He recibido y leído con mucho interés, la Carta abierta de los trabajadores petroleros a Rafael Ramírez que me dirigieran e hicieran pública un grupo de compañeros trabajadores petroleros agrupados en los «Comités Resteados con Chávez». Es un texto que invito a revisar a los trabajadores de todo el país. Agradezco sinceramente, las expresiones de apoyo y solidaridad hacia mi persona, y sobre todo, a la posición que mantengo en el ámbito político de lealtad al ideario revolucionario del Comandante Chávez.
Hacen los trabajadores un conjunto de afirmaciones y reflexiones críticas muy importantes, con respecto a lo que hoy día está sucediendo con nuestra principal industria, y en el país, como un todo. Es un documento que refleja conciencia y valor, pues, todos sabemos el riesgo que implica, en tiempos del madurismo, expresar cualquier crítica o posición revolucionaria en el país.
Les digo queridos compañer@s que cuentan conmigo, siempre lo podrán hacer, para la tarea, titánica, épica de reconstruir nuestra empresa y al país, la obra de la revolución, revisar y avanzar devolviendo al pueblo trabajador, el protagonismo en la conducción de los destinos de la Patria.
Saben bien, porque lo mismo sucede en PDVSA, que soy objeto de persecución política por parte del madurismo, que ha abusado del poder y utilizado a sus voceros, medios de comunicación, y a la Fiscalía, en una miserable «vendetta» en persecución de revolucionarios.
Se me ha acusado, sin presentar ni una sola prueba, sin darme la oportunidad de defenderme, se me ha vilipendiado, se ha ofendido mi nombre y reputación junto al de los trabajadores de PDVSA, se me ha amenazado de ser un prisionero más del madurismo, por haber denunciado y roto con él, con este gobierno, y sobre todo, por asumir la defensa de la obra del Comandante Chávez, orientar con la palabra (que es la única posibilidad que tengo en este momento), y trabajar en todo lo que hay que hacer para reconstruir el país.
Los ataques y el odio de la derecha en mi contra y contra la obra petrolera de Chávez, se han quedado cortos ante el odio y la persecución del madurismo en contra de la Nueva PDVSA, la Roja Rojita y sus trabajadores. Para nosotros hace bastante tiempo que cayó el gobierno de Chávez.
No podía guardar silencio, no podemos guardar silencio, ante lo que está sucediendo, ante la tragedia que vive nuestro pueblo a diario. En estos momentos, el cálculo y la «prudencia», rayan en complicidad, en aprobación.
Pase lo que pase, hay que actuar, hacerlo de manera coordinada, precisa: movilizar al pueblo, al Chavismo, para que salgamos de este inmenso fraude, romper el chantaje de los que se han apropiado del legado de nuestro Comandante, despojándolo de todo su contenido revolucionario, para, en su nombre, ser verdugo de su propio pueblo, de su esperanza.
Pero también me atacan y persiguen, nos persiguen, porque ellos saben que destrozaron PDVSA, que se les fue de las manos, y con ella, las posibilidades de gobernar la economía; por lo que necesitan una «cabeza de turco», alguien a quien culpar por su irresponsabilidad e improvisación. Siempre han evadido sus responsabilidades. En este caso, como en otros, necesitan una excusa, un rostro. Están aterrados y no saben qué hacer. PDVSA es cosa seria, no es para estar inventando, necesitan destruirlo todo, prefieren entregar la empresa antes que rectificar. La soberbia no los deja pensar.
Sin hacerle concesiones a la derecha ni a nuestros enemigos históricos, debemos entender que el madurismo no representa al bloque histórico del Chavismo, que es profundo y está en el corazón del pueblo. Por otra parte, ante la desesperanza y el caos que ellos han creado, debemos insistir en que esta crisis sólo puede ser resuelta por la Revolución Bolivariana, y que no tiene nada que ver con el legado del Chavismo, todo lo han destruido en tan sólo cinco años y es responsabilidad de Maduro.
El madurismo ha entrado a «saco roto» a controlar y destruir nuestras instituciones y empresas fundamentales, y se han refugiado en sus privilegios y excusas para no asumir sus responsabilidades, dejando al pueblo solo en su tragedia, en un «sálvense quien pueda», donde han prevalecido las salidas individuales o la resignación, corriendo detrás de una caja de la vergüenza, un «carnet a la conciencia», un bono de hambre o escapando de la patria como sea, a lo que sea.
El madurismo se ha constituido y agrupado en torno a la traición a Chávez y a su obra. El núcleo duro del madurismo está compuesto por personajes que el mismo Comandante Chávez, en vida, hizo a un lado, sabía de sus aspiraciones, ambiciones, desorden e improvisaciones, estaban agazapados y ascendieron después de su partida.
Cuando el Comandante, el 8 de diciembre de 2012, encarga a Maduro, lo hace con la convicción de que volvería de su operación en Cuba, tal vez en condiciones de tanta debilidad física que no le permitirían asumir el nuevo período presidencial y habría que realizar nuevas elecciones, pero que, en cualquier caso volvería y estaría allí, junto a todos nosotros, manteniendo la dirección del proceso revolucionario.
En todo caso, con Chávez, siempre trabajamos como un equipo político, que fue al que él mismo convocó en sus últimos momentos, a quienes nos dió instrucciones precisas para pasar la «tormenta» que sabíamos vendría, era ese el equipo de Chávez y no otro, nó el madurista.
El Comandante Chávez, siempre estuvo consciente de la diversidad de fuerzas e intereses que hacían vida en el seno del movimiento Bolivariano, se manejaba en esa circunstancia y equilibrios. Por eso, durante su gobierno, fue construyendo su propio equipo, tomando de aquí y de allá, se fue rodeando de ministros de su confianza, y en casos como el nuestro, asignaba posiciones claves en la conducción del Gobierno, a compañeros sobre los que depositaba tareas de gran complejidad.
Así lo hizo en el sector petrolero por doce años consecutivos. En privado, a algunos de nosotros nos hablaba de los «pilares» de la revolución. Hoy día, esos pilares, o no existen, o se desmoronan ante los ojos mansos del silencio y del oportunismo.
Nadie puede creer que el Comandante Chávez hubiese apoyado lo que ha hecho el madurismo con sus ministros y miembros del equipo político: algunos presos, otros hechos a un lado, minimizados; otros, como yo, exiliados. Nadie puede creer que el Comandante Chávez hubiese permitido la destrucción y el saqueo de PDVSA, su principal obra, a manos del madurismo; el Comandante Chávez no permitiría que se digese que su gobierno fue fácil porque era una «revolución a 100 dólares el barril», que fuese acusado de ser «corrupto», de no velar y cuidar los recursos del pueblo Venezolano.
Creo firmemente que nuestro Comandante no estaría de acuerdo con nada de lo que ha hecho Maduro, ni con el madurismo. Chávez no aceptaría las inverosímiles excusas en las que se refugia el madurismo, evadiendo su responsabilidad de lo que acontece.
Estoy convencido que el Comandante Chávez tomaría un látigo y sacaría a todos estos mercaderes, farsantes, del templo del Pueblo, de Miraflores, de la Patria. Que reclamaría a sus mas cercanos, por el silencio; a sus Comandantes, por su subordinación, por no ser capaces de proteger al pueblo de esta barbaridad. Le hablaría claramente al país, le diría lo que ha sucedido, las razones reales, las causas de esta crisis; reconocería errores, desviaciones, y mostraría el camino a seguir, y mas aún el por qué lo debemos seguir, para retomar la esperanza y el impulso revolucionario.
Estoy seguro que el Comandante nos llamaría a todos los que hoy estamos fuera, perseguidos, amenazados; que liberaría a los presos, que reagruparía a su equipo de gobierno, hoy desmantelado, convocaría a una gran reunión, un golpe de timón o una insurrección del Chavismo para poner las cosas en su sitio. Se iría a la calle a reconstruir su obra, a devolver la esperanza, a reanimar la pasión revolucionaria, a reagrupar a los suyos, a trabajar allí donde está el pueblo mas pobre, mas sufrido, el que se ha resignado a otra traición, llamaría a todos los venezolanos que se han ido de la patria, volvería a los campos petroleros, como durante el sabotaje, a reconstruir la empresa, levantar la producción, la moral.
El Comandante, seguro haría un gran acto de desagravio a todos los trabajadores perseguidos y acusados de corruptos por el madurismo infame. Un gran acto de desagravio al pueblo que ha sido tan golpeado; se pondría al frente de sus reclamaciones, de sus justas luchas; le devolvería el poder al pueblo; barrería implacablemente con los que lo han maltratado y traicionado, con los responsables de este desastre, que han destruido las instituciones y empresas del Estado, que se repartieron en la rebatiña madurista.
El Comandante devolvería la esperanza a los pueblos del mundo, de nuestra Latinoamérica, del Caribe; que el intento revolucionario continuará, que no hay que retroceder, que «la espada de Bolívar por América Latina» volverá a ser una canto que espante al opresor; un retumbar de tambores de libertad, de soberanía y justicia social.
Pero el Comandante Chávez no está mas entre nosotros, es una dura realidad, a veces todavía no caemos en cuenta que todo ha cambiado; su muerte prematura, en combate, es equivalente a que Bolívar hubiese caído en la Batalla de Araure, durante los terribles años de la Segunda República, el intento revolucionario habría naufragado entre las ambiciones de los caudillos; o si hubiese caído en Carabobo en 1821, no se hubiese consolidado la Independencia, Páez hubiese asaltado el poder como lo ha hecho el madurismo; Sucre, Urdaneta y tantas lanzas de la República, hubiesen caído o sido expulsados del país, los Ejércitos Libertadores hubiesen vuelto a los campos a ser esclavos o cimarrones.
Por eso es tan importante lo que hagan o dejen de hacer los trabajadores, y en particular, los trabajadores petroleros; lo que hagan o dejen de hacer el PSUV, las «UBCH», el Pueblo, el Poder Popular, los dirigentes civiles o militares del Chavismo y la revolución, estemos donde estemos, en las condiciones mas difíciles o arrinconados en el gobierno. El pueblo tiene la palabra, porque la única manera de que Chávez vuelva, es de su mano, en su lucha, su obra.
Chávez volverá cuando estamos todos juntos, si retomamos la esperanza, la pasión patria; si el trabajo, la solidaridad y la justicia vuelven a ser valores de nuestra sociedad, si volvemos a tiempos de transformaciones revolucionarias de la sociedad, de construcción del socialismo; si volvemos a la democracia protagónica, participativa, si cesa el miedo, si cesan las persecuciones y crímenes políticos, si volvemos a un Estado de bienestar, de plenas garantías políticas, sociales.
El Comandante estará, cuando volvamos al Plan de la Patria, a la PDVSA Roja Rojita, a las Misiones; cuando derrotemos la pobreza, la injusticia, la desigualdad. Volverá con la certeza de que nuestros jóvenes tienen futuro, de que todos podemos trabajar para engrandecer nuestra patria, tener nuevamente un país de prosperidad, libertad, justicia social.
Si logramos devolver la alegría, la sonrisa y la esperanza a todo el país, el amor a la patria; a la «utopía de lo posible»; si podemos volver a que «lo extraordinario sea cotidiano», donde el pueblo sea el protagonista; entonces, el Comandante estará entre el Pueblo y éste comerá todos los días, lo que quiera, como lo quiera, multiplicando los panes con el trabajo de todos, sin estar corriendo detrás de una caja de miseria, dejando atrás el bono y el carnet, recuperando su dignidad. Volverá cuando el Estado garantice la posibilidad de trabajar, de producir, de educarnos, de tener salud, de comer tres platos diarios, de comer proteínas, de vivir del trabajo, de ser felices y construir una patria libre, soberana.
Para ésto debemos volver a tener estabilidad política y económica, una inflación controlada, donde el bolívar tenga valor, donde tengamos crecimiento con justicia social, donde todos los sectores estén a máximas capacidades productivas, satisfaciendo las necesidades de todo el país; una economía basada en el trabajo, equilibrada, hacia nuestro socialismo, con un Estado capaz de proteger al pueblo, con autoridad, credibilidad.
Todo ésto, que hoy suena lejano, extraordinario, lo teníamos con el Comandante Chávez, hasta el año 2012. Hace tan poco tiempo, tan sólo cuatro años, que nuestra PDVSA Roja Rojita producía tres millones de barriles día de petróleo; abastecía el mercado interno de combustibles; exportábamos; que éramos el motor de la economía; que captábamos la renta petrolera, para su distribución al pueblo; que éramos la quinta empresa mas importante del mundo; que sus trabajadores eran respetados como ejemplo y orgullo del pueblo, de toda la sociedad; los vencedores del sabotaje, envidia del mundo, ejemplo extraordinario de cómo una empresa petrolera puede ayudar a su pueblo, subordinada al Estado, al interés colectivo, garante de nuestra soberanía económica. Era el orgullo de Chávez, su nave insignia, su vanguardia.
Cuando volvamos a alcanzar este horizonte, que sólo es posible en revolución, que sólo es posible si el madurismo se hace a un lado, que sólo es posible con la unidad del Chavismo, de todas las fuerzas progresistas, de todo el país, en torno a los principios que dieron origen y vida a esta revolución, a lo afirmativo Venezolano; cuando conquistemos la tranquilidad, sosiego y felicidad de nuestro pueblo, en su día a día, cuando volvamos al «vivir bien», al «vivir viendo», a la grandeza espiritual, cuando las razones sagradas para la lucha vuelvan a prender en nuestros corazones, la «llama sagrada» anide nuevamente en todos los patriotas; entonces, sólo entonces, ocurrirá el milagro: nuestro Comandante dejará el Cuartel de la Montaña y estará entre nosotros.
Estará allí en los ojos de los niños, en una sonrisa franca, solidaria, en el respeto a la vida, al trabajo, en los jóvenes, en una pareja enamorada, en los adultos mayores, en la cultura popular, en la educación, en los campos, en los espacios públicos, en los campos petroleros, en los campos sembrados para alimentar al pueblo, en la fábrica, en el barrio en paz, en las ciudades con su bulla, en nuestra mente y corazones; estará Chávez, su sonrisa, su palabra, siempre viva, orientadora, reconfortante, vivo en el pueblo, en las generaciones futuras.
Los trabajadores petroleros alcanzaron, con el período revolucionario del Comandante Chávez, un nivel de conciencia extraordinario, alcanzaron la ecuación perfecta que él siempre buscaba y pregonaba en sus discursos, una vanguardia con «calidad revolucionaria», con la pasión indispensable, pero además, con capacidad y eficacia revolucionaria.
La derrota del sabotaje petrolero, le dió a nuestros trabajadores una épica y una conciencia que no tiene otro sector en el país, porque fueron los protagonistas del proceso de ruptura radical con la dominación, con el capital transnacional y su cultura, en la transformación del petróleo en instrumento de liberación del pueblo.
Los trabajadores petroleros dieron pasos agigantados hacia una profunda transformación en su conciencia. Lo primero es que, superamos las divisiones absurdas a lo interno, cuando hablo de trabajadores, hablo desde la dirección hasta el obrero porque, en una empresa del Estado, revolucionaria, no existe el «patrono»: todos somos servidores públicos, al servicio del Estado, del Pueblo. Por ello, luego de la derrota del sabotaje, y a partir de 2004, eliminamos todos los elementos que creaban diferencias y fracturas dentro de la empresa, se eliminó la nómina ejecutiva, sus privilegios, los groseros bonos y remuneraciones excesivas (un directivo podía ganar 32 millones de bolívares de aquellos años y recibir ¡17 meses en bonificaciones!), se estimuló el trabajo, el conocimiento , la participación política-social, y sobre todo, se introdujo el compromiso con el desarrollo social y la suerte de la sociedad, de todo el país.
Ya no seríamos mas una empresa como la Shell, la Exxon Mobil, ¡nó! Ahora seríamos una empresa nacional al servicio del pueblo, explotando un recurso natural de todos los venezolanos para beneficio del país, ¡no para las élites «meritocráticas», ni para las transnacionales!
Los trabajadores de la Nueva PDVSA (bajo esta visión revolucionaria hablaré siempre de «nosotros»), fuimos los fundadores de la Nueva PDVSA, Roja Rojita. En enero de 2003, luego de los efectos devastadores del sabotaje, sólo producíamos 23 mil barriles día de petróleo. Todo se paralizó, se saboteó, se destruyó. Los golpistas nos provocaron pérdidas directas por mas de 17 mil millones de dólares y el caos al dejarnos sin automatización, sin contratos, sin presupuesto, sin dinero. Todo eso lo supimos restablecer, ¡para marzo de 2003 ya estábamos en tres millones de barriles día y todas las refinerías operativas! Nosotros mismos, no necesitamos de ninguna transnacional, ellas se cruzaron de brazos para ver a PDVSA caer, tuvieron que esperar a que llegara el madurismo para ver sus deseos hechos realidad.
En aquellos años y todos los años que estuvimos al frente de la industria, siempre estuvieron en las áreas e instalaciones operativas, al frente de las mismas, verdaderos patriotas, con toda la convicción y el conocimiento, con la autoridad ganada en años de experiencia y en la calle, derrotando el sabotaje y al golpismo, desde la Costa Oriental del Lago, en el Lago de Maracaibo, en las distintas sedes del Occidente, el Edificio Miranda, Las Morochas, en el CRP, el Coloso de Paraguaná, en El Palito, en Yagua, en Puerto La Cruz, en las sabanas de Anzoátegui y Monagas, en Barinas. El Comandante Chávez los conocía a todos, era su «equipo petrolero», «los tanques» como él los llamaba afectuosamente.
Lo triste es, que con muy pocas excepciones, todos estos líderes, con su conocimiento, experiencia, prestigio, están fuera de la empresa, o del país, perseguidos, y otros presos, por el madurismo.
La relación entre el Ministerio de Petróleo y PDVSA era estrecha, el «Grupo Colina», el Comandante Chávez. Todos bajo su autoridad, su conocimiento, su asertividad. Un jefe gana su autoridad por varias razones, entre ellas, por su capacidad de trabajo, su ejemplo, su conocimiento, su honestidad y lealtad a un principio; su valor, pero también porque toma las decisiones correctas, asume riesgos, está en la primera línea de la batalla. Chávez estuvo allí, con nosotros, en todas las áreas, asumiendo todos los riesgos, no lo detuvo lo complicado de la Misión, creyó en todos nosotros, supo articular la recuperación, nos dió su confianza, nunca lo defraudamos.
Nuestras Juntas Directivas estaban compuestas por compañeros patriotas, con toda la experiencia y el conocimiento de la industria, el prestigio; a nadie se le ocurrió, y mucho menos al Comandante, repartir PDVSA entre los distintos grupos políticos ni entre grupos económicos, ni transnacionales, como hoy día hace el madurismo. Nosotros confrontamos una situación muchísimo mas complicada que la que enfrentamos ahora, sólo que Chávez era un gran jefe y conductor, y porque nosotros, nuestros trabajadores, teníamos la pasión, determinación y capacidad de recuperar, como lo hicimos, a PDVSA, de las ruinas del Sabotaje.
Logramos unificar y democratizar las organizaciones sindicales dentro de la industria. Dejamos atrás al poder corrompido de las viejas estructuras sindicales de la Cuarta República, refugio del sindicalismo adeco. Aunque sabíamos que se seguirían colando alguno de ellos, se creó una sola Federación, la FUTPV, no volvimos a discutir mas Convenciones Colectivas con sindicatos corruptos.
Pero además, impulsamos y abrimos las puertas a todas las corrientes clasistas, en algunos casos, era difícil superar la cultura corporativa; pero se crearon y estimularon las organizaciones obreras, ahora superando lo meramente reivindicativo, organizaciones que nos acompañarían en el esfuerzo revolucionario, que nos vincularan al pueblo, como lo hicimos.
Luego vino el proceso de despliegue de la Plena Soberanía Petrolera; y, nuevamente, ustedes trabajadores, estuvieron en la primera línea del combate, junto a Chávez, junto a nosotros, en la recuperación de nuestro petróleo, en nuestras áreas operativas entregadas durante la nefasta «apertura petrolera», ajustamos todos los contratos a nuestras leyes, nuestros intereses soberanos, nuestro control. Recuperamos para el pueblo, para la Patria mas de 480 mil millones de dólares, que, de otra manera, se hubiesen llevado las transnacionales.
Ustedes me acompañaron a restablecer la autoridad del Estado Venezolano sobre todos los negocios petroleros; ocupamos campos, instalaciones, reactivamos plataformas, asumimos operaciones con gran éxito.
Acompañamos al Comandante a la Nacionalización del la Faja Petrolífera del Orinoco, el primero de mayo de 2007, miles de ustedes estuvimos juntos a Chávez, en «Jose», norte de Anzoátegui, en el acto de reafirmación de la Patria mas hermoso de nuestra historia. No fue un acto de élites, fue un acto de los trabajadores, del pueblo, Rojo Rojito.
Juntos vivimos el hermoso proceso de la justicia social para nuestros trabajadores, el carácter socialista de nuestra empresa, tenía que reflejarse también, necesariamente, en las relaciones de producción, teníamos que acabar con la tercerización. Lo hicimos.
Pero lo hicimos de manera radical, revolucionaria. Comenzamos el proceso de absorción de miles de trabajadores, contratados permanentes: los de los comedores, taladros, etc; a los de las empresas nacionalizadas; a los trabajadores del Lago de Maracaibo (mas de 7000 trabajadores, tripulaciones de las lanchas, remolcadores, gabarras, buzos), se hizo justicia. En la Nueva PDVSA, la Roja Rojita, se acabó la tercerización.
El Comandante nos requirió que nos incorporáramos a la lucha para derrotar la pobreza y la exclusión. Es decir, la batalla por el socialismo. La asumimos con pasión y eficacia, se crearon los «Distritos Sociales», todas las áreas operativas de PDVSA tendrían que adelantar y desarrollar los planes y proyectos que el Estado indicara, para derrotar la pobreza y la exclusión.
Lo hicimos, bien y por miles: escuelas, hospitales, Universidades, vías, agua, electricidad, viviendas, fábricas, parques eólicos, poder popular. El objetivo era doble: por un lado, nunca mas pasaría un oleoducto al lado de un rancho o un trabajador de la industria en su «camioneta», indiferente a la realidad social que lo circundaba. Por el otro, el trabajo social hacía a los trabajadores conscientes de la realidad, de nuestros problemas, y se estimulaba en ellos, ustedes, la conciencia del deber social, la solidaridad, el compromiso, la revolución. Nos hacía a todos, mejores seres humanos.
Además de los Distritos Sociales, tuvimos tareas concretas, como, por ejemplo, la Misión Ribas, pagar la deuda social con cerca de un millón de personas que tuvieron que abandonar sus estudios durante la Cuarta República por razones económicas. Acondicionamos mas de 24 mil espacios educativos y reclutamos a miles de voluntarios y trabajadores de PDVSA para educar a nuestro pueblo. Al salir de la Industria, en 2014, habíamos graduado a 800 mil vencedor@s de la Misión Ribas.
Coordinábamos todo tipo de Misiones y tareas que nos asignaba el Comandante: Misión Barrio Adentro, Barrio Adentro Deportivo, proveíamos de recursos y obras a todas las Misiones. Cedimos nuestros edificios a las Universidades, hicimos nuevas Universidades, liceos, aldeas universitarias, colegios, PDVSA La Estancia.
El Comandante además nos dió tareas extraordinarias, entre ellas, la Gran Misión Vivienda Venezuela. Donde coordinamos el nacimiento de ese esfuerzo supremo del Comandante, comenzamos construyendo 150 mil viviendas el primer año (en aquel momento sólo se construían 27 mil viviendas al año); luego, 200 mil el segundo año; después, 250 mil el tercer año. Cuando salimos de la empresa, habíamos entregado 600 mil viviendas y «el campo estaba sembrado, como el maíz, como el trigo», decía un buen y respetado amigo.
Fueron muchas las experiencias, las tareas asignadas y sobre todo, éramos una empresa poderosa, que producíamos nuestros tres millones de barriles día, que refinábamos y exportábamos productos, que manteníamos todas nuestras operaciones e instalaciones en perfecto estado; cada año se invertían miles de millones de dólares en nuestras instalaciones, en nuestra expansión, en el desarrollo de la Faja Petrolífera, en nuestra soberanía operacional: taladros, plataformas, refinación, gas, servicios a pozos, guayas, cementación, complicación, mantenimiento, entre otras.
Avanzábamos con éxito en el Plan «Siembra Petrolera», y concentramos esfuerzos en nuestras nuevas fronteras: la producción Costa Afuera y el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, que no era sólo un proyecto petrolero, era el proyecto mas ambicioso y completo del Comandante Chávez; la oportunidad de reordenar al país y lograr un desarrollo sostenible, ocupando grandes extensiones territoriales, al sur de Venezuela, que fueron abandonadas, precisamente, por el modelo rentista petrolero impuesto por las transnacionales a principios del siglo XX.
Podría seguir describiendo lo que hicimos con el Comandante, lo estoy haciendo en un libro que, creo, estremecerá a la patria.
Ustedes compañer@os trabajadores fueron los protagonistas, hicieron la diferencia, conocieron a Chávez de primera línea, nadie les puede contar historias, ¡ustedes hicieron la historia! Ustedes saben la verdad de lo que sucede, nos conocen, saben que toda esta historia y persecución del madurismo, es una infamia para desmantelar PDVSA y entregarla, como están haciendo ahora mismo. Ustedes tienen entonces la legitimidad para actuar.
Ustedes saben que PDVSA está virtualmente paralizada, porque estos directivos de la Empresa no saben nada de petróleo, ni tienen la autoridad, ustedes saben que Maduro quería tener a PDVSA desde siempre, lo hicieron, se puso a inventar, a colocar «a los suyos» en todos los puestos de dirección, no le importó si sabían o nó, tenían que entrar como sea, como si estuviesen ocupando un territorio enemigo. Existía incluso un sentimiento de envidia o de rabia contra la empresa. La mediocridad, improvisación y corrupción generalizada están destruyendo a la industria. Estos señores, en su afán de controlar y barrer con el Chavismo, lo que hacen, es perseguir a los que ellos llaman «ramiristas», es decir, a los de Chávez, porque ellos saben que con nuestro equipo allí, no podrían hacer lo que les viniera en gana, como lo están haciendo.
Hoy, ustedes están sometidos a todos los vejámenes y maltratos inimaginables por parte del madurismo. No sólo sus condiciones de vida son deplorables, como las de todo el pueblo, sino que son perseguidos, tildados de «corruptos», de «saboteadores». La empresa vive presa del miedo, de la incompetencia; ahora, todas las responsabilidades están en manos de militares o políticos, que no tienen noción del negocio, ni de las operaciones, ahora los privados entran y salen del salón de Junta Directiva, se ha perdido la majestad del Estado, todos mandan, «de arriba», «de allá», «fulano de tal», se perdió la línea. Se restablecen los privilegios, surgen, entran, grupos y mafias de todo tipo.
El Sebín y otros cuerpos de seguridad, entran cuando les provoca, y sacan esposados o encapuchados a trabajadores acusados de cualquier cosa, en las permanentes peleas entre los grupos que ahora pujan por el control de lo que queda en la empresa. Nuestros muchachos, nuestra generación de oro, los miles de ingenieros, abandonan la empresa y salen del país, decepcionados, perseguidos, asqueados. Toda su experiencia, pasión, conocimientos, estudios: perdidos.
Todos los trabajadores laboran bajo sospecha, vigilados, grabados, perseguidos por pichones de fascistas que, megáfono en mano, van por los pasillos amenazándolos, insultándolos, acosándolos, dividiéndolos. Ahora los trabajadores siempre resultan culpables de cualquier mala decisión «de arriba». En la empresa ya nadie habla de revolución, ni de Chávez, ni de Ramírez. Cuando Maduro va a las instalaciones, sus movimientos son secretos, sin cámaras, sin que los trabajadores lo vean, tienen miedo. Los actos en La Campiña son de utilería, entran a ellos sólo los trabajadores de sus listas, son puestas en escena, sin pasión, sin compromiso. Va Maduro a La Campiña a verter su veneno, a destruir lo que queda, a seguir entregando la empresa.
El madurismo ha promulgado decretos y sentencias ilegales que vulneran muestra soberanía, y son ilegales. Pretenden convertir a PDVSA en un cascarón vacío, que sólo le administre contratos a los sectores privados, a los que están entregando las operaciones, a los que están entregando la industria, el petróleo, el país y su soberanía económica.
Ustedes queridos trabajador@s, tienen la legitimidad, un prestigio y una obligación con la Patria. Tienen la palabra, tienen una acumulación de experiencia y conciencia política que los hace distintos, peligrosos a ojos del madurismo.
Nosotros nunca atentaremos contra la patria, ni la Industria, nadie saboteará la empresa como lo hizo la derecha. Hay que deslindarse de estas posiciones de los enemigos de la Patria, pero, lo que sí debemos hacer, y es una obligación moral con Chávez y el Pueblo, es dar un paso al frente, alzar la voz, denunciar e impedir esta traición al Pueblo, esta entrega de PDVSA, de la Revolución, de la Patria.
Tienen que vencer el miedo, ustedes tienen el futuro del país en sus propias manos, pensemos en Chávez, en lo que le está sucediendo al pueblo. Siempre he dicho que los trabajadores de PDVSA son un baluarte de nuestra soberanía, ésto abarca la soberanía política y económica del país. Ustedes son custodios del sueño de Chávez y de todo un pueblo. Su voz, debe ser escuchada y respetada por todos, por el PSUV, por las fuerzas patriotas
Los Presidentes de PDVSA y Ministros de Petróleo que me sustituyeron no supieron asumir sus responsabilidades, no velaron por la política petrolera de la Revolución, no los protegieron a ustedes, ni a la empresa, ni al legado de Chávez; hoy están presos, solo uno de los ex ministros del madurismo pareciera tener inmunidad, hoy deben estar rumiando su deslealtad a Chávez y su debilidad ante el madurismo. Otros Directivos y Jefes operacionales guardaron silencio, se plegaron, hoy muchos están presos, perseguidos por el mismo madurismo. Ellos los utilizaron, hicieron lo que les pidieron, algunos hasta renegaron de Chávez y la revolución, pactaron la entrega y después, el madurismo los hizo a un lado, los maltrataron e hicieron presos.
Compañeros trabajador@s escuchen al Comandante Chávez, recuerden su épica, las luchas a su lado, las razones sagradas para insistir en el intento revolucionario. No se dejen arrinconar, ni que nadie los ofenda, ni maltrate. Son ustedes los que saben como recuperar la empresa y tienen la responsabilidad de preservarla para el Pueblo y las generaciones futuras.
Yo estoy siempre con ustedes, cerca de ustedes, sé lo que está pasando, gracias a ustedes, creo mil veces en los trabajadores y el pueblo. Tan pronto el Partido o las fuerzas patriotas y Chavistas se muevan en la dirección correcta, nos encontremos en el camino de Chávez, tan pronto nos unamos en el esfuerzo de rescatar al país, yo estaré allí entre ustedes, aportando mi experiencia y mi fuerza, ocupando la posición que me corresponda. Aquí no se rinde nadie, con Chávez siempre, ¡Venceremos!