Es lo último que uno querría decir cuando un ser querido se aleja, sea una relación emocional, familiar o sea un hijo. Me ha tocado observar de forma directa un fenómeno que no deja de entristecerme por un lado, y preocuparme por el otro. Jóvenes, hombres y mujeres, que abandonan nuestro país por distintas razones, pero que andan por estas tierras haciendo peripecias y trabajando noblemente, como siempre hacen los venezolanos, para insertarse en esta sociedad tan dura y tan distinta.
Me los encuentro con distintas actitudes, la mayor de las veces es sorpresa, respeto, camaradería, las otras es molestia, frustración. Los entiendo. Tengo que entenderlos y escucharlos porque son nuestros jóvenes, nuestro futuro, quienes crecieron en Revolución, quienes hoy tratan de conseguir un destino fuera de la Patria.
Debo decir que no es un fenómeno nuevo en nuestro país y no es exclusivo de nuestra población. Desde siempre, el venezolano ha tenido mucha movilidad y posibilidad de vivir, estudiar o sencillamente moverse al extranjero. Somos conocidos por eso, sin embargo, ahora veo algo distinto, jóvenes que se mueven por razones económicas o, sencillamente, para buscar una oportunidad.
No se puede decir que es un fenómeno que aqueja sólo a los venezolanos – quien diga eso-, miente. No, una de las características del mundo globalizado actual y de la cada vez mayor inequidad o diferencia entre los países industrializados y el resto del mundo, es el flujo migratorio. En el Medio Oriente, África y Europa, están signados por la creciente situación de violencia y desestabilización, pobreza crónica y Estados fallidos, producto de las intervenciones militares y la guerra.
En nuestro hemisferio, tiene que ver con la atracción que produce la economía del Norte, a la que han migrado millones de latinoamericanos y caribeños, al punto que la administración norteamericana, no sólo deporta cientos de miles cada año, en una especie de persecución permanente, sino que ha construido un muro de la vergüenza entre el Norte y toda Latinoamérica, muro inútil, pero reflejo de la psiquis y ética del capital. Hoy, el mundo desarrollado, está plagado de muros, restricciones y operaciones militares, como en el Mediterráneo, para evitar que los pobres o quien quiera, entre a sus territorios. Atrás queda el discurso de libertad, igualdad, fraternidad
Volviendo a nuestra realidad, la verdad es que se observa un fenómeno doloroso y preocupante de jóvenes que se van del país. Yo no puedo juzgarlos, nadie debería hacerlo. No hay que cerrar los ojos o mirar hacia un lado, mucho menos atacarlos o estigmatizarlos: si ellos están saliendo del país, es porque no estamos satisfaciendo sus expectativas de futuro, y eso es lo que nos debe preocupar.
Desde el campo de la Revolución, muchas veces este problema trata de evadirse y se despacha con frases hechas para otras situaciones, o sin entender que hay una realidad cambiante, que no sólo está afectando a un sector de la población, sino que puede ser el reflejo de un sentimiento mucho más profundo que debemos atender. Desde el ámbito de la oposición, siempre se actúa con irresponsabilidad, utilizando y manipulando esta situación, con fines políticos, insuflando el odio y la intolerancia.
No. Los que están saliendo son jóvenes, a veces casi niños, jóvenes bien formados, que han crecido y tenido oportunidades en nuestro país, de todos los bandos y creencias políticas, estudiantes que abandonan sus estudios, otros recién graduados, médicos, ingenieros, científicos, técnicos y profesionales con una importante experiencia en empresas públicas o privadas. Se van por Latinoamérica: Chile, Argentina, Colombia, Panamá, Aruba, la mayor parte, y otros llegan a tierras norteamericanas. Me llama la atención la cantidad que prefiere Latinoamérica: la Patria grande está allí, el Sur. En otra situación, esto no tendría nada de malo, pues nuestro país ha sido receptor de millones de migrantes de América Latina, El Caribe y Europa sin ningún problema, se han asimilado a nuestra cultura y a sociedad.
Me indigna que la derecha de esos países, en vez de recibir a nuestros compatriotas con los brazos abiertos, los maltratan, discriminan y los vejan, Colombia, Panamá y Aruba son los casos más denunciados. No se explica esta actitud, más aún cuando esos países y territorios, se han beneficiado de manera extraordinaria de nuestra economía y han amasado inmensas fortunas por estar vinculados al sector económico venezolano.
En todo caso, vuelvo a lo que quiero introducir como tema de discusión. Espero que se pueda abordar con la tranquilidad y la sabiduría que requieren estos síntomas de comportamiento de la sociedad, porque son una respuesta a una situación que probablemente no hemos evaluado en su justa dimensión.
Si un joven o un profesional decide irse del país, es porque definitivamente se vio obligado a ello. Es cierto que existe una campaña soterrada de sectores que han intentado negar cualquier posibilidad de futuro en el país: En la graduación de un conocido en la UCAB, fue sorprendente que el discurso del orador de orden, estuvo centrado en un llamado a que los graduandos abandonaran al país. Los dirigentes de la llamada oposición, trafican con el desasosiego de nuestros jóvenes y los instan no sólo a irse, sino a declararse perseguidos políticos en los Estados Unidos para obtener ventajas migratorias, por supuesto, necesitan de abogados, que habrán de ser ellos mismos, quienes les cobraran todo su futuro por el trámite. Traficantes de esperanzas.
Lo importante es reconocer, que la situación económica, la inflación, la contracción en la economía, la inestabilidad y polarización política, la inseguridad, y la desproporcionada campaña de descrédito contra nuestro país, está provocando una salida inusual de jóvenes y profesionales. ¡Hay que trabajar para resolverlo!
Sin ir muy lejos, de nuestra querida PDVSA, tan golpeada y vilipendiada hoy día, sé de ingenieros, geólogos, operadores de todo tipo, que han abandonado la empresa, se han ido a trabajar en lo que sea fuera del país. A pesar de estas duras circunstancias, lo hermoso es que se ayudan entre ellos; así como, a sus familiares, imponiéndose la solidaridad.
Se acaba la motivación. Doloroso fenómeno. Cuando los golpistas sabotearon PDVSA por allá en diciembre de 2002, luego de destrozarla, abandonaron por miles sus puestos de trabajo, decidieron que ellos y sus razones estaban por encima de sus responsabilidades y de la ley. Si ese daño hubiese sido provocado en un país como los Estados Unidos, seguramente sus cabecillas hubiesen sido condenados a prisión: nuestra pérdida directa fue de 19 mil millones de dólares.
Pero durante la derrota del sabotaje petrolero y luego de estabilizada la producción y las operaciones, a los más de 20 mil patriotas que se mantuvieron en sus puestos de trabajo, se sumaron cerca de 40 mil jóvenes, ingenieros, profesionales, trabajadores: jóvenes por montón, en la Faja Petrolífera, CRP (el Coloso de Paraguaná), Oriente, Occidente. Una muchachada entusiasta, desprendida, moralizada y enrolada en un proyecto de país y de servicio a la Patria que el Comandante Chávez prefiguró, en sus discursos, decisiones, acciones, ejemplo, sabiduría.
Entonces el problema tiene que ver con la motivación y oportunidades, a veces no se trata sólo de las condiciones salariales. Tiene que ver con su contribución a la construcción de un futuro posible con sus propias manos.
Pongo de ejemplo a los trabajadores de la Nueva PDVSA, es decir, sus obreros, técnicos, ingenieros, gerentes. Siempre me he sentido orgulloso de los jóvenes y los trabajadores de PDVSA. El Batallón Faja: miles de muchachos metidos allá abajo, en la Faja, en el corazón de la Patria, Pariaguán, Morichal, Cabruta, en condiciones muy duras de trabajo, construyendo un país, un futuro, con su esfuerzo generoso. Los trabajadores en nuestros taladros, 24×24 horas trabajando por el país, expuestos a cualquier vicisitud operacional, pero haciendo su esfuerzo y su aporte a la Patria; los trabajadores de las refinerías: Amuay, Cardón, todo el CRP, Puerto la Cruz, El Palito, San Roque, Bajo Grande; el que no haya trabajado en esas condiciones, propias de la actividad, de alto riesgo, no puede levantar su mano contra la moral y compromiso de los trabajadores. Los muchachos del Lago de Maracaibo, ¿han ido de madrugada a los muelles para ver salir las lanchas con miles de trabajadores todos los días?, largos trayectos en lancha, con «marullo» o no, siempre agobiante, a trabajar en una plataforma de compresión de gas o de producción de petróleo a 38 grados bajo un sol inclemente; los trabajadores de Costa Afuera, allá en los confines de la Patria: Carúpano, Cumaná, Güiria, trabajando como nunca había hecho la Industria para producir el gas venezolano; o los trabajadores de la Plataforma 4 de Febrero, hecha por primera vez en 100 años, por las manos de trabajadores venezolanos, produciendo petróleo en nuestras áreas Deltanas.
Otro ejemplo de motivación por el servicio a la Patria, la contribución a un proyecto Revolucionario, son las Misiones. Pero acá me refiero a los Facilitadores de las Misiones, por ejemplo de La Misión Ribas. Recuerdo cuando el Comandante Chávez me asignó la responsabilidad de crear e impulsar esta Misión educativa, para hacer justicia e incluir nuevamente al estudio y formación profesional a aquellos cientos de miles de hombres y mujeres que habían abandonado el bachillerato durante la Cuarta República por razones económico- sociales. Luego de una planificación milimétrica, donde participó el genio del Comandante Fidel, arrancamos con el censo de la población. Se censaron en todo el país 1 millón cuatrocientos mil venezolanos que habían abandonado sus estudios. Comenzaba a aparecer la Patria que estaba excluida, los pobres.
En el mismo censo, llamamos a los jóvenes, universitarios o profesionales que querían participar como instructores o facilitadores con el pago de un monto muy ajustado de remuneración, pero con toda la posibilidad de participar en este proyecto. Así acudieron por miles: hombres, mujeres, patriotas. Entusiasmados, con ganas de participar. De allí en adelante no sólo se mantuvieron en una de las Misiones más exitosas: más de un millón de «vencedores y vencedoras» graduados, sino que se movilizaron a otras Misiones o tareas de mayor responsabilidad.
Como éstos, hay tantos ejemplos, tantas muestras de elementos que quiero resaltar: la emoción, motivación, posibilidad de trabajo, certidumbre en el futuro, confianza, seguridad. Estos aspectos, más una situación económica estable, son factores fundamentales para evitar que se vayan los jóvenes, los profesionales, los trabajadores.
A los que se quieran ir, hay que motivarlos y ofrecerles las oportunidades para que se queden. Puede que estén cansados de tanta guarimba, violencia, malas noticias. Es cierto que la gente, y en particular, el joven, quiere una vida normal, un futuro predecible. Aspira tener la posibilidad de acceder a los elementos para la construcción de su propio futuro, un proyecto que los motive, un lugar en la sociedad, una vivienda, trabajo, seguridad, cultura, educación, paz, recreación. Se ha hecho mucho, falta mucho todavía, pero el joven debe visualizar que es posible ¡Debe estar convencido de que lo haremos!
Los enemigos de nuestro país, justamente, quieren crear una sociedad caótica, invivible. Por eso, el Estado debe actuar, restablecer los equilibrios: económicos, políticos, sociales. La oposición debe dejar de manipular y destrozar las esperanzas de sus seguidores o partidarios, dejar su insensatez de lado y pensar en el futuro del país.
El Gobierno debe mejorar su gestión en la resolución de los problemas diarios, cotidianos. La economía, sí, la economía es el centro de la confrontación de los modelos, debe ser la prioridad, hay que hacer del socialismo una propuesta «humanamente gratificante», como decía Chávez, no puede estar asociada al caos, la vulgaridad, la confrontación.
La Revolución debe cuidar a los jóvenes, qué se les dice, quién les habla, cuál es el mensaje. A la mayoría de ellos, la confrontación política, las negociaciones, los intereses en pugna, cada vez les interesa menos, y no se sienten interesados o motivados por el círculo vicioso de violencia-calma-impunidad-violencia, mientras se deteriora su calidad de vida y se desdibujan sus posibilidades de futuro.
Hacen falta en el país miles de espacios como los que creó PDVSA La Estancia, espacios para el Pueblo, para los jóvenes, donde la Revolución muestra su mejor rostro: el arte, la cultura, la alegría, el futuro. Hacen falta miles de jóvenes músicos, el Sistema de Orquestas, artistas populares, miles de Batallones Faja, de facilitadores y trabajadores de las Misiones, miles de maestros, orientadores, estimuladores del futuro, políticos de mirada y mensaje hacia adelante.
Hay que restablecer las condiciones espirituales y materiales de la Revolución. No dejar que nos sigan envenenando el futuro.
Joven, NO te vayas, la Patria te necesita. Insiste en tus sueños, trabaja por ellos, lucha por ellos, el futuro te pertenece, te queremos.
¡Viva Chávez! ¡Venceremos!