El 31 de diciembre de 2019, las autoridades sanitarias chinas reportaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS), 41 casos “de una extraña forma de neumonía”, la mayoría conectada un mercado de la ciudad de Wuhan. El 7 de enero identifican al virus causante de esta forma de neumonía, como “nuevo coronavirus”; el 23 de enero, se anuncia el confinamiento de 11 millones de residentes en la ciudad de Wuhan, y más tarde, de toda la provincia Hubei (con 60 millones de personas), aunque ya se habían reportado casos de personas contaminadas en Tailandia, Estados Unidos y Filipinas.
El 30 enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró “la emergencia de salud de preocupación internacional”. Dicha organización lo denomina COVID-19, el 11 de febrero y el 11 de marzo, lo declara pandemia. El 7 de febrero, el doctor chino Li Wenliang del hospital de Wuhan, muere por coronavirus, un mes después de haber alertado a otros colegas sobre la extraña enfermedad. El 2 de febrero, un grupo del Instituto de Virología del “Hospital Lazzaro Spanazzaro de Roma”, dirigido por las científicos Marta Branca y María Capobianchi, aísla por primera vez el virus en Europa. El 14 de febrero, muere por COVID-19, un ciudadano chino en Francia; el 19 de febrero, se declara la presencia del coronavirus en Irán.
El 21 de febrero, el COVID-19 se propaga en Italia significamente. El 29 de febrero, se produce el primer fallecimiento en los Estados Unidos. El 23 de febrero, Italia declara la cuarentena en la llamada zona roja, al norte del país (Lombardia, Veneto, Friulli, Venezia, Giulia, Veneto); el 9 de marzo, Italia declara la cuarentena de todo el país (60 millones de italianos). A partir de allí, la mayoría de los países europeos han ido tomando medidas de distinta índole para enfrentar el coronavirus. Igual ha sucedido en Estados Unidos, Asia y, en menor medida, América Latina.
Hoy, 22 de marzo, la cifra de contagiados a nivel mundial asciende a 308.976, de los cuales, 13.049, ha fallecido, es decir, el 4,22%.
La expansión del COVID-19 y la globalización.
La pandemia del coronavirus es una realidad que ha impactado a un mundo globalizado y en la mayoría de los casos, escéptico, ensayándose soluciones individuales en cada país, reflejo de las más diversas posturas, intereses y visiones de cada grupo gobernante.
El hecho de que el coronavirus se haya propagado desde China de una manera tan acelerada y profunda en el mundo, demuestra que la globalización es una realidad (en algunos casos, positiva, en otros, negativa), y que China es la segunda economía más importante del planeta, relacionada con el mundo entero.
La acelerada expansión del coronavirus, pone a prueba al liderazgo mundial, los valores hegemónicos de la sociedad; y, por supuesto, la fortaleza y capacidad de cada nación, y la unidad y disciplina de sus pueblos, para hacer frente a esta crisis. El virus, tal como aquella extraordinaria obra de Orson Welles: “La Guerra de los Mundos”, se disemina de manera violenta, creando pánico en los países donde llega, al sorprender a una población confiada que tarda en descubrir que el mismo tenía rato propagándose entre sus habitantes.
Población de mayor riesgo, propagación y contagio.
Lo que se ha podido determinar, con base en la experiencia de China e Italia, es que, si bien todos pueden adquirir y ser portadores del virus, la población que es más vulnerable a sus efectos, y sobre la cual recae una alta tasa de mortalidad, es la adulta, de más de 60 años o personas con enfermedades crónicas y de alto riesgo, como la diabetes, males coronarios, renales, SIDA, cáncer, etc. No obstante, el Director General de la OMS, ante la expansión del coronavirus a países subdesarrollados y pobres, advierte, que también son especialmente vulnerables las personas que sufren de malnutrición o tienen debilidad en su condición física, dadas sus condiciones de pobreza. Otro dato preocupante, es la confirmación de que el virus tiene capacidad de mutar y que, también se están presentando fatalidades en personas con edades cercanas a los 30 años, que se suponía inicialmente que no serían gravemente afectados.
Un elemento que ha facilitado la rápida expansión del COVID-19, es que, dada su baja tasa de mortalidad, los portadores del virus son más, e incluso, en muchos casos, no presentan síntomas. Por otra parte, el COVID-19, puede sobrevivir en superficies de todo tipo por períodos que van desde 12 hasta 72 horas. Además, el virus ha contado con un elemento a favor para su divulgación, el cual ha sido la incredulidad de la población ante su gravedad y la falta de decisiones efectivas y oportunas de los gobernantes de cada país e, incluso, de bloques de países en regiones enteras.
Es importante hacer una revisión del comportamiento de algunos países y gobiernos ante la aparición y propagación del COVID-19.
China.
China, lugar donde se originó el virus, ha recibido críticas por el secretismo y falta de transparencia al inicio del problema, incluso, fuentes científicas señalan que ya había indicios del mismo desde el mes de noviembre, la suerte del doctor Le Wenliang es un ejemplo de la manera cerrada como se manejó en sus comienzos esta crisis. Sin embargo, a partir de allí, el gobierno de ese país actuó, con toda su capacidad científica e industrial, además, de la disciplina del pueblo chino, para controlar la transmisión del coronavirus, y hoy día este país tiene ni nuevos casos, ni nuevas muertes. La OMS ha recomendado seguir el modelo chino para hacer frente a esta pandemia. China ha estado compartiendo información y hallazgos importantes en base a su experiencia, información que debe ser difundida para ampliar el conocimiento sobre cómo hacerle frente a la pandemia.
Igualmente efectivos, parecen estar siendo en Japón y Corea del Sur, para contener la expansión del COVID-19, aunque todavía se generan muertes, sobre todo, en este último país.
Europa.
El coronavirus ha impactado a toda Europa, la mayoría de cuyos países tienen alto grado de desarrollo humano, económico e industrial, y con sistemas de salud casi siempre públicos y donde el acceso a los medicamentos es prácticamente gratuito, países con robustos sistemas hospitalarios, amplia protección social y servicios públicos eficientes. Sin embargo, el COVID-19 se ha expandido vertiginosamente y ha golpeado de manera dramática a Italia, país visitado por millones de turistas, por su riqueza cultural y patrimonial, y sobre todo, por su gente, pero además, con una gran economía, interrelacionada con el mundo entero.
El impacto de la pandemia en Italia ha sido trágico, 4825 fallecidos a la fecha, casi un 37 % del total a nivel mundial. Explica la Autoridad Sanitaria Única del Ministerio de Salud, que este alto número se debe fundamentalmente a que Italia tiene la característica de la longevidad de sus habitantes (el 23% de la población es mayor a 65 años) que sobreviven gracias al suministro gratuito y efectivo de sus medicamentos y atenciones médicas, de hecho, la edad promedio de los fallecidos por el COVID-19 en este país es de 81 años.
Aunque el gobierno italiano actuó de manera drástica y rápida, siendo el primer país europeo en declarar cuarentena, primero el 23 de febrero en las regiones de al norte del país, y luego el 9 de marzo una cuarentena nacional, el COVID-19 ha impactado fuerte y el país sigue dando la batalla para contenerlo.
A partir del caso italiano, los países europeos y Reino Unido, han venido tomando decisiones cada vez más severas en la restricción del movimiento, a través de las fronteras y dentro de sus propios territorios. Un hecho notable, es que la Unión Europea no ha establecido respuestas conjuntas, colectivas ante esta pandemia, cada quien ha actuado de acuerdo a sus propios intereses y visiones.
Estados Unidos.
Los Estados Unidos parecieran haber sido tomados de sorpresa por la pandemia, con reacciones disímiles ante la crisis. De acuerdo con la cadena de noticias NBC, en Kentucky y en el Estado de Texas, la venta de armas subió ante el coronavirus. Igualmente, los medios norteamericanos reflejan el escándalo producto de que algunos senadores del Congreso norteamericano, con información privilegiada sobre la expansión del coronavirus y su consecuencia sobre las bolsas mundiales, hicieron ventas de sus propias acciones y obtuvieron importantes ganancias. En todo caso, y más allá de estas situaciones, el debate de fondo en este país, es sobre el hecho de que el sistema de salud norteamericano es privado y la salud se ha convertido en una mercancía. En ese sentido, cobran más vigencia que nunca, las posiciones del precandidato Demócrata, el Senador Bernie Sanders, con respecto a la necesidad de contar con un sistema de salud pública, robusto y gratuito para todos los ciudadanos.
Es ahora que el gobierno, está adquiriendo los “kits” para las pruebas del coronavirus y haciendo los exámenes de manera gratuita, razón por la cual los números de infectados están apareciendo vertiginosamente; hoy día, van 27.000 casos. Algunos estados, como Nueva York y California han tomado medidas de cuarentena, mientras el gobierno federal, ha anunciado normas de restricción de viajes, sin tomar aún la decisión de cuarentena general.
Los exámenes clínicos.
Un elemento fundamental para determinar la magnitud del impacto del COVID-19 en los países y el alcance de su propagación, es la realización de las pruebas clínicas correspondientes, para lo cual se requiere disponer de los “kits” para realizar los exámenes pertinentes.
Algunos países como Brasil han decidido no hacer nada al respecto y el propio Bolzonaro ha hecho declaraciones, donde minimiza y subestima el riesgo que el mismo significa para su población. El pirómano de la Amazonia no está dispuesto a hacer nada que pueda afectar su economía.
Al 15 de marzo, China (solo en Guandon) ha hecho 320.000 exámenes, Corea del Sur 316.664, Italia 206.886, Alemania 167.000, Rusia 143.519, Estados Unidos 140.000, Emiratos Árabes Unidos 125.000, Australia 113.215, Irán 80.000, Noruega 43.735, Francia 36.700, España 30.000, Japón 14.901, Suecia 14.300, Qatar 8.400, Colombia 4.103. Solo se tienen reporte de pruebas en 63 de un total de 195 países en el mundo.
Es solo en la medida en que se hagan las pruebas con los “kits”, que se podrá determinar la magnitud de la presencia del virus y sólo entonces, se podrá desarrollar una estrategia de contención y cura.
Todos los equipos científicos, sobre todo del mundo industrializado, están trabajando aceleradamente para conseguir una cura, tratamiento y vacuna capaz de detener y curar a la persona contagiada por el COVID-19. Sin embargo, estamos hablando, en el mejor de los casos, si los ensayos actuales tienen éxito, de varios meses para culminar las pruebas e iniciar la producción y distribución de la misma.
La información y autoridad.
Otro elemento importante para desarrollar una estrategia contra el COVID-19, es la información, transparente y precisa. Algunos países han optado por ocultar o manipular información, para no sufrir afectaciones económicas o políticas. Eso es un error catastrófico.
Otros sencillamente, no tienen posibilidad alguna de emitir información que sea confiable. Por otra parte, un país que no tenga un sistema de información epidemiológico confiable, no podrá hacer frente con éxito a esta pandemia.
Tiene que existir una autoridad única, como autoridad científica, que sea capaz de generar información real, precisa y oportuna, tanto a los organismos especializados, como la OMS, como a la población. En todos los países que han estado afectados por el COVID-19, existe una autoridad única, un científico o experto en el área de salud quien está al frente de las distintas comisiones que se han nombrado para hacer frente a la crisis. Los políticos o gobernantes de todos los países se han reservado para anuncios de decisiones trascendentes para la población. Nadie está utilizando el COVID-19 para sacar provecho político de la situación de pánico en la población.
Por otra parte, el pueblo tiene derecho a saber de manera veraz y confiable, cuál es la situación real, qué debe hacer, cuáles son las medidas y sobre todo, cuál es la estrategia. La información no puede ser, bajo ninguna consideración, manipulada, ni tergiversada, mucho menos, en virtud de intereses de orden político.
Los que tienen que orientar y comunicar el desarrollo de la situación o de la crisis a la población en general, tienen que ser personas que tengan la autoridad y gocen de la confiabilidad necesaria para poder emitir alertas, consideraciones y dar instrucciones adecuadas. Se necesitan voceros calificados y con credibilidad, para generar confianza en una población atemorizada.
El sistema de salud.
El sistema de salud de los países afectados está haciendo altamente exigido, no solo en sus capacidades físicas, de espacio, sino en la disponibilidad de camas y equipamiento para las terapias intensivas, equipos de respiración asistida, personal médico capacitado e insumos de todo tipo.
En países que tienen sistemas de salud tan robustos como los europeos y China, ésto se ha convertido en un “cuello de botella”, una restricción, de allí que, hayan hecho esfuerzos extraordinarios por ampliar sus capacidades médicas, para atender la crisis con hospitales tradicionales o nuevos equipamientos, como han hecho en China, Italia y España.
No puede enfrentarse esta pandemia con un sistema de salud desmantelado, con hospitales que no reúnen las condiciones mínimas de salubridad, ni tienen condiciones operacionales, ni los servicios garantizados.
Por otra parte, la dotación de insumos a los hospitales, personal médico, enfermeras, personal sanitario, es fundamental. Si los hospitales no están dotados y el personal médico no se encuentra debidamente equipado y protegido, no se podrá hacer frente a la concentración de casos que se requiere atender en salas de terapia intensiva, a donde derivan los enfermos del coronavirus, al presentar severas afectaciones respiratorias y funcionales en general.
Las cuarentenas.
La cuarentena es el método más efectivo para evitar la propagación del virus y para identificar los casos, dirigir las pruebas y poder conducir una estrategia para resolver el problema. Sin embargo, en los países donde se ha decretado cuarentena, el Estado ha garantizado la alimentación, el suministro de insumos médicos de todo tipo, la continua prestación de los servicios públicos, como el agua, la alimentación, la electricidad, combustibles, así como, la seguridad de los ciudadanos.
No se trata de encerrar a las personas y dejarlos a su suerte, para ver quién sobrevive, sino que el Estado garantice las condiciones adecuadas para que la cuarentena sea efectiva. Cuarentena con hambre, sin agua, ni luz o electricidad no sirve, cuarentena sin tranquilidad y sosiego, sin seguridad, no se puede sostener, cuarentena a la fuerza no va a convencer a nadie.
La cuarentena es difícil, estar constreñido a un espacio pequeño, sin poder salir, por semanas, es difícil de sobrellevar en situaciones normales. Pero si faltan los alimentos y los servicios esenciales, además de información veraz que vaya indicando el desarrollo de la batalla contra la pandemia, será muy difícil sostener la cuarentena y la población puede volcarse a la calle, desesperada, tratando de encontrar alguna salida.
Economía.
En el ámbito económico, la profundidad del daño producido por la pandemia del COVID -19, todavía no ha logrado determinarse con exactitud, todas las bolsas y mercados bursátiles, así como, el mercado petrolero en el mundo, se han desplomado. La paralización de la producción industrial y de bienes y servicios, así como, todas las cadenas de suministros de insumos y partes indispensables para los procesos de manufactura han sido afectados. Se estima una fuerte caída en los empleos, y en toda la actividad comercial, así como, de líneas aéreas y turismo, entre otros. Ante esta situación, la inmensa mayoría de los países y Bancos Centrales han respondido apoyando sus respectivas economías con paquetes de incentivos fiscales, al trabajo, al empleo. Sobre este tema, estoy realizando un Boletín Petrolero que se puede conseguir en mi blog o por correo electrónico, si te suscribes al mismo.
La solidaridad vs el egoísmo.
Es increíble la actitud de algunos gobiernos y líderes de países que han optado por no hacer nada respecto al COVID-19 y de esa manera, estiman ellos, proteger a sus economías.
Algunos gobernantes han decidido no hacer pruebas y mucho menos cuarentenas con la estrategia criminal de “dejar hacer, dejar pasar”, hasta que la población desarrolle su propia inmunidad, aceptando que habrá un costo en vidas humanas, pero que este costo solo afectará a la población anciana del país o a personas con enfermedades o dificultades de salud. De allí que han subestimado a la pandemia, o decidido no hacer restricciones de movimientos o no tomar ninguna medida de cuarentena.
En nuestra región, el presidente de Brasil, un país inmensamente grande, ha desestimado los efectos del COVID-19 sobre la población y ha decidido no hacer nada. El pirómano del Amazonas no está dispuesto a hacer nada que afecte a su economía.
En otros países, algunos incluso han hecho análisis sobre el “costo-beneficio” entre la vida de un segmento de la población o la economía del país. Para éstos, existe un dilema ético entre la economía y la vida. Para nosotros, tal dilema no existe, pues obviamente, la vida de cualquier ser humano está por encima de la economía. Es la economía la que debe estar en función del ser humano.
Pero por otra parte, en medio de esta crisis, se observan destellos de solidaridad y cooperación. Tal ha sido el caso del apoyo de China a Italia y otros países afectados, incluyendo Venezuela, enviando insumos médicos y personal especializado, así como, Rusia que ha enviado 9 aviones con equipamiento e insumos para Italia.
Pero también, está el caso del personal médico, enfermero y sanitario, quienes han dado lo mejor de sus conocimientos profesionales, su compromiso y solidaridad con los pacientes, trabajando de manera incansable, en las peores condiciones de presión. En Italia se han contaminado cerca de 4.000 médicos y enfermeros atendiendo a los afectados por el COVID-19, pero a la vez, más de 7.000 médicos atendieron al llamado de las autoridades para reforzar la atención en los hospitales.
Mientras la alcaldesa de Guayaquil atravesaba vehículos para impedir que aterrizara un avión de Iberia donde supuestamente iban pasajeros contaminados por el COVID-19, en Cuba las autoridades recibieron, atendieron y enviaron a su país a pasajeros de un crucero británico, con personas contaminadas, que fueron rechazados en varias islas del Caribe.
En las cuarentenas, en Italia y España, las familias asumen tareas conjuntas de la casa, se encargan de los niños, cuidan de los ancianos o familiares vulnerables. Los vecinos están atentos de las necesidades de la cuadra y tienen expresiones de apoyo colectivo, cantando, entonando el himno, estimulando al resto a moverse, compartiendo información y sobrellevando entre todos la situación. No hace falta militares, ni establecer un toque de queda, las autoridades están en la calle haciendo cumplir las regulaciones, pero la gente puede ir a las farmacias o a los mercados a obtener sus insumos para seguir en la cuarentena.
Por su parte el Papa Francisco ha salido a las calles a pie para orar por los enfermos y ha hecho un llamado a los sacerdotes a estar junto al pueblo en sus oraciones y sufrimiento, incluso siendo Italia y la mayoría de los países europeos de pueblos católicos, ha emitido una dispensa, para que, el último Sacramento (la extrema unción), pueda ser hecho sin la presencia de un sacerdote.
Venezuela
Nada de lo que he narrado como mejores prácticas en el mundo para enfrentar esta crisis del COVID-19, sucede en Venezuela.
El gobierno ha desmantelado, entre su incapacidad e irresponsabilidad, el sistema de salud público, los hospitales no están equipados, mucho menos las salas de cuidados intensivos, ni tienen suministros médicos, ni condiciones de salubridad, ni servicios mínimos, ni siquiera luz eléctrica.
El gobierno ha tenido como política, el ocultamiento de cifras y estadísticas del Ministerio de Sanidad, no hay boletín epidemiológico, ni cifras sobre mortalidad infantil, ni nada que permita hacer un seguimiento la situación de salud en el país. De hecho, hay varias epidemias de enfermedades que han resurgido en el territorio nacional, luego haber sido erradicadas hace décadas.
El gobierno ha ordenado una cuarentena que le viene como anillo al dedo. Tener a la gente en un virtual estado de sitio, sacar a la gente de la calle, que no se movilice, que no pueda colocar ni gasolina, ni gas, ni medicamentos, ni alimentos. Utiliza la fuerza pública para mantener a los ciudadanos en casa, en cuarentena, pero no ofrece ninguna alternativa para suministrar alimentos, más allá de la “caja clap”, insuficiente y con alimentos de mala calidad. No da opciones para adquirir los medicamentos, ni para resolver el problema eléctrico, ni la falta de agua.
¿Cómo suministrar alimentos, si el gobierno ha acabado con la producción de todo, si la economía está destrozada por la incapacidad de maduro en manejar la industria petrolera y la política macroeconómica? ¿Cómo pedirle u obligar al pueblo a quedarse en su casa, en una situación de abandono social y económico en que está sumido, debido a una pobreza que afecta al 80% de la población? ¿Es que acaso los pobres tienen acceso a los Bodegones para suministrar comida a sus hijos en la cuarentena? ¿cuantas familias de cinco miembros pueden disponer de 120 dólares para hacer un mercado para 15 días?
Al gobierno de maduro el caos le viene bien.
El gobierno actúa irresponsablemente, un día declara que el COVID-19 “no afectará” al país y el otro, nombra una comisión que anuncia los primeros casos del virus. El 4 de febrero arremete contra el Fondo Monetario Internacional, y tan pronto aparece el COVID-19 en el país, solicita una ayuda de 5.000 millones de dólares al mismo FMI, solicitud que, por supuesto, fue negada por el organismo, recordándole que ellos no lo reconocen como presidente.
Con su comisión, donde no hay ni una autoridad médica, científica, con sus voceros sin credibilidad ni autoridad alguna para llevar calma al país, para dirigir una situación como ésta. Con los cuerpos de seguridad listos para llevarse preso a cualquiera que diga algo distinto, que cuestione las cifras de la Comisión, que contradiga la versión del gobierno de los hechos. Un gobierno que despidió a una ministra de salud por publicar cifras sobre la mortalidad infantil.
Ahora el gobierno, acostumbrado a mentir, comienza a manipular cifras, a tomar medidas efectistas, a silenciar la situación real ¿cuántos exámenes se han hecho?, ¿cuántos “test”? ¿con cuántos insumos contamos, cuál es la situación real de los hospitales, cómo se garantizan los servicios, medicamentos, comida, insumos médicos para la protección de las familias?
Ya el gobierno, el madurismo, trata de utilizar este peligro real que se cierne sobre el país, para oxigenarse, buscar beneficios políticos, cabalgar sobre el miedo que causa el COVID-19, para distraer al ciudadano del hecho cierto y real, de que maduro ha sido responsable del peor desastre de nuestra historia.
¿Cómo pretenden que el ciudadano les crea o lo siga en una situación que puede transformarse en otra tragedia, para un pueblo que, luego de la muerte de Chávez y la llegada de maduro al poder, pareciera que nos hubiesen caído las siete plagas de Egipto todas juntas?
Lo mejor que podemos hacer en este momento es cuidarnos, seguir recomendaciones y prácticas emitidas por la Organización Mundial de la Salud. Extender la mano solidaria hacia el más vulnerable, cuidar a los ancianos, a los enfermos.
Pero también, exigir al gobierno que cumpla sus responsabilidades, que asuma su responsabilidad de esta situación de caos y absoluta debilidad en la que nuestro país debe enfrentar esta crisis.
Son mis verdaderos deseos que esta pandemia no golpee en profundidad a nuestro pueblo, no es justo sacrificar venezolanos en el altar de la incapacidad e irresponsabilidad de este gobierno infame. Espero que el sentido común y la fuerza colectiva del pueblo, permitan que salgamos de esta crisis con el menor costo posible y que la misma nos dé fuerzas para salir del peor gobierno de nuestra historia. No podemos seguir dejando en manos del madurismo la conducción de nuestro país, dando tumbos hacia un abismo del cual será luego muy difícil y duro salir. ¡A cuidarse todos!