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Inquisición 2.0

El dos veces presidente del Perú, Alan García, se suicidó el pasado 17 de abril, pegándose un tiro en la cabeza y puso fin así, de manera dramática, al acoso judicial del que era objeto.

García fue un importante líder político peruano, dirigente del APRA, ex presidente, apreciado por sus colegas de la región. En un acto desesperado, se quitó la vida y dejó para la conciencia política de su país y la región, su último acto como un sacrificio en el altar de la infamia. Vayan mis respetos a su memoria y mi solidaridad a su familia, amigos, compañeros y pueblo peruano.

Pero esta situación de “judicialización de la política” o el “Lawfare”, también sucede en Argentina, con el acoso, por parte del Poder Judicial, contra la presidenta Cristina Kirchner y su hija, y la prisión del ex ministro Julio De Vido. Igual sucede en Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff; el encarcelamiento y las condenas absurdas al presidente Lula Da Silva. Lo mismo en Ecuador, con la persecución y exilio contra el presidente Correa, la prisión del vicepresidente Jorge Glass, y ahora también contra el canciller Ricardo Patiño. También sucede en Venezuela, con el acoso judicial y exilio en mi contra, como ex ministro del presidente Chávez, el encarcelamiento del ex ministro Mayor General Miguel Rodríguez Torres, la prisión y muerte en custodia del ex ministro Nelson Martínez; así como el secuestro-prisión de cientos de trabajadores de todo el país, de PDVSA, Corpoelec, dirigentes políticos y oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

En todos los casos, las características son las mismas: los factores que están en el poder, llámense “macristas”, “bolsonaristas”, “maduristas” o “morenistas”, utilizan la justicia como instrumento para la persecución política. Un Poder Judicial que actúa de manera parcializada, como un apéndice de los factores en el poder; el Fiscal de turno, abusa de sus potestades, arremete contra los dirigentes políticos de izquierda, revolucionarios; o los que significan un riesgo para el grupo de poder al cual ellos representan.

El argumento es el mismo: “la corrupción”. Una acusación genérica, sin pruebas, alimentada o acompañada de una brutal campaña de desprestigio en los grandes medios de comunicación o las llamadas redes sociales, como Twitter y toda la industria de la infamia.

Los presidentes, convertidos en acusadores y verdugos, sentencian, condenan, sin siquiera guardar las formas, sufren de la incontinencia declarativa del que no conoce límites.

En nuestro país, las infamias no son nuevas. El mismo Padre de la Patria fue víctima de la persecución de Páez, Santander, Flores y de todos lo que lo veían como un obstáculo para sus propios planes de poder. Llevaron al Padre de la Patria a la “puertas del sepulcro”, en Santa Marta, donde, desde su lecho de muerte, dirigió su última proclama a los colombianos, no sin un dejo de dolor y tristeza: “Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono…”

También podemos remontarnos a la historia de la infamia en el mundo desde la crucifixión de Jesús, el colonialismo, la inquisición, las guerras mundiales, el nazismo, hasta el genocidio y tantos otros episodios de la degradación de la condición humana, de la violencia.

Estas expresiones de odio y la narrativa de la intolerancia siempre han existido, solo que ahora, en nuestro tiempo, se potencian de manera superlativa por la tecnología, por las redes sociales y la capacidad que tienen las grandes corporaciones económicas y mediáticas de influir, en cuestión de segundos, sobre situaciones concretas; generar y manipular fenómenos políticos y sociales, crear sus “verdades”, hasta llegar a la aniquilación de sus contrarios, sean personas, Estados o países.

Se trata entonces, de lo que podemos llamar, una Inquisición 2.0, porque su nuevo espacio de propagación del discurso intolerante, la descalificación y el odio, son las redes sociales y corporaciones mediáticas que se constituyen en nuevos tribunales, con juicios sumarios, que siempre responden a la postura política de los intereses que representan.

Venezuela, el país del miedo.

Veamos cómo funciona esta Inquisición 2.0 en Venezuela, el país del miedo. Nicolás Maduro decide junto a su círculo íntimo, destruir a quien considere su enemigo, bien porque es un obstáculo para su propio plan político; o porque, sencillamente, trata de neutralizar o destruir a los dirigentes políticos, en especial, a quienes lo adversamos desde el campo revolucionario.

La agresión es precedida por una intensa campaña de descrédito en las redes sociales. El gobierno, a través de un uso delictivo de los recursos del Estado y sus operadores económicos, ha conformado, con apoyo externo, una inmensa plataforma de “bots” y grupos de tuiteros.

En cada Ministerio, organismo del Estado, gobernación, alcaldía, existe una nómina entera dedicada a la plataforma de redes. Reciben instrucciones del ministro de la manipulación y mentira o de cualquiera de los nuevos “jefes”. Tienen una lista de dirigentes a quienes deben atacar, destruir, vilipendiar. No importa de qué se trate, hay que atacarlo, utilizando el argumento de la corrupción, el insulto, saturar las redes de basura. Son expertos en la “guerra sucia”, allí se montan “ollas” y “falsos positivos”, como la antesala a una amenaza o acusación de Maduro o de Tarek William Saab, normalmente en Cadena de Radio y Televisión, en cualquier acto de Estado, o acto público, incluyendo funerales; luego, viene una acción judicial, un allanamiento o una detención-secuestro por parte de los cuerpos de seguridad.

La acción de estos grupos de twitter, “bots” y “salas situacionales”, logran manipular las redes, desinforman, confunden, crean tendencias de lo que sea. En estas operaciones se invierte mucho dinero del Estado venezolano, mucha gente ha hecho de ésto un gran negocio, con tarifas en dólares. Éste es un gobierno de Twitter.

En paralelo, los medios de comunicación impresos, audiovisuales y digitales, adquiridos por el madurismo a través de sus testaferros, imponen una línea editorial, donde solo reflejan lo que conviene a Maduro, silencian a sus oponentes, los censuran. Algunos más agresivos, por estar más vinculados al grupo de poder y sus negocios, brindan sus espacios para que los personeros del gobierno mientan descaradamente, insulten o amenacen a sus oponentes en sus programas de mayor “rating”, por supuesto, sin ofrecer el constitucional derecho a réplica.

Como consecuencia de la Inquisición 2.0, viene la acción directa en el terreno. Cuando Jorge Rodríguez lee una lista de los supuestos miembros de un nuevo “plan conspirativo”, sea el “ataque del dron”, la “confesión” de Palomo o el prolífico teléfono de Roberto Marrero, tan parecido a la computadora de Reyes, entonces viene una acción de los cuerpos de seguridad, cunde el pánico entre los mencionados, vienen las carreras, vence el miedo.

Cuando los programas de animación y amenazas, con sus “anclas” del odio, señalan o descargan sobre la víctima el libreto de acusaciones cobardes y linchamientos morales, todo el mundo sabe que viene una agresión, a menos, eso si, que seas banquero o tengas negocios “arriba”

Cuando Tarek William Saab, declara sin poder contener sus carencias, en un intento vano de justificar el exceso ya cometido contra alguien, insultando o acusando-condenando a la víctima, ya se sabe que no hay nada que hacer, viene una agresión de la Fiscalía, no habrá derecho a la defensa, debido proceso ni garantías de ningún tipo.

Maduro se reserva para sus enemigos más acérrimos. Entonces, cuando lleno de odio, expresa sus propias miserias, su violencia, abusa de los poderes del Estado, arremetiendo contra alguien, se desatan los demonios: todos aplauden, sus incondicionales actúan de inmediato, hay que borrar a la víctima de la historia, hay que esparcir el odio contra todo lo que haya estado vinculado al “caído en desgracia”, se le expulsa del PSUV, se le degrada de las FANB, se borra de las fotos, se exigen traiciones, infamias, se evita hasta el habla al antiguo compañero de lucha, se desconoce o niega la relación, las posturas compartidas, triunfa el miedo, la infamia, se degrada la calidad humana. Es más conveniente aplaudir que pensar.

Pero para que estas operaciones tengan el efecto deseado, que no es más que dividir y desmovilizar al pueblo, imponer el silencio, la indiferencia, el individualismo, abandonar la empresa, la institución, el hogar, la Patria, debe crearse el ambiente de miedo, del terror paralizante. En esto, es en lo único que el madurismo ha sido efectivo: infundir el miedo a la sociedad.

Habitación 101, del ministerio del amor.

El gobierno ha instalado en el inconsciente del ciudadano el mundo orweliano de 1984, la temible “habitación 101, del ministerio del amor”, donde la víctima es llevada al extremo de traicionar los últimos vínculos humanos, en nuestro caso, las relaciones precedentes, filiales, de amistad o principios políticos, hasta subordinarse a “lo que Maduro diga”. Esto se ha logrado a través del uso extremo de la violencia. Podemos enumerar algunos de estos hechos emblemáticos, o que ya se han constituido en práctica habitual de la violencia política del Estado, que, además, constituyen violaciones graves a los Derechos Humanos:

-La muerte de cientos de venezolanos en episodios de violencia política en las calles, donde la actuación violenta de la policía, Guardia Nacional, grupos paramilitares y civiles armados, se mantiene en la más absoluta impunidad.

-La voladura con un cohete de Oscar Pérez cuando estaba rendido y pidiendo la presencia de la Fiscalía (que jamás apareció) para entregarse.

La muerte del concejal Fernando Albán (“suicidado” desde el edifico sede del SEBIN).

-La violencia, persecución y acoso en contra de los trabajadores de PDVSA. Los operativos policiales desproporcionados, realizados por efectivos con rostros cubiertos y armas largas durante las detenciones en los sitios de trabajo y para la captura en la madrugada de ministros caidos en desgracia y transmitida por VTV.

-La existencia de “la Tumba”, el Helicoide y otros centros de detención, donde se maltrata, se droga y veja al detenido, se le mantiene aislado, se le castiga permanentemente, se le niegan las visitas, o las presentaciones, se amenaza con castigos o represalias a los familiares.

-El secuestro de cuanto trabajador reclame sus derechos; el secuestro u hostigamiento a los familiares de los perseguidos políticos, la muerte de campesinos a manos de sicarios.

-La actuación del FAES, de los grupos parapoliciales o paramilitares, que reprimen el pueblo en los barrios, matan y hacen lo que les da la gana.

La utilización de pranes, el control que ejercen sobre los centros de detención y la participación que tienen los mismos en la represión contra el pueblo y el amedrentamiento de trabajadores.

La impunidad, la ausencia de garantías, la sensación de que no hay ley, ni justicia, de que este es un gobierno de malandros, donde no hay Estado de Derecho, ni garantías de ningún tipo, ese ha sido el logro de Maduro.

Atrás quedó el Estado de plenas libertades y garantías del gobierno del presidente Chávez, de la Constitución Bolivariana, la democracia participativa y protagónica, por lo que todos luchamos. Nosotros no trabajamos ni nos sacrificamos por esto; este no era el sueño de la Revolución Bolivariana.

Hoy día, se ha establecido un sistema extraño a nuestra idiosincrasia, autoritario, represivo, intrusivo. Las oficinas de la administración pública, las empresas e instituciones del Estado son espacios del miedo; nadie se atreve a hablar, reclamar, opinar, tienen miedo de enviar correos, borran los mensajes de sus celulares, disimulan en los “chat” del trabajo y se desconfía de todo.

El Poder Popular está desmantelado; igual pasa con las Misiones, otrora espacios de la democracia participativa y protagónica. Cualquier actividad de la vida diaria, como obtener un documento, salir de viaje, trabajar, comer, moverse, desplazarse de un sitio a otro, se convierte en una calamidad, en una investigación, una intromisión en la privacidad del ciudadano.

Los ciudadanos están sometidos permanente a la sospecha, el chequeo, las preguntas, la indagación, la revisión de teléfonos, las preguntas capciosas, la presunción del delito. La manipulación que hace el madurismo con las necesidades y problemas que ellos mismos han creado, es una vergüenza, una humillación permanente, la degradación del pueblo: “si reclamas no hay caja Clap”, o “no hay bono”, o “te quito la casa de la Gran Misión Vivienda Venezuela”, o “te suspendo el sueldo”, o “te boto del trabajo” o “vas preso”.

Del otro lado, los grupos más extremistas de la oposición actúan de manera similar, con intolerancia y violencia. Igual han cedido sus espacios a los “influencers” de las redes sociales, al tuit, no hay ideas, opiniones, discusiones, posiciones sensatas, se imponen las posiciones extremas por el chantaje, la presión social de las élites, el miedo.

Llaman abiertamente a una invasión, a la guerra, están dispuestos a pasarle un tractor a la otra mitad del país, sólo prometen arrasar al chavismo, a las instituciones y entregar lo que queda de las empresas del Estado. Por eso, están entrampados en el juego de Maduro.

En el caso de los sectores de la oposición, se ha creado un negocio muy lucrativo, que se paga en dólares y muy bien. Son algunos de los autoproclamados “periodistas de investigación”, “influencers del tuiter”, que realmente son operadores políticos, reciben fondos del exterior, incluso de los operadores económicos del madurismo, algunos tienen sus propios portales, trabajan para grandes corporaciones mediáticas con claras posiciones políticas; allí se montan ollas internacionales, se trabaja para grupos de interés muy poderosos, a veces para el gobierno, a sueldo de organizaciones extranjeras.

Muchas veces, más de lo que sus seguidores se imaginan, reciben dinero del madurismo, trabajan para ambos lados, para el que le pague mejor. Igual hacen ciertos diputados de oposición que se “desgarran” las vestiduras, de un discurso procaz, amenazan y “amagan”, pero están acordados con el madurismo, reciben dinero y favores. En la Asamblea Nacional, hay ciertos diputados que participan en el linchamiento o ataque a los enemigos del madurismo, desmovilizan a la oposición.

No hay ética, no hay ideología, no hay principios. Es así de sencillo, y de triste, sobre todo, porque a partir de sus ollas, se montan campañas de acoso, persecución, que terminan en tragedias personales para la víctima, prisión o, incluso, la muerte, como el triste caso del ex presidente Alan García.

Es una nueva inquisición, donde personajes nefastos, desde presidentes, pasando por fiscales, hasta los “palangristas” 2.0, con poder político, o dinero, o como parte de una operación multinacional, asalariados de la infamia, son capaces de destruir la vida de cualquiera, condicionar situaciones políticas, provocar golpes de Estado, prisión, invasiones, suicidios, dolor.

Son nuevos tribunales de la intolerancia y el odio, sin reglas ni principios de ningún tipo. Los que, desde el campo Bolivariano juegan este juego, o guardan silencio frente a la hoguera, tarde se dan cuenta de que ellos también serán víctimas, primero fueron por los obreros, ahora van por los campesinos, después será muy tarde.

Lo he dicho reiteradamente, es indispensable rescatar el ejercicio de la política con “P” mayúscula, el debate de las ideas, la tolerancia, el pensar en grande, donde prevalezcan los principios, la ética. Si nó volvemos a la política, seguiremos siendo víctimas, como país, de la negación de la razón, del triunfo del odio, de este nuevo tipo de Inquisición 2.0, perversa, eficaz, inhumana, cruel.

Algeria, Sudan and April 13

Undoubtedly, three political events or dramas of different characteristics, different ideological symbols, geographical spaces, history and time, but with one element in common: the Armed Force together with the People.

On 2 April, we were surprised by the news of the resignation of the president of the Arab Republic of Algeria, Abdelaziz Bouteflika, after being in power for 20 years. Bouteflika is one of the most important political leaders in his country; at 19 he joined the National Liberation Army during the war of independence; he was a member of President Ahmed Ben Bella’s government; he held high level posts at the service of the State; and he has been a prominent leader of the National Liberation Front of that neighbouring sister country. After the death of President Houari Boumedienne, in the midst of internal struggles in the FLN, he was banished from power, suffered exile and persecution and was accused of alleged acts of corruption. He returned to his homeland and was elected president in 1999, where his mandate was characterised by a fight, which he won, against corruption and for the modernisation of his country, devastated by a bloody internal war against the Islamic Front.

Taking a firm stand against colonialism, in favor of the Saharawi cause, Palestine and against “Apartheid”, he has undoubtedly been a prominent leader of the third world countries, of the non-aligned countries, of OPEC, of the African and Arab world. However, President Bouteflika, a man of these credentials and political career, resigned his post, after mass demonstrations of his people against the announcement of his nomination, for a fifth term of office. The mass demonstrations, which took place without violence, were supported by the National Liberation Front itself, the ruling party, and by the Algerian Army. That is, the mechanisms that give legitimacy to the country were activated. This action and sense of responsibility of the factors of power, the Army and the Party, alongside the people, have surely delivered their country from episodes of violence or destabilisation and pave the way to seek a political solution to the crisis they are facing, triggering the corresponding constitutional mechanisms.

I had the opportunity to meet President Bouteflika there in 2001, when we attended the first meetings of the Gas Exporting Countries Forum and for the meetings of the Joint Commission between the two sister nations, members of OPEC. The country was just emerging, victorious, from a period marked by the violence and Islamic Front extremism, a terrorist organisation supported by several of the monarchies of the region and which was the prelude to the conflicts that, years later, plunged other neighbouring countries such as Iraq, Libya and Syria, into bloodshed.

The beautiful and heroic Algiers, the capital, the “Kasbah” with its Arabic-Mediterranean facade, still experienced the ravages of that bloody confrontation and the security measures were extreme. However, Algeria was gradually resuming normality and the president was leading the country to a sustained period of prosperity. I was always surprised how the party, the FLN and the Algerian Armed Forces, supported the people and directed the political process, guaranteeing stability and the interests of all.

This characteristic has been the strength of a nation that emerged from a bloody war against colonialism; which has suffered from the political upheaval and the siege of a sovereign and advanced country, which has taken sides for the most just causes, faced a war against Islamic extremism supported from abroad and maintains an unwavering position against the colonialism that still persists in Western Sahara, for the interests of Africa, the developing countries and OPEC. A country politically besieged and afflicted with economic problems that, nevertheless, is capable of acting promptly and decisively to avoid destabilisation and violence, the suffering of the people, listening and placing itself at their side.

Then, I had more opportunities to meet President Bouteflika, taking part in meetings with him, along with president Chávez during the OPEC Summit of Heads of State and Government in Riyadh in 2007. I also met him subsequently, in December 2008, along with the Algerian Minister of Energy, Chakib Khelil, at the extraordinary meeting of OPEC in the city of Oran in Algeria when, after the fall in the price of oil in August of that year, from 120 dollars a barrel to 35 dollars a barrel in just 6 months, we decided to make a cut of 4.5 million barrels of oil day; and which meant us cutting 364 mbpd, from 3.4 million bpd to 3,015 million of production, a level we maintained until December 2013, prior to the disaster.

The last time I saw President Bouteflika was in September 2014, when he was chancellor, when in the company of the then Minister of Oil Yousef Yousfi, he received me directly on the outskirts of Algiers. It was an unusual gesture, since his health complicated matters. It was really a gesture for one of President Chávez’ ministers; for a friend of Algeria. I was surprised, despite his condition and age, by the clarity of his thinking and his political acumen. I recognised and respected President Bouteflika and his statesmanlike status, which has allowed him, as now, to always decide in favor of the supreme interests of his people. I hope Algeria will resolve, as I am sure it will, its internal affairs for the benefit of that sister nation.

For its part, Sudan is one of the most complex and troubled countries in Africa. The aftermath of colonialism introduced the seed of ethnic and religious conflict, for water and land, that have kept this neighbouring people devastated by war, division, violence and the commission of crimes against humanity, particularly in the conflict of Darfur. After a protracted litigation and transnational interests around oil, the country was divided; and, in 2011, the Republic of South Sudan was created. The youngest nation of the United Nations that has, however, only suffered war and violence since it was founded.

I remember that, when we were a non-permanent member country, participating in the United Nations Security Council, between 2015–2016, we made all our diplomatic efforts to support a peaceful resolution of the Darfur conflict; to alleviate the system of sanctions imposed by the UN on the country. We constantly monitored the conflict that was tearing these people apart, which was part of the Security Council permanent agenda, where, on the one hand, the interests of the great powers in the struggle to control the country and the region were expressed; and, on the other hand, the position of the African Union, the only organisation that, we felt, had the legitimacy to mediate in the conflict and the peace efforts, having the support of the “affected country”, in this case, the Sudan. We insisted, together with Angola and Chile; and, later, Uruguay and Egypt, in the stance of “African solutions to African problems”.

However, the situation of President Omar al-Bashir, was unsustainable from the point of view of political and ethical principles. As president, Bashir led a cruel war against the other half of his people, which resulted in extreme suffering through the indescribable cruelties that were committed against civilians, women and children, in the development of an absurd conflict, where the positions of power and group interests were unshakeable. He placed himself above the interests of his people and submerged the country in permanent chaos. Of course, we never supported, as in any similar case, these actions of governments or individuals who violate Human Rights and are accused of committing crimes or atrocities against human beings. It’s a matter of principle. For these cruel acts and crimes against humanity, President Bashir has warrant for arrest from the International Criminal Court in The Hague.

After successive mass protests, on 11 April, Sudan’s Minister of Defence announced to the world that the Armed Forces had deposed President Bashir; that he himself was under house arrest and that they would assume the leadership of a transitional government, including all sectors of the country, for two years, and then call elections. They clarify that they do not intend to remain in power and that they will not extradite President Bashir, who will be tried in the country.

Unlike President Bouteflika, President Bashir, with a track record always linked to violence and the authoritarian exercise of power, did not want to step aside, to separate himself from power. However, like in Algeria, the Army sided with the people on the streets. Otherwise, it would not have been possible to remove from power a president who led his own people into an atrocious civil war and who for 30 years has done everything he could to stay close to the circle of power. The Sudanese Army has acted decisively to save the country from a situation that, if a political solution was not reached, would drag its people into more suffering and probably lead to foreign intervention. The Armed Forces shuns a president and his circle clinging to power because it knows that they have a lot to lose due to the human rights violations perpetrated against their people. The Army’s action, directly involved in the fratricidal war, offers a solution to their internal crisis, their conflict, as they have control of the process, preserving their sovereignty and leading the country towards a scenario of greater inclusion, which is essential to reach a situation of stability.

Yesterday, Saturday, marked the anniversary of the extraordinary events of 13 April, when the people, together with the Bolivarian Armed Forces, managed to depose the dictator Carmona and restore the Constitution and power to President Hugo Chávez. Decisive moments for our people who, despite the repression, the fear imposed by fascist violence and the hatred of the political sectors that encouraged the coup, took to the streets, came down from the neighborhoods to reclaim the power they had obtained through the elections, to restore President Chávez, prisoner of the coup leaders. These are also decisive moments also for our officers and soldiers who, inspired by the most beautiful Bolivarian principles, decided to side with the people, the Constitution and reestablish popular sovereignty, rescue the dignity of the Armed Forces by bringing President Chávez to safety in Miraflores, to open up the possibility of developing the process of profound political, economic and social changes that the people overwhelmingly supported. The Bolivarian Revolution through which the people showed their willingness to give their lives, and because of which the enemies of the country would assassinate President Chávez.

This resolute action of the Armed Forces together with the people, allowed the people to play, as never before, the leading role in developing the country’s future and its social demand. It allowed the constitutional order to be restored and started the process that led us to achieve our Full Oil Sovereignty policy, social inclusion, full political liberties and create the conditions to rebuild the Nation, to create a future full of social justice, work and well-being for all Venezuelans.

Algeria, Sudan and 13 April are political lessons for the country, but especially for the people and the Armed Forces. It is in the people that the sovereignty of the country resides whilst it the Bolivarian National Armed Forces that have the authority and strength to enforce the Constitution and the rights of all Venezuelans. We cannot, therefore, allow both fundamental elements for the future of our country, to be subordinated to group interests that claim to maintain or take the country into situations which we may regret for many years.

In decisive moments for the Nation, as I indicated in my message to the Bolivarian National Armed Forces, we have no other option but to support a patriotic alternative alongside the people. Listen and support the people in their struggle to return to the Constitution, to the Plan of the Nation, to sovereignty, to living well. Only your decisive action, for the Constitution, the humble, with a Patriotic Government Junta, that includes all the patriotic sectors of the country, where you are a guarantee of peace and sovereignty; a Patriotic Junta, that creates the conditions to restore the sovereignty of the people, address the economic and social crisis and the humanitarian emergency, will allow the country to get out of this chaos, avoid war or foreign intervention. Free our people from the blackmail and impositions of power groups that betray the nation, that are selling it off today or that promise to do so, that will continue to ruin our future. Long live the civic-military union of 13 April! A Government Patriotic Junta is urgently needed!

Argelia, Sudán y el 13 de abril: Unión Cívico-Militar para salir de la crisis

El ex embajador de Venezuela ante la ONU, Rafael Ramírez reconoce que los procesos políticos de los países tienen diferencias y el papel de las fuerzas castrenses debe adaptarse a cada circunstancia, siempre acompañando al pueblo

El ex ministro de Petróleo y Relaciones Exteriores, Rafael Ramírez señaló que la unidad cívico militar es la única posibilidad de sacar a Venezuela del caos económico y social, y del peligroso conflicto político en que la han sumido el madurismo y la derecha extremista.

Ramírez pone tres hechos históricos recientes de singular importancia como ejemplos de cómo las Fuerzas Armadas unidas a su pueblo fueron capaces de desbloquear las crisis políticas de sus países: la renuncia del ahora ex presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika y la convocatoria a elecciones; la deposición del mandatario de Sudán, Omar al-Bashir, por parte del Ejército para liderar una transición de dos años; y la decidida y patriótica actuación de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana para derrotar el golpe de Estado el 13 de abril de 2002 y restablecer al Presidente Hugo Chávez en el poder.

Estos ejemplos muestran cómo la oportuna intervención del sector militar en apoyo al clamor popular, es determinante para derrotar a las élites que se apropian del poder y conducen a sus países a situaciones de crisis o conflicto. Solo la unión cívico-militar ha demostrado ser efectiva para desbloquear situaciones políticas de conflicto y permitir que sus pueblos decidan su propio destino, puntualizó Ramírez.

«En momentos decisivos para la Patria, tal como indiqué en mi mensaje a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, no tenemos otra opción que optar por una alternativa patriota al lado del pueblo. Escuchar y acompañar al pueblo en su lucha por volver a la Constitución, al Plan de la Patria, a la soberanía, al vivir bien. Solo la actuación decidida de ustedes, a favor de la Constitución, de los humildes, con una Junta Patriótica de Gobierno, que incluya a todos los sectores patriotas del país, donde ustedes sean garantía de paz y soberanía, una Junta Patriótica, que cree las condiciones para restablecer la soberanía del pueblo, atender la crisis económica y social, la emergencia humanitaria, permitirá sacar al país de este caos, evitar la guerra o una intervención extranjera. Liberar a nuestro pueblo del chantaje e imposiciones de grupos de poder que entregan la patria, que hoy la rematan o que prometen hacerlo, que seguirán acabando con nuestro futuro ¡Viva la unión cívico-militar del 13 de abril! ¡Es urgente una Junta Patriótica de Gobierno!«, indica Ramírez en su más reciente artículo de opinión.

El caso de Argelia, se trata de una transición que el propio presidente  Bouteflika, por la presión popular y el exhorto del Ejército y del Frente de Liberación Nacional,  decidió aceptar como un cambio necesario para evitar el conflicto en su país. Un líder histórico de su pueblo, decidió con hidalguía hacerse a un lado, para que la unión cívico-militar activará los mecanismos constitucionales y se avoque a resolver los problemas existentes en el país, estabilice la situación política y reconduzca el camino de Argelia en paz.

El caso de Sudán es diferente, porque Omar al-Bashir se convirtió en un dictador que se ha aferrado durante 30 años al poder y ha conducido una de las guerras civiles más brutales, cometiendo crímenes de lesa humanidad. Ante la negativa de Bashir de escuchar a su pueblo y hacerse a un lado, el Ejército lo depuso del poder, asumiendo un gobierno transicional, inclusivo, por dos años y luego realizar elecciones,para tener un gobierno civil.

Y, por supuesto, Ramírez pone el acento en nuestra propia realidad en el ejemplo más cercano de la unidad cívico-militar: el 13 de abril de 2002, la derrota del Golpe de Estado y el restablecimiento del gobierno del presidente Hugo Chávez. «Esa acción decidida de la Fuerza Armada junto al pueblo, permitió que el pueblo alcanzara, como nunca, el protagonismo en el desarrollo del futuro del país y su reivindicación social. Permitió que se reestableciera el orden constitucional y se iniciara el proceso que nos llevó a conquistar nuestra Plena Soberanía Petrolera, la inclusión social, las plenas libertades políticas y crear las condiciones para reconstruir la Patria, conquistar un futuro pleno de justicia social, trabajo y bienestar para todos los venezolanos«, recuerda Ramírez, testigo de primera línea de aquellos acontecimientos.

Ramírez señala que “la situación actual del país es insostenible, una crisis asfixiante, que ha sumido a nuestro pueblo en la desesperación, la imposibilidad de vivir, por lo que tratan de salir como pueden, tal como lo indica el último reporte de refugiados de las Naciones Unidas, donde indican que  más de 3.7 millones de venezolanos que han salido del país, situación nunca vista en nuestra historia. Mientras tanto la situación política sigue bloqueada, y por ende las posibilidades de resolver la crisis, por la actitud de Maduro de aferrarse al poder y la oposición que sigue sin reconocer al Chavismo y al legado político del Presidente Chávez como parte de la solución”.

«Argelia, Sudán y el 13 de abril, constituyen lecciones políticas para el país, pero especialmente para el pueblo y las Fuerzas Armadas. En el pueblo reside la soberanía de la patria mientras en la FANB descansa la autoridad y la fuerza para hacer valer la Constitución y los derechos de todos los venezolanos. No podemos permitir entonces que ambos elementos fundamentales para el futuro de nuestro país, se subordinen a intereses grupales que pretenden mantener o llevar al país a escenarios de los cuales nos podemos arrepentir por muchos años», concluye el dirigente.

Lea el último artículo: «Argelia, Sudán y el 13 de abril»

Argelia, Sudán y el 13 de abril

Sin lugar a dudas, tres eventos o conmociones políticas de características distintas, diferente signo ideológico, espacio geográfico, historia y tiempo, pero un elemento en común: la Fuerza Armada junto al Pueblo.

El pasado dos de abril, fuimos sorprendidos por la noticia de la dimisión del presidente de la República Árabe de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, luego de estar 20 años en el poder. Bouteflika es un líder político de los más importantes de su país; a los 19 años se incorporó en el Ejército de Liberación Nacional durante la guerra de independencia; fue miembro del gobierno del presidente Ahmed Ben Bella; desempeñó altas responsabilidades al servicio del Estado; y ha sido destacado dirigente del Frente de Liberación Nacional de ese hermano país. Luego de la muerte del presidente Houari Boumedienne, en medio de luchas internas en el FLN, fue desterrado del poder, sufrió exilio y persecución, acusado de supuestos actos de corrupción. Volvió a su tierra y fue electo presidente en 1999, donde su mandato se caracterizó por una lucha frontal, que ganó, contra la corrupción y por la modernización de su país, devastado por una cruenta guerra interna en contra del Frente Islámico.

Con una postura firme en contra del colonialismo, a favor de la causa Saharaui, Palestina y en contra del “Apartheid”, ha sido, sin duda, un dirigente destacado de los países del tercer mundo, de los no alineados, de la OPEP, del mundo africano y árabe. Sin embargo, el presidente Bouteflika, un hombre de esas credenciales y trayectoria política, renunció a su cargo, luego de movilizaciones masivas de su pueblo en contra del anuncio de su postulación, para un quinto período de gobierno. Las movilizaciones populares, que transcurrieron sin violencia, fueron acompañadas por el propio Frente de Liberación Nacional, partido gobernante, y por el Ejército argelino. Es decir, se activaron los mecanismos que le dan legitimidad al país. Esta actuación y sentido de responsabilidad de los factores de poder, del Ejército y el Partido, al lado del pueblo, seguramente le han evitado a su país episodios de violencia o desestabilización y allana el camino para buscar una solución política a la crisis que confrontan, activando los mecanismos constitucionales correspondientes.

Tuve la oportunidad de conocer al presidente Bouteflika por allá en el año 2001, cuando atendíamos las primeras reuniones del Foro de Países Exportadores de Gas y para las reuniones de la Comisión Mixta entre ambas naciones hermanas, miembros de la OPEP. El país recién salía, victorioso, de un período signado por la violencia y el extremismo del Frente Islámico, organización terrorista apoyada por varias de las Monarquías de la región y que fue el preludio de los conflictos que, años más tarde, ensangrentaron a otros países hermanos como Iraq, Libia y Siria.

Todavía la bella y héroica Argel, la capital, la “Kasbah”con su fachada mediterránea, vivía los estragos de ese enfrentamiento cruento y las medidas de seguridad eran extremas. Sin embargo, Argelia estaba retomando la normalidad progresivamente y el presidente conducía al país a un período sostenido de prosperidad. Siempre me sorprendió cómo el partido, el FLN y las Fuerzas Armadas argelinos, acompañaban al pueblo y dirigían el proceso político, garantizando la estabilidad y los intereses de todos.

Esta característica ha sido la fortaleza de una nación que emergió de una cruenta guerra contra el colonialismo; que ha sufrido de la convulsión política y el asedio de un país soberano y de avanzada, que ha tomado partido por las causas más justas, enfrentado una guerra contra el extremismo islámico apoyado desde el exterior y que mantiene una posición inclaudicable en contra del colonialismo que todavía persiste en el Sahara Occidental, a favor de los intereses de África, los países en desarrollo, de la OPEP. Un país asediado políticamente y afectado por problemas económicos que, sin embargo, es capaz de actuar con prontitud y de manera decisiva para evitar desestabilización y violencia, sufrimiento del pueblo, escuchando y colocándose a su lado.

Luego, tuve más oportunidades de ver al presidente Bouteflika, participar en reuniones con él, acompañando al presidente Chávez durante la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP en Riad en 2007; y, posteriormente, en diciembre de 2008, junto al Ministro argelino de Petróleo Chakib Khelil, con ocasión de la Reunión Extraordinaria de la OPEP celebrada en la ciudad de Orán, en Argelia, cuando, tras la caída del precio del petróleo de agosto de ese año, desde los 120 dólares el barril hasta 35 dólares el barril en tan solo 6 meses, decidimos hacer un recorte de 4.5 millones de barriles día de petróleo; y a nosotros nos correspondió recortar 364 MBD, pasando de 3.4 millones de barriles día a 3,015 millones de producción, nivel que mantuvimos hasta diciembre de 2013, antes del desastre.

La última vez que vi al Presidente Bouteflika fue en septiembre de 2014, ya como canciller, cuando en compañía del entonces Ministro de Petróleo Yousef Yousfi , fuí recibido directamente por él a las afueras de Argel. Era un gesto inusual, pues ya su estado de salud lo complicaba un poco. Era realmente un gesto para un ministro del presidente Chávez; para un amigo de Argelia. Me sorprendió, a pesar de su condición y edad, la claridad de su pensamiento y su agudeza política. Vaya mi reconocimiento y respeto hacia el presidente Bouteflika y su altura de estadista, que le ha permitido, como ahora, decidir siempre a favor de los intereses supremos de su pueblo. Ojalá Argelia resuelva, como estoy seguro lo hará, sus asuntos internos en beneficio de esa hermana nación.

Por su parte, Sudán es uno de los países más complejos y convulsionados de África. Las secuelas del colonialismo introdujeron el germen de conflictos étnicos y religiosos, por el agua y la tierra, que han mantenido a ese hermano pueblo asolado por la guerra, la división, la violencia y la comisión de crímenes de lesa humanidad, en particular, en el conflicto de Darfur. Luego de un prolongado litigio y los intereses transnacionales en torno al petróleo, el país fue dividido; y, en 2011 se creó la República de Sudán del Sur. La Nación más joven de las Naciones Unidas que, sin embargo, sólo ha sufrido la guerra y la violencia desde su fundación.

Recuerdo que, cuando nos correspondió como país miembro no permanente participar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, entre 2015–2016, hicimos todos nuestros esfuerzos diplomáticos para apoyar una resolución pacífica al conflicto de Darfur; para aliviar el sistema de sanciones impuestos por la ONU sobre el país. Lee hacíamos seguimiento permanente al conflicto que desgarraba a este pueblo, el cual constituía parte de la agenda permanente del Consejo de Seguridad, donde se expresaban de una parte los intereses de las grandes potencias en pugna por el control del país y la región; y, por la otra, la posición de la Unión Africana, la única organización que, de acuerdo con nuestra posición, tenía la legitimidad para intermediar en el conflicto y los esfuerzos de paz, al contar con el aval del “país concernido”, en este caso, el Sudán. Nosotros insistíamos, junto a Angola y Chile; y, luego, Uruguay y Egipto, en la postura de “soluciones africanas a los problemas africanos”.

Sin embargo, la situación del presidente Omar al-Bashir, resultaba insostenible desde el punto de vista de principios políticos y éticos. Como presidente, Bashir condujo una guerra cruel contra la otra mitad de su pueblo, que dejó un saldo de altísimo sufrimiento por las indescriptibles crueldades que se cometieron contra los civiles, mujeres y niños, en el desarrollo de un conflicto absurdo, donde las posiciones de poder e intereses grupales eran inamovibles. El se colocaba por encima de los intereses de su pueblo y tenía sumergido al país en un caos permanente. Por supuesto que nosotros jamás apoyamos, como no lo hicimos en ningún caso, estas actuaciones de gobiernos o individuos violadores de los Derechos Humanos y acusados de cometer crímenes o atrocidades contra el ser humano. Es una cuestión de principios. Por estos actos crueles y crímenes de lesa humanidad, el presidente Bashir tiene orden de captura de la Corte Penal Internacional de La Haya.

Luego de sucesivas protestas populares, el pasado 11 de abril, el ministro de la Defensa de Sudán anuncia al mundo que las Fuerzas Armadas habían depuesto al presidente Bashir; que el mismo se encontraba en arresto domiciliario y que ellos asumirán la conducción de un gobierno de transición, inclusivo de todos los sectores del país, durante dos años, para luego convocar a elecciones. Aclaran que ellos no piensan permanecer en el poder y que tampoco extraditaran al presidente Bashir, quien será juzgado en el país.

A diferencia del presidente Bouteflika, el presidente Bashir, más bien con una trayectoria siempre vinculada a la violencia y al ejercicio autoritario del poder, no quería hacerse a un lado, separarse del poder. Sin embargo, tal como en Argelia, el Ejército se puso de lado del pueblo que estaba en las calles. De otra manera, no hubiese sido posible deponer del poder a un presidente que condujo a su propio pueblo a una atroz guerra civil y que durante 30 años ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para mantenerse junto a su entorno en el poder. El Ejército de Sudán ha actuado de manera decidida para salvar al país de una situación que, de no alcanzar una solución política, arrastraría a su pueblo a más sufrimiento y probablemente a una intervención extranjera. Las Fuerzas Armadas hacen a un lado a un presidente y a su entorno aferrado al poder porque sabe que tienen mucho que perder por los crímenes violaciones a los Derechos Humanos perpetrados contra su pueblo. La actuación del Ejército, involucrado de manera directa en la guerra fratricida, permite allanar una solución a su crisis interna, a su conflicto, teniendo ellos control del proceso, preservando su soberanía y conduciendo el país hacia un escenario de mayor inclusión, indispensable para alcanzar la estabilidad.

Ayer sábado se conmemoró un aniversario más de los extraordinarios acontecimientos del 13 de abril, cuando el pueblo, junto a las Fuerzas Armadas Bolivarianas, lograron deponer al dictador Carmona y restituir la Constitución y el poder al presidente Hugo Chávez. Momentos estelares de nuestro pueblo que, a pesar de la represión, del miedo que impuso la violencia fascista y del odio de los sectores políticos que promovieron el golpe, salió a las calles, bajó de los barrios para reclamar el poder que habían obtenido por las elecciones, para restituir al presidente Chávez, prisionero de los golpistas. Pero momentos estelares también de nuestros oficiales y soldados patriotas que, movidos por los más hermosos principios Bolivarianos, decidieron ponerse del lado del pueblo, de la Constitución y, restablecer la soberanía popular, rescatar la dignidad de las Fuerzas Armadas al traer a salvo al Presidente Chávez a Miraflores, para abrir así la posibilidad de desarrollar el proceso de los profundos cambios políticos, económicos y sociales que el pueblo apoyó mayoritariamente- Por la Revolución Bolivariana demostró el pueblo estar dispuesto a dar su vida, y por ella los enemigos de la Patria asesinarían al presidente Chávez.

Esa acción decidida de la Fuerza Armada junto al pueblo, permitió que el pueblo alcanzara, como nunca, el protagonismo en el desarrollo del futuro del país y su reivindicación social. Permitió que se restableciera el orden constitucional y se iniciara el proceso que nos llevó a conquistar nuestra Plena Soberanía Petrolera, la inclusión social, las plenas libertades políticas y crear las condiciones para reconstruir la Patria, conquistar un futuro pleno de justicia social, trabajo y bienestar para todos los venezolanos.

Argelia, Sudán y el 13 de abril, constituyen lecciones políticas para el país, pero especialmente para el pueblo y las Fuerzas Armadas. En el pueblo reside la soberanía de la patria mientras en la FANB descansa la autoridad y la fuerza para hacer valer la Constitución y los derechos de todos los venezolanos. No podemos permitir entonces que ambos elementos fundamentales para el futuro de nuestro país, se subordinen a intereses grupales que pretenden mantener o llevar al país a escenarios de los cuales nos podemos arrepentir por muchos años.

En momentos decisivos para la Patria, tal como indiqué en mi mensaje a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, no tenemos otra opción que optar por una alternativa patriota al lado del pueblo. Escuchar y acompañar al pueblo en su lucha por volver a la Constitución, al Plan de la Patria, a la soberanía, al vivir bien. Solo la actuación decidida de ustedes, a favor de la Constitución, de los humildes, con una Junta Patriótica de Gobierno, que incluya a todos los sectores patriotas del país, donde ustedes sean garantía de paz y soberanía, una Junta Patriótica, que cree las condiciones para restablecer la soberanía del pueblo, atender la crisis económica y social, la emergencia humanitaria, permitirá sacar al país de este caos, evitar la guerra o una intervención extranjera. Liberar a nuestro pueblo del chantaje e imposiciones de grupos de poder que entregan la patria, que hoy la rematan o que prometen hacerlo, que seguirán acabando con nuestro futuro ¡Viva la unión cívico-militar del 13 de abril! ¡Es urgente una Junta Patriótica de Gobierno!

To the Bolivarian National Armed Forces

Heir to the glory of Bolivar, custodian of our Constitution, sovereignty and the integrity of our Homeland. First of all, I want to reiterate what I have always said in public life: I give my absolute respect and recognition to all of our military institutions, its officers, professional staff and troops and all the soldiers of our Nation.

I have always felt a deep respect for our officers and soldiers and for this institution, which is fundamental to our country. The 13th of April sealed my special commitment to our Bolivarian Armed Forces. Its soul taught me the best of the popular and heroic tradition of our nation’s soldiers; but also, for me personally, it settled some unfinished business: with its renewed efforts, sad chapters of its past were left behind, in which it broke its raison d’etre and raised its arms against the working classes. Gone is the terrible period of battle zones, the Sifac, the DIM and the bloodbath of ‘el Caracazo’.

Under the command of Commander Chávez, through his example I realised the hard battle that we had to wage together with the people and I got to know its officers and its popular, patriotic and Bolivarian nature. I knew about its successes, mistakes, strengths and weaknesses. For me, as a minister of the Bolivarian government and as a revolutionary fighter, the divisions between the civil and military world no longer existed. I witnessed the managing of a civic-military union, where there was a strategic alliance between the National Bolivarian Armed Force and the People.

President Chávez eradicated any fascistic and authoritarian inclination within our military sectors from the very roots of the system. He knew that these elements were deeply embedded in the formation of the officers, their conduct and practice, which is why his messaging was daily and constant. Our very own, national and unique doctrine was reinstated within the heart of the FANB: the Bolivarian Military Doctrine. I firmly believe that our National Bolivarian Armed Forces is the basis of the values that reaffirm us as an independent and sovereign country.

Throughout all of these years, I have met, worked and spoken to many officers, of all levels, seniority, class and rank: General in Chief Pérez Arcay, General in Chief García Carneiro, Admiral in Chief Molero, Major General López Ramírez , Commander Arias Cárdenas, General Müller Rojas, Commander Castro Soteldo, Commander Luis Reyes Reyes, General in Chief Mata Figueroa, Major General Rodríguez Torres, Major General García Toussant, General Henry Rangel Silva, General Major General Carvajal, Colonel Carrizales, General in Chief Padrino López, General Cliver Alcalá, General Rangel Gómez, General Carlos Alcalá, Major General Jesús Suárez Chourio, General Manuel G. Bernal, General Domínguez Forti, General Baduel, General Alí Uzcátegui, General Crístofer Figueroa, Major General Justo Noguera Pietri, Admiral Remigio Ceballos, General Milano Mendoza, Major General Carlos Osorio, General Jesús Zambrano, General Félix Osorio, General Ornelas Ferreira, Admiral Maniglia, General Hugo García Hernández, among many other officers I also know, to whom I apologise for omitting their names, there are many of them.

I put the names down as they came to my mind, without thinking about the hierarchies (and I do not intend to offend anyone), they came to my mind incidentally. I am missing more officers, who have worked for so many years, I am missing the guys who were with the Commander, who have put in many hours of work: assistants, aides, security, people in communications, their assistants, those of the Grupo Cuatro, the Casa Militar, its friends, loved ones, companions of a lifetime devoted to a military career; I cannot mention, for security reasons, the soldiers, the guys of April 13, who I brought in to my security team when they were discharged.

I always opted to give my great respects and help the military sector, as I understood its strategic importance for the security of the country, for the Venezuelan State. I never went to the barracks, I never interfered, unless President Chávez authorised me or asked me to do so. The general guidance of all the managers and heads of PDVSA, of the Ministry of Petroleum, was to help all the military departments, their facilities, their logistics and their living conditions. We never deny cooperation or help to our Armed Forces. You know this.

Sometimes Commander Chávez assigned me special and strategic tasks to increase the operational capabilities of our Armed Forces. We did it and in an exponential way.

Neither President Chávez, nor we, conceived that the Armed Bolivarian Force would act outside the Constitution, or the laws. He never violated, nor allowed anyone to violate the Armed Force’s codes of honour, morals and ethics. He very much protected the moral integrity of the officers and troops.

The possibility of using the arms of the Republic against our people or even against political adversaries was erased due to a change in military culture. He eradicated oppression as a means of answering the problems or the demands of the population. The machete and the use of firearms in protests were eliminated. When public force was used, it was used as a last resort to protect the rest of the population from the violent actions of any form of political group.

But security bodies or State intelligence were never used to oppress; much less, imprison or persecute political opponents.

It was clear that the State, the Armed Forces and police agencies had a monopoly over the use of force and of violence, however they always adjusted to the laws of the Republic and to the principle of a reasonable response, which should always be made in defence. President Chávez did not allow in any way the the Republic’s arms to be put in the hands of civilians or in the hands of any type of paramilitary or para-police group, or whatever you call it. His position was always very firm and clear in its rejection of the possibility that groups, other than the Armed Forces, intended to assume the powers and roles of the latter.

Of course, the most important of these changes in our military departments was that our National Bolivarian Armed Force had been fed a high awareness of its role in the defense of the people’s social security, our sovereignty, Constitution and laws; of our oil, natural resources, seas, jungles, plains and mountains; of an action attached to the most sacred interests of the Nation, of the Venezuelan people, the protection of the weakest: our indigenous people, children, the poor; of love of our history, to the affirmative Venezuelan; the people that guarantee that our institutions function, the rule of law, truth, social justice, respect for human beings, honour; guarantor of peace and an effective functioning of our Republic, of our fundamental and participatory democracy.

The list of officers contained people that were all close to Commander Chávez, I met and spoke to them, I made friends with a lot of them, I worked during great time to be in the country, where we were recovering our national identity and building the pillars of a more just, inclusive country, with a full future for all; we worked for the people and for the sacred interests of the Nation.

I met many of them during the oil sabotage defeat, where there was the reconquest of the PDVSA; others, in the battle against violence and destabilisation; many more whilst working for the people, in the missions, educating, providing healthcare, building homes, big projects throughout the country; others joined me whilst we were nationalising the Oil Belt and managing the Full Oil Sovereignty bill; whilst working in the countless tasks and responsibilities that we assume, which guarantee peace, rights and peace of citizens. We shared endless days of work, discussions and trips with President Chávez, we were deeply committed to the Constitution and to the laws. The two sister institutions, both the Armed Force and PDVSA, were the fundamental support for the future that was being built for all, for future generations, which was Bolívar’s dream. We were proud of our work.

Reflecting on all this, I cannot avoid asking you, our FANB officials: how have you allowed us to reach this point where our Nation is in a state of deterioration and fragility? How do your weapons support the outrage against the people, the delivery of our oil, our mineral resources? How is it possible that your weapons are killing our indigenous peoples, which displace them from their lands to deliver the gold and destroy the environment in the Mining Arc? Why do you allow the delivery of oil from the Orinoco Oil Belt, of the Nation’s gas, the destruction of the PDVSA? Why do you allow sovereignty of the Esequibo to be handed over? How is it possible that, under your own noses, paramilitary or vigilante groups are going about killing and oppressing Venezuelans in our neighbourhoods and in our cities’ streets. Why are the rights of the working classes, the poor and the peasants being violated, as the ‘red comet’ farmer claims?

From this list of officers from our Nation, many are now discharged, some expelled, others demoted; others have been made prisoners or exiles. Why? Who has fractured the unity and the integrity of this group of Venezuelans, who are without doubt all patriots? Why do you prioritise other interests, above the sacred interests of our Nation, of the Venezuelan People, which has at its heart our Bolivarian Armed Forces? Who decides now, which officers are patriots or not, who are “traitors” or not, and with what criteria? Why is it now required to swear unconditionally to a group, to a person; and not to swear loyalty to the Constitution, to the laws, to the interests of the Nation?

In the current political dispute, all the different factions of power are trying to maintain or win the support of our National Bolivarian Armed Forces. Some are doing this to sustain this disaster, its privileges, its power groups; others are doing this to open the doors to foreign interference, which would restore their previous positions of privilege. Both factions have their own economic and political interests; both hand over the Nation, they auction it and plunder it with a lust for power, without considering our citizen’s rights.

Madurismo requires you to keep silence and to use arms to sustain this autocratic, anti-national and criminal government, which makes our people suffer, which degrades and impoverishes by destroying state institutions and companies, by handing over our oil and resources and by weakening our Nation. The government monitors our officers, as they use foreign intelligence help, which you know exists within our military departments and within the State intelligence agencies. They distrust our officers, they persecute them, they take them as prisoners, they are harassed, they degrade them, they take them captive, why? What interests defend the arms of the Bolivarian Armed Forces? Why? At what price are we going to sustain the huge interests, privileges and crimes of the government? To what extent has Madurismo corrupted some of the military commanders by giving them oil, gold and state companies? And the People, the country and the Constitution? Madurismo only offers you dishonour and complicity in the destruction of our country; it offers you to be the town’s executioners and keep silence before the surrender of the Nation. This would not have happened with Commander Chávez. You know this.

The opposition, with its badly thought-through coup, its short-term thinking and its usual intolerance, openly calls for an invasion, they want you to reestablish a system of privilege and to open the doors to interference and looting. They only offer persecution, jail and revenge.

You officers and soldiers of the Nation have to reflect on this situation. Gather together, discuss, let go of fear and look up, as all of this is a part of your significant responsibilities and your popular and patriotic character. Do not let others decide for you. Do not succumb to the conspiracy or the invasion’s blackmail. The worst is happening now. We will know how to face any foreign violation of the Nation, together with the people. But you can no longer tolerate the Nation’s surrender, the people’s suffering, controlled by hunger and fear, oppression and imprisonment of the patriots, the persecuted, exiles, civilians, Chavez ministers, the PDVSA workers, military officers, those that you know well, those that you know are Maduro’s kidnapped politicians.

There is no dilemma to be had here, this is only about fulfilling your Constitutional responsibilities. They have broken them, degraded them, they are caught between opposing factions that have nothing to do with the sacred interests of the Nation and of the people. You are one of the few remaining institutions of the Republic, heirs to the Glory of Bolivar, the greatness of the Liberators of a whole continent, they are the custodians of Chavista and Bolivarian thought, of the Constitution, of the laws of the Republic, of our sovereignty and of the social guarantees of the people. A civic-military unity is the only possible way of taking the Nation away from the abyss and beginning its reconstruction. It is broken, we must fix it. You have here the hand, the heart, the ideas, the experience and the ability of a patriot, who respects you and who you know. Let’s go back towards the house of ‘los Sueños Azules’, Bolivarianos, ‘tricolors’, let’s go back to the people, with Chávez. We will be victorious!

Chávez rechazó colectivos armados o grupos paramilitares

 

Chávez rechazó colectivos armados o grupos paramilitares que en nombre de la revolución operaran en Venezuela.

El presidente Chávez no permitió de ninguna manera, que las armas de la República estuviesen en manos de civiles o de ningún tipo de cuerpo paramilitar o parapolicial, llámese como se llame.

Ramírez llama a la FANB a restituir el orden constitucional y a una unión cívico militar con una Junta Patriótica de Gobierno

«La Fuerza Armada es la única institución que queda en pie para salvar al país»

Caracas, 9 de abril de 2019.- El dirigente chavista Rafael Ramírez hizo un llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a restablecer el orden constitucional, a través de la unión cívico-militar, con el objetivo de rescatar al país de los graves peligros que lo amenazan, tanto por la permanencia de Nicolás Maduro en el gobierno como por el llamado abierto a una intervención militar extranjera hecho por la derecha venezolana.

En su más reciente artículo semanal, titulado «Mensaje a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana «, Ramírez toca un punto medular del debate político actual para sostener que la FANB debe actuar para restablecer el orden constitucional y contribuir a la creación de una Junta Patriótica de Gobierno que integre a sectores chavistas, a los grupos democráticos de la oposición y a la más amplia representación popular para iniciar un proceso de rescate y reconstrucción del país que abra un profundo proceso democrático y participativo, para sumar todos los esfuerzos y salir de esta situación caótica en la que estamos sumidos.

«Ni el Presidente Chávez, ni nosotros, concebimos a la Fuerza Armada Bolivariana para actuar al margen de la Constitución, ni las leyes. Él nunca violentó, ni permitió que nadie violentara, los códigos de honor, la moral y la ética de la Fuerza Armada. Protegía mucho la integridad moral de los oficiales y tropa. Él borró de la cultura militar, la posibilidad de utilizar las armas de la República contra nuestro pueblo, ni contra el adversario político», recuerda Ramírez.

En contraste, hoy la Fuerza Armada Nacional aparece como una institución fracturada y degradada por el madurismo pero que, sin embargo, señaló Ramírez, tiene suficientes reservas morales y conciencia política para actuar a favor de los más altos intereses del país, para preservar los derechos, garantías sociales y la tranquilidad del pueblo venezolano.

El dirigente chavista, hace planteamientos reflexivos al estamento militar. Pide una actuación decidida frente al grave deterioro y fragilidad en los que ha caído la Patria; cuestiona el apoyo que han brindado a Maduro en la entrega de los recursos naturales del país; al atropello que han perpetrado contra comunidades indígenas. Exige respuestas a la inacción frente a la clara participación de cuerpos paramilitares y civiles armados que actúan violentamente en contra de los ciudadanos, amedentrándoles y llevando el terror a las zonas populares.

«Aquí no hay dilema, de lo que se trata, es de cumplir sus responsabilidades Constitucionales. Los han fracturado, degradado, están atrapados entre bandos en pugna que no tienen nada que ver con los intereses sagrados de la Patria, del pueblo. Ustedes son una de las pocas instituciones de la República que quedan en pie, herederos de la Gloria de Bolívar, la grandeza de los Libertadores de todo un continente, son los custodios del pensamiento Chavista y Bolivariano, de la Constitución, de las leyes de la República, de nuestra soberanía, de las garantías sociales del pueblo. La unidad cívico-militar, única posibilidad de sacar la patria del abismo para iniciar su reconstrucción, está fracturada, debemos restablecerla», enfatiza de manera contundente.

Ramírez señala que respeta profundamente a la institución castrense, porque fue testigo directo de su decisiva participación a favor del pueblo y la Constitución el 13 de Abril y durante todo el periodo donde se alcanzó la estabilidad y desarrollo de la Revolución Bolivariana, las Misiones Sociales, la Plena Soberanía Petrolera, igualmente la transformación que se vivió bajo la guía del Comandante Hugo Chávez Frías, quien dota a la FANB de doctrina militar Bolivariana, aumentando sus capacidades operacionales y la conciencia del rol estelar que tienen como institución en defender la Patria y su soberanía, así como las garantías sociales de todo el pueblo.

El alto ex funcionario de Chávez, señala con preocupación que hoy día, en esta coyuntura política, nuestra Fuerza Armada, pretende ser utilizada para favorecer intereses grupales y apoyar la entrega del país. Por una parte, el madurismo quiere su respaldo para mantener sus privilegios, sostener este desastre y apoyar la entrega del país; mientras que la oposición extremista pretende hacerla cómplice de un asalto a los recursos del país, la restitución de sus privilegios  y apoyo a la injerencia extranjera que violenta de manera definitivamente la soberanía de la Patria.

A juicio de Ramírez, la FANB no puede hacerse parte de ninguno de estos dos bandos.  Y asegura: «Nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, se impregnó de una elevada conciencia de su papel en defensa de las garantías sociales del pueblo, de nuestra soberanía, Constitución y leyes; de nuestro petróleo, recursos naturales, mares, selvas, llanos y montañas; de una actuación apegada a los más sagrados intereses de la Patria, del pueblo venezolano, la protección de los más débiles: nuestros pueblos originarios, los niños, los pobres; de amor a nuestra historia, a lo afirmativo venezolano; garantes del funcionamiento de nuestras instituciones, del imperio de la ley, la verdad, la justicia social, el respeto al ser humano, del honor; garante de la paz y correcto funcionamiento Republicano, de nuestra democracia protagónica y participativa».

Ramírez puntualiza: «Ustedes oficiales y soldados de la Patria, tienen que reflexionar ante esta situación. Reúnanse, discutan, dejen atrás el miedo, eleven la mirada, tal como corresponde a sus altísimas responsabilidades, a su carácter popular y patriota. No dejen que otros decidan por ustedes. No sucumban al chantaje de la conspiración, de la invasión. Lo peor está sucediendo ahora. Cualquier violación extranjera a la patria la sabremos enfrentar juntos, con el pueblo. Pero no pueden seguir tolerando la entrega de la patria, el sufrimiento del pueblo, controlado por hambre y miedo, la represión y prisión para los patriotas presos, los perseguidos, exiliados, civiles, ministros de Chávez, trabajadores de PDVSA, oficiales militares, a los que ustedes conocen bien, que ustedes saben que son secuestrados políticos de Maduro y de los suyos».

En consecuencia, y ante la dramática crisis que vive el pueblo venezolano y los peligros que lo acechan, Rafael Ramírez, quien proclama un profundo respeto a la institución castrense, reitera su llamado a restablecer la Constitución, la legalidad y el normal funcionamiento del país y sus instituciones, a la vez que pone a disposición «la mano, el corazón, las ideas, experiencia y capacidad de un patriota, que los respeta y que ustedes conocen. Volvamos al cauce de los sueños azules, Bolivarianos, tricolor, volvamos con el pueblo, con Chávez», finalizó Ramírez.

Rafael Ramírez: «Venezuela vive un apagón que no se ve», Contrapunto

El ex hombre fuerte de Pdvsa, del Gobierno y del chavismo, sostiene que más allá de la gran falla eléctrica “las empresas venezolanas se han apagado”, incluyendo Pdvsa. La crisis proviene de colocar gente que no conoce la materia que le toca gerenciar. “La Oposición se equivoca al creer que solo es cambiar a unos por otros”, asegura. Propone una Junta Patriótica de Transición

Rafael Ramírez pidió la palabra para hablar sobre la coyuntura que vive el país a raíz de las fallas en el sistema eléctrico, las cuales vincula a “incapacidad e indolencia” en la administración del Estado.

Como era de esperarse, está en desacuerdo con la tesis del sabotaje y sostiene que no se atendieron las señales de crisis que estaba emitiendo el sistema eléctrico. Esta desatención produce el “black out” que hizo colapsar el sistema.

Desde un lugar de Europa que no identificó, también habló del tema político lanzando la propuesta de una “Junta Patriótica” que lidere un proceso de transición y que llame a un proceso electoral después de estabilizar el país.

A manera de contexto

Ramírez fue responsable, desde el Ministerio de Energía y Minas, del sector eléctrico hasta que en 2009 se creo el Ministerio para el sector. Por ello le consultamos acerca de las similitudes y diferencias de las coyunturas.

-En 2008 comenzaron a darse fallas en el sistema y luego estuvo el fenómeno del Niño, hasta la creación del nuevo ministerio y Corpoelec.

-Aunque existía el Ministerio de Energía y Minas las empresas operadoras no dependían del Ministerio. Cadafe estaba adscrita al Fondo de Inversiones de Venezuela porque se iba a privatizar, Edelca estaba adscrita a la CVG y el Ministerio no tenía capacidad operativa. Las administradoras del servicio eran fundamentalmente privadas. Electricidad de Caracas, Electricidad de Carabobo, Enelbar y Enelven, que era pública y funcionaba bien en Zulia.

-Por qué el ministerio y una empresa paraguas para todas. ¿Centralismo? ¿Control?

-Nos dimos cuenta de que empezaba un problema de generación y transmisión eléctrica porque existía un aumento importante de la demanda que tenía que ver con el crecimiento económico. Se incrementó la demanda 20% en el periodo. Estamos hablando del 2008. Teníamos una demanda nacional 18.500 a 19.500 megavatios. Comenzamos un plan para introducir generación termoeléctrica. Hasta ese momento no se había introducido un solo megavatio nuevo.

-¿Cuál era la estrategia?

-La idea estratégica era independizar regiones y sobre todo a la cola del sistema eléctrico es decir Zulia, fortalecerlo. Fortalecer Caracas, fortalecer la región Central. Viene la idea de unificar y crear Corpoelec.

-¿Por qué una sola empresa?

-Edelca, que era la que tenía mejor desempeño solo atendía a los grandes cliente, es decir, los industriales. La distribución doméstica estaba en manos de Cadafe con las filiales. No había una visión de la política eléctrica unificada y el servicio era muy de mala calidad. Eso no se sentía en Caracas porque estaba la Electricidad de Caracas, en Valencia Electricidad de Carabobo y Enelven en el Zulia que siempre tuvo un buen desempeño. Cuando se crea Corpoelec las empresas privadas no fueron nacionalizadas, se adquirieron y se pagaron para poder unificar el sistema eléctrico nacional. La idea era que las fortalezas de la industria eléctrica en algunas regiones pudieran aprovecharse en todo el país. Pero comenzó un manejo inadecuado a mi parecer y se adoptó una organización distinta en el tema operacional: se introdujo el control obrero y la cogestión. Desde Pdvsa veíamos con preocupación porque las empresas operacionales necesitan respuestas rápidas, efectivas y oportunas.

-¿Qué pasa cuando llega la crisis de El Niño?

Se creó el Estado Mayor Eléctrico dirigido por Elías Jaua. En ese momento a Pdvsa y a las empresas grandes se le dio la instrucción de meter termoeléctrica como una emergencia. Se decretó la Emergencia Eléctrica y se salió comprar termoeléctricas por el mundo y se hicieron grandes obras termoeléctricas. En mi gestión metimos al sistema 5.000 megavatios de termoeléctricas y entregué esas máquinas en actos públicos.

-¿A quien entregaban las obras?

-A Corpoelec. Termozulia I y II, Josefa Camejo, las plantas en Barinas y en Oriente. Eran máquinas de ciclo combinado que era lo mejor en eficiencia energética y funcionaban con diésel y gas. Con el tema del gas se trabajó mucho porque se hicieron gasoductos para llevar gas a donde Corpoelec lo necesitaba. Consumió mucho esfuerzo y talento, pero al final se logró. Caracas llegó decretarse independiente en el tema termoeléctrico. Se hicieron grandes avances.

-¿Qué cambió? Ahora se va la luz

-La diferencia con este momento es que los cuadros que estaban allí eran gente del sector que conocían del tema y, aparte de eso, Pdvsa estaba respaldando muy de cerca de Corpoelec. No solo porque le suministrábamos todos los volúmenes de diésel que necesitaban, que era un gran esfuerzo, también nuestros equipos técnicos estaban allí a su disponibilidad para atenderlos y darle apoyo. Eso creó una dependencia de Pdvsa que no era sana. Sin embargo, funcionaba porque nuestros técnicos eran de un alto nivel. Cuando salgo a Naciones Unidas y me entero que Motta sería el hombre en el Ministerio de la Energía Eléctrica ya sabía que iba a estar mal.

-¿Por qué?

-Porque no es un hombre del sector. Es un hombre que no sabía nada de electricidad.

-Alí Rodríguez no era un técnico y pudo ser ministro de Energía Eléctrica, Presidente de Pdvsa, ministro de Finanzas.

-Alí Rodríguez sabía de política petrolera y se hizo acompañar en la junta directiva de Pdvsa por técnicos expertos en cada uno de los temas de la industria. Eso es distinto

-¿Qué pasa cuándo no se es del sector?

-Por desconocimiento se postergan decisiones y no se toman las acciones necesarias. En el caso del tema eléctrico en un sector muy complejo

-¿Decisiones cómo cuáles?

-Como hacer los mantenimientos de rigor. El sistema viene avisando desde hace tiempo que hay problemas. Desde el 2015 ha sido golpeada la cola del sistema y vemos los graves problemas de Zulia y los estados andinos. No se puede hablar de sabotaje cuando las señales te va diciendo que el sistema esta mal.

-El Gobierno habla de sabotaje, al igual que en el caso de la industria petrolera. ¿Por qué antes fue evidente y ahora no?

-Las pruebas sobran y los protagonistas quedaron registrados en todos los medios de comunicación. Tuvimos un sabotaje al corazón de la industria y el ataque fue implacable y lo vencimos. Aquí, en el caso eléctrico, no es así.

Fuera de control

-¿Entonces qué pasó?

-El 7 de marzo lo que hubo fue un black out. Pero no porque se fuera la luz. Es la definición que se vincula con que todo se sale de control. Todo se sale de control a pesar de que hay una caída sostenida del Producto Interno Interno que ya suma 63% y tenemos un consumo que cayó de 19.000 megavatios a 14.000 megavatios. Allí no hay sabotaje posible. Lo que ha habido es la postergación de decisiones en el mantenimiento que ha originado una falla estrepitosa en Guri. Hay falta de mantenimiento en las líneas de transmisión y en otras áreas medulares del sistema y los trabajadores lo vienen advirtiendo. El problema está en que cuando alertan, los ponen presos.

-Hay gente que critica la afirmación del jefe del Estado cuando habla de un ataque electromagnético, pero el Presidente Trump, levanta las alarmas ante eventuales agresiones a los Estados Unidos con pulsos electromagnéticos.

-Si fuera un sabotaje a Guri… ¿por qué no funcionó Tacoa para atender a Caracas y las termoeléctricas de Barinas y de Margarita? No es un ataque es un problema de todo el sistema.

-¿Qué piensa del nuevo ministro Igor Gavidia?

-Es un buen técnico y mi consejo es que le meta el ojo a las termoeléctricas y al mantenimiento, aunque el es del sector y sabe lo que tiene que hacer y ojalá lo dejen trabajar como es.

-Pdvsa debería tener su propia autogeneración

-Esas plantas tampoco funcionan. Ni las plantas de los hospitales. Ni las termoeléctricas.

-¿Por qué no funcionaron las termoeléctricas?

-Porque no hay diésel. Porque no han hecho mantenimiento y las canibalizaron. Hay mucha incapacidad y mucha indolencia. A la gente se le veía sola y no había una autoridad a la que acudir para resolver el problema.

-¿Esas plantas no deberían tener una capacidad de reserva para la contingencia?

-A eso voy. Tampoco hay razón para que falte el agua, porque existen plantas de bombeo de emergencia que deberían tener autonomía para varios días, así como las termoeléctricas deberían tener para por lo menos 10 días. Así era cuando Pdvsa apoyaba a Corpoelec, cuando tomamos la iniciativa de cambiar 60 millones de bombillos ahorradoras y ahorrarnos consumo por 2.000 megavatios. Venezuela vive un apagón que no se ve.

-¿A qué se refiere con un apagón que no se ve?

Las empresas están apagadas. Pdvsa tiene una producción muy baja son 400 mil barriles en la faja, 150.000 en el Zulia. El sistema eléctrico no funciona por solo nombrar dos nada más. Todo eso perjudica al país. Hay un millón de barriles diferidos que requieren un esfuerzo mínimo.

-Para eso se necesita dinero y todos los analistas coinciden en que Pdvsa no lo tiene ni lo puede generar.

-No se gana confianza teniendo a los militares manejándola. Yo respeto a los militares, pero ellos no saben de petróleo ni de electricidad y por eso las empresas están como están. Insisto, hay mucha incapacidad e indolencia. A la gente se le obliga a ir a la marcha a la fuerza. Les pasan lista. Los convocan al trabajo y luego los llevan.

-Hay quienes afirman que esa no es una práctica nueva. Usted mismo dijo en 2006 que Pdvsa “era roja, rojita”.

-Es cierto. Y es posible que no fuera una frase muy afortunada. No estuvo bien. Pero hay que ver la coyuntura, veníamos de un sabotaje petrolero. Nos pararon la industria. Nos sometieron a una prueba de fuego y con los trabajadores pudimos recuperar la empresa. Con los trabajadores movilizados lo hicimos. En esa Pdvsa no se obligaba a nadie a marchar. Ahora es distinto. Hay 89 gerentes presos y sin juicio a quienes se les violan los derechos humanos.

Lo político

-¿Entonces el problema no es técnico sino político?

-De esta situación no salimos, sino salimos de Maduro.

-¿Y cómo se resuelve esa ecuación?

-Se resuelve volviendo a la política. Que hable la política elevada. Debemos darle la palabra a la política. El espíritu de revancha nos está dejando ciegos a todos. Miremos los casos de Nelson Martínez en la Dgcim y de Fernando Albán en el Sebin. Hay que darle la palabra a la gente que está hablando de la verdadera política, pero se les fusila desde los extremos de ambas partes. La oposición se equivoca en su estrategia. Aquí no se trata de sacar a uno para poner otro.

-Entonces…  ¿cómo se resuelve el problema?

-Tiene que ser de forma inclusiva. Esta ecuación no se resuelve sin los militares. No nos hace falta una guerra para que consigamos una solución política. Algunos sectores perdieron la razón pidiendo la intervención militar. Debemos ir a una Juan Patriótica que canalice la transición de esta situación.

-Una Junta Patriótica.. ¿definida por quién? ¿Quién tendrá el poder omnímodo para conformarla?

-Me remito a nuestra experiencia histórica del 23 de enero de 1958. Tiene que ser una figura en la que participen todos los sectores de la vida democrática del país y que estén interesados en conseguir una vía pacífica para el conflicto político y por eso deben estar los militares. La Fanb no va a salir a reprimir y por eso lo hacen los grupos Parapoliciales que existen.

-¿Una Junta por cuanto tiempo? Eso no es algo que se puede dejar al libre albedrío de los integrantes de ese equipo.

-Habría que establecer una agenda, con un tiempo establecido para el llamado a elecciones en donde se determinen acciones específicas para su funcionamiento.

-Además del tiempo..  ¿qué cosas?

-Cosas como no privatizar Pdvsa, porque vamos a necesitar todos los recursos del petróleo para salir adelante. Retomar la legalidad y liberar a los presos políticos y dejar claros los casos de corrupción. Disolver la Asamblea Nacional Constituyente que debe estar hecha es para construir una nueva Constitución.

-Pero la ANC le dio la paz al país, según sostiene un sector de la sociedad venezolana que no puede ser desestimado.

-Eso fue una negociación con un sector de la oposición que por desgaste pactó. Ahora lo que se necesita es crear una base para acuerdos que beneficien al país y así reconstruirlo.

Rafael Ramírez se despide desde el Skype indicando que sigue conectado a la situación venezolana. Ante la pregunta del por qué no está aquí en el país reitera que “si tuviera las garantías, lo haría y se que derrotaría a Maduro en cualquier escenario. Esto que hacen no tiene que ver con Chávez ni nada por el estilo”.

A la Fuerza Armada Nacional Bolivariana

Heredera de la gloria de Bolívar, custodio de nuestra Constitución, soberanía e integridad de la Patria. Antes que todo, quiero reiterar lo que ha sido una constante en mi actuación pública: mi absoluto respeto y reconocimiento a nuestra institución armada, a sus oficiales, personal profesional y tropa, a todos soldados de la Patria.

Siempre he sentido un profundo respeto por nuestros oficiales y soldados, por esa institución, fundamental para nuestro país. El 13 de abril selló en mí un compromiso especial con nuestra Fuerza Armada Bolivariana, con su esencia, se reivindicó en mí lo mejor de la tradición popular y heroica de nuestros soldados de la patria; pero, además, en lo personal, saldó una cuenta pendiente: con su acción quedaron atrás capítulos tristes de su accionar cuando, vulnerada en su razón de ser, levantó sus armas contra el pueblo pobre. Atrás quedó el terrible período de los Teatros de Operaciones, el Sifac, el DIM, el baño de sangre del Caracazo.

De la mano del Comandante Chávez, a través de su ejemplo, de la dura batalla que nos tocó librar junto al pueblo, fui conociendo a sus oficiales, de su carácter popular, patriota, Bolivariano. Conocí de sus aciertos, errores, fortalezas y debilidades. Para mí, como ministro del gobierno bolivariano, como militante revolucionario, no existían ya las divisiones entre el mundo civil y el militar. Fui testigo de la gestación de la unión cívico-militar, la alianza estratégica entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y el Pueblo.

El Presidente Chávez, extirpó de raíz, cualquier inclinación antipopular y autoritaria en el seno de nuestros componentes militares. Él sabía que estos elementos estaban muy arraigados en la formación de los oficiales, su conducta y práctica, por eso su predica era diaria, constante. Se restableció en el seno de la FANB, una doctrina propia, nacional, única: la doctrina Militar Bolivariana. Creo firmemente, que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, es asiento de los valores que nos reafirman como un país independiente y soberano.

He conocido, trabajado y tratado, a través de todos estos años, a muchos oficiales, de todos los niveles, antigüedades, estratos y rangos: General en Jefe Pérez Arcay, General en Jefe García Carneiro, Almirante en Jefe Molero, Mayor General López Ramírez, Comandante Arias Cárdenas, General Müller Rojas, Comandante Castro Soteldo, Comandante Luis Reyes Reyes, General en Jefe Mata Figueroa, Mayor General Rodríguez Torres, Mayor General García Toussant, General Henry Rangel Silva, General Mayor General Carvajal, Coronel Carrizales, General en Jefe Padrino López, General Cliver Alcalá, General Rangel Gómez, General Carlos Alcalá, Mayor General Jesús Suárez Chourio, General Manuel G. Bernal, General Domínguez Forti, General Baduel, General Alí Uzcátegui, General Crístofer Figueroa, Mayor General Justo Noguera Pietri, Almirante Remigio Ceballos, General Milano Mendoza, Mayor General Carlos Osorio, General Jesús Zambrano, General Félix Osorio, General Ornelas Ferreira, Almirante Maniglia, General Hugo García Hernández, entre otros muchos oficiales que conozco, a los que pido excusas por omitir sus nombres, son muchos.

Los nombres los agrupé como me fueron llegando a mi mente, sin atender a las jerarquías (y no pretendo ofender a nadie), los intercale a propósito. Me faltan mas oficiales, fueron tantos años de trabajo, me faltan los muchachos que estaban con el Comandante, testigos de largas sesiones de trabajo: ayudantes, edecanes, la seguridad, los de comunicaciones, los de su ayudantía, los de Grupo Cuatro, Casa Militar, sus amigos, afectos, compañeros de toda una vida entregada a la carrera militar; no puedo mencionar, por razones de seguridad, a los soldados, los muchachos del 13 de abril que, cuando fueron dados de baja, tomé para mi seguridad.

Yo opté siempre por respetar mucho y ayudar al sector militar, entendiendo que era estratégico para la seguridad del país, del Estado Venezolano. Nunca me metí a los cuarteles, nunca me inmiscuí, a menos que el Presidente Chávez me autorizara o me lo pidiera. La orientación general que tenían todos los gerentes y jefes de PDVSA, del Ministerio de Petróleo, era ayudar a todos los componentes militares, sus instalaciones, su logística, sus condiciones de vida. Nunca le negamos ayuda o cooperación a nuestra Fuerza Armada. Ustedes lo saben.

En algunas ocasiones, el Comandante Chávez me asignaba tareas especiales, estratégicas, para aumentar las capacidades operativas de nuestra Fuerza Armada. Lo hicimos y de una manera exponencial.

Ni el Presidente Chávez, ni nosotros, concebimos a la Fuerza Armada Bolivariana para actuar al margen de la Constitución, ni las leyes. Él nunca violentó, ni permitió que nadie violentara, los códigos de honor, la moral y la ética de la Fuerza Armada. Protegía mucho la integridad moral de los oficiales y tropa.

Él borró de la cultura militar, la posibilidad de utilizar las armas de la República contra nuestro pueblo, ni contra el adversario político. Erradicó la represión como respuesta a los problemas o reclamos de la población. Se eliminó la “peinilla” y el uso de armas de fuego en las protestas. Cuando se recurría a la fuerza pública, ya era en el extremo de proteger al resto de la población de acciones violentas de cualquier grupo político.

Mas nunca se utilizaron los cuerpos de seguridad o inteligencia del Estado, para reprimir; mucho menos, encarcelar o perseguir al oponente político.

Estaba claro que, el monopolio del uso de la fuerza, de la violencia, correspondía al Estado, a la Fuerza Armada y organismos policiales, siempre ajustados a las leyes de la República y al principio de proporcionalidad de la respuesta, siempre defensiva. El Presidente Chávez no permitió de ninguna manera, que las armas de la República estuviesen en manos de civiles o de ningún tipo de cuerpo paramilitar o parapolicial, llámese como se llame. Su posición siempre fue muy firme y clara de rechazo a la posibilidad de que grupos distintos a la Fuerza Armada, pretendieran asumir las competencias y roles de ésta.

Por supuesto que, lo más importante de estos cambios en nuestros componentes militares, fue que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, se impregnó de una elevada conciencia de su papel en defensa de las garantías sociales del pueblo, de nuestra soberanía, Constitución y leyes; de nuestro petróleo, recursos naturales, mares, selvas, llanos y montañas; de una actuación apegada a los más sagrados intereses de la Patria, del pueblo venezolano, la protección de los más débiles: nuestros pueblos originarios, los niños, los pobres; de amor a nuestra historia, a lo afirmativo venezolano; garantes del funcionamiento de nuestras instituciones, del imperio de la ley, la verdad, la justicia social, el respeto al ser humano, del honor; garante de la paz y correcto funcionamiento Republicano, de nuestra democracia protagónica y participativa.

En esa lista de oficiales, todos eran cercanos al Comandante Chávez, a todos los conocí y traté, hice amistad con mucho de ellos, con todos trabajé en un momento estelar de la patria, de recuperación de nuestra identidad nacional, de construcción de los pilares de un país más justo, inclusivo, con un futuro pleno para todos, trabajábamos para el pueblo, por los intereses sagrados de la Patria.

A muchos los conocí en la derrota del sabotaje petrolero, la reconquista de PDVSA; a otros, en la batalla contra la violencia y la desestabilización; a muchos más, trabajando para el pueblo, en las misiones, educando, llevando salud, construyendo viviendas, grandes proyectos en todo el país; otros me acompañaron nacionalizando la Faja Petrolífera, conquistando la Plena Soberanía Petrolera; trabajando en las innumerables tareas y responsabilidades que asumimos, garantizando la paz, los derechos y tranquilidad de los ciudadanos. Compartimos interminables jornadas de trabajo, discusiones, viajes, con el Presidente Chávez, éramos celosos en el respeto a la Constitución, a las leyes. Ambas instituciones hermanas, tanto la Fuerza Armada como PDVSA, éramos el soporte, el apoyo fundamental del futuro que se construía para todos, para las generaciones futuras, el sueño de Bolívar. Estábamos orgullosos de nuestro trabajo.

Reflexionando en todo ésto, no puedo dejar de preguntarles a ustedes, oficiales de nuestra FANB: ¿Cómo han permitido que lleguemos a este punto de deterioro y fragilidad de la Patria? ¿Cómo sus armas apoyan el atropello contra el pueblo, la entrega de nuestro petróleo, de nuestros recursos minerales? ¿Cómo es posible que con sus armas se mate a nuestros indígenas, se los desplace de sus tierras para entregar el oro, destruir el ambiente en el Arco Minero? ¿Por qué permiten la entrega del petróleo de la Faja Petrolífera del Orinoco, del gas de la Patria, la destrucción de PDVSA? ¿Por qué permiten que se entregue la soberanía sobre el Esequibo? ¿Cómo es posible que, en sus propias narices, actúen grupos paramilitares o parapoliciales que asesinen y repriman a Venezolanos, en los barrios, en las calles de las ciudades? ¿Por qué se vuelve a atropellar a los campesinos, a los pobres, como reclama el campesino del cometa rojo?

De esta lista de oficiales de la Patria, ahora muchos están dados de baja, unos expulsados, otros degradados; otros, presos, exiliados. ¿Por qué? ¿Quién ha fracturado la unidad, la integridad de este grupo humano de venezolanos, sin duda, todos patriotas? ¿Por qué ahora privan otros intereses, por sobre los intereses sagrados de la Patria, del Pueblo Venezolano, en el seno de nuestra Fuerza Armada Bolivariana? ¿Quién decide ahora, cuáles oficiales son patriotas o no, quiénes son “traidores” o nó, y con qué criterio? ¿Por qué ahora se exige jurar incondicionalidad a un grupo, a una persona; y no lealtad a la Constitución, a las leyes, a los intereses de la Patria?

En la actual disputa política, todos factores de poder tratan de mantener o ganar el apoyo de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Unos, para sostener este desastre, sus privilegios, sus grupos de poder; otros, para abrir las puertas a la injerencia extranjera, para restablecer sus privilegios anteriores. Ambos factores tienen sus propios intereses, económicos, políticos; ambos entregan la patria, la subastan, la saquean, sin importar la suerte del pueblo, solo quieren el poder.

El madurismo, les exige que guarden silencio y sostengan con sus armas a este gobierno antipopular, antinacional, malandro, que hace sufrir a nuestro pueblo, que lo degrada, lo empobrece, destruyendo las instituciones y empresas del Estado, entregando nuestro petróleo y recursos, debilitando a nuestra Patria. El gobierno vigila a nuestros oficiales, para ello usa inteligencia extranjera, que ustedes saben están en los componentes militares, en los organismos de inteligencia del Estado. Desconfían de nuestros oficiales, los persiguen, los hacen prisioneros, se les veja, los degradan, los hacen presos, ¿por qué? ¿Qué intereses defienden las armas de la Fuerza Armada Bolivariana? ¿Por qué? ¿A qué precio se sostienen pingües intereses, privilegios y delitos del grupo de gobierno? ¿Hasta qué punto el madurismo ha corrompido a algunos de los mandos militares entregándoles el petróleo, el oro, las empresas del Estado? ¿Y el Pueblo, el país, la Constitución? El madurismo sólo les ofrece deshonor, complicidad en la destrucción del país, ser verdugos del pueblo y guardar silencio ante la entrega de la Patria. Ésto no hubiese pasado con el Comandante Chávez. Ustedes lo saben.

La oposición, con su “golpe de mano”, su inmediatismo, su intolerancia de siempre, llama abiertamente a una invasión, quieren que ustedes restablezcan sus privilegios, abran las puertas de la injerencia, del saqueo. Sólo les ofrecen persecución, cárcel y revancha.

Ustedes oficiales y soldados de la Patria, tienen que reflexionar ante esta situación. Reúnanse, discutan, dejen atrás el miedo, eleven la mirada, tal como corresponde a sus altísimas responsabilidades, a su carácter popular y patriota. No dejen que otros decidan por ustedes. No sucumban al chantaje de la conspiración, de la invasión. Lo peor está sucediendo ahora. Cualquier violación extranjera a la patria la sabremos enfrentar juntos, con el pueblo. Pero no pueden seguir tolerando la entrega de la patria, el sufrimiento del pueblo, controlado por hambre y miedo, la represión y prisión para los patriotas presos, los perseguidos, exiliados, civiles, ministros de Chávez, trabajadores de PDVSA, oficiales militares, a los que ustedes conocen bien, que ustedes saben que son secuestrados políticos de Maduro y de los suyos.

Aquí no hay dilema, de lo que se trata, es de cumplir sus responsabilidades Constitucionales. Los han fracturado, degradado, están atrapados entre bandos en pugna que no tienen nada que ver con los intereses sagrados de la Patria, del pueblo. Ustedes son una de las pocas instituciones de la República que quedan en pié, herederos de la Gloria de Bolívar, la grandeza de los Libertadores de todo un continente, son los custodios del pensamiento Chavista y Bolivariano, de la Constitución, de las leyes de la República, de nuestra soberanía, de las garantías sociales del pueblo. La unidad cívico-militar, única posibilidad de sacar la patria del abismo para iniciar su reconstrucción, está fracturada, debemos restablecerla. Aquí tienen la mano, el corazón, las ideas, experiencia y capacidad de un patriota, que los respeta y que ustedes conocen. Volvamos al cauce de los sueños azules, Bolivarianos, tricolor, volvamos con el pueblo, con Chávez. ¡Venceremos!