Los juicios personales son improductivos, debemos juzgar aquello que las personas representan, su simbología, lo que es común a muchos, no lo que los diferencia de muchos. Sobre esta lógica nos referiremos a las críticas y sentimiento manifestados en contra de Rafael Ramírez, víctima de la mezquindad de “muchos”, de un colectivo que comparte una opinión común y uniforme sobre su persona y sobre su conducta, hasta llegar al odio personal.
Guaidó es claro que representa el orden social que nosotros más odiamos, a él no lo conocemos, pero al capitalismo y a la mentira sí. En el caso de maduro es igual, pero nos cuidamos de no confundirlo con lo que defendemos a diario, con Chávez y con Ramírez, con lo que ellos representan.
Es difícil tratar este tema sin hacer un poco de psicología y sin usar cierta lógica de razonamiento. Por ejemplo, si Rafael Ramírez es responsable de todo eso que se lo acusa (corrupto y haber acabado con la industria petrolera) lo es Chávez, por haberlo mantenido al mando por diez años. Si Chávez fue inteligente para nombrar a Maduro como su sucesor, ergo, también es responsable de las metidas de pata de Maduro. Siguiendo esta lógica, la raíz de todos nuestros males estaría en Chávez, según el razonamiento de algunas mentes escandalizadas por las críticas que hace Rafael Ramírez al gobierno y a Maduro. Pero esa lógica no es la que usan, es otra, la lógica del rabioso, mezquino que le molesta la realidad real, no la que se imaginan que es, o desean que fuera, la realidad con la que tropiezan todos los días en la calle después de haber visto al presidente en la televisión.
Pero vamos a seguir con lo lógico de su lógica. Si Chávez no es responsable de lo que se le acusa a Ramírez, tampoco es responsable de los errores de Maduro, de su “cambio de planes” y vuelta hacia la derecha. Así salvamos de responsabilidad a Chávez.
Ahora viene el otro asunto ¿Quién es el responsable de este desastre, Ramírez o Maduro?
Más difícil es defender la gestión de Ramírez, hoy caído en desgracia por el gobernó de maduro (o…, porque gobierna maduro) que resentirse con él, indignados, arrebatados y descargarle odio al individuo (lo más probable es que algunos digan “yo no siento odio por ese señor”, ¡pero eso es odio personal!, una especie del “amor traicionado”); más fácil es destruir una reputación que defender una idea propia. Los adecos decían que para callarle la boca a aquellos “moralistas” o personas honestas, había que destruir primero su reputación (o sea, igualarlos al nivel adeco), es una técnica vieja, que funciona dentro de nuestra sociedad infectada de hipócritas pacatos, de mucha miseria moral.
En nuestro caso, cuando responsabilizamos a Maduro y su gobierno de mentiroso e ineficiente no necesitamos sino ver a un lado y al otro, ver la televisión y salir a la calle, contrastar el discurso con los hechos; eso lo puede hacer cualquiera que este medianamente sano de la cabeza y notará que hay una contradicción entre uno y la otra. Pero en el caso de Ramírez resulta más difícil, porque los hechos le dan la razón. Lo demás, lo de la corrupción, mientras no se pueda oír su versión de lo cual se lo acusa o la exposición de su defensa, las acusaciones de Maduro, del fiscal y del contralor seguirán siendo solo un chisme barato. Ahora cualquiera juzga convencido por el derecho que le otorga su resentimiento y el paroxismo que los ataca ante las críticas de Ramírez a Maduro, quién se dice victima e inocente de todo lo que pasa en el país. Prefiero mil veces a Ramírez que maduro, porque maduro miente y no puede desmentirse, la realidad lo pone en evidencia.
Sin embargo la lógica de estos espíritus incontinentes es la lógica del mezquino, y el mezquino no mira lo suyo, más bien mira lo ajeno, su interés no es por provecho propio sino por ver que el otro no aproveche sus oportunidades, es la caida del otro. Para ellos Ramírez no tiene derechos, no debe defenderse, condenado como está de ante mano por maduro y su poder y una turba de miedosos; Rafael Ramírez ha sido invalidado de todo, de sus verdades, de sus razones, para ellos todo lo que salga de su boca es mentira por anticipado. En esta conducta tan perversa pareciera que se esconde, como dije, una especie de “amor traicionado”, como en las venganzas malvadas de los villanos y villanas de telenovelas.
El asunto es que desde que Nicolás maduro llegó al gobierno se propuso tomar el control de PDVSA, quizás creyendo que la podía hurtar sin daños colaterales, que la podía dirigir desde Miraflores como si fuera un sindicato (como si dirigir una corporación tan compleja fuera fácil), pero no pudo y la quebró, beneficiando directamente a algunos con su quiebra (eso es un hecho noticioso, tomado de la realidad). Responsabilizar a Ramírez de eso no solo es una injusticia, es una estupidez. A menos que haya un interés claro en destruir a Ramírez, por razones políticas, quienes hacen eso, quienes hacen coro a la destrucción de la reputación de Ramírez sin pruebas, haciéndose ecos de chismes – sin conocerlo personalmente, sin saber cómo vive, con quién y en donde –, son tontos útiles, coinciden con la derecha y con el gobierno de maduro, que sí tienen razones claras para desaparecerlo del plano político y hasta físico.
No sé si Ramírez salve a este país, pero es una infamia que no se lo deje participar en la política, sin presiones judiciales, sin que viva amenazado. Llamarlo cobarde es otra mezquindad venida de gente medrosa, que andan por el mundo con los nervios de punta y todo los irrita ¿Cobarde porque no quiere que lo pongan preso y lo desaparezcan como hacen con Eulogio del Pino o Luongo y lo hicieron con Nelson Martínez? ¡Muy valiente eso de juzgar desde el resentimiento y al lado de la opinión del gobierno y su colectivo complaciente, o digamos, del lado del poder! Pareciera como si estuvieran cuidando de un gran enemigo, atrincherados, resistiendo los embates de una gran lucha, y no es así, aunque incómodos con Ramírez están cómodos con la bendición de Maduro y gobierno, compartiendo enemigos.
Perder la conciencia de la realidad en momentos como este es nefasto, luego el desengaño será fulminante. Aferrarse a un hombre que representa a la sociedad más desarticulada de nuestra historia reciente es como sostenerse de una brocha, la caída será rápida y dolorosa. Aferrarse a Maduro, sin ni siquiera entender bien qué es lo que hace y por qué, sin ni siquiera intentar indagar la verdad es como hacerse el pendejo ante un infarto. …desespero por el despecho de un amor traicionado, así lo vemos nosotros.