Los últimos eventos políticos en la hermana República del Ecuador traen muchas lecciones y enseñanzas para Venezuela y el resto de nuestra región. Hemos visto imágenes de un pueblo volcado masivamente a las calles, haciendo frente a las medidas fondomonetaristas del gobierno de Lenín Moreno, de una manera orgánica, propia, con un fuerte contenido popular.
Hemos visto y repudiamos la arremetida brutal de las fuerzas represivas del gobierno ecuatoriano, que ha recurrido a la policía y al ejército para actuar violentamente contra su propio pueblo.
Las imágenes de la policía en Quito lanzando desde el puente de San Roque a tres jóvenes manifestantes, sus cuerpos inermes en la calle; las palizas y brutalidad de policías a caballo y motos contra jóvenes, caídos o ya capturados; los tanques patrullando las ciudades, como si fueran conducidos por un ejército de ocupación, son señales inequívocas de una represión ordenada y desatada por el gobierno.
No se trata de hechos aislados, sino de una política represiva que implica una violación de los Derechos Humanos del pueblo ecuatoriano. Estos crímenes deben ser denunciados y repudiados, tanto por los países de la región, como por la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.
Esta situación política tiene muchas semejanzas con lo que sucede en nuestro propio país, lecciones que nos brinda para enfrentar nuestra propia crisis, pero a la vez, la valentía y combatividad del pueblo ecuatoriano refleja el sentimiento y la conciencia de los pueblos de Nuestra América Latina. Un cambio en la región que se ha venido gestando en un periodo excepcional de nuestra historia y que probablemente pasa inadvertido por unas élites, rancias y atrasadas, desconectadas de nuestra realidad y sentimientos.
Lenín Moreno asciende al poder producto de unas elecciones que gana sobre la plataforma política y las banderas de la “Revolución Ciudadana” del presidente Rafael Correa. Moreno, siendo su vicepresidente de gobierno, fue el candidato de este movimiento para dar continuidad al programa y la obra del mismo.
Pero no fue así. En una de esas piruetas de la política con “p” minúscula, Moreno, una vez en el poder, decidió que, ya que él era el presidente,“haría lo que él quisiera”. Se rodeó de su respectivo grupo de poder en una alianza con los factores de derecha del Ecuador, y comenzó a hacer su propio gobierno, traicionando así al movimiento que lo llevó al poder, a su plataforma política, a la “Revolución Ciudadana”, al presidente Correa y al pueblo ecuatoriano que lo escogió, esperanzado en que continuaría en una línea de gobierno que le había brindado al Ecuador estabilidad, soberanía y prosperidad económica.
Moreno hizo lo mismo que ha hecho maduro con el chavismo. La gran diferencia es que el presidente Correa está vivo y puede denunciarlo; en cambio, el presidente Chávez está muerto, y no puede desenmascarar la traición de maduro.
En Ecuador, Moreno ha encarcelado al vicepresidente Jorge Glas y perseguido judicialmente al presidente Correa. En nuestro país, maduro igualmente persigue al chavismo, en mi caso, si me hubiese capturado, estaría sepultado en “La Tumba” o muerto. Ha encarcelado a prominentes ministros de Chávez, como el Mayor General Rodríguez Torres; cientos de oficiales chavistas de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana; dirigentes populares; trabajadores de PDVSA, de Corpoelec, de las Empresas Básicas; persigue y reprime al mismo chavismo, a la plataforma política que lo llevó al poder.
Moreno utiliza a la justicia ecuatoriana para perseguir y encarcelar a Glas y a Correa, de la misma forma que maduro utiliza al Fiscal y al poder judicial para perseguir a los chavistas o ex ministros del presidente Chávez. Los argumentos son los mismos: corrupción, traición, “lawfare”. Los métodos iguales: abuso de su condición de jefe de Estado, manipulación mediática, redes sociales, linchamientos morales, destrucción del nombre y reputación.
Las protestas en Ecuador se desataron tras el anuncio de las medidas económicas: el paquetazo de Moreno, el pasado 1º de octubre. Las argumentaciones de Moreno para justificar su paquetazo, son las mismas que usa maduro para imponer el suyo: la mala gestión del gobierno anterior, la corrupción, el endeudamiento, etc.
El factor común es que ninguno de estos dos personajes asume la responsabilidad por sus decisiones, o la mala conducción de la economía. Los dos tienen en común que recibieron países con economías estables, en crecimiento, en el marco de un programa progresista, socialista, a favor del pueblo; y sin embargo, producto de sus errores o su propia visión, han acabado con esas economías, y ahora imponen un paquetazo a sus pueblos, para favorecer a los intereses grupales que los mantienen en el poder.
Una diferencia sustancial es que el paquetazo de Moreno tiene el respaldo del Fondo Monetario Internacional, de la derecha y de los factores de poder de la región. Es un bandazo abierto, una entrega a los factores tradicionales de poder en la región.
El paquetazo de maduro, aunque tiene las mismas o peores implicaciones que el de Moreno, no cuenta con apoyo de los factores tradicionales, son otros los factores, como resultado del esquema de alianzas que ha hecho maduro para mantenerse en el poder; pero, por otra parte, lo sustancial es que los factores tradicionales de poder, no están dispuestos a trabajar o a apoyar de ninguna manera a maduro, haga él lo que haga, a pesar de todas las propuestas de negociación o acuerdos (abiertos o secretos), ellos quieren el poder. Es decir, en nuestro país, como lo hemos denunciado de manera reiterada, se desarrolla una disputa por el poder de grupos, nuevas élites, con un programa de derecha, ambos de espaldas al pueblo y contrarios a los intereses de todos.
Los comunicados del gobierno venezolano y los comentarios de maduro, criticando las actuaciones de Moreno, además de un acostumbrado ejercicio de cinismo político, pretenden utilizar la situación de Ecuador para contrastar las movilizaciones del pueblo ecuatoriano con la aparente paz que existe en el país.
Se ufana maduro del hecho de que ha impuesto a nuestro país un paquetazo más brutal y regresivo que el de Moreno, sin que pase nada, pero oculta el hecho de que ha desarrollando una acción sistemática de represión, persecución y que ha impuesto el miedo en el país.
Han salido 4.7 millones de venezolanos, el gobierno controla todos los medios de comunicación, tiene a las fuerzas policiales del FAES, DGCIM, SEBIN y tantos otros grupos paramilitares controlando nuestras zonas populares, pero además, manipula y confunde al pueblo con el sentimiento chavista (Chávez no está para desenmascararlos), y tienen a la oposición venezolana, la que, entre errores sucesivos, se ha convertido en su mejor aliada.
Las masivas movilizaciones del pueblo ecuatoriano tienen importantes lecciones: se ha movilizado el pueblo pobre e indígena, es una movilización orgánica, es decir, compuesta por organizaciones sociales. No es un público de tuiter, no sufren del inmediatismo, ni tienen objetivos grupales. No son violentas, ni disparan a las fuerzas del orden público, ni matan a su contrario.
Es un pueblo que lucha por sus derechos y conquistas económicas y sociales. No se convoca a la calle porque alguien se autoproclamó presidente, o un grupo quiere el poder, o pretende aprovechar la coyuntura para dar un golpe de salón. No, es el pueblo ecuatoriano, más allá de cualquier aspiración de cualquier dirigente o grupo político, el que se moviliza en defensa de su economía, su bienestar y en contra de la entrega del país.
Moreno huye a Guayaquil, se refugia en las faldas de la oligarquía más rancia, no quiere repetir la salida vergonzosa de Lucio Gutiérrez en 2005, cuando tuvo que escapar del Palacio de Carondelet escondido en la maletera de un carro.
La derecha ecuatoriana recurre a la manipulación y a la xenofobia contra los venezolanos para tratar de presentar a las movilizaciones en su contra como impulsadas por un agente extranjero, y no que nacen del seno de la sociedad ecuatoriana.
Acusan a Correa de estar dirigiendo al pueblo ecuatoriano, o las movilizaciones populares desde Venezuela, acusan al gobierno de maduro de financiar las movilizaciones o enviar agentes encubiertos para incendiar el país. No es cierto. Le confieren a maduro una capacidad que no tiene, pero lo más peligroso es que, bajo ese argumento, iniciarán otra “razzia” xenófoba contra los venezolanos que han buscado refugio en tierras ecuatorianas, a las faldas del Pichincha, donde se forjó la gloria inmortal del Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, venezolano, cuyos restos reposan en Quito y quien tanto dio por la independencia del Ecuador.
Las movilizaciones del pueblo ecuatoriano son expresión de un elevado nivel de conciencia de los pueblos latinoamericanos. Conciencia adquirida en un periodo de grandes conquistas políticas, económicas y sociales obtenidas durante los gobiernos de Chávez, Lula, Dilma, Correa, Evo, Néstor y Cristina Kirchnner, Pepe Mujica, Tabaré Vásquez, Michelle Bachelet, Fernando Lugo. Gobiernos progresistas, de fuerte contenido social y popular, que han sido un factor determinante en la conformación de una conciencia y unidad de propósitos de nuestros pueblo.
Luego de la contraofensiva de la derecha en la región y los gobiernos de derecha que han ocupado los espacios del pueblo, se perfila una nueva expresión de la izquierda, del movimiento popular en América Latina.
Asimilada la experiencia, los errores y aciertos, luego de la muerte del presidente Chávez, la prisión de Lula y las persecuciones contra Correa, Dilma, la izquierda, el pensamiento progresista, el movimiento popular, se expresa y presenta, renovado en México, con López Obrador, en Argentina con Fernández, en Ecuador con la movilización popular y el liderazgo de Correa, en Brasil con un Lula que, de no estar secuestrado, ganaría fácilmente las elecciones.
Nos resta a nosotros en Venezuela, retomar el programa progresista, bolivariano que maduro ha abandonado y traicionado. En esta ola de movilizaciones populares y resurgimiento de gobiernos progresistas, de izquierda, el gran ausente, paradójicamente, es Venezuela. Nuestra patria, hoy día es víctima del Chantaje y opresión del madurismo, que nos mantiene desmovilizados, dispersos, mientras se vulneran los derechos de los trabajadores, del pueblo.
En la medida que sepamos observar y entender lo que pasa en el Ecuador y en el resto de los países de nuestra región, nos daremos cuenta que maduro ha sido un accidente, una traición dentro de la larga historia de la infamia en nuestro país; pero que, el programa y las conquistas políticas, económicas y sociales alcanzadas en Venezuela durante el periodo de gobierno del presidente Chávez, están vigentes y anidan en el corazón de nuestros pueblos.
A pesar del terrible daño que el madurismo ha hecho a la causa del socialismo, del bolivarianismo y de la izquierda en general, al final nuestros pueblos asumieron estas banderas como suyas y seguirán luchando por sus derechos, por la posibilidad del vivir bien, de la solidaridad, de la soberanía, de la unión.
La República Bolivariana de Venezuela, una vez superada la tragedia del madurismo, regresará a la vanguardia, al frente de las legítimas aspiraciones de nuestros pueblos. ¡Nosotros venceremos!