A Petróleos de Venezuela, PDVSA, la destrozaron y ahora la van a privatizar. Esto es el punto central de acuerdo en el nuevo pacto entre el madurismo y sectores de la derecha. En esto coinciden los candidatos que se alternaran en el nuevo co-gobierno de facto que tenemos.
La privatización en puertas de PDVSA va a significar la estocada final al corazón de la Patria y será un punto de inflexión, de ruptura, entre el madurismo y el chavismo. Por esta razón, lo van a hacer con mucho cuidado, las transnacionales y los nuevos grupos de poder económico, no importa de qué signo, transnacionales y burguesía al fin, empujarán a estos Judas a un punto donde tendrán que tirar todo al abismo, tal vez ya estamos allí y no nos damos cuenta.
Y es que de eso se trata, que no nos demos cuenta, y hablo de todos los venezolanos, los civiles, los militares, los trabajadores, el ciudadano común y corriente, el que está en el caos del día a día, hablo de todo el pueblo.
Siempre recuerdo una frase que le gustaba repetir a mi muy respetado General Müeller Rojas que decía «en Venezuela, las cosas más serias se dicen echando vaina», es tan cierto esto que podríamos parafrasear para decir que «en el madurismo, la entrega del país está ocurriendo en medio de este desastre». Y es que detrás del caos y la improvisación, en medio de la chanza y el escándalo, se está destruyendo al país y nuestras posibilidades de recuperarlo. Nos están retrogradando a un nivel de dependencia e indefensión tal, que han echado por la borda todos los avances políticos, económicos y sociales de la Revolución Bolivariana.
Nos ha caído encima, han copado el poder, individuos y grupos que han transformado al Gobierno y la vida del país en una verdadera pesadilla para el pueblo venezolano. No hay talento, no hay conocimiento, no hay principios, no hay escrúpulos. Hay sí mucho egoísmo, ansias de poder, crueldad, mentira, cinismo, corrupción y una ética del pranato que ha sacado, ha estimulado, las peores conductas de la sociedad. Por otra parte, desde la oposición se ha fortalecido un sector violento, anti nacional y profundamente intolerante, autoritario. Es la lógica de aniquilación del otro. Son caimanes de un mismo charco, con el perdón de los queridos caimanes.
El tema petrolero, es el tema del país. Nos guste o no, esa es la palanca para el futuro, no podemos renegar de ella, debemos reconocernos como país petrolero, tenemos petróleo para 300 años y está allí, es patrimonio de todos los venezolanos, como el Orinoco, Guayana, los Andes, los Llanos o el Caribe.
Yo sé, sabemos, que es un tema pesado, no es un tema popular, es complejo y requiere conocimientos, mucho estudio, por ello ha existido la tendencia de dejarlo a los «expertos», separando a amplios sectores de la sociedad de su entendimiento, discusión, vigilancia. Así, desde el «Olimpo de las élites» se deciden los asuntos petroleros de espaldas al pueblo, no solo del nuestro, también de pueblos del mundo entero.
Es el imperio de las transnacionales, con sus centros de pensamiento, sus institutos especializados, su propio sistema financiero, sus gobiernos, sus ejércitos, sus grandes escritorios jurídicos, sus tribunales, sus medios de comunicación, su egoísmo y su ética del despojo y acumulación de riquezas. «La cuestión petrolera», como dice el Dr. Bernard Mommer, es un conflicto internacional entre los intereses de los países productores y los grandes países consumidores, que plagó todo el siglo XX de invasiones, intervenciones, dictaduras, golpes de Estado. Nuestro país es claro ejemplo de esta historia del despojo.
De tal manera que, si se quiere conducir a este país con éxito, hay que saber de petróleo, más aún si se pretenden introducir profundos cambios políticos, económicos y sociales. Hacer una Revolución.
Cuando el comandante Chávez me designó como su Ministro de Energía y Minas, por allá un 17 de Julio de 2002, veníamos del golpe de Estado y sabíamos, percibíamos, que vendrían con más desestabilización e intentarían actuar desde PDVSA contra el país. Estaba cantado el Sabotaje Petrolero, solo que nadie imaginó que fuese tan cruento. Nunca como antes resultó tan evidente que la empresa nacional, la vieja PDVSA, que se suponía debía estar subordinada al Estado venezolano, al servicio del país, se había convertido, cual «Caballo de Troya», en el agente de los intereses transnacionales, producto de la nefasta «apertura petrolera» desplegada en los estertores de la IV República.
En aquellos años de la IV República sucedió igual, en medio de la absoluta debilidad del Estado, de sucesivos Gobiernos sin apoyo popular, ni calidad política, en medio del caos de la situación económica generado por el colapso del régimen fiscal petrolero, y de un proceso de debilitamiento de la vieja PDVSA, medraron y entraron nuevamente las empresas transnacionales a tomar el control del sector petrolero.
La vieja PDVSA, al contrario de lo que han dicho las grandes corporaciones de la desinformación, estaba colapsada, debilitada y en franco proceso de privatización. Ya habían entregado la producción y el control de las operaciones a través de los «Convenios Operativos» y las llamadas «Asociaciones Estratégicas», se había entregado la Faja Petrolífera del Orinoco a las transnacionales, convirtiendo las reservas más grandes de petróleo del mundo, en bitumen, en la llamada «Faja Bituminosa del Orinoco», produciendo orimulsión y «crudo sintético» lo que se convirtió en el festín de la Exxon Mobil, La Conoco-Phillips, entre otros.
Lo impulsores de la «apertura» justificaban la entrega diciendo que ahora el país «producía más petróleo», pero ocultaban que estos «nuevos barriles» solo pagaban 1% de regalías y 0% de Impuestos Petroleros. Es decir que esos «nuevos barriles» no dejaban ingresos al país. Al mismo tiempo esos «nuevos barriles» torpedeaban el sistema de cuotas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), por lo que, entre otras razones, se desplomó el precio del petróleo a niveles de 11 dólares el barril, pero además se daba un 40% de descuentos sobre este precio para el mercado norteamericano, que era cerca del 80% del destino de nuestras ventas. Entonces los promotores de la «apertura» no solo pagaban 1% de regalía al Estado y 0% de impuesto, sino que lo hacían sobre un precio de 11 dólares el barril, con un descuento del 40%, al final el pago se hacía sobre un ¡precio real de 4.4 dólares el barril!
Por otra parte, y para asegurarse de que PDVSA no fuese capaz de retomar sus obligaciones, debilitaron a la empresa al extremo que tenía una pérdida acumulada (déficit) para 1998 de 14 mil millones de dólares, ya había entregado sus operaciones medulares de producción, taladros, perforación, inyección de agua, vapor y gas, transporte, procesamiento, almacenamiento, terminales, los sistemas de control y automatización, «el cerebro de PDVSA», hasta los campos en las áreas operativas. Existía un proceso de tercerización acelerado que mantenía en condiciones de «contratados permanentes», «tercerizados», a más de 30.000 trabajadores. Por supuesto que durante la «apertura» todos los servicios, materiales y obras se importaban y contrataban al complejo industrial norteamericano. En el país solo se «ensamblaba y montaba» porque no había otra manera, el petróleo estaba aquí.
Aquello fue una decisión política, fue desde Miraflores que se permitió, no es para nada un tema técnico, siempre se oculta el tema petrolero con un manto «tecnocrático», ¡No!, siempre son decisiones políticas. La IV Republica no entendió que estaba entregando lo único que podría haber salvado al país: el petróleo.
De la aquella «apertura» solo se beneficiaron la meritocracia petrolera, que se convirtieron en agentes, empleados y socios de las transnacionales, el sector terciario y de servicios de nuestra economía que medraba alrededor de las transnacionales y por supuesto los sectores financieros y sus medios de comunicación que aplaudían y estimulaban la «modernidad» y el ambiente «propicio» para la inversión en Venezuela. Mientras la crisis estructural del modelo rentista petrolero se profundizaba y hacia insostenible.
Este despojo fue, sin embargo, articulado de una manera muy precisa y cuidadosa en el ámbito legal y contractual, cosa extraña, las transnacionales y la vieja PDSVSA cuidaron las formas. Pasaron por el antiguo Congreso, por la antigua Corte Suprema de Justicia, se aseguraron los arbitrajes internacionales, pues sentían que mantendrían su nuevo esquema por muchos años más. Además, Venezuela era el ensayo de un modelo petrolero que las transnacionales luego impulsarían en otros países petroleros, sobre todo de la OPEP.
No previeron las transnacionales la debilidad real de sus agentes políticos en el país, de los partidos AD y Copei, que la crisis económica era insostenible, que estaban montados sobre una bomba social que explotó el 27 de febrero de 1989 y que la IV República no tenía un liderazgo capaz de sostener al país y menos de manejar las consecuencias de económicas-sociales del nuevo sistema petrolero. Colapsaron.
Llegó el comandante Chávez, el 4 de febrero de 1992 y luego en 1999 la extraordinaria victoria de la Revolución Bolivariana. Se instalaría un gobierno popular y revolucionario.
Es curioso, pero no resulta nada extraño, que el país no-petrolero, no entendiera bien las causas de la grave crisis económica del país. Más allá de los estudiosos del tema, académicos y uno que otro político, el país no entendía bien, no lograba «desenmarañar» el origen petrolero de la crisis. Y es algo que siempre sucede. El único contacto real de la industria petrolera con el resto del país es en la «bomba» de gasolina (estaciones de servicio). De resto, es un negocio y una actividad, que se desarrolla confinada en las «áreas» e instalaciones de la industria o en el ámbito internacional, que realmente emplea pocos trabajadores, pero genera más del 90% del ingreso del país.
Así, el país no-petrolero solo siente si la «situación» del país va bien o mal por su calidad de vida y la posibilidad de acceder, de distintas maneras, a la renta petrolera. Por eso resulta tan fácil «vender» explicaciones de las causas reales del deterioro de la economía, cuando lo petrolero va mal y crear expectativas o «vender» soluciones que todas pasan, generalmente, por entregar el petróleo, para obtener «más dinero» a cambio. Es una ética extraña, generada de una actividad minera extractiva por excelencia. Es siempre una respuesta fácil a los problemas.
El Sabotaje Petrolero, develó, por primera vez de forma clara e indubitable para todo el país político y, sobre todo, para el pueblo, la verdadera razón del golpe de Estado de abril de 2002 y la naturaleza anti-nacional de la vieja PDVSA, quien había salido a la calle a disputarle el poder al pueblo para defender su nuevo modelo petrolero, el de las transnacionales, la «apertura petrolera». Así de claro, sencillo y brutal, quedó expuesto por primera vez en nuestra historia el tema petrolero como un actor clave en el devenir político y económico del país.
El comandante Chávez lo entendió de inmediato. Nos hizo «clic» a todos, los distintos elementos de la «apertura petrolera», los escritos y denuncias de tantas voces silenciadas por la apabullante maquinaria de propaganda que la soportaba. La derrota del Sabotaje, el control de PDVSA, su refundación y la creación de la Nueva PDVSA permitió al país no-petrolero a entrar, por primera vez, en las entrañas de la industria petrolera, conocer a sus trabajadores, sus relaciones de trabajo, su cultura, su estructura, calco fiel de la estructura transnacional, su falta de relación con el país real, con su comunidad, con los problemas del país, pero a la vez, permitió conocer sus dificultades, sus capacidades, sus posibilidades de convertirse en un instrumento de liberación de nuestro pueblo. Un agente transformador, ahora al servicio del interés nacional, una Nueva PDVSA que ahora si sería del pueblo.
La autoproclamada «meritocracia petrolera» fue derrotada con el Sabotaje y con ella el mito de su «superioridad» técnica. Ellos mismos se creyeron indispensables e insustituibles y por eso fueron al sabotaje, pensaron que pondrían a este pueblo de rodillas. Es la prepotencia de las élites, es algo que no se cura, se supera y ya.
Demostramos que tal «superioridad» de la «meritocracia» era solo un mito. Durante el Sabotaje Petrolero ellos llevaron la producción de petróleo en enero del 2003 a tan solo 23 mil barriles/día y pararon completamente al Complejo Refinador de Paraguaná, no exportábamos petróleo. Pero en tan solo dos meses los trabajadores y gerentes patriotas, todos juntos, todo el pueblo, llevamos la producción a tres millones de barriles día y logramos restablecer a plena capacidad las Refinerías, abastecer el mercado interno y volver a exportar petróleo. Superamos el caos creado por el sabotaje, sus terribles consecuencias económicas, después vendrían las «guarimbas».
Debo decir, de manera clara muy clara y responsable que, se restablecieron las operaciones porque se designaron a las personas idóneas en los distintos puestos de dirección de la empresa, sobre todo en las responsabilidades operacionales, gerentes patriotas, que teníamos por montones, con muchos años de experiencia técnica, mucho compromiso, conocimiento de las instalaciones para restablecer y mantener las operaciones de la Nueva PDVSA. No vaya a creer nadie que el comandante Chávez cometería la irresponsabilidad de designar a sus «acólitos políticos» o «amigos» en la dirección de PDVSA. Todos sabíamos de la complejidad de las operaciones y del negocio petrolero. Si lo hubiésemos hecho como ha hecho el madurismo, jamás habríamos podido recuperar las operaciones.
Pero cosa curiosa, a partir del momento en que tomamos el control de la industria comenzó una campaña, que nunca ha cesado y que ahora el madurismo la ha exacerbado, de que nosotros, la Revolución, los trabajadores, no teníamos capacidad para manejar la industria y destruiríamos PDVSA. Jamás dijeron nada de lo que ellos hicieron en la «apertura», ni del desastre del Sabotaje, sino que han mentido de manera sistemática y «Gobeliana», si se puede utilizar este término.
Resulta curioso que algunos voceros les gusta repetir que antes, con Chávez, era todo más fácil porque «teníamos el barril a cien». Se olvida, se oculta, a las nuevas generaciones, todos los años de combate a la agresión y la desestabilización, en las peores condiciones, sin ejército, sin PDVSA: Golpe de Estado, Sabotaje Petrolero, colapso de la economía, «guarimbas», referéndum revocatorio, injerencia internacional, Mr. Bush y un largo etc. Se le hace un daño tremendo a la revolución y al PSUV cuando con este tipo de aseveraciones se le desarma ideológicamente para entender que pasa ahora.
A partir de la derrota del Sabotaje Petrolero vino la ofensiva revolucionaria para rescatar al petróleo, ponerlo al servicio del pueblo, convertir a PDVSA en una empresa popular, desmontar la nefasta «apertura petrolera» y desplegar nuestra Política de Plena Soberanía Petrolera. El manejo soberano del petróleo para apalancar el desarrollo de un modelo distinto al rentista petrolero, basado en el trabajo, una distribución popular de la renta petrolera para saldar la deuda social con nuestro pueblo, era la prioridad, acabar con la exclusión, abatir la pobreza, la pobreza crítica.
Logramos restablecer nuestro Régimen Fiscal al 33.33% de Regalía, nuestros impuestos al 50%, acabar con los descuentos en el precio de exportación, diversificar nuestros mercados internacionales y captar, traer al país, ¡más de 500 mil millones de dólares de renta petrolera! Por eso, el país no-petrolero, sentía el bienestar y la calidad de vida, la economía iba muy bien. Ahora tendríamos el reto, en el nuevo periodo de Gobierno con el comandante Chávez, de dar el salto en lo económico-productivo, en superar el modelo rentista petrolero que implantaron las transnacionales hace 100 años en el país.
Sabíamos que, para mantener nuestra Política Petrolera, había que fortalecer a nuestra empresa nacional petrolera, nuestra Nueva PDVSA, no podíamos darnos el lujo de improvisar. Por ello nos empeñamos en recuperar todas sus capacidades: recuperamos los «Convenios operativos» y las «Asociaciones Estratégicas», las actividades primarias: exploración, perforación, producción. Operaciones acuáticas, inyección de agua, vapor y gas, procesamiento de gas. Nuestro sistema de Refinación, el gas, nuestros terminales, sistemas informáticos de control, certificamos las mayores reservas de petróleo del mundo, nacionalizamos y operamos la Faja Petrolífera del Orinoco, hicimos plataformas petroleras, perforación y producción costa afuera, creamos nuestra flota de buques y sobre todo cuidamos a nuestros trabajadores.
Se acabó la tercerización y los jóvenes profesionales, técnicos, obreros, por miles, querían incorporarse a la Nueva PDVSA, al «Batallón Faja», a las Refinerías, porque no solo se les ofrecía un futuro profesional, sino una posibilidad cierta, real, directa, de trabajar por el desarrollo del país y por el bienestar de nuestro pueblo. No solo era petróleo, era, sobre todo, ¡Patria!
Toda esta orientación de nuestra Política Petrolera y de la Nueva PDVSA tenían su origen en Miraflores. Nuevamente, no se trataba de un asunto técnico, sino de la orientación política revolucionaria que le dio el comandante Chávez al sector. Yo estuve allí doce años, lo puedo decir, sin el apoyo del presidente Chávez no hubiésemos avanzado mucho tiempo en nuestra política petrolera, pues enfrentamos de manera radical a lo más poderoso del capital. Lo hicimos y lo hicimos bien, de manera honesta y eficaz.
Desde que murió el presidente Chávez, no he hecho más que defender su obra. En particular su Política Petrolera, la «Plena Soberanía Petrolera» y su gran obra: la Nueva PDVSA. Así completa, la Nueva PDVSA Roja Rojita. Soy el único que la defiende, que lo defiende. Todos guardan silencio. No entiendo, no tengo estomago para callar, tengo la moral en alto y la ética suficiente para defenderlo siempre.
Yo invito y exijo al que vaya a dar una opinión sobre nuestra Política Petrolera o sobre nuestro desempeño al frente de la Nueva PDVSA estudie y revise toda la información antes de acusar, condenar o «tuitear». Allí están todos nuestros números, es la única empresa del Estado que los tiene. Es fácil, no resulta tan complicado, pues todos los hicimos públicos. Entre a internet y revise los informes de gestión de la Empresa, sus informes y balances, los Informes Financieros auditados internacionalmente, los informes de gestión entregados a la Asamblea Nacional, a la Contraloría General de la Republica, mis presentaciones públicas al sector petrolero, financiero, socios internacionales.
Esto resulta muy importante, primero por un mero asunto de ética y responsabilidad, pero sobre todo porque el madurismo ha desplegado una campaña sin precedentes contra nuestra gestión en PDVSA, la gestión durante el gobierno del presidente Chávez, en su gobierno, una campaña más brutal que cualquier campaña de la derecha, porque el madurismo decidió privatizar a PDVSA y necesitan una excusa para hacerlo. No saben cómo porque, como políticos que son, intuyen que va a resultar un problema para ellos acabar, vender por pedazos o eliminar, declarando la quiebra, la única empresa importante de los venezolanos, la única empresa internacional y la responsable de sostener la economía del país.
Ellos se «despacharon» el Arco Minero, lo entregaron a las empresas transnacionales, las mismas que el comandante Chávez expulsó del país porque no produjeron ni un gramo de oro, por la sencilla razón de que no había, no hay, una fuerza social y política suficientemente fuerte para hacerle frente. Poco le importó al madurismo las razones que tuvo el Estado para expulsar a estas empresas, el daño que le están provocado a estas áreas tan sensibles ambientalmente y mucho menos la opinión de los pueblos originarios, las demarcaciones de tierras indígenas, la debida y obligatoria discusión con ellos. No les importó. Conocidos grupos económicos nacionales en alianza con la transnacional minera favorecida hicieron grandes ganancias en la bolsa de Toronto, solo por tener la información privilegiada, acordada, de la entrega del Gobierno.
Pero en el caso de la Política Petrolera, de PDVSA, saben que es más complicado, no le va a ser nada fácil entregar el principal activo de la Republica, así de sencillo, sin que reaccionen los obreros, militares y todo el cuerpo critico de nuestra sociedad.
¿Como llegaron a esta decisión o esta situación? Están frente a las consecuencias de sus errores, improvisaciones y acuerdos con los sectores privados. Están frente al colapso de PDVSA.
En primer lugar, el presidente Maduro no entiende nada del tema petrolero, ciertamente no tendría que entenderlo, pero tampoco ha tenido la suficiente humildad y conciencia para reconocerlo y pedir ayuda. Obviamente no quiso trabajar conmigo, con nuestro equipo, lo cual era contradictorio con la idea del Comandante Chávez y de los que votamos por Maduro: habría una continuidad del Gobierno Bolivariano, puesto que era un muy buen Gobierno, porque nuestro pueblo votó masivamente por Chávez en diciembre de 2012 y porque el Presidente Chávez, en vida, en plena campaña me ratificó como Ministro y Presidente de PDVSA para su próximo periodo de Gobierno. Esa intención del presidente Chávez está grabada, lo dijo en público, ante el pueblo y la opinión pública. Es curioso que, para el madurismo, la palabra de Chávez valga tan poco o la usen con pinzas, a conveniencia.
Pero cuando Maduro, desde el mismo 2013 me manifestó su intención de removerme de mis responsabilidades, de «refrescar» la industria, yo no lo acepte. Le dije que no, que era irresponsable, porque era obvio que tendríamos problemas económicos y que estaba haciendo lo mismo que Capriles dijo que haría tan pronto asumiera la presidencia, algo que, por supuesto, nunca sucedió.
No me gustó para nada, pero le dije que haríamos un esfuerzo extraordinario para que él pudiese hacer frente a la situación económica que se venía encima, por supuesto, con un conjunto de medidas que, tomadas a tiempo y con valor, lograrían evitar el desencadenamiento de esta crisis que hoy sufrimos.
Le dije que aportariamos 43 mil millones de dólares en el 2014, con una producción de 3 millones de barriles día y una emisión de papeles de PDVSA por 11 mil millones para avanzar en una política de unificación cambiaria, además de otras recomendaciones.
Nosotros cumplimos, PDVSA hizo los aportes prometidos y mantuvo los niveles operacionales (por cierto, esto que digo se puede corroborar en la información de la empresa que es publica). Pero Maduro no cumplió, dilapidó esos recursos en CENCOEX y no tomó las medidas económicas sugeridas. Por eso salgo de PDVSA. Luego salí del país a cumplir mi asignación en el Consejo de Seguridad de la ONU, todo ello en aras de la disciplina y la unidad que le juré a Chávez. Tarde entendí que el madurismo abusó de nuestra credulidad, tenían otro plan.
Confieso que me concentre en mi nueva responsabilidad en la ONU y no quise intervenir en PDVSA para evitar que se dijera que yo estaba «renuente» a entregar el cargo, abandonar mi posición de «confort». No me conocen, se equivocaron y se siguen equivocando conmigo.
Pero me comenzaron a llegar informaciones preocupantes desde PDVSA, malas noticias. En el Ministerio de Petróleo sacaron a más de doscientos trabajadores de la Institución, como si hubiese caído el gobierno, cuadros técnico-políticos, borraron los discursos y fotos de nuestro período. Comenzó la persecución de lo que ellos llaman «los ramiristas», es decir los muchachos de Chávez.
En PDVSA la misma situación. Más grave, porque al frente de la seguridad interna, pusieron a un funcionario del SEBIN que estuvo muchos años adentro y que representa los intereses de uno de los grupos del madurismo. Comenzaron las persecuciones, detenciones y secuestro de trabajadores, que siguen presos, sin derecho a la defensa. Son presos del madurismo.
Comienzan a destituir a los líderes de las áreas, los que derrotaron al Sabotaje Petrolero, los que tienen el conocimiento preciso, los que conocen los detalles, los líderes de cada proceso. Grave error. Por otra parte, la Vice Presidencia de Finanzas es ocupada por uno del círculo íntimo (y después por otro, y luego por otro) del madurismo. Sin ningún tipo de conocimiento, ni experiencia. No atendía el trabajo, porque tenía otros cargos y otra agenda. Comenzaron los hechos masivos de corrupción y los retrasos en los pagos a contratistas, proveedores de bienes y servicios.
Solo una vez me llamó Eulogio del Pino, para, manifestarme su preocupación y nerviosismo porque no podía tomar decisiones y lo nombrarían ministro de petróleo. Le dije, «ten cuidado con lo que haces, si no tienes control no puedes garantizar la operación, pero va a ser tu responsabilidad». Ante unas declaraciones que dió, pidiendo disculpas y asumiendo «errores» por la nacionalización que hicimos de las operaciones acuáticas, viajé a Caracas y lo visité a su Despacho. Le dije, «mira, no te vayas a convertir en el entreguista de nuestra política petrolera» no escuchó, hoy está preso.
Cosa curiosa, las dos veces que visité La Campiña desde que dejé mi puesto, los trabajadores salieron espontáneamente a saludarme y luego las nuevas «autoridades» los destituían o movían a otras posiciones, acusados de «ramiristas». Absurdo.
Algo pasaba, Maduro nunca quiso hablar conmigo. Solo lo hacían los compañeros del Gobierno o del Partido PSUV, de manera secreta. Evidentemente algo pasaba, algo pasa. Ya para entonces el ambiente era de miedo, de persecución, de autoritarismo. Mientras la situación económica se agravaba, de manera acelerada, de una forma trágica para todo el país.
Comienzo a recibir números y más detalles del desastre en PDVSA. Comenzó la caída abrupta de la producción y al mismo tiempo las acusaciones de corrupción en contra de mi gestión y de PDVSA. Me indignaron las acusaciones de Guevara y su combo de inmorales desde la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, me mandaron un emisario a extorsionarme para «impedir una investigación» ¡los mande al carajo! Yo tengo todos los argumentos y respaldos de mi gestión, la honestidad y el compromiso revolucionario son para mi indivisibles en mis responsabilidades y funciones, en mi vida. Pero más me indignó que nadie dijese nada en mi defensa dentro de la Asamblea, solo un Comunicado de la fracción de la Patria. Nadie argumentó, ni defendió la gestión revolucionaria en PDVSA, la gestión con Chávez.
No me dejaron ir a Caracas para defenderme, «no se puede reconocer a la Asamblea». Decidí introducir un recurso en mi defensa, con mis alegatos, al Tribunal Supremo de Justicia. Se discutió en plenaria y fue emitida una sentencia favorable a mis alegatos que es crucial para mi defensa, para la defensa de la verdad.
Al mismo tiempo, los sucesos violentos en Caracas, nunca vistos en el periodo bolivariano, la actuación de la oposición, de los organismos de seguridad, los más de 120 muertos, el deterioro económico y social y la incapacidad del gobierno para hacer frente a esta situación, el ascenso acelerado al poder de este grupo extraño de maderistas, me obligo a comenzar a hacer públicas mis opiniones.
Estaba claro ya para mí que este Gobierno no era chavista, mucho menos revolucionario y que me convertirían en el responsable de todos los errores del madurismo. Estaba «vetado», no pude declarar, ni dar mis opiniones en un país donde, ahora, la censura y la persecución de ideas se ha convertido en una constante. Esto para nada significaba que no defendiera la integridad de la Patria y nuestros principios de soberanía y no injerencia en nuestros asuntos internos en la ONU. Así lo hice, lo hice con éxito.
Nombran una Junta Directiva, donde Del Pino se mantiene en la Presidencia, pero designan actores políticos, en los cargos Directivos, operacionales de la empresa. Las personas que nombraron no tenían ningún conocimiento de la empresa o del negocio. No se puede hacer eso con una empresa petrolera, es muy irresponsable. Al mismo tiempo, ya con una franca persecución de trabajadores y una verdadera cacería de brujas interna con el argumento de la «corrupción», nadie se atreve a tomar decisiones, a firmar contratos. Eso, en una operación tan dinámica como la petrolera resulta en la paralización de la empresa.
Sale Del Pino y llega Nelson Martínez a la Presidencia de PDVSA, él siempre fue el candidato de Maduro para ese puesto. Venia de Citgo, después fue Ministro. Llegó con otro grupo, otra Junta Directiva, nadie que supiese del negocio. El colapso de la producción de petróleo y de las capacidades de refinación y procesamiento, ya eran más que evidentes.
Mis escritos y opiniones, además de mi intención manifiesta de optar por la candidatura presidencial en el seno del chavismo, provocó el rompimiento con Maduro y mi renuncia a la posición de Representante Permanente del país ante la ONU. Vino el ataque salvaje, frontal, la actuación miserable de un Fiscal que no tiene moral para acusar a nadie, un poeta triste.
Se invita, bajo engaño a la Junta Directiva de Citgo, nombrada por Maduro, a una reunión en la Campiña, se les detiene con escándalo. Luego se nombra al General Quevedo al frente de PDVSA y del Ministerio de Petróleo. Detienen a Del Pino y a Martínez, con escándalo y video en VTV. Ya los detenidos en PDVSA llegan al centenar. Parece un propósito deliberado, político. En todo caso, se les niega el derecho a la defensa y al debido proceso.
En este tema el Fiscal tiene una agenda propia de protagonismo, arremete contra elementos de nuestra política petrolera, como es el caso de la fórmula de precios, con un total desconocimiento del tema, ignorancia, mala intención y un odio que no sé de dónde le salió. Siempre un comportamiento extraño, destemplado.
Comienza un fenómeno impensable en la empresa, los trabajadores, técnicos, ingenieros, supervisores, comienzan a abandonar la empresa por miles, se estiman 37 mil. No aguantan la situación económica del país, el maltrato en PDVSA, ser tratados como corruptos, delincuentes, humillados. Un estado generalizado de sospecha, de molestia. El General Quevedo no sabe nada de petróleo, ni la Junta Directiva que plantaron. Pero el problema no está allí, está en Miraflores, donde se toman estas decisiones absurdas e improvisadas.
Ahora, con una producción que a duras penas llega a 1.4 millones de barriles/día, con las refinerías a 30% de su capacidad de procesamiento, con miles y miles de técnicos y profesionales abandonando la industria, con un manejo caótico de las finanzas y sin un plan de emergencia o rescate de la producción, el madurismo decide entregar la empresa a las transnacionales.
Ya la ha venido rematando por pedazos, cediendo participación, proyectos, reservas, lo han hecho con el petróleo y el gas, pero ahora se trata de entregar el control, las operaciones. Maduro emite un decreto ilegal, donde le da al ministro Quevedo potestades de modificar los contratos de las Empresas Mixtas con los socios privados. Contratos aprobados por la Asamblea Nacional, de interés público, que deben ser del conocimiento, de la discusión de los ciudadanos. Pero no, ya no será así, los modificaran las transnacionales de acuerdo a sus intereses. Por otra parte, el Decreto instruye saltarse, así a la torera, ¡todos los procedimientos de control establecidos en la Administración Publica!
Con todo respeto al General, ¿De donde va a sacar los «nuevos contratos» de la industria petrolera? Lo primero que hizo fue reunirse con las transnacionales, ellas lo harán por el Estado Venezolano. Al madurismo no le importa. Están desesperados.
Maduro, desarmo un reloj, PDVSA, la industria petrolera, y ahora no sabe cómo hacer que funcione y no funciona. Ahora lo va a entregar, lo está entregando. La historia lo juzgara. Así como se entregó el Arco Minero, así entregan a PDVSA, entre el caos y el escándalo. Buscarán excusas: el precio, la corrupción, la conspiración. Lo cierto es que ha fracasado estruendosamente y ha abierto las puertas para que la derecha entre a «boca jarro» a nuestras instituciones.
Pero evidentemente este no es un problema técnico, el problema de PDVSA es político, está en Miraflores. Maduro ya entregó y dió luz verde para hacer lo que les venga en gana con PDVSA, los voceros de la derecha claman por la privatización de PDVSA. Y no solo de PDVSA, ahora se habla de privatizar servicios públicos y empresas del Estado.
Lo digo con conocimiento de causa. Esto no solo es un error mayúsculo y una torpeza sin precedentes, sino que constituye un crimen contra la Patria y significará entregar nuestra soberanía y cualquier posibilidad de salir de esta crisis. Nosotros sabemos que los problemas que atraviesa nuestra querida empresa se pueden resolver, el petróleo está allí y tenemos el conocimiento y los trabajadores para hacerlo. Lo haremos.
Mientras tanto debemos desenmascarar, alertar, una y otra vez, del fracaso de maduro y el tremendo crimen contra la Patria que significa destruir y entregar a nuestra empresa petrolera, PDVSA. Nosotros volveremos y la rescataremos de este caos de incompetencia e indolencia. Los trabajadores y las fuerzas morales del país deben levantarse y ponerle freno a este desastre. Con Chávez Siempre ¡Venceremos!