El peso del petróleo en el desarrollo político, económico y social del país, es innegable. Desde su desarrollo, a inicios del siglo XX, se produjeron cambios estructurales: las transnacionales impusieron un modelo diseñado de acuerdo con sus intereses, –el modelo rentista petrolero–, convirtiendo a Venezuela en una “factoría petrolera”, como decía el presidente Chávez; en una economía satelital y dependiente de los EE.UU, como manifestaba el profesor Domingo Maza Zabala.
Por supuesto, que el modelo rentista petrolero, que está intacto como tal, necesita figuras, acuerdos y pactos políticos para mantenerse en el poder; desde Juan Vicente Gómez, pasando por el “Pacto de Punto Fijo”, hasta nicolás maduro.
A la sombra del petróleo se formaron los grupos económicos del país, –muy bien descritos por Domingo Alberto Rangel, en su libro “La Oligarquía del Dinero”–, eso que hoy se conoce como la “burguesía revolucionaria”, grupos que durante más de 100 años han medrado de la renta petrolera y se han entendido con todo tipo de gobiernos, garantizándose la “normalidad” de sus negocios y apoyando el funcionamiento de una economía basada en el despojo de nuestros recursos naturales y de la renta petrolera.
El “Pacto de Punto Fijo” pudo sostenerse en el poder mientras tuvo el control del petróleo y la renta petrolera; sin embargo, para el interés transnacional, los acuerdos establecidos, a raíz de la nacionalización de 1976, ya resultaban contradictorios con el impulso de la globalización del petróleo a nivel mundial. El bipartidismo de AD-Copei en el gobierno, no fue capaz de defender los intereses nacionales, se agotó como propuesta política para el país.
La Primera Apertura Petrolera (1990-1999)
Así, a finales de los años 80 e inicios de la década del 90, la vieja PDVSA, aquella de Luis Giusti y la “meritocracia petrolera”, quienes luego sabotearon PDVSA para derrocar a Chávez, lograron imponer a la dirección política del país, la primera Apertura Petrolera (1990-1999). Los adecos y copeyanos ni siquiera se dieron cuenta que lo que sucedía en el país; era consecuencia directa de lo que pasaba con el petróleo.
La parálisis e indiferencia de entonces se parece mucho a la de ahora con el PSUV; aunque en este último caso es más grave, porque aún está reciente la lucha de Chávez y su gobierno por el petróleo, donde la Plena Soberanía Petrolera fue la bandera de la Revolución Bolivariana. Entonces, el silencio actual del PSUV, es más traición que indiferencia.
Durante los años de la Primera Apertura Petrolera, se entregó el manejo del petróleo. Primero, a través de los Convenios Operativos, enmascarados como contratos de servicios; y, luego, abiertamente, a las transnacionales, mediante los Convenios de Asociación de la Faja Petrolífera del Orinoco, llamados “Asociaciones Estratégicas” por la unanimidad de la propaganda transnacional de aquel momento. Aunque se actuaba en contra de la Constitución de 1961 y de la LOREICH (Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos) entonces vigente, los grandes medios aplaudían la nueva “normalidad”, era la normalidad de la entrega.
A partir de allí, se fue desmantelando el régimen fiscal y se cedió la soberanía jurisdiccional, con los mismos argumentos de hoy día: “crear condiciones y atraer la inversión privada al petróleo» (Jesús Faría Dixit). Se aprobó el arbitraje internacional, se redujo al mínimo la regalía (hasta 1%), se eliminaron impuestos, se hicieron exenciones de todo tipo; mientras, se privatizaba a PDVSA para minimizar sus capacidades operativas y convertirla en una agencia que otorgaba y administraba contratos.
Sin el ingreso del petróleo, en un país eminentemente petrolero, la economía nacional colapsó; el “Pacto de Punto Fijo”, se quedó sin posibilidades de maniobra política; ya no eran suficientes las bolsas de comida, ni los techos de zinc de los adecos. El deterioro de la calidad de vida del venezolano y la disfuncionalidad del país y sus instituciones, socavaron el inmenso apoyo popular con que contaba el bipartidismo.
La nueva situación de pobreza e injusticia generalizada, venía acompañada de una inmensa propaganda de los factores de poder, para que el país se adaptara a la “normalidad” del colapso de la economía.
Los voceros del gobierno hablaban de “superar el modelo petrolero”, alegaban que “no se podía vivir de la renta petrolera”; que la población tenía que “pagar impuestos”, “trabajar más”, se creó el SENIAT; a la vez que se privatizaban las empresas del Estado: CANTV, SIDOR, VIASA, y un largo etcétera. El caradurismo de los diputados y senadores de entonces, sólo se compara a la “cara de tabla” de los de ahora.
Mientras todo ésto sucedía, el pueblo era sometido al paquetazo del Fondo Monetario Internacional (FMI), durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, las élites político-económicas restregaban, en la cara del pueblo, sus groseros privilegios, su poder absoluto, su prepotencia, corrupción y excentricidades.
La “normalidad” de aquellos días colapsó ante la realidad del país. Primero “El Caracazo” y, luego, la insurgencia militar del 4 de Febrero. Chávez pondría punto final a la IV República “moribunda” para dar paso, al calor del pueblo, a la V República, con sus instituciones, leyes y políticas.
La Plena Soberanía Petrolera (2004-2014)
La Nueva Constitución (1999) y la Ley Orgánica de Hidrocarburos (2001), ambas promulgadas durante el gobierno del presidente Chávez, fueron rechazadas violentamente, tanto por la oligarquía, como por las transnacionales, representadas por la vieja PDVSA y la “Gente del Petróleo”. Solo luego de derrotado el Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero, pasamos a la ofensiva revolucionaria con la Plena Soberanía Petrolera (2004), la cual pudo darle piso económico y material a los espacios y programas de la revolución, para superar la pobreza, la desigualdad y la exclusión, derrotando la desestabilización.
Sin lugar a dudas, la economía y conquistas sociales de la V República, –entre 2004-2013–, descansaron sobre el petróleo, con la Política de la Plena Soberanía Petrolera y la distribución popular y revolucionaria de la renta petrolera. Atrás quedó la Apertura Petrolera y el despojo de nuestros recursos naturales.
La nueva PDVSA, la PDVSA del pueblo, se convirtió en un instrumento del Estado, al servicio de todos los venezolanos y de la superación de la exclusión y la pobreza; puntal, eje, vanguardia de un nuevo modelo económico en construcción, plasmado en el Plan de la Patria.
Los números están allí, para quien los quiera ver; pero, quien no lo haga, por flojera, sectarismo o puro odio, entonces, sólo debe recordar la vida que teníamos hasta tan solo 2013, con plenas garantías políticas y sociales, respeto a los DDHH, el “Vivir Bien”, el trabajo, la justicia social, las Misiones, una economía en expansión permanente, un nuevo modelo económico al servicio del pueblo, soberano.
La Nueva Apertura Petrolera (2018-2022)
Lo que sucede actualmente en el país con el petróleo y PDVSA, es la reedición de una Nueva Apertura Petrolera; habría que decir, una mala copia, pero tan nefasta como la primera, donde ni siquiera han cuidado las formalidades legales. Han hecho lo que les da la gana, entregando el petróleo y privatizando PDVSA, a cambio de sostenerse en el poder.
La situación de colapso económico actual, el hambre, los bajos sueldos, la miseria generalizada, el éxodo de los venezolanos, la carestía de servicios públicos y el Vivir Muriendo que ha impuesto el madurismo, no es culpa de “la mala suerte”, ni de las sanciones, ni del bloqueo, ni sucesivos ataques terroristas; mucho menos, es culpa de Chávez. Lo que ha sucedido en el país, toda esta tragedia, es única y exclusivamente, CULPA DE MADURO.
La grave crisis del país, el colapso de la economía, tiene su origen, su razón fundamental, en el bandazo a la derecha del gobierno de maduro, en la imposición del paquetazo de 2018, un paquete de choque económico, diseñado para barrer con la soberanía económica y las conquistas económicas y sociales del gobierno del Presidente Chávez.
Donde, de manera clara y temprana, se expresó este viraje, fue en PDVSA, con la derogación de facto de la Plena Soberanía Petrolera de Chávez y la Ley Orgánica de Hidrocarburos, imponiendo una Nueva Apertura Petrolera, la de nicolás maduro.
Esta Nueva Apertura Petrolera requería arremeter, con inusitada violencia, en contra de PDVSA y sus trabajadores. Así, demolieron lo que Chávez llamó un día el “baluarte de soberanía de la patria”, para luego entregar el petróleo. Es como si una fuerza militar agresora bombardeara y destruyera al Ejército del país que será ocupado. Ese ha sido el triste papel del General Manuel Quevedo, Tareck El Aissami, Delcy Rodríguez, Asdrúbal Chávez y otros, al frente de PDVSA: desmantelar nuestra industria petrolera, para entregar el petróleo a las transnacionales.
A partir del 2018, con una PDVSA arrasada y un país silenciado por la violencia y el miedo, se han ejecutado Decretos, Sentencias y han sido promulgadas leyes que, de manera ILEGAL e INCONSTITUCIONAL, configuran una Nueva Apertura Petrolera, con consecuencias devastadoras para la economía nacional y para el pueblo.
El control de la actividad petrolera, reservada al Estado por la Constitución y la LOH, se ha entregado –nuevamente– a los privados, pero, ahora, vinculados al madurismo, las mejores áreas y campos tradicionales de petróleo a través de la figura de los contratos de “Servicios Petroleros” (una mala copia de los Convenios Operativos). Fueron las mismas áreas que pasaron a control de PDVSA durante el gobierno de Chávez en 2004; las mejores áreas y Empresas Mixtas de la Faja Petrolífera del Orinoco (las mismas que fueron nacionalizadas en 2007 y por la que enfrentamos juicios de arbitraje que ganamos) se han entregado a la operación y control de las empresas transnacionales. El gobierno ha vendido, en secreto, la participación accionaria en estas empresas, violando la Ley de Nacionalización y el Decreto 5.200 de Chávez; entrega las mejores áreas de la Faja Petrolífera a empresas de maletín, sin aprobación de la Asamblea Nacional; vende y cede, en secreto, refinerías en el exterior (los casos más emblemáticos son la Refinería Cienfuegos en Cuba y Nynas en Suecia); cede la comercialización de nuestro petróleo a operadores privados, vinculados a los distintos grupos del gobierno, donde nuestro petróleo se vende con descuentos de hasta el 40%.
Esta Nueva Apertura Petrolera se ha desarrollado en secreto, a espaldas al país, amparadas en la llamada “Ley Anti Bloqueo” que ha servido de mampara para el mayor saqueo de nuestros recursos y patrimonio. Mientras PDVSA, una empresa que al 2013 producía 3,01 millones de barriles día, y tenía un valor de 231 mil millones de dólares en activos, es rematada, desmantelada y entregada a los grupos económicos del madurismo.
Hoy día, PDVSA sólo produce 700 mil barriles día de petróleo, las operaciones petroleras no pagan impuestos, el petróleo se vende con masivos descuentos, nadie sabe nada de la empresa, ni del ingreso petrolero, no se rinden cuentas a nadie, como si el país fuera de ellos.
Todo ésto se ha traducido en el colapso de la V República; y, con ello, la pérdida de las conquistas económicas y sociales del pueblo. El madurismo acabó, no sólo con PDVSA y la Plena Soberanía Petrolera, sino con la Soberanía Económica del País.
Este mal gobierno de derecha remata las empresas del Estado en secreto y, para seguir transmitiendo “señales” a los “inversionistas”, coloca acciones de empresas del Estado en la Bolsa (una manera más de lavar el dinero del madurismo). Arrasó con las conquistas laborales, por medio de decretos y resoluciones que han convertido a la mano de obra del país, en mano de obra esclava, dejándola lista para las inmensas zonas de maquila en el país, enmascaradas como “zonas económicas especiales”.
La V República no existe; ni las Misiones, ni el Poder Popular, ni la Democracia Participativa y Protagónica. La Constitución es Letra Muerta y las Leyes de la V República son “desaplicadas” al antojo del gobierno, no existen garantías de ningún tipo y la violación de los DDHH se ha convertido en una política de Estado.
Ésta no es la V República de Chávez, este es el infierno de maduro, un retroceso inmenso para el país, con más de 6 millones de venezolanos, que se han visto obligados a abandonar la Patria, con un pueblo trabajador que pasa hambre, sin condiciones dignas de vida, rebuscando todos los días, luchando por resolver los problemas cotidianos, resignados al “por lo menos” de la carencia de todo, en medio de un brutal “darwinismo social”.
Venezuela es un país descuajado, donde se pretende imponer una “normalidad” ficticia, que realmente encubre una terrible desigualdad social, la miseria y un “sálvese quien pueda”, que ha fracturado a nuestra sociedad y sus valores de solidaridad, compañerismo, su rebeldía. Mientras, las Fuerzas Armadas, que debían “defender con su espada las garantías sociales”, faltan a sus deberes constitucionales y sostienen con sus armas a esta tiranía, en sus narices hemos perdido hasta el Esequibo por la incapacidad e indolencia de este gobierno, que está dispuesto a ENTREGARLO TODO para mantenerse en el poder.
La V República ha colapsado, ha sido entregada por el madurismo. Chávez sigue en el Cuartel de la Montaña, solo, de vez en cuando una visita honesta, sincera, tal vez escuche desde el abismo la reflexión de alguien cercano sobre cómo dejaron perder su obra en el más estruendoso silencio.
Chávez sigue prisionero de un gobierno que ha traicionado su obra pero que usa su nombre, edita su mensaje, para seguir manipulando al pueblo. Un gobierno que algún día tendrá que rendir cuentas a la historia y a todo un país por la destrucción de un sueño.