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PARA PONER LAS COSAS EN SU SITIO

La situación en Venezuela está tan mal y existe tanta degradación en el ámbito político, que la visita de un alto representante del gobierno norteamericano crea ansiedad, revuelo y una conmoción entre las élites que detentan el poder que refleja una especie de amor prohibido, que se puede resumir en la cara de sumiso regocijo del grandilocuente presidente de la Asamblea Nacional, ante el encuentro de Richard Grenell con nicolás maduro. 

Sin que nadie sepa exactamente cuál es el propósito del enviado de Donald Trump, más allá del evidente resultado de la liberación de 6 rehenes norteamericanos y el compromiso del gobierno de ir a buscar en aviones venezolanos —y a su propio costo— a los miles de connacionales que serán deportados del territorio de los Estados Unidos, la maquinaria de propaganda del madurismo, rápidamente, desplegó una campaña triunfalista en torno a la misma, donde aflora un cipayismo  vergonzoso, con el objetivo de imponer una consigna: “nosotros ganamos”. 

El clímax del cipayismo, o para decirlo en palabras más nuestras, del entreguismo, se alcanza cuando se celebra que se renovó automáticamente la licencia 41 de la OFAC, que determina la manera y condiciones de como la Chevron se sigue llevando nuestro petróleo.

Por su parte, la oposición no dice ni pío, presa —como está— de sus propias contradicciones. 

Uno de los errores que se ha cometido en Venezuela, estimulado por el gobierno en su afán de desmantelar el sentido crítico del pueblo, es que se han abandonado la discusión política y la batalla de ideas, para dejarlas en manos de la maquinaria de los bots de twitter e influencers de todo tipo que, junto a los palangristas e instigadores de odio de siempre, imponen consignas que ocultan y distorsionan la realidad de lo que ocurre.

En torno a todo ésto, habría que señalar varias cosas, que pueden servir de reflexión para la conciencia política en nuestro país:

  • La legitimidad de un gobierno, no la otorga la presencia de un enviado de una potencia extranjera, sino, como lo establece  la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el voto popular, que consagra el principio de que “la soberanía reside en el pueblo”. De tal manera, la situación sigue siendo la misma: estamos ante un gobierno inconstitucional, que se ha impuesto en el poder con la violencia, luego del fraude electoral del 28 de julio de 2024. Entonces, la visita de mister Grenell, no cambia nada; este gobierno carece de legitimidad, el país está en una nueva situación desde la juramentación del gobierno el 10 de enero pasado.
  • El madurismo se regocija por la presencia de mister Grenell, adjudicándose un “triunfo”; sin embargo, hay una lectura más sencilla y distinta: la visita, es un triunfo de Trump, pues apenas su enviado pisó tierra venezolana, obtuvo lo que quería. El madurismo estaba ansioso de que “el catire” le pidiera algo. Por eso, su silencio —el de Trump— ante lo que está sucediendo en América Latina y, sobre todo, la demonización de nuestros inmigrantes venezolanos en los Estados Unidos que, todos sabemos, tuvieron que abandonar la patria en ruinas.

¿Qué habrá exigido mister Grenell a maduro?, y peor aún, ¿qué más habrá entregado maduro? Eso sólo lo sabremos, lamentablemente, con el transcurso del tiempo. Son decisiones de gobierno que afectan a todo el país y se mantienen en absoluto secreto, bajo la consigna aquella de lo que queda del PSUV, de que “aquí se hace lo que maduro diga. Pero la situación no pinta bien, porque el gobierno de maduro ha demostrado que es capaz de entregar la patria, para satisfacer sus intereses grupales. Todo queda abierto a la especulación, pero es evidente que el gobierno ha entregado PDVSA, el petróleo, el gas, El Esequibo y el Arco Minero, solo para mencionar lo más evidente.

  • La renovación automática de la licencia 41 de la OFAC, a favor de la Chevron, no se puede colocar en términos de “ganar”, para ningún venezolano. Con ella, perdemos todos. Porque como lo he explicado en varios de mis artículos, es la primera vez en nuestra historia, que una agencia extranjera, en este caso, la OFAC, impone los términos y condiciones bajo los cuales se explota nuestro petróleo en el país.  Cuando el gobierno acepta la Licencia de la OFAC, viola la Reserva Constitucional sobre el petróleo, consagrada en los artículos 302 y 303 de la Constitución, así como, todo lo establecido en la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Bajo los términos de la licencia, la Chevron tiene el control, opera y exporta el petróleo de todos los venezolanos, sin pagar regalías, ni impuestos petroleros, retrogradándonos a la época de Juan Vicente Gómez. Es verdad, que le paga impuestos al Seniat (en bolívares), pero ello es una porción ínfima, irrisoria, de lo que corresponde al país y nadie sabe, en el gobierno del secreto, a dónde van a parar esos recursos. 
  • La liberación de los rehenes norteamericanos, confirma una práctica establecida por el gobierno, que utiliza, a su antojo, el sistema de justicia y en particular, el Ministerio Público (Fiscalía General), como instrumento de sus objetivos políticos. La realidad es que existen miles de presos y secuestrados políticos en el país, a quienes se les violan permanentemente sus Derechos Humanos y que deberían recibir el mismo trato de los presos norteamericanos y ser liberados; pero como no hay Trump que los defienda, tiene que hacerlo el pueblo. Incluso, si queda algo de racionalidad política en este gobierno, todos ellos deberían ser liberados, sin que venga ninguna potencia extranjera a imponerlo. 
  • En el marco de toda esta  situación y en un intento desesperado de pasar la página, el flamante presidente del CNE, Elvis Amoroso, llama ahora a elecciones regionales y de la Asamblea Nacional para el próximo 27 de abril, lanzando alguna suela de zapato para que los alacranes mastiquen; e incluso, para aliviar tensiones en el profundo descontento en el seno del PSUV, estimulan el electoralismo y la posibilidad de acceder a una de las migajas del poder. Creen que el pueblo es pendejo.

Pero el mundo, no obstante, gira, y las situaciones geopolíticas se complican. En nuestra región, sólo se alza la voz valiente de la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo; el resto, son silencios y retrocesos. 

El tribunal del CIADI ha decidido en contra de Venezuela, en el caso Conoco, luego de que el gobierno y el llamado “gobierno interino”, abandonaran la defensa de los intereses de nuestro país en el exterior, carentes de estrategia e interés patrio. El CIADI impone un monto a pagar de 7 mil millones de dólares, por cierto, la tercera parte de lo que Tareck El Aissami desfalcó en PDVSA entre 2020-2022. La Conoco se cobrará con Citgo, en lo que hemos denunciado como una tragedia anunciada por la negativa de maduro de vender estos activos en 2014, como se lo propusimos, cuando todavía estábamos a tiempo de liberar ese rehén de la apertura petrolera. 

En estos momentos ignominiosos para el país, ante el cipayismo, la ausencia de liderazgo y la destrucción del campo Bolivariano, siempre vale la pena recordar las palabras de Simón Bolívar, el Padre de la Patria, el hombre de las dificultades, en la Junta Patriótica de Caracas el 4 de julio de 1811, cuando le salía al frente a las voces de resignación y entreguismo de la naciente República: “qué nos importa que España venda a Fernando VII a los franceses, o que el emperador de los franceses lo venda a España? Si estamos decididos a ser libres, lo seremos”.  

CHEVRON, TALÓN DE AQUILES DEL MADURISMO

El madurismo, en su enorme incapacidad y bandazo a la derecha, destruyó PDVSA, el instrumento por excelencia de la soberanía económica del país, para hoy encontrarse en manos de la Chevron y otras pocas transnacionales petroleras.

Sólo a un gobierno insensato como éste, se le ocurrió la infeliz idea de destruir nuestra empresa nacional de petróleo, PDVSA, para repartirla entre los grupos económicos y de interés que los sostienen. Un error estratégico que, en un país petrolero como el nuestro, ha significado el colapso de la economía y la pérdida de nuestra soberanía. 

Debo decir que, como ex Ministro de Petróleo de Chávez, no podía, ni puedo,  guardar silencio y me deslindé temprano de lo que estaba sucediendo, desde el mismo 2014, advirtiendo al gobierno y al PSUV, en su Congreso Extraordinario del mismo año, de los graves errores que se estaban cometiendo. Después entendí que los “errores”, no eran tales, sino que se trataba del desarrollo de una  política contraria a la Política del Presidente Chávez, incluida, la Plena Soberanía Petrolera.  

A partir de 2017, luego de mi renuncia como Embajador ante la ONU y a cualquier relación con el gobierno, al percatarme —tardíamente— que su deriva autoritaria se correspondía con su bandazo a la derecha, he escrito y advertido de manera consistente, casi hasta el cansancio, sobre la entrega del petróleo y la destrucción de PDVSA. 

Debo decir que nadie escuchó, ni quisieron hacerlo; tampoco los compañeros que estuvimos juntos en PDVSA y el gobierno, pues pensaban que eran problemas de “egos”. Actitud insensata y acomodaticia de su parte, que impidió la actuación a tiempo del Chavismo como bloque político para detener el desastre, más tarde, resumida en una consigna infame del PSUV en su “congreso” de 2018: aquí se hace lo que maduro diga.   

Lamentablemente, el precio que ha pagado el país y el pueblo venezolano, ha sido enorme. Nuestra producción petrolera, que en 2013 era de 3 millones de barriles día de petróleo, sosteniendo a toda la economía nacional y a las conquistas sociales del pueblo, colapsó, en medio de la persecución y la violencia del gobierno, para ir bajando y ubicarse en 1,1 millones de barriles día de petróleo, durante la nefasta gestión del general Manuel Quevedo —para luego caer, hasta 500 mil barriles día en 2020—, tras la militarización de la industria en 2017.

Todavía permanecen en prisión, secuestrados por el gobierno, sin que a nadie le importe, más de 100 trabajadores y gerentes de PDVSA, “chivos expiatorios” del desastre del madurismo; otros, como el ingeniero Nelson Martínez, entonces Presidente de PDVSA, pagaron con su vida, luego de ser humillado y encarcelado. Mientras que, más de 30 mil trabajadores de la industria petrolera, la generación que asumió eficientemente la recuperación y conducción de PDVSA, hemos sido exiliados, perseguidos, o sencillamente, abandonaron la industria, escapando el ambiente asfixiante y fascista de persecución y encono desatada contra los “Ramiristas” que, al fin y al cabo, eran los chavistas de la empresa. 

Desde 2018, en paralelo con el Paquetazo Económico de maduro, que impuso por la violencia las peores medidas neoliberales, vino el desmantelamiento de la Política de Plena Soberanía Petrolera.

Con el Decreto 3.368 y la sentencia 155 del TSJ, autorizaban la creación de figuras inconstitucionales, contrarias a la Ley Orgánica de Hidrocarburos vigente, para entregar las actividades de producción de petróleo reservadas al Estado Venezolano, a través de PDVSA (artículo 302 de la Constitución Nacional), a empresas privadas; igualmente, cedió el control de la actividad petrolera en la Faja Petrolífera del Orinoco, a los socios minoritarios de PDVSA, derogando de facto, el Decreto Ley 5.200 de su nacionalización. 

Así, se consumó la derogatoria de la Plena Soberanía Petrolera; nadie escuchó las advertencias. Sin embargo, comenzaba a ser evidente para el pueblo venezolano, que la crisis no tenía su origen en sanciones o en “planes conspirativos”, sino que era producto del colapso de la industria petrolera y el derrocamiento de la V República

Los beneficiarios de este saqueo, civiles y militares, se convirtieron de la noche a la mañana, en los nuevos ricos, la burguesía “revolucionaria”, que sostiene al gobierno en detrimento de los intereses del pueblo.  

Era “el milagro” del madurismo, que se desvaneció tan pronto salió a la luz el desfalco de más de 25 mil millones de dólares, que durante la gestión de Tareck El Aissami (gran perseguidor) y Asdrúbal Chávez (gran cómplice y desleal), se llevaron en cargamentos petroleros, entre 2020 y 2022, cuyo dinero convertido en “criptomonedas” (como fue estimulado por el propio gobierno), jamás ingresó al país. 

No deja de ser un detalle importante mencionar, que Tareck El Aissami no actuaba por su cuenta, sino que ejecutaba la estrategia del Alto Gobierno, en el sector petrolero.  

La promulgación de la Inconstitucional “Ley AntiBloqueo” ha consagrado, con la excusa de las sanciones, el secreto en la gestión de los asuntos públicos; incluso, en temas que están definidos por la Constitución como de interés público nacional, como lo es, la materia de hidrocarburos. A su amparo, se ha revertido la Soberanía Petrolera y se han entregado campos e instalaciones de PDVSA a todo tipo de empresas, la mayoría de ellas, sin experiencia, ni capacidad, de la “burguesía revolucionaria”. 

Sin embargo, nada de ésto funcionó, ni funciona. Es entonces, cuando la Chevron Corporation viene en auxilio del madurismo. El lobby en Washington fue enorme, la promesa hecha a la transnacional resultaba el sueño de oro de cualquier empresa representante del imperialismo. 

Así, la OFAC norteamericana emite la Licencia A41, que autoriza a la Chevron, a producir y llevarse el petróleo venezolano, en unas condiciones absolutamente contrarias y violatorias de la Ley y la Constitución: la transnacional controla las operaciones, es decir, PDVSA queda al margen de la actividad; la transnacional produce y se lleva el petróleo a su propio sistema de refinación, atendiendo a sus únicos intereses (violando el monopolio sobre las exportaciones asignado al Estado) y, todo ello, sin pagar regalías, ni impuestos petroleros, ni la parte correspondiente a PDVSA, como socia mayoritaria en las empresas mixtas donde participa con CHEVRON. 

La licencia de la OFAC derogó, de facto, todo el ordenamiento jurídico vigente, y con ella, las conquistas históricas que en materia petrolera se habían alcanzado en el país, incluso las alcanzadas con la Ley de Nacionalización de 1975. Las disposiciones de la OFAC nos retrogradaban a la época entreguista de Juan Vicente Gómez de inicios del siglo XX. 

Lo increíble no era que la OFAC y la Chevron quisieran estas condiciones, sino que, el gobierno las aceptara. Por primera vez en la historia de Venezuela, un gobierno acepta abiertamente los dictámenes de un gobierno extranjero en sus asuntos internos; en particular, en el manejo del petróleo. Quedaron sepultados el ejemplo de Isaías Medina Angarita, Juan Pablo Pérez Alfonso y Hugo Chávez.

Esta aceptación de los términos de la OFAC demuestra una característica de este gobierno, y es que ante la presión política, el mismo cede, entregando todo lo que pueda de la patria, para mantenerse en el poder. Ahora, a maduro no le queda nada que entregar. 

El último Reporte de la OPEP indica que la producción de Venezuela, según fuentes secundarias (las únicas confiables, dada la falta de fiscalización en el país), se ubica en 886 mil barriles día de petróleo, aún 2 millones 114 mil barriles día por debajo de nuestra producción de 2013. 

De esta producción, 220 mil barriles corresponden a la de Chevron en las tres empresas mixtas: PetroBoscán, Petroindependencia y Petropiar, lo que representa el 25% de la del país, barriles que se lleva la empresa, sin pagar impuestos petroleros, ni regalías. Sin embargo, la transnacional sostiene al gobierno con 300 millones de dólares por concepto de otros impuestos, tal como se desprende de la declaración de impuestos de la propia empresa obtenidos por Bloomberg, donde informan el monto que las empresas mixtas Petroboscán y Petropiar pagaron al Estado 

El resto de las empresas transnacionales que operan en el país, incluyendo, la rusa Roszarubezhneft (empresa de seguridad, no energética), en Petromonagas, y la china CNPC, en Sinovensa, producen 188 mil barriles día, equivalente al 21 % de la producción nacional. 

Pero, la noticia triste y alarmante, es que PDVSA, con esfuerzo propio, incluyendo los contratos de servicios petroleros que se han otorgado inconstitucionalmente, produce sólo 346 mil barriles día de petróleo, equivalente al 39% de la producción nacional.

El resto de las Empresas Mixtas que se mantienen en el país, producen 132 mil barriles día de petróleo.

Esta situación demuestra, por una parte, el fracaso de la política petrolera del madurismo, no sólo en cuanto a los niveles de producción, sino en el rol de PDVSA, como instrumento de la soberanía nacional. PDVSA junto a las empresas de servicio, sólo produce el 39% del petróleo del país. El resto, está en manos de las transnacionales. 

Esta vulnerabilidad del país contrasta con la situación de 2013, con una producción de 3 millones de barriles día, de los cuales 1 millón 885 mil barriles día, el 63% correspondían a PDVSA por gestión propia, sin empresas de servicio, ni otro tipo de contratos; mientras que, 1 millón 130 mil barriles día, el 38% correspondían a las Empresas Mixtas, donde PDVSA tenía una participación mínima de 60%.

En las 9 Empresas Mixtas con mayor producción del país de entonces, PDVSA tenía una participación promedio del 70%, así: de acuerdo con el nivel de participación de PDVSA en las Empresas Mixtas, de ese millón 130 mil barriles día de producción, 770 mil barriles día correspondían a PDVSA. 

Es decir, que para 2013, con una producción-país de 3 millones de barriles día, 2 millones 655 mil barriles día, el 88% de la producción correspondían a PDVSA; mientras que, 360 mil barriles día, el 12% correspondían a las empresas internacionales, siempre asociadas con PDVSA en minoría.

Ésta era la fortaleza de la PDVSA del pueblo, la “Roja Rojita”, que era una empresa nacional, con todas sus capacidades técnicas, al servicio del pueblo y capaz de sostener, como lo hizo durante 12 años, a todo el país. 

Ésta fue la poderosa industria que destruyó el madurismo, para entregarla al saqueo de los suyos y a las transnacionales. 

Hoy, el país está tan débil y vulnerable, resultado de las políticas entreguistas de los últimos 10 años y la destrucción de PDVSA, que cualquier decisión de gobiernos extranjeros pone en jaque al gobierno. 
Como he mencionado en anteriores artículos, lo que se le viene encima a este gobierno, que se regodea en su aquelarre, es un tsunami. Por eso resulta impostergable volver a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la única, la de 1999, volver a la Democracia Popular, Bolivariana y al rescate de la Plena Soberanía Petrolera, para poder reconstruir la Patria.

EL AQUELARRE DEL MADURISMO

El 10 de enero pasado, como ya habíamos previsto, nicolás maduro se juramentó como Presidente de la República, en violación de la Constitución y las leyes, para dar inicio a un gobierno inconstitucional, una dictadura

Tal como el 12 de abril de 2002, cuando se juramentó Carmona Estanga, luego de consumado el Golpe de Estado, maduro hace lo mismo, después del fraude electoral del 29 de julio pasado y de imponerse por la violencia, atropellando la voluntad del pueblo y violando abiertamente la Constitución. Ambas fechas, quedarán para la historia, como días de infamia. 

Así como Carmona se juramentó en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, entre los vítores y algarabía de la más rancia oligarquía venezolana, maduro lo hizo en el Salón Elíptico de la Asamblea Nacional, con su propio aquelarre de incondicionales, aquellos que están gobernando para la oligarquía (nueva y vieja) y que han llevado al país al abismo. 

Viendo el aquelarre madurista, el montaje y sus personajes, así como los primeros anuncios de la dictadura, uno siente la misma indignación de los que fueron los hechos el 12 de abril de 2002, tras la juramentación de Carmona. Viendo a maduro rodeado de los suyos, los más conspicuos representantes de la violacion de los Derechos Humanos y de la Constitución, uno se pregunta,  ¿a cuenta de qué, éstos van a seguir destrozando el país? ¿a cuenta de qué, lo permite la Fuerza Armada Nacional Bolivariana? ¿a cuenta de qué, cuatro gatos destruyen un país y el futuro de nuestros hijos, para mantenerse en el poder?  

La juramentación de maduro fue en solitario, sin presencia internacional, sin pueblo, un acto ilegítimo, que signará en adelante todo lo que suceda en el país. No se trata de un hecho simbólico al que hacemos referencia, sino de una grave condición: éste es un gobierno inconstitucional, y en consecuencia, todos sus actos son ilegítimos de origen.   

En términos políticos, significa que se ha instaurado una dictadura, que da el tiro de gracia al proceso bolivariano (profundamente democrático y popular) que se inició en 1999, con el ascenso del Presidente Chávez al poder. Ahora, la primera acción anunciada por la dictadura, es la de modificar la Constitución de Chávez, lo cual, es “una puñalada al corazón de la patria”, como decía el mismo Comandante. 

Está claro que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, constituye, en el marco jurídico-político, un límite, un freno al madurismo. Por ello, el gobierno de maduro la ha violado sistemáticamente durante estos más de 10 largos años de destrucción del país.

Ahora, con la dictadura, el madurismo —que se siente fuerte— ha decidido derogar la Constitución, para reformar las leyes que la desarrollan y terminar de convalidar la entrega del país, comenzando con el sector petrolero, y la reserva y los preceptos constitucionales que establecen nuestra soberanía sobre nuestros recursos naturales; y, a la vez, introducir aspectos que conculcan los Derechos y Garantías Fundamentales, alcanzados con ella. Pero todo lo que hagan, será ilegítimo. 

El madurismo ha llegado a este punto, sin pueblo que lo apoye. En su asalto a la Constitución, ha dejado el camino lleno de víctimas, prisioneros, miles de jóvenes, menores de edad, cientos de secuestrados políticos, como el caso de la detención arbitraria del Ex-Candidato Enrique Marquez, quien ha asumido una posición valiente en defensa de la Constitución y en contra del fraude electoral cometido por el gobierno. 

El gobierno de maduro, en su deriva autoritaria, sólo concita un rechazo que crece todos los días, mayoritario; muestra de ello, fue la pasada campaña electoral, cuando las masivas demostraciones en su contra, contrastaban con las escuálidas que se hacían a su favor.  

Por eso, se sostiene por la violencia, por sus policías y grupos parapoliciales, así como, por una nueva casta militar (el Generalato y un Alto Mando) que ha traicionado la Doctrina que dió nacimiento a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; una nueva casta que sostiene con sus armas un gobierno, no sólo inconstitucional, sino que ha entregado la soberanía y los sagrados intereses de la patria.

Pero el madurismo ha podido avanzar hasta este punto, luego de aniquilar al chavismo y a todo aquel que lo represente. Los que acompañamos a Chávez, durante más de 12 años en su gobierno, hemos sufrido persecución y exilio, y una feroz campaña de aniquilamiento y criminalización jamás vista. Otros, han sido víctimas de prisión, mientras que cientos de oficiales y trabajadores continúan secuestrados en los calabozos del gobierno. Entre tanto, la inmensa mayoría de dirigentes políticos, civiles y militares, que constituían el eje motor del chavismo en la calle, han sido colocados en el ostracismo o sometidos a “medidas cautelares”, que les impiden el ejercicio de sus derechos políticos. 

Pero también, hay que decirlo, el madurismo ha llegado hasta aquí por el silencio e indiferencia de antiguos dirigentes del chavismo, que bajo la excusa de una postura “táctica”, han renunciado a su responsabilidad histórica de detener este desastre. Mientras que, muchos más, prefieren ver hacia otro lado cuando se traiciona el legado de Chávez y se violan los derechos del pueblo, bajo el chantaje de que “eso es mejor, antes que la derecha llegue al poder”, sin entender que ella (la derecha) está allí desde hace tiempo. 

Un aspecto fundamental para entender esta coyuntura y lo que viene hacia adelante, es que el madurismo y el chavismo son conceptos contrarios, más bien, opuestos.  

Mientras el odio y la intolerancia —o simple miopía— de muchos no permitan apreciar este hecho, el madurismo seguirá aprovechándose de la figura de Chávez para acometer, en su nombre, todos los atropellos y tropelías posibles; mal tiempo que manipulan al pueblo pobre y a los militares, con un sentimiento que sigue allí, vivo. 

La oposición tradicional no ha entendido este aspecto fundamental, por lo cual, su discurso y las posiciones prevalecientes de grupos intolerantes, le impiden articular un mensaje que permita atraer al chavismo, empezando por el chavismo militar. Ésta es la principal razón por lo que, a pesar del enorme rechazo al gobierno de maduro, no se ha podido producir —ni se producirá— un quiebre a favor de grupos políticos que sólo prometen revancha y “cobrar”, tras una eventual victoria. 

Cuando la narrativa opositora arremete contra Chávez y el chavismo, le está haciendo un gran favor a maduro, que la utiliza para polarizar y chantajear, concitando el apoyo del chavismo militar. 

Pareciera que ciertos personajes y generales del tuiter y redes sociales de la oposición, trabajaran en coordinación con el aparato de propaganda del madurismo, cuando levantan la bandera de una intervención militar o la ilusión de que un “ranger” norteamericano vendrá a resolver nuestros problemas. Muchos de los periodistas y medios alternativos que han surgido en las redes, le hacen el mismo juego al madurismo, sin dejar espacio a una opción unitaria y nacional contra la dictadura. Estamos en la lógica del “ojo por ojo” en un país de tuertos. 

Por otra parte, los opinadores y expertos de la oposición, incluyendo operadores internacionales, no entienden el fenómeno del chavismo y su diferencia con el madurismo. No entienden que el país cambió para siempre. Es a partir de comprender el proceso y la dinámica político y social venezolana, que se debe construir una alternativa política para resolver el conflicto.  

Insisten en posturas tremendistas e inmediatistas, “ahora si”, “mañana cae”, “Urrutia entrará al país a juramentarse”, creando tremendas expectativas de difícil cumplimiento que, cuando no se producen, se transforman en frustración y resignación. Eso es justamente lo que busca el madurismo, que se instale en el sentimiento nacional, en el corazón popular, la resignación y la desesperanza, lo cual se transforma en aceptación de la fatalidad o en salidas individuales como dejar el país.

Hay que poner los pies en la tierra, abrir el campo político e incluir a todos los sectores en la lucha por la Constitución, sin sectarismos, ni aventuras e ilusiones. La lucha es junto al pueblo, a todo el pueblo, incluyendo, por supuesto, al chavismo.

Es por todo ésto, que resulta fundamental, prioritario, de una necesidad impostergable, que el chavismo, y más allá de él, el amplio campo popular y bolivariano, se reorganice en torno a las ideas de Chávez, las cuales mantienen una vigencia extraordinaria y están expuestas en la Constitución y en el Plan de la Patria.

Tal reorganización pasa, por luchar por el restablecimiento de la soberanía sobre nuestros propios asuntos, el rescate del petróleo (hoy en manos de las transnacionales) para colocarla a favor de nuestro pueblo, y poner la economía al servicio de todo el país, gobernando para las amplias mayorías que hoy están sumidas en la pobreza y la desesperación. 

Igualmente, luchar por el restablecimiento de la institucionalidad democrática y popular, de la democracia participativa y protagónica, así como, por el respeto a los derechos humanos, la libertad de todos los presos políticos, y la re-instauración de los derechos políticos de todos los sectores del país. Estos deben ser elementos básicos que unifiquen al campo bolivariano. 

Sólo así, y únicamente después de existir como opción política en la calle, el chavismo podra ir al encuentro de otras fuerzas políticas y sociales, incluyendo factores de la oposición, para construir un gran movimiento patriótico, nacional, una Junta Patriótica, con el objetivo de derrocar la dictadura e iniciar el proceso impostergable de reconstruir la patria, donde el chavismo tiene que existir y estar movilizado para luchar por los objetivos que fueron trazados en el Plan de la Patria.  

Estoy convencido, en mi condición de vida, de militante revolucionario, y con toda la experiencia y conocimiento al lado del Comandante Chávez, durante más de 12 años como Ministro, que es necesario poner a un lado los intereses particulares, los dogmas y posiciones grupales, que fracturan la unidad del pueblo.

El madurismo se siente envalentonado en su borrachera de poder, porque tienen las armas, tal como celebraban los golpistas el 12 de abril en Miraflores. Pero lo que se le viene encima al gobierno, es un tsunami devastador, tanto por una implosión interna en el país, como por la nueva situación geopolítica, que, aunados al aislamiento del que adolecemos, hace prever una ofensiva de presión extraordinaria, que provocará un deterioro extremo en la ya tambaleante situación nacional, con graves consecuencias para el futuro de la patria. 

Ante estos escenarios, que son previsibles, pero de una intensidad aún indeterminada, la patria no puede ser conducida por esta dirección entreguista, que ha demostrado ser incapaz de defender los intereses nacionales. 

Un gobierno que, para negociar su supervivencia, ha entregado el petróleo, nuestra economía, las conquistas de los trabajadores, El Esequibo, y  nuestros recursos naturales, al saqueo. Un gobierno que es ilegítimo e inconstitucional, sostenido por las armas de sus policías y del Alto Mando Militar, sin apoyo popular y ni una ética política que lo sostenga, no tiene la capacidad de hacer frente a los enormes retos que se presentan en el futuro inmediato. 

La dictadura del madurismo, parafraseando a Mao Tse-Tung, es un tigre de papel (“de tuiter”, habría que decir ahora). Pero, en todo caso, carece de legitimidad y reconocimiento popular. No tiene alma y no existe ninguna razón sagrada que lo sostenga. Ahora, en la agudización de la crisis, es el momento estelar del campo Bolivariano para construir una gran coalición nacional y cambiar el curso de los acontecimientos, ahora le toca a todo el pueblo.

EL DESMADRE

En el año nuevo que inicia, se profundiza el desmadre del gobierno de cara al 10 de enero. Pareciera no haber límites, ni reglas, ni siquiera el marco legal o constitucional del país, que pueda poner freno al “desenfreno” de su actuación. Se impone la máxima de “aquí se hace lo que yo diga” o más claro aún, “lo que a mi me da la gana”.  Mala señal, el país se desliza velozmente hacia una crisis aún peor que la vivida en este terrible período del madurismo.

El 2024 estuvo signado por lo sucedido el 28 de julio y el fracaso del gobierno en ganar la legitimidad perdida, donde los “expertos” políticos de su entorno convencieron a maduro de hacer unas elecciones relámpago, algo así como un Blitzkrieg: adelantaron la fecha de votación, secuestraron partidos y tarjetas electorales, inhabilitaron a sus posibles contendores —del chavismo y la oposición—, impidieron el voto en el exterior, cambiaron los centros electorales y, aun así, el pueblo se expresó mayoritariamente en su contra. 

Las manifestaciones de rechazo al gobierno, durante el breve periodo de campaña electoral, se produjeron en todo el país con contundencia inocultable, siendo notable en aquellas regiones y circuitos electorales tradicionalmente chavistas. Todo le salió mal, en un erróneo cálculo de “expertos” desconectados de la realidad; como dirían en la calle: “vinieron por lana y salieron trasquilados”.

Luego, vino el fraude electoral, con Elvis Amoroso al frente del CNE. Un proceso de totalización confiscado, violacion de la Ley electoral, las actas desaparecidas (al día de hoy, no se han mostrado), la proclamación de maduro como vencedor, la actuación del TSJ —designado para tales fines por el propio gobierno— y la represión. 

El 29 de julio, el pueblo, frustrado por lo sucedido, salió a las calles a manifestar su descontento, donde lo dejaron solo, sin dirección, sin objetivos. En Miraflores dieron la orden de arremeter contra los manifestantes y todo el mundo, produciéndose miles de detenciones arbitrarias, incluso de menores de edad. La acusación —como siempre genérica— de “terroristas” o simplemente “enemigos”, dio la luz verde para que las fuerzas policiales y para-policiales actuaran a sus anchas; había que cumplir la orden de los “jefes”, instaurándose el concepto de la unidad “cívico-policial” y el miedo como recurso fundamental.  

Así cerró el año y así abrió el 2025, con mayor incertidumbre que nunca respecto al futuro. Nosotros lo hemos advertido, no es cualquier cosa lo que sucederá el 10 de enero con la autoproclamación de maduro, su juramentación como presidente electo —producto de un fraude— sin haber mostrado las pruebas de ello, coloca al país en otra situación. Estaremos ante un gobierno inconstitucional, completamente al margen de la Constitución, sin ningún tipo de legitimidad; la juramentación será un Carmonazo, como aquel del infausto 12 de abril de 2002: una dictadura.

Uno de los pilares fundamentales en la actuación del Presidente Chavez, fue siempre mantenerse apegado a la Constitución y, por supuesto, subordinarse al pueblo –el Poder Originario– y lo que éste decidiera con su voto. Por su parte, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que, en su concepto doctrinario, nació el 13 de abril de 2002 con la unidad cívico-militar, tuvo siempre como fundamento la defensa de la Constitución. Fue esto lo que motivó la actuación del General Baduel desde la 13 Brigada de Paracaidistas, así como del General Carneiro desde el Fuerte Tiuna y de los Militares Patriotas que condujeron la retoma de Miraflores y la Operación Restitución de la Dignidad Nacional que, finalmente, permitió volver al Presidente Chavez y a la Constitución violada por los golpistas. 

Viendo lo que sucede, en perspectiva histórica y política, queda en evidencia que la actuación del madurismo es absolutamente contraria al Chavismo, a la conducta y principios del Presidente Chavez y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Ya no nos referimos solo al giro a la derecha del gobierno y la destrucción de la obra y del legado del Presidente Chavez, sino, en términos estrictamente políticos y Constitucionales, al andamiaje del Estado y su legalidad. Es un tema para una reflexión profunda en el campo Bolivariano, incluyendo el ámbito militar (como garantes de la Constitución), sobre el futuro político del país.

El gobierno, en su desenfreno, ha ocupado policialmente el país, sobre todo Caracas, con un fuerte despliegue de sus fuerzas policiales y organismos de seguridad. Lo que queda claro es que el gobierno no tiene Pueblo, lo que tiene son policías. Se ha convertido en un gobierno policial. Aquí habría que hacer otra reflexión: ¿a cuenta de qué, una cúpula de políticos viola el Orden Constitucional basados en su fuerza policial?

Pero, la actuación desenfrenada del gobierno, tiene sus consecuencias. 

En el ámbito internacional, está más aislado que nunca. No es  cualquier cosa que el gobierno del Brasil —por cierto, presidido por Lula y no por Bolsonaro— envíe solo a su embajadora. En efecto, los embajadores van a todos los actos protocolares del país donde están. Igual ha sido la postura del gobierno de Petro —no de Duque— en Colombia y el gobierno de Boric —no de Piñera— en Chile. 

Ni siquiera los países que eran más afines a la Revolucion Bolivariana, incluyendo a líderes que son referencia ética, como el ex Presidente Pepe Mujica, están dispuestos a reconocer el gobierno de maduro, surgido de un fraude. Ni siquiera fuimos admitidos en el BRICS. 

En la esfera nacional, el despliegue de fuerza policial y la actuación violenta contra la población, lo que hace es acumular un resentimiento enorme contra el gobierno y contra todo lo que la gente crea que es parte del mismo. 

El gobierno no está dispuesto a dar la batalla de las ideas, porque no tiene qué defender; y pero aún, no tiene nada que ofrecer. Esto no es chavismo, ni es revolucionario, ni emociona a nadie. 

Pero los altos jerarcas del madurismo y jefes policiales, muchos de los cuales están señalados por los organismos internacionales como responsables de la violacion de los derechos humanos, creen que “se la están comiendo”, que tener miles de presos, secuestrados y rehenes políticos, no tendrán consecuencias; que la judicialización de la política no se volverá contra ellos; que las acusaciones por crímenes de lesa humanidad, es poca cosa. Lo cierto, es que están desconectados de la realidad, del sentimiento del pueblo y, sobre todo, no serán capaces de hacer frente a los grandes retos de la geopolítica internacional.

Porque cuando se entrega la soberanía y se carece de legitimidad, de piso constitucional y apoyo popular, no se puede defender nada. 

El país se desliza a escenarios extremadamente complejos, como nunca antes. Necesitamos una dirección patriota, Bolivariana, para poder restablecer la Constitución y leyes, con la legitimidad que da el Pueblo para hacer frente a ellos, para poder iniciar la enorme tarea de reconstruir la Patria.

EL 10 DE ENERO: EL CARMONAZO

Luego de las elecciones del 28 de julio y el sucesivo fraude electoral —al día de hoy, todavía el CNE no ha mostrado las actas de votación—, el gobierno transita como una nave sin rumbo, hacia una situación que, a partir del 10 de enero de 2025, cambia todo en el país.

Si nicolás maduro, proclamado por su amigo Elvis Amoroso como vencedor de las elecciones, se juramenta como Presidente de la República para un nuevo período, ese nuevo gobierno será, nada más y nada menos, que un gobierno inconstitucional, írrito.  

Los más furibundos voceros del madurismo, incluyendo el mismo maduro, han asegurado —y muy probablemente así será— que maduro se juramentará, sin importarle la voluntad del pueblo ni la Constitución. Las consecuencias para el país, por supuesto, no serán pocas. 

Así, el gobierno va a protagonizar su propio Carmonazo. Este hecho, que aparentemente se le ha olvidado a aquellos mandos militares y dirigentes políticos que lo apoyan, marcará un “Antes y un Después”. A partir del 10 de enero, un gobierno presidido por maduro, será una dictadura, sumándose a la lista de las tantas que han plagado a la América Latina y que han llevado tanto dolor a sus pueblos. Será un retroceso enorme. Y, sobre todo, es la renuncia final de este gobierno a cualquier vestigio de chavismo. 

A los sectores y dirigentes maduristas (que alguna vez fueron chavistas o de izquierda), sean civiles o militares, representantes de esa pequeña burguesía que ha usufructuado toda su vida del heroísmo de otros, no les gusta para nada que llamen a su gobierno “dictadura”, pues es una “raya”. Pero eso es lo que es. 

Probablemente, muchos ya se han olvidado que Carmona Estanga se auto-juramentó, el 12 de abril de 2002,  en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, a pocas horas de haberse consumado el Golpe de Estado contra el Presidente Chávez. A Carmona Estanga, que lo sostenía entonces la violencia de los golpistas “preñados de buenas intenciones”, poco le importó haber violado la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la voluntad del pueblo —expresada en el voto popular— que daba su apoyo al Presidente Chávez. Carmona actuaba como un dictador y se juramentaría de todas todas.

La foto de Carmona Estanga con la mano levantada juramentándose en abril de 2022 y la foto que se tomará maduro, con la mano levantada, juramentándose el 10 de enero, será la misma foto, la misma imagen, el mismo hecho político con toda su gravedad y consecuencias.

Por supuesto, no faltarán, entre los maduristas, los que digan que este Carmonazo del 10 de enero “sí es bueno”, porque “es nuestro”. Las paradojas de la historia, es que, el 12 de abril de 2002,  Carmona Estanga se juramentó como dictador, presidiendo Fedecámaras; el 10 de enero de 2025, maduro se juramentará, gobernando para Fedecámaras. Se cierra el ciclo de una Revolución traicionada. 

Lamentablemente, no está el Comandante Chávez entre nosotros, ni nadie que se le parezca. De ser así, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, lo mejor de sus oficiales, junto al pueblo llano y pobre, restablecerian (como el 13 de abril) el hilo constitucional con aquella “operación de la dignidad” y harían respetar la Constitución, que está por encima de cualquier consideración o intereses grupales. 

Ya la Constitución ha sido bastante vapuleada por este gobierno, pero hasta ahora, le ha servido para darle legalidad de origen tras el triunfo electoral de 2018, donde amplios sectores de la oposición cayeron en la trampa de no participar. Sin embargo, tras el fraude electoral en las elecciones del 28 de julio, está claro para el país y para el mundo entero, que maduro no ganó las elecciones; por ende, no tiene la legitimidad para juramentarse como Presidente del nuevo período de gobierno. Reiteramos, y no deja de ser el aspecto más importante de este artículo, que será un gobierno inconstitucional de origen.

La nueva alianza cívico–policial que gobierna el país, cree que se podrá sostener con la violencia, la represión, el miedo y el tuiter. Llenarán –como están haciendo– las cárceles y centros de detención, de venezolanos inocentes, incluidos menores de edad. Actuarán cruelmente –como lo están haciendo– exponiendo a los detenidos a tratos inhumanos y degradantes; no les importa que estén enfermos, que mueran en custodia (el pasado 12 de diciembre, se conoció la muerte de otro detenido político, Jesús Rafael Álvarez). No les importa nada, con tal de sostenerse en el poder.

La reciente actualización oral del Alto Comisionado para la Defensa de los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, sobre las torturas y detenciones arbitrarias en Venezuela, sigue visibilizando un hecho que no se puede ocultar.  Aceleradamente, el gobierno se va convirtiendo en una maquinaria de terror, como emergen de las imágenes de los centros de detención y tortura del derrocado gobierno de Bashar Al Assad.

Pero gobernar un país, es más que una parodia, más que una tendencia de tuiter; se necesita legitimidad. La condición de ser un gobierno inconstitucional significa, entre otras cosas, que todos sus actos son nulos y carecen de efectos jurídicos.

Ya no se trata solo de que el gobierno ha entregado los recursos naturales: el petróleo, el gas, el oro, con base en leyes y decretos inconstitucionales y una gestión gubernamental de espaldas al país, secreta; sino que ahora, el propio origen de los funcionarios del gobierno —empezando por su presidente— carecen de legitimidad, de “auctoritas”, más aún, sus actos de gobierno y decisiones. Este gobierno no es capaz de garantizar nada y esto lo sabe el mundo entero.

Por otra parte, el país confronta una situación extremadamente compleja, en lo económico y social. El paquetazo de derecha de este gobierno, implementado desde 2018, ha sido más profundo en sus consecuencias que el del propio Milei en Argentina, convirtiéndose en una regresión de todas nuestras conquistas históricas, conduciendo a nuestro pueblo a la pobreza extrema, a la desesperanza, que no ve ninguna posibilidad de resolver su situación con este gobierno, lo que lo obliga a millones a emigrar. La patria no sólo se desangra en recursos naturales y económicos, sino en lo más preciado: se desangra de sus hijos. 

En el ámbito internacional, el gobierno está más aislado que nunca. Pensaban obtener legitimidad internacional después del Acuerdo de Barbados y con las elecciones, pero su actuación violatoria de los mismos echó por tierra, esta posibilidad. Pensaban obtener solidaridades automáticas de los gobiernos de Colombia y Brasil, y se equivocaron de “cabo a rabo”. Muy pocos países de la región reconocen el “triunfo” de maduro; el gobierno rompió relaciones y expulsó embajadores de 7 países, mientras mantiene rodeada y asediada la Embajada de Argentina en Caracas, por ofrecer protección a perseguidos políticos. 

El triunfo de Donald Trump como presidente de los EEUU y la designación de Marco Rubio, como nuevo Secretario de Estado, parecen indicar un cambio radical en la postura de la Administración Norteamericana hacia el gobierno de maduro. 

Por otra parte, lo sucedido en Siria, muestra cómo la geopolítica de las grandes potencias está por encima de cualquier interés de gobiernos de periferia, que nunca sabrán, sino hasta sus días finales, si fueron negociados como unas fichas de cambio. 

Los acontecimientos de Siria, revelan iIgualmente la importancia de la legitimidad y apoyo popular para un gobierno, que no se puede sostener con base en la violación de los Derechos Humanos. A la vez, reitera la máxima de José Vicente Rangel: “lo más peligroso de la política, es aquello que no se aprecia a simple vista”.   

En el marco de esta compleja situación internacional, tenemos el agravante de que el actual gobierno ha demostrado fehacientemente que no es capaz de defender la Soberanía Nacional, entendiéndola a ésta como un todo: la Soberanía Política, la Soberanía Económica, la Soberanía Petrolera y la Soberanía Territorial.  

Tal como establece la Constitución, “la Soberanía reside en el pueblo”, por lo que, en este momento, carecemos de Soberanía Política; la economía ha sido entregada a la conducción de factores del capital transnacional y nacional, incluidos, la nueva “burguesía revolucionaria” y Fedecámaras, por lo que, también adolecemos de ausencia de Soberanía Económica; el petróleo y el gas, han sido entregados a la Chevron y a las transnacionales en Trinidad y Tobago, en condiciones violatorias a nuestra Constitución y leyes, por ende, también hemos perdido la Plena Soberanía Petrolera.

Mientras que El Esequibo se ha perdido por la inacción e improvisación del gobierno, hoy la Exxon Mobil, la Chevron y la CNOOC de China, producen 620 mil barriles día de petróleo en aguas del Esequibo, ocupando de facto nuestro territorio y bloqueando nuestra salida a la fachada Atlántica.  

Las amenazas sobre el país y nuestras posibilidades de salir de este abismo, son inmensas y se profundizan a partir del próximo 10 de enero con la juramentación de un gobierno inconstitucional. 

Contrariamente a lo que aseguran líderes de la oposición, condimentadas con teorías especulativas del tuiter y que solo contribuyen a generar expectativas infundadas e inmediatistas, el 10 de enero no pasará nada extraordinario. Sin embargo, lo que va a suceder a partir de la juramentación de maduro, es un paso en falso para el gobierno —al no tener piso político ni Constitucional— y se establecerá una dictadura, que de cualquier manera, tiene sus días contados. La situación del país es insostenible y esta dirección política ha demostrado su estruendoso fracaso e inmensa incapacidad para conducirlo. 

El cielo encapotado anuncia tempestad y todo lo que va a suceder en la tierra tiene su tiempo y su hora, pero hay que empujarlo. Hace falta una dirección política verdaderamente revolucionaria, comprometida con el cambio político, derrotar a la dictadura y restablecer el hilo Constitucional.  Sobre el terreno, sobre el campo de batalla político, falta que surja una opción chavista y bolivariana, que sea el eje de una Gran Alianza Patriótica Cívico-Militar, que sea capaz de concitar la unidad de todos los venezolanos, para dejar atrás el sectarismo y los intereses grupales, y poner como única prioridad levantar a Venezuela y reconstruir nuestra Patria Soberana.

MUSCAR, Erick Prince y el colapso de PDVSA

La explosión ocurrida en el Complejo MUSCAR, el pasado 11 de noviembre, es un hecho grave, por sus consecuencias inmediatas sobre la industria petrolera y porque refleja el profundo daño causado a la misma, luego de más de 8 años de persecución a sus trabajadores, su militarización y las sucesivas intervenciones, su desmantelamiento, abandono y la entrega de PDVSA. 

El Complejo Operativo MUSCAR, es una instalación estratégica de procesamiento gasífero ubicada al norte del estado Monagas, cerca de la población de Punta de Mata, entre los campos petroleros de Musipán y Carito. Este Complejo constituye la base de todas las actividades de manejo de gas, desarrolladas en el Distrito Norte de la División Punta de Mata de PDVSA. Su principal función es la recepción, tratamiento, acopio y distribución del gas producido en dicha área, tanto para atender el mercado interno, como para su reinyección en los yacimientos y soportar la producción de petróleo del norte de Monagas. 

Además, su influencia abarca el procesamiento del gas asociado al crudo de las unidades de explotación Furrial, Carito y Pirital, así como, la segregación óptima de gas destinado a la Planta de Extracción de Líquidos Santa Bárbara.

El Complejo MUSCAR es, además, el centro de recepción y distribución más importante de gas en Venezuela, puesto que,  en sus instalaciones, se manejan y se despacha aproximadamente el 80% del total de gas que se produce actualmente en el país, es decir, que en el mismo, se maneja todo el gas del oriente venezolano.

La explosión e incendio ocurrido en MUSCAR, no sólo paralizó el Complejo, sino que, también destruyó el múltiple y afectó el tubo troncal de transmisión de gas MUSCAR–Anaco. Este tubo es clave, pues conecta el gas procesado con el centro de distribución nacional en Anaco, desde donde se envía gas a Guayana y las empresas básicas, a Margarita, la Región Capital, la Central, la Centro-Occidental y parte de la Costa Oriental del Lago.

Sin el tubo troncal, no hay forma de transportar el gas hacia los centros de distribución, lo que afecta su disponibilidad en Margarita, Guayana y otras regiones, impactando centrales termoeléctricas y la extracción de líquidos necesarios para producir GLP (gas licuado de petróleo) , lo que agrava la crisis de cilindros de gas doméstico.

La explosión y suspensión de las operaciones en MUSCAR, obligó al cierre de pozos en los Campos de Furrial, Carito y Pirital, por motivos de seguridad, lo que representa una pérdida de alrededor de 120,000 barriles diarios de crudo.

De este total, aproximadamente, 50,000 barriles diarios, son destinados como diluyentes para procesar crudo extrapesado en la Faja, lo que afecta la producción de 125,000 barriles de crudo Merey-16, principal producto exportable de Venezuela. La afectación directa e indirecta por el incidente, alcanza cerca de 195,000 barriles diarios de producción y 125.000 barriles días de petróleo para la exportación.

Como resulta obvio, la explosión de MUSCAR es un hecho muy grave, que amerita, de parte del gobierno, una explicación seria al país, sobre sus causas y consecuencias, además de la información real de cuándo será restablecida la operatividad de este Complejo y  las operaciones en el Norte de Monagas.

Pero evidentemente, no ha sido así. El gobierno y las autoridades del Ministerio de Petróleo y PDVSA optaron por el silencio, a pesar de que las imágenes mostraban que se trataba de un evento mayor. Nadie del gobierno dijo nada, como si no fuera con ellos. Sin embargo, las explosiones sucesivas ocurridas en la Instalación y la magnitud de las llamas, además de la alarma entre las poblaciones aledañas, daban cuenta de una situación que no podía ser ignorada. Pero, ni la Ministra de Petróleo, ni el presidente de PDVSA, persona absolutamente desconocida en el sector, dieron la cara al país. Nadie dijo nada, ninguna información seria, veraz, se imponía el mutismo. 

Luego, la Ministra-vicepresidente —y de allí en adelante, todo el gobierno—, salió con la fantasiosa acusación de que, un hecho de tal magnitud, se produjo por la acción terrorista de uno de sus ex-amigos, Erick Prince (fundador del grupo mercenario BLACKWATER), a quien la misma vicepresidente recibió y le ofreció una cena privada en el año 2019. De allí en adelante, un hecho tan grave se diluyó en la diatriba de las teorías conspirativas y “ataques del imperialismo”, que son la excusa preferida del gobierno para distraer incautos, tapar sus incapacidades y esconder sus políticas.

Repite la Ministra el argumento de su antecesor, también Ministro-vicepresidente y estrella del gobierno, Tarek El-Aissami —hoy defenestrado—, que cuando se producía uno de los recurrentes incidentes en nuestra desmantelada PDVSA, recurría rápidamente al argumento del “ataque terrorista”, tal como sucedió con la explosión del gasoducto que conecta el Centro Operativo El Tejero con MUSCAR (marzo 2021), cuando señaló como responsables del “atentado terrorista” a grupos “paramilitares colombianos”; o cuando, en octubre de 2020, explotó la Unidad de Alto Vacío de la Refinería de Cardón y el mismo ministro dijo que se trató de un “ataque terrorista con un Dron”. Todo esto sucedía, mientras entregaban a sus “amigos” empresarios y militares, 23 mil millones de dólares en petróleo, que jamás regresaron al país.

Pero, aunque sean argumentos inverosímiles y gastados, de inmediato la maquinaria de propaganda, e incluso los jerarcas de la represión del gobierno, lo usaron para acusar y meter en un mismo saco a cualquiera que haga oposición política al gobierno o denuncie este desastre, sea Chavista o de la oposición tradicional, o cualquiera que interponga —en el ejercicio del derecho a la tutela judicial efectiva— un recurso legal solicitando la aplicación de la Constitución, para ser señalado de cualquier cosa en el ejercicio de la “Judicialización de la Política” o “lawfare”, instrumento de percusión política preferida del gobierno.

Pero a pesar de estas tácticas propagandísticas del gobierno —que nadie le cree—, el país sigue sumergido en el caos, mientras, el mismo remata PDVSA, el petróleo y el gas, entrega la economía y bienes del país a sus socios privados de Fedecámaras y Conindustria, que como ellos mismo han anunciado, “recibirán” más de 250 empresas estadales que el gobierno y su Ministro de Industrias han decidido entregarles, tal como pretenden hacer con Monómeros en Colombia. Si no fuera por los empresarios o la denuncia del Presidente Petro, en Venezuela no nos enteramos de la ola privatizadora, porque el gobierno no dice nada y utiliza a Erick Prince para desviar la atención. 

Mientras tanto, el caos se profundiza. La Isla de Margarita, ha sufrido un “racionamiento” de energía eléctrica (originado por la explosión en MUSCAR) de hasta 16 horas diarias desde el 12 de noviembre, así como una escasez de gasoil, que tienen a la población al borde de la desesperación. No hay luz, pero de inmediato, nuevamente, el gobierno dice que es culpa de “Erick Prince”, evadiendo su responsabilidad, tanto en lo ocurrido en MUSCAR, como en la gestión del sector eléctrico en el país. Pues Margarita, si bien es cierto que recibe gas del oriente a través de un gasoducto (que no sabemos si hoy día funciona o no), también lo es que existe un cable eléctrico que lo suministra desde tierra firme —que opera parcialmente— y dos termoeléctricas que pueden funcionar con gas o diesel, que están por el suelo. Sin embargo, es más fácil echarle la culpa “al imperialismo” o meter preso a cualquier desafortunado que consigan. 

La realidad es que la industria petrolera sigue cayendo y desmoronándose, entre la incapacidad y la entrega. El “modelo Chevron”, no funciona para el país, sólo satisface, con creces, a las transnacionales y a la nueva “burguesía revolucionaria” que se ha apoderado del sector, mientras el pueblo sigue sumergido en la desesperanza y la pobreza. 

Desde que el madurismo asaltó PDVSA, persiguiendo y encarcelando cientos de trabajadores y gerentes (que continúan presos sin que a nadie le importe la violación de sus Derechos Humanos), y se repartieron y militarizaron la empresa, la producción de petróleo ha caído de una manera catastrófica, en un colapso que llegó al 80%. 

En 2013 tuvimos una producción promedio de 3 millones de barriles día de petróleo, nivel que se mantuvo desde la derrota del Sabotaje Petrolero, hasta la muerte del Presidente Chávez y nuestra salida del sector petrolero. Estos niveles de producción y nuestra política de Plena Soberanía Petrolera, nos permitió sostener la economía del país y las conquistas del pueblo. Nadie abandonaba Venezuela.

Pero a partir del 2015 y, sobre todo, luego de la militarización con el General Quevedo en 2017, la producción cayó hasta 1,15 millones de barriles día (enero 2019) y luego llegaría a 330 mil barriles diarios con Tarek El-Aissami. A partir de la entrega de la producción a Chevron, desde enero del 2023 se ha incrementado en 200 mil barriles día, un volumen que no paga regalías, ni impuestos; es decir, es un negocio de la transnacional y del madurismo.

Si vemos la gráfica de la caída de la producción de petróleo del país durante el gobierno de maduro, junto a la cantidad de Ministros y presidentes de PDVSA presos e inclusos muertos en prisión, podremos concluir que el problema de la industria petrolera, el problema de PDVSA, está en Miraflores. Lo que ha sucedido en PDVSA, el colapso de su producción, el caos operacional, explosiones, derrames, desmantelamiento y la entrega del petróleo y el gas a las transnacionales, es responsabilidad única del gobierno, de la cúpula madurista, que tiene un control absoluto de la empresa y del país, el país del miedo.

Entrevista con Daniel Estulin – ESTULIN.MEDIA | Rafael Ramírez: «NICOLÁS MADURO ES IGUAL QUE MILEI»

El ex ministro de petróleo de Venezuela y embajador, Rafael Ramírez, fue entrevistado por la reconocido politólogo, escritor e investigador, Daniel Estulin, para el canal digital ESTULIN.MEDIA, donde quedó claro que el madurismo no es la continuación del chavismo, sino todo lo contrario, un gobierno lleno de inseguridades y rodeado de personas que el presidente Hugo Chávez sacó de su gobierno o le fue quitando funciones. «Chávez se concentró en resolver la deuda social. Venezuela funcionaba, hasta el 2012».

Durante poco más de una hora, el ex ministro de petróleo del presidente Hugo Chávez, dejó claro las diferencias entre chavismo y madurismo, «el chavismo tiene el objetivo de hacer una transformación revolucionaria, lo cual está reflejado en su política, reivindicando al petróleo para sacar a la gente de la pobreza (lo cual sucedió). El madurismo decidió que la revolución se posterga y ahora los jefes son ellos, usando el petróleo para enriquecerse (el madurismo) mientras se lo ceden a las transnacionales, entregándole la economía a las nuevas élites para que se enriquecieran«.

También aclara que Chávez no dejó «un heredero de una corona», sino que dio instrucciones para que, ante una situación sobrevenida, si él (Chávez) no podía estar en condiciones de asumir sus funciones el 10 de diciembre de 2013, como presidente reelecto, el chavismo votase por maduro en una nuevas elecciones.

El también ex presidente de PDVSA, cuenta la incomodidad de los ministros de Chávez dentro del gobierno de Maduro, la traición madurista, el control de PDVSA, le destrucción de las conquistas sociales, la fuga de los ingresos petroleros, lo que hicieron junto a Tarek el Aissami, la violación de los DDHH, el terrorismo de Estado, la migración venezolana, así cómo de la necesaria reagrupación del chavismo, desde las bases.

Acá la entrevista completa

LA MUERTE DEL TESTIGO Y LA CRUELDAD DEL FASCISMO

El pasado 14 de noviembre, murió bajo custodia del gobierno, Jesús Martínez Medina, lo que lo convierte en el onceavo preso político que fallece en tales circunstancias. 

El “delito” de Jesús Martínez, fue haber sido testigo de mesa en las pasadas elecciones del 28 de julio. Como otros 2.000 venezolanos, Martínez fue detenido arbitrariamente por los Cuerpos de Seguridad del Estado, los días siguientes al fraude (en su caso, fue al día siguiente, el 29 de julio), acusados de “terroristas”, un argumento genérico que ha sido utilizado por los tribunales y la fiscalía para ejecutar la orden de represión dada de forma directa por nicolás maduro el mismo 29 de julio desde Miraflores.

La muerte de Jesús Martínez Medina constituye, no sólo un acto violatorio de la Constitución y las leyes venezolanas, que establecen claramente la responsabilidad del gobierno en preservar la vida de los detenidos, sino del Derecho Internacional de los DDHH, en particular, lo relativo al derecho a la vida. 

El fallecimiento de este venezolano, no es un hecho aislado y, por el contrario, constituye un acto más de crueldad del gobierno, enmarcado en un patrón de conducta represivo, absolutamente ilegal y violatorio de cualquier consideración humanista. Primero, porque este ciudadano anzoatiguense no ha debido ser detenido de ninguna forma, pues ser testigo electoral no constituye ningún delito en Venezuela, por el contrario, es un deber; segundo, porque era una persona gravemente enferma de diabetes, hecho que era del conocimiento de las autoridades.  

La valiente periodista Mary Pili Hernández, en un hecho excepcional en el país, publicó un tuit pidiendo su liberación por razones humanitarias, a la vez que mostraba fotos impresionantes del detenido, donde se veían las lesiones en sus piernas provocadas por tal enfermedad, lo que se conoce como “pié diabético”.  

A pesar de que los familiares solicitaron al juez, de manera reiterada e insistente, la concesión de una medida cautelar de liberación por razones de salud, la misma fue negada una y otra vez, contraviniendo al Código Orgánico Procesal Penal, que le ORDENA su otorgamiento en tales situaciones. Violaron la ley y lo dejaron morir, lo que lo convierte en otro crimen político del gobierno.

Lo sucedido con Jesús Martínez, se ha convertido en una práctica común en el sistema de justicia venezolano que actua como instrumento de la política de violación de los DDHH del gobierno de nicolás maduro, tal como lo han constatado y denunciado los Organismos internacionales de los DDHH de la ONU.

Los órganos represivos del madurismo, incluyendo cuerpos policiales, fiscales y jueces, tienen como elemento común en su accionar la crueldad, el ensañamiento, los castigos colectivos, el secuestro, la tortura y tratos inhumanos y degradantes de los detenidos políticos; y ahora, como si fuera poco, la detención arbitraria de menores de edad, una práctica aplicada por Israel en contra de los niños Palestinos en los Territorios Ocupados; o por las dictaduras fascistas del Cono Sur, como fue denunciado en “La Noche de los Lápices” y “Sinfonía para Ana”, audiovisuales donde se deja testimonio de los más de 140 estudiantes de secundaria que fueron secuestrados, torturados y desaparecidos, durante la última dictadura militar en Argentina.

Ahora el gobierno, en un ejercicio cínico del poder, en sus típicas “astucias comunicacionales”, trata de lavarse las manos y desviar la atención de estos hechos tan graves. Por un lado, deja morir con crueldad a un venezolano en prisión, sólo por haber sido testigo electoral; y ahora, libera decenas de detenidos que NUNCA han debido estarlo, como una “gracia” del “Jefe”, que lo segundones salen a atender de inmediato, para tratar de tapar este crimen. Lo peor, es que los responsables de estas actuaciones represivas esperan ser aplaudidos. Pero nada cambia, mientras no liberen a todos los presos políticos y cese la violación de los DDHH en Venezuela. 

La situación de represión generalizada y violación de los Derechos Humanos, no sólo se ha convertido en una Política de Estado con el gobierno de nicolás maduro, sino que, la misma pretende ser justificada por sus organismos de propaganda, al mejor estilo goebeliano, cuando el regimen nazi pretendia dar una justificacion etica a sus crimenes.

Los actuales gobernantes tienen sobre sus hombros la responsabilidad de no pocos crímenes políticos, incluyendo, la muerte en custodia de prisioneros. Con la tragedia de Jesús Martínez, ya son 11 los prisioneros políticos fallecidos en las cárceles, entre los que están, las del Ingeniero Nelson Martínez y la del General Raúl Isaías Baduel

A estos asesinatos, se suman los de Oscar Pérez, quien, junto a sus acompañantes, fue volado utilizando un RPG (lanzacohetes antitanque portátil ruso), a pesar de que habían depuesto las armas y pidieron, por las redes sociales, rendirse ante las autoridades de la fiscalía, las cuales jamás aparecieron. También la del Concejal Fernando Albán, lanzado desde el piso 10 de la sede del Sebin, y el Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo, fallecido en tortura.

Todos éstos son crímenes políticos, que se producen en medio de una nueva oleada represiva del gobierno que, luego de las elecciones, quedó al desnudo, sin apoyo popular y que se sostiene sólo por la violencia. No hay NADA que pueda justificar tales hechos, quien lo haga así ha perdido sus principios mínimos de actuación política para entregarse a la jauría del fascismo . 

Los Cuerpos de Seguridad del madurismo actúan de la misma forma que lo hicieran el SIFAC y la DIGEPOL, los temibles órganos criminales que impusieron por la fuerza al Puntofijismo. La única diferencia —y hay que decirlo—, es que, a pesar de la situación de represión generalizada en aquellos años, esos asesinatos fueron denunciados y hubo voces valientes en el Congreso, como la de José Vicente Rangel, que vencieron el miedo y lo hicieron públicamente, y se interpelaban a los fiscales, quienes tenían que rendir cuenta al país. 

Pero en estos años oscuros del madurismo, donde se ha impuesto el miedo, esta tragedia de violación de DDHH transcurre en el mas absoluto silencio.

Nadie dice nada. Los dirigentes políticos de la oposición callan; los del chavismo también. Los aliados internacionales del gobierno y la “izquierda oficial”, se hacen los locos. Los diputados sólo levantan la mano para aprobar leyes inconstitucionales. Los medios de comunicación, son del gobierno. La Fiscalía es cómplice y verdugo. Ni siquiera, tenemos la voz de la Iglesia, como cuando el Padre Jesús María Olaso sembró cátedra en defensa de los DDHH.

Por su parte,  los órganos del Estado que deberían controlar y poner freno a la acción ilegal del Poder Ejecutivo, es decir, al gobierno y a los Jefes de los Policías: el Poder Legislativo (la Asamblea Nacional), el Poder Judicial y la Fiscalía General de la República, por el contrario, actúan como instrumentos implacables de la represión del gobierno. Omiten sus responsabilidades y actúan violando la ley, lo que los convierte en cómplices y perpetradores. 

No hay ninguna instancia del Estado restaurador y reaccionario que proteja los derechos de los ciudadanos. No se guardan, ni siquiera, las formas. El madurismo hace lo que le da la gana, imponiendo en el país la cultura de la violencia del pranato. 

Este desenfreno represivo del gobierno viene acompañado de una actitud de burla hacia los familiares, sobre todo, a las madres de las víctimas. En los programas de odio y en las redes sociales, voceros y altos funcionarios se burlan del dolor de los familiares que, de forma justa, claman por la libertad de sus hijos. Olvidan, algunos de ellos, que los suyos (fundamentalmente, sus madres) salieron a las calles a reclamar la libertad de sus hijos y recurrían a cuantas instancias judiciales fuera posible, para exigir su libertad.

Los familiares y las madres de los presos políticos, tienen el derecho y el deber de reclamar la libertad de los suyos. No se puede amenazar a quien practique la solidaridad, sobre todo, si se trata de sus hijos; más aún, cuando son menores de edad y han sido encerrados, por decenas, en centros de detención destinados a presos comunes. 

El gobierno con sus medios de propaganda, ha instalado una narrativa de deshumanización de las víctimas, acompañado de un discurso de instigacion al odio, que pretende darle sustento ético a la violación de los DDHH.

Otro elemento de la crueldad del madurismo, se ejerce a través del Sistema de Justicia, el cual impone penas absolutamente desproporcionadas a los presos políticos o víctimas de la represión, acusados, siempre, de “actos terroristas”.   

Tal es el caso de tres ciudadanos, quienes fueron sentenciados a la pena máxima de 30 años de prisión por —supuestamente— haber saboteado el sistema eléctrico nacional, uniéndose a los miles de planes terroristas con los que el gobierno justifica el caos. Todo el país sabe que el colapso eléctrico, no tiene que ver ni con ataques terroristas, ni rayos especiales, ni acción de ninguna iguana, sino a la responsabilidad exclusiva de la pésima gestión del gobierno que, desde hace 11 años, tiene sometido al país entero a permanentes y constantes apagones.

Igual sucedió con el colapso de PDVSA, tras la intervención de la industria y la militarización del sector petrolero, donde cientos de trabajadores han sido los “chivos expiatorios” para justificar el desastre del gobierno, los cuales aún se encuentran encerrados, olvidados y  sin ningún tipo de derechos; mientras, otros miles salieron de la empresa. El madurismo asumió el control absoluto de todos los espacios del sector, y el resultado está a la vista de todo el país.

El evento más reciente ocurrió el 11 de noviembre, con la explosión de la planta de gas Muscar, en Punta Mata, en el estado Monagas; aunque es un evento grave, desde el punto de vista operacional, sigue estando en absoluto secreto. Ni la ministra, ni nadie, han sabido explicar al país qué sucedió y qué consecuencia tendrá al afectar la producción de crudo del norte de Monagas y la posibilidad de mezcla con crudo de la Faja Petrolífera del Orinoco para exportar. Nadie dice nada, nadie da la cara. 

El madurismo ha instalado la indolencia y el fascismo como conducta. Sus dirigentes y responsables de gobierno, se han convertido en estimuladores del odio, de la persecución y de violación de los Derechos Fundamentales consagrados en nuestra Constitución. Actúan al margen de toda consideración legal y, lo que es más grave aún, de cualquier consideración humana. 

Este gobierno y su maquinaria policial, se han ensañado en contra del pueblo indefenso, para imponer el miedo y el silencio, mientras el país continúa sumergido en el abismo del desastre creado por ellos mismos.

El madurismo no sólo ha traicionado al pueblo y a Chávez, sino que ha llevado al país a una debilidad extrema, donde el Estado Venezolano  muestra una incapacidad absoluta para hacer frente a los grandes retos, incluyendo, los geopolíticos, que se presentan en el horizonte inmediato de la patria. 

Con este gobierno, se ha perdido la soberanía del país. Han violado la Constitución y las leyes, los DDHH de los venezolanos. Se ha entregado la economía y el petróleo. Arrebataron las conquistas y garantías sociales. Se destruyó PDVSA y el Arco Minero. Se ha perdido El Esequibo. Se ha perdido la fuerza y la presencia de más de 7.8 millones de venezolanos, que debieron escapar de la patria. Se ha perdido un sueño, y con él, buena parte de la espiritualidad de lo afirmativo venezolano. ¿Qué más vamos a perder? 

En manos del madurismo, terminaremos perdiendo todo. El madurismo ha demostrado, en estos 11 largos años, que no son capaces de defender los intereses del pueblo; por el contrario, han destruido al país. Ellos reivindican la unidad civil-policial, nosotros reivindicamos al pueblo, la unidad de los patriotas, la unidad cívico-militar, aquella del 23 de enero y el 13 de abril, la de Fabricio Ojeda y Chávez, para detener este desastre, evitar la disolución o la pérdida de la Patria.

EL PODER

Con relación al poder, se ha escrito y reflexionado desde tiempos remotos. Los grandes pensadores y creadores de la historia, han dedicado buena parte de su esfuerzo a tratar este tema. 

En el ámbito de las ideas políticas y la ideología, su tratamiento ha sido exhaustivo, no sólo por el interés que concita en la organización de la sociedad, sistemas políticos y económicos, sino porque las manifestaciones del mismo, sea de un poder constructivo, virtuoso y transformador, o de uno negativo, destructivo, retrógrado y violento, tienen severas implicaciones en el destino del humanidad.  

No pretendo, por supuesto, equipararme a ninguno de estos importantes teóricos.Pero dada la terrible crisis, caos y fractura espiritual que atraviesa nuestro país, me viene a la mente la necesidad de hacer algunas reflexiones, partiendo de nuestra experiencia reciente y, muy particularmente, de la mía propia en el poder, con el gobierno del Presidente Chávez. 

Así, quien lea estas líneas, puede hacer una comparación y apreciar la gran diferencia entre el poder durante el gobierno de Chávez y el poder actual. 

Me correspondió el hecho extraordinario de ser protagonista del proceso de cambios revolucionarios durante el período de la Revolucion Bolivariana, liderada por el Presidente Chávez.  

Aunque he militado en el campo revolucionario desde muy corta edad —a los 15 años—, no fue sino con el Comandante Chávez, en Miraflores, que el pueblo llegó al poder, donde lo mejor del pensamiento de Bolívar y Fabricio Ojeda, fue la base sobre la cual se erigió su teoría y práctica revolucionaria.  

Un primer comentario, entonces, es que, para que el poder sea revolucionario, debe tener una teoría y una práctica revolucionaria. Puede parecer una perogrullada, pero éste es un elemento fundamental, porque de lo contrario —y es lo que sucede actualmente—, el poder en sí mismo lo que hace es sostener y reproducir los valores y el sistema hegemónico en la sociedad o el mundo, en este caso, el capitalismo.

Otro elemento que habría que agregar, es que, desde una visión revolucionaria, el poder con Chávez, era virtuoso, constructivo. En el gobierno, junto al Presidente Chávez, pudimos desarrollar un esfuerzo transformador, prefigurando una nueva sociedad y un nuevo sistema económico más justo, equitativo y humano: el socialismo. Teníamos una meta y un propósito, que se reflejaba en el Vivir Bien del pueblo venezolano. 

El gobierno de Chávez en el poder, al corresponderse a un poder revolucionario, era un instrumento del pueblo para impulsar la Revolución, la movilización popular y la justicia social. El gobierno respondía a los intereses populares, no al de las élites, ni a las transnacionales.  

Luego, un aspecto fundamental es que, el poder de Chávez, se basaba en el pueblo. Estaba legitimado permanentemente por el mismo, en ejercicio pleno de la soberanía popular, que no sólamente estaba expresada en el voto, sino en su participación directa en el proceso transformador del país, en la aplicación del concepto de una Democracia Revolucionaria, Participativa y Protagónica. 

Por ello, el gobierno de Chávez nunca recurrió a la represión, ni a la violación de los DDHH, como Política de Estado. Los principios humanistas y la autoridad de Chávez, le permitían superar, con el pueblo, la desestabilización política y económica, en ejercicio de la política con P mayúscula; y, por supuesto, con la efectividad de su gobierno, como demostramos en la ocasión del Sabotaje Petrolero. 

En el caso de Chávez, el poder, además, se sostenía en la asertividad y el carisma de su liderazgo, y en una autoridad indiscutible como Presidente del país. Siempre estuvo subordinado a las instituciones del Estado que, muchas veces, se oponían abiertamente a su gobierno (como el caso del TSJ y los “militares preñados de buenas intenciones” en el 2002)

El Presidente Chávez, siendo un militar con un extraordinario liderazgo en este sector, se sometía permanentemente al control popular del ámbito civil; así, seguía un concepto profundamente Bolivariano, pues, El Libertador, que concentraba en sí mismo, el poder militar y la autoridad política, se subordinó de forma sucesiva al Congreso de Angostura y luego, de la Gran Colombia, en lo que era parte de su Doctrina Bolivariana en relación con el poder.  

El gobierno de Chávez, contaba con un equipo de Ministros. Los más importantes de éstos, con competencia y capacidad para llevar adelante la gestión gubernamental y la marcha del país. Basta revisar el desempeño de los mismos y sus resultados (visibles, auditados y fiscalizados), para verificar este hecho. 

Sin embargo, hay que decir que la lucha de Chávez era permanente, para que el gobierno lo acompañara en su objetivo de hacer una Revolución al ritmo urgente de aquello que no se puede posponer. Nosotros siempre estuvimos en la vanguardia, junto a Chávez y sus objetivos. Eso nos generó el rechazo y la animadversión de la llamada “derecha endógena” o “chavismo sin Chávez”, que luego llegó al poder de la mano del madurismo. 

Desde el Ministerio, como responsable del sector petrolero, una vez consolidado el poder político del gobierno Bolivariano, tras la derrota del Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero, en 2004, iniciamos la batalla por la conquista de la Plena Soberanía Petrolera. Y aquí surge otra reflexión importante. 

Para poder transformar el país y hacer una Revolución, primero hay que existir y tener una teoría revolucionaria (insistimos en este punto).  Nosotros, una vez consolidado el gobierno Bolivariano, avanzamos con la Plena Soberanía Petrolera; teníamos la preparación técnico-política y una idea clara, una teoría, de lo que debía hacer una Revolución con el control del petróleo.  

Estábamos enfrentando a los intereses más poderosos del planeta, el de las transnacionales petroleras; y lo hicimos bien. En una acción de gobierno, que solo fue posible por la existencia de un gobierno revolucionario en el poder, pudimos revertir la entrega de nuestra soberanía sobre los hidrocarburos —ocurrida durante la Apertura Petrolera— y subordinar, bajo nuestra Constitución y Leyes, a 31 de las 33 empresas internacionales que operaban en nuestro país. Lo hicimos con determinación y capacidad técnico-política; recuperamos, para nuestro pueblo, las reservas más grandes de petróleo del planeta. Para eso es el poder. Con nuestra acción, fortalecíamos el Poder Nacional, que luego nos permitió desplegar la obra de gobierno e incidir en el mundo. 

En 12 años, mantuvimos la producción petrolera estable en 3 millones de barriles diarios. PDVSA se convirtió en un poderoso instrumento del Estado en el ejercicio de soberanía sobre el petróleo, para colocarlo al servicio del pueblo.  Nuestro objetivo fue recuperar la soberanía para hacer uso de la renta petrolera y, así, pagar la deuda social, luchar contra la exclusión, la pobreza  y la desigualdad; luego, con la misma, construir el modelo económico alternativo al rentismo petrolero, que no es el capitalismo, sino el socialismo. Para eso es el poder. 

El poder de Chávez se hizo virtuoso, cuando utilizamos el petróleo para crear todas las Misiones Sociales, ante el pesar de la oligarquía y las élites que siempre se beneficiaron de la renta petrolera, que nos atacaban de manera despiadada. Utilizamos el petróleo para financiar las Misiones de Salud, de Educación, de Alimentación, de Cultura, de Vivienda, hacer universidades, escuelas, liceos, hospitales, para eso es el poder. Un poder popular, un poder revolucionario. 

Cuando utilizamos todo el poder del Estado y el petróleo, para hacer 600 mil viviendas en solo 2 años, en la Gran Misión Vivienda Venezuela; cuando graduamos 800 mil Vencedores de la Misión Ribas; cuando transformábamos cuarteles en Universidades; cuando construimos parques eólicos y centrales eléctricas; cuando entregamos las sedes de PDVSA a las Universidades; cuando nuestros trabajadores petroleros en los Distritos Sociales se colocaron a la vanguardia de la lucha contra la pobreza y la exclusión; cuando con La Estancia, llevamos la cultura y el arte a los nuevos espacios públicos en el país, para de todo el pueblo; estábamos ejerciendo el poder virtuoso, el poder revolucionario, el poder para el pueblo. 

Tantas cosas se hicieron con Chávez, con el poder revolucionario, o mejor dicho, con un gobierno revolucionario en el poder. El país y el pueblo experimentaron un período extraordinario de crecimiento, inclusión, solidaridad, bienestar y cambios estructurales. Teníamos un sueño, teníamos un plan: el Plan de la Patria.  

Hacer una Revolución y mantenerla como tal, es una tarea difícil. Ésta siempre fue la preocupación y la tragedia de grandes revolucionarios en el mundo. Se ha escrito y analizado cómo actúan los mecanismos del poder, para acabar con una Revolución. El libro “Rebelión en la Granja” de George Ortwell, es un escrito de validez universal y, probablemente, el testimonio más trágico del los mismos; es la obra de Trosky antes de su asesinato: “La Revolución Traicionada”.

Y la Revolución Bolivariana, fue traicionada. Su poder virtuoso fue derrocado. La Quinta República, no existe más; tampoco el Poder Popular, ni el Plan de la Patria. El país está en ruinas y el pueblo, sumido en la pobreza y desesperanza, escapa derrotado, atravesando el camino de los Andes o El Darién.

Pero el pensamiento de Chávez está allí, en el corazón de los humildes, con una vigencia extraordinaria en sus elementos fundamentales. De la teoría y la práctica de Chávez, del poder virtuoso de su gobierno, tenemos los elementos y la experiencia para salir de este laberinto; o más bien, de este abismo. 

Para tener el poder nuevamente, para retomar el camino de Chávez, debemos existir; y para ello, tenemos que reivindicar nuestra identidad chavista y profundamente bolivariana, reunificarnos y luchar por el Poder, conquistarlo, para ponerlo al servicio del Pueblo. Son las tareas urgentes, para la reconstrucción de la Patria.

EL DESASTRE DEL BRICS Y LA JAURÍA CONTRA LULA

Lo que sucedió en la XVI Cumbre de los BRICS, celebrada en la ciudad de Kazán de la Federación Rusa, fue un estruendoso fracaso para el gobierno de nicolás maduro, una señal del deterioro y precariedad del país a nivel internacional. 

No existe antecedente de una situación análoga en el mundo diplomático y político internacional. A pesar de que maduro se presentó en la Cumbre seguro de lograr el ingreso de Venezuela a los BRICS y capitalizarlo políticamente, tuvo un “contacto con la realidad”, más bien, un “baldazo de agua fría”, cuando los cinco miembros principales no alcanzaron el consenso para ello. 

Urgido de legitimidad, más aún, después del fraude del 28 de julio, maduro viajó a Rusia, tras recibir las seguridades de la vicepresidenta de la República, quien estuvo, con gran prosopopeya mediática, de “avanzada política” en la Cumbre, sobre el ingreso de Venezuela a la organización.

Pero no fue así. maduro llegó a la ciudad de Kazán en Rusia y nadie lo estaba esperando. Después, arribó tarde a la Cumbre, según se desprende del propio video circulado por ellos, y tampoco lo esperaban. Luego, las redes sociales y las imágenes del propio gobierno, lo muestran en los pasillos, al acecho de los líderes mundiales, para la foto. 

No hubo ni bilaterales de relevancia con los Jefes de Estado, ni acuerdos o encuentros con los países petroleros presentes, ni ruedas de prensa internacionales. maduro fue seis años Canciller y ya tiene 11 de Presidente de la República, por lo que debe resultarle obvio que sus colaboradores de más confianza, lo expusieron a “un papelazo” internacional. 

Todo lo sucedido, da pena ajena y tristeza, por la situación de debilidad de nuestro país en el ámbito internacional, donde no tenemos ningún peso ni relevancia en la geopolítica mundial, justamente, por la precariedad a la que el madurismo ha conducido nuestra patria. 

No importa que tengamos las mayores reservas de petróleo del planeta, si nuestra producción petrolera ha colapsado y caído en un 70% desde 2013.  No contamos en el BRICS y no contamos en la OPEP. En las Naciones Unidas, ni siquiera podemos votar, porque el país no ha pagado su respectiva cuota (cosa que sí han hecho, Cuba, Haití y los países más pobres de África). 

El país atraviesa la peor crisis de nuestra historia, que se refleja en el colapso de la economía y de la producción petrolera, la pobreza generalizada de nuestro pueblo, la diáspora de más de 7 millones de venezolanos y la ausencia de legitimidad de sus instituciones.   

En el BRICS están presentes países con diversos sistemas políticos, desde democracias, autocracias, hasta monarquías. Pero todas ellas gozan de confiabilidad en los compromisos que asumen y tienen elementos que aportar para el fortalecimiento de la iniciativa. 

Por la composición del BRICS, parecería lógico que Venezuela formara parte de la misma; esto habría sido así para el país con Chávez, pero no para el desastre en el que el madurismo ha convertido a nuestra patria.

La oportunidad de ingresar para Venezuela, se abrió en la XV Cumbre del BRICS en Sudáfrica, en agosto de 2023, donde, al final, se decidió invitar a 6 países (de 23 solicitantes, contando a Venezuela) para que fueran miembros plenos: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, dando forma a los BRICS+. Pero, cuando Milei asume la Presidencia en Argentina, decide retirar a su país y quedó abierta la vacante de un cupo para Latinoamérica, para el cual buscaban su postulación Venezuela, Bolivia y Colombia.

Ciertamente, como quedó expresado en la discusión entre los miembros principales del BRICS+ en la Cumbre de Kazan, Venezuela, en estas condiciones materiales y sumergida en el abismo de la crisis política y económica, no tiene nada que ofrecer a una iniciativa que le disputa la hegemonía económica internacional, nada más y nada menos, que a los países del G-7. 

Aunque la discusión entre los miembros no fue pública, el resultado es que no hubo consenso para el ingreso de Venezuela. Realmente, no se sabe qué opinó cada uno, solo se ha hecho pública la posición de Brasil, que de manera honesta y transparente, ha dicho lo que piensa; probablemente, porque es el país más importante de la Región, encabezado por el Presidente Lula Da Silva, que no es cualquier cosa. 

Pero, nadie puede saber qué dijeron el resto de los integrantes principales: Rusia, China, Sudáfrica e India, así como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán, estrenando su membresía obtenida en 2023.

La campaña de maduro y su vicepresidenta para ingresar al BRICS, se basaba en ofrecer nuestras inmensas reservas de petróleo y gas. Pero resulta que, el BRICS, tiene bastante petróleo y gas, pues allí están: Rusia, el tercer mayor productor de petróleo del mundo y segundo de gas; Arabia Saudita, el segundo mayor productor del mundo; Irán (sexto de petróleo y segundo de gas), los Emiratos Árabes Unidos (séptimo de petróleo y catorce en gas), Argelia, Nigeria y Kazajistán, los tres últimos, como países socios. 

Éstos, ya integrantes del BRICS, como países miembros o socios, producen en conjunto 30 millones de barriles día de petróleo; Venezuela produce, escasamente, 880 mil barriles día de petróleo, de los cuales, 227 mil barriles día los maneja la Chevron a su antojo.

Entonces, es más que eso. Por cierto, ninguno de estos productores de petróleo y gas, estuvo haciendo ofrecimientos de entregar sus reservas de hidrocarburos a nadie, pues estas naciones petroleras son soberanas en el manejo de sus recursos. ¡Es para pensar!

En esta Cumbre de los BRICS+ en Kazan, fueron admitidos, como países socios: Argelia, Bielorusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.  Mientras que, la posición como país miembro pleno que le corresponde a Latinoamérica, quedó vacante. 

Es curioso notar que, de Latinoamérica, ingresaron como países socios, Bolivia y Cuba, mientras Venezuela quedó fuera. 

De inmediato, el gobierno arremetió en contra de Lula y de Brasil. El Comunicado de la Cancillería se cuida de no mencionar directamente la figura del Presidente Lula, pero todo su aparato de propaganda ya desató el linchamiento moral contra el mandatario brasilero. De este tipo de campañas hay varias cosas que hay que destacar, porque obedecen a un patrón de conducta del gobierno venezolano contra cualquier disidencia política, sobre todo, si proviene de dirigentes de izquierda.  

El Comunicado del gobierno de Venezuela señala que Itamaraty, es decir, la Cancillería Brasileña, que, obviamente, responde a las decisiones del Presidente de la República, “actúa” como Bolsonaro, recurriendo al chantaje permanente contra la izquierda, de que “si no estás con maduro, estás con la derecha”. Éste ha sido el recurso constante del madurismo para pedir apoyos incondicionales a la izquierda, maniobra que, cada vez, tiene menos efectividad, porque quien tenga dos dedos de frente, entiende que el de maduro es un gobierno de derecha y que, por supuesto, no es chavista. 

Luego, y de manera coordinada, el fiscal violador de los DDHH declara en contra de Lula: primero, lo llamó “agente de la CIA”, y ahora, “cobarde”, porque no asistió a la Cumbre, al haber sufrido un accidente doméstico. Como si fuera poco, este señor, que tiene muchas cuentas que rendir ante el pueblo venezolano y en Tribunales Internacionales, pide que se abra una “investigación” al Presidente Lula, por la decisión de Brasil en los BRICS. 

Habría que preguntarse, a cuenta de qué un fiscal tiene que referirse a Presidentes de otros países, y por qué tiene “carta blanca” para ofender a Jefes de Estado. Este individuo, que es un mandadero del madurismo, llega al colmo de pretender abrir una investigación a Lula, un jefe de Estado. En un país sin instituciones, el Ministerio Público se abroga la conducción de la política internacional. Si así actúan con el Presidente Lula, ¿qué quedará para el pueblo venezolano?

Secundando al fiscal violador de los DDHH, toda la maquinaria de propaganda del gobierno arremete contra Lula, en un verdadero linchamiento moral, inaceptable e indignante. 

De todo ésto que le sucede a Lula, podemos hablar con propiedad, porque lo sufrimos en carne propia. Al extremo de que han arremetido –y arremeten–, no sólo en mi contra, sino en contra de mi familia; incluso, desde hace más de 2 años mantienen secuestrado a mi hermano en la DGCIM. 

Lo que el gobierno debería hacer, es darse cuenta de lo que ha sucedido en su dimensión política. Una cosa es la política doméstica, donde ellos tienen el control social y han impuesto el miedo; y otra, es la política internacional, donde tienen que verse las caras con gobiernos soberanos, que tienen sus propios puntos de vista, como es el caso de Brasil y el Presidente Lula. 

No puede pretender el gobierno de maduro, hacer lo que le da la gana, violar acuerdos, robarse las elecciones, mentir, y pensar que tendrá solidaridades automáticas. Por lo menos, no de parte de Presidentes como Lula. Las declaraciones de Celso Amorín, asesor internacional del Presidente brasileño, fueron muy claras: “con Venezuela, se perdió la confianza”. 

El madurismo ha cometido errores estratégicos, que más temprano que tarde,  le costarán el poder: arremetió contra el legado de Chávez y perdió el fervor del pueblo. Derogó la Política de Plena Soberanía Petrolera y  destruyó insensatamente PDVSA, el eje central de nuestra economía, entregada al saqueo de sus grupos de poder. Uno tras otro, van cayendo todos “los campeones” del madurismo en PDVSA o el Ministerio de Petróleo, envueltos en sucesivos escándalos, hechos ilícitos y pases de factura, sepultando al país en el caos económico y social. El colapso de la producción petrolera, que inició desde el mismo 2014, no sólo provocó la profunda crisis económica y social, sino que, privó al país de la única herramienta geopolítica en el ámbito internacional.

Luego, en la medida que le han dado la espalda al pueblo y ha perdido apoyo político y base social, el gobierno ha recurrido a la violación de los DDHH como Política de Estado, es un régimen represivo, impopular, que se define a sí mismo, como policial. 

De manera inexplicable, han concentrado el poder en operadores políticos antichavistas que responden a intereses particulares y que han demostrado su incapacidad en el manejo de temas fundamentales para el país. 

Entregó el manejo de la economía a sus grupos económicos y aliados internacionales. El paquetazo de 2018, ha arrasado con los derechos y conquistas laborales, con los salarios y pensiones, con el bolívar, mientras, se han apropiado de las empresas del Estado, destruido nuestros bosques y saqueado nuestros recursos. 

Por inacción y errática política internacional, y una pésima actuación ante organismos multilaterales de justicia, cedieron nuestra soberanía en El Esequibo. Allí están instaladas las transnacionales petroleras, Exxon Mobil y CNOOC de China, desde 2015, produciendo hoy 660 mil barriles día de petróleo y con una proyección de alcanzar 1,2 millones de barriles día de petróleo en 2027. 

Luego, estos “expertos”, le recomendaron a maduro adelantar las elecciones, para “arrasar” y ganar legitimidad internacional; sin embargo, ello resultó en un fracaso estrepitoso, que puso en evidencia el inmenso rechazo popular a su gobierno y recurrió a un fraude masivo y burdo, que le restó la poca credibilidad que le quedaba, sobre todo en nuestra región, y coloca a nuestro país en otra situación.

Lo sucedido en la Cumbre de los BRICS, es un verdadero desastre y son señales claras del aislamiento internacional del país y del costo que está teniendo, en todos los espacios, la actuación del gobierno en contra de los intereses nacionales y del pueblo venezolano.