asignación de las divisas de la Republica. Eran mecanismos que, ante el inmenso diferencial y ganancia que se producía en el paralelo, se convirtieron en una fuente de obtención de la mercancía mas barata en el país: el dólar.
Le entregué personalmente a Maduro las grandes carpetas que logramos obtener de las divisas entregadas por Cadivi a las empresas internacionales y nacionales. Con un grupo de expertos de PDVSA, le analizamos la información: identificamos y clasificamos por montos y sector a quien se le habían entregado las divisas de la Republica, a qué empresas, por cual concepto, hicimos una búsqueda de los socios de esas empresas y surgieron los mismos nombres, los mismos apoderados, los mismos mecanismos de ocultar capitales. Igual logramos hacer algo (no nos dio mucho tiempo), con el Cencoex. Maduro nunca hizo pública esta información, fue su decisión.
Las grandes fortunas hechas, los nuevos grupos económicos que se fortalecieron con estos mecanismos de apropiación de la renta petrolera, son una extraña mezcla de apellidos y operadores económicos de la oligarquía tradicional con una nueva camada de operadores. Una extraña mezcla de intereses políticos de todo tipo, allí funciona la unidad entre la oposición y el madurismo, es la puerta trasera, son los que estimulan los pactos y acuerdos.
Durante este gobierno, la actuación de esos grupos, su fortalecimiento, lograron alcanzar expresión y beligerancia política: adquirieron medios de comunicación de todo tipo, pagan campañas políticas, de desprestigio, jueces, funcionarios, fiscales y, por primera vez en muchos años, entraron a Miraflores, a las Instituciones del Estado, quitan y ponen Ministros, Presidentes de empresas, son peligrosos, deciden políticas en el área financiera, minera, petrolera, en los programas de importación de alimentos, los Clap, hasta el Petro.
Este es un factor político, deplorable, que el Presidente Chávez había erradicado de la conducción del Estado y sus instituciones; un logro mas que se perdió. Estoy convencido que estos grupos impidieron las medidas económicas que propusimos en el 2014, así como lograron nuestra salida de PDVSA y luego del país.
Así, después de cuatro años donde hicieron lo que les dio la gana con las divisas del Estado, se hicieron fortunas y forjaron poderosos grupos de poder, ahora, con el agua al cuello y una economía destrozada, Maduro reconoce a «Dólar Today», lo convierte en el marcador y en base al mismo establece su propuesta económica, hace (cual aprendiz de mago) subastas Dicom, fija salarios y acuerda precios. Desde los anuncios al día de hoy, ya el marcador del tipo de cambio escaló de los 6.000.000 de Bs. reconocidos por Maduro, el 17 de agosto, a mas de 8.300.000 de Bs. según «Dólar Today», es decir casi ¡un 40% en menos de 10 días!
Habla Maduro en su alocución al País, sobre la «hiperinflación criminal», causada por la «guerra económica», lo cual viene siendo parte del discurso oficial diseñado y repetido una y mil veces, hasta convencer al pueblo que la crisis económica es culpa de «otros», un enemigo sin rostro definido, una fuerza superior, cualquiera, cualquier chivo expiatorio, menos el gobierno y mucho menos el presidente (por cierto responsable de la «hacienda publica» como lo define la Constitución). La sorpresa es cuando el presidente confiesa o reconoce que ¡ha estado imprimiendo «dinero inorgánico»! y luego agrega que «la vida es así, nosotros jugamos así». Es una confesión que indigna, por su desfachatez e irresponsabilidad, pero a la vez, demuestra hasta que punto la soberbia ha sido un elemento fundamental en la conducción del gobierno.
Todo el equipo económico durante el gobierno revolucionario del Presidente Chávez, trabajamos coordinadamente y de forma prioritaria para evitar que se desatara el demonio inflacionario. Veníamos de inflaciones de 100% durante el colapso de la IV República y nuestra revolución logró llevarla a un promedio de 25%, con el objetivo en el Plan de la Patria de llevarla a un solo dígito.
El Presidente Chávez tenía conciencia de este fenómeno, nosotros también: la inflación es el mecanismo por excelencia del capitalismo y su metabolismo salvaje para apropiarse de la riqueza del trabajador, su salario, ahorros, trabajo.
En nuestro país petrolero, con una economía minero-extractiva, una economía dependiente y fundamentalmente importadora, la renta petrolera que captamos en el exterior ingresa al torrente de una economía atrofiada por el modelo petrolero, que no puede absorber esa masa monetaria; no tiene capacidades productivas equivalentes al ingreso, por lo cual la misma deriva al consumo interno, la acumulación o vuelve a salir del país.
Se genera una demanda que no es satisfecha por la producción nacional, por lo que la misma se satisface con importaciones. El resto de la renta o se transforma en desarrollo social, infraestructura y capacidades productivas o sale del país por los distintos mecanismos de apropiación, tanto de la burguesía nacional como del capitalismo internacional.
La inflación y el tema cambiario son dos demonios de la economía petrolera, del capitalismo dependiente, que hay que evitar que se desaten y actúen de conjunto. Eso es lo que ha permitido Maduro, probablemente por desconocimiento, malos asesores, mucha soberbia o simple irresponsabilidad. Pero la realidad es que ambos demonios se salieron del cepo donde los teníamos mientras se superaba el modelo rentista petrolero.
En su alocución, Maduro ve a los lados y pregunta a su equipo: «¿Cómo fue posible que el salario mínimo haya caído de 300 dólares mensuales hace cinco años a 1 dólar hoy día?», se pregunta en una pose de extrañeza, vuelve: «¿Quién se llevo esa plata? ¿de quien es la culpa?», entonces la cámara hace un «paneo», creí que un amigo que tengo allí iba a decir: ¡TU Nicolás!, fuiste TU, es tu culpa. Mi amigo hubiese hablado por todo un país. Ya vendrá el momento.
Cuando Maduro reconoce que ha estado imprimiendo dinero sin respaldo, no se da cuenta que esta reconociendo que «intentó apagar el fuego echándole gasolina». Claro, los asesores de los que se ha rodeado estos años lo han convencido de que la «inflación no existe», algún efímero ministro de finanzas dijo que «era un invento del capitalismo», otro asesor o amigo, le diría, «bueno si los EEUU imprime dólares, ¡nosotros también!», etc.
Lo que no termina de entender el gobierno, es que, como decía el Comandante Chávez, el capitalismo no se puede derrotar con mas capitalismo, ¡se derrota con mas socialismo!
Lo que pasa es que, mas allá de todas las consideraciones políticas, éticas o económicas, que obviamente al gobierno le importan poco, ha prevalecido en el gobierno la triquiñuela y la trampa como forma de hacer política, política con «p» minúscula.
Así, en medio de este caos creado por ellos mismos, del sufrimiento del pueblo, del humilde, el madurismo insiste en idea de que su jefe debe mostrarse como el «protector del Pueblo» y para ello han articulado un sofisticado mecanismo de control social que necesita recursos, no importa si los mismos son ficticios, si los imprime, si son «billetes de Monopolio» o si es «pan para hoy y hambre para dentro de ocho horas», con una inflación intermensual de mas de 130%, es decir una hiperinflación proyectada de un millón por ciento (1.000.000 %), como lo ha estimado el FMI.
El gobierno ha estado imprimiendo billones de Bolívares sin respaldo alguno para mantener su política de bonos, aumentos salariales y el carnet de la patria, entre otros. Se manipula al pueblo, al humilde, al que tiene necesidades o esperanza, un dinero que no tiene valor, un carnet de control y una caja de la vergüenza. Además, se destruye conciencia con un dinero fácil, que no es producto del trabajo, ni de la participación social, sólo debe apoyar a Maduro.
Cuando el humilde o trabajador sale, finalmente, con su bono en la mano a tratar de conseguir o comprar algo, la realidad le da en la cara: ya lo precios subieron, no se consigue el producto o el local cerró. Lo perverso del mecanismo es que el gobierno aparenta que quiere proteger al pueblo, que lucha por su beneficio, pero sabe que es mentira, que es efímero, que solo es un anuncio, una manipulación grosera, una alegría efímera, como aquello de los 10 millones de bolívares para el que votara por Maduro. Son unos traficantes de la esperanza del pueblo.
Luego de reconocer que el mismo gobierno ha sido uno de los responsables directos de la hiperinflación en el país, ahora Maduro «jura» que cambiará, «que no voy a imprimir mas dinero inorgánico». Entonces pasa de un extremo de la soberbia a la claudicación y la mentira al establecer como meta el «déficit cero».
Deben saber Maduro y sus asesores, quienes sea que sean, que no se puede alcanzar un déficit cero, menos aun en este desastre. Todo esta deficitario. ¡NO HAY INGRESOS!
No hay ingresos petroleros, destrozaron a PDVSA con su sarta de mentiras, irresponsabilidades, malas decisiones y sus sucesivas directivas que NO saben nada de petróleo. Hoy día nuestra producción está, a duras penas, en 1.2 millones de barriles día. Hemos perdido, en tan solo cuatro años, 1.8 millones de barriles día de petróleo de producción, eso son mas de 41 mil millones de dólares anuales que no entran al país por culpa de Maduro.
Entonces, si no hay suficiente producción petrolera, si el gobierno, además, le exonera los impuestos a las petroleras; si las empresas de la CVG no están ingresando divisas al país; si hay una caída durante cuatro años del Producto Interno Bruto (el último informe de la CEPAL habla de -12% para el 2018), no hay producción nacional; si se roban el oro y sale por Curazao o se va a Turquía, entonces: ¿de donde saldrá el dinero para sostener al país, la producción, los programas sociales, para el «déficit fiscal cero» ?, está claro que van a salir del Pueblo.
El paquetazo de Maduro ya comienza a tener consecuencias:
Se aumenta el IVA, todo el pueblo deberá pagar 16% de Impuesto IVA (Maduro mintió, al decir que solo serían algunos productos, allí salió la Gaceta: todos pagan 16% de IVA); se «acuerdan» y aceptan los precios especulativos, no es «guerra económica» es el mismo gobierno; se aumenta la gasolina a precio internacional. Si tomamos un precio promedio de 1.2 dólares por litro, un tanque de 40 litros que puede durar una semana a lo sumo, significan 48 dólares, para un país donde el salario mínimo es de 1.36 dólares mensuales y el gobierno promete que será de 30 dólares mensuales. Pero al precio del marcador del gobierno (Dólar Today), llenar el tanque semanal de un carro serán 400.656.000 Bolívares o si quieres 4006 Bolívares Soberanos ¿Quién tiene para pagar ese precio? ¿si no tienes el carnet de maduro, no tienes derechos? ¿y la Constitución?
Ya el precio del transporte aumentó a 100.000 bolívares, el metro a 50.000 bolívares, cuando te des cuenta subirá la luz, el agua, venderán PDVSA, privatizarán las empresas del Estado en «déficit» y terminarán de entregar el petróleo, el gas, el oro, al país. ¿Hasta cuándo? ¿Qué mas hará falta entregar para satisfacer a Maduro, como dice el madurismo, (creo que todavía el IV Congreso del PSUV no ha salido del shock): «Lo que diga Maduro»?
¿Qué mas será necesario para que te des cuenta que este es un gobierno de derecha, entreguista, que nos ha llevado a una condición de vulnerabilidad que compromete la soberanía, que le impone al pueblo un paquetazo brutal, cuyos voceros indecentes dicen que le «metieron medio «Petro» al país»; cuya ministra estrella maldice a los que se van y donde los cuerpos de seguridad secuestran y violan los derechos de los prisioneros políticos, los humillan, los degradan?
Cuando despertemos de esta pesadilla será un país en ruinas, entregado, atrasado, capitalista dependiente, donde se han ido sus jóvenes, sus profesionales; donde la Exxon Mobil se lleva nuestro petróleo del Esequibo, la Gold Reserve se lleva el oro del Arco Minero. Será el país del deshonor para los que el Comandante les encargó defender las garantías sociales y la soberanía de la Patria, defender al Pueblo venezolano y lo traicionaron.
Lo vuelvo a decir, ya que el gobierno insiste en mentir y manipular, el Pueblo, el Chavismo y todo el país debe estar alerta y claro: el gobierno miente, lo hace descaradamente, sin ningún rubor, harán lo que sea para mantenerse en el poder.
Han llevado al país a una situación de colapso y crisis cuyos mayores responsables son ellos mismos. Nos han debilitado política e institucionalmente, han demolido los pilares de la Patria que el Comandante conquistó para las generaciones futuras, para poder construir sobre esos pilares un país mejor para todos, una sociedad de la solidaridad, la justicia social y el trabajo.
No se puede callar, no se puede pasar agachado, no se puede tener miedo. Hay que decir la verdad con valor, pase lo que pase. Los que estuvimos con el Comandante Chávez, tenemos la responsabilidad de actuar, desenmascarar al madurismo, sus mentiras, sus maniobras. Desenmascarar a este gobierno autoritario, manipulador, perseguidor de revolucionarios, entreguista del país.
Maduro sabe que fracasó, por eso, ha claudicado en su discurso, se ha quitado la mascara, ya Chávez no les sirve, el Comandante hace tiempo fue expulsado de Miraflores por estos impostores.
Ahora el madurismo muestra su verdadero rostro, su gobierno incapaz de derecha, impone un paquetazo con efectos devastadores a la economía y al futuro del país, porque no pueden sostener su gobierno. Harán una tierra arrasada con lo que queda.
En estos cinco años ya han hecho tanto daño al país, han degradado tanto los valores espirituales, han destruido la economía, han corrompido todo, han provocado que salgan del país mas de 2,3 millones de venezolanos, la mayoría jóvenes, desesperados, desencantados; han llevado a prisión a tantos inocentes, han mentido tanto, han impuesto el miedo, todo ello impunemente, pero que creen (están convencidos de ello) que pueden seguir actuando a sus anchas, que podrán seguir haciendo lo que quieran, saqueando al país.
Mas temprano que tarde, el mismo pueblo asumirá la defensa de su futuro, los sectores revolucionarios asumirán su responsabilidad y volverá un relámpago a rasgar las tinieblas, volverá la espada libertadora a manos que la merezcan, retornaremos el poder al pueblo, con Chávez siempre ¡Venceremos!