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Carta a un compañero

Le escribo al compañero o compañera del campo de la revolución, del chavismo. Estas reflexiones no son para las élites de ningún tipo, ni las tradicionales, ni las de nuevo cuño.

Te escribo a tí, al que ha enarbolado toda la vida las banderas del socialismo, desde los tiempos del heroísmo, la entrega, la metralla, de arriesgarlo todo; al soldado de la Patria, al de la Academia, del 4 de febrero, del 27 de noviembre; a los dirigentes populares, hombres y mujeres que desde los barrios, las fábricas, los campos, siempre resistieron los embates de la violencia contra el pueblo; al que durante estos veinte años, o más, ha militado en la revolución; al que salió de cualquier parte, al que despertó y se movilizó para acompañar con pasión, honestidad y amor al Comandante Chávez, su palabra, su ejemplo, su lucha.

Le escribo al joven, estudiante, trabajador, al que apenas era un niño cuando todo ésto empezó, al futuro de la patria. Le escribo al hombre y mujer humilde, que junto a sus hijos y sus sueños vuelve a la pobreza y la desesperanza. Le escribo al que tuvo que abandonar la patria, dejar atrás a los suyos, desprenderse de los afectos, de la familia. Le escribo al hombre y mujer, honesto, militante, que está atrapado en sus contradicciones, en silencio, incrédulo o haciendo acrobacias para no aceptar la realidad, en un mundo de excusas y justificaciones, para no moverse de su posición, inmerso en tareas que no le permiten reflexionar.

Es momento que hagamos un alto, hay que reflexionar con crudeza lo que está sucediendo en el país. Hacer una revisión interna, en cada uno de nosotros, con honestidad, con el espíritu crítico y contestatario que caracterizó al Comandante Chávez.

Si evaluamos lo que está pasando, sin engañarnos o evadir la realidad, debemos concluir que la situación actual del país, es un desastre, lo opuesto a lo que quería el Comandante Chávez para la Patria, para el Pueblo. Parece obvio lo que digo, pero es que parte del problema es que no lo reconocemos, lo evadimos, lo minimizamos.

Éste NÓ es un gobierno socialista, al contrario, cada día nos alejamos más de la posibilidad socialista. Tampoco es Chavista, porque nadie se puede proclamar Chavista, sin reconocer el socialismo como nuestra meta superior, será el socialismo del Siglo XXI, no será ni copia, ni calco de otros modelos, pero debe ser socialismo, el resto son malabarismos para siempre caer en el capitalismo.

El gobierno entrega la soberanía económica del país: entrega el petróleo, el gas, vende PDVSA, entrega el Arco Minero, desmantela las empresas del Estado, las cede al capital privado, destruye el trabajo.

Ahora la política está detrás de la economía, los actores económicos, especuladores y demás agentes, operan a sus anchas, hacen lo que les da la gana, sin control, el gobierno desmanteló la capacidad de dirección del Estado, su papel rector: la hiperinflación, mega devaluación, especulación, desabastecimiento, ¨bachaqueo¨, contrabando, han empobrecido al pueblo, son los demonios del capitalismo salvaje; el gobierno es incapaz de garantizar los derechos fundamentales del ciudadano: alimentación, seguridad, salud, vivienda, educación; ni los servicios básicos: agua electricidad, transporte; hoy día somos un país más violento, injusto, con una minoría extremadamente rica y una inmensa mayoría pobre que, desesperada, sale del país como puede, lo abandona sin esperanzas. El madurismo ha destrozado las bases materiales que le darían soporte, impulso al modelo socialista.

Si revisamos a Chávez, en su esencia programática, este gobierno Ni es chavista, Ni es socialista. No sólo ha abandonado al socialismo como propuesta, sino que se ha desviado, ha hecho inviable, el cumplimiento de los objetivos históricos del Plan de La Patria.

Allí, en ese documento póstumo del Comandante Chávez, en sus objetivos históricos, que es lo que tiene valor como la propuesta estratégica, el presidente Chávez, plasmó sus ideas más avanzadas. Es el documento que recoge su sueño, es lo más acabado de su pensamiento político, luego de años de experiencia política y de gobierno, un plan que era posible, luego de haber conquistado y fortalecido los pilares fundamentales de nuestra Patria.

Invito a todos a revisar este documento, estudiarlo, los objetivos históricos deben ser analizados y defendidos por el Chavismo. No aceptar alejarnos de ellos. Una cosa es el desarrollo del Plan por sectores, que por supuesto deben ajustarse, sobre todo porque las condiciones han cambiado y el daño infringido a los pilares de la patria han sido graves, profundos, se tambalean, pero los objetivos históricos están más vigentes que nunca, constituyen nuestra orientación estratégica.

Independientemente de que el gobierno se proclame socialista y diga en sus discursos destemplados que este desastre es socialismo (con lo cual le han hecho un tremendo daño a esta noble causa); independientemente de que Maduro diga que él representa al chavismo, “al único chavismo posible, el chavismo madurismo”, todos sabemos que hemos retrocedido a un modelo que, si lo pudiéramos definir en términos económicos y sociales, no es más que un capitalismo atrasado, periférico y dependiente; instaurado por un gobierno incapaz que ha fracasado y que no puede mostrar ningún éxito al país. Ha sido el destructor de todo un país, de un proyecto.

Ésto que se ha instalado no es socialismo, es un capitalismo ramplón, salvaje y especulativo, que no sólo es contrario a los objetivos históricos del Plan de la Patria, sino que socava la posibilidad de alcanzarlos. Chávez NO era capitalista, era socialista.

Maduro se ha desviado del camino de Chávez y del socialismo. NO es Chavismo, NO es socialismo, ES madurismo, es otra cosa lo que se ha instalado en el poder, en el gobierno, que ha sembrado a nuestro pueblo de pobreza, tristeza, desesperanza, que ha llevado nuestro país a la cola del mundo.

Si revisas, si ves un poco más allá, si levantas la mirada y observas alrededor, pregúntate ¿cómo están los valores del país?, los principios, ¿qué clase de sociedad tenemos? te darás cuenta que nada de ésto es normal. Al contrario, tan grave como la crisis económica, que nos angustia y golpea día a día, es la crisis en la espiritualidad, en el corazón, los sentimientos de la gente. Hemos descendido como sociedad, todo se ha descompuesto. Han destrozado la moral y ética alcanzadas en revolución.

El gobierno conduce el país con anti valores, códigos y categorías que han envilecido a toda la sociedad, han instalado la ética del desastre, para justificar su actuación. Han estimulado la trampa, la mentira, la traición a los principios, la deshonestidad. Todo es una “chanza”, un mal chiste, una risotada, un insulto, una gritería, un baile, una “jodedera” del gobierno, mientras el pueblo se sumerge en la miseria y la desesperanza.

El madurismo no ha estado a la altura para conducir el país, y mucho menos para enfrentar esta crisis. De improvisación, en improvisación, de error en error, errores fundamentales, de excusas en excusas, de escándalo en escándalo, entre el miedo y el caos nos han conducido al abismo. Este país les quedó grande.

Se ha restablecido la política con “p” minúscula que caracterizó a la IV República, por eso, no tienen escrúpulos para pactar con la cloaca de la política u otros agentes de intereses económicos. Esta conducta y lo que proyecta, sumado a los mecanismos de control social, que cabalgan en la crisis económica, han demolido la conciencia del pueblo, buena parte de lo que avanzamos con el Comandante Chávez, en términos de conciencia política, se ha dilapidado, perdido en manos del madurismo.

Han puesto al pueblo del 13 de abril, de la derrota del Sabotaje Petrolero, de la Batalla de Santa Inés, al pueblo de Chávez, a correr detrás de una caja Clap, a mantenerse en colas y colas, humillarse para tener acceso a algún alimento básico, para obtener un carnet, que le de acceso a algún tipo de beneficio, de lo que se supone son sus derechos. Han despojado al pueblo de las razones sagradas para luchar.

La indolencia ante el sufrimiento del pueblo, el pranato de la política, el aprovechamiento del sufrimiento del otro, la desesperación, han estimulado la violencia, la intolerancia, el individualismo, la división en el seno del pueblo, el “todos contra todos”, el “sálvese quien pueda”.

Han destrozado la noción del trabajo, del estudio ¿para qué trabajar o estudiar, si tengo un bono, si el salario no vale nada, si no hay futuro? Los muchachos dejan los estudios, se van, los profesionales también. Quieren trabajar, ser útiles, que su esfuerzo y su conocimiento le permita vivir, comer, criar a sus hijos.

Han eliminado los espacios para la solidaridad y el trabajo colectivo: las Misiones, Barrio Adentro, Robinson, Sucre, Alimentación, las Brigadas de Construcción, el Poder Popular, las empresas del Estado, los injertos socialistas, el trabajo voluntario.

Han demolido el orgullo y autoestima de los trabajadores de los pilares del Estado: los de PDVSA, hoy perseguidos, presos, fuera de la empresa y del país; los oficiales y soldados de la Patria, hoy puestos al servicio de una camarilla corrupta que entrega al país, la patria, sus riquezas, los corrompen, los hacen participar en el festín del oro, del petróleo, del contrabando; de las Instituciones, Poder Judicial, Fiscalia, Contraloria, puestas al servicio del madurismo; de los Ministerios, trabajadores del Estado, Empresas Básicas, Corpoelec, de las empresas y programas creadas por la revolución, hoy mal gerenciadas, manejadas de forma irresponsable, sin recursos, acusados de ineficientes, corruptos, inviables como modelo, listas para ser privatizadas.

Han dañado el sentido de Patria, de orgullo nacional, de grandeza. Hay un severo problema de autoestima del país. Nuestro pueblo, otrora orgulloso de su revolución, ahora salen a pié, cruzan el “Páramo Berlín”, son maltratados, explotados, agredidos o asesinados en el exterior. Son parte de un pueblo derrotado, en desbandada en el paso de los Andes.

Han destruido el equilibrio “armónico espiritual” del socialismo, del chavismo, es decir, demolieron la espiritualidad y la base material del socialismo.

Pero, a pesar de esta realidad, de su fracaso, el madurismo sigue manipulando al pueblo chavista. Se proclama como “heredero” del Comandante Chávez, como si ésto fuera una monarquía. ¡Nó!, se supone que era una revolución, capaz de pensar, de revisarse. La realidad es que, si el presidente Chávez pudiese decir algo ahora, lo primero que haría sería destituir a Maduro, asumir el poder y restablecer un gobierno chavista y revolucionario. Saldríamos de este desastre.

Pero Maduro y el madurismo se aprovechan de la ausencia del Comandante, de la imposibilidad de que esté entre nosotros, para proclamar su condición de “heredero”, manipular al pueblo y aferrarse al poder ¿Hasta cuándo? O es que esta revolución, que tanto sacrificio le costó a este pueblo y a este país, será destruida por un grupo de oportunistas y tramposos que van a seguir medrando con el nombre del Comandante. Un grupo muy ambicioso, que ni siquiera son revolucionarios: desde empresarios, oportunistas, resentidos, pasando por constituyentistas engominados y drácula. Un grupo de poder que pacta con la cloaca de la política, con el imperialismo, con quien sea.

¿Así de triste será el fin de este movimiento que alguna vez emocionó a los humildes de Venezuela y del mundo? ¿Dónde están los chavistas resteados con Chávez?

Aquí, es donde hay que hacer un alto y decir: ésto es responsabilidad de todo el chavismo, pero una cosa es el pueblo chavista y otra es la dirigencia chavista. El pueblo chavista sufre, está arrinconado y desmovilizado, como todo el pueblo, sólo algunos destellos como el Cometa Rojo, la marcha campesina, las enfermeras, las maestras de La Alquitrana, los trabajadores del MENPET o PDVSA, los jóvenes que se van del país, son sólo algunos ejemplos, señales inequívocas de que el pueblo está solo a su suerte, en su tragedia.

Aquí, los principales responsables de que esta situación se haya mantenido en el tiempo, de que el madurismo se haya apropiado de todos los espacios de poder, de que haya secuestrado la revolución bolivariana y esté destrozando al país, son los dirigentes del Chavismo, los dirigentes históricos, nacionales, regionales, civiles y militares, quienes no han hecho nada para detener esta situación antes de que sea demasiado tarde, para el país.

Es muy extraño y a la vez triste ¿Acaso no les resulta evidente a los dirigentes revolucionarios y chavistas que ésto no es una revolución, que no es socialismo, que no es chavismo? ¿Qué cosa los mantiene subordinados al madurismo? ¿Fue para ésto que el Comandante Chávez luchó tanto? ¿Fué para ésto que entregó su vida, que se inmoló, habiendo podido retirarse al cajón del Arauca a recuperar su salud, como él lo soñó?

Yo lo digo con dolor: han dejado solo a Chávez, al pueblo del Comandante, a sus ideales. Han permitido que este grupo de insensatos irresponsables hayan destrozado su legado, la posibilidad socialista de transformar este país para siempre.

Siempre he mantenido que al Comandante Chávez lo asesinó el enemigo. Ya se sabrá, es cuestión de tiempo. Lo triste es reconocer que el enemigo no falló en su cálculo criminal: matando al Comandante Chávez, mataban la Revolución Bolivariana y a la revolución latinoamericana.

Ni su partido, ni sus compañeros de lucha han estado a la altura para responder a este acto violento, de guerra, contra nuestro Jefe. Se han entregado, entre el caos y las consideraciones “tácticas”, a los enemigos históricos de nuestra revolución, a los verdugos, a los que aplaudieron y celebraron la partida del Comandante. Ahora el madurismo los invita, pactan, entregan, hacen negocios, en un nuevo arreglo sobre las ruinas del proyecto bolivariano, de la Alternativa Bolivariana, del Plan de la Patria.

Sin necesidad de disparar un tiro, la burguesía nacional y el imperialismo, ahora toman el control de nuestros recursos naturales, de nuestras empresas, dispersan al pueblo, lo desmovilizan y buscan un pacto de transición.

Maduro se ha despachado al gobierno del Comandante Chávez y sus dirigentes con los calificativos de “corruptos”, “falsos positivos”, “revolución a cien dólares el barril”, y tantos otros términos miserables, para tratar de socavar el prestigio y la moral de ese periodo extraordinario de avances del pueblo con el gobierno del comandante Chávez, para justificar su entrega.

Maduro ha utilizado la violencia extrema contra los dirigentes chavistas que nos hemos pronunciado contra este desastre, que lo hemos denunciado como una falsificación y traición al legado de Chávez.

No sólo es mi caso, perseguido y exiliado como si fuera un golpista, como si no hubiese estado más de doce años al lado del Comandante Chávez en su gobierno, como si no hubiésemos actuado radicalmente para conquistar nuestra Plena Soberanía Petrolera y utilizar la renta petrolera, por primera vez en cien años, a favor del pueblo, para transformar al país.

También es el caso de Rodríguez Torres, de cientos de oficiales bolivarianos, dirigentes populares, trabajadores petroleros que están secuestrados, sin ningún tipo de derechos políticos, legales, en manos de resentidos como el Fiscal, organismos de inteligencia extranjeros o elementos de derecha que han sido estimulados en los cuerpos de seguridad.

El madurismo ha implantado el miedo, la represión, la persecución política a todos los niveles. No hay institución pública, ministerio, empresa del Estado, gobernación, alcaldía o dirección del PSUV, donde la gente no se sienta vigilada, con miedo. Nadie habla, nadie dice, temen que lo graben, lo escuchen. Nadie declara, ni emite su opinión, todos pasan agachados.

Se ha estimulado, en cada organismo del Estado, mecanismos de coerción, grupos o personajes protofascistas que vigilan, amenazan, botan, castigan.

La descalificación inmediata es la respuesta a cualquier cuestionamiento o crítica: “corrupto”, “traidor”, “conspirador”, son los epítetos más utilizados para imponer el silencio. No hay argumentos, siempre se invoca “la guerra económica”, mientras destruyen PDVSA; el “peligro inminente de la invasión”, mientras se estimula una guerra con Colombia; “la conspiración y las sanciones de EEUU”, mientras envían personajes de derecha a negociar en Washington, mientras pagan ¨lobbys¨a congresistas norteamericanos para salvarse, mientras invitan a la transnacionales a tomar PDVSA, el petróleo, el gas, el Arco Minero, el Esequibo.

Maduro se ha rodeado de personajes de derecha. Ha dividido al campo chavista, estimulado la violencia contra los humildes, tanto de los dirigentes medios, como de los cuerpos policiales, así como de los militares que pone al frente de las empresas del Estado, como los casos de PDVSA y Corpoelec: una pésima gestión, combinada con una clara política anti obrera, reaccionaria, de derecha. Son los hombres de Maduro.

Muchas veces me pregunto ¿cómo es posible que los comandantes y jefes del 4 de febrero o del 27 de noviembre se subordinen a personajes que no tienen nada que ver con el comandante Chávez? Igual me pregunto con respecto a los jefes militares bolivarianos, compañeros de tantas luchas con el comandante ¿en serio fue ésto lo que juraron al comandante, era éste el sueño de la Academia, del MBR 200? Me pregunto ¿cómo es posible que dirigentes políticos y populares de tanta experiencia, compañeros ministros, ex ministros, que trabajaron con el comandante, le hagan coro a este gobierno irresponsable, que se dejen utilizar de un puesto a otro, para luego ser destituidos, sólo para prestar su nombre y prestigio a este desastre? Pregunto ¿cómo aceptan ese trato, que necesidad tienen? Pregunto a los intelectuales, otrora defensores de los derechos humanos, comunicadores, las fuerzas morales del país ¿por qué no dicen nada? ¿Por qué callar ante la represión y el miedo? ¿Por qué temen tanto, a estas alturas de su vida política? ¿Por qué dejar que destrocen la obra de Chávez, que entreguen la patria? ¿Por qué dejan solo al pueblo? ¿Cuantas veces Mephisto?

Por otra parte, ante la ausencia del comandante Chávez y Jefe de nuestra revolución, ante su vacío ¿No se supone que el partido, es decir, el Partido Socialista Unido de Venezuela, el PSUV, tenía que ser garante de la continuidad revolucionaria, de preservar el legado del comandante Chávez, del Socialismo, de las tesis programáticas de la revolución? ¿Cómo es posible que luego de todos estos años de crisis, se asista al IV Congreso del partido para pasarle una aplanadora a los delegados, imponer una dirección madurista, ahogar cualquier discusión, para que sólo se aprobara una consigna que es la claudicación del partido: “Lo que Maduro diga”?

Igual silencio inexplicable, reina en la Asamblea Nacional Constituyente, donde, a pesar de que hace tiempo que traspasaron la línea roja de Chávez, y la derecha redacta una Constitución en secreto, de espaldas al país, podrían hacer algo para detener este desastre, y no hacen nada; sólo levantan la mano para aprobar leyes que el madurismo trae entubadas, leyes que violan la soberanía jurisdiccional y sobre nuestros recursos naturales; leyes donde se entrega el petróleo al capital transnacional. Un desastre.

¿Y el resto de los partidos del extinto Polo Patriótico? Bien gracias, entre el oportunismo y los pactos, les volverá a pasar, luego de 50 años, otra vez el tren de la historia, los arrollará.

Maduro es la transición de un gobierno revolucionario, el del comandante Chávez, a un gobierno de derecha, con nuevos actores, donde los dirigentes del madurismo tienen su espacio. Es el Herodes de la revolución.

Ésto es lo que negocian: para ello sus operadores económicos gastan importantes sumas de dinero en Washington a favor de los cabecillas del madurismo, su seguridad, su futuro. En esas negociaciones, por cierto, entregan información del Estado, del chavismo de Chávez, seguirán entregando dirigentes del chavismo, incluso, los que parecen más cercanos, no les interesa.

Que cada quien asuma su responsabilidad, yo lo he hecho, pagando un alto precio, perseguido, acusado, difamado. Otros compañeros también, algunos están presos, otros se han separado, han criticado, han expresado su rechazo a esta situación. El pueblo no va a esperar a que los dirigentes decidan actuar. El país no aguanta, nadie aguanta, es desesperante, asfixiante, insostenible la situación. Pero en todo caso, no es éste el país que queremos, ni el que salga de los pactos del madurismo, de la “pax de los sepulcros”.

Vamos a recuperar la normalidad revolucionaria, vamos a salir de este desastre, vamos a retomar el camino de Chávez.

Nosotros nos seguimos organizando, es nuestro derecho, nuestro deber, luchar por restablecer el sueño, por cumplir los objetivos históricos del Plan de la Patria.

Hay que vencer el miedo, el silencio, venir con la Patria. Tú compañero, compañera, tienen todo el derecho a vivir en el país que todos soñamos, que es nuestro sueño colectivo, de grandeza, de justicia social, de trabajo, de solidaridad, que nadie te arrebate tus sueños, tu futuro, el futuro de tus hijos, la Patria.

Los que estamos resteados con Chávez, nos seguiremos juntando, organizando, levantando la voz, protestando, exigiendo nuestros derechos, practicando el ejercicio pleno de nuestros derechos políticos que nadie nos puede arrebatar. Saldremos de este desastre, tendremos una Junta Patriótica de Gobierno, Chavista, Bolivariana, inclusiva, popular, capaz de rescatar y reconstruir la Patria, para que todos vuelvan, para recuperar el futuro, el vivir bien, las ganas de luchar por el país. Con Chávez Siempre Venceremos!

Vacaciones en Turquía

Ésta fue la invitación que Maduro hizo, en una de sus últimas alocuciones al país: «Si usted quiere comprar un pasaje porque tiene ganas de pasar unas navidades en Estambul, usted puede comprar la cantidad de petros en bolívares… y viajar a Estambul, una ciudad bellísima y disfrutar de unas vacaciones, una semana…»

Este infeliz comentario lo hace el responsable del peor gobierno de nuestra historia, que ha llevado al país a una crisis de dimensiones trágicas, de donde, según los últimos reportes de la ACNUR, agencia de la ONU para los refugiados, y la OIM, Organización Internacional para las Migraciones, han salido mas de tres millones de Venezolanos en los dos últimos años.

La «invitación» para ir a Estambul, es una bofetada a la mayoría de los trabajadores cuyos salarios, incluyendo el último incremento, ya se convirtieron en «sal y agua», que no alcanza ni siquiera para adquirir alimentos esenciales para la familia, no alcanza para la cesta básica, ni para adquirir medicamentos, ni ropa, ni zapatos y mucho menos, para darse el «lujo» de pasar vacaciones en ningún sitio.

Ésto, en un país, donde la hiperinflación va rumbo al millón %, que había proyectado el FMI para finales de este año; el único de la región, con una recesión de más de cuatro años, con una caída estrepitosa del Producto Interno Bruto acumulada de más de 57%.

La «invitación» la hace Maduro a un país cuya moneda no vale nada. Tan sólo en enero de este año, el cambio oficial era de 10 Bs. por dólar, luego, el 17 de agosto, se anuncia que el cambio sería de 6.000.000 Bs. por dólar, es decir, el valor del paralelo, sólo que, «borrando» 5 ceros quedaba en 60 Bs por dólar. A este momento, a menos de dos meses de su lanzamiento, el valor del bolívar soberano, está en 273 Bs. por dólar, es decir, ya quedó devaluado en más de 350%.

Una burla al pueblo trabajador cuyo salario, incluyendo el último aumento, no alcanza para nada, pero ahora, descubren , algo que no dijo Maduro en el anuncio del paquetazo: todos los beneficios, bonos y compensaciones alcanzados por los trabajadores en años de lucha sindical y durante la Revolución Bolivariana, fueron eliminados, porque están «incluidos en el nuevo salario». ¡Vaya sorpresita!

Esta actitud recurrente del madurismo, de no importarle nada, de burla e irrespeto, de hacer «lo que les da la gana», tiene dos explicaciones: la primera, su indolencia ante lo que sucede en el país, es claro que no les afecta, no les importa, instalaron la ética del desastre; y la segunda es que, tal como sucedió con los adecos en su momento, la dirección del madurismo y del PSUV están desconectados de la realidad del país, del sufrimiento del pueblo, viven otra realidad desde el poder.

Pasaron de ser dirigentes populares a burócratas, gente acomodada, que consiguieron un nuevo arreglo con la burguesía venezolana para mantenerse en el poder, en esta nueva plataforma, como he denunciado antes, en la Cloaca de la Política y el Fascismo, no sólo se entienden políticamente, pactan y votan en la Asamblea Nacional de acuerdo con el madurismo, sino que comparten los negocios y ya no les importa ni siquiera guardar las formas ante un pueblo sumido en la pobreza.

Esta conducta de sentirse «sobrados», desconectados de la realidad del país, es una clara muestra de que éstos, otrora dirigentes de izquierda, fueron engullidos por el poder, dejando sólo al pueblo, sacrificándolo para consolidarse como una nueva élite. Pasamos de Socialismo del Siglo XXI a la Nueva Élite del Siglo XXI.

Mientras el gobierno se sigue desdibujando, los trabajadores del sector público, ministerios y empresas del Estado, enfrentan la realidad de una política anti obrera, donde se les están escamoteando sus salarios, beneficios y protección social.

Hay un caso emblemático, que se han mantenido toda esta semana en pié de lucha, y es el de las maestras de «La Alquitrana», la guardería de los trabajadores del Ministerio de Petróleo, que, durante nuestra gestión revolucionaria, fuera ejemplo de una educación de avanzada y calidad, con las mejores y más amorosas atenciones a nuestros niños y niñas del Ministerio, catalogada entre las primeras a nivel nacional.

Pues bien, las maestras están en pié de lucha, reclamando un salario justo y exigiendo mantener los beneficios y seguridad social, conquistados en años de lucha y durante la Revolución Bolivariana, los cuales constituyen un Derecho Constitucional, inamovible e irrenunciable, y resultan indispensables para sobrevivir y mantenerse cumpliendo su encomiable labor, en vez de optar por «bachaquear» o irse del país. Quiero enviarles a todas las maestras un fuerte abrazo y mi reconocimiento, a su trabajo, su espíritu, su conciencia y valor para defender sus derechos.

Las maestras de «La Alquitrana», personal altamente calificado y entrenado, mujeres que transmiten amor y tranquilidad a los niños como si fueran propios, han sido víctimas de todo tipo de atropellos, amenazas del mismo Ministro, y su círculo, quienes aseguran que, «siguiendo instrucciones del Ejecutivo Nacional», las que sigan protestando, serán despedidas y sustituídas por la «chamba juvenil», así de anti obrero es el gobierno y la nueva dirección en el Ministerio de Petróleo y en PDVSA.

El gobierno actúa contra los trabajadores, y en este caso, contra las maestras de «La Alquitrana», como si el nivel de entrega, de preparación de cada una de ellas, de experiencia y de conocimiento, fuera sustituible. El Recurso Humano es la diferencia, es el verdadero valor, el alma, de una organización, de una revolución.

Ahora la derecha militar que dirige la principal empresa del país y su Ministerio de adscripción, actúa, creyendo que está en un cuartel o que puede venir a amenazar y atropellar a los trabajadores. Así, como si nada, sin ninguna vergüenza, les «informan» que sus reivindicaciones y todo los que se les debe, ha sido subsumido por el aumento salarial que ordenó «el protector del pueblo» y que si no les gusta: que «se vayan».

Es notable observar cómo estos sectores de derecha de las Fuerzas Armadas, han sido llamados por Maduro para hacerse cargo de los sectores claves de la economía; ahora, reaparecen en el país, dos conductas que el Presidente Chávez había desterrado de la actuación política del Estado: las posiciones anti obreras y anti populares, y la represión contra el pueblo, como señalaba el campesino de El Cometa Rojo.

PDVSA no escapa a la misma situación, han firmado una Convención Colectiva de espaldas a los trabajadores, donde, para realizar el acto de firma en «La Campiña», la Casa Militar desalojó a todos los trabajadores de las torres, tomó con piquetes de la Guardia Nacional las instalaciones, y montó un escenario con los «nuevos empresarios» y los grupos proto fascistas que ha insertado y estimulado el madurismo para dividir a los trabajadores petroleros.

Ha contado el gobierno con la complicidad de dirigentes sindicales provenientes de la IV República, oportunistas, obesos de traición, que se han convertido en fervientes maduristas, para cumplir su triste papel de usurpadores de la voluntad de los trabajadores y escamotear sus derechos.

También ha contado con el silencio de otrora dirigentes revolucionarios que siguen prefiriendo «pasar agachados», aunque tienen bastantes posibilidades de decir o hacer algo al respecto, tanto desde el PSUV, la ANC o desde los extensos espacios televisivos de los que disponen. Sólo ven hacia otro lado.

Olvida el gobierno, que nuestra Constitución consagra la inviolabilidad y progresividad de los Derechos Laborales. Nuestra Constitución, «El Libro de todos» como la llamaba el Comandante Chávez, las leyes y los Convenios Internacionales suscritos por la República, se han convertido en letra muerta en manos del madurismo, que los violenta y vulnera de manera permanente.

Así como hicieron de un lado al «Plan de la Patria», violentan nuestra Constitución y ahora pretenden, de la mano de oportunistas de derecha, de espaldas al país, en secreto, cambiarla, tal como advertí en su momento con la Línea Roja.

Los trabajadores petroleros siguen renunciando de forma masiva, abandonando la empresa, el país. Han sido atropelados y vilipendiados. Maduro mató el alma de PDVSA, su honor y prestigio. Sólo una tristeza colectiva de los trabajadores y la sumision de sus dirigentes, ha salvado al gobierno de que, los mismos que derrotaron el sabotaje petrolero, ahora paralicen la empresa en defensa de la Revolución Bolivariana y sus derechos.

Hay importantes pronunciamientos de trabajadores de PDVSA en las áreas operacionales, en defensa de sus derechos y en contra de la entrega de las actividades medulares a las «Empresas de Servicios Petroleros» de los nuevos burgueses del madurismo, así como, la entrega de infraestructura para el manejo y despacho de petróleo y gas, a las transnacionales.

La misma ofensiva anti obrera del gobierno, se observa en las empresas básicas y demás empresas del Estado. Se está preparando una ola de privatizaciones y entrega de empresas del Estado al capital privado, nacional y transnacional.

Van a hacer lo mismo que están haciendo en PDVSA, con el resto de las Empresas del Estado. Siempre es el mismo discurso: «son empresas ineficientes y corruptas», cargando las culpas de su incompetencia a los «falsos positivos», como dijo Maduro el 17 de agosto, refiriéndose al período de gobierno del Presidente Chávez. Cuando todo el pueblo sabe que el único Falso Positivo de la revolución, es este gobierno.

En una clara coincidencia con el discurso de la derecha del país, el madurismo, señala y acusa a la obra del Comandante Chávez de «corrupta» e «ineficiente», de haber sido una revolución a cien dólares el barril, preparando el camino para su entrega, en un abierto proceso de desnacionalización y aniquilación de la soberanía económica del país y, por supuesto, está barriendo con las bases materiales de cualquier posibilidad de construir el socialismo.

Por eso, arremetieron con tanta brutalidad y crueldad contra la empresa bastión y estandarte del Comandante Chávez y del Socialismo: PDVSA, luego de destrozar y entregar al gigante, si cayó «sin que se disparase un tiro», suponen que el resto será igual de fácil.

El madurismo, en su arbitrariedad e indolencia, su desconexión con el pueblo, sigue jugando con fuego, provocando y llevando las cosas al límite. Se juega con el futuro de todo un país, y no les importa, porque se les acabó el tiempo y están rociados de gasolina, por lo que están dispuestos a llevar al país al infierno de la guerra, con tal de mantenerse en el poder.

Esta situación no tiene retorno, ni puede ser enmendada. Maduro debe salir del gobierno, debe asumir uno nuevo, una Junta Patriótica de Gobierno, para darle un «parao» a este desastre, a esta caída libre de todo un país y, sólo luego de ello, podremos iniciar la reconstrucción de la patria.

Hay que reagrupar, por encima de cualquier consideracion, a los sectores patriotas y bolivarianos, a los sectores nacionalistas y progresistas de todo el país, presentar una opción revolucionaria y chavista ante la situación de perder-perder de ahora: entre el madurismo entreguista y la derecha violenta.

Por eso la lucha de las maestras de «La Alquitrana» tiene tanto valor: son las mujeres, nuevamente, las que interpretan el alma y el sentir del pueblo, las que tienen el valor, el coraje de hacerle frente al atropello y la injusticia en defensa de sus hijos, su familia, sus sueños. Antes fueron las enfermeras, ahora son las maestras. Son estos destellos de valor, de coraje, de combatividad, los que despertarán a ese gigante que está confundido, triste, aletargado, mientras ultrajan a la patria: el pueblo venezolano.

Con Chávez Siempre, ¡Venceremos!

A los jóvenes de la patria, los que se van y los que se quedan

La juventud ha sido la principal víctima del desastre que azota al país. Todos sufren, los que se han ido, teniendo que abandonar sus afectos, la familia, su casa, su mundo, y los que se mantienen a duras penas en la Patria vapuleada, sobreviviendo una situación, dura, inesperada, injusta.

La juventud es el futuro de una sociedad, su corazón. No importa su condición social, su posición política, su visión; para un país que aspire a desarrollarse y ofrecer una posibilidad de vida digna, gratificante, propia, independiente para sus hijos y los hijos de sus hijos, la juventud es lo mas preciado. Son ustedes el futuro, o, mejor dicho, «el futuro les pertenece».

A nosotros, la generación que creció en los 70, los 80, nos robaron nuestro futuro. Pasamos nuestros mejores años en un país que naufragaba en una permanente crisis política, económica y social. Fuimos una generación a la que le arrebataron su futuro.

Por ello, nuestro principal empeño en el Gobierno del presidente Chávez, fue reconquistar el futuro posible y, de las ruinas de ese país de finales del Siglo XX, iniciar su reconstrucción y crear las condiciones, prefigurar el futuro, de lo que seríamos en este nuevo siglo, en este mundo globalizado, competitivo, de los «millenium» y «centenium», del espacio, de la tecnología, las telecomunicaciones.

No fue nada fácil. Había muchos obstáculos, fuerzas elitistas y poderosas, profundamente anti nacionales, que se oponían a nuestro propio modelo de desarrollo.

La primera gran batalla, la condición para reconstruir el país y pensar en el futuro, era conquistar nuestra soberanía económica. ¿Cómo íbamos a pensar en un nuevo país, si ni siquiera controlábamos nuestro principal recurso natural: el petróleo? ¿Cómo podríamos construir las bases del futuro si nuestra riqueza se la seguían llevando, como hicieron durante casi todo el Siglo XX, las transnacionales petroleras, mineras, las corporaciones financieras, justamente para engrandecer y hacer más poderosos a sus propios países?

Desde principios del Siglo XX, se instaló en nuestro país el modelo rentista petrolero, que no era propio, sino lo que necesitaban las transnacionales. Sólo producíamos petróleo barato y comprábamos caro lo que necesitábamos para vivir. Saquearon nuestras riquezas, truncaron nuestras posibilidades de desarrollo. Acabaron con la agricultura, condenaron nuestra industrialización, al ensamblaje materias primas. Contaminaron nuestros suelos, bosques, ríos y envenenaron nuestros lagos. Millones de campesinos empobrecidos se fueron a las grandes ciudades y campos petroleros buscando trabajo. Cómo íbamos a producir trenes, si teníamos que ser el mercado permanente y continuo de las fábricas de camiones, cauchos y repuestos?

Los inmensos barrios y cordones de miseria en Caracas, Maracaibo, la Costa Oriental del Lago, Valencia, Puerto La Cruz y San Félix, son un claro ejemplo de lo que fue el empobrecimiento de las mayorías nacionales durante 100 años de extracción petrolera y minera en el país.

Venezuela era un país muy injusto, desigual, con grandes riquezas concentradas en pocas manos y pobreza en las grandes mayorías.

La segunda gran batalla, segunda condición para reconstruir el país, era acabar con la exclusión y la pobreza de la mayoría del pueblo. ¿Cómo íbamos a desarrollar al país, industrializarlo y producir lo que consumimos, acceder a la tecnología, construir nuevas ciudades, reconstruir las existentes, con un país de analfabetas, jóvenes sin preparación, sin bachillerato, sin educación universitaria?, ¿Cómo podríamos hacerlo si los niños morían recién nacidos, o se sufrían enfermedades endémicas producto de la pobreza?¿Cómo podíamos desarrollarnos con una país de élites, muy ricas por un lado, mientras por el otro, grandes mayorías sin formación? ¿Cómo transformar un país de buhoneros, sin estudio, oportunidades; un país de pobres, confinados en los barrios, viviendo en la violencia; perdidos en los campos abandonados, sin poder salir de ellos?

Esos fueron los dos ejes fundamentales de actuación en nuestro período de gobierno, nacionalista y revolucionario: conquistar la soberanía económica y combatir la exclusión.

Pero las élites ricas del país y sus partidos políticos tradicionales, no lo aceptaban, no lo permitían, tampoco las transnacionales que manejaban el petróleo, ni sus gobiernos que los apoyaban abiertamente. Ellos querían que las cosas se mantuvieran como estuvieron durante cien años, nosotros no. En 1999, el pueblo votó mayoritariamente por un cambio y una nueva Constitución, la que aún sigue vigente.

Por eso sufrimos Golpe de Estado, Sabotaje Petrolero, pronunciamientos militares como los de la Plaza Altamira, , guarimbas y la permanente guerra mediática. Ustedes eran unos niños, tal vez no recuerdan con claridad, pero de allí venimos.

Me correspondió, como Ministro de Petróleo y Presidente de PDVSA durante doce años junto al Presidente Chávez, conquistar nuestra soberanía petrolera y con ella, la soberanía económica del país.

Nacionalizamos la Faja Petrolífera del Orinoco, derogamos la paradójicamente llamada «Apertura Petrolera», recuperamos el manejo de nuestro petróleo, el dinero que correspondía al pueblo venezolano, refundamos a nuestra empresa, la Nueva PDVSA, para ponerla al servicio del Estado, del Pueblo y desarrollar, producir nuestro petróleo.

Fue gracias al petróleo, a la renta petrolera, que comenzamos a reconstruir la Patria. Lo primero era sacar a nuestro pueblo de la pobreza, la miseria, la exclusión, pagar la deuda social.

Por eso, se crearon las Misiones Sociales: la Robinson, Ribas, Sucre. Había que dar una solución efectiva y desburocratizada a una situación de emergencia. Nosotros no solo aportamos los recursos del petróleo, sino que tuvimos que hacer cosas extraordinarias y hermosas: entregamos edificios de PDVSA en Caracas y grandes ciudades para las nuevas Universidades, donde probablemente muchos de ustedes estudiaron: Las sedes de la UBV, de la UNEFA, del Instituto Tecnológico en Caracas, Maracaibo, Falcón eran antiguos sedes de PDVSA. Además nuevas sedes universitarias en Maturín, Paraguaná así como aldeas universitarias, liceos bolivarianos y escuelas por todo lo ancho y largo del país..

Nos hicimos cargo de la Misión Ribas, en más de 24.000 ambientes en todo el país, equipados, mantenidos y dirigidos por nuestros trabajadores., Graduamos 800 mil «Vencedores» y «Vencedoras». Luego nos correspondió luchar por la salud pública, gratuita: sostuvimos con petróleo la Misión Barrio Adentro,, los módulos de salud, los CDI, los nuevos y tradicionales hospitales y hasta los medicamentos.

Cuando hubo problemas de desabastecimiento de comida, se inició la Misión Alimentación: creamos las casas de alimentación, Mercal, PDVAL, donde entregamos cientos de miles de toneladas de alimentos de alta calidad para el pueblo, quien podía ir a nuestros establecimientos a escoger y comprar lo que quisiera.

Cuando asumimos la Gran Misión Vivienda Venezuela, en el país se construían un máximo de 27.000 viviendas al año, por lo que había un severo déficit de viviendas. Era una Misión difícil, pero nos organizamos. Pusimos a toda PDVSA, a todo el Estado y a todo el pueblo a hacer viviendas dignas, de calidad, en verdaderos urbanismos. En tan solo dos años y medio, entregamos más de 660.000 viviendas al pueblo más pobre. La idea era seguir construyendo, dando empleo, se hicieron los «ConstruPatrias», donde se podían adquirir materiales de construcción a buenos precios, teníamos un abastecimiento de materiales y recursos, no para maquillar barrios, sino para hacer nuevas viviendas.

Luego, iniciamos los proyectos más grandes del país: el Mariscal Sucre en el Oriente con el Gas de la Patria, y la Faja Petrolífera del Orinoco,a todo lo largo de la ribera norte del río Orinoco, donde están las reservas de petróleo mas grandes del mundo. Logramos certificar reservas de petróleo para los próximos 300 años, nuestro país fue reconocido en el mundo, como una potencia petrolera y gasífera.

PDVSA controlaba toda la producción y lo hacía bien. Eramos la quinta empresa petrolera más importante a nivel mundial, con una producción de 3 millones de barriles día de petróleo. Abastecíamos todo el mercado interno de combustibles y exportábamos crudo; la economía estaba estable, lo cual era una señal clara de que PDVSA funcionaba bien.

Lo que quiero transmitirles muchachos es que, por primera vez en casi medio siglo, teníamos un proyecto nacional, plasmado en el Plan de la Patria, con grandes objetivos históricos, todos vigentes. Estábamos en el camino correcto, el Vivir Bien era normal, lo extraordinario era cotidiano, comer, estudiar, tener salud, trabajar, distraerse, tener cultura, tranquilidad, servicios, sueldos dignos. Había solidaridad, fraternidad, democracia participativa y protagónica. Había un futuro, un proyecto, el de la Revolución Bolivariana, donde todos, independientemente de su posición política, podían vivir y lo hacían bien, viajaban, opinaban, estudiaban, tenían tranquilidad para pensar en el futuro.

Entonces, ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo, desde que murió el Presidente Chávez, desde que asumió Maduro la presidencia, en tan solo 5 años, todo se haya derrumbado y el país haya degenerado a esta situación de caos? ¿Cómo es posible que se esté entregando el país a las trasnacionales de nuevo, que no se pueda vivir, que hayan salido de la Patria más de 2,3 millones de venezolanos, la mayoría jóvenes? Por primera vez en nuestra historia, los muchachos y muchachas se van, a trabajar de lo que sea, dejándolo todo para poder ayudar a sus familias, sus hijos, las parejas que quedan atrás.

¿Cómo es posible que los que quedan en la patria no tengan más opción que una «chamba» temporal, trabajo no calificado, una caja Clap con productos importados de mala calidad, montados en «perreras», sin luz por horas y horas, sin agua, pendientes de que el hampa desbordada no los atraquen o les peguen un tiro? Venezuela es ahora un país donde sus jóvenes se la pasa de cola en cola, buscando alimentos, con sus muchachos a cuesta, sin casa, sin medicamentos, sin atención médica, sin comida, sin posibilidad de estudiar, trabajar, soñar, amar.Nos convirtieron en un país de jóvenes sin esperanza, tristes, con miedo al futuro.

La razón de este caos y desesperanza es que Maduro ha fracasado en la conducción del país. La Patria le quedó grande a él y su gobierno. Maduro se desvió, traicionó el legado del presidente Chávez, entendiéndose éste como el proyecto nacional de país contenido en el Plan de la Patria.

Todo lo que ha tocado el madurismo, lo ha destruido. En su afán de controlarlo todo, pero sin capacidad y con soberbia, ha tratado de opacar la obra de Chávez. Su entorno lo convenció de que él era mejor que Chávez, lo cual no solo se lo creyó, sino que actuó en consecuencia.

Para poder llevar adelante su visión desastrosa y autoritaria del país, nos hizo de lado a todos los que estuvimos junto al presidente Chávez: vean alrededor, son contados con la mano los ministros de Chávez que están en el gobierno de Maduro. O los ha hecho de lado, o los ha encarcelado, o como a mi, nos persigue y mantiene exiliados.

Por otra parte, ha impuesto el miedo: nadie se atreve a protestar o a reclamar. hHan habido cientos de muertos en estos 5 años de gobierno madurista, demasiados, todas son historias tristes, hechos innecesarios producto de la intolerancia política. Al final de toda la violencia y los muertos, ahora Maduro se entiende con partidos tradicionales de la oposición en un nuevo pacto de élites, de conveniencia, donde se impone el silencio.

Maduro necesita muchas excusas para justificar su fracaso, entonces viene la historia de la guerra económica, la corrupción, la conspiración y demás. Usa estos argumentos para justificar la destrucción de la economía, de PDVSA, de las empresas e instituciones del Estado.

Hoy PDVSA no es ni la sombra de lo que era hace tan solo cuatro años atrás. Maduro arrasó y sacó de la empresa a los gerentes, técnicos, trabajadores, profesionales que condujimos la empresa durante doce años con un éxito innegable para el país. Hoy PDVSA solo produce 1,1 millones de barriles día de petróleo, las refinerías no operan a capacidad, no hay combustibles, hay cerca de doscientos trabajadores, técnicos y gerentes presos. Todos los que ustedes conocieron como jefes en las áreas petroleras, están presos o fuera del país, al igual que más de 30.000 jóvenes profesionales de PDVSA que han tenido que emigrar y hoy hacen lo que pueden para con mucho trabajo para mantener a los suyos.

Todos los programas de la Revolución se vinieron abajo. Ya no hay Misiones Sociales, ni comida, ni medicamentos, ni viviendas. Ahora todo es mentira, caos, improvisación, y puras amenazas de guerra, bloqueo, sanciones. El salario no vale nada, la inflación es la más alta en la historia del mundo. Mientras tanto Maduro cambia la Constitución en secreto, de espaldas al país, entrega el Arco Minero, destroza el ambiente, privatiza PDVSA por pedazos, entrega el petróleo y el gas de la Patria. Y lo que es mas grave, entrega nuestra soberanía territorial en El Esequibo, dejando que terceros exploten los recursos que son nuestros.

Lo más importante es darnos cuenta que el problema del país está en Miraflores. Que Maduro no ha sido capaz, ni será capaz, de enmendar, ni conducir el país. Que el gobierno de Maduro ni es Chavista, ni revolucionario, ni bolivariano. Es un pésimo gobierno, el peor de nuestra historia, que hará lo que sea para mantenerse en el poder.

Al gobierno de Maduro no le importa que se vayan los jóvenes, ustedes. para ellos mejor, porque así no votan, ni protestan. A los que se quedan tratan de manipularlos con la Caja Clap, la «Chamba Juvenil», el Carnet de la Patria. La juventud tiene que ponerse de pie y no conformarse con las miserias del madurismo sino reclamar la justicia que conquistaron con el chavismo.

Ahora de lo que se trata es, estén donde estén, levantar la voz, organizarnos, coordinar acciones para exigir un cambio de gobierno ya. Defender nuestro futuro, no permitir que lo sigan entregando, ni hipotecando con sus mentiras y planes que no tienen ni pies ni cabeza.

El país necesita una dirección política distinta, más allá del madurismo fracasado y de la extrema derecha que solo promete violencia y pide intervención extranjera. Desde una posición Bolivariana, Chavista, Nacionalista, vamos a asumir la voz del pueblo. Que hablen todos, que se expresen, que podamos despejar el camino e iniciar la reconstrucción del país.

Por este espacio seguiremos comunicándonos y articulándonos. Yo por mi parte, a pesar de las mentiras, calumnias y ofensas en mi contra, a pesar de la persecución política y la amenaza que me ha hecho Maduro de que me enterrará en la «Tumba», les reitero que mi compromiso con ustedes está intacto y con mayor determinación que nunca a seguir trabajando por el pueblo, por la patria.

¿Saben?, de esta crisis vamos a salir, tenemos como hacerlo. Nosotros sabemos cómo resolver el caos de PDVSA, junto a los trabajadores, junto al pueblo. No hay que permitir que la sigan entregando, que sigan hipotecando nuestro futuro.

A partir de la recuperación de PDVSA, tal como hicimos hace ya más de 15 años, recuperaremos el país. Podremos hacerlo gracias a ustedes, los jóvenes que se han formado durante todos estos años. Los que están afuera volverán, con más experiencia, mayor determinación a hacer las cosas bien. Los que se mantienen en la Patria, a organizarse, sin miedo, sin hacer caso a las mentiras y manipulaciones. Nosotros, juntos, somos la esperanza del país. El Plan esta allí lo construyó Chávez, tenemos que retomarlo, ajustarlo, pero avanzar sobre lo que ya habíamos alcanzado. Será la única manera de recuperar el futuro. La de ustedes muchachos no puede ser otra generación a la que le arrebaten sus sueños. No, ahora somos mejores, más conscientes, nuestro pueblo está mejor preparado y mas organizado. Cuentan conmigo, siempre, pase lo que pase, estaré con ustedes. ¡Venceremos!

La cloaca de la política y el fascismo

Debo confesar que estoy asqueado del estamento político en Venezuela. Desde la extrema derecha, hasta el madurismo entreguista, existe una amplia gama de personajes «de cuatro pelos», que han concebido la política como el ejercicio público de la irresponsabilidad y el tremendismo, en un afán desenfrenado para tener o mantener el poder. No les importa mas nada que el poder, tenerlo para medrar de él y para ello son capaces de hacer cualquier cosa.Todos representan grupos económicos, todos tienen a alguien que los apoya, los financia, los protege, para poder mantener sus negocios, para obtener otros nuevos, en la rebatiña por la renta petrolera, para que todo siga como está, no importa que el país pierda o que el pueblo sufra, ellos ganan. Lo mas paradójico, es que todos estos sectores económicos, sean los tradicionales o de nuevo cuño, son amigos, socios, relacionados, aunque apoyen facciones políticas «opuestas», o varias facciones a la vez. Todos se conocen, todos se acuerdan, todos corrompen.

Corromper al estamento político, degradarlo, es el accionar cotidiano de estos sectores económicos. Tienen la capacidad, y así está demostrado, de corromper a cualquier grupo, civil o militar, sea de la IV o de la V República, el tiempo juega a su favor, les permite expandirse, asentarse, «colonizar» nuevos sectores, desde políticos, militares, empresariales, pasando por cualquier funcionario en una aduana, o un comité de licitación, hasta la taquilla para un trámite regular.

La aproximación es primero velada, después abierta, conseguir el «contacto», hacer favores y luego masajear el ego, las carencias materiales, éticas, morales, emocionales, espirituales-religiosas, para obtener los negocios, favores y con posterioridad, ofrecer garantías, recompensas «merecidas» por tanto «esfuerzo y entrega», construir mecanismos para mantener y fortalecer esa «opción de poder».

Los mismos sectores que corrompen y destruyen, luego se «hacen» una imagen de incólumes, por la que pagan grandes cantidades de dinero. «Los corruptos son los políticos, es el Estado», los privados son limpios, transparentes. Todos aplauden y rinden pleitesía a los señores del dinero, pasan a ser honorables «empresarios», «hombres de negocios», con el petróleo, la banca, los medios, las importaciones, los alimentos, etc.

Ahora el corrupto es Chávez, su gobierno, sus ministros, las empresas del Estado. En esta matriz coinciden la derecha y el madurismo, extraña coincidencia, que sólo es una señal mas, de hasta dónde llega el entendimiento del nuevo pacto político en el país. Ahora, todos hacen leña del árbol caído, y aquí lo único que cayó fue el gobierno de Chávez y con él, la Revolución Bolivariana.

Todo lo que sucede en el país, desde principios del siglo XX, viene marcado por el petróleo, por la influencia y las deformaciones que el modelo rentista petrolero provoca en la política y economía del país, en la forma de apropiación y acumulación de capital, en el trabajo, en la psiquis, conciencia, moral y ética de la sociedad.

El pensamiento progresista del país ha tratado de zafarse por años de esa conducta. Ha escrito mucho, tratando de entender, y ha luchado para derrotar esta hidra de mil cabezas, prácticamente durante todo el siglo veinte. Lo ha hecho con grandes esfuerzos y estruendosas derrotas, seguidas de largos períodos de silencio, donde la hidra se reproduce y fortalece: lapsos históricos de retroceso, sólo rasgados por el relámpago de momentos excepcionales, como el 23 de enero de 1958, los años de la lucha guerrillera en los sesenta, el 4 de febrero de 1992 y el período de gobierno del Comandante Chávez, desde su triunfo electoral hasta su muerte.

Aquí el único arrecho ha sido Chávez. En muchos años no había insurgido un líder tan honesto y determinado a desbaratar el estado corrupto de cosas en el país, como Chávez, tal vez hubiese podido ser Ruiz Pineda, Fabricio Ojeda o tantos otros que pagaron con su vida en el intento. Pero el único que tuvo la oportunidad de dinamitar la madeja de compromisos entre políticos y sectores privados, nacionales e internacionales, de cambiar radicalmente las cosas, y lo hizo, fue Chávez, pero no sobrevivió al hecho.

Fue el Comandante Chávez, el único que cumplió su palabra empeñada de entregar el poder al pueblo, de transformar a nuestro país, salir de la dependencia, romper las ataduras político-económicas con el gran capital, quitarnos del cuello a las transnacionales, devolver la sabia a la patria, construir una nueva moral y una ética que sostuviese al país, una nueva sociedad, que permitiera que nuestros jóvenes asumieran la conducción de la Patria, desde una perspectiva de grandeza, alimentada por el ejemplo y pensamiento Bolivariano, revolucionario, socialista, propio, venezolano. Era la única manera que teníamos, es la única manera que tenemos, de salir del foso donde estamos, para avanzar en un mundo tan agresivo, como competitivo, globalizado.

Yo provengo de una familia venezolana de trabajadores, profesionales y revolucionarios. Mi abuelo paterno fue de los campesinos sin tierra, que llegaron en grupos desde Trujillo a Mene Grande, a iniciar la explotación petrolera. Se incorporó a los «sindicatos rojos», leía los libros del sindicato, de cómo avanzaba el «ejército rojo» derrotando al nazismo en Europa, y pensaba que llegarían a Venezuela para derrotar a las transnacionales. Participó en la huelga petrolera contra el derrocamiento de Gallegos, tuvo que volver a su pueblo y enviar a mi padre a Trujillo y luego a Caracas a estudiar en la UCV. Su hermana, una mujer de avanzada, miembro fundadora del Partido Comunista en Trujillo, lo acogió. La infancia de mi padre fue la de «devorador de serpientes», como acuñó un hermano poeta.

Mi abuelo materno, oriental, de la Isla de Margarita, mezcla de árabe y margariteño, artista, artesano, orfebre como Aureliano Buendía, hombre de avanzada, Masón, envió a sus hijas a estudiar a la Universidad Central de Venezuela, en la lejana Caracas.

Allí, en las residencias de la Universidad Central, se conocieron mis padres en la Facultad de Economía. Ya mi padre militaba en la resistencia contra Pérez Jiménez, junto a tantos otros jóvenes, Diego Salazar, Alí Rodríguez, Teodoro Petkoff, entre otros. Estuvo en el asalto al Cuartel de la Seguridad Nacional, junto a la Federación de Estudiantes para rescatar a los estudiantes presos de la dictadura.

Luego, ante la violencia del «betancurismo» y del «Pacto de Punto Fijo», fue de los que crearon las primeras brigadas de las FALN en Caracas, participando de la comandancia de una de ellas. Fueron años de combate, de guerra, clandestinidad, peligro, de sueños, cultura, formación, entrega, muchos amigos quedaron en el camino: Fabricio Ojeda, Felipe Malaver, los Hermanos Pasquier, Alberto Lovera, José Gregorio Rodríguez y tantos otros, muchos mas presos, torturados, desaparecidos.

Esa fue mi infancia, la de mis hermanos: de ejemplos, de trabajo, de honestidad, de un ejercicio de la política arriesgándolo todo, de casas allanadas, sobresaltos, pero a la vez, de un amor profundo, de un profundo conocimiento de nuestra tierra, sin rencores, ni traumas, pero sin treguas.

Yo he militado en la izquierda desde los 15 años en el Liceo Aplicación y la Vega, no militaba en partidos fáciles, ni acomodados, sino en el «PRV-Ruptura», junto a lo que consideraba la posición revolucionaria en aquel período. Cuando el partido lo disuelven y se extravían sus jefes, insistimos en Mérida con la «Esperanza Patriótica», pero luego vino la dispersión total. Todos estábamos en nuestro propio desierto hasta que apareció el Comandante Chávez, el 4 de febrero.

Muy joven entré a PDVSA y tuve que renunciar a ella por mis convicciones, luego trabajé en el exterior, me preparé, trabajé mucho, estudié con esfuerzo, luego, en el sector nacional. Pensaba siempre en el futuro, en todas las posibilidades de la Patria. Siempre hemos sido de trabajo, una familia de profesionales, antes de servir al Estado Venezolano, me dediqué, durante años, a trabajar como ingeniero en el sector petrolero.

Yo me incorporé al gobierno del Presidente Chávez, lo seguí y apoyé, como hizo unánimemente mi familia, incluyendo a mi padre que todavía vivía, porque identificamos en él, en sus palabras, en su valor, la continuidad de lo que somos nosotros: el trabajo, la honestidad con el pueblo, la consecuencia con las ideas revolucionarias, la determinación de arriesgarlo todo, sin cálculos, sin debilidades de ningún tipo, para hacer una revolución. Sin ningún otro pensamiento que servir al país y contribuir con su grandeza.

No fue que me hubiera decidido a ser político o a vivir de la política, ni del Estado, ni a hacer una carrera de diputado, de sindicalista, de burócrata de un partido, nó. Se trataba de atender el llamado que el Presidente nos hacía a todos, para sacar al país de abajo, ayudar al pueblo, trabajar muy duro, para avanzar, como se hace en medio de un manglar o una selva de intereses, de raíces que te aprisionan, te obstruyen el paso, ataduras que deben ser rotas, abrir y hacer un camino, limpiar un campo de zarzas.

Por eso, creo que pude tener una estrecha amistad con el Presidente Chávez, forjada en mas de doce años de trabajo y combate juntos. Nos reconocimos en el mismo empeño y logramos avanzar en los temas estratégicos, claves del país, como, el petrolero, social, internacional. Lo hicimos de la única forma que había que hacerlo: radicalmente, sin ver a los lados, sin otro «Plan», con el corazón encendido. Trabajamos incansablemente y lo hicimos bien, de una manera que sorprendió a propios y extraños.

El Comandante era mi Jefe, así siempre lo reconocí. Yo entendía y compartía su pensamiento estratégico. Traté de ayudarlo siempre con todo mi esfuerzo y talento. No podría reconocer ni grupos, ni intereses, ni otros jefes, nada distinto a sus ideas. Hicimos muchas cosas importantes, buenas para el país, para el pueblo. Allí está nuestra obra, hoy acuchillada, demolida por el madurismo ¡insensatos!

Este relato, extenso de mi origen y mis motivaciones, se lo debo al país y a mi familia, para responderle a este sujeto miserable de la política de la IV República, un cadáver de esos que ha sido «reflotado», junto a su partido, por el madurismo. Tomo la oportunidad para explicarle al país y a todo ese aquelarre de la derecha ramplona, de dónde venimos nosotros.

Que sepa que es verdad, somos enemigos irreconciliables, por lo que representan, por lo que le han hecho al país, por lo que significan. Aunque no los conozco de trato, debo decir que personajes como éstos, son la máxima expresión de la cloaca de la política venezolana, que, lo vuelvo a decir, pactan con Maduro un acuerdo de convivencia, mientras dividen a la oposición, la confunden, abandonan a los pocos incautos que aún los siguen.

Este señor se molesta, ante una verdad gigantesca: sus familiares, con anuencia del madurismo, participan como socios de PDVSA en empresas mixtas, como Petrodelta, o en operaciones de «traiders» de petróleo a través de varias empresas.

Explíquele usted a los suyos, ellos me piden documentos, los tienen en la Asamblea Nacional, pregúntenle a su jefe. Pero este señor, en lugar de asumir frente a los suyos, insulta y patalea, con la incontinencia escatológica que lo caracteriza. Al final, resulta ser un payaso mas de Maduro, que ataca a los chavistas resteados con Chávez, que sus hazañas son las de insultar a Chávez, bajar sus cuadros y el de Bolívar, mientras sus aduladores lo aplauden.

A mí ya no me molestan los insultos y mentiras de la extrema derecha, ni de los personajes de la cloaca, primero, porque entiendo que es parte del juego que le hacen a Maduro, y segundo, porque sinceramente, a nadie en el país le importa un lo que digan estos dirigentes de la oposición, ellos abandonaron a sus bases políticas, desde el mismo momento en que los mandaron a morir en las guarimbas, para tener elementos que pactar con Maduro, y lo hicieron sobre esa cantidad de muertos.

No espero tampoco ninguna solidaridad de la cúpula del PSUV, el silencio que han guardado ante los ataques y acusaciones de Maduro, ante la destrucción del legado del Comandante Chávez y del país, para mí definen una posición de este grupo, harán siempre «lo que diga Maduro», como hizo Mephisto.

Para mi resultó definitivo el día que decidieron no asistir a la sesión de la Asamblea Nacional a hacerle frente a las absurdas acusaciones de la extrema derecha en mi contra, aduciendo un tecnicismo de falta de «quórum» o desconocimiento de la Asamblea. Dejaron que me lincharan ante el país, a mí y al gobierno del Presidente Chávez; pero luego, para mi asombro, fueron en pleno a otra sesión de la misma Asamblea Nacional, la misma que no reconocían, pero para defender a capa y espada, rasgar vestiduras y quebrar lanzas, ¡por los sobrinos Flores, defendiéndolos de las acusaciones de tráfico de drogas!

La dirigencia política no está a la altura de la grave situación que atraviesa nuestro país. No hay definiciones ideológicas, ni planes, ni políticas de cómo afrontar y salir de esta profunda crisis. El único interés, es el de mantener el poder, de allí, la extendida decepción del pueblo con respecto al ejercicio de la política, de los partidos, de todo el espectro que se expresa o desde la Asamblea Nacional o desde el Gobierno. No menciono a la Asamblea Nacional Constituyente, porque sencillamente no dice nada, no existe, sino para aprobar la entrega del país, es decir, «lo que diga Maduro»

Aquí lo que se están disputando es que grupo controla o controlará el gobierno, no importa para qué, ni qué van a hacer, ninguno de estos grupos será capaz de sacar al país de este desastre. No tienen la capacidad, ni la voluntad, porque es que la política con «p» minúscula, es una forma de vida para muchos de ellos. En el país hay una ausencia de liderazgos, de ideas, de posiciones claras, de alternativas para el pueblo.

Por eso, han salido 2,3 millones de venezolanos del país. No ven posibilidades, opciones, ni razones para seguir en él, para luchar. Se van decepcionados de todo. Es difícil decidir irse, es triste y desgarrador, pero se van, hombres y mujeres de todos los colores y posiciones. En vez de luchar, optan por irse, porque no pueden mas, porque no creen en nadie.

Ésto podría seguir así por años, al gobierno no le importa y a la oposición tampoco, Maduro podría seguir entregando el país y nuestros recursos naturales, privatizando PDVSA, desmontando el Legado de Chávez, con el aplauso de la oposición.

Todo podría seguir así, pero el país no aguanta mas, a Maduro se le acabó el tiempo, pero al país también. El país no aguanta, no puede seguir así, al gobierno se le salió hace tiempo la situación de las manos, está en un franco proceso de fractura, de hecho, una realidad política es que hay varios jefes. Las contradicciones afloran a cada rato.

Maduro ha creado un sistema de represión y persecución política, que ha desatado la violencia del Estado. Los cuerpos de seguridad, policiales, militares o paramilitares están actuando orquestados, o por su cuenta, con mucha violencia.

El asesinato de Luis Fajardo dirigente campesino del Partido Comunista, asesinato que repudiamos, hace visible una situación de violencia en el campo que se viene denunciando. En Cometa Rojo, lo señalé, pero también lo denunciaron en la marcha campesina. La violencia en las ciudades, en los barrios, los asesinatos o ajusticiamientos en los operativos policiales, el enfrentamiento con grupos paramilitares, criminales, el número de muertos es muy alto. Nadie sabe exactamente que está pasando en el Arco Minero, la noticia extendida es que hay oficiales del ejército, políticos, grupos armados, delincuentes y transnacionales, involucrados en el saqueo del oro, lo único que se sabe, son la cantidad de muertos, los pueblos indígenas desplazados, el medio ambiente destrozado y nuestro pueblo, el minero y sus familias, explotado, degradado, corrompido.

Pero también sucede con los presos, los comunes mueren quemados vivos, en un número superior a 60 en una prisión del Sr. Drácula y nadie investiga, no importa, la ministra dice que eso «no es con ella», el Fiscal ni aparece; pero también sucede con los presos políticos, el maltrato, secuestro, aislamiento, negación de los Derechos Fundamentales a los prisioneros de la oposición, del Chavismo, trabajadores de PDVSA, oficiales militares, tantos dirigentes sociales, obreros, presos, aislados, nadie habla por ellos, nadie vela por sus Derechos Humanos, ¿Cómo es ésto posible?.

Los crímenes políticos y supuestos «suicidios» que quedan allí, la voladura con un cohete anti-tanque de hombres armados, pero rendidos, la muerte de Albán, quedaron, como todo el mundo suponía, sin investigación. Se produjo el canje de un preso por un muerto. ¿Que pasa en el SEBIN?, en el helicoide manda un «pran» narcotraficante, en «La Tumba» no se sabe qué pasa, pero las señales son malas. La caravana del presidente es interceptada por agentes del SEBIN, indican que Maduro iba allí, hubo resistencia en la entrega del SEBIN, ¿el General González López está preso?

Las noticias, reportajes en todo el mundo, ya no hablan de los problemas económicos de Venezuela, eso ya se ha convertido en un caso perdido, de estudio y análisis. El ejemplo claro de cómo destrozar un país. Nadie espera que Maduro pueda resolver la crisis que él mismo ha creado en su pésimo gobierno. Los medios nos tratan como el ejemplo de un proyecto en ruinas, nadie apuesta a nada en el país.

Ahora se muestra al mundo las terribles consecuencias sociales de la crisis, el rostro de los que mas sufren, los mas débiles: los niños, los que mueren y los que están en la miseria, los niños que se van a la calle, que abandonan los colegios, que se van de la casa, que los entregan a otros; los jóvenes que dejan la escuela, el liceo, o caen en la delincuencia; los enfermos, los que tienen enfermedades crónicas, de alto riesgo, los que mueren por no encontrar los medicamentos; las niñas, embarazadas, prostituídas, explotadas; las historias de los millones que se van, los que cruzan a pie el «Páramo de Berlín» en Colombia, los que ahora hacen el paso de los Andes de un pueblo que huye, derrotado.

Todo ésto lo niega Maduro. Lo oculta su gobierno. Ante todo ésto callan los que decidieron ver hacia otro lado, evadir su responsabilidad histórica, refugiarse en la tesis, cómoda para todos ellos, de «la guerra económica», «la corrupción», la «invasión norteamericana», «la guerra contra Colombia».

Hay un país que existe y sufre, otro, muy distinto a la realidad del gobierno, del «tuiter» y las tendencias de los «boots» de las redes sociales. Un país al que no le interesa lo que dicen en la cloaca de la política, ni el «pranato», lo que dicen los dirigentes de la oposición, ni los del PSUV, ni le importa el silencio de la ANC.

Existe un país de verdad, que está acumulando sufrimiento, frustración, resentimiento. Hay que verse en el espejo de lo que ha sucedido en Argentina, Ecuador, Colombia y Brasil. Es parte del «efecto Maduro», su contribución a la derrota de la izquierda en la región, ha sido el pésimo gobierno que se toma como anti ejemplo y, lo peor, es que se le achaca a la Revolución, a Chávez y al Socialismo. El madurismo quería que su jefe fuera famoso, ahora lo es, sin duda, todos lo asocian a un pésimo gobierno, es la anti propaganda de Chávez.

De la Cloaca y el «pranato», podemos llegar al fascismo sin darnos cuenta, tal como en el huevo de la serpiente. Ese fenómeno avanza, se va instalando en la psiquis colectiva. De allí, luego vienen las sorpresas. Maduro no sólo ha sido incapaz de defender al pueblo, sino que ha conducido la revolución a una derrota estratégica, su autoritarismo, su incapacidad y su crisis, han abierto las puertas a los cadáveres de la IV República, con sus expresiones modernas, al fenómeno del fascismo, a un Bolsonaro, al uribismo o a una agresión extranjera.

La Revolución no tiene en este momento una expresión política articulada para hacer frente a todos estos peligros inminentes. El campo chavista tiene la responsabilidad de buscar un liderazgo capaz de detener este desastre y defender la patria de ser arrasada. El campo revolucionario, patriota, civil y militar, tiene que asumir: o nos unimos y actuamos o se instalará sobre el pueblo, la larga noche del fascismo y la restauración de la derecha ¡Necesitamos un nuevo gobierno Ya! Con Chávez siempre, ¡Venceremos!

Un gobierno de espaldas al país, ahora pretende eliminar PDVSA, patrimonio de todos los venezolanos

Por una incontinencia verbal de un constituyente nos enteramos, así, de casualidad, que la Asamblea Nacional Constituyente, entre algunas de las disposiciones del borrador de la «constitución secreta», que sólo algunos de ellos, pero muy pocos, conocen, contempla la eliminación de PDVSA.

Aunque dicen que no es mas que una «propuesta académica», la misma avanza en la recién creada «Comisión de Reestructuración de PDVSA», y es impulsada, nada mas y nada menos, que por «Coordinador de la Comisión de Energía y etc.» de la ANC, así se pretende eliminar a PDVSA, declararla en «quiebra», para crear o sustituirla por una «Corporación Energética de Venezuela».

Al parecer, alguno de los «asesores estrellas» del gobierno, ha recomendado esta fórmula para evadir los compromisos financieros y deudas de PDVSA, es decir, para cometer un fraude, que, además, no tiene viabilidad en el mundo real, sólo en el mundo de fantasía del madurismo, donde el «petro» existe y la inflación nó.

Probablemente los genios de esta propuesta, además de pretender evadir los compromisos financieros y deudas de PDVSA, también quisieran eliminar, así, de una vez, las deudas y compromisos financieros de «Corpoelec», que son inmensos, al punto que sus estados financieros nunca han podido presentarse, ni auditarse.

Alguien le diría a Maduro y los cinco que conducen este país al infierno, que, de esta manera, no sólo se evade pagar los préstamos internacionales, deudas internas, compromisos financieros, sino que, de paso, se «quitan de encima» las deudas laborales, prestaciones, jubilaciones, liquidaciones de los miles y miles de trabajadores del sector. «Listo», salimos de todos los problemas que enfrentan los administradores de estas empresas del Estado, vaya «gerentes» estos. Es su mundo de fantasía, de desconexión con la realidad, su ignorancia e irresponsabilidad.

Por ello, no contentos con destruir,  lo que puedan de PDVSA y el petróleo , ahora pretender eliminar de un plumazo, el patrimonio empresarial y económico mas importante del país: PDVSA, unificando bajo esta nueva «Corporación Energética de Venezuela», todas las actividades y empresas vinculadas a la «energía», como «Corpoelec», «Carbozulia», etc.

Como si los gerentes y presidentes al frente de PDVSA y «Corpoelec» en este triste período madurista, no hubiesen demostrado suficientemente su estruendoso fracaso en administrar y conducir tales corporaciones, inmensas, complejas en sí mismas y completamente distintas, ahora pretenden unificarlas en una sola «Corporación». ¿Será posible tanta irresponsabilidad y torpeza en la conducción del gobierno? Pues sí, mas de lo que jamás imaginamos.

Esta propuesta obvia y acaba de un plumazo, con un principio fundamental de nuestra posición como país productor de petróleo: el petróleo es un recurso natural, que se agota, que está en el subsuelo, en nuestro territorio, su manejo y explotación está estrechamente vinculado a la soberanía del país.

Un recurso escaso en el mundo, que nos convierte en un país clave en la geopolítica mundial, un recurso que debemos administrarlo en beneficio de nuestro pueblo, y por ello tiene un régimen Fiscal específico y muy estricto, que por ello existe el concepto de Regalía e Impuesto de Extracción a favor del Estado, del 33.33% del valor de mercado, y tiene un régimen impositivo distinto al resto de las actividades económicas del país, del 50% sobre la ganancia, y que, precisamente por el petroleo, el Estado capta una renta internacional para sostener la economía del país, y luego distribuirla a favor del Pueblo.

Seguro saben estos «académicos» de la Asamblea Nacional Constituyente, que el concepto de una «Corporación Energética Global», era el objetivo de la nefasta «Apertura Petrolera», de los «tanques pensantes» de los grandes países consumidores, porque por esa vía, «aplanan», «reducen», modifican el Régimen Fiscal petrolero y abren el sector a favor del capital privado internacional, por esa vía «globalizan el recurso», y por ende, se vulnera nuestra soberanía, el control sobre nuestro territorio y recursos naturales, nuestra soberanía jurisdiccional.

No entienden estos señores que una cosa es producir petróleo y otra generar electricidad, son procesos distintos, negocios distintos, el valor del petróleo lo marca el mercado internacional del petróleo, la tarifa eléctrica nó. Que, si se le carga a PDVSA los inmensos costos e ineficiencias, o los subsidios de «Corpoelec», la terminan de hundir. No entienden que la electricidad está sujeta a otros impuestos, subsidios de todo tipo, es un servicio público, se maneja con otros criterios.

¿Es que no es obvio acaso que «Corpoelec» es un desastre? Que a duras penas se ha sostenido por el tremendo esfuerzo en inversiones que hizo PDVSA para adquirir Plantas Termoeléctricas de última generación, y que hoy están sin mantenimiento, que para suministrar gas en todas las ubicaciones que solicitó «Corpoelec» se hizo un extraordinario esfuerzo en tendidos de cientos de kilómetros de gasoductos por todo el país, y que aún así, «Corpoelec» no ha sido capaz de prestar un mínimo del servicio que el país requiere. Que hay apagones constantes en todo el país, a pesar que la continua desaceleración de la economía y la caída del PIB, han provocado una disminución abrupta de la demanda de electricidad.

¿Es que no es evidente que la gestión de PDVSA ha sido un caos? La producción de petróleo ha caído en 1,9 millones de barriles día desde el 2014 hasta lo que va de este año, que han desmantelado sus capacidades operativas, han desmembrado, encarcelado y perseguido sus liderazgos y equipos técnicos. Las refinerías operan a baja capacidad, igual, los mejoradores. ¿Ahora le van a enquistar a «Corpoelec» para terminar de liquidar a PDVSA?

¿Cómo llamar a estos «Académicos» sino entreguistas? ¿Cómo no llamar irresponsable a la ANC si permite que esta propuesta avance en su seno? ¿Cómo no llamar traidores a las maduristas y al gobierno, que han estimulado esta orientación antinacional en el sector petrolero?

Por eso, el Comandante Chávez (y ésto parece que ya no le importa al PSUV), nunca dejó que estos personajes se acercaran al sector petrolero de la Revolución ¿Nadie se ha hecho esa pregunta? ¿por qué el Comandante jamás dejó que estos inocentes «académicos» estuvieran en su gobierno, en el sector petrolero? Chávez los conocía, de dónde venían, quiénes eran. Ahora están con Maduro y destrozan la obra del Comandante.

La gran pregunta es ¿porque PDVSA debe ser la gallina degollada?¿Por qué eliminar PDVSA? Nuestra empresa nacional, al servicio del pueblo, con una presencia internacional y un prestigio innegable, un posicionamiento indudable en el mercado petrolero internacional, hasta el año 2013 siempre estuvimos entre las cinco grandes empresas petroleras del mundo. ¿Por qué destruir el brazo ejecutor, el operador nacional para desarrollar, explotar nuestras inmensas reservas de petróleo, las mas grandes del mundo? Una empresa emblemática de Venezuela en el ámbito internacional, una empresa arraigada en el sentimiento nacional.

El hecho de que Maduro y sus distintos Presidentes y Juntas Directivas de PDVSA hayan destrozado a la empresa, y no sean capaces de conducirla, no quiere decir que haya que eliminar a PDVSA, en todo caso, lo que indica, es que el problema de PDVSA está en Miraflores, Maduro debe hacerse a un lado, dejar el gobierno, renunciar, para no seguir destrozando al país.

Pero además, ¿por qué destruir la obra del Comandante Chávez y la Revolución? Estamos claros que Maduro detesta a la «PDVSA Roja Rojita» y a sus trabajadores, su historia, su prestigio, el amor y respeto que el Comandante siempre le expresaba, sabemos que detesta su gestión exitosa, su cercanía con Chávez.

Pero, un Jefe de Estado, debe anteponer el interés del país a sus problemas personales, complejos o inseguridades. El País y la historia reclaman un poco de compostura, equilibrio, al momento de tomar decisiones que siguen comprometiendo nuestro futuro, no se puede gobernar con la bilis. Es muy grave.

Veamos algunos datos de PDVSA para diciembre del 2003, de sus estados financieros auditados: ingresos de 134.000 millones de dólares; ganancia integral de 12.907 millones de dólares; Activos por 231.120 millones de dólares; Propiedades, plantas y equipos por 129.831 millones de dólares; Inversiones por 23.530 millones de dólares; Patrimonio 84.486 millones de dólares. Quinta empresa petrolera del mundo, por encima de BP, Shell, Chevron, Total, Gazprom, según la «Petroleum Intelligence Weekly».

Para el 2013, tenía reservas probadas de 298.353 millones de barriles de petróleo, 197 trillones de pies cúbicos de gas; 3.015 millones de barriles día de producción de petróleo crudo y LGN; 7.395 Millones de pies cúbicos días de gas; 2.425 millones de barriles día de exportación; 703 mil barriles día de combustibles al mercado interno; 2.822 millones de barriles día de capacidad de refinación internacional y 1.303 millones de barriles día de capacidad de refinación en Venezuela.

Además, PDVSA aportó a la Nación, entre 2001-May 2014, por concepto de Regalías, Impuestos sobre la Renta, Dividendos, Programas Sociales, Fondespa, Fonden: 476.607 millones de dólares.

Lo mas importante, al 2013, PDVSA tenía 118.288 trabajadores petroleros, altamente moralizados, conscientes, comprometidos, los que derrotaron el Sabotaje Petrolero, los que levantaron la producción, los que acompañaron al Comandante Chávez en la guerra contra la miseria y la exclusión, los que garantizaban el control de nuestro principal recurso natural, nos costó mucho trabajo y esfuerzo, formarlos, movilizarlos, hacer nuestro trabajo gratificante, constructivo, con humildad junto al pueblo, solidario, honesto, despertando en todos ellos la conciencia del deber social.

PDVSA ha sido, en tiempos de Revolución con Chávez, la punta de lanza, la vanguardia, para desbaratar la hegemonía capitalista en el país, acabar con la dependencia, para ensayar una industrialización nacional de los hidrocarburos, la soberanía tecnológica, apoyar al Poder Popular, para avanzar en los Proyectos mas ambiciosos del país: el Proyecto Gran Mariscal de Ayacucho en el Oriente del país y la Faja Petrolífera del Orinoco, esa inmensa extensión de territorio, casi despoblado pero que concentra la acumulación de hidrocarburos mas grande del planeta, y desde donde planteamos un inmenso proyecto, junto al Mariscal Sucre, que ayudarían a desconcentrar a nuestra población y crear nuevas capacidades, para superar el modelo rentista petrolero, por nuestro modelo propio, socialista, Bolivariano.

Por otra parte, PDVSA, se convirtió en poderoso brazo, subordinado a la geopolítica del Estado Venezolano, para multiplicar nuestra presencia en El Caribe, Sur y Centro América, China, Rusia, India.

Ese es el gigante que ahora un grupo de irresponsables quieren eliminar. Están creando las condiciones para terminar de barrer con nuestra Política de Plena Soberanía Petrolera, al destruir y entregar nuestro operador nacional, nuestra empresa nacional, la única empresa nacional que puede hacerle frente al interés transnacional, contrapeso a cualquier empresa petrolera del mundo.

Todo ésto sucede de espaldas al país, en secreto, yo lo dije en mi artículo «La línea Roja«, no podemos permitir que la ANC, vulnere los principios fundamentales de nuestra Constitución, de nuestra visión del país. En este caso, la propuesta «académica» de la ANC, vulnera, nada mas y nada menos, que los artículos 302 y 303 de la Constitución, que reservan la actividad de los Hidrocarburos al Estado Venezolano y a Petróleos de Venezuela, PDVSA, como su operadora nacional.

Lamentablemente, nada se discute, todo es secreto, todo el desmontaje del país, su destrucción, su entrega, sucede entre el silencio de los cobardes, de los acomodaticios, de los que esperan resistir la invasión y no se dan cuenta que el enemigo está a su espalda, azuzando la guerra y entregando el país.

En este tema, como en muchos otros, pero en este relativo a la disolución de PDVSA, en especial, los trabajadores tienen la palabra. Hasta ahora lucen desconcertados, dispersos, desmovilizados, ante los ataques y el desmontaje de la Política Petrolera del Comandante Chávez.

Se que han sido perseguidos, reprimidos, se impuesto el miedo, la mentira, la incredulidad ante el hecho evidente de que lo que sucede no es un error, sino que es una orientación definida del gobierno, un «golpe de timón» pero a la derecha.

Se ha cedido al chantaje, la amenaza, de nuevo funciona en la empresa la misma parálisis y «cultura corporativa» que dió pié al Sabotaje Petrolero, habría que estudiar y discutir cómo este fenómeno se vuelve a repetir y por qué. ¿Dónde quedó Chávez?, ¿qué hicieron con su mensaje y sus enseñanzas? Tanto que luchó Chávez, para que algunos se sientan con derecho a traicionar la revolución.

Ahora, el ataque es mas frontal, mas claro, mas directo: van a liquidar a nuestra empresa PDVSA, nuestro sector no será mas lo que alguna vez conocimos. Ustedes tienen la palabra.

El «Rojo Rojito» nos lo ganamos en batalla, en Revolución, con Chávez, era un honor, un prestigio. Ahora se vuelve al azul de la entrega, de la nada, de espaldas al pueblo.

Los Constituyentistas, la ANC, tiene que levantar la mirada y no aceptar, que, con su silencio, se trate de legitimar un Golpe contra Chávez, su política, su legado. Vamos rumbo a la restauración del capitalismo, así, paso a paso, entre el caos y la mentira. Con cada ley entreguista ante la que se guarda silencio y un proyecto de constitución secreto, que se discute entre pocos, que redactan los otrora mas rabiosos detractores del Comandante Chávez. Que cada quien asuma su responsabilidad.

El país, todo, de cualquier posición, tendencia, punto de vista, mas allá de su rabia, su inconformidad, mas allá del odio y la consigna, o las matrices del «tuiter», que entiendan que lo que pretenden hacer es muy grave. Van a liquidar nuestra mejor empresa, es una empresa muy fuerte, con muchos recursos, muchas posibilidades, pero pésimamente administrada. El desastre del madurismo y su gobierno no es razón para destruir, entregar y liquidar a PDVSA, se remata la Patria ante nuestros propios ojos.

Hay que movilizarse, desenmascarar y detener este intento, este paso, uno mas, hacia la entrega de nuestro futuro. Ellos harán lo que sea para mantenerse en el Poder, nosotros tenemos que hacer lo que sea para defender la Patria. Con Chávez Siempre ¡Venceremos!

“Chávez entregó su vida a este pueblo para que algunos sientan que ahora pueden traicionar la Revolución”

Esta reflexión, de alguien que no mencionaré, es una verdad gigantesca y es parte de la tragedia que está viviendo nuestro país.

El madurismo siente que es dueño y señor del país, del legado de Chávez por lo que, a cuenta de «autoproclamados hijos del Comandante», sienten que tienen el derecho de traicionar a la Revolución Bolivariana y al pueblo.

Nadie lo tiene. La Revolución Bolivariana, por la que el Comandante Chávez se inmoló, ese sueño de todos, producto del esfuerzo personal y colectivo de este proceso, que levantó las banderas del socialismo y el anti imperialismo, de las que el pueblo se apropió haciéndolas suyas, va más allá del sectario círculo del madurismo.

Son ideas por las que tantos hombres y mujeres dieron su vida en el pasado en nuestro país, en América Latina, en el mundo entero; y el Comandante Chávez tuvo la virtud de volverlas nuestras, elevando la mirada del pueblo, pensando en grande. Tuvimos un sueño colectivo y con él avanzamos e hicimos que lo imposible, lo extraordinario, se convirtiera en un acto cotidiano. Era el «vivir bien», la «Venezuela potencia», «el Plan de la Patria».

Por eso, nadie tiene el derecho de proclamarse dueño de ese sueño, mucho menos «heredero», ni poseedor de la «verdad» de Chávez. El Comandante Chávez nos pertenece a todos, es del pueblo, es lo único que nos queda, que moviliza, es la única esperanza. Su pensamiento no puede quedar entre las paredes de los burócratas, ni ser convertido en una «franquicia» del madurismo.

Chávez fue leal en extremo al país, al pueblo, ha podido retirarse a salvar su vida, pero decidió mantenerse en la batalla, en su última campaña electoral. Probablemente, sentía que todo dependía de él, que nuestro movimiento popular, político, no estaba listo para su partida.

Él trabajaba de manera casi desesperada por construir conciencia y organización popular, para que la revolución se asentara y fortaleciera en el seno del pueblo y las Instituciones del Estado. Su presencia era vital, crucial, era la conexión de la revolución con el alma del pueblo.

Su partida y en lo que han convertido su sueño, su revolución, le ha dado, tristemente, la razón a sus peores temores, y a su infinita angustia por preservar su obra en el tiempo.

Por eso, la responsabilidad del gobierno, del PSUV y de los dirigentes que estuvimos tantos años a su lado, es inmensa, es irrenunciable, histórica.

En este momento en el que el Pueblo está solo sufriendo esta tragedia que azota al país, esta crisis descomunal, hay que recordar a Chávez, su obra y desenmascarar la traición y entrega del madurismo. Pero más allá de eso, hay que acompañarlo para retomar el camino de Chávez.

Está claro para todos, que ésta no es una revolución fracasada, ésta es una revolución traicionada. Los traidores están allí, en el Gobierno, en los que lo apoyan, en el PSUV, en los dirigentes que guardan silencio, o que mienten descaradamente. ¿Por qué lo hacen?,¿cómo llegan hasta ese punto? Tal como Mephisto, la batalla es en el alma humana.

Siempre he pensado que más allá de las excusas o promesas, una situación se mide por los hechos. Por eso, afirmo que el madurismo y su pésimo gobierno, han traicionado a la Revolución y al país. El pueblo venezolano ha sido traicionado en su sueño.

Los pilares de la Patria que nos dejó Chávez han sido demolidos por la acción nefasta del madurismo. Aquí no se trata sólo de improvisación e incapacidad. Hay que entender que se trata de otro modelo, un golpe de timón a la derecha.

Destrozó la economía, lo cual define al servicio de qué intereses está un gobierno. Ésta ya no será más ni socialista, ni al servicio del pueblo, ni soberana, es una economía al servicio de un capitalismo parasitario, rampante, muy atrasado. Veamos:

Se desmanteló la capacidad productiva del país, tenemos una caída permanente, acumulada, año tras año del PIB. Se ha destruido el trabajo, el empleo y nos hemos convertido en el país de los bonos, del carnet y la chamba.

El Bolívar «soberano» no tiene valor, pues no se soporta en ningún hecho económico concreto, la devaluación de la moneda es el azote de nuestra economía.

La inflación, ese mecanismo que expropia el trabajo y la riqueza de las mayorías, ha alcanzado niveles nunca vistos en el mundo.

La escasez de alimentos y de medicamentos, es una tragedia que sufre el ciudadano de a pie, un infierno, la angustia cotidiana del pueblo.

La gente sueña con volver a la normalidad de hace tan sólo cinco años: poder comer, comer lo que quiera, vestir, estudiar, trabajar, viajar, tener medicamentos.

Ahora, la tragedia es lo cotidiano, la falta de luz por horas y horas, las «perreras», los enfrentamientos donde mueren los jóvenes de los barrios, los tiroteos en medio de la calle, la muerte por falta de medicamentos, los que buscan comida en la basura, el miedo, las calles vacías, que los pobres tengan que enterrar a sus muertos en el patio de la casa, los presos políticos, «la tumba», se han convertido en hechos cotidianos.

La industria petrolera, el motor del país, está destrozada, cotizada por sucesivas administraciones incapaces que han hecho colapsar su producción, hace tan solo a mediados de 2014 producíamos 3 millones de barriles día de petróleo y hoy, en este momento, producimos sólo 1,1 millón de barriles día ¡Hemos perdido 1,9 millones de barriles día!

Maduro tenía que cumplir su «vendetta» contra la empresa y sus trabajadores. El paso lento e increíble de una gandola de combustible que va rodando sobre los rines, sin cauchos es como un símbolo de la destrucción de la empresa. Hoy, los otrora orgullosos trabajadores petroleros, jóvenes, profesionales, han salido por miles de ella, del país. Otros cientos están presos, perseguidos o sustituidos por incondicionales a cualquiera de los grupos del madurismo. Ahora se ,

Se entregó el Arco Minero a las mismas transnacionales que Chávez expulsó del país. Se destrozan nuestras tierras indígenas, el ambiente, se envilece a nuestros pueblo, se entregan nuestros recursos mineros.

Se entrega el Gas de la Patria, el «Perla 3X», el «Mariscal Sucre», nuestros recursos naturales para la industrialización de hidrocarburos, para el desarrollo interno.

Entonces, ¿Quién traicionó a la Revolución Bolivariana?¿Quién enterró al Plan de la Patria?¿Quién traicionó la obra de Chávez?: ¡el Gobierno y sus apoyos políticos!

Si hablamos de lo social, lo cual es el centro y objeto de la Revolución Bolivariana: una tragedia.

Nadie se atreve a mostrar los números de la mortalidad infantil, del aumento de la pobreza, pobreza crítica, del «coeficiente de Gini». Un gobierno que no informa nada, sólo se miente, se manipula.

¿Dónde están las Misiones Sociales? Desmanteladas, inoperantes, desmovilizadas. Antes eran un hervidero de pueblo apasionado, movilizado, superándose. Ahora languidecen en un ministerio, se acabaron, el pueblo vuelve, derrotado, a los «ghettos» de donde una vez los sacó Chávez, la Revolución: otra vez, sin estudio, con trabajo ocasional, la delincuencia, la exclusión.

Hoy, en la Venezuela madurista, existe una terrible, gigantesca, desigualdad social, injusticia, inequidad. Estudios indican que nos aproximamos a una estructura social como la de la atribulada Haití: un 20 % de la población vive bien, pueden pagar, comprar, porque reciben divisas, tienen contratos, manejan dólares; mientras una inmensa mayoría, el 80%, «está pelando», se empobrece más y más, vive con severas limitaciones, privaciones de todo tipo y pasa horas y horas buscando alimentos, medicinas, sin poder pensar y hablar sino de eso.

El pueblo vive angustiado, resignado, los que pueden se van; lo hacen por millones, 2,3 millones según la ONU que es una organización mucho más seria que cualquier ministro o vocero del madurismo.

Entonces, ¿Quién ha traicionado al pueblo, a sus Misiones Sociales, a la reivindicación social y humana que Chávez les prometió, les dio?¿Quién traicionó el «Vivir bien» del pueblo?¿Quién traicionó la esencia de la Revolución Bolivariana?¿Quién es responsable de esta debacle social? Maduro, su gobierno y sus «incondicionales».

El gobierno traicionó y destruyó la obra de Chávez, de eso, no hay duda. Vendrán mil excusas, distracciones, pero el pueblo hace tiempo que dejó de ser pendejo. Todos saben, los obreros, en los barrios, los ministros, el PSUV, los campesinos, los jóvenes, hasta la oposición lo sabe. ¿Por qué no lo dicen, no dan un paso al frente?¿Es que acaso el chavismo era un «tigre de papel»?

Una razón de este silencio es el miedo, la otra es que el madurismo sigue usando, sin ningún rubor, la imagen del Comandante Chávez. Manipulan y golpean a la vez.

El gobierno ha instaurado un sistema de represión, coerción, miedo, persecución, que combina con la corrupción, el Clap, el Carnet de la Patria, los bonos. Tiene todo el control de los medios sociales, los tradicionales y las redes.

Actúan con crueldad, con violencia, toman rehenes, secuestran, el objetivo es neutralizar, castigar, sembrar el miedo, no les importan las leyes, ni la Constitución.

El madurismo es muy hábil en el pacto, el acuerdo a puertas cerradas, con la oposición, con los privados, con quien sea.

Todo lo compran, lo entregan, hacen con los recursos del Estado, con el patrimonio de los venezolanos lo que les parezca, no se sienten obligados a rendirle cuentas a nadie, no les importa.

El autoproclamado «protector del pueblo», «constructor de victorias», «protector del futuro», y no sé cuántos títulos más le harán falta, nos ha conducido a una estrepitosa derrota, ya no sólo al chavismo y al socialismo, sino a todo un país.

Hemos caído en un foso, un abismo, de donde costará salir. Estamos a la cola del mundo, hemos retrocedido décadas. Y eso hay que decirlo. Como decía el Comandante Chávez: para resolver un problema, hay que comenzar por reconocer que lo tenemos.

Nuestro problema, el problema del país, es Maduro y el madurismo como grupo de poder. Es un gobierno malo, autoritario y de derecha, que le propinó a este pueblo un «choque», un trauma, para que olvidaran a Chávez, para desmovilizarlo, para desesperanzarlo, borrar el sueño de una revolución posible, y sobre las ruinas de esta revolución traicionada por ellos mismos, entonces, edificar un nuevo acuerdo de convivencia, profundamente anti-nacional, dispuesto a entregar toda nuestra soberanía económica, para sobrevivir a su propio desastre y ser aceptados a nivel internacional.

La ética de este gobierno es tan distinta a la nuestra, a la de Chávez. Es una ética extraña, es la ética del desastre. Acusan, mienten y abusan del poder.

¡A Maduro salió quien lo defienda! ahora utiliza a sus partidos aliados, UNT y AD, para descalificarme y atacar al chavismo. Usa privados y testaferros para ocultar sus negocios, detrás de cada pedacito de patria que se entrega, hay un negocio. La Cancillería emite un comunicado para defender a los empresarios que suministran las «cajas Clap» desde México, nunca visto, en vez de solicitar información para investigar una denuncia tan grave. El Fiscal amenaza al que vuelva a hablar sobre la muerte de Albán, el que difiera de su versión de «suicidio» está «cometiendo un delito». Cosas del madurismo.

Esa es la verdad, que como decía Chávez, parafraseando a Artigas, «con ella ni ofendo, ni temo». Espero que no ofenda «sensibilidades», pero con lo que digo, no temo a nada.

Insisto, cada uno tiene que asumir sus responsabilidades, yo he asumido la mía, no es fácil enfrentarse políticamente a un gobierno intolerante y autoritario como el de Maduro. Permanentemente recibo ataques, amenazas contra mi familia, que «ahora irán contra ella», pero no puedo hacer más nada. Callar no es una opción. Esta tragedia no se tapa con tuiters, y no se sale de ella con miedo.

Es importante que el chavismo salga de su letargo, su parálisis emocional, su desmovilización. Maduro ha fracasado y no hay tiempo. La derecha no tiene elementos políticos para conducir al país, no puede hacerlo de manera pacífica. La guerra no es una opción.

El bloque histórico del chavismo, ese segmento con capacidad de movilización y conciencia, esos amplios sectores manipulados y que aguardan en silencio, deben entender que es ahora nuestro momento.

Así como se creó el chavismo, así se rescatará la Revolución Bolivariana traicionada por el madurismo, con Chávez, desde las bases, desde los espacios construidos por la revolución: sus partidos, el Poder Popular, las Misiones, Trabajadores, campesinos, militares, los jóvenes, profesionales, los que escucharon y trabajamos con el Comandante, en torno a sus ideas, sus postulados, desde los sectores revolucionarios, progresistas, patriotas; los que no quieren que a nuestro país lo sigan destrozando, entregando; todos los que queremos salir de este desastre e iniciar la reconstrucción de Venezuela. Con Chávez Siempre, ¡Venceremos!

Privatización y entrega de PDVSA

 

El pueblo de Venezuela esta viviendo la peor crisis económica y social de su historia. Maduro fracasó en la conducción de la economía. Lo que está haciendo este Gobierno va en dirección opuesta a lo que hizo el Presidente Chávez en materia petrolera y económica.

Golpe de timón

Si alguna cosa debemos reconocer como una autocrítica, de cara a lo que ha sido el desastre de la gestión del gobierno de Maduro, es que, desde el campo chavista, revolucionario, no supimos reaccionar a tiempo, no pudimos darnos cuenta de que éramos objeto de una gran manipulación con el tema de la lealtad a Chávez y la unidad ante el ataque de la derecha.

Ciertamente el madurismo ganó tiempo y avanzó en consolidar y cohesionar su grupo de poder. Cuando Chávez enfermó, ellos tenían un plan para tomar el poder, nosotros no. En nuestro caso trabajamos intensamente para sostener el país, mientras el Comandante luchaba por su vida.

Tarde entendimos la trampa, la forma de operar de esta nueva élite que controla el gobierno. Al principio, uno le achacaba el comportamiento errático en la conducción del gobierno al hecho, conocido entre todos los que éramos ministros de Chávez, que Maduro era extremadamente desordenado e improvisado.

Sin embargo, es experto en la triquiñuela política, en los pactos y acuerdos, en la maniobra baja, por eso restableció la política con «p» minúscula, tan adeca y tan suya a la vez, donde se mueve como «pez en el agua»; en la trampa, en la compra-venta de posiciones políticas y lealtades, así comenzó a desplazar a los cuadros chavistas del gobierno.

Lo que pasa es que para nosotros resulta difícil entender la acción y ejecutoria de este gobierno, porque actuamos con otras reglas, otra ética, otros valores y principios: los de Chávez, los del trabajo, la honestidad, la solidaridad, la justicia.

Nos equivocamos al creer que el madurismo se mantendría en los códigos y conductas que caracterizaron al Comandante Chávez. No lo hacen porque sencillamente son otra cosa, pero más importante que lo que son, es lo que quieren.

No podían ser consecuentes ni leales a Chávez, porque no quieren y no van a hacer una revolución, ni mucho menos a construir una sociedad socialista. Por eso Maduro, tal como Herodes, mata la Revolución Bolivariana. Ya no es más una revolución, ya no inspira a nadie, no emociona, no moviliza. Al contrario, se han ido más de dos millones de venezolanos, los jóvenes tratan de salir del país, desesperados, a un destino incierto.

La dura realidad es que tenemos un país mucho más desigual que nunca, un país empobrecido, un pueblo envilecido, una patria que se entrega.

Los números están allí, los hechos hablan por sí solos: es una tragedia del día a día, los que se quieran seguir engañando aferrados a un gobierno que no va a cambiar, entonces, al menos, no hablen en nombre del Comandante Chávez, porque le hacen un terrible daño al asociarlo a este desastre, lo desprestigian, lo matan una y otra vez, no lo dejan en paz.

Si tiene cola, cuatro patas, dos orejas y ladra, entonces es un perro, ya veremos qué clase de perro es: inteligente, bruto, que muerde, que juega, pero perro es.

Si el trabajo no vale nada; si predomina el interés del capital; si el pueblo es más pobre y los ricos más ricos; si el sueldo no vale nada; si no se crea trabajo; si el pueblo no tiene comida, ni medicinas, ni seguridad; si se entrega el Arco Minero; si se privatiza PDVSA; si se entrega el petróleo, el gas; si se invita a las transnacionales a sustituir lo que antes hacíamos los venezolanos, si se cree que la burguesía es revolucionaria, entonces, éste es un gobierno de derecha. Ahora veamos de qué tipo: un mal gobierno, mala gestión, improvisado, intolerante, autoritario, represivo. Pero es un gobierno de derecha y muerde.

Ahora que no me vengan los maduristas con que recibir una ¨Caja Clap¨ es socialismo: eso ya lo hacían los adecos; no me vengan con que el «Carnet de la Patria» para recibir beneficios es socialismo, eso ya lo hacían AD-Copei, el carnet del partido abría todas las puertas. Entonces, ¿qué cosa diferencia a este gobierno de los gobiernos de la IV República? Nada.

Ahora también se privatiza PDVSA, al igual que lo hizo la «Apertura Petrolera» de la IV República, donde, por lo menos, hacían un concurso abierto de empresas y se conocían los acuerdos. Ahora, ni eso.

Se entrega el petróleo a través de los «Contratos de Servicios Petroleros», como antes se hizo en la «Apertura Petrolera» con los «Convenios Operativos», donde al menos se hacían rondas de licitación y participaban empresas petroleras de reconocida trayectoria, no empresas de maletín establecidas en Panamá y desconocidas por la industria.

Ahora se entrega el Gas de la Patria, se entrega a empresas europeas y rusas, también lo hizo la «Apertura Petrolera», con el «Proyecto Cristóbal Colón».

Ahora se entrega el oro del «Arco Minero» a las transnacionales y sus socios de la nueva burguesía madurista , al igual que lo hacía la CVG en la IV República al ¨adecaje¨ que estaba allí instalado y a sus socios internacionales.

En Venezuela se instaló un gobierno de derecha, el madurismo, que se ha venido deslizando, en un «golpe de timón», pero a la derecha. Era lo que siempre se hablaba del chavismo sin Chávez, lo que se ha expresado es la «derecha endógena», lo que se ha nucleado en torno al gobierno de Nicolás Maduro.

En la lucha por el poder ahora no se confrontan dos modelos: el de la Patria y la anti-patria, como estaba planteado en tiempos del Comandante Chávez. Ahora la lucha o la puja es por un reacomodo entre el madurismo con su burguesía emergente y la oposición tradicional con sus intereses económicos de siempre.

La derecha emergente, el madurismo, ahora pugna por obtener el reconocimiento imperial, se disputan y buscan ser aceptados por los poderes fácticos en el continente, saben que sin ello, no tienen largo aliento. Le proponen a los centros de poder mundial un nuevo arreglo de convivencia en el país.

Lo que sucede es que éste es un gobierno, tan, pero tan malo, tan peligroso, tan inconsistente, que no genera confianza en los poderes mundiales, no los quieren. Seguirán enviando «voceros», «señales», invitando transnacionales, entregando la Patria, pero aún así, no los van a aceptar.

El problema del madurismo, de los que traicionan, es que tienen que mantener un discurso que «asusta», porque usan a Chávez para manipular a la base social y política acumulada en más de diez años de revolución, pero, por otro lado, tienen que mandar «señales y mensajes» a la derecha, con voceros y rostros, desprestigiados y, ciertamente, sin mucho talento. No tienen definiciones políticas, terminan sin ser «ni chicha, ni limonada», terminan desdibujados.

En este período el gran derrotado ha sido el chavismo, el socialismo. El madurismo nos ha provocado una estruendosa derrota, una derrota estratégica, ha hecho a un lado todos los elementos que caracterizaban la propuesta chavista y Bolivariana: la Constitución Bolivariana, la democracia participativa y protagónica, el control sobre nuestros recursos naturales, sobre el petróleo, sobre el gas, el control de PDVSA, las Misiones Sociales, los injertos socialistas, el Poder Popular, las garantías sociales, la soberanía, el Plan de la Patria.

Todo esto se desvaneció ante los ojos de un pueblo manipulado e incrédulo que todo lo prometido por Chávez, sencillamente ya no será, nadie se los ha dicho, para ya el pueblo lo sabe, en lo íntimo de su corazón, de su pasión que se enfría, de desengaño en desengaño, de promesa en promesa, de cola en cola.

Se desvaneció ante el silencio incomprensible de hombres y mujeres a los que el Comandante Chávez confió el futuro de la Revolución Bolivariana. Las armas de la República no fueron capaces de defender nuestras conquistas políticas y sociales. Defender el legado de Chávez.

El propósito, la naturaleza del madurismo, sus objetivos políticos y económicos, por supuesto que no podían mantener la ética y la conducta del Comandante Chávez.

Este cambio que se ha venido produciendo de una manera tan brutal que parece mentira, tiene sin embargo su más clara expresión en la ética del desastre y en el manejo de las instituciones del Estado Bolivariano, de sus leyes, de la Constitución.

Que nadie se equivoque, no se trata del desarrollo de una «táctica» o «astucia» política para derrotar la violencia, de un exceso, de una incontinencia, de un descontrol puntual, de un error. Lo que tenemos hoy día en el país es la situación que la derecha madurista ha creado para sepultar al chavismo, la voluntad de combate del pueblo y en medio del caos, imponer un nuevo acuerdo.

Ante la ausencia de un Pinochet o una Junta Golpista como la de Videla, el madurismo se impone al país sobre las cenizas del chavismo, las ruinas de su proyecto, le han provocado al pueblo un choque, en su vida diaria, su autoestima, lo han desarmado ideológicamente, lo han desmovilizado, lo han hecho padecer tanto, al punto que ya no le interesa nada, que destruyan a Chávez, que entreguen su conciencia.

A este punto de la desesperación y las penurias del país, ¿a quién diablos le importa el socialismo? ¿el Plan de la Patria? ¿la soberanía? ¿PDVSA? A nadie, la gente sale como puede, pide una intervención extranjera o sencillamente se entregan, se adaptan a la realidad de la cola, la penuria, la ¨Caja Clap¨, el ¨carnet de la patria¨; que Maduro haga lo que quiera, la desesperanza. El daño es profundo, han matado la esperanza del pueblo, las posibilidades de un futuro pleno de desarrollo y justicia social.

El madurismo ha traficado con la miseria, las necesidades, ha «bachaqueado» la conciencia del pueblo. El ciudadano dejó a un lado las razones sagradas para la lucha, el altruismo, la solidaridad. Ahora se salva quien pueda.

Si nosotros hemos sido ingenuos por ejercer la política desde una ética y una perspectiva distinta a la del «pranato obeso», también lo fue el Presidente Chávez. Jamás se imaginó que su obra, su Constitución y sus leyes iban a ser barridas como ahora, que el PSUV enarbolara la triste consigna del IV Congreso de «lo que diga Maduro».

La ética, la política, el nuevo acuerdo de convivencia que impone el madurismo para sostenerse, contrasta radicalmente con el ejemplo de Chávez, su conducta.

Jamás vimos al Comandante Chávez en extravagantes y suculentas cenas, «jugando con la sal», haciendo burlas y chistes malos, mientras los niños comen lo que pueden. Jamás lo vimos disfrazado de «Sultán», ni diciendo incoherencias en sus discursos, ni bailando salsa como respuesta a los momentos duros, ni montado en un columpio, ni escuchamos discursos plagados de errores, característicos del que no estudia ¡nunca!

Pero ahora éste es el modelo, el ejemplo que se impone, la imagen del madurismo. Si ésto sucede en la cabeza visible, ¿cómo diablos estará todo hacia abajo?

Tampoco vimos al Comandante Chávez haciendo crueldades, estimulando la injusticia, el atropello. Era demasiado respetuoso de la persona, independientemente de su condición social, política, económica, de las leyes, de las instituciones.

En doce años de intenso trabajo a su lado, como Ministro de Petróleo, Presidente de PDVSA y compañero de luchas, jamás lo vi levantar el teléfono para que los cuerpos de seguridad del Estado, hicieran algo al margen de la ley, ni algo a favor de ningún grupo de poder.

Chávez era un jefe muy estricto en el manejo de la cosa pública, era muy acucioso con el manejo de los los recursos del Estado y, en general, con el manejo del gobierno. Los números tenían que cuadrar con rigor y los cotejaba con sus otros ministros. Si tenía duda de algo, había que explicarle todo en detalle. No era ningun improvisado.

Era muy estricto, jamás mentía al país con respecto a nada, menos con respecto al petróleo, él sabía lo importante que eso era para la economía y estabilidad del país. Si nuestra producción tenía problemas, se lo decía, lo discutíamos; si bajábamos diez mil barriles día, eso era un problema, se convocaba a reunión con la Junta Directiva y se buscaba solución, no aceptaba excusas de ningún tipo. Pero escuchaba, estudiaba, se interesaba en comprender, no evadía ninguna situación.

No quiero imaginar lo que Chávez haría con Maduro y la actual Junta Directiva de PDVSA, si estuviese entre nosotros y se enterara que en estos cuatro años de gestión madurista, la producción ha caído ¡dos millones de barriles día! A Chávez no le podría venir Maduro con excusas, «que si fulanito», «que si la corrupción», «que si la conspiración», ya estuviese destituido e investigado.

El Presidente Chávez siempre acató la ley, la Constitución y tenía la ética y honestidad como principios de actuación. Siempre rendía cuentas al país, se dejaba interpelar por el pueblo, sin atropellar al interpelador, sin abusar de su poder como Jefe de Estado. Así se ganó la autoridad entre nosotros y el pueblo, con el ejemplo; nunca con base en el miedo o el autoritarismo.

El gobierno de Maduro va en dirección absolutamente contraria, no sólo en lo económico y político, con su «golpe de timón»hacia la derecha, sino también en lo relativo a la institucionalidad, la separación de poderes, la rendición de cuentas, el respeto al ordenamiento jurídico y constitucional. Lo hace precisamente porque es el andamiaje institucional de la Revolución Bolivariana, Maduro no puede convivir con ella, lo aprisiona, le estorba.

No me referiré a la sistemática violación de la Constitución y las leyes en el ámbito petrolero y minero, ni al decreto 3.368, el decreto de la entrega, ni a la desaparición de la democracia participativa y protagónica, sino a lo que es tal vez la expresión más cruel del comportamiento del madurismo: el manejo de la justicia como mecanismo de persecución política; la «judicialización de la política» a través de la actuación de la Fiscalía y los Cuerpos de Seguridad del Estado.

Maduro necesita de un gobierno despótico, autoritario, es la naturaleza de la vía que han escogido para imponer su modelo sobre las cenizas del país, es el control que necesitan para avanzar en su esquema de «tierra arrasada», política de choque en lo económico, social y político.

Para ello necesita una Fiscalía que persiga y condene. Un Poder Judicial bajo su control que dicte sentencias arregladas, a pedido. Unos Cuerpos de Seguridad del Estado incondicionales al madurismo, que responden a grupos, incluso económicos, que actúan con impunidad.

Cualquiera puede ser víctima de un abuso policial o de la Fiscalía, a cualquiera le destrozan la vida, todo se vale en este gobierno donde nada importa, donde se violan permanentemente los Derechos Humanos Fundamentales de los ciudadanos.

Comenzando con los terribles hechos de violencia de los años 2014 y 2016, donde el «Comité de Víctimas de las Guarimbas» todavía espera la justicia prometida por el madurismo, los más de 130 venezolanos muertos por arma de fuego, contusiones, quemados vivos, linchados. Toda esa «justicia» fue negociada en el último «pacto» o acuerdo con la oposición.

La violación a los Derechos Humanos Fundamentales es una situación a la que están expuestos tanto los de oposición, como los chavistas, los militares y los trabajadores, los dirigentes obreros, los campesinos. Venezuela ahora es un país del miedo, de las grabaciones, allanamientos, secuestros, rehenes, suicidios, atropellos.

Todos hablan en voz baja, nadie escribe mensajes telefónicos, todos usan seudónimos. Ante el ejercicio abusivo de algún político, funcionario público o policial, todos callan, ¿a dónde recurrir? ¿quién denuncia? ¿quién se atreve? El gobierno quiere controlarlo todo.

Ahora, al salir del país, una funcionaria se te parará al lado para hacerte las preguntas más inverosímiles, la Guardia Nacional ¨pasará raqueta¨ cuando sales o entras, y todos responden sumisos, nadie dice nada, todos tienen miedo.

Los abusos son muchos y de toda índole, desde «el cometa rojo»,hasta más de cien gerentes y trabajadores de PDVSA presos, vilipendiados y expuestos públicamente sus nombres, rostros y reputación, sin derecho a la defensa.

Hay detenidos, hombres o mujeres, inocentes, pero retenidos sin derecho ni siquiera a presentarse en la primera audiencia, hasta que ceden a inculparse de un delito que no existe; niños retenidos para que el padre se entregue; madres retenidas para que se entregue el hijo; secuestro de familiares como medio de presión contra quien persiguen.

A otros, sobre todo a los chavistas, militares o petroleros, los mantienen secuestrados a sabiendas de que su condición de salud es frágil y grave, no importa que tenga cáncer, o haya sido operado a corazón abierto.

Los chavistas no entran en la «gracia», ni liberaciones, ni acuerdos del madurismo, a favor de la oposición. Resulta extraño que el gobierno le tema más a los chavistas sueltos que a la oposición en la calle, por más violenta que sea, e independientemente de los crímenes que se les imputan.

A muchos los mantienen retenidos o secuestrados, a pesar de ser titulares de una boleta de excarcelación emitida por el juez que lleva la causa, en unas condiciones terribles de maltrato, aislamiento, hacinamiento y en franca violación del artículo 26 de la Constitución.

Otros y otras son retenidos durante más de cinco años, en las peores condiciones de maltrato y aislamiento, sin que todavía les indiquen de qué se les acusa. Sus hogares son violentados, confiscados, robados, el SEBIN se queda con sus casas, en contravención, entre otros, del artículo 47de la Constitución.

Muchos más son presos de Maduro, o de «fulano o fulana», no salen, estarán allí hasta que Maduro quiera.

Y si algún juez se atreve a aplicar la ley, y es ésta distinta a tal voluntad de Maduro, el mismo también será apresado, secuestrado y correrá la misma suerte. El juez también tiene miedo.

Este ambiente de miedo generalizado nunca lo sufrimos con el gobierno del Presidente Chávez. Hoy estamos ante la presencia de métodos de represión política extraños a nuestra cultura, a nuestra idiosincrasia, es una mezcla extraña de violencia y premio. Se trabaja con lo que llaman los expertos el «cerebro reptiliano».

Revisando un artículo de Rafael Castro, titulado «La muerte de prisioneros (alto voltaje)», me encuentro con el relato de un hecho que mi padre me contaba, en nuestras conversaciones sobre el período de la «guerra», como él la llamaba: «En 1962, el militante comunista José Gregorio Rodríguez cayó al vacío desde un piso superior en el edificio las Brisas en los Chaguaramos, sede de la Dirección General de Policía (Digepol). Efectivamente ese lugar de donde supuestamente se lanzó este militante comunista era un sitio de tormento, que unos cuantos venezolanos conocimos y que recordamos que había un ventanal que pisos más abajo daba a un estacionamiento. La muerte de este prisionero fue debatida por el Congreso de la República, pero hasta el sol de hoy la tesis gubernamental del ‘suicidio’, no prosperó, por la atmósfera represiva de entonces.»

Me preocupa y repudio lo que ha pasado con el concejal de oposición Fernando Albán, su muerte no esclarecida, rodeada de misterio, no sólo porque siempre he condenado la muerte del ser humano, o la violación de sus derechos fundamentales, sean de la posición política que sea, sino porque el artículo 43 de la Constitución establece que «el Estado protegerá la vida de las personas que se encuentran privadas de su libertad, …, o sometidas a su autoridad en cualquier forma».

El gobierno es responsable de la vida del prisionero, pero se repite la historia, nunca será la misma, pero preocupa que no es el primer «suicidio» en prisiones políticas del madurismo.

El Fiscal, triste poeta, se apresura a dar una versión de los hechos y afirmar que fue «suicidio», para, al día siguiente insistir en el «suicidio», pero ahora, con una versión de los hechos, completamente distinta, poco creíble. Este señor se ahoga en sus contradicciones.

Las altas autoridades del gobierno, es decir, el presidente o vicepresidente, no dicen nada, ignoran de manera deliberada el hecho. El gobierno no da una respuesta.

Los otrora defensores de los Derechos Humanos, los que ganaron prestigio denunciando los abusos y crímenes de la IV República, ahora guarden silencio. No hay ni siquiera una solicitud de investigación, una renuncia digna. Nada.

El ministro de interior indica que «van a investigar», es decir, el ministerio investiga a sus propios funcionarios. No hay nadie detenido, como suele hacerse contra los de PDVSA a la más mínima sospecha de cualquier cosa o incluso, de nada.

Todo se convierte en un manejo mediático: ahora, el gobierno para «calmar» a la oposición o tratar de desviar la atención del «suicidio», tapar la realidad, que se ha convertido en una práctica extendida del aparato de propaganda del gobierno, entonces decide «liberar y desterrar» a un prominente miembro de la oposición violenta. Así como lo metieron preso, así lo sacan.

Los presos o secuestrados políticos son rehenes que seguirán retenidos hasta que alguien «más arriba» diga lo contrario. Son objeto de negociación, de maniobra propagandística, de ensañamientos personales, o de extorsión. Allí se quedarán, hasta que «fulano o zutano», «fulana o zutana» quiera.

¡Que desastre! Hay que dar la pelea porque la crisis es profunda y en todos los órdenes, en un terrible «golpe de timón»,pero a la derecha. Donde hay escasez de todo, pero lo más grave, es la escasez de dignidad, de humanidad.

Tenemos la responsabilidad de conformar una opción distinta a este desastre, ellos nos temen, nos persiguen, porque nosotros los desenmascaramos. Lo seguiremos haciendo hasta recuperar el estado de libertades políticas que nos han arrebatado, las garantías que establece nuestra Constitución por la que luchamos tanto, por el programa Bolivariano, por el sueño, la Patria, que movilizó y que tanto costó a este pueblo. Con Chávez Siempre ¡Venceremos!

El Cometa Rojo, el sueño por la reivindicación del pueblo

Por: Rafael Ramírez Carreño | Domingo, 16/09/2018 03:47 AM | Versión para imprimir

Estaba haciendo una revisión de materiales y videos para los trabajos que estoy haciendo para difundir el pensamiento político y la acción del Presidente Chávez, cuando me conseguí un video que no correspondía a su época. Era un video de 2015, y su contenido no deja de sorprenderme aún, nos deja una lección a todo el país y al Chavismo o lo que queda de él.

El video fue tomado presumiblemente en Apure, donde un grupo de guardias nacionales y policías, dirigidos por un arrogante oficial, tratan de someter, no se indica la razón, a un llanero afrodescendiente. La primera impresión que uno tiene es que se trata de algún episodio de represión en el campo durante la IV República. Después de indagar un poco, y sobre todo por los argumentos del campesino, rápidamente se cae en cuenta de que efectivamente es un episodio de represión en el campo, pero durante este gobierno de Maduro. Es increíble la similitud de la actuación y la actitud del oficial de la Guardia Nacional en el video, con lo que era la práctica extendida de este cuerpo durante la IV República.

La diferencia la hace el pueblo, en este caso el campesino agredido, un hombre joven, humilde y provisto de los argumentos que le dio el Comandante Chávez al Pueblo. Este hombre que se batía con valor, y al que los guardias y policías no podían someter a pesar de las órdenes y la alteración del oficial, quien lo amenazaba con pegarle un tiro, exigía respeto, que no lo atropellaran, se zafaba, hacía fuerza, corría, discutía, no agredía a nadie, en ningún momento se amilanó, lo que reflejaba un orgullo propio del que tiene convicciones.

En algún momento más de cinco funcionarios lo logran tirar al suelo, a la tierra, para tratar de amarrarlo con un cable, uno de ellos le coloca la bota militar en el cuello, y pareciera que van a poder controlar a aquel hombre que se negaba a ser vejado por la «autoridad» ofendida por la actitud rebelde del negro. Este logró ponerse nuevamente de pie y el oficial ordena esposarlo, a lo que el hombre se resiste, argumentando que «él no era ningún delincuente». El oficial ordenó que lo volvieran a tirar al piso, mientras le repetía y amenazaba porque «se la tiraba de arrecho». Era precisamente eso lo que más molestaba al oficial Guardia Nacional.

Es en ese momento, cuando el hombre sometido en el piso por los funcionarios, como si a través de él estuviese hablando el mismísimo Comandante Chávez, o Florentino en la sabana, le dijo con voz premonitoria al oficial, «… debería darles vergüenza, debería, como funcionario policial … locos se volvieron ustedes, … ¿tu crees que eres autoridad? pero Dios sabe… ¿quiere que le diga una cosa comandante? … mira yo tuve un sueño, yo tuve un sueño, y en el sueño que tuve, …me soñé que miré un cometa rojo grande y estaba bien elevado, ¿oíste?, y estaba bien elevado, y yo llegué y miré el cometa y dije na’guevonada,… mira como tratan al campesino, … al mismo pueblo que formó Chávez, vengan ustedes a atropellarlo, pero no se preocupe que esto empezó y todavía no ha terminado…»

El hombre, ya amarrado, sigue exigiendo respeto, de repente comienzan a llegar campesinos, reclamando, en particular una mujer lo hacía de manera muy aguerrida e indignada, mientras la guardia trata de llevarse al detenido. De entre los gritos y la discusión se escuchan voces que dicen «… ¿este es el legado de Chávez?… ¿este es el socialismo? …»la discusión se acaloró tanto, y llegaron tantos campesinos, uno con una bandera nacional, muchos con palos en la mano, que el oficial y sus funcionarios fueron desbordados: el campesino detenido logra zafarse y el video sigue captando la refriega, hasta que alguien impide que continúe y se acaba.

El problema es orgánico, el problema es la actitud del oficial de la Guardia Nacional, del componente militar, que refleja que en el país hay un acelerado proceso de desmontaje de la Revolución Bolivariana, su ética y conducta, que acompaña al acelerado proceso de restauración de la hegemonía del capitalismo, no solo en lo económico (que ya es más que evidente con el paquetazo de Maduro, la entrega del petróleo, gas y la privatización de PDVSA) y social, sino en su ética y conducta. Es decir, retrocedimos como sociedad.

Estos hechos no son aislados, se trata de un fenómeno que se expresa permanentemente en la vida cotidiana, la verdadera tragedia diaria del ciudadano para mal vivir actualmente. Nuestro pueblo, el ser humano, no es el centro, ni el objeto de protección del gobierno madurista, nunca lo fue, a diferencia de la Revolución Bolivariana, del gobierno del Presidente Chávez, donde su amor al pueblo y su orientación profundamente humana y revolucionaria jamás permitió que nadie atropellara a los ciudadanos, los humildes, fuera militar, civil, juez, político o de «gran apellido».

Existe una correlación directa entre el bandazo a la derecha del gobierno y el maltrato al pueblo. La restauración capitalista salvaje, que sucede en el país, necesita imponer al pueblo duras condiciones de vida, desmejorarlo en todos los sentidos y reprimir cuando se oponga a ello.

Ese campesino atropellado por la Guardia Nacional que vemos en el video, desde el piso, ya amarrado con un cable, le da una lección de ética, valor y coherencia a buena parte de la dirección política del país, sindicatos maduristas y partidos que se proclaman revolucionarios, quienes guardan silencio, miran hacia otro lado o sencillamente ya no les importa el sufrimiento del pueblo.

El acento antipopular y represivo del gobierno se expresa en la manera en que abandonaron al Pueblo a su suerte, en medio de la profunda crisis que genera la restauración de la hegemonía capitalista en el país.

Recordando el libro de Orlando Araujo «La Violencia en Venezuela», entendemos que, así como durante los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, durante el gobierno madurista el pueblo es objeto de violencia diaria, impuesta por distintos métodos, desde el chantaje y el control social, hasta la abierta represión. Se ha llevado al pueblo a un tipo de vida que era impensable hace tan solo cinco años atrás.

Primero se ha sometido al pueblo a la angustia y al sufrimiento del desabastecimiento, largas, interminables colas para obtener alguno que otro producto; imposibilidad de adquirir alimentos y medicamentos. Luego se le ha sometido al escarnio de estar detrás de una caja Clap con productos insuficientes, de mala calidad. Se le somete a las consecuencias del colapso de las empresas prestadoras de servicios públicos esenciales, como el agua y la electricidad, largos apagones, prolongadas sequías, todo racionado. El transporte público colapsó, así como muchos medios de transporte terrestre, incluyendo el metro y el tren a los valles del Tuy. El pueblo se desplaza como puede, hasta en camiones que son utilizados para transporte de animales, lo que llaman «las perreras». El pueblo es azotado, ante la ausencia o complicidad de los organismos responsables, por todo tipo de anti sociales: malandros, pranes, secuestradores, «bachaqueros», contrabandistas y «matraqueros».

Luego de cinco años de esta acumulación de calamidades, ahora el gobierno decide cargar el peso de sus errores e inconsecuencia otra vez al pueblo, ahora con la imposición de un paquetazo neoliberal y su meta de «déficit cero»: una hiperinflación que se proyecta a fin de año en 1.000.000%, una mega devaluación donde el gobierno pasó de un cambio de 6 Bs por dólar a 93 millones de Bs por dólar, pero para terminar de enredar las cosas, que se puedan manejar las cifras, suministrar efectivo y disminuir el impacto de las cifras en el publico, se le quitan cinco ceros, así, de la nada, y se proclama un nuevo cono monetario, el «Bolívar Soberano». Se decreta un aumento de salario mínimo que, producto de la devaluación desde los anuncios del paquetazo, apenas el pasado 17 de agosto, está otra vez rondando los 2 dólares mensuales, que terminaron de sepultar las posibilidades de vivir del salario para los trabajadores que llevan cinco años empobreciéndose por el proceso de mega devaluación e hiperinflación.

Pero, además, el gobierno decide que los empleados públicos tendrán un solo salario, no importa si estas menos o mas preparado, si eres profesional o no, se eliminan de un solo plumazo los beneficios alcanzados por los trabajadores en toda una historia de lucha sindical. Se nivela hacia abajo, es decir, se sigue violando la Constitución, en este caso el carácter de progresividad de los derechos y conquistas laborales y, como si esto no fuera suficientemente grave, se viola la Ley Orgánica del trabajo promulgada por el Comandante Chávez, en uno de sus últimos actos oficiales.

Por otra parte, se impone al país, el pago de la gasolina al precio internacional, el mismo que pagan los habitantes de los países industrializados, donde el sueldo mínimo mensual, no es de 2 dólares, sino entre 1.500 y 2.000 dólares. Se sube el IVA del 14 al 16%, el impuesto más regresivo que existe, sube la unidad tributaria, mientras se decreta una «exención» de impuestos a las empresas petroleras, incluidas las transnacionales.

Tal vez la violencia que más daño hace al pueblo es cuando, en medio de este cuadro de angustia y caos, se demuele y erosiona constantemente la autoestima del ciudadano, esa del campesino luchando para no ser atropellado por la Guardia Nacional, se envilece al ciudadano, se destruye la conciencia y el carácter rebelde alcanzado por el Pueblo movilizado con Chávez. Al ciudadano se le lleva al extremo de la necesidad y la penuria, para luego ponerlo a correr por una caja Clap, por obtener un «carnet de la patria», que responde más a una filiación política que a ningún instrumento de subsidios. Se obliga al pueblo a sacarse el carnet si es que quiere recibir cualquier beneficio o dádiva. Por poco que sea, la gente lo necesita porque está al borde de la desesperación. Si no tienes el carnet de la patria, prácticamente no tienes derechos de ningún tipo: ni al pago de pensión, ni al pago de bonos, ni al aumento de sueldo, ni al subsidio del precio de la gasolina ante la monstruosidad de su aumento.

Por supuesto, cuando esto no es suficiente para contener la molestia generalizada, se recurre a la violencia abierta contra cualquier protesta o contra los pocos dirigentes políticos o militares que se atreven a acompañar al pueblo.

Se recurre al uso de la GNB y a la policía para reprimir, así como se hacía en la IV República. No voy a mencionar los tristes y sangrientos episodios del 2017, pues en los mismos intervinieron muchos factores y elementos políticos que desataron la extrema violencia que vimos en las calles. Pero si se debe mencionar el uso permanente de las fuerzas represivas para abortar cualquier protesta genuina de los sectores populares o gremios. Ahora se «gasea» a quien sea: jubilados, enfermeras, campesinos, vecinos, etc. Además de las detenciones por razones políticas de una cantidad indeterminada de dirigentes sindicales, obreros, trabajadores de todos los sectores y militares.

Probablemente el reflejo más grave de este maltrato contra el pueblo, son los 2,3 millones de venezolanos, reportados por la ONU, jóvenes y humildes que han , lo hacen a pie y en autobús desesperados por la situación agobiante, inaguantable que existe en el país.Los voceros del pranato madurista los insultan, descalifican y simulan ignorar el hecho, construyendo su «realidad» de «twiters», que solo existe para las nuevas élites en el poder.

Para abordar esta realidad hay que querer verla. Muchos dirigentes políticos del campo revolucionario tienen la tendencia, me imagino que auto complaciente o evasiva, de negar la situación, mirar a otro lado,  pues. No es la primera vez que esto sucede en la historia política del mundo. Así fue en el surgimiento de las peores experiencias totalitarias: a través de la represión selectiva, brutal, se imponen el miedo y la, cuando se está fomentando un ambiente propicio para el surgimiento del fascismo, o para decirlo de otra forma, tener el comportamiento represivo típico de los gobiernos de élites, de derecha latinoamericanos.

Para los que todavía se niegan a aceptar este cambio cualitativo de las cosas, los que insisten en no querer ver, entonces solo pregúntense: ¿hubiese dejado el Comandante Chávez que algo así pasara? ¿él qué habría hecho? Recuerden: ¿alguna vez Chávez hizo algo así? ¿habría volado por los aires a un opositor con un cohete, así estuviese armado? ¿habría permitido que la Guardia Nacional atropellara a los campesinos o los trabajadores? ¿hubiese metido preso a Rodríguez Torres y a cientos de oficiales militares? ¿Chávez me habría perseguido, me hubiese ofendido y acusado de manera cobarde, sin darme ni siquiera el derecho a la defensa? ¿hubiese Chávez destruído a PDVSA y repartir su Junta Directiva entre facciones políticas? ¿habría privatizado PDVSA o entregado el Arco Minero? ¿hubiese entregado el Gas de la Patria, la Faja Petrolífera del Orinoco? No. La respuesta es NO, y quien diga lo contrario mentiría sobre el Comandante.

El pueblo, como gritan los campesinos del video, sabe que Chávez no hubiese hecho, ni hubiese permitido nada de esto. Un amigo Comandante Bolivariano y Chavista, de los Jefes de las rebeliones militares de 1992, me dijo un día: «Rafa por menos de esto nosotros dimos un golpe de Estado».

Mientras el pueblo está solo en su padecimiento, en sus problemas, mientras siguen desmantelando las instancias de inclusión y democracia protagónica y participativa, el gobierno avanza en la entrega de la Patria y en la imposición del paquetazo de Maduro. Lo hacen ya, ni siquiera sin cuidar las formas, con la prepotencia e impunidad del que siente que no tiene que rendirle cuentas a nadie, del que se siente «sobrao», como el oficial de la Guardia Nacional del.

La entrega

Maduro va a China, de manera apresurada, a firmar nuevos compromisos en el sector petrolero, que no se atreven a revelar, porque sigue la privatización de PDVSA, el remate de los activos de todos los venezolanos. Es como la entrega de los campos petroleros a las empresas privadas o la entrega del gas de la Patria a las trasnacionales que operan en Trinidad y Tobago: todo se hace de espaldas al país, sin dar razones ni explicarle a nadie.

Entre los anuncios que hace el gobierno desde China (algo tiene que decir) se menciona que se recibieron una cantidad indeterminada de millones de dólares y se «firmó» la venta de más del 9,9% de participación de PDVSA en la empresa mixta PetroSinovensa. Es decir, no es que China nos está dando una línea de crédito o un préstamo, no, lo que está sucediendo es que Maduro sigue privatizando PDVSA. Desprenderse de participación accionaria en PetroSinovensa no es más que una venta de PDVSA a la CNPC de China. ¡Es su privatización!, por eso los chinos dan recursos, porque pagaron por la compra de su pedazo de PDVSA.

Todo esto es ilegal, no se consulta a la Asamblea Nacional, ni a la Asamblea Nacional Constituyente, ni a nadie, no les importa, no se informa sobre los términos, condiciones o los montos. Se llevan por delante nuestra Ley Orgánica de Hidrocarburos, la Constitución y a Chávez con su oposición radical, hecha a viva voz, a la privatización, de cualquier forma y de cualquier filial de PDVSA.

Por eso comparto el sueño de ese campesino, a través del cual nos habla el Pueblo, los humildes, nos habla Chávez: «un cometa Rojo grande, muy alto, esto ya comenzó». Tenemos que darle un «parao» al madurismo antes de que siga entregando al país, su soberanía, vendida al mejor postor y acabando con nuestra revolución.

Si la dirigencia chavista, o los partidos revolucionarios, no quieren asumir su responsabilidad, entonces harán el triste papel de ser el soporte político de la nueva élite, del nuevo pacto entreguista de la Patria y restauradora del pasado, que se ha entronizado en el poder. El pueblo les pasar por encima. Estoy irreductible e irrefutablemente con el pueblo, entre el campesino y el Guardia Nacional, estoy con el campesino. Entre Chávez y Maduro, estoy con Chávez. Con Chávez siempre, ¡Venceremos ¡

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