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La derecha y el madurismo parece que nos prefieren aterrados.

Todos hablan de “después del convid-19” pero nadie sabe exactamente cuándo será eso. El asunto es que son muchos los que nos quieren desmovilizados, aterrados, de nervios frágiles, así seremos más manipulables. Un pueblo asustadizo es fácil de engañar.

Ya comenzaron las redes sociales a difundir audios y videos pronosticando medidas severas previniendo una expansión de la peste, o medidas restrictivas de parte de este gobierno que no existen, son informaciones contradictorias que confunden a los asustadizos, los cuales son muchos, sobre todo dentro de la clase media, o de “las clases medias” si la consideramos desde su mentalidad exclusivista.

Un médico venezolano llamado Jesús Miguel Martínez dice en un artículo titulado “El aislamiento” (búsquenlo en Google, no tengo el enlace), que los seres humanos no estamos hecho para vivir confinados en espacios reducidos por mucho tiempo, eso medra nuestra condición física y mental. Esto parece ser cierto, por lo que se ve. Sin embargo no todos vivimos confinados a espacios reducidos, mientras unos puedan llevar una vida humanamente normal y otros vivan confinados habrá en el mundo dos clases de personas, particularmente en nuestros países: los que pueden y los que no pueden tener una vida humana normal. Luego –dice el doctor – que terminadas las cuarentenas, en cualquier momento vamos a infectarnos con el virus, antes o después, solo que quizás ya no será una situación de muerte forzosa, habrá una cura y más camas en los hospitales, aprenderemos a vivir con este virus igual como lo hemos hecho con otros de la misma calidad letal, o con la malaria, con el cólera, con la tuberculosis – o con el hambre, la cual mata más gentes todos los días que cualquier coronavirus en un mes o en un año –. La calidad de nuestra vida depende ahora de nuestra inteligencia y de nuestro sistema nervioso, porque se avecina el virus de la manipulación de los políticos.

Las redes sociales y los medios nos abruman con todo tipo de información, con medias verdades, mentiras y superchería, y hay que saber qué hacer con ellas. Lo primero es asentar nuestras ideas, no perder la esperanza y no acabar con nuestros vínculos afectivos con la gente más cercana y con la sociedad en general. Quienes tienen el poder (político, económico, de las armas) lo conservan intacto hasta ahora y lo van aprovechar a su favor, engañando y fragmentando cada vez más a la sociedad para tenernos debilitados y a sus servicios. No hemos dejado de ser lo que somos por un virus letal, al contrario, viéndonos muy cerca de la muerte generalmente exacerbamos nuestras pasiones, que pueden sacar lo peor o lo mejor de nosotros. Entre lo peor está el miedo. Que por el miedo a enfermarnos y a morir nos anulemos como seres sociales, que agotados terminemos legando nuestro libre albedrío a unos vivos para que nos lleven de las narices a donde ellos quieran. Debemos cuidarnos del virus  del fascismo, el cual mata más que la peste bubónica y el coronavirus juntos.

Hay dos dimensiones donde se suceden las cosas en estos momentos. Una es la dimensión de la pandemia y sus complicaciones sociales de salud pública, económicas y de pérdida de vidas. La otra es una dimensión política y del  poder, donde se administra la pandemia a favor de unos y otros; en esa dimensión pareciera no contar lo que tú piensas, sin embargo tu vida está complicada ahí por entero. Es en esa suerte de juego macabro donde debemos entrar, jugarnos nuestro futuro, porque representamos el grueso de la humanidad. Los políticos líderes del planeta y los ricos y famosos son la minoría, no representan mucho más del 1% de la población total del planeta y estarán dispuestos a confinarnos para siempre bajo una cárcel de terror, ahora que saben que se pueden morir sin un plan previo.

En esa misma proporción se cuentan pobres y ricos en este lado del mundo, me refiero al tercer mundo, más una clase media de empleados, funcionarios y comerciantes que generalmente obedece a los intereses de los ricos  poderosos, temerosa de los más pobres y de la pobreza misma – en muchos casos padeciendo tantas necesidades como los más pobres –. Hasta ahora eso no ha cambiado, pero como consecuencia de la sorpresiva evolución de la infección y la incertidumbre sobre su mortalidad, o sea, por la presencia expresa de la muerte, las personas nos debatimos entre cobrar conciencia de la precariedad del sistema capitalista, incapaz de defender la vida de todos por igual; de que no se trata de simple resentimiento social y envidia lo que nos ha puesto en contra de los ricos, de Trump, de Johnson, de los alemanes, sino que sí existe un componente de desprecio y desventaja real, que los ricos y poderosos son despiadados, y que ante la muerte inexorable ellos llevan la delantera. Por tal motivo y ante un panorama de tanta incertidumbre, con más diligencia estarán dispuestos a acelerar nuestra esclavitud bajo un régimen de terror sostenido.

No se trata de un invento nuevo, el miedo siempre se ha usado para someter a los pueblos, y a las sociedades divididas, como la nuestra hoy día, sin valores comunes, sin intereses comunes, ni de clase ni de nada. Resulta fácil ponernos al servicio de la delación, para que cada quién por su lado se salve sin que le importe la ruina de los demás, manipulados sin voluntad propia por el miedo. Para que el capitalismo se pueda perpetuar ahora es inevitable someter con terror, confusión y más mentiras a la masa, ahora mucho más desengañada, mucho más decepcionada del sistema. ¡O aprovechamos la señal clarividente que nos da la naturaleza de la precariedad del capitalismo, o retrocedemos a la oscuridad del fascismo! El fascista es el único método que podrá sostener a un muerto del tamaño del capitalismo y a sus protectores: el terror, la presencia perenne de la muerte.

Nosotros creemos en la luz de la consciencia que se adquiere ante la presencia de la muerte, el desengaño da para eso y más, es un estado de dolor pero de lucidez que hay que aprovechar. Mientras estemos confusos ante si nos podemos o no morir, las redes sociales y los medios de información nos bombardean de ideas contradictorias, buscan confundirnos, por eso hay que saber leer entre tanta basura. El capitalismo está de salida, y los que apoyan las soluciones capitalistas también, y que para sostenerse en el poder van esclavizarnos a todos sin muchos disimulos, a través del terror, aprovechando el miedo y nuestra ignorancia.  Sabiendo esto estamos a tiempo de activarnos y organizarnos de nuevo como revolución, que, para muchos, ahora está más claro su sentido.

No permitamos que maduro nos lleve por el camino del fascismo y menos con la promesa del famoso “pacto social” adeco, al pasado de la socialdemocracia y las elecciones bobas, a la mentira de la democracia representativa, a la mentira capitalista; no permitamos que nos quiten la esperanza de Chávez y de Bolívar de ser libres y soberanos. Terminada la cuarentena activémonos, volvamos a recuperar el país de los pusilánimes y del capitalismo, herido de muerte.

Los ritos funerarios y la verdad develada

La pandemia del virus puso de manifiesto la demencia que desde hace milenios padece la humanidad.

Tomemos como referencia los boletines funerarios del ministro de propaganda jorge rodríguez. Todos los días aparece en televisión dando un reporte de fallecidos y contagiados como si fuese el resultado de unos juegos olímpicos, se alegra y dice “somos el mejor porcentaje de recuperados en la región”, esta actitud deportiva, indocta, esconde la verdad aún no develada. Veamos.

Hagamos un ejercicio de imaginación y usando el “sistema jorge”, intentemos enriquecer sus boletines. Por ejemplo, podría reportar los fallecidos por las faes, por accidentes de tránsito (en situaciones normales), los que se llevó la hepatitis, los niños fallecidos en los hospitales y que han podido ser curados, los femenicidios…

Ahora trasladémonos a escala mundial y apliquemos el sistema jorge, los boletines serían: las bajas de la guerra, millones, por suicidios, millones, por accidente de tránsito, por cáncer, millones, femenicidios, delincuencia.

El panorama es de difícil entendimiento: la comparación de fallecidos por el virus y de los fallecidos por otras “epidemias” arroja una diferencia de aquí a la luna. Entonces, que se esconde, cuál es la verdad tras estas estadísticas manipuladas. ¿Por qué esta pandemia paraliza a la humanidad y las otras no? Veamos.

Las pandemias que sufre la humanidad en el silencio de los medios de comunicación la acompañan desde su inició, las guerras de exterminio acompañando a la expansión económica, las guerras mundiales son hitos de esta violencia, aunque no hay entre guerras periodos de verdadera paz. Tenemos que dar razón al que dijo que “la violencia es la partera de la historia”. Esta violencia se presenta en todos los niveles, los países pelean entre sí igual que los individuos, excusas para la agresión abundan y si no las hay se inventan.

Y llegamos a un nudo del problema: ¿Por qué el humano es agente de agresión de sí mismo y de la naturaleza? Este problema lo detectaron temprano los grandes pensadores, los llamados a la unidad, la fraternidad, el amor pueblan la historia y estos llamados no encontraron oídos receptivos, la agresividad sigue siendo el signo distintivo de esta especie.

Somos una especie inaudita: una especie que perdió el sentido de especie, capaz de agredirse a sí misma, capaz de suicidarse, una especie que lleva en su conducta el instrumento de su propia destrucción.

Este instrumento de su propia destrucción es el egoísmo, la perdida de la conciencia de especie, su sustitución por la conciencia del bien individual aquí y ahora, la pérdida de la visión de futuro, ya dijo un gran economista capitalista, el futuro no importa mañana estaremos muertos.

Y el origen de esta epidemia humana egoísta, el fundamento, es la división de la sociedad en clases, una parte de la sociedad despojando el trabajo, la riqueza de la gran mayoría. Siempre ha sido así, desde los orígenes de la especie y ahora con el capitalismo alcanza su cumbre: no importa la sociedad, la humanidad lo que importa es el individuo, ganar, lucrar a costa de lo que sea.

El virus develó esta gran verdad: el hombre del capitalismo será víctima de su propia creación, la humanidad se pierde en el capitalismo, el virus, o mejor la conducta demencial frente al virus, es sólo el anunció, el asomo del instrumento, la demencia colectiva, que acabará tarde o temprano con la especie. Así como hoy es incompresible que el hombre destruya su propio ambiente en aras de la riqueza de unos pocos propietarios, es incomprensible que esclava de esta situación, dominada por el capitalismo, la humanidad caiga víctima de los requerimientos del capital, el monstruo que ella misma creo y ahora la domina, exigencias opuestas a la existencia del humano…

¡El hombre del capitalismo es el virus del hombre!

¿Por qué los mercados desconfían del acuerdo histórico de los países petroleros?

Entrevistador: Édgar Sígler de Expansión

El pacto para sacar del mercado 9.7 millones de barriles de petróleo por parte de los miembros y aliados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y la intención de otras potencias como Estados Unidos de elevar esa cifra en 10 millones, no ha generado la confianza que necesita el mercado para que los precios del crudo internacionales se levanten de la lona.

La férrea posición de México para reducir su cuota de aportación de 400,000 a 100,000 barriles, y las dudas en cómo harán países como Estados Unidos para aportar los barriles que falten, se suma a la desconfianza del mercado que ve cómo la economía mundial se encamina a su peor recesión desde la Gran Depresión, y que incluso logrando un recorte de 20 millones de barriles, pudiera no ser suficiente para evitar la sobreoferta de crudo ante el desplome de la demanda a consecuencia del coronavirus, explican expertos del sector.

Los países miembros y aliados de la OPEP, conocidos como la OPEP+, alcanzaron un acuerdo para realizar el mayor recorte jamás impulsado por estos países el domingo pasado, tras una serie de cuatro sesiones donde el sorpresivo desacuerdo de México alargó las pláticas sobre un pacto que estaba casi hecho desde el viernes.

Tras esas últimas horas de tensión, la OPEP+ acordó retirar de los mercados 9.7 millones de barriles promedio diario entre mayo y junio, y luego reducirá este ritmo en 7.7 millones de julio a diciembre, y 5.8 millones entre enero de 2021 y abril de 2022.

Los miembros del G20 como Estados Unidos, Canadá, Noruega y Brasil pretenden aportar en conjunto entre 5 millones a 10 millones de barriles a esta cantidad, pero sin un compromiso firme como el que pueden alcanzar los países de OPEP+, porque su aporte se dará como una declinación de los productores a consecuencia de los precios bajos del crudo.

Esto implica que no se sabe cómo se logrará que los demás países contribuyan a la baja en la oferta de petróleo en los próximos meses, una acción que tienen más a la mano naciones como Rusia y Arabia Saudita, y que genera desconfianza en los mercados sobre si lo harán con la rapidez suficiente para paliar el exceso de oferta, explica Rafael Ramírez, ex ministro de Petróleo y Minería de Venezuela entre 2002 y 2013.

“El problema de dejar que países como Estados Unidos, Canadá o Brasil entren es que no sabes cuándo saldrá esa producción, que puede tomar un año en hacerlo”, explica el también ex presidente de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) entre 2004 y 2014, y que participó por décadas en las reuniones de la OPEP.

¿Qué pasó con el acuerdo de la OPEP+ y México este fin de semana? Aquí puedes escuchar más detalles, y el análisis de Rafael Ramírez, ex ministro de Petróleo y Minería de Venezuela entre 2002 y 2013.

Estados Unidos pronostica que su producción pudiera caer en 2 millones a finales de este año, pero el gobierno tiene herramientas limitadas para conducir esta baja en su extracción, debido a que sus leyes antimonopolio le impiden hacerlo de manera coordinada entre sus empresas.

“Hay mucha preocupación y falta de confianza de que todos puedan mantener este nivel de recortes, cuando particularmente lo hacen tantos países que dependen del petróleo para sus presupuestos y economías”, dice John Padilla, director general de la consultora IPD Latina.

Las rabietas de Maduro son “Engaña Pendejos”

Las rabias de los presidentes, los monarcas, los jefes son el plato del día, las razones son muchas: Nerón estaba loco de perinola y causó daño, quemó, persiguió. Las pataletas de hitler son legendarias, su locura le costó a la humanidad millones de vidas. Del Libertador se habla de sus iracundias, aunque bien encaminadas nos dieron la independencia, Ramón da fe de las rabietas de Rómulo.

Ahora asistimos a nuevas y devaluadas rabias: en plena pandemia, a uno de los presidentes le da una pataleta, la emprende contra la muchacha vicepresidente, y da unas órdenes atropelladas. Al otro día ataca (de mentirita) a la polar, da órdenes al fiscalillo y termina con un desplante de torero. La pregunta pertinente hoy es por qué el presidente esta iracundo, qué le pasa al presidente. Veamos.

El país tiene muchos días paralizado, a merced de unas noticias del virus vacías que más parecen el reporte de un juego de beisbol, se dan cifras (increíbles) y se acompañan con noticias vagas relacionadas con remedios milagrosos; el país está fragmentado, mal informado, desorientado. Además el gobierno no encontró otra solución a su incompetencia que entregarse a las garras de capitalismo: privatiza hasta las bombas de gasolina, acaba con pdvsa.

Y en medio de esta incertidumbre el presidente públicamente por una causa que luce trivial nos ofrece una pataleta que quiso ser un ejercicio de autoridad y le salió una escandalosa muestra de impotencia y de la audacia de la ignorancia. Por nueve contagiados que están aislados en sus casas comienza a echar chispas de excremento que le caen a delcy y al anónimo ministro de sanidad. Y para ocultar que esta arrodillado al capitalismo, que traicionó al Socialismo con algodones ataca a la polar, pero no al capitalismo.

Así estará este gobierno de arrinconado, sin ideas, cuando el presidente sólo le queda el recurso de las rabietas y la acusación a mansalva, a su propio equipo y a los empresarios que todos estos años ha favorecido: el mismo día de su toma de posesión los llamó a miraflores, les pidió ayuda, les entregó el sueño de Chávez, junto a ellos ha destruido el país. Esta actitud de “viril rabieta” que es desmentida por la realidad sólo engaña a pendejos.

Cada día se consolida más la idea de que este gobierno no sabe lo que hace, está superado por el cargo y la soberbia, desesperado; ahora las consecuencias de la incapacidad no son sólo económicas, haber destruido la moneda, enterrado a pdvsa, evaporado la gasolina, tener a los especialistas petroleros en calabozos, mientras las refinerías están paradas y la producción merma, ahora las consecuencias no son sólo los millones del éxodo, no son los presos políticos, ni siquiera la fuerte represión con más muertos que los del virus, ahora las consecuencias son el país al garete en medio de una pandemia, el peligro es de vida o muerte, estamos en los límites de la disolución. Este gobierno debe salir, y ya lo hemos dicho no para dar paso a la franquicia gringa de guaido que seguirá privatizando hasta el agua, el aire, si maduro no lo hace primero.

Es necesario una Junta Patriótica, un verdadero Comité De Rescate Nacional, que restituya la noción de país, de sociedad, que por lo menos no mienta eso sería un gran avance, un gobierno que no tenga necesidad de mentir ni de rabietas bufas, que diga la verdad por dura que sea, de allí se desprende todo. Tienen la palabra los que pueden..

La escasez de gasolina y el colapso de las refinerías

 

Ni siquiera durante el sabotaje petrolero del 2002 se pudo privar al pueblo de combustible. Actualmente, no hay gasolina en el país, y la distribución de alimentos y medicinas está en riesgo en medio de la crisis mundial del Coronavirus.

The Darkest Hour

Today, Easter Sunday, the world continues to be affected by the devastating effects of the COVID-19, which is spreading rapidly, as it knows no borders, political or religious beliefs, leaving behind a trail of pain and fear, with 1,777,515 people infected and 108,862 deaths in little more than two months after the disease was declared a pandemic by the World Health Organization.

Some countries have been hit harder than others, despite having robust, public, well-resourced health systems. Some of the images circulating on the internet are heartbreaking – plain burials, seemingly endless coffin trucks, and mass graves, all of which are an indication of the hopelessness and helplessness that many of us are currently feeling. Many political leaders, from Boris Johnson to Jair Bolsonaro, have been victims of their arrogance, and their true nature has been exposed. World powers such as the United States have collapsed in the absence of a public health system free of charge for all citizens. The situation in New York City is alarming; the images of the mass grave on Hart Island in The Bronx are disturbing.

Leaderships in developed countries and their ability to respond to the crisis have been tested, with different reactions that have in turn yielded different outcomes; their decisions will be evaluated later on, once everything returns to normal, although nothing will ever really be the same again. Those who dared to carry out cost-benefit analyses, weighing the economic impact of the pandemic against the death of the elderly or the sick to decide which aspect should be given priority, have been crushed.

COVID-19 has hit even the most developed countries, as the virus infiltrated them, like an «invisible enemy», catching them off guard and severely disrupting their societies.

Mass media has been in charge of analyzing and discussing the issue, and of divulging information to the whole world, thus alarming the entire population but also raising awareness of the dimension and the characteristics of the pandemic.

Everyone now knows that this virus does not discriminate; it is impacting us all equally, and it is no longer just «somebody else’s problem», unlike those issues we believe to be too geographically distant from us that they cannot possibly concern us, such as the war in Syria, in Yemen, ISIS, the situation in Iraq, Darfur, Palestine, the Saharawis. Think about the tragedy of the Latin American migrants trying to reach the USA or cross the Andes by foot from Venezuela, or the thousands of Africans who die trying to cross the Mediterranean in an effort to escape poverty or the violent conflicts raging in their countries.

Hopefully, one day hunger, war, violence, the unjust economic system, the destruction of the environment, and colonialism will also hit the headlines and become hot topics, food for thought that will make us realize we need to take action.

This COVID-19 pandemic has put a lock on the giant wheel of the world economy, on capitalism, a globalized predatory system that ruthlessly exploits natural resources with the sole purpose of feeding individualistic greed and profit. Ours is a world where everything has become a commodity, where human beings are trapped in a dynamic they are not even aware of. But there are also some positive sides to it, and the consequences of this sudden interruption in the infernal dynamics we have all been subjected to for so long are there for all to see. Animals are taking back their place in the world, as dolphins, whales and fish return where they used to thrive; gas emissions decrease, the hole in the ozone layer is getting smaller, the quality of the air we breathe is significantly improving.

Human beings, overwhelmed by their biggest fears, start looking around them again, reconsidering loved ones, spending more time with them when possible, due to the self-isolation measures in place worldwide, currently affecting 3 billion people. People are more sympathetic than ever, expressing solidarity to neighbors, even from their balconies. Big cities are witnessing examples of detachment and sacrifice; medical personnel, nurses, auxiliary personnel, and civil protection agents are all applauded because they are in the frontline daily fighting this battle against COVID-19 to take care of the old, the sick, the most exposed and vulnerable to the virus.
Human beings are going back to simplicity, to his wonderful condition that is allowing them to overcome difficulties, to have and spread positivity, to help others. Their resilience is showing in their will to fight, their organizational capacity, their sensitivity. There is hope that this tragedy will leave us with the awareness that we need to stop destroying our world.

The virus is now spreading to Latin America and Africa, poor countries that usually fall into the realm of the unknown, where regular clinical testing and testing for the presence of Coronavirus are not done, where there are no health statistics. These are countries where there is no information, there are no epidemiological bulletins, where health systems do not work properly or are not accessible to everyone, where people can die anytime from anything, due to the lack of medicines, medical assistance, fundamental services, water, electricity, food, or even because of diseases that had been eradicated years ago, such as malaria, diphtheria, etc., and which once again hit the poorest. Very unfortunately, this is the case of Venezuela.

Our country is suffocated by a real economic and social tragedy, to which the Coronavirus is now adding trouble. The government has ordered a quarantine to be implemented and has used the instillation of fear in the population, their anguish, to declare a true state of siege, where people must stay at home without any possibility of sustaining themselves.

The numbers and statistics given by the most prominent people responsible for this disaster are false; they lie, they manipulate. They act with the indolence of those who know they are not accountable… for now.

The quarantine has become an excuse to leave people to their fate, isolated. They can be kept in quarantine, that increasingly reduced sector of the population that has the resources to acquire food at any price, or that lives in Caracas, or that gets water or electricity. But that’s not the majority, nor are they the most vulnerable.

But how do you sustain in quarantine, or without it, a population that receives a minimum wage of $2.12 a month, 7 cents a day, far, far below the poverty line established by the UN of $1.9 a day; with a frightening devaluation, where the exchange rate has reached levels never seen before in history. Today, one dollar is worth 117,395 bolívares; with unprecedented hyperinflation of 145.37 % between January and March of this year; poverty that reaches more than 90% of the population; a shattered economy, with a 63% accumulated fall in 6 years, before the effects of the COVID-19; with our main company PDVSA destroyed by the government’s intolerance and irresponsibility

How do people sustain themselves in the neighborhoods, in the interior of the country, in the fields, in a country where, for the first time since the oil sabotage of 2002-2003, there is no gasoline, no diesel, no cooking gas; where there is no water for hygiene, no water for consumption; where there is no food, no medicine; where there are blackouts and power cuts for more than 4 to 12 hours a day, and in large states like Zulia, there is no electricity; where there is no transportation, no means of communication, no internet; with a country that is militarized, violent, with atrocious crimes, with the paramiltar police FAES, with fear, with political prisoners, with workers kidnapped, with the companies in ruins; PDVSA destroyed and finished off; with the Mining Arc looted, with the little agricultural production rotting in the fields, because there is no way to get it out, to take it to the markets?

A country that more than 4.7 million Venezuelans have fled, among them excellent doctors and health personnel; a desperate, fearful, cornered, hopeless people with an indolent, criminal government, with an intolerant, clumsy opposition.

On the occasion of Easter Sunday, Pope Francis at the Easter Vigil gave some reflections that seemed to be addressed to Venezuelans and that I allow myself to quote.
Referring to the moments after Jesus’ death on the Cross, he said: «They had seen death and it weighed on their hearts.  Pain was mixed with fear: would they suffer the same fate as the Master?  (….)  A painful memory, a hope cut short.  For them, as for us, it was the darkest hour.»
In this context, the Pontiff said: «(…) Do not be afraid, do not be afraid,» and continued: «Tonight we acquire a fundamental right that can never be taken away from us: the right to hope (…) So, let us not give in to resignation; let us not place a stone before hope.” In conclusion, «darkness and death do not have the last word.»

The fundamental problem in our country is the resignation of the people to live in this tragedy, to accept the accumulation of calamities and problems that have neither justification nor reason to exist. Today is a time for reflection and faith, but also to reaffirm the need to do something to get out of this abyss, where our country faces the greatest challenges for the future. Let us neither leave aside hope nor the sacred reasons to fight; our people deserve a country and a destiny different from this one, where we are immersed in the darkest hour.

Boletín Petrolero Extraordinario
13 de abril de 2020

El acuerdo de la OPEP+.

El dia de ayer, 12 de abril, los ministros de la OPEP+ (países OPEP y No-OPEP), finalmente alcanzaron un acuerdo de recorte de producción, luego de su fallido intento del pasado viernes 10 de abril, debido a la oposición manifestada por de México.

El acuerdo contempla lo siguiente:

  • Ajustar a la baja su producción global de petróleo crudo en 9,7 mb/d, a partir del 1º de mayo de 2020, por un período inicial de dos meses, que concluye el 30 de junio de 2020. 
  • Para el período subsiguiente de 6 meses, del 1 de julio de 2020 al 31 de diciembre de 2020, el ajuste total acordado será de 7,7 mb/d. 
  • Le seguirá un ajuste de 5,8 millones de barriles diarios durante un período de 16 meses, del 1º de enero de 2021 al 30 de abril de 2022. 
  • La base de referencia para el cálculo de los ajustes es la producción de petróleo de octubre de 2018, excepto en el caso del Reino de Arabia Saudita y la Federación de Rusia, ambos con el mismo nivel de base de 11,0 mb/d. 
  • El acuerdo será válido hasta el 30 de abril de 2022, sin embargo, la prórroga de este acuerdo se revisará durante diciembre de 2021.

El recorte de producción alcanzado por la OPEP+ resulta de un esfuerzo extraordinario de los países productores de petróleo, encabezados por el Reino de Arabia Saudita y la Federación Rusa, en su intento de estabilizar el mercado petrolero y recuperar el precio del petróleo que ha caído en más de 48% desde el inicio del mes de marzo, debido al desplome de la economía mundial a raíz de la pandemia del COVID-19.

La oposición de México al pre-acuerdo de la OPEP+ del jueves 9 de abril, que bloqueó la entrada en vigor de los recortes, pudo finalmente ser subsanada por la intervención del presidente norteamericano Donald Trump, al convencer al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de aceptar el acuerdo de la OPEP+ y que los EE UU recortará 200 MBD de su propia producción en nombre de México, por lo que este último sólo recortará 100 MBD. No se sabe como los EEUU cumplirá su oferta, pero al final el acuerdo de la OPEP+ cerró con México incluido y un total de recorte, levemente menor al inicialmente pre-acordado de 10 millones de barriles día, pero, sin lugar a dudas, muy importante.

Este recorte extraordinario, el más grande hecho en la historia para estabilizar el precio del petróleo, sin embargo, no ha sido acompañado, como se esperaba, por los países industrializados, productores de petróleo, agrupados en el G-20.

La reunión de ministros de energía del G-20, realizada el 10 de abril, y donde se esperaba que asumiera un recorte de producción de 5 millones de barriles día, terminó solo con una declaración general de apoyo a la estabilización del mercado, pero sin asumir ningún recorte de su producción.

Algunas agencias, especialistas e incluso ministros, hablan de que el recorte aprobado, implica realmente hasta 13 millones de barriles día de recorte de producción, algunos incluso hablan de hasta 19 millones de barriles día, al incluir volúmenes que saldrán del mercado por su inviabilidad económica de producción, como ya está sucediendo en EEUU y Canadá por los altos costos de su producción tanto del petróleo de esquistos (shale oil), como del petróleo de las arenas bituminosas de Athabasca.

Resulta erróneo sumar al recorte de producción de la OPEP+, los barriles de petróleo que saldrán de la oferta por razones económicas y no políticas. Eso lo percibe el mercado y lo refleja en los precios: cual es la voluntad política de los grandes productores de incidir de manera voluntaria en la estabilización del mercado petrolero.

Esta diferencia en el tipo de recorte, por decisión política como ha hecho la OPEP+ o como consecuencia de su inviabilidad económica, como anuncian algunos países del G-20, no es una cuestión semántica, al contrario, es una cuestión de fondo, el tema central de la discusión en la política petrolera: la necesidad de intervenir el mercado, a través de la regulación de la producción, para poder defender un precio justo del petróleo.

No es la “mano invisible” del mercado quien va a recuperar y estabilizar el precio, es la intervención decidida de los países productores de petróleo de reducir su oferta y defender el precio de un recurso natural que se agota.

Siempre lo hemos sostenido, a los países productores de petróleo, no solo nos asiste el derecho de obtener un precio justo por nuestro recurso natural, en beneficio de nuestros pueblos y para mantener su explotación, sino que, además, debemos regular su producción para evitar el derroche en el consumo, una política conservacionista del recurso natural, que permita que el mismo no se agote y esté disponible en el largo plazo para sostener la economía del mundo. 

Por ello es que, si no existiera la OPEP, alguien más asumirá este papel, llámese OPEP+ o una alianza entre EEUU, Rusia y Arabia Saudita.

Un cambio estratégico.

Como lo mencionamos en el informe semanal del pasado 10 de abril, el mercado petrolero ahora se decide de acuerdo al interés de los tres mayores países productores, EEUU, Rusia y Arabia Saudita. 

Los Estados Unidos.

El rol de los EEUU y del presidente Trump ha sido fundamental para obtener el acuerdo de la OPEP+. En su particular estilo y utilizando toda su capacidad de persuasión, el presidente Trump hizo posible que se sentaran a negociar la Federación Rusa y el Reino de Arabia Saudita. Además de incidir directamente con otros países como el caso de México.

Trump, aunque mantiene un discurso a favor de la actuación del libre mercado, sin embargo exigió tanto a rusos como a sauditas que recortaran su producción de petróleo entre 10 y 15 millones de barriles día de petróleo y acabaran con su guerra de precios. Así cumplió su cometido.

La actuación de la administración norteamericana es, sin embargo, más allá del discurso político, más consistente  con los intereses de un país productor que de un país consumidor. Hoy día los EEUU son el principal productor de petróleo del mundo, con un sector que aporta recursos fundamentales para su economía y que emplea 1,1 millones de empleos. Es una posición que además le da a los EEUU una ventaja estratégica y una independencia respecto a suministros de áreas conflictivas que no están dispuestos a perder.

Arabia Saudita.

La OPEP, como organización, está muy debilitada producto de la sistemática desestabilización de algunos de sus países miembros, guerras, sanciones, invasiones y volatilidad política, lo cual ha reducido su producción propia, así como sus posibilidades de influir políticamente en la organización. Hoy la OPEP es una organización fundamentalmente manejada según los intereses del Reino de Arabia Saudita y de las monarquías del golfo pérsico.

Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, maneja su política petrolera con clara conciencia de que es un poderoso instrumento de negociacion geopolitica. Como uno de los actores fundamentales en los conflictos del medio oriente, Siria, Libia y sus acuerdos con Irán, ha sido capaz de trabajar tanto con Arabia Saudita, como manejar compromisos y acuerdos de su difícil relación con la administración norteamericana.

Estos tres actores, grandes productores de petróleo, han demostrado que son capaces de coordinar acciones en defensa de sus propios intereses y tras ellos, conducir al resto de los países productores de petróleo, acción que se refleja en el reciente acuerdo de la OPEP+. Habría que ver si esta coordinación y conjunción de intereses se consolida y mantiene en el tiempo. 

El Precio

La semana pasada las referencias de precios del Brent y el WTI continuaron con una tendencia a la baja. El dia de hoy se cotizaron en 33,16 y 23,18 dólares barril respectivamente, lo que representa una caída de 38% para el Brent y aún más fuerte para el WTI con 51% en comparación a las cotizaciones registradas antes de la reunión OPEP+, el 4 de marzo. Ambas se mantienen casi sin ninguna diferencia en comparación a las cotizaciones del viernes que, en el caso del Brent, se ubicó en 31,45 dólares barril y el WTI en 22,76 dólares barril.

La reacción de los precios no ha sido la que se esperaba, tras decisiones de recortes de producción tan importantes anunciadas el día de ayer, 12 de abril. Según el comportamiento de los precios, en especial del WTI la semana pasada, mayor efecto impactaron al alza los tuits del presidente Trump, que los recortes acordados.

En otras circunstancias, el solo anuncio del preacuerdo del recorte de 10 millones de barriles día hechos por la OPEP+ el pasado jueves 9 de abril, hubiese sido suficiente para disparar los precios del petróleo. Si bien los mercados no abrieron el viernes por la celebración de la Pascua, el anuncio del recorte del día de ayer de 9,7 millones de barriles día, hubiese sido suficiente para que hoy los marcadores de petróleo se dispararan al alza, cosa que no ha sido así.

Por otra parte, la desestabilización del mercado por efecto del desplome de la economía por el COVID-19 es profunda. La demanda del consumo de petróleo ha caído dramáticamente y se estima que será entre el 20 y 30%, es decir entre 20 a 30 millones de barriles de petróleo día de reducción de la demanda. Por ello, el recorte de 10 millones de barriles día, incluso uno de hasta 15 millones de barriles día, es un paso importante, pero resulta insuficiente.

Arabia Saudita y Rusia no valoraron adecuadamente la situación del mercado cuando decidieron iniciar una guerra de precios. Toda la sobreproducción de un mes, y la que seguirá todo este mes, hasta que entre en vigencia el recorte a partir del primero de mayo, ha inundado el mercado de petróleo, un mercado que dejó de consumir de manera abrupta desde inicios del mes de marzo. 

Es por ello que los inventarios comerciales y estratégicos se han llenado de petróleo barato, que nadie está consumiendo. Algunos analistas y agencias estiman que incluso estos colapsaran y tendrán que producirse mayores recortes de producción. 

El proceso de drenaje de estos inventarios no solo será gradual y lento, en la medida que se inicie la recuperación del consumo con la reactivación de la economía, sino que retrasará aún más, la posibilidad de requerir mayores volúmenes de producción de petróleo.

En nuestra apreciación, el precio del petróleo, a pesar de que pueda tener algún alza puntual, ha perdido mucho terreno, se mantendrá muy bajo al menos durante todo este año, la demanda ha colapsado como nunca antes y los inventarios están en niveles máximos, en un mundo con una economía en recesión, empresas en quiebra, paralizadas y 3 billones de personas con restricciones de movimientos.

Esta crisis, sin precedentes del mercado petrolero, vendrá acompañada de los problemas políticos y sociales del colapso de las economías de los países productores, el reacomodo del sector productor y sus empresas y un nuevo ciclo de falta de inversiones en el sector. 

Indudablemente se están gestando cambios estratégicos en el mercado petrolero, con un evidente debilitamiento de la OPEP y el regreso de los EEUU, la economía más grande del planeta, actuando más como país productor de petróleo en vez de consumidor.

El miedo nos esclaviza

La respuesta que la humanidad ofrece al virus está signada por el miedo, no es dirigida por la consciencia; la fragmentación el enclaustramiento no es una reacción de la disciplina sino del temor. De esta manera se construyó una rara asociación que es muy forzado llamar sociedad, es quizá más parecida a una cárcel con millones de calabozos aislados en la que se evidencian las carencias, las fallas de lo que antes llamábamos sociedad y en realidad era un extrañamiento voluntario e imperceptible. El virus, el miedo mostró la soledad que padecíamos.

Las leyes de esta nueva asociación del humano afloraron, se manifestaron en su dramatismo: las comunicaciones entre los humanos las capturó la tecnología, las filtra, las reduce, elimina la relación carnal, los gestos, la mirada; el distanciamiento espiritual que ya existía ahora es complementado con distanciamiento físico; el egoísmo tomo carta de legalidad, los brotes de fraternidad son liquidados por la realidad del virus. Las salida a los espacios público son como las de un delincuente, con mascara, con guantes para no dejar huellas, distanciamiento físico y espiritual, como en una capsula. Ahora el aislamiento dejo la hipocresía, se muestra tal cual era. Los medios, el gobierno intentan contener una ola que cada día se les va de las manos, si no hay sociedad el gobierno es un fantasma, no hay a quien gobernar, se reduce su influencia, todos somos unos aislados, el gobierno es un vacío. Los medios y el gobierno dan partes de fallecidos y contaminados, se comparan con los resultados de otros países en un juego macabro una especie de champions del virus. Anuncian vacunas, hablan de los síntomas, todo en sus pantallas, la realidad real, camina afuera hacia comportamientos de fanatismo que creíamos olvidados, las masas al garete presas del miedo generan respuestas supersticiosas, crean enemigos.

Somos una no-sociedad, una mera suma de aislados gobernados por el miedo que dirige la vida, por ahora en carriles más o menos tranquilos, pero en el futuro cercano amenaza con transformarse en pánico, alimento del fanatismo, surgirán culpables, surgirán objetivos para drenar el miedo. Vivimos días de alto peligro, desconocidos en su dimensión. El país se derrumba sin gobierno que no atina a otra cosa que desligarse de sus obligaciones y sin sociedad estallada en millones de claustros.

La política cambió de esencia, ahora no es la lucha por el gobierno, que no existe, ahora es la batalla por algo más profundo, no es el control de la sociedad sino la restauración de la sociedad, impedir la definitiva evaporación social. Los más avisados saben que la especie no puede existir sin un mínimo de relación sana, sin eso cualquier cosa terrible puede ocurrir.

Es necesario un gobierno poderoso, un verdadero comité de rescate, con alto poder de convencimiento, con alta credibilidad, queribilidad, capaz de contrarrestar a la desinformación de los medios y las redes, apto para vencer el miedo, que cambie el miedo por esperanza, por sentido de pertenencia a la sociedad, razones sagradas para luchar.

Ahora no se trata de tomar el poder, sino de reconstruir la capacidad de guía de la sociedad. Está claro que cambiaron las reglas del juego, ya los segmentos de asociación van creando sus propias fisiologías, rompen la cuarentena y van a la calle a imponer su ley, ya se ven cacerías de contaminados. Día a día el miedo nos esclaviza…

La hora más oscura

Hoy, Domingo de Resurrección, el mundo sigue abatido por los efectos devastadores del Coronavirus, el COVID-19, que se expande rápidamente, sin conocer de fronteras, ni creencias políticas, ni religiosas, dejando a su paso una estela de dolor y miedo:  1.777.515 contagiados y 108.862 muertos, en poco más de dos meses de haber sido declarado como pandemia por la Organización Mundial de la Salud.

Algunos países han sido golpeados de manera más dura que otros, a pesar de contar con sistemas de salud robustos, públicos, con amplios recursos. Algunas imágenes son desgarradoras, entierros sin dolientes, camiones con ataúdes, fosas comunes, desesperanza e impotencia. Muchos liderazgos políticos han tenido que ceder en su prepotencia o quedan expuestos en su esencia, desde Boris Johnson hasta Jair Bolsonaro. Otras grandes potencias mundiales, como los EEUU, han colapsado ante la ausencia de un sistema de salud público, de acceso gratuito para todos. La situación en la ciudad de Nueva York es alarmante, las imágenes de la fosa común en Hart Island en el Bronx, es perturbadora.

Los liderazgos mundiales y las capacidades de respuesta de los países desarrollados, se han puesto a prueba, con reacciones distintas, decisiones que luego se evaluarán cuando todo vuelva a la normalidad, aunque nada será igual. Quedaron pulverizados aquellos que se atrevieron a hacer análisis de “costo-beneficio”, entre el impacto económico y la muerte de los ancianos o los enfermos.

El COVID-19 ha golpeado a los países más desarrollados, los ha golpeado luego de infiltrarse, cual “enemigo invisible” y ha hecho irrupción, de manera sorpresiva y violenta, en el seno de estas sociedades.

Los grandes medios de comunicación se han encargado de llevar el tema y los detalles de su impacto a todo el hemisferio, donde por supuesto, se crea la alarma, pero a la vez, la conciencia de las dimensiones y características de la pandemia. 

Así, el mundo se ha sensibilizado ante un tema que nos golpea a todos por igual, que deja de ser problema de “otros”, o muy lejanos, como la guerra en Siria, en Yemen, la acción del ISIS, Irak, Darfur, Palestina o los Saharauis o la tragedia de los migrantes latinoamericanos que tratan de llegar a los EEUU o que cruzan a pie Los Andes saliendo de Venezuela, o los miles de africanos que mueren tratando de atravesar el Mediterráneo, en su esfuerzo de escapar a la violencia o la pobreza en sus países. 

Ojalá algún día el hambre, la guerra, la violencia, el sistema económico injusto, la destrucción del medio ambiente, el colonialismo, sean también titulares globales, temas para la reflexión y la acción.

La pandemia le ha metido una tranca a la gigantesca rueda de la economía mundial, al capitalismo, un sistema depredador de recursos naturales, globalizado, donde se estimula el individualismo y el lucro como objetivo último. Donde todo se ha convertido en una mercancía, donde el ser humano se ve atrapado en una dinámica de la que ni siquiera está consciente. Con este alto a la dinámica infernal, vuelven los delfines, ballenas y los peces, disminuyen las emisiones, se atenúa la dimensión del agujero a la capa de Ozono, baja la contaminación del aire. 

El ser humano, golpeado en sus temores más profundos, vuelve a mirar a su alrededor, a sus seres queridos, dedica más tiempo en la cuarentena mundial, que ya alcanza a 3 billones de personas en el mundo. Vuelve la solidaridad con los vecinos, así sea desde los balcones. En las grandes ciudades vuelven los ejemplos de desprendimiento y sacrificio; destacándose el personal médico, enfermeras, personal auxiliar, de protección civil, a quienes se les aplaude porque están en la primera línea de la batalla contra la muerte de los ancianos, los enfermos, los más expuestos. 

El ser humano vuelve a su esencia, a su condición maravillosa que le ha permitido sobreponerse a las dificultades, la esperanza, la solidaridad, su carácter gregario, su capacidad de organización, su sensibilidad. Hay esperanzas de que esta tragedia deje espacio a la reflexión y a la posibilidad de detener el curso de la aniquilación del planeta, de su propia existencia.

El virus se extiende ahora hacia América Latina y África, a los países pobres, cayendo en el terreno de lo desconocido, donde no se hacen las pruebas clínicas, ni los “test” para determinar la presencia del Coronavirus, donde no hay estadísticas sanitarias; países donde no hay información alguna, ni boletines epidemiológicos, ni sistemas de salud, donde la gente muere permanentemente de cualquier cosa, por falta de medicamentos, falta de asistencia médica, falta de servicios fundamentales, de agua, electricidad, de alimentos o por enfermedades que habían sido erradicadas hace años, como el paludismo, la difteria, etcétera, y que vuelven a golpear a los más pobres,  Muy lamentablemente, es el caso de Venezuela. 

Nuestro país está asfixiado por una verdadera tragedia económica y social, a la cual se suma ahora el Coronavirus. El gobierno ha ordenado una cuarentena y ha utilizado el miedo natural en la población, la angustia colectiva, para declarar un verdadero estado de sitio, donde la gente debe quedarse en casa, sin tener posibilidades de sostenerse. 

Los números y estadísticas que dan los más prominentes responsables de este desastre, son falsos, mienten, manipulan. Actúan con la indolencia del que sabe que no rinde cuentas a nadie… por ahora. 

La cuarentena se ha convertido en una excusa para dejar a la gente a su suerte, aislada. Pueden mantenerse en cuarentena, ese sector cada vez más reducido de la población que tiene recursos para adquirir alimentos al precio que sea, o que vive en Caracas, o que le llega agua o electricidad. Pero esa no es la mayoría, ni son los más vulnerables, de alguna manera se las ingenian.

Pero cómo se sostiene en cuarentena, o sin ella, una población que percibe un salario mínimo de 2,12 dólares al mes, 7 centavos de dólar al día, muy, pero muy por debajo del umbral de la pobreza establecido por la ONU de 1,9 dólares diarios; con una devaluación espantosa, donde el tipo de cambio ha adquirido niveles nunca vistos en la historia, hoy se cotiza 1 dólar en 117.395 bolívares; con una hiperinflación inédita, de 145.37 % entre enero y marzo de este año;  una pobreza que alcanza a más del 90% de la población; una economía destrozada, con una caída del 63% acumulada en 6 años, antes de los efectos del COVID-19; con nuestra principal empresa PDVSA destruida por la intolerancia y la irresponsabilidad del gobierno. 

¿Cómo se sostiene la población en los barrios, en el interior, en los campo, en un país donde, por primera vez desde el sabotaje petrolero del 2002-2003,  no hay gasolina, ni diesel, ni gas para las bombonas para cocinar; donde no hay agua para la higiene, ni para el consumo; donde no hay comida, ni medicamentos; donde hay apagones y cortes del suministro eléctrico de más de 4 a 12 horas diarias, en grandes estados como el Zulia, no hay electricidad; donde no hay transporte, ni medios de comunicación, ni internet; con un país militarizado, violento, de crímenes atroces, del FAES, del miedo, con presos políticos, trabajadores secuestrados, con las empresas en ruinas; PDVSA destruida y rematada; con el Arco Minero saqueado, con la poca producción agrícola pudriéndose en los campos, porque no hay como sacarla, llevarla a los mercados? 

Un país del que han salido más de 4,7 millones de venezolanos, entre ellos excelentes médicos y personal de salud; un pueblo desesperado, temeroso, arrinconado, sin esperanzas, con un gobierno indolente, criminal, con una oposición intolerante, torpe. 

Con motivo del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco en la vigilia Pascual, hizo unas reflexiones que parecen dirigidas a los venezolanos y que me permito citar. 

Refiriéndose a los momentos posteriores a la muerte de Jesús en la Cruz, dijo: “Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro? (…) a memoria herida, la esperanza . Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura”. 

En ese contexto, dice el Pontífice, “(…) No teman, no tengan miedo” y prosigue “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza (…) no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra…”. Finalizando, “la oscuridad y la muerte no tienen la última palabra”.

El problema fundamental en nuestro país es la resignación del pueblo a vivir en esta tragedia, aceptar un cúmulo de calamidades y problemas que no tienen ni justificación, ni razón de ser. Hoy es un momento para la reflexión y la fe, pero también, para reafirmarnos en la necesidad de hacer algo por salir de este abismo, donde nuestro país confronta los más grandes retos hacia el futuro. No dejemos de lado la esperanza, ni las razones sagradas para luchar, nuestro pueblo merece un país y un destino distinto a este, donde estamos sumidos en la hora más oscura.