Ayer sábado culminó otro día de marchas y expectativas, amenazas y rumores, sin que nada pasara, más allá del ya acostumbrado pulso de calle, cada vez más frío y débil, de los dos extremos que asfixian al país. No pasó nada, no pasará nada, porque allí no está el pueblo, el gran ausente en todo ésto.
De un lado, un guaidó desgastado, sin credibilidad, llama a su público cautivo a salir a la calle, “sin retorno”, otra vez, en lo que se ha convertido ya en un estribillo que se quedó pegado, tratando de morderse la cola. Desde enero de este año, el sector dominante de la variopinta oposición insiste en una “ruta”, con objetivos que no ha podido cumplir, ni siquiera uno de ellos, una ruta al pasado que no emociona a nadie, que nadie cree.
Del otro lado, el madurismo, cada vez más distante de Chávez y del pueblo, a duras penas concentra empleados de la administración pública, milicianos que dan para todo, muchachos de chamba juvenil y liceos, junto a los restos del psuv, en unas movilizaciones forzadas, con abundantes banderas blancas y azules que, más que un propósito de mostrarse “diversos”, lo que refleja es la desfiguración o transformación de sus dirigentes y su movimiento en otra cosa, algo que nadie tiene claro que es, pero que no es Chavismo.
El madurismo se dejó ver, más que nunca antes, preocupado, temeroso, amenazante. El estado de sospecha generalizada en el segmento militar, los coroneles, fuera de sus comandos, ahora al mando de las alcabalas, el tuiter bloqueado, cerrado el transporte público y la distribución del ya escaso combustible, las amenazas en los programas de odio, los discursos de maduro advirtiendo que nadie se puede mover en este país sin “su” permiso, todo refleja la inseguridad del madurismo, pues saben que sólo se sostienen por la represión y el miedo, que no son capaces de ir al seno del pueblo a defender su estruendoso fracaso. Ya se les acabaron los chivos expiatorios, las excusas, cada vez le es más difícil al gobierno ocultar su responsabilidad en este desastre.
Sectores de la oposición prometen que ésta sí será una jornada definitiva, lunes, martes, etc… hasta que “cese la usurpación”, nadie puede decir lo contrario. Se le ocurrió a un opositor, con bastante valor por cierto, irse para Plaza Altamira con un cartel, cuestionando la estrategia y tuvo que abandonar el lugar entre improperios e insultos de los grupos intolerantes que allí abundan.
En sus instrucciones “WhatsApp” la oposición plantea como objetivo de su movilización, hacer lo que los golpistas “hicieron en Bolivia”. Le siguen hablando a un segmento minoritario de la población, ese segmento intolerante, lleno de odio. Al reivindicar lo lo que está sucediendo en Bolivia, un golpe de Estado contra un gobierno legítimo, popular, donde las élites arremeten contra el pueblo pobre, los asesina en las calles, por un lado, se ponen del lado de la inconstitucionalidad, del golpismo; y, por el otro, lejos del corazón de los humildes, de las mayorías en nuestro país.
Al mismo tiempo, el madurismo, experto en manipulación, trata de capitalizar a su favor el sentimiento de indignación de nuestro pueblo ante lo que está sucediendo en Bolivia. Pretenden que el apoyo y simpatía del venezolano hacia Evo y el pueblo boliviano se traslade a su propio gobierno, cuando realmente no tienen nada que ver.
El gobierno de Evo Morales, su democracia popular, protagónica, su programa económico y el estado de bienestar del que disfrutaba su pueblo es lo contrario a lo que ha hecho maduro en nuestro país. Polos opuestos de dos programas políticos y económicos distintos.
Evo fue capaz de mantener en alto sus propuestas socialistas, beneficiando a su pueblo de los avances económicos, derivados fundamentalmente del correcto uso dado a los ingresos provenientes del manejo soberano de sus recursos naturales, petróleo y gas, protegiendo el medio ambiente, la Pachamama. Evo sacó a su pueblo de la pobreza (se redujo del 75% al 15%) y de la pobreza crítica (la redujo del 47% al 17%), con una inflación de apenas 5,5% y un crecimiento del PIB del 72%, en un país donde existen plenas garantías políticas y amplia participación popular.
El gobierno de maduro, en cambio, ha echado por tierra el programa de Chávez y su propuesta socialista: ha claudicado en el manejo soberano de nuestros recursos naturales, ha entregado el petróleo y el gas, ha privatizado de facto PDVSA, ha destruido el ambiente en el Arco Minero y entregado los minerales estratégicos arrancados de sus entrañas.
maduro ha llevado la pobreza al 83% de la población, el salario mínimo mensual es apenas de aproximadamente $5 o 150.000 Bolívares, la devaluación es de 97% solo en lo que va de 2019, sufrimos una hiperinflación de 135.379%, la más alta y sostenida de la historia, la caída acumulada del PIB alcanza el 60% en un quinquenio, se han ido del país 4,7 millones venezolanos en apenas 5 años, ha instaurado un gobierno autoritario, violador de los derechos humanos, donde no existen libertades políticas y mucho menos, democracia participativa y protagónica, la democracia popular.
La pugna inútil entre el madurismo y la oposición, la retórica, las manipulaciones y las promesas de salidas mágicas a este caos pueden mantenerse como una forma de vida de las elites políticas, mientras el pueblo siga ausente, indiferente, ignorado, nada cambiará en el país. La gran mayoría de la población está cansada, harta, de los políticos con “p” minúscula, que toman decisiones por ella, empeñados en su refriega de grupos, en el charco de sus intereses, donde sucumbe la patria.
Las grandes mayorías del país deben ver hacia arriba, levantar la mirada, movilizarse por sus propias consignas, por sus grandes objetivos, más allá de los estribillos de ambos grupos de poder, que son las dos caras de una misma moneda.
El chavismo es una inmensa fuerza que está neutralizada y desmovilizada por el madurismo. Se sigue cometiendo el error de endilgar a Chávez los errores de maduro. Se comete el error de considerar que son lo mismo, que el madurismo tiene algo que ver con Chávez y su gobierno.
Insisto, el madurismo NO es chavismo, por el contrario es una degradación del mismo, un grupo pleno de ambiciones, corrupto y entreguista que asaltó el poder, traicionaron la confianza del pueblo bolivariano y se ha dedicado a “malandrear” al país y sus instituciones, trastocando y destruyendo todo a su paso.
Al madurismo le interesa ponerse la sotanilla de monaguillo, decirse chavista, utilizar y manipular la imagen del presidente Chávez para confundir a incautos y “ganar favores con escapulario ajeno”.
Cuando el odio de la oposición, en su discurso intolerante, para atacar a maduro, se enfila contra Chávez y el pueblo Chavista, le hace un gran favor al madurismo, al generar una reacción simple y pura de preservación de amplios sectores del chavismo, más aún cuando se reivindica lo sucedido en Bolivia.
Probablemente la cultura del odio está tan arraigada en la naturaleza y génesis de los sectores que hegemonizan o conducen a la oposición que no habrá manera de enmendar esa cultura política, muy parecida a la del exilio cubano en Miami. Por lo que la oposición se tiene que repensar y abrir espacios si es que quiere tener una participación constructiva en el futuro político del país.
En este país no va a pasar nada hasta que el chavismo despierte, se de cuenta que ni maduro ni el madurismo lo representa, que somos gobernados por una élite corrupta e indolente, que hace lo que le da la gana: que destruyeron y entregaron PDVSA a las transnacionales rusas y chinas, una empresa rematada entre ellos y sus “panas”, que entregan el petróleo y el gas de la patria, que no hay gasolina porque acabaron con las refinerías, que no hay gas, que el Arco Minero se convirtió en el crimen ambiental más grande de la historia, que ellos se roban el oro y el Coltán.
Hasta que el chavismo no se de cuenta que si hoy la gran mayoría del país es pobre, no es por ninguna “guerra económica”, ni “conspiración”, ni “corrupción”, sino porque maduro entregó la economía al mercado salvaje, a una nueva burguesía, conformada por ellos mismos, sus amigos, los “empresarios revolucionarios”, que barrieron con las conquistas laborales, haciendo el trabajo sucio para los nuevos empresarios; que la hiperinflación y la devaluación han sido provocadas para favorecer las grandes fortunas hechas con el diferencial cambiario y una economía especulativa y sus muy emblemáticos “bodegones”; hasta que no se percate que la caída del 60% del PIB significa que el país está paralizado, que se destruye el valor del trabajo, que no hay oportunidades para los profesionales, los jóvenes y que por eso se van, porque no hay cómo vivir en venezuela si no estás “enchufado” al gobierno o negocios del madurismo.
Hasta que el chavismo no se sacuda a una dirigencia que sigue manipulando y utilizando el nombre del presidente Chávez, mientras lo matan una y mil veces. Una dirigencia obesa, autoritaria, traidora, que seguirá entregando el país al mejor postor para beneficiarse, que está dispuesta a todo para salvar su cabeza.
El madurismo mantiene paralizado al chavismo por el miedo y la manipulación. Arremete con especial violencia contra quienes les llevamos la contraria, por lo que muchos prefieren guardar silencio, y por otra parte, se han especializado en utilizar y manipular el nombre y la imagen del Presidente Chávez con la maquinaria propagandística que se han comprado con dineros públicos.
Se han especializado en la manipulación del Chavismo, en una operación que ataca el alma y neutraliza la razón con mecanismos de “lobotización” por la propaganda y el miedo. Hay incluso, un segmento de intelectuales, políticos, antiguos dirigentes populares, obreros, estudiantiles, gremiales, militares, antiguos comunistas, animadores de televisión, hasta músicos, que crecieron bajo el ala del chavismo y sus instituciones donde tenían la oportunidad de expresarse y crear, pero que hoy se han convertido en agentes políticos del madurismo, especializados en perseguir y señalar, sosteniendo con argumentos de twitter a un gobierno que no tiene nada que ver ni con Chávez, ni con la revolución, ni con el socialismo, ni siquiera con un gobierno medianamente decente.
Ha emergido una fauna increíble de oportunistas que quieren creer todo lo que dice maduro, sin pensar, sin ni siquiera discutir o razonar: que si la guerra económica, que si la corrupción, que si la mafia en PDVSA, que si la conspiración, etc.
Para estos, resulta muy costoso, reconocer el fracaso de maduro, no solo porque pierden su pequeña cuota de poder o beneficios, sino porque, con su silencio, se han hecho cómplices y responsables de la extinción del chavismo.
Para el madurismo resulta más fácil echarle la culpa a otros que asumir su fracaso: a Chávez que está muerto y ya no puede hacer nada; a mí que estoy exiliado y no me puedo defender; a los de PDVSA que están presos y no pueden hablar, a Rodríguez Torres y a más de 150 oficiales bolivarianos que están enterrados en vida.
Le hago un llamado a los Chavistas, a los que se consideren bolivarianos, de izquierda, patriotas, civiles y militares, al ciudadano que está cansado, el de a pie, al maestro, al obrero petrolero, al que se fue del país, al profesional, al opositor, al que tiene rabia, al que está desmoralizado: hay que sacudirse el polvo de esta refriega sin sentido, levantarse, ver más allá del tumulto, de la desesperanza y que cada quien reclame sus derechos políticos, económicos, su derecho a decidir su propio destino, el de sus hijos, del que se fue, del que queda, del que está por nacer, de los niños, de todos.
Dejar a un lado el odio y la intolerancia, azuzadas por los mismos grupos de poder que mantienen todo igual. Ellos se entienden entre sí, negocian entre ellos, aprendieron a convivir haciendo el “aguaje” de que se pelean a muerte. Van a unas elecciones pactadas por ellos mismos, para que todo siga igual. maduro gana y gana tiempo, el tiempo pasa y no pasa nada. guaidó le da y da vueltas al mismo ritornello, se siguen tropezando con la misma piedra.
Nosotros todos, la mayoría del país, tenemos que levantar nuestras propias banderas, nuestras propias consignas: por reconquistar la normalidad, la Constitución, la democracia participativa y protagónica, recuperar la economía, los salarios, los derechos políticos y económicos, por el vivir bien, por la Plena Soberanía Petrolera, por la comida, medicinas, gasolina, gas, medicamentos, transporte, por la vida, contra la entrega del país, de PDVSA, del petróleo, del gas, del oro, contra la destrucción del Arco Minero.
Construir todas las formas de organización posible que permita dar la batalla a los obreros, profesionales, Consejos Comunales, campesinos, a todos, con una agenda de problemas reales, que afectan a todos, pero siempre apuntando a lo nacional, lo estratégico. Necesitamos de manera urgente una Junta Patriótica de Gobierno para conducir el país hasta el restablecimiento de la soberanía popular, con un acuerdo nacional, una sola plataforma de lucha, más allá de los intereses grupales, donde no se amenace a la otra mitad, donde todos podamos contribuir y participar en la reconstrucción de nuestra amada patria.
De lo contrario, todo será en vano, seguiremos en manos de aventureros e irresponsables, nuestros muchachos saliendo como pueden, el gobierno entregando el país a un grupete cada vez más rico e indecente, inmoral, indolente, la oposición mordiéndose la cola en un eterno “sin retorno”, mientras la inmensa mayoría seguirá rumiando su frustración y mala suerte, y los que pudieron hacer algo y no lo hicieron, andarán por allí, con dólares, pero sin alma, atormentados como anduvo Iscariote.