Pasó el apagón, con sus terribles secuelas para el país, la afectación a los ciudadanos, la carencia de los servicios públicos esenciales, las tragedias individuales, la gran tragedia colectiva: un pueblo solo en su circunstancia.
Como ya lo mencionábamos en mi artículo blackout, el colapso del sistema eléctrico es solo un episodio más de una cascada de fallas de todo tipo en el país: PDVSA, la economía, el agua, el transporte, la salud, la alimentación, las instituciones, la soberanía. Todo es un caos. El país está disfuncional.
El gobierno insiste en su práctica cínica, cruel, de desentenderse de los problemas del ciudadano, de mentir una y otra vez, mentir y volver a mentir, correr la arruga hasta que otra tragedia o crisis, tape la anterior. Así va rodando este desastre, día tras día, cual huracán, golpea y destruye todo a su paso y va quedando un país en ruinas.
Usaron el apagón, para justificar más control, crear más miedo, desasosiego, decir más mentiras; para distraer la atención de todos con nuevas historias: enemigos, sabotajes, corrupción, ataques. Ésto, en lugar de ocuparse de la emergencia: el pueblo quedó solo, nadie los atendió, todos quedaron a su suerte. Y ahora, como si ya todo hubiera pasado, hubiera quedado atrás. Nada explicaron de las consecuencias, de los daños, de los hospitales, de las muertes.
El extremo de la manipulación mediática es que el gobierno ahora habla de que el “constructor de victorias” ha obtenido no una, sino “cinco victorias más”, incluyendo los carnavales. La propaganda del ministerio de las mentiras, incluso dice que el pueblo está “feliz” buscando agua donde pueda, con sus pipotes al hombro, porque ahora tendremos en el horizonte un futuro de “tanques azules”.
Mientras tanto la indolencia y descaro, tanta falta de respeto a un pueblo paciente, que solo trata de sobrevivir, sigue alimentando el discurso del odio, la revancha, la vendetta. No solo desde el espacio preferido de la disociación que son las redes sociales, el twitter, sino desde las altas esferas del poder, de la Asamblea Nacional, la Fiscalía, el gobierno. Parecieran más bien, querer aprovechar el hecho del apagón, el desespero de la población, como una oportunidad para más de sus mentiras, inocular su odio.
Los tarifados del madurismo en la oposición, desde la Asamblea Nacional, buscan desviar la atención y la responsabilidad de Maduro en el colapso eléctrico, acusando y ofendiendo, el linchamiento cobarde de siempre contra el gobierno del presidente Chávez.
El triste Fiscal, en sus intentos por justificar el asesinato en custodia del ingeniero Ángel Saquera, o su alarmante silencio ante todo este desastre porque “el investiga lo que le da la gana”, no pierde oportunidad de insistir en acusar, desprestigiar y ofender a los que somos víctimas de su enfermizo ensañamiento.
Por su parte, Maduro, en sus palabras al país, hace gala de un cinismo y de una irresponsabilidad impresionante y preocupante a la vez, intenta argumentar su tesis de un sabotaje con la “más alta tecnología”, pero no ha sido capaz de mostrar ninguna evidencia de esta acción, de esta incursión en nuestro territorio nacional.
Mientras, los trabajadores de los sindicatos del sector eléctrico lo desmienten, los ingenieros de Corpoelec también y los especialistas del sector dan razones técnicas del porqué esto no es posible.
Además, nadie del gobierno ha explicado cómo es que este supuesto sabotaje al Guri, ha sido retroactivo a buena parte del país, al Zulia y los estados andinos, que llevan años con racionamientos y apagones permanentes. O por qué no entraron al sistema la enorme cantidad de plantas termoeléctricas que se entregaron operando a Corpoelec, PDVSA, Empresas Básicas o por qué no funcionaron las plantas eléctricas de los hospitales, aeropuertos, sistemas de bombeo de agua potable, etc. Creo que la teoría del sabotaje se quedó corta.
Mientras el madurismo actúa para el twitter, como si ellos no fueran gobierno, o tal vez porque cree de verdad que este pueblo es pendejo; los intereses transnacionales observan, les conviene que Maduro avance en su desastre, ven a un muerto que camina, un país extremadamente débil, un pueblo desmovilizado. Ellos siguen dando jaques en su tablero, no les importa mucho que sus propias piezas se desinflen día a día, ellos saben que con Maduro en Miraflores terminarán dando jaque mate, es cuestión de tiempo.
En el medio de este ciclo infernal de crisis-mentiras-crisis, mientras el pueblo está concentrado en cómo resolver su día a día, detrás de una caja de comida o de un bono, avanza la entrega del país. Lo he denunciado innumerables veces, no dejaré de hacerlo: La entrega del petróleo, de la , la destrucción de PDVSA, el Decreto 3.368, la entrega del gas de la Patria, el Arco Minero, y un triste etc.
Creo que éste es el papel, de los que tenemos mayor información y experiencia: desnudar, desenmascarar esta patraña y denunciar cómo el gobierno ha ido entregando uno a uno los pilares de nuestra patria, entregando nuestro futuro. Denunciar, crear conciencia, organizar y luchar para construir una alternativa Patriótica que detenga este desastre. Ese deba ser la tarea más importante de cualquier dirigente popular, revolucionario, bolivariano, de quién que ame su patria y que no esté dispuesto a seguir guardando silencio por un puesto o cualquier interés subalterno. Lo que está en juego es el futuro de nuestro pueblo, la viabilidad de la patria como un país soberano, independiente, capaz de garantizar el mejor gobierno y la mayor suma de felicidad posible para nuestro pueblo.
Mientras el gobierno sigue entregando de manera desesperada todos los activos y recursos del país, los sectores más reaccionarios de la oposición, cocinan, de espaldas al pueblo, todo un paquete privatizador y entreguista, sintetizado en un plan, escrito y concebido en el exterior, que dista mucho de ser “un plan país”. Primero que todo este no puede ser el plan del país, ni de la transición, es más bien el plan de una parcialidad política que aprovechando el desgobierno y el caos de Maduro, ha tomado la delantera, incluso dentro de la misma oposición, para imponer al resto del país su visión sobre el futuro. Una visión que ya fue derrotada en 1999 y que no es sostenible, ni viable políticamente.
Estos sectores pretenden, como antesala a su plan, pasar a la Asamblea Nacional, entre ellas, una nueva Ley para el sector hidrocarburos, donde básicamente se desmantela la política de la Plena Soberanía Petrolera, y se vulnera la propiedad del Estado sobre el petróleo y la reserva que hace de la actividad. Propiedad y reserva que, por cierto, está vigente en el país desde el decreto de Lima de 1827 del Libertador Simón Bolívar y que ha sido recogida en todas las Constituciones de nuestra vida Republicana.
La Plena Soberanía Petrolera debe ser una política nacional, pués, a través de ella se preserva la propiedad y el control en la explotación de nuestro petróleo, sola o con empresas mixtas, el único recurso estratégico que nos podrá sacar de esta profunda crisis y reconstruir nuestra patria. Preservar a Petróleos de Venezuela, nó como un cascarón vacío, un administrador de contratos, sino una entidad operativa, vibrante, fuerte, propiedad del Estado venezolano, es la única manera que tendremos de explotar soberanamente el petróleo y ponerlo al servicio del pueblo venezolano, en el marco de nuestra Constitución, leyes y soberanía jurisdiccional.
El hecho de que el gobierno de Maduro haya destrozado PDVSA, no quiere decir que ahora la vamos a entregar. PDVSA es una poderosa empresa, que en el 2013 cerró con una producción promedio de 3 millones de barriles día de petróleo, que exportaba 2,5 millones de barriles día, con ingresos de 134 mil millones de dólares. Una empresa con un patrimonio de 84.500 millones de dólares y activos de 231 mil millones de dólares; ¡la quinta empresa petrolera más grande del mundo! Es así, y ahora este gobierno la tiene sobre cuatro ladrillos, sin batería, sin conductor y desmantelada, porque quieren venderla como chatarra. Pero no es tal y lo que tenemos que hacer es arreglarla, quererla, volver a ponerla a tono, conducirla bien. Estamos parados sobre 316 mil millones de barriles de petróleo, las reservas mas grandes del planeta.
Claro, el ataque contra PDVSA ha sido brutal: el desprestigio y toda la campaña para ensuciar su prestigio empresarial y operacional, la salida de más de 30 mil técnicos e ingenieros; la conducción errónea, irresponsable en estos años de sucesivas Juntas Directivas, improvisadas, que desconocen las operaciones y el negocio petrolero internacional, así como la persecución política y judicial de la que hemos sido víctimas sus directivos, gerentes y trabajadores, ha terminado por colapsar nuestra empresa, que hoy a duras penas llega a 900 mil barriles día de petróleo y no tiene capacidades operacionales. PDVSA siempre ha sido la nave insignia de la República y estos irresponsables le abrieron un hueco inmenso y la han hecho encallar, pero no por eso la vamos a abandonar, no tenemos otra que recuperarla y, además, se puede recuperar. Han hecho una campaña despiadada para convencer al país de que PDVSA no tiene salvación, ni recuperación. Mienten y lo hacen porque se la reparten en pedazos. La quieren privatizar.
Por otra parte, el petróleo, no solo es un recurso natural, estratégico sino la única fuente de ingresos que nos permitirá reconstruir el país. Nuestra Plena Soberanía Petrolera y nuestro régimen fiscal, de regalías a 33.3% e impuestos petroleros de 50%, fue lo que nos permitió obtener ingresos petroleros por 496 mil millones de dólares que permitieron que la economía nacional creciera de manera permanente desde el 2004 y que hiciéramos una distribución de estos ingresos a favor del pueblo, del desarrollo social, del buen vivir.
Entregar el petróleo es como entregar el Orinoco, nuestro mar Caribe, el Esequibo, es la savia de la patria, es parte de nuestra soberanía, está en nuestro subsuelo, no es de más nadie, sino del pueblo venezolano y debe ser utilizado en su beneficio.
Que nadie se equivoque, sin petróleo, sin PDVSA, no habrá patria posible, no habrá futuro para nadie. No seremos nada, no podremos serlo. El petróleo es nuestra única oportunidad, vamos a necesitar todos los recursos petroleros que podamos para reconstruir al país, para reconstruir nuestro futuro. Los trabajadores están allí, el conocimiento lo tenemos, los recursos están en el subsuelo, casi a flor de tierra, someros. Hace falta, sí, mucho liderazgo, compromiso político, valor, honestidad, capacidad técnica, de trabajo, conocimiento y, por sobre todas las cosas, querer a nuestro país.
No dejaremos que nos quiten el petróleo, ni que terminen de rematar a PDVSA. No dejaremos que entreguen el futuro de nuestro pueblo. Se impone con urgencia una gran movilización popular y una amplia discusión de la cuestión petrolera. No dejemos que, en medio del fragor del día a día, del desastre y el caos sigan desmembrando la patria. No solo no lo dejaremos, sino que, la privatización de facto de PDVSA de Maduro y la entrega del petróleo de ese plan país será insostenible. Tarde o temprano, el pueblo, las fuerzas patrióticas, reclamaremos lo que pertenece a todo el pueblo. Una Junta Patriótica de Gobierno Cívico-Militar, no solo es necesaria, sino que es urgente antes de que sigan descuajando la Patria.