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La pasión necesaria

En una Revolución como la venezolana, diría que en cualquier proceso de transformación radical, la Pasión cobra un rol extraordinario. Cuando se trata de contrarrestar y sobreponerse a la estructura y funcionamiento del sistema que se quiere superar y se resiste a ser cambiado, que tiene importantes mecanismos de defensa y reproducción como el capitalismo, la Pasión se convierte en indispensable.

Esto es aún más importante en un mundo globalizado, donde los grandes medios ideológicos del capitalismo, de la cultura de la dominación, abarcan cualquier rincón del planeta. Donde las instituciones financieras, políticas, multilaterales, condicionan la cooperación a un esquema predeterminado de relaciones, el capitalista.

Y donde el poderío militar de las grandes potencias y sus mecanismos de actuación como la OTAN y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, actúan para corregir cualquier desviación de conducta o acción, que amenace sus intereses.

En países periféricos a las grandes economías, marcados por el rol asignado por la economía dominante: proveedores de petróleo, azúcar,  frutas, café, minerales, esparcimiento, campos de ensayos nucleares, mano de obra barata, bases militares, y en especial, para países como el nuestro, deformado en su economía y composición de clases sociales por el modelo rentista petrolero, no funciona aquel determinismo teórico de la construcción de la conciencia revolucionaria a la par del desarrollo de sus clases sociales, en particular, de la clase obrera.

El Comandante Chávez supo insuflar a nuestro pueblo de una  inmensa Pasión por la Revolución Bolivariana. Con su palabra, ejemplo, acción decidida, valor, sacrificio  y compromiso real con los más pobres, supo ganarse el amor del pueblo, respeto y autoridad que nadie podía disputarle como Jefe de la Revolución. El Comandante Chávez, en el desarrollo de su épica y entrega al servicio del país, fue construyendo una relación espiritual con el pueblo venezolano, que le valió el amor profundo de todos nosotros, y el reconocimiento y admiración de los líderes del mundo.

De parte de la oligarquía y sus medios, comenzó una campaña terrible contra el Presidente. Primero lo tildaron de loco, exacerbaron el racismo, lo vincularon a fuerzas guerrilleras, lograron impregnar a importantes sectores de las élites y clase media venezolana, una conducta irracional y patológica contra el Comandante, basada en el desprecio hacia nuestro pueblo y la prepotencia de los poderosos. Activaron lo único posible contra el amor: el odio, el fascismo.

La mayor prueba a esa Pasión se manifestó el 13 de abril del 2002. Contra todos los pronósticos de los golpistas del 11 de abril, los medios, los políticos de la cuarta república y sus derivados, cuando todavía no les había pasado la borrachera, cuando Washington y Madrid se iban de bruces saludando al nuevo gobierno, los militares golpistas agradecían a los medios de comunicación mientras cerraban VTV, cuando disolvieron en un acto infame las instituciones creadas en el proceso Constituyente, comenzaban a repartirse el botín del Estado y la represión se desataba en nuestras zonas populares, cuando se llevaban a Chávez a un viaje sin retorno, cuando todo esto acontecía y sentíamos que nos arrebataban un sueño, allí insurgieron el pueblo y los soldados: todos a Miraflores!, ¿dónde está Chávez?, ¡queremos ver a Chávez!, eran las consignas del Pueblo.

En un acto extraordinario de pasión, valor, amor, el pueblo se movilizó buscando a Chávez, en los cuarteles, Miraflores y en la calle. Marchaban desde todos los barrios hacia Miraflores. Cuando los soldados tomaron Miraflores y el Palacio Blanco, cuando ondeó el tricolor de la Patria desde la alcabala N3 de Fuerte Tiuna y desde Maracay se leía el mensaje del Comandante Chávez, ya la oligarquía estaba en desbandada, las televisoras privadas pasaban comiquitas y los actores internacionales estaban desconcertados.
Nadie entendía cuándo, cómo, ni quién movilizó al pueblo. Todos estábamos felices, volvió Chávez, se restableció la Constitución y el Presidente legítimo. Se expresó la pasión y lealtad del pueblo hacia su Presidente. Fue un una prueba, una gran victoria.

Por supuesto que el imperialismo se dió cuenta que tenía un severo problema en Venezuela. Un Presidente capaz de resistir y sobreponerse a un golpe de estado perfecto. Con una operación mediática impecable, utilizando todos los medios a su disposición: militares, la vieja Pdvsa, televisoras, gobiernos extranjeros, el odio de la clase media, con el argumento de puente Llaguno. A partir de allí, se dieron cuenta que había una poderosa conexión amorosa entre el Líder y su Pueblo que aunque no la entendían, tenían que destruir.
El Comandante Chávez, después del Golpe y de la respuesta popular del 13 de Abril, pasó a la ofensiva, le dió mayor contenido a la Pasión, dotándola de razones sagradas para la lucha.

Deslastró a nuestras Fuerzas Armadas de golpistas, quienes terminaron en la Plaza de la vergüenza. Inmediatamente, se preparó, nos preparamos, para la próxima batalla inminente: el Sabotaje Petrolero.
Recuerdo aquella tensa reunión en el Salón del Consejo de Ministros con los dirigentes de la Revolución y el Presidente Chávez, cuando se decidían las líneas estratégicas de actuación. Había dudas, resquemores, propuestas de conciliación. Nosotros estábamos convencidos de que venía una batalla crucial para nuestro futuro y que había que darla en toda la línea.

Le habíamos entregado al Presidente unas reflexiones políticas que hacían un paralelismo entre nuestra situación, y las consideraciones del Libertador en el Manifiesto de Cartagena “… a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar…”. Para nuestra alegría y admiración, el Comandante Chávez no sólo leyó la carta y mostró su acuerdo, sino que decidió la “Toma de la Colina”. Fue la primera vez que lo escuché delinear la estrategia de la Batalla de Santa Inés: “Que el enemigo avance con todo lo que tenga y nosotros esperarlos en un punto, resistir, y a partir de allí, avanzar con toda nuestra fuerza y batirlos completamente”. Así lo hicimos, con el Comandante al frente del combate a favor del pueblo y de la Patria. Fue otra prueba, otra victoria.

La derrota del sabotaje petrolero y el surgimiento de la Nueva Pdvsa, permitió dar una extraordinaria batalla en la conciencia. Cada instalación liberada y episodio de heroísmo de nuestros obreros, soldados o comunidades, el Comandante Chávez lo transformaba en una lección política para nuestro pueblo.

Darle contenido a la Pasión, fue uno de sus principales empeños. Él sabía lo que había sucedido el 27 de febrero en el Caracazo, un pueblo sin dirección, ni objetivos claros es presa fácil de sus verdugos.

Nuestro pueblo, en la batalla con Chávez, en los momentos de desprendimiento, donde no había cálculo egoísta, ni interés personal o grupal, en el momento de la unidad en el combate, allí como la fusión que se produce con el movimiento de las placas tectónicas, surgió un pueblo mucho más consciente que nunca!
Con la nueva Pdvsa y el control soberano de nuestro petróleo, el Comandante Chávez pasó a la ofensiva con las Misiones, extraordinarios esfuerzos para la prefiguración de una sociedad distinta, solidaria, amorosa, desprendida, socialista. Empoderar al pueblo, dotarlo de posibilidades, conocimiento, reivindicar la vida, ha hecho que esa Pasión instintiva, se transforme en conciencia.

En este proceso, el Comandante Chávez siempre estaba presente, con la palabra, la coherencia en la acción. Su anti-imperialismo, doctrina Militar Bolivariana, Nueva Pdvsa Roja Rojita, Misiones, Consejos Comunales, empoderamiento de la Mujer y e indígenas, protección de niños, internacionalismo y su prédica socialista, convirtieron esa Pasión inicial en una revolucionaria, Chavista, Patria. Esa es la que sobrevive, la que mantiene cohesionado al Pueblo, en las más difíciles circunstancias, la que hay que cuidar, la Pasión necesaria.

El presidente Chávez sabía que la pugna ideológica con el capitalismo y sus “reflejos condicionados”, como decía el Comandante Fidel, era uno de los principales riesgos de la consolidación de nuestra revolución. Superada la prueba del Golpe, la complejidad de la revolución pacífica, de nuestra Revolución Bolivariana es la de convivir con las instituciones, grupos de poder económicos y aparato ideológico del sistema que se quiere superar, en un marco de amplias libertades como lo consagra nuestra Constitución.

Por eso su exigencia diaria a los ministros, a las Fuerzas Armadas Bolivarianas y a la nueva Pdvsa. El entendía que eran los líderes y las instituciones de la Revolución los que podían extender la acción revolucionaria y empoderar al pueblo. Instituciones vinculadas al ejercicio de la soberanía y con poder real, militar y económico. Eran sus instituciones, su creación. Por eso las defendía, no permitía que la diatriba política, ni los grupos de ningún tipo, ni siquiera los del campo de la Revolución, ni los ataques de la oposición mellaran la imagen o reputación de las mismas. Eran sus soldados, sus trabajadores, la vanguardia del proceso, abriendo la posibilidad de crear nuevos espacios para la Revolución transfiriendo poder al pueblo.

Al mismo tiempo, los equipos de estrategia que alimentan a la oposición, sus medios y que direccionan el accionar contra nuestro proceso, nacional e internacionalmente, lo saben y por ello los únicos acusados, perseguidos, vilipendiados, son los mandos militares, trabajadores o directivos de Pdvsa. Es una manera de golpear a Chávez, su prestigio, sus creaciones, su autoridad, golpear la Pasión y desmovilizar al pueblo.
Por eso la coherencia en la acción, para reforzar la Pasión y la conciencia adquirida en esas instituciones.

La Doctrina Militar Bolivariana fue acompañada con la expulsión de la misión norteamericana de Fuerte Tiuna y sus servicios de inteligencia, la desvinculación absoluta con la “Escuela de las Américas”, el fortalecimiento e incremento de capacidad militar de nuestros componentes, la relación y estrecha cooperación con nuestros amigos en el mundo, su participación en la batalla diaria por la soberanía y la superación de la pobreza junto al pueblo.

La plena soberanía petrolera y la creación de la nueva Pdvsa, fue acompañada con la recuperación del ingreso petrolero, la Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, la victoria sobre Exxon Mobil, la batalla de juicios y arbitrajes internacionales, nuestros modelos de contratos petroleros y empresas mixtas, la nacionalización de las operaciones del Lago de Maracaibo, operaciones de producción. El incremento de nuestra capacidad técnica, acceso a tecnologías y diversificación de mercado. La participación de nuestros trabajadores en todas las Misiones, construcción de universidades, viviendas, colegios, hospitales, La Estancia, La Gran Misión Vivienda Venezuela, la batalla política, por la economía, la soberanía, la batalla internacional.

La forma y contenido de hacer las cosas, desarrollar Misiones o Grandes Misiones, producir petróleo y defender la Patria, tiene que ver con una batalla diaria por la conciencia que se expresa en la Pasión.
Nuestro Comandante pagó con la vida su amor al pueblo y a la Patria, su sacrificio no será en vano. Prefirió el camino más difícil; sus conquistas sociales, políticas y económicas, son enormes. No perdamos en medio de la batalla en la que estamos la perspectiva de todo lo que hemos avanzado.

Hoy, Domingo de Resurrección, día de fe y esperanza, la oposición violenta no respeta al pueblo, ni su fe. Durante Semana Santa ha practicado la violencia. Mientras tanto, en las Naciones Unidas hay preocupación, se informa que  EE UU probó el lanzamiento de una bomba termonuclear B61-12 sin carga  atómica; el pasado 13 de abril lanzó sobre Afganistán “la madre de todas las bombas” (MOAB), y dirige una flota de guerra hacia la península Coreana. El papa Francisco pide al mundo detener a los señores de la guerra. Nos debatimos entre el cielo y el infierno. Venceremos!

Mirarnos en ese espejo

Como probablemente saben desde el 05 de enero de 2015, me ha correspondido desempeñarme como Embajador Representante Permanente de nuestro país ante las Naciones Unidas en la oportunidad que le correspondió asumir a Venezuela, luego de 25 años, la posición de miembro no permanente del Consejo de Seguridad.

Ha sido una designación del Presidente de la República que he asumido con la humildad y compromiso de los revolucionarios, convencido que la experiencia y aprendizaje por más de doce años al lado del Comandante Chávez y vinculación estrecha a las actividades inherentes a las altas responsabilidades al servicio del Estado Venezolano y de Revolución Bolivariana, me darían los elementos fundamentales para representar los intereses del país, como lo hemos hecho, siempre apegados a los principios de política exterior Bolivariana y profundamente leales al legado del Comandante Chávez.

Debo resaltar que este intenso trabajo en el Consejo de Seguridad, el órgano más importante de las Naciones Unidas y la proyección positiva de nuestro país en estos escenarios tan complejos del multilateralismo no hubiese sido posible sin el apoyo, compromiso y profesionalismo del grupo de compañeros de la Misión Permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas.

Al lado del Presidente Chávez, Maestro de la política y de la conducción de los asuntos de Estado, tuve el honor de asistir, en un tiempo privilegiado y una posición de vanguardia, a la prefiguración y construcción de un sueño y un proyecto de país, propio, soberano, inclusivo, revolucionario y con profundas raíces en nuestro ideal Bolivariano, en el pensamiento y acción de nuestro Libertador Simón Bolívar.

Me corresponde ser leal a su obra, a sus ideas, a su amistad y confianza para siempre, pues comparto y sé de primera mano, de su mano, el extraordinario país y destino de grandeza que prefiguró para nuestro Pueblo.

En las Naciones Unidas, tenemos una activa participación en todas las discusiones, debates y acuerdos que se plantea el sistema multilateral para alcanzar sus objetivos, establecidos estos en la Carta de la Organización y en sus distintas declaraciones y resoluciones.

En este espejo del mundo veo reflejados los problemas y estragos de un orden internacional profundamente injusto, con marcadas desigualdades, producto del colonialismo, la guerra, el sistema capitalista depredador de recursos, de vidas y del planeta.

Es en esta realidad que resaltan con mayor fuerza los logros y profundos avances de nuestra Revolución Bolivariana, es donde cobra razón estratégica la afirmación del Comandante Chávez de que tenemos Patria, en su concepto, exacto y amplio.

En las Naciones Unidas se debaten muchos temas en los cuales nosotros como país tenemos un extraordinario avance y una experiencia que mostrar al mundo:

Cuando se habla contra el colonialismo y la ocupación militar de países y territorios, nosotros mostramos cómo obtuvimos nuestra independencia, dimos independencia a otros países y cómo somos plenamente soberanos en el manejo de nuestros asuntos.

Cuando se habla de la agenda para el desarrollo 2030, nosotros recordamos que fuimos uno de los primeros países en alcanzar las metas del milenio. Cómo avanzamos en un proceso inclusivo, en el que mostramos nuestra experiencia del Poder Popular, Consejos Comunales, el empoderamiento de la mujer, entre otros.

Cuando hablamos del financiamiento para el desarrollo, explicamos al mundo cómo la recuperación de nuestro petróleo y la riqueza de nuestros recursos naturales, nos permitió establecer los programas sociales de la revolución.

Cuando se debate sobre la igualdad de género y se denuncia la práctica de violencia, abuso sexual y restricciones de todo tipo a la mujer, nosotros explicamos que la igualdad de género está consagrada en nuestra Constitución, que existe un Ministerio para la Mujer, leyes de protección a la mujer, a la mujer embarazada, a las madres, a los niños.

Cuando se debate sobre el derecho a la educación, nosotros explicamos nuestras misiones educativas, la Misión Robinson, la Ribas, la Sucre, que somos uno de los países con mayor escolarización del mundo, que nuestra educación pública y gratuita.

Cuando hablamos de los programas de viviendas sociales, nosotros explicamos la Gran Misión Vivienda Venezuela, cómo construimos cientos de miles de viviendas de calidad para el pueblo, con un esquema de gestión y participación popular inédito, que es el secreto del éxito de este programa.

Cuando se discute sobre el orden financiero internacional y la actuación depredadora de las transnacionales en los países en desarrollo, nosotros hablamos de Nuestra Plena Soberanía Petrolera, de cómo recuperamos nuestro ingreso petrolero para sostener estos programas de desarrollo, a través de la recuperación de nuestro régimen fiscal, es decir, impuestos y regalías.

Cuando se debate sobre la necesidad de visibilizar a los pueblos indígenas, nosotros explicamos que los derechos de nuestros pueblos originarios están consagrados en nuestra Constitución, que existe un Ministerio de Pueblos Indígenas, que se respeta su lengua, su cultura, sus tierras.

Estos son algunos de los temas en debate. Los países del Sur, en desarrollo, nos escuchan con interés, con atención, todos recuerdan a Chávez. Tenemos una gran presencia en los organismos multilaterales, estamos en el Consejo de Seguridad, presidimos el Movimiento de Países No Alineados, presidimos el Comité de Descolonización, estamos en el Consejo Económico y Social (ECOSOC), en el Comité de Palestina, en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, tenemos presencia activa y nos hacemos oír en todos los escenarios, explicando nuestros avances y observando al mundo, sus problemas, los retos y los amenazas del sistema internacional multilateral por excelencia: las Naciones Unidas.

Esto no quiere decir que no tengamos problemas. Los tenemos. El Comandante Chávez decía que para resolver un problema hay que comenzar por reconocerlos para después abordarlos en su justa dimensión y superarlos para el bien del pueblo. La situación es compleja, existen factores externos de mucho peso, se han cometido errores. Pero de lo que estoy convencido y siempre lucharé por ello es que estamos en capacidad de resolverlos. Ello solo es posible en el campo Bolivariano, con el Pueblo, con el legado de Chávez.

No desviarnos ni un tantico del legado del Comandante Chávez. Cuidarnos de nuestros enemigos históricos, de las transnacionales que quieren nuestras riquezas, nos acechan. Intentan aprovecharse de nuestros problemas, proponen un pacto con el diablo. Las transnacionales no nos salvarán, por el contrario, nos empujarán al país al abismo. Quieren nuestro petróleo, ¡hay que defenderlo!

El otro espejo del mundo es el Consejo de Seguridad. Allí los reflejos son terribles, injustos, sangrientos. Tuvimos la oportunidad de levantar nuestra voz contra la guerra, la injerencia extranjera, las intervenciones y ocupaciones militares. Contra el poder, la violencia y agresividad de tres de sus miembros permanentes: Estados Unidos, Reino Unido y Francia, quienes buscan imponer sus agendas políticas y sus intereses.

Lo terrible de todo esto, es que existe un guión preestablecido: la identificación de un objetivo, sea por su petróleo, sus reservas económicas, por razones geopolíticas o ideológicas. A partir de allí, de manera perfectamente articulada, los grandes medios de comunicación, las grandes cadenas, inician una campaña mediática, difamatoria y devastadora contra esos países y sus líderes. Los vinculan a negocios de todo tipo, los acusan de corruptos, totalitarios, de violar las leyes, los derechos humanos, hasta que finalmente, alguno de estos «P3», así llamados, introduce el tema como agenda del Consejo de Seguridad.

Desde ese momento todo el sistema de injerencia se activa, los medios arrecian su campaña, escrita y noticiosa; comienza un manejo y manipulación del tema a nivel global para preparar el terreno de la agresión; comienzan a generarse informes, con fuentes dudosas o «secretas» de información; declaraciones de voceros políticamente motivados, incluso de las Naciones Unidas; informes de las «ONG» y finalmente, resoluciones del Consejo de Seguridad en las que invocan la aplicación del Capítulo VII, es decir, de la fuerza.

El país «objetivo» queda tutoreado por el Consejo de Seguridad, no se levantarán las sanciones hasta que los «P3» quieran, no se levantará la vigilancia hasta que ellos lo decidan o se inicie una intervención militar. Existe un doble discurso, mientras son muy activos contra sus «objetivos», guardan silencio criminal en situaciones como la ocupación de Palestina por Israel, la ocupación del Sahara Occidental por parte de Marruecos o la guerra y crisis humanitaria en Yemen. A veces, alguno de estos países, decide actuar fuera del Consejo de Seguridad y perpetran invasiones e intervenciones sin que nadie pueda hacer nada al respecto. Son los poderosos.

Ejemplos de este accionar hay muchos, solo basta recordar Iraq, con más de un millón de muertos y un país descuajado y destrozado; Libia, un país fracturado, sin instituciones, en manos de extremistas; Siria, más de 300 mil muertes por la guerra y violencia desatada por grupos extremistas financiados y aupados como «oposición moderada» por los mismos «P3» que, desde el Consejo de Seguridad, abogan por el respeto a los derechos humanos, mientras piden abiertamente el derrocamiento del gobierno sirio.

Todos estos países son azotados además por el fenómeno del terrorismo, por el horror de estos grupos brutales que tienen todo tipo de armas pesadas y vehículos, gran capacidad militar por cuyo origen nadie responde cuando preguntamos una y otra vez en el Consejo de Seguridad.

Pero no solo son estos casos, existen muchos más, sobre todo en África. Cerca del 70% de los Comités de Sanciones, son dirigidos por las antiguas potencias colonizadoras contra los hermanos africanos. No saldrán de allí, hasta que estos miembros permanentes quieran, es decir, para siempre. Es un mecanismo de dominación.

Estos países quedan destrozados, sin posibilidades de desarrollo, de paz o estabilidad. A los perpetradores de la agresión o intervención no les interesa, solo hacen muros y restricciones de paso en el Mediterráneo, América o Europa, para que no lleguen a sus territorios los millones de refugiados y migrantes, que huyen de los países azotados por la violencia, de los cuales miles mueren en el largo camino de la desesperanza.

Al momento de escribir estas líneas, los Estados Unidos, de manera ilegal y unilateral, bombardean una base aérea en Siria; al mismo tiempo los medios de comunicación insisten en su campaña contra el país, mostrando imágenes de la violencia opositora en las calles de Caracas y a los más connotados líderes de la misma clamando por la intervención extranjera en el país.

No quiero que nuestro país jamás esté reflejado en este espejo. Ningún venezolano sensato querría este destino para su Pueblo, para su Patria. Por eso advierto de los peligros de la injerencia extranjera. Es irresponsable promover que se vulnere nuestra soberanía y nuestra integridad territorial, solo para imponer una agenda personal, económica o grupal de poder.

Confiamos en nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, profundamente patriotas, Chavistas y capacitadas para defender nuestra soberanía. Confiamos en nuestras instituciones del Estado y en nuestro Pueblo consciente y revolucionario, para que jamás la planta insolente del extranjero pueda vulnerar a nuestra Patria y someter a nuestro Pueblo. Daremos la batalla, en cualquier escenario, para que nuestro país nunca se vea reflejado en el espejo de la guerra y la intervención extranjera. ¡Venceremos!

La injerencia extranjera

«Venezolanos: La planta insolente del extranjero ha profanado el suelo de la Patria…» Así comenzaba la proclama del Presidente Cipriano Castro del 9 de Diciembre de 1902, con motivo del bloqueo e intervención que sufriera nuestro país, por parte de las potencias europeas. Ese fue el inicio del siglo XX para nuestra joven República, luego de haber entregado la vida de sus mejores hijos en la cruenta guerra de independencia durante la primera parte del siglo XIX que, liderada por nuestro Libertador Simón Bolívar, no sólo conquistó la independencia sino que atravesó nuestras fronteras para liberar y crear nuevas Repúblicas, en guerra contra uno de los imperios más poderosos del planeta.

Nuestra gesta independentista y pensamiento Bolivariano son profundamente antiimperialistas. Sin embargo, el siglo XX transcurrió signado por la injerencia extranjera en nuestros asuntos.

La traición al pensamiento y obra del Libertador, el asesinato de Zamora, la debilidad de nuestra República sacudida por guerras intestinas, el determinismo geográfico y la extraordinaria abundancia de petróleo y otros recursos naturales, nos convirtió en presa fácil del nuevo imperio, expansionista y muy agresivo: el norteamericano.

Éste entró y se expandió en nuestro país de la mano de las transnacionales petroleras. A partir de allí, nuestro siglo XX estuvo marcado por la injerencia extranjera. Cipriano Castro fue derrocado por imponer condiciones a la New York & Bermúdez Company; Juan Vicente Gómez fue apoyado, incluso por la marina de guerra yanqui, para entregar las concesiones petroleras a las transnacionales, por intermedio de su entorno familiar, político y de amigos, conformándose así una oligarquía entreguista y vinculada al interés extranjero.

El modelo rentista petrolero fue impuesto al país por las transnacionales; depredaron nuestros recursos petroleros, nuestro medio ambiente, nos robaron nuestra riqueza, acabaron con la agricultura, promovieron la migración a la ciudad, se crearon los barrios, símbolos de la pobreza y exclusión.

Los acontecimientos políticos del siglo XX están signados por la injerencia extranjera. El derrocamiento de Medina Angarita, el asesinato de Delgado Chalbaud, la dictadura de Pérez Jiménez, el Pacto de Punto Fijo, la violencia Betancurista, el Golpe de Estado y Sabotaje Petrolero contra el Presidente Chávez.

Nuestra economía fue deformada por el modelo rentista. Como lo diría el Dr. Maza Zabala, nuestro país se había convertido en un satélite de la economía norteamericana, sin posibilidad de desarrollarse, nos habíamos convertido en una «factoría petrolera», como afirmaba el Presidente Chávez.

Las transnacionales saquearon al país. La producción en gran escala comenzó en Mene Grande en 1914, luego nos convertimos en el mayor exportador de petróleo del mundo hasta los años 70. Para ser más exactos, todo nuestro petróleo iba a los Estados Unidos, con descuentos y exenciones fiscales, sosteniendo al complejo industrial-militar de la economía más poderosa del planeta.

Nos dejaron un país diezmado, depredaron nuestra principal cuenca petrolera, el Lago de Maracaibo, distorsionaron nuestra economía, nuestro desarrollo social, con una contradictoria y vergonzosa cadena de miseria a lo largo del país.

Las Fuerzas Armadas, luego de ser neutralizados sus factores patriotas en el período Betancurista, estaba alineada con la doctrina de seguridad y defensa del Pentágono, eran entrenadas en la tristemente célebre «Escuela de las Américas», colapsaron como institución al servicio de la burguesía durante los graves eventos del «Caracazo».

Nuestro escaso desarrollo industrial está ligado al capital norteamericano, que impuso su política de «sustitución de importaciones», para expandir sus empresas, convirtiéndonos sólo en ensambladores y depender de sus insumos. Se establecieron monopolios de productos básicos dependientes de sus casas matrices en el exterior, grandes consumidores de divisas. Es un sector industrial profundamente parasitario, con sus heroicas excepciones, sin conciencia nacional.

Se constituyó una burguesía importadora, apropiándose de la renta petrolera, a través de las políticas cambiarias y nuestra escasa producción interna. Un círculo vicioso que está diseñado para mantenerse en el tiempo y que debemos romper.

Se expandió un sector terciario y de servicio de la economía, se crearon grandes capitales a la sombra de la renta petrolera y de la especulación con el valor de la tierra y un sector financiero, que nadie se atreve a mencionar, pero que es el responsable en gran medida de las manipulaciones cambiarias, un gran extractor de divisas del país.

Estos grupos económicos tienen sus expresiones políticas, casi todas agrupadas en los partidos de la IV República y sus derivados, como decía el Comandante Chávez, algunos de ellos con claras manifestaciones fascistas. Todos tienen sus mentores y apoyos en el exterior, en una vinculación lesiva a los intereses de nuestra Patria.

Se desarrolló una poderosa maquinaria ideológica que promueve valores y posiciones políticas alineadas con los intereses extranjeros, en particular, los grandes medios de comunicación.

Cuando a las transnacionales petroleras no les interesó más el esquema concesionario impulsaron la nacionalización de 1975, «chucuta» como la llamara Juan Pablo Pérez Alfonzo, dejando abierta la puerta a la apertura petrolera, a través del artículo 5to de la Ley.

A toda esta injerencia comenzó a ponerle fin el Comandante Chávez.

Desde el corazón de nuestras Fuerzas Armadas, resurgió, con un poderoso contenido popular, el pensamiento Bolivariano. Chávez, el más genuino y fiel representante de lo afirmativo venezolano, insufló nuevamente el ideal y espíritu Bolivariano al pueblo humilde, al desposeído. Emergió el tricolor como distintivo del heroico 4 de Febrero, que estremeció la conciencia del país y movilizó al Pueblo, con una propuesta nacional y Bolivariana.

Ya en la Presidencia, comenzó a obrar a favor de la mayoría, apegado a su palabra y principios. Se volvió a entonar el himno nacional, a hablar de Bolívar, de nuestra gesta liberadora y a actuar con Soberanía, bajo el principio de que la misma reside en el Pueblo.

Todo se estremeció, el sistema comenzó a crujir y a agruparse en contra del Presidente Chávez, frente a la certeza de que cumpliría su propuesta de cambios radicales en el país. Marcó una clara distancia de lo que era la tradicional injerencia extranjera en nuestros asuntos.

Inició una política exterior independiente. Fijó posiciones valientes frente a la «guerra global» declarada por Bush contra todo aquel, «que no estaba con ellos», frente a las atrocidades de la guerra en Afganistán.

Recorrió los países de la OPEP, promoviendo la Cumbre de Jefes de Estado del año 2000, cuyos resultados se tradujeron en una exitosa coordinación entre los productores de petróleo para defender su precio. No aceptó las amenazas ni la injerencia de la Casa Blanca en contra de esta política.

Estrechó relaciones con los líderes del mundo. Fue la voz disidente en las Cumbres de las «Américas», donde se imponían los tratados de libre comercio que pretendían aniquilar nuestras posibilidades de desarrollo.

Avanzó en las leyes de la primera habilitante, definió los campos políticos, a favor del pueblo y de los intereses nacionales. Hizo un ejercicio pleno de soberanía, como respuesta, se activó la injerencia extranjera y la desestabilización.

Su valor y determinación, la profunda honestidad con su discurso, lo llevó a expulsar del Palacio de Miraflores a la embajadora norteamericana que pretendía darle ultimátum al Jefe de Estado. Superó con el pueblo, el Golpe de Estado, la toma de Plaza Altamira, sacó de nuestros cuarteles a la misión militar norteamericana y estableció nuestra Doctrina Militar Bolivariana.

Identificó con claridad la necesidad de manejar de forma soberana y en nuestro beneficio a la industria petrolera. Derrotó en toda la línea al Sabotaje Petrolero, desmontó la nefasta apertura petrolera, subordinó a las transnacionales a la autoridad del Estado y a nuestras leyes. Se implantó la política de Plena Soberanía Petrolera, utilizando el petróleo en beneficio del pueblo humilde y del desarrollo nacional.

La injerencia extranjera ha sido de todo tipo y ha tenido graves consecuencias. La abierta participación de los Estados Unidos, la extrema derecha española, el paramilitarismo Uribista, las oligarquías de la región, todos han actuado y actúan contra nuestras decisiones, contra nuestra Constitución, mostrando un absoluto desprecio y falta de respeto hacia nuestro país.

La oposición venezolana, incapaz de articular alguna propuesta o de derrotar política o electoralmente al bloque histórico del Chavismo, siempre ha recurrido a la vergonzosa solicitud de intervención extranjera, de injerencia en nuestros asuntos, incluso ha pedido invasiones. Recuerdan los episodios lamentables de 1861, cuando la godarria caraqueña pedía la intervención inglesa para detener el avance de Ezequiel Zamora.

La oposición mantiene una constante actividad en el exterior, en una especie de turismo político, visitando y convocando a cuanto fascista, cadáver político o representante extranjero, quiera notoriedad o algún beneficio personal o de grupo por hablar mal del país, por pretender dictarnos pauta, por entrometerse en nuestros asuntos. Personajes de la extrema derecha que quieren como botín a nuestra industria petrolera, nuestras riquezas, gente a la que no les interesa que demos un salto al vacío, instigan permanentemente una intervención, del tipo que sea, que ponga fin a la Revolución Bolivariana.

Luego de dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU, defendiendo los intereses del país, apegados a nuestros principios, por la paz e independencia de los pueblos, hemos visto la cruda realidad de países hermanos destrozados por la injerencia e intervenciones extranjeras, por la guerra. Países arrasados, cientos de miles de muertos, millones de desplazados o refugiados, sin Estado nacional ni instituciones, presas de una violencia criminal, del terrorismo, sin manera de gobernar sus propios asuntos, países tutoriados por las grandes potencias a través de los llamados «Comités de Sanciones», luchando en defensa de su soberanía y de su pueblo martirizado: Iraq, Yemen, Libia, Afganistán, Siria, Somalia, sólo para mencionar algunos. A los poderosos o instigadores no les importa. A veces reconocen sus errores, pero otros han puesto los muertos.

Ahora es la OEA la herramienta para agredirnos, arremeten, de la manera más burda contra el país, actúan como un partido político. No nos extraña, la OEA guardó silencio cómplice ante el derrocamiento de Jacobo Árbenz, la invasión militar a República Dominicana, el golpe de Estado y asesinato de Salvador Allende, las dictaduras fascistas de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, la invasión de Grenada, la intervención en Panamá, en Haití, el Golpe de Estado contra el Presidente Chávez, solo para señalar algunos hechos notorios de intervencionismo.

Nuestros asuntos, por más complejos que sean, debemos resolverlos los venezolanos, con nuestras instituciones en el marco de la Constitución. Hemos adquirido una conciencia probada en los más difíciles momentos. Tenemos unas Fuerzas Armadas Bolivarianas, patriotas y garantes de nuestra Soberanía, un pueblo combativo y Bolivariano.

De la debilidad de los patriotas sólo se aprovechan los enemigos. Las transnacionales petroleras, como siempre hemos sostenido, acechan al país en dificultades, presionan, tienen agentes insospechados que actúan bajo los más variados argumentos, con los más sofisticados contratos y propuestas de auxilio, para arrebatarnos lo más preciado que nos legó el Comandante Chávez, nuestros recursos, el petróleo, nuestra Soberanía, la Patria.

Los que irresponsablemente llaman a una intervención ante el altar de los enemigos históricos de nuestro pueblo, abren las posibilidades de un zarpazo contra nuestras conquistas, nuestros valores, nuestra integridad territorial, nuestros recursos, nuestro futuro. ¡Venceremos!

¿Por qué se ataca a la nueva Pdvsa roja rojita?

La Nueva Pdvsa se caracteriza por su fuerte contenido popular, su compromiso con la Política de Plena Soberanía Petrolera, su subordi-nación al Estado y servicio al país.

Probablemente, Pdvsa y Nuestras Fuerzas Armadas fueron las únicas instituciones que se transformaron radicalmente producto de la derrota de dos complejas y violentas acciones de desestabilización adelantadas por los factores de oposición en contra del Presidente Chávez: El Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero.

De esas batallas, profundamente vinculadas entre sí, emergieron victoriosas la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y la Nueva Pdvsa Roja Rojita.

No es casual que estas dos instituciones hayan sido y sean objeto de  agresión contra el país, ambas están vinculadas al ejercicio pleno de nuestra soberanía. Así, la Política de Plena Soberanía Petrolera y la Doctrina Militar Bolivariana se pudieron desarrollar como un legado del Presidente Chávez. Por otra parte, estas dos nuevas instituciones permitieron estabilizar y desarrollar el programa de profundas transformaciones políticas, económicas y sociales de la Revolución Bolivariana.

Para los que tengan corta memoria o a las nuevas generaciones, probablemente le resulte difícil imaginar cómo eran estas instituciones antes del Presidente Chávez, habría que extenderse más en este tema para poder valorar en su justa dimensión estratégica la transformación de las mismas.

Me corresponde hablar de la Nueva Pdvsa, pues tuve el honor de ser Ministro de Petróleo durante doce años y su Presidente por diez años. Hay que decirlo con claridad, nuestra Nueva Pdvsa, fue inspirada por el Presidente Chávez. La derrota del Sabotaje Petrolero fue una batalla popular, donde nuestros trabajadores, técnicos y gerentes patriotas, restablecieron las operaciones con el apoyo y acompañamiento de las instituciones del Estado, Fuerzas Armadas, voluntarios, jubilados y del pueblo que se volcó a nuestras instalaciones a defenderlas.

El Presidente Chávez dirigió personalmente esta batalla, desde su puesto de comando en Miraflores, donde nos instalamos junto al resto del grupo “Colina”. El Presidente hablaba personalmente con los trabajadores que estaban al frente de la batalla, con los Ministros, coordinando la respuesta del gobierno. Luego, nuestro despliegue a las distintas áreas operacionales, el grupo “Colina” al frente de las operaciones, recuperando las instalaciones una a una, con un estrecho acompañamiento de los factores de la revolución y del pueblo, en una gesta verdaderamente heroica, donde el Presidente Chávez reconoció el patriotismo de nuestros trabajadores y militares en cada una de las instalaciones que se iban liberando, a la vez que desplegó una intensa campaña política y comunicacional para explicarle al país todo el proceso de normalización y las causas y motivaciones del Sabotaje, un acto tan lesivo a los intereses nacionales.

Fue una batalla sin mezquindades, sin protagonismos, unitaria. En las peores condiciones económicas, solo producíamos 23 mil barriles diarios de petróleo, suspendidas las exportaciones, sin dinero, sin gasolina, sin gas, con el paro de Fedecamaras y la constante incitación a la violencia de los medios de comunicación y los factores de la oposición, los mismos que hoy nos agreden, el pueblo estaba resteado con Chávez. Se impuso la pasión revolucionaria, las razones sagradas para luchar y la determinación de vencer.

Fue una extraordinaria lección política la que dio el Comandante Chávez y nuestro Pueblo a la extrema derecha y al imperialismo.

La vieja Pdvsa, heredera de la conducta y visión de las transnacionales petroleras, profundamente antipopular y antinacional, dirigida por una élite que impulsó la entrega de nuestro petróleo con la apertura petrolera, de espaldas al Estado Venezolano, quedaba hecha añicos por su propia mano; ellos destrozaron la Empresa, provocaron daños directos por más de 17 mil millones de dólares, además de entregar los Convenios Operativos, la Faja Petrolífera, los taladros, actividades de inyección, transporte, cerebro informático, muelles, terminales, en fin, era la desaparición de nuestra empresa nacional.

El valor más importante de la Nueva Pdvsa, son sus trabajadores, signados por el ejemplo de Chávez, fogueados en la batalla, con conciencia revolucionaria, motivación, honestidad y trabajo constante, custodios del activo más importante de la República.

La Nueva Pdvsa se caracteriza por su fuerte contenido popular, su compromiso con la Política de Plena Soberanía Petrolera, su subordinación al Estado y servicio al país.

La batalla por la derrota del sabotaje petrolero, unificó a los patriotas y revolucionarios dentro de la empresa, imponiendo una nueva relación de trabajo revolucionaria y directa, pero con la necesaria rigurosidad, conocimiento y disciplina que se impone para operar una empresa como Pdvsa y un negocio tan complejo como el petrolero. Los compañeros que asumieron la conducción de la empresa tenían, por un lado un firme compromiso con la patria y por el otro una dilatada experiencia y capacidad técnica.

La Nueva Pdvsa se convirtió en un instrumento técnico-político poderoso para establecer nuestra Plena Soberanía Petrolera. El Estado, a través del Ministerio de Energía y Minas  tuvo un aliado para hacer frente a las transnacionales, para restablecer su autoridad, nuestras leyes y políticas.
Sin la Nueva Pdvsa, no hubiese sido posible derrotar la apertura petrolera e implantar nuestra propia política, hubiese sido imposible nacionalizar la Faja Petrolífera del Orinoco, los Convenios Operativos y subordinar las transnacionales al poder del Estado.

La Nueva Pdvsa asumió, con éxito, todas las operaciones que habían sido entregadas durante la apertura, recuperó para el país: campos de producción, mejoradores,  terminales, taladros, comercialización, instalaciones de inyección, nuestro cerebro informático, etc.

La Nueva Pdvsa se involucró hasta las últimas consecuencias, en la batalla contra la pobreza, por la inclusión social, por el socialismo. Sin cálculos egoístas, atendimos al llamado del Comandante Chávez.

Por primera vez, el ingreso del Petróleo se invirtió en el pueblo, en la lucha contra la pobreza, en las Misiones, en la batalla por la igualdad social, en desarrollo humano.

Lo verdaderamente revolucionario, fue el involucramiento de todos los trabajadores, de toda la empresa al trabajo político y social en el seno del pueblo, esa era la prédica del Comandante Chávez: no ser indiferentes a nuestro entorno, a nuestra realidad, no podía seguir  fluyendo el Petróleo, atravesando campos y ciudades signados por la pobreza, sin que hiciéramos nada para cambiar esta realidad. No podía ser una empresa de privilegios y conductas que al final nos hubiese convertido en una nueva “élite meritocrática”.

Había que transformarlo todo y mantener a nuestra empresa comprometida y movilizada con Chávez y el pueblo. Ese tipo de trabajo, voluntario, fuera de la oficina, con los humildes es la única forma de mantener una conducta nacional y revolucionaria, un antídoto para no reproducir la “vieja Pdvsa”.
Pdvsa asumió responsabilidades adicionales asignadas directamente por el Presidente Chávez en su empeño de transformar el país. Había que asumir esas tareas para salir del abismo y saldar la terrible deuda social con el pueblo.

Se crearon los Distritos Sociales de Pdvsa y a partir de allí se hicieron escuelas, liceos, universidades, hospitales, fábricas, todo tipo de infraestructura social, se entregaron y acondicionaron para las nuevas universidades nuestras instalaciones en todas las áreas: la Universidad Bolivariana, la Unefa, Aldeas Universitarias.

Se creó Pdvsa La Estancia con su extraordinaria acción social y cultural. Nos hicimos cargo de la Misión Ribas, de la Gran Misión Vivienda Venezuela, apoyamos todas las Misiones (Robinson, Sucre, Barrio Adentro, etc.) en su despliegue y desarrollo de infraestructura en el territorio nacional, derrotamos el desabastecimiento con la creación de PDVAL.

Iniciamos y dimos forma concreta al desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, el proyecto estructurante más importante del país. Iniciamos los polos de desarrollo en base a la explotación del gas costa afuera tanto en el Estado Sucre como en el Golfo de Venezuela.

Cuando se presentó la crisis eléctrica, atendimos el llamado de emergencia y construimos centrales termoeléctricas de las más modernas del mundo. Asumimos una cantidad importante de tareas de apoyo y ejecución de obras y proyectos asignados directamente por el Presidente Chávez. Le dimos forma y funcionamiento a Petrocaribe y apoyamos todos los acuerdos de cooperación con Latinoamérica, China y Rusia, para construir nuestra nueva geopolítica.

Toda esta actividad está perfectamente documentada y respaldada y está allí, en todo el territorio nacional, en beneficio del pueblo. Así debe ser reconocido, sin egoísmos ni pequeñeces, el gran aporte de la Nueva PDVSA al desarrollo nacional.

A partir del año 2009, cuando colapsaron los precios del petróleo de 130 $/Barril a 35 $/Barril y Estados Unidos impuso sanciones a Pdvsa, cuestionando las relaciones de nuestro país con Irán, presentamos al Presidente Chávez  un plan estratégico de Soberanía Económica para hacer frente a esta coyuntura. Se trataba de garantizar la construcción en el país de l os suministros de bienes y servicios esenciales o costosos para el funcionamiento de la Industria y reducir la dependencia tecnológica.

En el marco de esta política se crearon las filiales No petroleras: PDVSA Industrial, fábricas de Tubos, de válvulas, de estructuras metálicas; PDVSA Servicios Petroleros; Pdvsa Gas Comunal; Pdvsa Agrícola;  Pdvsa Naval; Pdvsa Mantenimiento; la ENT, entre otras. También se buscaba impulsar la industrialización del país, se establecieron alianzas con sectores nacionales. Como resultado de esto, se ahorraron divisas y se activó el empleo, se construyeron tuberías para los gasoductos y oleoductos, válvulas, la Plataforma 4 de febrero, aditivos de perforación, se ensamblaron taladros, se distribuyó la gasolina, el gas y llevamos al mundo nuestro petróleo con barcos propios o en alianzas internacionales.

La Nueva PDVSA, se convirtió en Roja Rojita, al calor de la participación política de nuestros trabajadores en defensa del  proyecto Bolivariano y del Comandante Chávez. Los obreros, gerentes y técnicos, agrupados en las distintas organizaciones de los trabajadores, se movilizaron permanentemente y dieron la cara a la oligarquía, en defensa de nuestras conquistas. Se convirtió en una vanguardia, con gran capacidad de movilización, uno de los motores de la revolución. Un reservorio de conciencia y pasión patria, un baluarte y pilar de la revolución Bolivariana, como constantemente lo reconocía el Comandante Chávez, aún en las circunstancias más difíciles, frente al compromiso y entrega de nuestros trabajadores: “… aquí lo que se respira es Patria!”.

Así, la Nueva Pdvsa Roja Rojita tiene, además de todas sus capacidades y fortalezas técnicas, su papel estratégico para nuestro país y el ejercicio de nuestra soberanía, un profundo y poderoso referente político del Comandante Chávez, fue su creación, su inspiración. Por eso nos atacan sin tregua, tratan de confundir, su objetivo final es acabar con su obra, con la Revolución Bolivariana. ¡Venceremos!

La victoria sobre la Exxon Mobil

El 9 de marzo pasado una noticia recorrió los medios internacionales: Venezuela le ganó a la Exxon Mobil en el juicio de arbitraje del Ciadi (Centro de Solución de Controversias del Banco Mundial) en Washington.

Esto sucedía a escasos días de cumplirse cuatro años de la partida de nuestro Comandante Chávez. Supongo esa, la razón de que un hecho tan importante pasara desapercibido por el sector político nacional. Pero como es la vida, todo lo que va a ocurrir tiene su tiempo, el Comandante Chávez nos sigue dando victorias y nos recuerda que su legado está allí, como una acción revolucionaria permanente que hay que saber ver, porque está en los cimientos de nuestra Patria, en el corazón y sentimiento de nuestro Pueblo.

Como Ministro de Petróleo y Presidente de Pdvsa en el periodo 2002-2014, me corresponde explicar y recordar la batalla liderada por el Comandante Chávez, para rescatar nuestro petróleo y ponerlo al servicio del Pueblo, como un instrumento de liberación.

Esta decisión del Ciadi, un tribunal arbitral extranjero, frente al cual tuvimos que defender los intereses del país, porque durante la IV República, con la apertura petrolera, se aceptó como mecanismo de resolución de controversias, es producto de un largo proceso político-legal. De no haber atendido el juicio, el Ciadi  hubiese actuado de oficio en contra nuestra, estableciendo un pago de acuerdo a los criterios de las transnacionales y confiscando bienes o cualquier otra acción, para hacerlo efectivo. 

La decisión del Ciadi nos dio la razón frente a las pretensiones de la transnacional petrolera más poderosa del planeta. Así, con un rotundo triunfo para nuestro país, cierra este capítulo de litigios en tribunales internacionales con esta empresa transnacional, solo resta el juicio con Conoco Phillips. 

Para entender la magnitud de esta victoria y lo que significa para nuestro país, hay que hablar de la política de apertura petrolera. 

Durante la nefasta apertura petrolera, la autoproclamada “meritocracia“ que dirigía la vieja Pdvsa, junto a la clase política de la IV República y sus derivados, como decía el Comandante Chávez, quienes hoy atacan nuestra gestión al frente de la Nueva Pdvsa e insultan a los trabajadores, entregaron la Faja Petrolífera del Orinoco a las transnacionales; además, entregaron campos de producción de Pdvsa a los privados, con los llamados “convenios operativos”; entregaron las operaciones medulares de Pdvsa, tales como: taladros, inyección de gas y agua, el cerebro informático de la empresa (caso Intesa), terminales y el transporte nacional e internacional; también tercerizaron a miles de trabajadores de la industria. La apertura era la entrega del petróleo y la privatización de Pdvsa.

Igualmente, abatieron el Régimen Fiscal petrolero. Eso significó que bajaron la regalía (el pago que recibimos como dueños del Petróleo) de 16 2/3 %, que estaba prevista en la Ley Vigente, a 1%. Ni cuando la dictadura Gomecista se había entregado de esa manera nuestro petróleo, el dictador, al menos exigía 3% de pago. 

Asimismo, bajaron el impuesto del 65%, previsto en la ley para el sector petrolero, al 34%, como si fuera cualquier actividad no petrolera. Después descubrimos que, ni siquiera eso pagaban, porque sus inversiones las incluían como un préstamo con su casa matriz y por lo tanto, un costo que restaban del impuesto sobre la renta. 

Adicionalmente, daban descuentos de hasta 40% en el precio del petróleo que se enviaba a los Estados Unidos, a Citgo. Cuando el precio estaba en 10$/Barril, los envíos a los Estados Unidos tenían descuentos de hasta 4$/Barril, regalando nuestro petróleo a la economía más poderosa del Planeta. La apertura petrolera era el saqueo de nuestras riquezas. 

Cuando entregaron la Faja del Orinoco se argumentó que “eso” no era petróleo, sino “bitumen”, se ocultaba el hecho de que en la Faja se encontraba la reserva de petróleo más grande del mundo, como lo certificamos luego de su nacionalización en el año 2007, pasando nuestras reservas de 78 mil millones a 300 mil millones de barriles de petróleo.

Como “bitumen”, el barril de petróleo se vendía como “Orimulsión” a un precio equivalente al del carbón, es decir, 4$/Barril. En la apertura, la vieja Pdvsa pidió a las transnacionales que nos “hicieran el favor” de explotar la Faja, les dieron regalías de 1% y exenciones de impuesto, además del control de las operaciones y de las exportaciones. Así, Pdvsa estaba privatizada de hecho, al no tener mayoría accionaria, no operar, no exportar, ni manejar los ingresos. La apertura petrolera entregó la Faja a las transnacionales.

Uno de los aspectos más lesivos a la Soberanía del país con la apertura petrolera, es el tema de los arbitrajes. Desde la independencia, la soberanía jurisdiccional ha sido eje central del funcionamiento del país. Con la aparición del petróleo, las distintas leyes recogieron la doctrina Calvo y garantizaron que todos los asuntos y negocios en el país fueran dilucidados por tribunales venezolanos. A nadie se le había ocurrido renunciar a este principio, ni siquiera a las más feroces ni entreguistas dictaduras. Pero la IV República si lo hizo. Con la apertura petrolera, se introdujo en todos los contratos, primero de forma solapada en los convenios operativos y luego de manera abierta y desafiante en la Faja, la figura del arbitraje internacional de inversiones ante la CCI (Cámara de Comercio Internacional) y el Ciadi como exigencias de las transnacionales. 

La IV República y la vieja Pdvsa lo aceptaron y así entregaron, por primera vez en  nuestra historia, la soberanía jurisdiccional. De allí en adelante, cualquier disputa con las empresas no sería decidida por tribunales nacionales, sino por tribunales internacionales, constituidos para arbitrar cada caso, diseñados  como mecanismos que favorecen o equiparan los intereses del inversionista con los intereses soberanos de un país. Igualmente, se permitió por esta vía, que las empresas pudieran llevar al Estado ante tribunales objetando sus decisiones soberanas. 

Estos contratos eran la más clara expresión del pensamiento transnacional y entreguista que dirigía la vieja Pdvsa y que caracterizó a la IV República en sus estertores políticos o requiebros de postrimerías, como diría el Gabo. 

Los grandes medios de comunicación, los grandes bufetes de abogados, los agentes políticos de las transnacionales, los grupos económicos favorecidos con el saqueo aplaudieron la entrega como una señal de “modernidad” y ambiente “propicio para las inversiones”. He aquí una lección, no serán las transnacionales, sus contratos y sus políticas las que salven a nuestro país y mucho menos a la Revolución Bolivariana.

A toda esta historia infame de entrega y saqueo, le puso fin el Comandante Chávez, quien se planteó la necesidad imperiosa de rescatar el manejo soberano de nuestro petróleo y de PDVSA como herramientas para desarrollar el programa político, económico y social de la Revolución Bolivariana. 

El Sabotaje Petrolero, no solo mostró la cara violenta y profundamente antipopular y antinacional de la vieja Pdvsa, sino que develó de manera clara su compromiso con la apertura petrolera. El Sabotaje Petrolero fue para derrocar al Presidente Chávez y defender la apertura petrolera. El Comandante Chávez así lo entendió con claridad y actuó en consecuencia.

La derrota del Sabotaje permitió al Estado, al Ministerio del Petróleo, tener acceso a toda la información oculta de la apertura petrolera y comenzó a destapar la “caja negra” de la vieja Pdvsa. 

Así con el Presidente Chávez al frente, con su irrestricto y fundamental apoyo político, fuimos desmontando la nefasta apertura petrolera.

Sin Chávez, sin su apoyo y su valentía para resistir las presiones y el embate de los poderosos intereses transnacionales, no se hubiese podido abatir la apertura petrolera, fundar la Nueva Pdvsa Roja Rojita y desarrollar la Política de la Plena Soberanía Petrolera.

De la mano de los trabajadores petroleros y con el apoyo de las instituciones del Estado y el Pueblo Venezolano, el Gobierno Bolivariano avanzó en el desmontaje de la apertura. 

Actuamos con contundencia y decisión, apegados a nuestras leyes, nuestra Constitución y nuestros principios. Teníamos la razón.

De las 33 empresas sujetas a nacionalización y migración a la figura de empresas mixtas, 31 aceptaron nuestras condiciones y leyes. Un éxito en el proceso de restablecimiento de la autoridad del Estado Venezolano, solo dos se negaron: Exxon Mobil y Conoco Phillips. 

El resto de las empresas, entre las más grandes del mundo, aceptaron invertir y mantenerse en el país bajo control del Estado Venezolano: mayoría accionaria de PDVSA con un mínimo de 60%, con control operacional, de las exportaciones y de los ingresos. Fue restablecido el Régimen Fiscal petrolero, pagando 33.33% de regalía y el impuesto sobre la renta del 50% como establece la ley, sin exenciones de ningún tipo. 

Con la regulación del nivel de producción, de acuerdo a los intereses del Estado Venezolano, logramos elevar el precio a más de 100$/Barril, sin descuentos para nadie, sin arbitraje internacional y con plena jurisdicción venezolana. 

Recuperamos el control del Petróleo, de Pdvsa, desarrollando la Política de Plena Soberanía Petrolera. Un triunfo contundente del Comandante Chávez y la Revolución Bolivariana, que sentó los pilares para edificar la posibilidad de un destino distinto para nuestro país, el Socialismo.

Es importante reflexionar sobre esta batalla y este triunfo, porque el Comandante Chávez nos sigue hablando y dejando enseñanzas aun después de su triste partida, es su legado vivo. 

Es un triunfo de la Patria, de la determinación revolucionaria, del Gobierno Bolivariano, de nuestras leyes e instituciones, es un triunfo del Pueblo Venezolano. ¡Venceremos!

Chávez y el petróleo

Reflexionar sobre el legado de nuestro querido Comandante Chávez resulta una fuente permanente de enseñanzas para nosotros, para el pueblo venezolano, ese pueblo humilde, joven, trabajador, obrero, militar, soldado, el pueblo que quedó, como todos, atónito y desgarrado con su partida física, hace ya cuatro años.

Hay que decirlo, y así será reconocido siempre, nuestro Presidente Chávez “rasgó las tinieblas en un segundo” y en un período de intenso trabajo, en una actividad incesante y premonitoria, hizo más que nadie en nuestra historia reciente para cambiar desde la raíz el sistema político, económico y social imperante. 

Era una necesidad ante el desgaste asfixiante y violento de la Cuarta República y el estruendoso fracaso de un capitalismo rentista y profundamente dependiente de la economía norteamericana, que nos reducía al triste papel de ser un satélite de la potencia más poderosa del hemisferio, como lo afirmaba el maestro DF Maza Zabala.

Nos tocó librar junto a Chávez, bajo su comando, con su irrestricto apoyo, la batalla por el rescate de nuestra Plena Soberanía Petrolera. Uno de los capítulos más importantes de la historia contemporánea, que permitió, por una parte, abrir los causes para cimentar un modelo inclusivo y participativo, y por la otra, tener la posibilidad cierta de construir una visión diferente de desarrollo y de sociedad: el socialismo.

La historia de nuestro país ha estado signada por el petróleo. 

Desde principios del siglo XX, todos los acontecimientos políticos, económicos y sociales han tenido que ver con la actividad petrolera. La imposición de feroces dictaduras, la entrada y expansión del imperialismo norteamericano en nuestra patria, con sus transnacionales y agentes económicos, la instauración de un modelo profundamente injusto y expoliador de nuestras riquezas, caracterizado por la actividad minero-extractiva. 

El abandono del campo, un sistema social excluyente y la formación de terribles concentraciones de miseria en las grandes ciudades, mano de obra desocupada tras la expectativa de obtener algo de la renta petrolera, fueron algunas de las consecuencias de este modelo impuesto. 

Por otra parte, a la sombra de la renta petrolera, surgió una burguesía sin conciencia de su rol nacional, un sistema capitalista atrasado y deformado que se encontraba entre la actividad semifeudal de los terratenientes, y una economía terciaria, importadora, especulativa con escasa actividad industrial. 

Estos grupos económicos desarrollaron mecanismos en todos los ámbitos para apropiarse de la renta petrolera, viviendo y corrompiendo al Estado para obtener jugosas prebendas y constituirse en una élite parasitaria, fundamentalmente asociada a las compañías extranjeras.

El Sabotaje Petrolero constituyó la acción desencadenante de la cruenta batalla por la Plena Soberanía Petrolera. El Sabotaje Petrolero fue  un hecho criminal contra nuestra Pdvsa, con la única motivación de derrocar al gobierno Constitucional, fue una agresión sin precedentes contra su propio país por parte de una élite autoproclamada “meritocrática”, que reflejaba de manera clara y violenta la fundamentación espiritual de la estructura de dominación que imperaba en estos grupos privilegiados: un profundo desprecio hacia los humildes, hacia el Estado y una visión completamente anti nacional de nuestro futuro.

El Sabotaje Petrolero ocasionó pérdidas directas a Pdvsa por más de 17.000 millones de dólares, paralizó la economía del país y produjo daños irreversibles a los yacimientos maduros de petróleo en el Lago de Maracaibo, además de paralizar abruptamente a nuestro gigante de Paraguaná, el Complejo Refinador más grande del mundo, el CRP.

El Presidente Chávez dio una lección de sabiduría y aplomo en el manejo de esta grave situación, sin violencia, junto a nosotros, los del “Grupo Colina” (del cual conversaremos en otro artículo), a los miles de obreros petroleros leales y a los oficiales patriotas, supo mantener la serenidad y recuperar nuestras instalaciones una a una, comenzando por el rescate del “Pilín León”, secuestrado en el Lago de Maracaibo; seguido del CRP, de la producción en los campos del oriente y del occidente, manejando una situación económica compleja donde solo producíamos 23.000 BD de petróleo, no había gas y por primera vez en casi 100 años tuvimos que suspender nuestra exportaciones petroleras. 

Esta acción criminal, a solo meses del golpe de Estado, venía acompañada por la desestabilización, violencia en la calle e injerencia internacional, de los mismos partidos políticos de la extrema derecha, que hoy han desatado una feroz campaña contra nuestra gestión al frente de la Nueva Pdvsa y contra nuestros trabajadores petroleros. 

Estos apoyaron de manera irresponsable y oportunista el Sabotaje Petrolero. Abusaron de la grandeza del Presidente Chávez, quien luego los amnistió a todos. El Presidente Chávez administró nuestra victoria con magnanimidad, no hubo, no hay, nadie preso por el criminal Sabotaje Petrolero. 

Los trabajadores petroleros supimos dar una lección de patriotismo, conocimiento y  liderazgo a los “meritocráticos” que atentaron contra la industria. Bajo la dirección de nuestros cuadros técnicos y gerenciales patriotas y con la ayuda de voluntarios, jubilados y soldados, fuimos recuperando la operatividad de Pdvsa, desactivando las trampas que nos habían dejado en las instalaciones para que ocurriera un accidente: en buques, refinerías, sistemas de bombeo, compresión, extracción, entre otros. 

Nuestros trabajadores además, demostraron una tremenda capacidad al llevar nuestra producción y operatividad a sus niveles máximos, desde los 23.000 barriles día del sabotaje a 3.000.000 de barriles día de producción de petróleo para inicio del mes de marzo. 

Quedó así pulverizado el mito de los “meritocráticos”, quienes creían ser los únicos capaces de manejar nuestra industria petrolera. Demostramos nuestra capacidad para sobreponernos a una acción sin precedente en la industria petrolera a nivel mundial.

La derrota del Sabotaje Petrolero le permitió al Presidente Chávez, por primera vez, adentrarse en la industria, hasta entonces un coto cerrado a nuestro pueblo y a la autoridad del Estado. Le permitió conocer de primera mano al trabajador petrolero, en un sinfín de actos heroicos durante el rescate de Pdvsa, conversaciones y visitas a las áreas petroleras. 

Cuando Chávez habló con los trabajadores del lago, de las lanchas, de los remolcadores, conoció la vida, esencia e injusticias que imperaban en las duras operaciones acuáticas; cuando hablaba con los muchachos de Amuay o Cardón, entendió claramente la complejidad y riesgos asociados a nuestra especialísima actividad de refinación; cuando visitaba los campos de producción en Oriente o la Faja,  entre la combatividad y fraternidad de nuestros obreros, visualizó las extraordinarias posibilidades de nuestro país.

A partir de allí, el Comandante Chávez recorrió cada espacio de Pdvsa reconociendo el valor y patriotismo, el compromiso de sus trabajadores; se empeñó y trabajó de manera decidida, que nadie lo dude, en la creación de la Nueva Pdvsa, Roja Rojita.

La derrota del Sabotaje es el inicio de la batalla por la conquista de la Plena Soberanía Petrolera. A partir del rescate de Pdvsa, tuvimos a nuestra empresa petrolera del lado de los intereses nacionales, del pueblo y no de las compañías extranjeras; finalmente subordinada al Estado Venezolano y con una activa participación política y social en la transformación del país. 

Se convirtió en brazo ejecutor y actor fundamental de la batalla por la derrota de la pobreza y la exclusión. La Nueva Pdvsa Roja Rojita, es la expresión más concreta del legado del Comandante Chávez, es un instrumento de liberación. 

Vaya mi saludo fraterno y revolucionario a todos sus trabajadores. Los llevo siempre conmigo, mis compañeros de viaje, desde acá en mis tareas al frente de nuestra Misión en la Naciones Unidas, siempre defenderé nuestra gestión y nuestro origen con una profunda lealtad al legado de nuestro Comandante Hugo Chávez.

¡Venceremos!