El efecto que ha tenido el alza especulativa del dólar paralelo en nuestra economía y en nuestra revolución ha sido devastador. La desestabilización, violencia e injerencia extranjera ha buscado en lo económico su argumento. Sabemos que solo son justificaciones, porque los desestabilizadores iniciaron su accionar desde el triunfo del Comandante Chávez.
Hemos sufrido una permanente confrontación que varía en intensidad en proporción a los avances de la Revolución Bolivariana, pero también a los aciertos o errores en su conducción. La estrategia de la revolución siempre ha sido obtener las victorias políticas en base al desempeño del gobierno, a los avances políticos, económicos y sociales de nuestro pueblo, la movilización popular, siempre en el marco de nuestra Constitución y Leyes. Al observar lo sucedido en otros países, cuando un golpe de Estado fracasa, se puede valorar la actuación del Comandante Chávez, no tenemos en nuestra conciencia ningún crimen, ninguna injusticia.
Sería una tragedia para nuestro pueblo perder lo conquistado y, en el caso de volver la oligarquía y el imperialismo a someter a nuestro país, no tendremos ni paz, ni gobernabilidad, ni futuro por muchos años.
No se pueden cometer errores, sin el Comandante Chávez, no nos podemos dar el lujo de ensayar. Él no lo permitiría, los que trabajamos a su lado, sabemos lo riguroso que era en el trabajo, en el estudio, análisis, en la política, en el discurso, hasta en los gestos y mensajes, si fueron bien interpretados, o entendidos por el país, o si la idea es correcta o no. Él se sometía a la discusión y al cuestionamiento de la marcha de los asuntos del Estado, con preguntas provocadoras, cuestionadoras o reflexiones que nos hacía en cualquier momento. Cuando lo hacía, quería decir que era una idea matriz que estaba desarrollando y la estaba contrastando o pedía ayuda para desarrollarla.
Escribo esto, con el propósito de animar la discusión, la reflexión y la acción en el campo Bolivariano, para avanzar en el camino trazado por nuestro Comandante Chávez y por el Pueblo. Hay mucha confusión, debe tenerse cuidado con las descalificaciones, acusaciones y señalamientos. Es momento de escuchar, revisar, rectificar y, siempre desde el campo de la revolución, trabajar en avanzar. Tenemos una gran responsabilidad con el país. Debemos ser capaces de escuchar cualquier voz Chavista o Bolivariana que muestre opiniones diferentes, por muy incómodas que sean. Actuar al mejor estilo Chavista de hacer política, con P mayúscula.
Seguimos sacudidos por la violencia, la cuenta de muertos y heridos es trágica, la oposición sigue actuando con impunidad en sus llamados a Golpe de Estado, injerencia extranjera, intervención militar, el discurso del todo o nada, la intolerancia y el crimen político, la incitación a la violencia. Se han cometido excesos de las fuerzas del orden público en el uso de armas de fuego que deben ser sancionados severamente, tal como lo ha señalado el General en Jefe Padrino López, ningún crimen es justificable.
Ha levantado vuelo un helicóptero, en un incidente todavía confuso, se lanzan granadas y se dispara desde el aire y la oposición no se desliga de este hecho extremo e irresponsable.
La oposición nunca se desmarca de la violencia, así en las guarimbas se quemen seres humanos o se ejecuten personas vinculadas al Chavismo ellos no asumen su responsabilidad política. Incluso usar y alentar la participación de niños, es criminal.
La derecha llama a un golpe de Estado. Dirigen sus ataques y odio contra los soldados y oficiales de nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, los insultan, amenazan y ofenden, pero por otra parte les piden abiertamente que salgan de sus cuarteles a derrocar al Gobierno Constitucional y manchar sus armas con sangre del pueblo. No entienden que nuestras Fuerzas Armadas están guiadas por la doctrina Bolivariana y Chavista. Seguro seguiremos contando con las actitudes dignas y valientes de oficiales y soldados patriotas cuando se trate de poner en su sitio a los instigadores de la violencia.
Pero mientras esta situación avanza en el tiempo, cosa que no le conviene para nada al país, la economía sigue deteriorándose. Hay que tomar decisiones para aliviar la situación económica y disminuir la conflictividad o el apoyo de algunos sectores sociales a la misma.
El tema cambiario tiene mucha influencia en el proceso inflacionario, la manipulación de precios, la especulación, el deterioro de la economía y su funcionamiento, esta debilidad nos expone al ataque de cualquier agente o sicario económico que quiera hacer ganancias fabulosas, acompañándola con la desestabilización política que provoca.
Ya en los últimos años del gobierno del Presidente Chávez, la presión sobre nuestra moneda era muy fuerte. En aquel momento el equipo económico, Ministerio Finanzas, PDVSA, trabajábamos junto al Banco Central en distintos mecanismos para defender el tipo de cambio. Evidentemente, existía mucha presión sobre nuestra moneda, porque es una manera de apropiarse de la renta.
Cuando el Presidente Chávez vuelve a La Habana para su operación después del triunfo electoral de octubre de 2012, era evidente que el tipo de cambio que teníamos en ese momento era insostenible, que probablemente habría que pensar otro esquema para impedir una devaluación de facto con el paralelo y los terribles efectos sobre la economía, la inflación y la distorsión de precios.
Falleció el Comandante y tuvimos elecciones, la oposición golpista llamó a desconocer el triunfo del Presidente Maduro y tuvimos la primera fase de la confrontación llamada «La salida» con su secuela de muertes y paralización del país. Lo único que seguía andando inexorablemente era el mercado, los agentes especuladores, bancos y sector financiero, presionando constantemente al alza del llamado dólar paralelo.
Cuando nos tocó asumir la Vicepresidencia del área económica en octubre de 2014, uno de los puntos de la agenda para aprobación del Presidente y desarrollo de una ofensiva que tenía en una primera etapa el objetivo de estabilizar los indicadores económicos del país, era una nueva política cambiaria. Restablecer la confianza de los agentes económicos internacionales, con todos los elementos que teníamos a mano: Fonden, Bandes, Fondo Chino, PDVSA, Banco Central y un precio del petróleo, que aunque daba señales de debilidad, todavía teníamos un margen de un año antes de una caída pronunciada del mismo.
La idea era mostrar un Plan coherente con nuestra actuación económica durante el Gobierno del Comandante Chávez, lo cual era una excelente referencia internacional, puesto que habíamos sorteado coyunturas como estas con éxito, sin sacrificar nuestros elementos de soberanía económica, petrolera y nuestras conquistas sociales.
En el tema cambiario, se aprobó iniciar un proceso de «convergencia» de los tipos de cambio, que tuviese racionalidad económica y la posibilidad de soportarlo en el tiempo. Establecimos como herramienta de trabajo el Presupuesto de Divisas, que se usa en PDVSA, para saber nuestros grados de libertad, quién aportaba divisas, cuánto y en qué se empleaban. Por supuesto, casi el único oferente de divisas era PDVSA, con un estimado de 43 mil millones de dólares para ese año 2014, el sector privado y las otras empresas del sector público apenas llegaban a dos mil millones de dólares.
Luego la planificación del gasto de divisas. Comenzamos a encontrarnos con esquemas de funcionamiento del país que no se sostenían. Por ejemplo, el tema del dólar viajero: ¡llegó a la cifra de 8 mil millones de dólares al año! ¿Quién dijo que el Estado debía subsidiar los viajes al exterior de sus ciudadanos y además darle un cupo para sus gastos? Luego, las remesas a otros países, los proyectos contratados en el exterior, la deuda tanto pública como privada y las importaciones que hacía el país.
Cada lunes informábamos los avances del Plan, los puntos discutidos y aprobados con el Presidente, quien es el Jefe de la Hacienda Pública. Comenzaron las críticas y las presiones, de los mismos actores que hoy llaman a la violencia y los agentes económicos que sabían que comenzábamos a tocar temas más sensibles.
Claro, una política monetaria necesita un monto de reservas apropiado, por eso se dio la instrucción de unificar todos los fondos del Estado en el exterior en la cuenta de reservas del BCV. En la Junta Directiva de PDVSA, analizamos, como siempre hacíamos, como ayudar al Estado. Es la diferencia entre una empresa Nacional del Estado Venezolano, comprometida con la revolución y cualquier otra entidad económica, pública o privada, capturada por el interés transnacional o que crea que, si al país le va mal, eso es problema de otros.
Resolvimos hacer otro esfuerzo para entregar más divisas al BCV y poder desarrollar una política cambiaria adecuada a la circunstancia y cumplir con el objetivo de la convergencia del cambio hacia la baja hasta una banda que pudiese fluctuar y que detuviera o contrarrestara los efectos en inflación y especulación financiera. Estimando un precio promedio del petróleo a 87$/barril y considerando nuestro consumo interno y compromisos internacionales, podríamos aportar al BCV solo 33 mil millones de dólares. Por ello decidimos hacer una emisión de bonos por el orden de 11 mil millones de dólares, para acercarnos a la cifra de aportes estimada en el presupuesto de divisas.
Esta emisión nos permitiría sostener en el tiempo el esquema del SICAD II, donde el BCV haría subastas de divisas a un precio que iría fluctuando a la baja en la medida que el requirente de divisas tuviese la seguridad de que se iba a mantener la oferta y no haría falta recurrir al paralelo. Por eso dijimos que íbamos a «pulverizar al paralelo», había como hacerlo. Faltó apoyo y comprensión política sobre este tema.
El paralelo, que estaba en ese momento a 93 Bolívares por dólar, bajó en base a esta política, a un cambio de 53 Bolívares por dólar. Esos números están registrados y eran un buen indicador. La otra propuesta era que la banda fluctuara entre 20-25 bolívares por dólar, el cual era el precio de indiferencia, de acuerdo a los cálculos del BCV, para que los productos no los sacaran de contrabando a Colombia. Por otra parte, PDVSA recibiría más bolívares por los dólares que entregaba al BCV, y así poder pagar a los proveedores que facturaban o hacían sus cálculos de costos y gastos al dólar paralelo.
Allí nos topamos con una discusión, que debe darse, donde algunos piensan que mantener un cambio fijo, anclado muy bajo es una medida revolucionaria. Yo pienso, y lo dije en su momento, donde me correspondía discutir esto, que al contrario, un dólar muy barato, lo convierte en la mercancía más buscada por todos los operadores económicos e incluso la población. ¿Qué importador no va a querer un dólar a 6 bolívares o a 10 bolívares si lo puede vender a miles de bolívares en el paralelo? Lo mismo pasa con los productos nacionales, son divisas en productos que intercambian al paralelo en el contrabando o en el bachaqueo.
Dejar el tipo de cambio fijo no tiene nada que ver con un precepto revolucionario, el Estado debe proteger al pueblo defendiendo la economía nacional, más en un Estado como el nuestro que es, y seguirá siendo, el administrador y dueño de PDVSA y del Petróleo.
Siempre se ha temido, y con razón, a las consecuencias políticas y sociales de las decisiones económicas, pero lamentablemente ya se ha causado un daño a la población, porque son los especuladores los que han mantenido la ofensiva en estos últimos años. El sistema de importaciones, la producción nacional, la dependencia de la divisa, la especulación financiera, la producción de petróleo, son temas donde el sistema cambiario tiene una gran influencia.
Todo esto se puede resolver, hay que sentarse, discutir y echar a andar en el camino trazado por el Comandante Chávez. Ahora está el imperativo de la paz y de mantener el poder en manos del Pueblo, la estabilidad del país. Pero hay que atajar el tema económico. El dólar paralelo esta como el helicóptero terrorista, nadie sabe cómo, por qué, llegó tan alto, ni da vueltas lanzando granadas y disparando contra nuestras instituciones. Es el momento de la unidad, del pensamiento y la acción. Siempre con Chávez, ¡Venceremos!