Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela
Sesión especial con motivo de cumplirse el Centenario del pozo petrolero Zumaque 1
(VERSIÓN TAQUIGRAFICA)
El Presidente (DIOSDADO CABELLO RONDON):
Ciudadano Secretario sírvase indicar el siguiente punto:
El Secretario (FIDEL ERNESTO VASQUEZ):
Discurso de orden del vicepresidente para el área Económica, Ministro de Petróleo y Minería y Presidente de PDVSA, compatriota Rafael Ramírez.
Ministro RAFAEL RAMIREZ (hace uso de la palabra)
Muy buenas tardes, compañero Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela; compañero Darío Vivas, Primer Vicepresidente de la Asamblea Nacional; compañera Blanca Eekhout, Segunda Vicepresidenta de la Asamblea Nacional; compañero Fidel Ernesto Vásquez, Secretario de la Asamblea Nacional; ciudadanos y ciudadanas; Diputados y Diputadas de la Asamblea Nacional que hoy nos acompañan; compañero Fernando Soto Rojas, Presidente de la Comisión Permanente de Energía y Minas de la Asamblea Nacional y demás presidentes de las comisiones que la componen; compañero Francisco Javier Arias Cárdenas, Gobernador Bolivariano del estado Zulia y al equipo de gobierno que lo acompaña; compañera Eva Margarita Padrón de Arias, Primera Combatiente del estado Zulia, quien está acá con nosotros; ciudadanas y ciudadanos, Diputados y Diputadas del Consejo Legislativo del estado Zulia; compañero Alcalde y Alcaldesa del estado Zulia que hoy nos acompañan; señores Viceministros del Gobierno Bolivariano; trabajadores y trabajadoras de la nueva PDVSA que hoy nos acompañan en este acto.
Saludo a los compañeros del Batallón Faja, a los compañeros de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, de PDVSA Occidente y de todos los que están aquí presentes; compañeros trabajadores del Ministerio del Poder Popular para Petróleo y Minería; un saludo especial a la clase obrera, representada aquí por su dirigente compañero Wills Rangel Presidente de la FUTPV; compañero Argenis Olivares y demás dirigentes obreros de acá del estado Zulia. (Aplausos).
Un saludo especial al doctor Bernard Mommer, Gobernador de Venezuela en la OPEP, allá presente. (Aplausos).
General Tito Urbano Melián, Jefe de la ZODI de Occidente y demás autoridades militares aquí presentes. (Aplausos).
Habitantes de nuestro querido e histórico Mene Grande que están aquí presentes, Poder Popular. (Aplausos).
Saludos especiales a este querido pueblo; compañeros, hermanos de la Junta Directiva de Petróleos de Venezuela que nos acompañan en este acto, demás directores, gerentes, responsables y presidentes de filiales de la nueva PDVSA, invitados especiales; señores de los medios de comunicación; señoras y señores.
A 100 años del inicio de la producción petrolera en el país, vamos a hablar de la plena soberanía petrolera, una política nacional, popular y revolucionaria.
Antes que todo, quisiera agradecer la invitación que nos ha hecho nuestra soberana Asamblea Nacional para ser Orador de Orden en esta Sesión Especial que se celebra con motivo de la conmemoración de los cien años del inicio de la producción petrolera en nuestro país. La producción comercial del petróleo comenzó aquí mismo, en este mismo lugar, el 31 de julio de 1914, aquí desde la Costa Oriental del Lago de Maracaibo. Un saludo especial al querido pueblo de todo el estado Zulia. (Aplausos).
La producción de petróleo desde la costa Oriental del Lago de Maracaibo abrió la posibilidad al inicio de las exportaciones petroleras del país en 1917, lo que sería, en estricto sentido económico, el comienzo de la historia de Venezuela como país petrolero, historia que continuará, al menos por los próximos 150 años, gracias a la inmensa base de recursos petroleros con los que cuenta la nación, rescatada por la Revolución Bolivariana como un elemento fundamental de la soberanía de nuestra Patria y para beneficio de nuestro pueblo.
Hoy quiero hablar en nombre de los cientos de miles de trabajadores petroleros que han hecho posible a lo largo de todos estos años el desarrollo de la industria más importante del país; quiero hablar en nombre también de los más de 100 trabajadores de la nueva PDVSA, quienes trabajan todos los días abnegadamente por el fortalecimiento de nuestra Patria y que constituyen un bastión inquebrantable en defensa y custodia de nuestro petróleo, y de la política de plena soberanía petrolera, uno de los legados fundamentales de nuestro Comandante Eterno, Presidente Hugo Chávez. (Aplausos).
Hoy es un día para la reflexión sobre uno de los temas fundamentales del país: nuestra política petrolera. Es un día especial para reconocer el pensamiento obra y orientación luminosa hacia el futuro de nuestro querido Comandante Eterno, el Presidente Hugo Chávez.
La primera gran reflexión que debemos hacer es que nuestro país debe reconocerse a sí mismo como un país petrolero. Nosotros, como pueblo consciente, no podemos aceptar la pretensión de las grandes potencias industrializadas de que renunciamos a la defensa de nuestros intereses como país productor de petróleo, de pretender estigmatizar el petróleo como una maldición. ¡No!, como dijo el Comandante Chávez, si bien el petróleo fue durante muchos años un instrumento para la dominación, ahora con la Revolución Bolivariana el petróleo se ha convertido en un instrumento de liberación de nuestro pueblo. (Aplausos).
La actividad petrolera durante estos 100 años ha impactado de manera dramática el devenir económico, político y social de nuestra historia, probablemente el mayor impacto ha radicado en el hecho de que el inicio de la producción petrolera abrió las puertas a la penetración y al accionar devastador del imperialismo norteamericano en nuestro país. Esta historia está plenamente explicada en un libro fundamental para el estudio de la política petrolera: La cuestión petrolera, del doctor Bernard Mommer, aquí presente.
El imperialismo norteamericano convirtió a nuestro país en una factoría petrolera, como lo denunció en su momento el Comandante Chávez. Hasta el advenimiento de la Revolución Bolivariana, la historia del petróleo en nuestro país ha sido, con distintos grados de intensidad, la historia del saqueo de nuestros recursos naturales y la expropiación de las riquezas que pertenecen al pueblo.
Claras muestras de la injerencia norteamericana en nuestros asuntos internos la constituyen hechos como el derrocamiento de Cipriano Castro, la imposición de la feroz dictadura de Juan Vicente Gómez, el derrocamiento del Presidente Medina Angaríta, la dictadura de Pérez Jiménez, el largo periodo de violencia betancurista y el golpe de Estado contra el Presidente Chávez, en el año 2002.
Aún hoy el permanente asedio a la Revolución Bolivariana y al Presidente Nicolás Maduro Moros son ejemplos claros e irrefutables de esta constante intromisión.
El desarrollo de la industria petrolera fue conducido a sus anchas por el interés de las grandes empresas transnacionales en el país, entre ellas, principalmente, la Royal Dutch Shell y la Standard Oil, hoy ExxonMobil, desplegando su estrategia de explotación petrolera, profundamente depredadora de nuestros recursos naturales y de formadoras de todo el cuadro económico social de nuestro país.
Privaron así, por sobre el interés de nuestra Patria, las necesidades de expansión del voraz imperialismo norteamericano, a finales de la Primera Guerra Mundial, y el desarrollo del gran complejo Industrial de los Estados Unidos signó el accionar de las empresas transnacionales petroleras durante los casi 60 años del período concesionario en nuestro país.
La implantación de la estrategia transnacional petrolera creó y desarrolló el modelo rentista petrolero que hoy padecemos y que es un enemigo estratégico del avance de nuestra Patria. Así, durante casi 90 años, se estableció en el país un modelo capitalista profundamente atrasado y dependiente de la economía norteamericana, con un escaso desarrollo de sus fuerzas productivas y con un alto nivel de desigualdad económica y social, condenando a nuestro pueblo más humilde a las más precarias condiciones de vida y situaciones de violencia.
Tal vez es aquí, precisamente en el estado Zulia, donde se puede registrar la profunda huella de las transnacionales en nuestro territorio, la contaminación y el envenenamiento de buena parte del Lago de Maracaibo con más de 16 mil pozos perforados y más de 45 mil kilómetros de tubería que ya yacen en su otrora lecho lacustre, así como el devastador incendio de la Lagunillas de Agua ocurrido en 1939, las migraciones de miles de campesinos de los Andes, Los Llanos y de todas las regiones del país hacia los campos y poblaciones petroleras más emblemáticas del Estado, como Lagunillas, Tía Juana, Bachaquero, La Paz, Las Rosas, Lama, Cabimas, Mene Grande, Los Manueles, Boscán y Concepción, son muestras de este paso de la industria petrolera por el país.
Pero también acá, en el estado Zulia, fue donde nació la clase obrera venezolana, dando origen a las primeras organizaciones políticas del país y al desarrollo de un pensamiento progresista, a la luz de la conciencia de esta nueva realidad nacional.
Las primeras huelgas políticas y reivindicativas de la clase obrera venezolana tuvieron su epicentro precisamente en este estado. Nuestra historia debe reivindicar la gran huelga petrolera de 1936 y debe reivindicar la huelga petrolera de 1950, y aprovecho para saludar –desde aquí– al diputado Jesús Faría, cuyo padre fue el líder y dirigente de esta huelga del 50, así como la historia debe reivindicar la decidida acción de los trabajadores de la nueva PDVSA en la derrota del sabotaje petrolero del año 2002, bajo la conducción de nuestro Comandante Eterno el Presidente Hugo Chávez.
En toda discusión sobre política petrolera deben estar claros dos aspectos fundamentales que siempre están en pugna entre los países productores de petróleo y los grandes países consumidores del capitalismo internacional, son ellos la soberanía sobre el manejo de nuestros recursos naturales y la captación y distribución de la renta petrolera. No hay ninguna actividad más vinculada al concepto de la soberanía que la explotación petrolera. El petróleo es un recurso natural no renovable y que se agota, su explotación está estrechamente vinculada a lo territorial y su ubicación en el subsuelo lo vincula de manera directa a las entrañas de nuestra Patria.
El Decreto de Quito del Libertador Simón Bolívar, del 24 de octubre de 1829, estableció, desde entonces, un principio doctrinario que, como ya veremos, fue violentado de distintas maneras hasta el triunfo de la Revolución Bolivariana y que es un elemento fundamental de nuestra doctrina. El petróleo es propiedad del Estado venezolano. El Estado en su concepto más riguroso debe ser garante del interés colectivo de toda la sociedad.
En nuestro país el petróleo está estrechamente vinculado al interés colectivo nacional. El petróleo no puede ser, de ninguna manera, ni bajo ningún eufemismo, puesto al servicio del interés particular e individual. El petróleo no puede ser privatizado bajo ninguna circunstancia, y por eso de manera acertada la Revolución Bolivariana, en su proceso constituyente del año 99, estableció, y así quedó plasmado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la reserva de la actividad petrolera al Estado venezolano, y se estableció que nuestra empresa nacional, Petróleos de Venezuela, sea la única autorizada por la Constitución para manejar y controlar el desarrollo de esta actividad.
El Estado venezolano, como propietario, tiene el derecho a percibir un pago por la explotación de un recurso que le pertenece: la regalía; a través de este tributo se capta la renta que se genere en el mercado internacional petrolero. La regalía, como derecho económico y soberano de nuestro país, es el mecanismo que permite retribuir o no el beneficio por la explotación petrolera al propietario del recurso, el Estado venezolano y, por ende, a todo su pueblo.
En este punto debemos mencionar la obra y defensa de este concepto, hecha por ese gran pensador y revolucionario venezolano, el doctor Salvador de La Plaza, y los invito a leer su obra extensa sobre esta materia.
Asimismo el Estado tiene el derecho soberano a establecer los impuestos que considere pertinentes y ajustados a su propia legislación, sobre cualquier actividad económica en el país y, en particular, sobre la principal actividad económica: la industria petrolera.
Estos principios extraordinarios, y que hoy nos parecen cotidianos gracias precisamente a la acción revolucionaria del Presidente Chávez, fueron violentados en nuestro país en el pasado; el reestablecimiento del manejo soberano del petróleo y el ejercicio soberano de establecer las tasas de regalía e impuestos, de acuerdo a nuestras propias leyes e intereses, han sido una de las grandes conquistas de la política petrolera del Presidente Chávez y constituyen elementos objetivos para la posibilidad cierta de construir el socialismo en nuestro país.
El capitalismo internacional y sus grandes economías industrializadas requieren, de manera insaciable, por lo insostenible de su modelo de desarrollo, de ingentes recursos naturales. El capitalismo es un sistema depredador que acaba con sus bosques, con su tierra, con sus ríos, con sus lagos, con el petróleo y, por supuesto, ha acabado con la vida de millones de seres humanos en el planeta.
Aquí radica el conflicto internacional entre las grandes economías industrializadas, los grandes países consumidores del capitalismo internacional y los países productores de petróleo empeñados, como estamos, en prestar y valorizar un recurso natural que se agota.
Los grandes países industrializados se empeñan en arrebatar a los países productores el manejo soberano de sus recursos naturales, la posibilidad de establecer tributos e impuestos, así como de establecer coordinaciones políticas en defensa del precio del petróleo; de allí la pretensión de controlar directamente la explotación del petróleo en nuestros países, a través de sus empresas transnacionales, mediante procesos llamados eufemísticamente de apertura o utilizando los acuerdos de protección de inversiones y la figura, y el arbitraje internacional, para socavar nuestra soberanía jurisdiccional en materia de impuestos y tributos; intentan torpedear a la OPEP como mecanismo de los países productores para coordinar el valor del petróleo, o directamente acuden al empleo de la desestabilización política y la violencia.
Desde el revocamiento de Mossadegh, en Irán, en 1953, el derrocamiento del Presidente Medina Angarita en 1945, la invasión a Irak, el golpe de Estado al Presidente Chávez en el año 2002, las sanciones y amenazas contra Irán, hasta el derrocamiento y asesinato del líder libio Muamar Gadafi, han sido acciones violentas de los grandes países consumidores por el control del petróleo.
Nuestro país, nuestro pueblo, nuestras organizaciones revolucionarias, nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, nuestros trabajadores petroleros, y la Patria toda, debemos de ser conscientes de esta realidad y esta amenaza permanente a nuestra soberanía. Y la mejor manera de prepararnos para defender nuestra Patria, como estamos decididos a hacerlo, es elevando la conciencia sobre estos asuntos y fortaleciendo el estudio sobre la doctrina y política petrolera del Comandante Chávez.
Volviendo al hilo del desarrollo de nuestra propia historia, el período concesionario de las transnacionales petroleras de 1914 a 1975, fue un período salvaje de expropiación de nuestros recursos naturales, de violación sistemática a nuestra soberanía y de establecimiento del modelo rentista petrolero.
El abandono del campo, los altísimos niveles de desigualdad, el surgimiento de una burguesía parasitaria, que se fortaleció y enriqueció en colaboración con las transnacionales petroleras; el país de la opulencia, del despilfarro y la corrupción; el país de la sumisión y entrega al imperialismo norteamericano; el país de los millones de niños que nacieron en las casas de cartón; el país de los pobres, de los excluidos, de la violencia permanente contra los humildes; el país del escaso o nulo desarrollo industrial; el país importador, fue el país que surgió de las distorsiones creadas por las transnacionales petroleras y el modelo rentista petrolero.
El elemento fundamental para explicar los altos índices de desigualdad, exclusión y pobreza que encontró la Revolución Bolivariana después de 85 años de explotación petrolera, tiene que ver con un concepto: la captación y distribución de la renta petrolera.
Durante casi 30 años del período concesionario, las actividades petroleras pagaron tasas de regalías que no sobrepasaron el 3 o 4% del precio del barril de petróleo, sin posibilidad alguna por parte del Estado, en el caso de que tuviera la voluntad política, de cobrar este tributo, por la imposibilidad que tenía la República de establecer o defender los precios del petróleo, y mucho menos de medir y fiscalizar la producción petrolera.
El Ministerio de Minas e Hidrocarburos solo comenzó a existir a partir del año 1950, 36 años después de iniciarse la producción petrolera. Por otra parte, el Estado venezolano no estableció en el período ningún tipo de impuestos a la actividad petrolera, lo cual era una muestra evidente de la ausencia de soberanía sobre el manejo de nuestros recursos naturales.
Aquí, en este punto, estamos obligados a hacer una mención especial al expresidente Medina Angarita. Este expresidente progresista tuvo la visión clara y nacionalista de establecer un mínimo control sobre las transnacionales en el país. Con la reforma petrolera en 1943, Medina Angarita dio un paso muy importante al establecer por primera vez una tasa de 16 2/3 del producto extraído, así como los primeros impuestos a la industria petrolera; se logró que las transnacionales iniciaran el establecimiento de refinerías en el territorio nacional para incrementar, en alguna medida, la industrialización de los hidrocarburos en el país. Por supuesto, el expresidente Medina Angarita fue derrocado y su obra silenciada cobardemente por los otrora poderosos partidos de la Cuarta República.
Otra mención especial que habría que hacer del período concesionario es la de Juan Pablo Pérez Alfonzo, quien con su pensamiento nacionalista, plasmado en su principal obra El pentágono petrolero, estableció por primera vez una política conservacionista respecto a la explotación del petróleo como recurso natural, la coordinación con los países productores para valorizar y defender el petróleo, y la creación de una operadora nacional dando nacimiento a la Corporación Venezolana de Petróleo. La creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es probablemente uno de los logros más importante del pensamiento de este ilustre venezolano. Así, finalmente, arribamos a la nacionalización de la industria petrolera. Hay que decirlo, la nacionalización fue pactada con las transnacionales o como indicaba el mismo Pérez Alfonzo, fue una nacionalización chucuta.
El régimen petrolero de las compañías petroleras internacionales concesionarias había llegado a su fin y forzosamente tenía que crearse un nuevo régimen, el régimen de la compañía petrolera nacional pero, en su repliegue, las compañías petroleras internacionales tomaron la iniciativa de cortar el proceso evolutivo en marcha para poder participar activamente en la conformación del nuevo régimen que surgía. Uno de los elementos más graves y peligrosos de esa nacionalización pactada, que tendría sus terribles consecuencia en el desarrollo de la apertura petrolera, fue que el pensamiento, la práctica y los cuadros dirigentes de las operadoras transnacionales en el país quedaron intactos y pasaron a constituirse en filiales y la dirección de la nueva operadora nacional Petróleos de Venezuela (PDVSA). De la cultura corporativa en las transnacionales petroleras emergió, más fortalecida que nunca, la meritocracia petrolera nacional con una profunda visión transnacional del desarrollo de nuestra industria petrolera.
Por otra parte, en la Ley de Nacionalización del año 1975 se dejó abierta la brecha para la privatización de la recién creada industria petrolera a través del ya, tristemente, célebre artículo 5° de la Ley Orgánica que Reserva la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, Loreich.
A principio de los años 80, se iniciaba el proceso de colapso económico, político, moral y social del modelo rentista petrolero que prevaleció y se profundizó durante la Cuarta República. Este modelo era altamente dependiente, Venezuela se había convertido –como lo mencionara el doctor Maza Zavala– en una economía satélite de la economía norteamericana, cuyo único papel era de proveer abundante petróleo barato, todo el petróleo que necesitara el complejo militar e industrial norteamericano para su desarrollo.
Fue en estos años de crisis del Estado venezolano, crisis que llegaría a su colapso definitivamente en el año 1989 con los violentos sucesos de El Caracazo, que el interés transnacional, ahora por intermedio de la meritocracia petrolera que dirigía la vieja PDVSA, da inicio al desarrollo de la política de apertura petrolera, una política francamente entreguista, antinacional y profundamente antipopular, sobre la cual cabalgó la expresión más reaccionaria de la burguesía venezolana que ahora estaba dispuesta a hacerse de manera directa del poder sin intermediarios y partidos populistas con los cuales repartirse las migajas de la renta petrolera. Por cierto, esta política de apertura petrolera contó con el aval y aprobación de las cúpulas partidistas que controlaban el extinto Congreso Nacional.
En ese momento, ya la vieja PDVSA había usurpado el rol del Ministerio de Minas e Hidrocarburos como el asiento institucional de la política petrolera en el país. Ahora la empresa nacional establecía los precios de venta del petróleo, otorgaba los derechos de explotación sobre nuevas áreas y comenzaba a desarrollar, cual verdadero caballo de Troya, una política energética global –llamada así por ellos mismos– que reestablecería el control transnacional sobre las áreas petroleras más importantes del país y, sobre todo, tenía su vista puesta en apropiarse de la mayor reserva de hidrocarburos del planeta: la Faja Petrolífera del Orinoco.
Veamos los hechos concretos: A partir de 1986, comienza el desarrollo de la política de internacionalización de la vieja PDVSA; comenzó una estrategia para sacar del control estatal importantes activos de la industria, asentándose fuera del territorio venezolano, fuera del control de la República. Primero, fue el circuito refinador de Ruhr Oël en Alemania y luego se procedería de manera sistemática con la adquisición de todo el circuito refinador de Citgo en los Estados Unidos. Poco le importaba a la vieja PDVSA que estos circuitos refinadores no procesaran nunca grandes volúmenes de crudo venezolano, ni siquiera que operáramos esas refinerías. Las empresas adquiridas por la vieja PDVSA nunca dieron dividendos a la República, a su accionista. El gran objetivo de esta política estaba cumplido, sacar del control del Estado, que se tambaleaba en medio de una severa crisis económica, política y social, activos valorados en más de 17.000 millones de dólares.
Uno de los hechos más aberrantes de esa estrategia de internacionalización de la vieja PDVSA era que los activos adquiridos en el exterior se ofrecieron y convirtieron en prenda de garantía para que las empresas transnacionales norteamericanas volvieran a operar en el país, sobre todo las nuevas áreas de la Faja Petrolífera del Orinoco; teníamos y tenemos esas empresas en el exterior virtualmente como rehenes del interés transnacional, petrolero, internacional. En términos económicos, para favorecer este esquema de internacionalización, la adquisición de estos activos, la vieja PDVSA estableció una política de descuentos en el precio de petróleo que se enviaba al circuito refinador de Citgo, este comentario, probablemente, es muy útil para la discusión interna en la Asamblea Nacional cuando hablamos de los temas de descuento.
Así, mientras el precio del petróleo en esos años estuvo alrededor de los 10 dólares por barril, se establecieron descuentos que llegaron hasta cuatro dólares el barril para el petróleo que se enviaba a la economía más poderosa del planeta. Este descuento sería equivalente hoy día con un precio de petróleo de 100 dólares el barril a descuento de 40 dólares por cada barril que se enviara de exportación. Esta política de descuentos traía, en consecuencia, inmensos sacrificios fiscales, donde dejaba de percibir la regalía correspondiente al valor del petróleo en el mercado internacional de hidrocarburos.
Este ha sido uno de los capítulos más tristes escrito por la meritocracia petrolera de la vieja PDVSA, para favorecer su estrategia de internacionalización y transferir de manera directa riquezas de la Patria a la economía norteamericana.
Consecutivamente, la política de Apertura Petrolera aprovechó el resquicio dejado por el artículo quinto de la ley que reservaba al Estado la industria, para, a través de la figura de los contratos de servicios, establecer verdaderas concesiones petroleras al sector privado nacional e internacional, fuera del control del Estado, con los llamados convenios operativos.
En sucesivas rondas se fueron entregando áreas de producción de petróleo a empresas privadas que operaban y percibían ingresos por el valor del petróleo exportado, el argumento que se usó en este momento es que eran campos marginales; por ejemplo, el campo marginal de Boscán se entregó a la Chevron cuando tenía una producción de 80 mil barriles/día de petróleo.
En esta ronda, además de que se fue entregando la producción de petróleo a los privados, se fue desmontando el régimen fiscal petrolero, las empresas ya no estaban obligadas a pagar regalías al Estado, solo pagaban impuestos sobre la renta no petrolero, es decir, tenían excepciones para no pagar los impuestos que estaban establecidos para la industria petrolera, sino que pagaban impuestos comunes, como cualquier otra actividad económica, cuando los pagaban.
Y se fue asumiendo el arbitraje como mecanismo para dirimir controversias con el Estado, hasta que en algún momento abdicaron de la soberanía jurisdiccional del Estado venezolano sobre estos asuntos, acudiendo al arbitraje internacional como método de solución de controversias.
La Cuarta República, la vieja PDVSA, aceptó, con el voto del extinto Congreso de la República, la figura del arbitraje internacional para que otros tribunales, tribunales fuera de nuestra jurisdicción, juzgaran las decisiones soberanas de cualquier Estado, como son los hechos relativos al impuesto, regalías o derechos de explotación petrolera.
A esta altura del desarrollo de la nefasta Apertura Petrolera ya la vieja PDVSA había trasladado importantes activos fuera del control del Estado, había entregado más de 500 mil barriles/día de producción a las empresas privadas y estaba desarrollando la estrategia para convertir a la Faja Petrolífera del Orinoco en la llamada Faja Bituminosa del Orinoco.
Basados en una verdadera estafa a toda la Nación, la meritocracia petrolera, que dirigía la vieja PDVSA, argumentó y mintió descaradamente al afirmar que el petróleo de la Faja no era petróleo crudo sino que era bitumen. Esta argumentación que no era por cierto un asunto de semántica; convertía el petróleo de la Faja en bitumen, cuyo precio entonces era equivalente al precio del carbón.
Esta producción estaría fuera del sistema de cuotas de la OPEP, porque se convertiría en petróleo sintético, como se apresuró en firmar la Agencia Internacional de Energía y las transnacionales. Para llevar a cabo esta difícil tarea debían disfrutar de condiciones especiales, es decir, regalías de 1%, impuestos no petroleros, control accionario operacional, control de las exportaciones y estar amparados por las leyes internacionales fuera de nuestra jurisdicción nacional.
Esta fue, señores diputados, la entrega que se hizo de la Faja Petrolífera del Orinoco en la Apertura Petrolera; con la entrega en la Faja Petrolífera, devenida en Faja Bituminosa por la meritocracia de la vieja PDVSA, retrogradamos de manera infausta a los peores años del período concesionario. Ahora sí, la ExxonMobil, la ConocoPhillips, la Chevron, la Total Fina y muchas otras empresas, volvieron al país en condiciones fiscales y jurídicas que ya hubiesen querido tener las transnacionales del período concesionario.
La Apertura Petrolera desarrollaba una política francamente anti-OPEP, es decir, una política volumétrica que pretendía inundar el mercado del petróleo sin importar el precio del mismo.
Esta era la promesa de las transnacionales y la propuesta de la meritocracia petrolera para afrontar la crisis económica del Estado en aquellos años: aumentar la producción sin importar el precio; derogar el régimen fiscal y flexibilizar las condiciones de control para que las transnacionales invirtieran y desarrollaran nuestros recursos; minimizar el papel del Estado y de PDVSA en la industria; privatizar áreas no medulares –así lo llamaron–,: la flota de transporte, de buques de transporte, los taladros, la inyección de agua, la inyección de gas, el sistema de control informático, los terminales de exportación, hasta minimizar el papel de PDVSA en las áreas existentes y en el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco.
El resultado de la Apertura Petrolera fue que el estado de la Cuarta República colapsó estruendosamente en lo económico, político y social; la Apertura Petrolera siempre avanza en medio de la crisis, promete espejismos y promete prebendas que nunca cumplen.
El precio del petróleo colapsó como consecuencia de la política volumétrica que se estableció en la vieja PDVSA, y la crisis en el seno de la OPEP por las constantes violaciones al sistema de cuotas. La vieja PDVSA había dado el golpe de gracia y se constituía así en el principal actor económico representante de las transnacionales petroleras, que pretendían gobernar este país con los sectores más derechistas y violentos de la burguesía parasitaria que se había fortalecido a su amparo.
Al abatir el régimen fiscal a valores incluso inferiores establecidos en la dictadura de Juan Vicente Gómez a las transnacionales, la economía petrolera de la Nación colapsó, la renta petrolera fue transferida al exterior y las grandes mayorías del pueblo venezolano quedaron al margen de cualquier participación del ingreso petrolero.
Eran los estertores de la Cuarta República, en esos años terribles de colapso del sistema, crisis general, pobreza y violencia contra el pueblo, insurge la acción luminosa de los soldados de la Patria el 4 de febrero de 1992, y se hace sentir con claridad meridiana la voz y el mensaje de nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez. (Aplausos).
Desde el mismo inicio de la Revolución Bolivariana el Comandante Chávez tuvo conciencia, claridad de la necesidad de controlar a la principal industria del país, controlar el petróleo como una actividad estratégica y esencial para el desarrollo soberano de la Patria, y para sostener el plan de desarrollo económico y social de nuestro pueblo.
Las primeras acciones de la Revolución se vieron reflejadas en el proceso constituyente, donde, bajo la acción importante constituyentista, entre los cuales habría que mencionar el doctor Gastón Parra Luzardo, hijo de esta tierra zuliana, se estableció en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en sus artículos 12, 302 y 303, las reservas de las actividades primarias de la industria petrolera al Estado venezolano y PDVSA como la operadora nacional 100% propiedad de la República.
Inmediatamente vinieron las primeras leyes en el marco de la Ley Habilitante al Comandante Chávez y, entre ellas, la Ley Orgánica de Hidrocarburos se constituyó de importancia estratégica al restablecer los principios soberanos sobre el manejo de nuestro petróleo, el ingreso fiscal petrolero, la soberanía jurisdiccional, el rol de nuestra operadora nacional, el Ministerio de Energía y Minas como asiento institucional de la política petrolera.
Por otra parte, se inició una agresiva ofensiva en el seno de la OPEP que encabezó el propio Comandante Chávez, para restablecer la unidad y cohesión de nuestra Organización de Países Productores de Petróleo, así como devolver el liderazgo a nuestro país en la defensa del precio de nuestro petróleo.
La Cumbre Jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP en Caracas, en el año 2000, fue un momento culminante para la retoma de nuestra estrategia nacional de defensa del precio del petróleo. Acá debemos mencionar de manera especial el trabajo de ese gran compañero y revolucionario, el doctor Alí Rodríguez Araque, primer Ministro de Energía y Minas de la Revolución. (Aplausos)
Al igual que reaccionó la burguesía parasitaria y la oligarquía terrateniente en contra de las leyes habilitantes de la Revolución, la meritocracia petrolera y la transnacional inmediatamente levantaron su voz abiertamente contra la Constitución, contra la Ley Orgánica de Hidrocarburos y contra el Comandante Presidente Hugo Chávez. El golpe de Estado de abril de 2002 tuvo un fuerte olor a petróleo, la meritocracia petrolera y la dirección de la vieja PDVSA estuvieron abiertamente involucrados y movilizados en el golpe; las transnacionales se activaron en el proceso de desestabilización porque muy pronto entendieron que el Presidente Chávez no permitiría que siguieran violando nuestra soberanía y saqueando nuestro petróleo con las groseras y lesivas concesiones que habían obtenido los destructores de la cuarta república en la Apertura Petrolera, entendieron que el Presidente Chávez no era hombre de pacto con las élites, era el Presidente del pueblo venezolano, de los humildes y con ellos se jugaría su suerte.
Derrotado el golpe de Estado aquel luminoso 13 de abril por el pueblo y nuestros soldados patriotas, no tardó la meritocracia petrolera de la vieja PDVSA en sumarse a la vergüenza en plaza Altamira, y a activar uno de los episodios más violentos en nuestra historia de país petrolero y sin precedente alguno en el mundo, el sabotaje contra nuestra industria petrolera.
(Corean consignas)
–¡Claro que no volverán!
Con el sabotaje petrolero, la meritocracia de la vieja PDVSA estaba decidida a derrocar al Presidente Chávez, derogar nuestra Constitución Bolivariana y nuestras leyes revolucionarias. El sabotaje petrolero puso en evidencia la prepotencia de la élite transnacionalizada que dirigía nuestra industria petrolera y el profundo desprecio que sentían por nuestro pueblo y por nuestro país.
Con la ayuda de las empresas transnacionales a las que habían entregado el control y automatización de PDVSA, la empresa Intesa, y el control que tenían sobre los terminales y sistemas de transporte, impusieron un nuevo bloqueo en nuestro país, ya no por las armadas europeas que bloquearon nuestras costas durante el gobierno de Cipriano Castro, sino ahora de la mano de la meritocracia petrolera de la empresa nacional al servicio del interés transnacional petrolero.
El sabotaje petrolero nos causó más de catorce mil millones de dólares en pérdidas directas, pero además pretendió colapsar el corazón económico de nuestra Patria negando a nuestro pueblo el combustible y los recursos por la venta del petróleo; fue un ataque feroz a la tranquilidad de nuestro pueblo, todos los que estamos aquí recordamos la batalla extraordinaria que dio nuestro pueblo por rescatar su industria petrolera y a ellos debemos rendir un sentido homenaje.
Si bien algo como el sabotaje petrolero no había ocurrido nunca en ningún país petrolero, ni siquiera en países petroleros sujetos a invasiones de fuerzas extranjeras como en el caso de Irak, hay una foto famosa de los Marines protegiendo a la industria petrolera iraquí; por supuesto, para apropiársela. Si bien esto no tiene antecedentes en la historia de ningún país petrolero, la respuesta de nuestro pueblo, de nuestros soldados y de nuestros obreros petroleros tampoco tiene antecedente alguno por su valor, determinación y patriotismo con el que se volcaron nuestros trabajadores a derrotar el sabotaje petrolero. (Aplausos)
La meritocracia y la burguesía venezolanas en su prepotencia creían que iban a arredrar y poner de rodillas a nuestro pueblo, y lo que hicieron fue levantar ese gigante al lado del Comandante Chávez.
Hay que decirlo con claridad, el Presidente Chávez se puso al frente de los trabajadores petroleros y junto a nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana y al pueblo más humilde y se le propinó una aplastante derrota a la élite meritocrática que se había apoderado de nuestra empresa nacional, para devolver el petróleo al pueblo y convertir a nuestra empresa nacional, ahora nuestra nueva PDVSA, en una empresa subordinada al Estado venezolano e instrumento de liberación de nuestro querido pueblo venezolano.
Vaya aquí mi reconocimiento a todos los trabajadores petroleros que supieron combatir en defensa de nuestro Gobierno, nuestro pueblo y nuestra nueva PDVSA y que resistieron la violencia y los ataques de una meritocracia apátrida, ampliamente apoyada y estimulada por la burguesía y la extrema derecha venezolana.
Vaya igualmente nuestro reconocimiento a los soldados profesionales, hombres y mujeres del pueblo que sin ningún interés y sólo atendiendo al llamado del Comandante Presidente Chávez, se volcaron por miles a nuestras instalaciones petroleras para defenderlas y apoyar a nuestros trabajadores petroleros. (Aplausos)
La derrota del sabotaje petrolero es una hermosa lección de conciencia y patriotismo que dio nuestro pueblo junto a nuestro Comandante Eterno, el Comandante Chávez; pero la derrota al sabotaje petrolero finalmente allanó el camino para que la Revolución Bolivariana pasara a la ofensiva y pudiese desplegar en toda su magnitud la política petrolera de plena soberanía petrolera, una política nacional, una política popular y una política revolucionaria, la política petrolera del Comandante Chávez, la cual es una política nacional porque atiende el restablecimiento de la soberanía plena sobre el manejo de nuestros recursos nacionales, naturales y el restablecimiento de todos nuestros impuestos, regalías y tributos que nos corresponda establecer en el marco de nuestras leyes para captar y distribuir la renta petrolera, es una política popular porque la distribución de la renta debe ser una distribución popular, debe ser al servicio del pueblo y es lo que está permanentemente en pugna, y cuando en la soberana Asamblea Nacional se discute el otorgamiento de créditos adicionales para las pensiones, para los sueldos de todos los trabajadores estamos distribuyendo de manera revolucionaria la renta petrolera, y es una política revolucionaria porque ahora la renta petrolea debe ser un instrumento para la construcción de un nuevo orden económico, debe ser un instrumento para la construcción del socialismo.
Una vez que la Revolución pasó a la ofensiva, comenzó un curso de acción; en primera instancia, el Ministerio de Petróleo y Minería como representante del Estado venezolano, restableció su rol como asiento institucional de la política petrolera nacional; ahora es el que establece los precios de venta de nuestro de petróleo acabando con las políticas de descuentos de la vieja PDVSA; ejerce la fiscalización de nuestra producción y exportación de petróleo y productos; establece las políticas de producción y coordinación con la estrategia de defensa de precios y otorga los derechos y áreas de explotación de acuerdo a lo establecido en nuestra Ley Orgánica de Hidrocarburos. El Ministerio de Petróleo ejerce el control accionario de PDVSA en todas sus empresas filiales.
Nosotros estuvimos en esta soberana Asamblea Nacional en mayo del 2005, cuando estaba presidida entonces por el hoy compañero Presidente Nicolás Maduro. Se estableció una comisión especial que dirigía el diputado Rodrigo Cabeza, donde se recibió todas las denuncias de la investigación que hicimos nosotros desde el ministerio, en la cual denunciamos y documentamos todas las irregularidades cometidas durante la apertura petrolera. Ese es un documento que hay que estudiar, que hay que revisar, porque fue un minucioso trabajo que hizo la Asamblea Nacional como asiento de la soberanía popular en cuento a ese nefasto período de la apertura petrolera.
La primera línea de acción de la política de plena soberanía petrolera fue restablecer el ingreso fiscal petrolero, primero por la vía de una política de valorización el precio al petróleo, coordinando en el seno de la OPEP una correcta política de cuotas de producción que llevó el precio del petróleo de 10 dólares el barril a un promedio de 100 dólares por barril en los últimos años; segundo, iniciando un proceso para reestablecer la tasa mínima de regalía desde los niveles entreguistas del 1% que pagaban las transnacionales en la apertura petrolera, hasta los niveles de 33% que hoy día pagan todas las operadoras petroleras en el país.
Se modificó la Ley de Impuesto Sobre la Renta para eliminar las exenciones que se habían otorgado en la apertura petrolera y reestablecer el impuesto de tasas del 50% para todos los operadores petroleros. Estas acciones de reestablecer el ingreso fiscal petrolero han permitido captar en el período una renta de ingresos petroleros de 510 mil millones de dólares que de otra manera se hubiesen ido del país en las manos de las trasnacionales (Aplausos).
Aquí entramos en la discusión de un aspecto fundamental de la política petrolera del Comandante Hugo Chávez, aspecto que define el carácter de un gobierno en un país petrolero. Viene la pregunta, ¿de quién es la renta petrolera?, ¿a quién pertenece? No hay duda alguna, la renta es del pueblo venezolano. (Aplausos).
El petrolero es del pueblo y el Estado venezolano, como representante de interés colectivo, captura la renta petrolera para distribuirla en sus beneficios. Son dos modelos: o la renta la capta y se la apropian las trasnacionales y la burguesía parasitaria, o la renta la capta el Estado venezolano para distribuirla a favor del pueblo. Esa es la discusión, es la discusión permanente en el manejo de los recursos del Estado venezolano; quién se apropia, quién se beneficia de la inmensa renta petrolea.
En nuestra Revolución se trata de una distribución popular y revolucionaria de la renta petrolera, esa es la gran diferencia entre nosotros y cualquier otra propuesta que pueda hacer la derecha venezolana. (Aplausos).
Es a partir del reestablecimiento del ingreso fiscal petrolero y la distribución revolucionaria de la renta petrolera que la Revolución pudo crear y sostener las misiones sociales como una forma de distribuir de manera directa la renta petrolera en el pueblo, convirtiéndola en salud, educación, deporte, cultura, vivienda, vida, inclusión, dignidad; las misiones Barrio Adentro I, II y III, la Misión Robinson, la Misión Ribas, la Misión Sucre, la Gran Misión Saber y Trabajo, la Misión Ciencia, la Misión Cultura, la Gran Misión Hijas e Hijos de Venezuela, la Misión Alimentación, la Misión José Gregorio Hernández, la Misión Milagro, la Gran Misión Vivienda Venezuela, la Gran Misión en Amor Mayor, entre otras, todas son distribución popular de la renta petrolera.
El desarrollo de grandes obras de infraestructura, escuelas, universidades, hospitales, vialidad, transporte, satélites, telecomunicaciones también es distribución popular de la renta petrolera; el abatimiento de la pobreza, la pobreza extrema, el analfabetismo, la mortalidad infantil, el desempleo, el aumento de las pensiones, es producto de la distribución de la renta petrolera; el desarrollo de programas como Mercal, PDVAL, las canaimitas, todo estos es distribución popular de la renta petrolera.
El haber creado un sistema financiero propio con el apoyo de grandes países hermanos, como la República Popular China, ha sido posible con la disposición correcta de la renta petrolera para el desarrollo nacional, la creación del Fondénn y del Fondo Chino-venezolano, además de que nos independiza el sistema financiero internacional, nos permite contar con recursos para el desarrollo de los grandes proyectos estructurantes que están establecidos en el Plan de la Patria.
La segunda línea de acción de la plena soberanía petrolera, ha sido reestablecer el control del Estado venezolano a través de la nueva PDVSA de todas las actividades primarias reservadas por la Constitución al Estado venezolano; así, a partir de la derrita del sabotaje petrolero, iniciamos la extinción de los convenios operativos y su migración a la figura a las empresas mixtas que están contempladas en nuestra Ley Orgánica de Hidrocarburos bajo el control de la nueva PDVSA, es decir, recuperamos todos los volúmenes de producción que se habían privatizado en la industria petrolera.
Igualmente tomamos el control de nuestros terminales, sistema de inyección de agua, de gas, de taladro, buques petroleros, lanchas, remolcadores, gabarras, tecnología propia y todos los elementos necesarios para el manejo soberano de nuestra producción petrolera.
Nuestra industria petrolera ha nacionalizado más de 214 empresas petroleras que estaban en manos privadas y la hemos ajustado a nuestra legislación. Hemos creado nuevas filiales como PDVSA industrial, que nos permiten proveernos de los insumos necesarios para garantizar nuestra producción de petróleo.
A partir del año 2005, siendo la nueva PDVSA una empresa subordinada al Estado venezolano, comenzamos el despliegue de una política de cooperación internacional y diversificación de los mercados, y nace así el programa Petrocaribe, donde garantizamos el suministro de petróleo de producto –por cierto, siempre a precios de mercado– para satisfacer el 46% de la demanda de los 18 países signatarios. Son países hermanos, pequeños que necesitan de nuestra ayuda y nosotros hemos intervenido de manera directa para liberarlos de la especulación que con la energía hacen las trasnacionales en el área del Caribe.
Iniciamos nuestra diversificación de suministros hacia China y la India. Hoy día vendemos, en conjunto a ambos países, cerca de 1 millón de barriles días de petróleo. Hoy día China es la segunda economía del planeta, China es el primer importador de petróleo del mundo; la India es una economía que mantiene un crecimiento permanente, es decir, es la economía, es la diversificación de nuestros mercados.
El mes de enero del año 2007, el Comandante Presidente Hugo Chávez ordenó la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, lo hizo a viva voz, lo hizo en la juramentación del nuevo gobierno que tomaba posesión este año. Estos proyectos en la Faja todavía estaban bajo el control de las trasnacionales en la apertura petrolera.
El primero de mayo de ese mismo año 2007, más de 40 mil trabajadores petroleros coparon y tomamos el control de las áreas que, en contraposición a lo que establecía la Ley de Nacionalización vigente, entonces habían sido cedidas a las trasnacionales petroleras. Casi todos de los que estamos aquí recordamos con claridad al Comandante Chávez, con su vibrante discurso y valiente acción, cuando puso punto final a la nefasta política de la apertura petrolera y rescató la Faja Petrolífera del Orinoco para la patria y beneficio de todo el pueblo venezolano. (Aplausos).
Sin lugar a dudas, como mencionaba en sus palabras de inicio el compañero Diosdado Cabello, hoy nosotros podemos decir con claridad meridiana que tenemos el manejo pleno y soberano de nuestra industria petrolera, gracias a la claridad, coraje y determinación del Comandante Presidente, Hugo Chávez. (Aplausos).
(Corean consignas)
Pocos países petroleros pueden hacer esta afirmación, somos uno de los pocos países petroleros del planeta que tiene un estricto y férreo control sobre el manejo soberano de sus recursos naturales.
El despliegue de nuestra política de plena soberanía petrolera, por supuesto, como también lo mencionara el compañero Diosdado, ha generado la más enconada y agresiva reacción de las empresas transnacionales y sus representantes cipayos de la burguesía nacional, con sus medios de comunicación que nos atacan todos los días desde que derrotamos el sabotaje petrolero.
En tribunales internacionales las empresas norteamericanas ExxonMobil y ConocoPhillips pretenden cobrarnos caro nuestras decisiones soberanas en el manejo del petróleo; la extrema derecha de los Estados Unidos pretende recuperar los privilegios que alguna vez tuvieron, por el entreguismo en la Cuarta República; la extrema derecha venezolana no cesa en sus ataques permanentes a nuestra política petrolera, a nuestra querida nueva PDVSA y a nuestros trabajadores.
Nunca ha cesado el hostigamiento y asedio a nuestra Revolución Bolivariana y luego de la pérdida de nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, el Presidente Nicolás Maduro, el Presidente Obrero, ahora es el centro del ataque y del odio de la misma burguesía que durante tantos años ha agredido a nuestro pueblo.
Yo, compañeros diputados, desde acá, desde Mene Grande, ante nuestra soberana Asamblea Nacional, quiero decir, con mucha serenidad pero con inquebrantable determinación y firmeza, que los trabajadores de la nueva PDVSA no permitiremos agresiones contra nuestro Presidente Nicolás Maduro ni contra nuestro proceso revolucionario, sabremos defender el legado de nuestro Comandante Chávez, su política petrolera y los derechos del pueblo más humilde. (Aplausos).
(Corean consignas)
Así lo hemos demostrado y así lo seguiremos demostrando, y cuente el pueblo, y toda la fuerza revolucionaria, con los trabajadores de la industria petrolera; que lo sepa todo el mundo, la industria petrolera está en manos de patriotas, está en manos de sus obreros y los obreros están con nuestra Revolución. (Aplausos).
A 100 años del inicio de nuestra producción comercial de petróleo, sin embargo, todavía tenemos mucho trabajo, muchos retos, muchos problemas, pero también muchas perspectivas de futuro. Nuestro objetivo histórico, Venezuela país potencia, Venezuela potencia energética, tendrá su asiento en nuestras áreas tradicionales de oriente y occidente que seguirán plenas de actividad petrolera, pero también en el desarrollo de nuestra nueva provincia petrolera: la Faja Petrolífera del Orinoco Comandante Hugo Chávez.
La Revolución ha sabido rescatar para toda la Nación, la reserva de petróleo más grande del planeta, 295 mil millones de barriles de petróleo, lo cual nos da una base de recursos extraordinaria, para incrementar nuestras capacidades de producción, manteniendo el precio justo para nuestro petróleo.
Tenemos más de 100 mil trabajadores y trabajadoras con un altísimo nivel de conciencia de su papel en nuestra Revolución, cuadro fogueado en la derrota del sabotaje petrolero y curtido en el combate permanente contra la pobreza, en defensa de la Revolución, baluartes y custodios del pensamiento petrolero del Comandante Chávez.
Tenemos ahora la inmensa tarea de utilizar la renta petrolera como un instrumento para la superación del modelo rentista petrolero, que se ha desarrollado en estos 100 años de historia; apoyar la expansión de nuestras fuerzas productivas, todas nuestras capacidades internas; seguir elevando las posibilidades sociales, educativas y de trabajo de nuestro pueblo para que se incorporen a las tareas de la producción, el trabajo por toda la sociedad, por la Patria toda y por el socialismo.
Nosotros enfrentamos dificultades, quién puede negarlas, estamos en el marco de una guerra económica, son propias de la contradicción que surge del esfuerzo por construir el socialismo en permanente lucha con los valores y categorías del capitalismo atrasado y dependiente del modelo rentista que todavía sobrevive en nuestro país. Hoy, sin embargo, somos más fuertes, nuestro pueblo es más consciente, sus fuerzas políticas revolucionarias, sus fuerzas patrióticas, están más unidas que nunca; vamos a construir un nuevo orden económico que, bajo la dirección del Presidente Nicolás Maduro, nos conducirá a construir y establecer los elementos fundamentales de la sociedad que soñara nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez: “la sociedad socialista”; es el mejor reconocimiento que podemos hacer al trabajo abnegado, desinteresado, al amor por los humildes, a la Patria del Comandante Chávez. Lo juramos y nosotros venceremos. (Aplausos).
Muchas gracias.
¡Que viva el Comandante Chávez! (¡Que viva!)
¡Independencia y Patria Socialista! (¡Viviremos y venceremos!)
Muchas gracias, señores diputados; muchas gracias, compañeros trabajadores. (Aplausos).