Tras el resultado de las primarias de la oposición, al chavismo se le presenta una encrucijada definitoria de su posibilidad de existir, como una opción política para los venezolanos o perderse en el abismo.
Lo primero que habría que decir, es que la participación en este proceso fue importante, mucho más de lo que esperaba el gobierno, quien trató, desde el inicio de minimizar la iniciativa, cuando sus voceros, se burlaban de ella en sus programas de odio; incluso, en un ambiente como el de la firma de los acuerdos de Barbados.
El madurismo tuvo un “contacto con la realidad”, en el sentido de que el pueblo venezolano va a aprovechar cualquier ventana que se abra para lograr un cambio político en el país. El pueblo está harto y quiere salir de maduro.
Tras el resultado obvio de las primarias, la oposición tiene su candidato, que, por cierto, arrasó con los partidos y liderazgos tradicionales de esa tendencia política, a quienes el elector percibe como instrumentos del gobierno, por sus reiterados antecedentes de pactos secretos y posturas ambiguas. Por otra parte, el “guaidocismo” fue sepultado, ahora, por la propia oposición.
Así, sobre el tablero político venezolano, las dos minorías del país, tienen sus candidatos; mientras, existe un segmento mayoritario de la población venezolana, que no se ve reflejado en ninguna de estas opciones, ni en el madurismo, ni en la oposición.
El madurismo, desesperado, prácticamente le acaba de dar una patada a la mesa de Barbados, no solo actuando a través de su fiscal sicario, en contra de los promotores y organizadores de las primarias, sino insistiendo en que la candidata opositora, no será habilitada para participar en las elecciones. Como siempre, se han valido de artimañas de todo tipo, a través de sus organismos judiciales auxiliares.
Es necesario reflexionar sobre el hecho de que el madurismo ha reprimido con saña al chavismo y al campo revolucionario que nos hemos opuesto a sus políticas, que hemos levantado nuestra voz alertando sobre la deriva derechista y represiva del gobierno; han barrido al campo revolucionario, nos han exiliado, execrado, han encarcelado y asesinado a dirigentes y ex ministros, han secuestrado familiares, han impuesto el miedo y el silencio, la censura, confiscado partidos de izquierda, hasta despejar el camino para que se produzca un retroceso a la IV República.
El madurismo arrasó con el chavismo y abrió las puertas de par en par, a la derecha, entregando el país al arrebato restaurador de la derecha.
Tanto el madurismo, como la oposición, son las caras de una misma moneda. Solo que, la primera no es sostenible en el tiempo; y, la segunda, es inviable políticamente. Por ello, intervienen los norteamericanos, con sus negociaciones secretas. Tratan de poner de acuerdo a dos facciones enfrentadas, hasta conseguir una opción que les garantice sus intereses económicos, petroleros y políticos en el país.
Ambas propuestas son inconstitucionales, pues unos actúan y otros prometen hacerlo de manera eficiente, en contra de los postulados y la esencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: la Soberanía Nacional, el control de la industria petrolera, la Democracia Participativa y Protagónica, los derechos y conquistas sociales, entre otros.
Ambas prometen arrasar el país con una ola de privatizaciones y entregas del patrimonio de los venezolanos al interés transnacional. Unos lo hacen solapadamente, amparados en el secreto y la manipulación; y, otros prometen hacerlo abiertamente. Es el remate de la patria.
Por supuesto, las dos han barrido y prometen barrer con el Plan de la Patria y convertir en ceniza todos los elementos de Soberanía Económica y Política; así como, las conquistas sociales alcanzadas con la Revolución Bolivariana.
Lo que queda claro, es que en el escenario político, se han expresado tan solo dos propuestas extremistas de una misma postura de derecha, quien está ausente es el pueblo, el chavismo, el campo bolivariano y patriota del país.
Venezuela está al borde de un abismo. Explicar, denunciar y advertir la deriva del gobierno que nos ha llevado a este punto, el cómo llegamos aquí, ha sido el centro de mis constantes y largos artículos, entrevistas y opiniones políticas, que me han costado la más enconada persecución del gobierno y ser objeto del odio del madurismo.
He asumido el riesgo y las consecuencias de defender a Chávez, de hablar por los que no tienen voz, de los humildes que escapan por el Darién, de los trabajadores y presos políticos, de las mayorías arruinadas y empobrecidas, de los que han visto truncado su sueño y hoy viven en la desesperanza. Lo he hecho así, porque respondo a mis principios éticos-políticos y porque es mi deber.
Pero, tenía razón y hemos llegado a una encrucijada, donde, si el chavismo como fuerza motora y de vanguardia de los cambios del país, no se pronuncia, y nos quedamos al margen de la construcción de una opción popular y bolivariana, el mismo quedará sepultado para siempre, habrá fracasado como bloque histórico, enterrado por el madurismo.
La mayoría del pueblo venezolano no se siente representado, ni por el odio, ni por el rencor, revanchismo y violencia que brotan de los mensajes de los exponentes políticos que actualmente se disputan el poder.
El pueblo no puede seguir siendo despojado de sus conquistas, de sus derechos, no se puede seguir entregando el petróleo, ni a PDVSA, ni a las empresas del Estado, a la nueva o vieja burguesía, ni a las transnacionales, sean de donde sean.
El pueblo tiene que reconquistar sus espacios de participación política, su democracia directa, popular y revolucionaria; y, lo primero es retomar la dirección política del chavismo, este poderoso bloque histórico está a la deriva, en desbandada, con su liderazgo exiliado, reprimido o en silencio.
Ha llegado la hora de poner una opción chavista, unitaria, bolivariana, progresista en la calle. Refundar el PSUV, devolver voz y espacios a la izquierda, a sus partidos y organizaciones revolucionarias; tender una mano a otros grupos y organizaciones políticas patriotas; incluso, aquellos sectores del madurismo que quieran volver a Chávez.
Es imperativo desalojar del poder a maduro y su círculo íntimo, han fracasado estruendosamente en la conducción del país, han llevado el chavismo al punto de su extinción.
La militancia del PSUV debe exigir sus propias primarias para escoger un candidato distinto a maduro, el gobierno está obligado a permitir el retorno de los que estamos exiliados, restablecer nuestros derechos políticos, que podamos volver a la patria para luchar por ella.
El gobierno debe liberar a todos los presos políticos, trabajadores, civiles y militares, cesar la persecución, levantar la censura y crear las condiciones para que el debate político con plenas libertades, pueda reanimar al pueblo a su participación política.
El campo bolivariano, el chavismo, debe lanzarse a la calle junto al pueblo, en los barrios y en los campos, a reconquistar la dirección del chavismo, a luchar por su futuro, por el petróleo, por la economía, por la soberanía, por sus derechos, por sus conquistas, por El Esequibo, por PDVSA, la PDVSA del pueblo, la “Roja Rojita”, para retomar el camino de Chávez.
Hay que hacerlo ahora, con el valor y la urgencia de las grandes batallas, de los grandes sueños, del cruce de Los Andes, del 13 de abril, de los momentos definitivos de nuestra historia. Éste es mi mensaje, mi propuesta, el primer paso hacia una nueva Batalla de Santa Inés.