El pasado 25 de enero el Fiscal General, nuevamente arremetió contra mi nombre y mi reputación, acusándome y condenándome de una vez, de la comisión de supuestos delitos de corrupción durante mi gestión al frente de la industria petrolera.
El Fiscal, con amplia cobertura comunicacional, actúa con claro abuso de poder, violentando mis derechos fundamentales: a la presunción de inocencia, al debido proceso, al derecho a la defensa y anuncia, que pronto emitirá orden de captura en mi contra y solicitará la «alerta roja» en Interpol, como si se tratara de un delincuente.
El Fiscal, aunque es un personaje capaz de hacer cualquier cosa motivado por su afán de cumplir sus ideas fantasiosas, sin embargo, no tiene el valor para llevar adelante esta canallada por sí solo. El Fiscal, actúa sólo por instrucciones del Presidente y su entorno íntimo. Cual títere, hace el mandado y es capaz de prestarse a cualquier cosa por su agradecimiento de que lo sacaran del hueco donde cayó después que el Comandante Chávez le quitara su apoyo a la Gobernación de Anzoátegui. Está lleno de rencores y resentimientos, pero «es» el Fiscal y se presta para cometer esta infamia en mi contra.
¿Cómo llegamos a este punto?, ¿Por qué se arremete con tanta saña en contra de un revolucionario que ha trabajado y luchado lealmente al lado del Comandante Chávez?
¿Por qué se arremete contra una gestión, que es la gestión de Chávez, una gestión que fue fundamental para alcanzar y consolidar los extraordinarios avances políticos, sociales y económicos de nuestro país durante los años que estuvimos en revolución?
¿Por qué soy agredido?, siempre he actuado apegado a mis principios, en el marco de la Ley, nunca abusé del poder, en ejecución de las orientaciones de nuestro Comandante, a favor del Pueblo y nuestra patria.
¿Por qué atacan nuestro trabajo?, que logró enfrentar y derrotar con éxito al capital transnacional, así como, la hegemonía para el desarrollo de nuestro modelo propio, una de las gestiones más transparentes y escrutada hasta el mínimo detalle, tanto por el mismo Comandante, así como, por los mecanismos de control de la Administración Pública, del sector internacional, de nuestros socios y relacionados.
¿Por qué se arremete contra PDVSA y nuestra Política Petrolera?, una de las empresas más importantes del mundo, que la rescatamos junto a Chávez, los trabajadores y el Pueblo, del sabotaje petrolero, de la privatización, que operó como la empresa más exitosa del país, que cumplió todas las tareas asignadas para derrotar la pobreza, que se echó al hombro a todo el Estado y a la economía del país, que cumplimos con éxito todas las tareas asignadas, ayudamos a todos los sectores en el esfuerzo de la gestión de gobierno. Una empresa y una política soberana que rescató el petróleo, y cuyos resultados económicos se tradujeron en prosperidad y desarrollo sostenido del país durante el gobierno revolucionario. Una empresa, la Nueva PDVSA, «Roja Rojita», la de Chávez, profundamente nacional y popular, revolucionaria, instrumento del ejercicio pleno de nuestra soberanía.
Se nos persigue, a nosotros que nunca hicimos cálculos egoístas, ni teníamos otro plan, ni éramos de ninguno de los «grupos», que sólo éramos Chavistas y revolucionarios, que acompañamos al Comandante en su audacia, cuando se metió a lo «hondo», con el «santo y con la limosna», contra el podrido sistema capitalista y dependiente, a conquistar la independencia, lo acompañamos cuando rasgó las tinieblas, abrió las puertas a un gobierno popular y revolucionario
¿Por qué atacan al sector petrolero, a PDVSA, uno de los pilares del Legado del Comandante Chávez?, ¿por qué me atacan, al rostro y nombre emblemático de Chávez y su Política Petrolera, uno de su cuadros históricos?
La respuesta es dura, pero cada vez más evidente, aunque se niegue y no se quiera reconocer o decir: este gobierno hace tiempo que está lejos de ser, lo que nuestro Comandante Chávez quería para su pueblo y para el país, lejos de su Legado y de su Plan de La Patria, mucho menos, es un gobierno socialista.
Desde el inicio de este gobierno, el Presidente fue rodeado por un grupo extraño, además de su entorno íntimo, un grupo empresarial y político, que siempre estuvo allí, agazapado y que fueron actuando de manera persistente, convenciendo al Presidente que «él» debía tener su propio liderazgo, perfil, que «él» era el líder, el nuevo «jefe». Obviaron estos personajes que Nicolás Maduro llegó allí, por el Chavismo, porque Chávez lo pidió el 8 de diciembre, por una posibilidad de continuidad del gobierno de Chávez, de su política, de su Legado, para evitar el asalto de la derecha que se sentía victoriosa después del fallecimiento del Comandante.
Pero, el Comandante en su última alocución del 8 de diciembre, nunca dijo que cambiara a su gobierno, sus políticas, se trataba de poder asumir una nueva elección, si él no estuviese en condiciones de ejercer la Presidencia. Pero él no pensaba morir, siempre pensó estar allí, entre nosotros, creo que así lo entendimos todos, nadie pensó en el escenario de su desaparición física. Es en ese contexto que hay que entender el mensaje del 8 de diciembre.
Creo que, sobreviniendo el fallecimiento del Comandante, el actual Presidente ha debido entender que había sucedido algo fuera de lo previsto por el Presidente Chávez y por tanto se imponía un gobierno, donde, aunque él sería el Presidente tendría que trabajar con la Dirección del equipo de Chávez, y muy cuidadoso de gobernar todos juntos, para enfrentar la tormenta, su elección implicaba el ejercicio de una voluntad colegiada, no individual o personal.
No lo entendió así el nuevo Presidente, ni su papel, ni su responsabilidad. No entendió que no se trataba de sustituir a Chávez, sino de continuarlo. El pueblo nunca quiso cambiar a Chávez, lo perdimos en batalla. El nuevo Presidente se ha debido imponer él mismo la mayor rigurosidad y disciplina, para enfrentar y derrotar la tentación del poder, la ambición de los nuevos grupos, que tratarían de crear círculos de poder, de influencia, para hacer otro gobierno.
Inmediatamente, comenzaron a actuar estos grupos, oportunistas, primero se fue apartando a los Ministros de Chávez. Cualquiera diría, «está en su derecho, es el Presidente», no es verdad, éste era el equipo de Chávez en un gobierno Chavista, pero digamos que sucede, sin embargo, a lo que no tenía derecho, es a apartarse de las políticas del Comandante, de su forma de gobernar y sus principios de actuación. Comenzaron a aparecer personajes a los que justamente el Comandante Chávez había puesto de lado durante su gobierno.
Empezaron los afiches con el nuevo Presidente en posición de «bateo», el ensalzamiento a su personalidad, los aduladores de oficio, el ego, y comenzó un control milimétrico de los medios del Estado, las adquisiciones de medios privados, las alianzas y acuerdos, por lo menos, extraños. Una insistencia del nuevo Presidente de que reconociéramos que «él» era el nuevo «jefe», «él» era el Presidente. Y es verdad, es el Presidente y eso hay que respetarlo, yo lo respeto, pero para ser el nuevo jefe o siquiera acercarse a la estatura de Chávez, hay un trecho insalvable.
No se entendió que, para llegar a acercarse a Chávez, tiene que trabajarse de manera extraordinaria y en equipo. En cuanto a la autoridad sobre un movimiento político o sobre un colectivo, ésta no se decreta, se conquista, con trabajo, estudio, disciplina, ejemplo, decisiones acertadas, actuaciones justas, sin parcialidades, ni grupos, por encima de los intereses mezquinos. Es lo que se llama la «autorictas», pero cuando no se tiene, se recurre al autoritarismo para imponerla.
Igualmente se insistió en hacer un gobierno diferente, dejando languidecer o desaparecer las estructuras, equipos y fórmulas creadas por el Comandante, en un empeño por crear nuevas y distintas iniciativas, una tras otra, sin continuidad y consistencia. Todos estos últimos cinco años están llenos de iniciativas fallidas e improvisadas, con la subsecuente ineficacia o incapacidad del gobierno en la gestión de soluciones a los problemas del pueblo.
En paralelo, se impuso la tesis de controlar, todos los puestos del Estado, del gobierno, con personas «suyas», familiares, amigos, incondicionales. Que no tuviesen capacidad, conocimiento, ni convicciones revolucionarias, ni éticas, no era un problema, lo importante es que eran de los «suyos» y de allí para abajo un desmantelamiento de todos los equipos del gobierno revolucionario del Comandante Chávez, siempre con el argumento de la «corrupción». Qué insensatez y daño tan grande le han hecho a la Revolución Bolivariana y a las instituciones del Estado.
Para ello, se impusieron tesis extrañas como aquella del «sacudón», con alta rotación de cuadros, cambios sucesivos, todo orientado a desmantelar los equipos de trabajo, como si el Gobierno de Chávez hubiese sido malo. No importaba que los ministros o viceministros no tuviesen experiencia, hasta se argumentaba que quien había sido Ministro con Chávez para una cosa, seguro sería buen Ministro para otra. Al final imperó la improvisación, falta de continuidad y ahora el equipo de gobierno es desconocido por su alta rotación, no tiene peso político, nuevamente dentro de la conseja de que «nadie te haga sombra»
El tema económico ha sido el «talón de Aquiles» de este gobierno. Hacía mucho, pero mucho tiempo que todos los grupos políticos, económicos, de poder querían controlar PDVSA y la política petrolera. El Comandante Chávez lo sabía, probablemente encontró en nuestro equipo, un grupo humano comprometido con la transformación del país, como seguramente encontró en los distintos grupos humanos con los cuales fue haciendo sus equipos de gobierno, aupándolos, estimulándolos.
Pero en el caso de PDVSA, la capacidad, conocimiento, honestidad y probidad fueron determinantes para estar el manejo de un sector tan complejo como el petrolero, el corazón de la economía, conformado por un entramado de relaciones internacionales, comerciales y de negocios, con tantos riesgos tentaciones en cuanto en convertirse en un agente de las transnacionales o sencillamente, en un corrupto, un sector creado y estimulado por más de cien años desde la aparición del petróleo en nuestro país, era, o es, el sector vaso comunicante por excelencia con las transnacionales, la única empresa del país en disputa y competencia a nivel internacional.
A los inicios del gobierno del Comandante Chávez, me antecedieron otros presidentes de PDVSA, ajenos a nuestro programa nacional, incluyendo un general activo que terminó de golpista. Esa fue la experiencia del Comandante con el sector petrolero, hasta que llegamos al Sabotaje y la «toma de la Colina». A partir de allí, con un equipo de extraordinarios compañeros, incluyendo a Ali Rodríguez Araque, mi respetado amigo y amigo de mi casa, quien me conoce desde niño y sabe quiénes somos nosotros, comenzamos a trabajar en una Nueva PDVSA, nacional, popular, revolucionaria, la «Roja Rojita». Era la PDVSA de Chávez.
El Comandante, precisamente por las experiencias del Golpe de Estado y del Sabotaje, entendió lo importante de nuestro sector, que era capaz de derrocar gobiernos, por lo que, se dedicó personalmente a trabajar en su refundación, lo hicimos juntos, para mí fue un gran honor.
El que diga que el Comandante era un descuidado, o dejaba hacer, que tuviese «preferidos» por razones distintas al trabajo y las convicciones revolucionarias, está mintiendo. Al contrario, él era extremadamente exigente con los suyos, muy duro. En mi caso, era una revisión permanente, un escrutinio a mi conducta, accionar, gestión, con su mirada fija, penetrante, su intuición, todos sus mecanismos de control, toda la inteligencia y el poder político, popular, se hacía una idea de quién era quién, conocía muy bien a su equipo de hombres y mujeres. Su ingenuidad política quedó atrás con el Golpe de Estado.
Si el Comandante Chávez hubiese tenido alguna duda respecto a mi conducta, honestidad, lealtad o convicciones revolucionarias, me hubiese sacado del gobierno, no hubiese durado ni un año en tan altas responsabilidades. Todos los ayudantes militares, civiles y compañeros que compartimos esta etapa, saben que fue así.
Pues bien, fueron 12 años como Ministro de Petróleo y 10 como Presidente de PDVSA. No sólo estuve en esos cargos, sino que desempeñé innumerables tareas y responsabilidades de la más alta complejidad y compromiso. Ya la historia pondrá las cosas en su justo lugar.
Desde el primer año de gobierno el Presidente Maduro me pidió que le entregara el cargo de Ministro de Petróleo y Presidente de PDVSA, él quería «refrescar» el sector. Ya tenía sus candidatos, uno de ellos está preso y el otro, responsable por cierto de la venta de petróleo Sr Fiscal, goza de protección presidencial que por lo menos es inconsistente con su discurso. No había argumentos, razones. Querían PDVSA y por supuesto, la tuvieron. Yo hice mi entrega de manera escrupulosa, más de 24 cajas de documentos y mantuve copias digitales, de las cuales he hecho varias de respaldo, de toda la información de nuestras operaciones porque ya algo me olía mal en todo ésto.
Eran momentos terribles. Fue la primera andanada de ataques personales, como nunca antes. Sólo le dije en aquel momento al Presidente, que estaba haciendo lo que había prometido hacer Capriles si ganaba las elecciones: removerme e intervenir PDVSA, cosa que el Comandante Chávez en su discurso en La Guaira durante las últimas elecciones, dijo que no sucedería, y explicaba por qué la derecha me profesaba esas amenazas y tanto odio. ¿Quién sospecharía que después el nuevo gobierno, que se proclama Chavista, haría exactamente lo contrario a lo que Chávez dijo?.
Yo acepté ir a Cancillería por mantener la disciplina y manejarme en esta nueva situación, con la esperanza de que fuese sólo un hecho aislado y no un cambio cualitativo. De inmediato me desplegué por el mundo, me recibieron varios presidentes de países petroleros, puesto que yo estaba convencido que el precio del petróleo se desplomaría, no por el petróleo de esquistos norteamericano, sino por las razones geopolíticas que afectaban al norte de África, Siria y Medio Oriente. Fueron desestimadas mis advertencias. Se han debido tomar, en ese momento, las medidas económicas que propuse ante todas las instancias, incluyendo el Congreso del Partido, para enfrentar esta situación que ya estaba advertida. No se tomaron las medidas, se impusieron los intereses de los grupos económicos que se han hecho mil millonarios con el diferencial cambiario.
Al contrario, en vez de atender mis advertencias, algo, que todavía no sé qué fue, molestó mucho al Presidente, cuando intenté ayudar a los trabajadores de Cancillería y hacer algo por la institución, que luego de doce años de Revolución, estaba en una situación deplorable. Salí a las Naciones Unidas.
Nuevamente acepté por disciplina y para representar a mi país ante el máximo organismo de la política mundial y ante el Consejo de Seguridad. Lo hice de inmediato, disciplinado, ya muy preocupado, pero dando todavía espacio al tiempo y a la rectificación. Lo confieso, dentro del chantaje de «no afectar a la revolución», «la unidad», etc.
A PDVSA se entró a «saco roto». Se persiguieron a los llamados «ramiristas», es decir, los equipos formados después de la derrota del sabotaje petrolero, el equipo de Chávez. Comenzó un proceso de remoción, acusaciones, persecuciones, detenciones, se metió al SEBIN a determinar si las operaciones eran correctas o nó, imperó un profundo desconocimiento. Se removieron a los miembros de la Junta Directiva, técnicos-políticos, con una dilatada experiencia y conocimiento del sector y de los antecedentes de la empresa, con liderazgo y prestigio entre los trabajadores. La nueva Junta Directiva, respondía y responde a distintos grupos de poder, económicos y políticos que conforman los nuevos círculos alrededor del Presidente.
Se está abandonando paulatinamente nuestra Política Petrolera, la Faja Petrolífera del Orinoco, ahora se entrega al mejor postor, los campos petroleros a familiares y personas vinculadas a la derecha y la oposición venezolana. Con el petróleo se han sellado acuerdos y compromisos con un sector de la oposición, se intenta congraciarse con las transnacionales para que vuelvan al país, pero ahora será al saqueo.
Se decía que nuestros problemas económicos se debían a la caída del precio del petróleo, pero el petróleo ya ha subido hasta niveles por encima de un 50% respecto al año pasado, entonces, ahora, es la corrupción, ¡sólo PDVSA es corrupta!, pero después de llevarse presos a quienes han querido, que todavía no saben de qué se les acusa, incluyendo dos ex ministros y presidentes de la empresa, que se prestaron a toda esta mala gestión en estos últimos tres años y medio, ahora resulta que se trata de una conspiración, donde hay un «paro silencioso», dirigido por «mafias corruptas».
Nó. Son mentiras, patrañas. La realidad es que luego de improvisar hasta mas no poder, de fracturar la moral, unidad y disciplina de los trabajadores de PDVSA, luego de maltratarlos y hostigarlos, de remover a los cuadros técnico políticos de experiencia y conocimiento y de una abierta y grosera persecución, luego de restringir los recursos de inversión y mantenimiento, la producción de petróleo ha caído en más de un millón de barriles día, y las refinerías no pueden abastecer el mercado interno.
Un desastre, que está dirigido a entregar PDVSA y nuestra política petrolera a las transnacionales y los nuevos grupos económicos como sucedió tras la caída de la Unión Soviética. Es la esencia del nuevo pacto, no el que se discute en República Dominicana, el que ya se ha cerrado con factores de la oposición.
Este factor, aunado a una permanente improvisación, inacción y falta de capacidad en la conducción de los asuntos del Estado, además de una prepotencia y desconexión de la realidad, nos ha conducido a una terrible crisis económica y social, con unos efectos devastadores contra nuestro pueblo, que ha generado un éxodo y una paralización de nuestras capacidades productivas, con fenómenos de hambre, desnutrición y pobreza que no se pueden ocultar, aunque nada se publique ni se diga al pueblo. Es evidente la compleja y difícil situación que enfrenta el país, el deterioro de la calidad de vida de nuestro pueblo. Se va a requerir de un gran esfuerzo colectivo para superarla.
Todo este deterioro ha venido acompañado del surgimiento de las peores conductas sociales, o más bien, asociales en el seno de nuestro pueblo, a todos los niveles: la corrupción, el «bachaqueo», la falta de compromiso con un programa de transformación, las prebendas de hambre administradas para mantener el control social, la trampa y la mentira como una conducta extendida, la desesperanza, la frustración, la violencia, el incubo del fascismo, estimulado en las redes sociales. Es un gobierno que no emociona a nadie, que vive de la etiqueta, de las conspiraciones y de un escándalo tras otro, del miedo, de la manipulación emocional a nuestro pueblo, abusan de la esperanza Chavista.
Estas opiniones y alertas las he venido expresando de manera privada y luego pública. Tengo la información, el conocimiento, la moral para advertir esta grave y difícil situación, del peligro que acecha a la patria.
Ante la debilidad de nuestras instituciones y nuestra revolución, nuestros enemigos acechan, nos agreden desde el exterior, amenazan, sancionan, prometen invasión, revancha.
El gobierno, de manera secreta, ha tratado de establecer algún tipo de pacto con el imperio, pero éste quiere la entrega de todo. Emisarios especiales y ministros, han ido al norte a ofrecer acuerdos, se ofrecen oportunidades petroleras, contribuciones a la toma de posesión del Presidente, han hecho de todo. En Nueva York era conocido que dos ministros fueron a hablar con la Exxon Mobil a ofrecer arreglos, volver a la Faja Petrolífera, incluso explotar de conjunto las áreas limítrofes del país usurpadas por ellos de facto. Ni siquiera los recibió el presidente de la empresa. Las transnacionales lo quieren todo.
Se ha argumentado que cualquier crítica que se haga dentro del Chavismo sólo contribuye a fortalecer a la derecha, mientras, se negocia con AD, con UNT y otros factores para acordar una convivencia de intereses. Triste que se reflote a la derecha para mantenerse en el poder, a costa de lo que sea. Se ha sido muy habilidoso, no se puede negar, en los pactos, acuerdos, manejo de la oposición, sus contradicciones, pero debe hablársele claro al pueblo, al Chavismo, al país. No manipular sus sentimientos, se promete castigo a los culpables de la violencia, resarcir a las víctimas, sancionar a los que han traicionado la patria, mientras se hacen acuerdos secretos con ellos. Se crean nuevas alianzas, mientras se persigue a los revolucionarios.
Yo he asumido la responsabilidad de hacer estas advertencias, no sólo competen al Chavismo, competen a todo el país honesto, trabajador. Nadie me puede «etiquetar», con los «bots» de las redes sociales, nadie me puede descalificar. Podrían no estar de acuerdo con mis opiniones, mi punto de vista o los tiempos y circunstancias políticas, pero nadie me puede acusar de trabajar con la derecha, contra el país y sus más altos intereses. No he sido quien ha pactado con la derecha, ni ha traicionado a Chávez. Jamás me verán con la contrarrevolución, con su discurso, en pactos secretos. Si alguien me pregunta qué hacer, les diría: retomar el camino de Chávez, seguir su palabra, su ejemplo, su Plan de la Patria.
El Presidente arremete en mi contra, utilizando al Fiscal y todo el poder que tiene como jefe de Estado y de gobierno, me trata como al peor enemigo de la revolución, por mis opiniones políticas, por exigir una rectificación a favor del Pueblo. Se me quiere escarmentar, sentar un precedente, quien se atreva a disentir, será condenado al ostracismo y se arriesga a cualquier cosa. Grave error, están matando a la revolución, su moral, su ética, su irreverencia, lo que constituye su fuerza.
Sé que con cada artículo que escribo, le estoy dando otra vuelta a la soga que han puesto alrededor de mi cuello. Si ese es el precio que debo pagar por mi lealtad al Comandante Chávez, al pueblo y a todo el país, lo asumiré. Veo al mundo, con sus problemas, algunos avanzando a una velocidad inimaginable para nosotros, otros sumidos en el caos, la violencia y descuajados, desarticulados. Yo quiero y creo que el país aún esta en posibilidades de resolver sus problemas y salir de esta crisis sin más violencia, en el marco de nuestra Constitución.
He pedido públicamente la realización de primarias en el seno del Chavismo para escoger, por el voto popular, secreto, en ejercicio de la democracia protagónica y participativa, que consagran los estatutos de nuestro partido, a un candidato que sea capaz de conducir al país en este laberinto infernal, donde ya todo se ha convertido en una tragedia para amplios sectores de nuestro pueblo. Esta intención de ejercer mi derecho a la participación política dentro del Chavismo, del PSUV, ha sido respondida con saña, violencia, desproporción, odio.
Jamás me pasó por la mente que, a pesar de las diferencias que pudiese tener con el Presidente, este diera la orden de que me trataran como al peor de los enemigos, incluso, al solicitar la captura de Interpol, me están entregando a cualquiera de los gobiernos hostiles a nuestra revolución. Me hostigan, hasta el punto que no puedo ni siquiera ejercer mi defensa. El Presidente será responsable de lo que me pueda pasar a mi o a mi familia, cuando se desatan los demonios, cualquier cosa puede suceder.
Yo creo en el Chavismo, en que el Comandante Chávez no haya arado en el mar, creo en el pueblo humilde, ese que se mueve con el corazón, con la pasión del instinto redentor, creo en la juventud, en la honestidad, en el trabajo, en que un futuro mejor es posible. Creo en la dirigencia que se ha fogueado y combatido al lado de Chávez, creo en nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, en la conciencia del país, en las Fuerzas Morales, como decía José Ingenieros.
Cada quien que asuma sus responsabilidades ante la historia, los que me ofenden y persiguen, los que dan la orden para el linchamiento, los que guardan silencio, los que son indiferentes. Deberán rendir cuentas a la historia y a la memoria de nuestro Comandante Chávez.
Hoy día, soy un perseguido político. Sigo firmemente convencido que nuestro país y nuestro pueblo merecen un destino mejor, y por ello lucharé asumiendo las consecuencias de cualquier agresión en ese pacto tácito con nuestros enemigos, en destruir mi nombre y horadar mi honor, en hacerme daño. Seguiré leal a mis principios y convicciones, honrando la obra, el ejemplo y memoria de nuestro Comandante. Con Chávez siempre, ¡Venceremos!