Hace ya un año, el pasado 4 de diciembre de 2017, que renuncié a mi posición como Embajador Representante Permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas. A partir de entonces, comenzó una situación, dura, para cualquiera que ame su patria: el exilio.
¿Quién lo hubiese pensado? Luego de 12 años ininterrumpidos como ministro de petróleo del Comandante Chávez, ahora Nicolás Maduro me persigue y me exilia del país.
Dicen que «las revoluciones devoran a sus hijos». Pero esto hace ya un tiempo que dejó de ser una revolución. Me persigue un gobierno, el peor de nuestra historia republicana, autoritario, violento, improvisado y muy incapaz, que ha destrozado nuestra patria.
Mi renuncia a la ONU(,) fue la culminación de los desacuerdos y confrontaciones con Nicolás Maduro, desde el mismo inicio de su gobierno, cuando le advertí a todos los niveles sobre el manejo desacertado que se estaba haciendo de la economía, del tema petrolero y en general, de la gestión del gobierno.
Mis críticas y observaciones jamás fueron consideradas ni por Maduro, ni por la cúpula que ahora se ha consolidado como un grupo de poder, con el control absoluto del país.
Cuando las diferencias con Maduro se hicieron evidentes, sobre todo al finalizar mi período como representante de Venezuela ante el Consejo de Seguridad, durante el 2015–2016, le expresé al vicepresidente de entonces, mi deseo de retornar al país. Me fue negado, al contrario, me ofrecieron enviarme a Ginebra, al frente de la Misión Venezolana ante la ONU, posibilidad que negué de plano.
Como señalé en mi carta de renuncia, siempre he actuado y actuaré de acuerdo con mis convicciones políticas, las de un hombre de izquierda, socialista, guiado por las ideas y principios de la revolución Bolivariana, comprometido hasta los huesos con el legado y la obra del Comandante Chávez.
Todavía en la ONU, recibí datos e informaciones irrefutables del proceso de destrucción de PDVSA, de la entrega del petróleo y el gas a las transnacionales, así como, de la profundización de la crisis económica, cuyo peso se cargaba sobre las espaldas del pueblo.
La aprobación de Leyes entreguistas en la ANC, violatorias de nuestra Constitución, la respuesta del gobierno ante los graves episodios del 2017, la violación de los Derechos Humanos, así como la indolencia ante el sufrimiento del pueblo y el creciente autoritarismo del gobierno, aceleraron mi decisión y no me dejaron duda alguna de que este gobierno no era ni Chavista, ni Socialista, ni siquiera, un gobierno progresista.
Esta convicción y el acelerado proceso de desconocimiento de las Leyes y la Constitución, así como el evidente proceso de entrega de nuestra Plena Soberanía Petrolera, me llevaron a un punto sin retorno: ya no me podía mantener vinculado, de ninguna manera, a Nicolás Maduro y su gobierno. Al contrario, sentí que era mi deber denunciarlo y combatirlo en defensa de los más sagrados intereses de la patria.
Toda mi actuación al frente de las altas responsabilidades de Estado y Gobierno, han sido caracterizadas por la honestidad y las posiciones de principios. Nunca hice grupos, ni círculos de poder, me entregué por entero a mi trabajo a favor del Pueblo, siempre leal a Chávez y al país.
Hace ya un año que abandoné los Estados Unidos, sede de las Naciones Unidas, junto a mi familia hacia un destino incierto. Días antes, cuando ya era una certeza de que saldría del gobierno, recibí varias llamadas de oficiales, militares activos, chavistas, amigos, que me advirtieron que no volviera a Venezuela, porque la orden de Maduro ya estaba dada: tan pronto pusiera un pie en la patria, sería detenido, sin ningún tipo de derecho a la defensa, como luego hicieron con Rodríguez Torres y con cientos de oficiales, dirigentes políticos y trabajadores chavistas.
En mi carta de renuncia, ya advertía que se desataría en mi contra toda una campaña de desprestigio y persecución política. Se han aprovechado del inmenso poder que tienen y de su maquinaria propagandística para hacer una crucifixión de mi persona pública, mi nombre, mi reputación.
Han utilizado a la Fiscalía para arremeter contra mi gestión, acusándome de delitos inexistentes, sin presentar siquiera una prueba que respalde sus alegatos. Violando mi derecho a la defensa, a la presunción de inocencia, anuncian órdenes internacionales de captura que son falsas, ni la Interpol, ni ningún gobierno extranjero me persigue, a pesar de que el gobierno venezolano lo haya solicitado. Todos entienden que se trata de una persecución política.
Nicolás Maduro, personalmente, se ha ensañado en esta persecución y ha desatado una campaña de desprestigio en mi contra, un linchamiento moral, me ofende, me amenaza en sus alocuciones públicas, me persigue … mientras en el seno del gobierno y del PSUV todos callan, tienen miedo.
Maduro ha vertido sobre mí un odio inexplicable, enfermo, muy peligroso en una persona que tiene en sus manos todo el poder del Estado y abusa de él constantemente. Hago responsable directamente a Nicolás Maduro de cualquier acto contra mi integridad física o de mi familia.
Esta persecución y ensañamiento se ha extendido ahora a todo el campo Chavista. El madurismo persigue con saña, violando los Derechos Humanos y las garantías Constitucionales a los trabajadores petroleros, oficiales y efectivos de las Fuerzas Armadas, dirigentes, obreros y políticos del Chavismo.
Nadie aboga por los presos políticos Chavistas, son mas de 400 que en este momento están secuestrados, sin derecho a la defensa, conculcados sus derechos, maltratados física y moralmente, aislados, sometidos a vejámenes y todo tipo de ofensas.
Maduro y su Fiscal argumentan que combaten la corrupción, pero todos sabemos que es solo una excusa para acallar cualquier oposición patriota. Al mismo tiempo que detienen y secuestran a quien ellos consideren corruptos, guardan silencio ante los escándalos que involucran a su entorno o a los empresarios que sostienen y financian al madurismo. Pero ante ellos el Fiscal tan dado a las persecuciones, no actúa, nadie los detiene, no se investiga, ni siquiera se mencionan. Son intocables, son de la corrupción madurista.
Es la falsa moral, la justicia conveniente del madurismo.
A un año de mi exilio, cada año que pasa de este gobierno, nuestro país se sigue deteriorando aceleradamente, la crisis empeora con el paso del tiempo: el madurismo entrega nuestra soberanía, acaba con el futuro, con las Misiones que llevaron a millones educación, salud y mejor calidad de vida.
Ahora los niños y jóvenes que crecieron con Chávez, hoy son jóvenes y adultos que escapan como pueden del país, cruzan a pie, páramos y montañas, derrotados, decepcionados, buscando un porvenir fuera de la Patria, aunque el gobierno insista en negarlo.
Se ha impuesto en el país un paquetazo de efectos devastadores , no existe nada en comparación al desastre de este gobierno. El pasado 29 de noviembre, Maduro insistía en mentir, evadiendo con cinismo su responsabilidad, y hacer nuevas promesas ante el fracaso evidente de sus sucesivos anuncios en materia económica, ahora impone nuevas devaluaciones y sigue alimentando la hiperinflación que paga el pueblo.
En este período de gobierno madurista, el producto interno bruto ha tenido una caída acumulada mayor al 50%, sólo países en guerra como Siria o Libia, muestran caídas de esas dimensiones. Han destruido las capacidades productivas del país y con ello la posibilidad de satisfacer la demanda interna, se han perdido cientos de miles de puestos de trabajo.
La hiperinflación crece exponencialmente en un ciclo infernal que se come el salario de los trabajadores en cuestión de horas, expropia el trabajo. Sin embargo, el gobierno insiste en imprimir dinero sin respaldo económico, que no hace mas que alimentar este ciclo destructivo. El país sufre la mayor inflación del mundo y una de las mas grandes de la historia.
La megadevaluación, la pérdida de valor del bolívar, ha convertido en polvo la posibilidad de vivir del salario, el sueldo no vale nada. Hace 5 años Maduro no quiso atender las recomendaciones que le hicimos desde la vicepresidencia económica de eliminar el control de cambio: un control que no controla, pero que ha permitido que los grupos económicos del madurismo hagan inmensas fortunas.
En tan solo cinco años nuestro país se transformó en una tragedia, donde comer, vestir, estudiar y el derecho a la salud se han hecho inalcanzables. Hoy nuestro país es mucho mas desigual que nunca, con una minoría muy rica y una inmensa mayoría pobre, muy pobre.
Los pacientes con enfermedades crónicas o de alto riesgo, no pueden obtener, ni pagar los medicamentos, nadie resuelve, nadie está autorizado a publicar cifras, nadie dice nada, se esconde un crimen monstruoso contra el pueblo.
El centro de la debacle económica que sufrimos tiene su origen en el empeño del madurismo de controlar a sangre y fuego a PDVSA. Ahora nuestra empresa está destrozada. En solo 4 años, nuestra producción ha caído desde los 3 millones de barriles día a 1 millón de barriles día. Hemos perdido 2 millones de barriles día de producción en tan solo cuatro años que han sido de destrucción y paralización de la empresa. Igual sucede en el sector refinación, las refinerías están paralizadas, solo opera el CRP a un 40% de capacidad, no hay gas, ni para la industria, ni el gas de bombonas para los hogares. Un desastre.
El problema de PDVSA no es la conspiración, ni la corrupción, ni es un problema técnico, el problema de PDVSA es político, es Maduro. Su irresponsabilidad, sumado a la incompetencia y desconocimiento de los que ha puesto al frente de la empresa la han paralizado.
Maduro insiste en culpar al gobierno del Presidente Chávez, a nuestra gestión del desastre de PDVSA, pero el país sabe, los trabajadores saben que, durante el Gobierno del Presidente Chávez, durante los diez años que estuvimos al frente de su conducción, la empresa era poderosa, extraía tres millones de barriles día de Petróleo, nuestras refinerías operaban a plena capacidad y teníamos control de toda la industria, generando los recursos, inmensos recursos, mas de 500 mil millones de dólares, que sostuvieron a todo el país, que mantuvieron a nuestra economía creciendo, nuestro pueblo avanzando, durante toda una década, en revolución.
PDVSA se puede destruir no en cuatro años, se puede destruir en tan solo un año o menos. La experiencia del sabotaje petrolero, en 2002–2003, demostró que la producción puede caer en cuestión de meses, como sucedió en aquella oportunidad, donde llegamos a producir solo 23 mil barriles/día de petróleo. Esta experiencia también demuestra que con la dirección adecuada y los trabajadores comprometidos y motivados, se puede recuperar la producción en tan solo meses, como hicimos en aquella oportunidad, cuando la llevamos desde 23 mil barriles día a tres millones de barriles día en tan solo tres meses.
Ahora el madurismo privatiza PDVSA. Les entrega sus mejores campos a empresas privadas, remata las «joyas de la corona» en La Faja Petrolífera del Orinoco, a favor de transnacionales.
Que triste, tanto que nos costó conquistar la Plena Soberanía Petrolera y ahora Maduro destruye y entrega el futuro de todos los Venezolanos y Venezolanas. No habrá salida sin recuperar PDVSA y sin soberanía petrolera, eso solo podemos hacerlo los Chavistas Chavistas.
Del mismo modo Maduro entregó el Gas de la Patria, con la consecuencia que todos vemos, ahora no hay gas para Venezuela, ya no se cuenta con este recurso para el desarrollo del país, sino que se lo llevan las transnacionales.
Lo mismo sucede con el Arco Minero, han destrozado el ambiente, desplazado a los pueblos indígenas, para que las transnacionales se lleven nuestras riquezas, el futuro del país.
Existe un proceso de desnacionalización acelerado de nuestra economía, se prepara la privatización de las empresas del Estado, paralizadas por la incapacidad del gobierno. Este no es capaz de garantizar la producción de petróleo, ni combustibles, gas para las bombonas, ni alimentos, medicamentos, agua para las casas, energía eléctrica para el país, transporte para el ciudadano, ni comunicaciones, internet, nada.
No es capaz de garantizar seguridad, alimentación, salud, educación. Nuestro pueblo quiere volver a la normalidad, la normalidad de hace en tan solo cinco años, la normalidad de Chávez.
El gobierno no asume su responsabilidad, siempre tiene una excusa: la fábula de la guerra económica y el bloqueo han sido las excusas preferidas para ocultar su incapacidad. Cuba, un país pequeño, verdaderamente bloqueado, sancionado, amenazado, sin embargo, es capaz de garantizar medicamentos, alimentos y salud para su pueblo. La guerra económica es solo una excusa de Maduro.
La caída de los precios del petróleo, es otra excusa de Maduro.
No es verdad que la revolución de Chávez haya sido una revolución a 100 dólares el barril. Es una afirmación miserable. La verdad es que cuando llegó el Comandante Chávez el precio estaba a 11 dólares el barril, después lo llevamos a la banda entre 22–28 y solo tuvimos entre el 2005–2008 el precio a 100 dólares el Barril, para luego caer en 2009–2010 a 35 dólares el barril. El mercado petrolero fluctúa periódicamente, pero el presidente Chávez tomaba decisiones acertadas y a tiempo.
Está claro que Maduro es incapaz de gobernar, el país le ha quedado grande. El balance de la economía es una exposición de un fracaso en toda la línea. La devaluación, la hiperinflación, la estafa del «petro», la mentira del ahorro del pueblo, un pueblo al que ni siquiera le alcanza el dinero para comprar alimentos, la imposibilidad de controlar o regularizar los precios.
Maduro habla como si él no fuera el presidente, el responsable de la situación, como si acabara de llegar al gobierno. YA TIENE 6 AÑOS EN EL PODER, CASI LA MITAD DEL PERÍODO DE CHÁVEZ. Sin embargo, increpa a unos ministros, funcionarios, desencajados, desconocidos, por un fracaso que él dice «no aceptar».
Mientras ésto sucede, el gobierno desconoce los derechos de los trabajadores, desarrolla una política anti obrera, que pretende borrar de un plumazo sus reivindicaciones, la progresividad de sus beneficios laborales, la defensa del trabajo y los trabajadores.
Persiguen y encarcelan a los trabajadores, a los obreros, los llevan ante tribunales militares, a centros de detención para delitos comunes, para lo cual utilizan a los cuerpos de seguridad y a oficiales o funcionarios de derecha, que Maduro los ha puesto al frente de las empresas del Estado, justamente, para golpear a los trabajadores, como si se tratara de un cuartel.
Desde la Asamblea Nacional Constituyente, se aprueba todo lo que Maduro dice y se prepara, de espaldas al país, una nueva Constitución, que redactan personajes de la derecha, oportunistas, que en su momento adversaron y ofendieron al Comandante Chávez y al proceso Bolivariano.
El gobierno esgrime las banderas del anti imperialismo y alerta sobre una invasión extranjera, azuza una confrontación con Colombia, mientras al mismo tiempo, busca una negociación por la puerta trasera con la Casa Blanca, manda a personajes extraños, interlocutores de derecha a negociar y ofrecer todo para ser aceptados por la administración Trump.
Maduro ha pactado con la derecha y sus partidos tradicionales, quienes han conformado un nuevo sistema corrupto y entreguista, han establecido una forma de convivencia, con acuerdos políticos y económicos, que se sellan en círculos cerrados, donde se ofrecen negocios petroleros, de importaciones, contratos, se pagan a voceros, palangristas, diputados y personajes de «la oposición», medios de comunicación, para adelantar campañas contra los dirigentes Chavistas, de acuerdo a la conveniencia del nuevo pacto, tal como se ha venido demostrando en actuaciones y declaraciones políticas y como está saliendo a la luz pública en la ya famosa nómina de uno de los mas connotados empresarios maduristas. Y lo que falta es aún peor y mas escandaloso.
Este pacto se ha puesto de acuerdo en el desmantelamiento y entrega de los avances y conquistas de la revolución y por supuesto en la entrega de los dirigentes Chavistas Chavistas. En este pacto, los enemigos somos nosotros.
Me cuentan compañeros que, en el país, a los ex ministros Chavistas que no son maduristas, se les persigue y hostiga permanentemente. A cada uno le va llegando su momento independientemente de su silencio. Igual que nos sucede a los ex ministros Chavistas que estamos en el exilio. Es que el problema para este pacto es Chávez y todo lo que lo representa.
Lo que para mí está claro en lo personal, es que, pase lo que pase, así me persigan, me difamen o me mantengan exiliado, nosotros, los dirigentes Chavistas revolucionarios, tenemos que estar al lado del pueblo, en su lucha, para acompañarlos a salir de esta trampa, de esta gigantesca manipulación, de este fraude inmenso, salir de este gobierno entreguista, que liquidará todas las conquistas políticas, económicas y sociales del proceso Bolivariano y que ha abierto las puertas al advenimiento del fascismo.
La responsabilidad, de los que estuvimos al lado del Comandante Chávez, es vencer el miedo, romper el silencio, denunciar y combatir a este gobierno, para mostrar al pueblo una alternativa revolucionaria, Chavista, Patriota, Bolivariana.
Ni el madurismo incapaz y entreguista, ni la derecha derecha que clama por una intervención extranjera, ¡la opción es la revolución Bolivariana, chavista chavista, resteados con Chávez!
Es el momento de reagruparnos y movilizarnos en defensa de nuestros derechos, de nuestra revolución, de nuestra patria. Yo siempre he estado, estoy y estaré con el Pueblo, leal a Chávez, pase lo que pase, siempre estaré con ustedes.
Vamos a organizarnos y movilizar al país, conformar una Junta Patriótica de Gobierno capaz de retomar el camino de Chávez, porque, solo así, PDVSA es recuperable, la del pueblo, nuestras Misiones son recuperables, la economía es recuperable, el desarrollo social, el vivir bien y el bienestar del Pueblo. Solo así será posible rescatar y reconstruir la Patria. A un año de exilio y de distancia, sigo irreductible, con mi corazón en la Patria. ¡Viva Chávez! ¡Venceremos!