Quien fuera uno de los principales hombres de confianza de Hugo Chávez negó que el chavismo financiara a gobiernos amigos en América del Sur
Mientras que Hugo Chávez vivió, Rafael Ramírez fue presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y ministro del Poder Popular del Petróleo y Minería. Pero esos cargos dicen poco sobre la dimensión real que adquirió el llamado “zar del petróleo venezolano” durante más de una década. Ramírez fue uno de los hombres de más confianza de Chávez y se transformó en una de las figuras más poderosas de Caracas.
Por eso, quizás, una década después de la muerte del expresidente, Ramírez aún se esfuerza en reivindicar el legado del chavismo. Lo hace utilizando los mismos argumentos a los que Chávez acudió para justificar sus decisiones políticas. Lo hace estableciendo a la muerte de Chávez como un parteaguas en la historia reciente de Venezuela. Lo hace al discriminar, tajante, al chavismo del madurismo. Y lo hace desde Italia en donde vive desde hace siete años como un refugiado político.
Ramírez dice lleva una vida normal, a pesar de los pedidos de extradición de Maduro que Italia rechazó y del seguimiento que le hace el Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebin). Desde su casa, el exvicepresidente venezolano manifestó su compromiso de trabajar para resolver el “problema del día después” de la caída de Maduro, algo que considera inminente. “Todos mis pensamientos, todos los días de mi vida, están puestos en Venezuela”, dijo este hombre que está próximo a cumplir los 60, que se ve como presidente y que, según dice, asume la responsabilidad que le toca por haber sido uno de los “más importantes” del círculo que rodeó a Chávez.
Sobre la petrodiplomacia, el caso Antonini Wilson, las valijas con dólares, el Frente Amplio y la caída de PDVSA, Ramírez también contestó en esta entrevista con El Observador.
¿Cómo pasó de ser una de las figuras más poderosas del chavismo a terminar asilado en Italia?
Luego de la muerte del presidente Chávez, el gobierno de Nicolás Maduro arrasó con el chavismo. Ahí no hay chavismo. Lo que está en el poder es un grupo distinto a Chávez que ha cambiado todas nuestras políticas, que ha traicionado todo lo que hicimos, que ha entregado el petróleo, la economía, ha violado los derechos humanos. Y yo no me podía quedar callado. Salí de PDVSA y del Ministerio del Petróleo después que murió Chávez, fui canciller y luego embajador en Naciones Unidas. Comencé a hacer mis críticas por escrito porque tenía que quedar constancia de que no había unanimidad en lo que estaba haciendo Maduro. Y lo que rebosó el vaso fue la represión violentísima que hizo Maduro en las manifestaciones de 2017. Eso nunca había pasado en el país: 130 muertos. Entonces renuncié e inmediatamente me advirtieron unos militares amigos que no podía volver porque Maduro ya había dado la orden de encarcelarme, como hizo luego con cientos de oponentes políticos, incluso del chavismo. Me hubieran matado ahí en la prisión como hizo con el ministro Nelson Martínez. Entonces recibí varias propuestas de asilo político, entre ellas de Uruguay que se portó muy bien, pero me vine a Italia porque la familia de mi esposa es italiana.
¿El gobierno de Tabaré Vásquez le ofreció la posibilidad de tener un asilo político?
Sí, fueron varios gobiernos, incluso Brasil, México y Estados Unidos. En el caso de Uruguay yo hablaba con el gran embajador que tenían en Naciones Unidas: Elbio Roselli. Estuvimos juntos en el Consejo de Seguridad. Yo he tenido a Uruguay siempre en una altísima estima, no solo por la gente de gobierno con la que he tenido relación directa como Pepe Mujica o Tabaré, sino porque creo que es una sociedad bastante equilibrada y democrática. Han alcanzado un equilibrio envidiable. Pero no se puede permanecer en silencio frente a lo que pasa en Venezuela, sobre todo la izquierda: el Frente amplio, los sectores trabajadores. En Venezuela hay una tragedia y eso no tiene nada que ver con la revolución de Chávez. Se ha entronizado una cúpula que tiene al país oprimido y que ha convertido las violaciones de derechos humanos en una bandera.
¿Cómo explica la falta de condena de determinados sectores del Frente Amplio a esas situaciones que usted describe?
Creo que es un problema de toda la izquierda de la región. Hay excepciones como el presidente Boric o el presidente Pepe (Mujica), que han sido muy críticos. Pero creo que la izquierda sufre de un chantaje permanente: “que si no apoyas a Maduro entra el imperialismo norteamericano, la extrema derecha”. La izquierda tiene que vivir a base de principios: no puede haber torturados buenos y torturados malos. En Venezuela muere gente bajo a tortura. La izquierda no puede hacer concesiones ahí ni puede estar justificando nada: tu eres o no eres un revolucionario. A mí me encantaría poder interactuar con el Frente Amplio a ver los hechos reales más allá de los discursos y la propaganda. Les recomendaría hablar más con Pepe, que tiene la fortuna de ser un hombre curtido en la política y que puede identificar cuando algo está fuera de lo que debe ser, al igual que Lula.
Pero Lula le volvió abrir la puerta a Maduro ahora.
Lo que hizo la política que había desarrollado Bolsonaro y Duque con la administración Trump fue ayudar a Maduro porque nade quiere que invadan tu país. Si los americanos dicen que van a entrar con los marines eso lo que hace es generar rechazo Ha sido una política errática que ha fracasado rotundamente.
Usted hablaba de la violación de derechos humanos en Venezuela. ¿Lo Afectó de alguna forma en particular?
No solamente el gobierno ha hecho conmigo lo que Bolsonaro hizo con Lula, el lawfare y la persecución, me han acusado de todo tipo de cosas sin tener una sola prueba, me han exiliado de mi país, confiscado mi casa y perseguido a mi mujer, sino que una vez que manifesté en el diario El Tiempo de Colombia mi intención de candidatearme para las próximas elecciones, la Dirección de Contrainteligencia Militar se llevó preso a mi hermano Fidel. Él es un médico que ha servido al país durante 37 años y que nunca se metió en política. Sin embargo, luego de mi anuncio se lo llevaron, ahora lleva siete meses encarcelado y le están haciendo un juicio sumario. Mi hermano tiene una enfermedad que requiere tratamiento, pero no les importa: es una retaliación política hacia mí.
Usted habla de una desviación del madurismo respecto al chavismo. Pero luego de 2002 Chávez asumió determinados comportamientos que se podrían interpretar como autoritarios. Si Chávez hubiera permanecido en el poder, ¿Venezuela no hubiera derivado en esto?
De ninguna manera. Nosotros vivimos en Venezuela los eventos más complejos de nuestra política contemporánea. Vivimos en 2002 un golpe de Estado y un sabotaje petrolero que paralizó a la industria petrolera, el corazón económico del país, y no hubo ningún preso. El presidente Chávez y nosotros con él nunca transgredimos la línea de la violación de la Constitución y de los derechos humanos. Porque cuando tú haces eso quedan tus manos manchadas de sangre y no puedes construir nada nuevo. Chávez tenía la autoridad y el ejercicio de la política. Pero todo el mundo pensaba, decía y se discutía. Y eso lo transitamos sin los traumas de un periodo de violencia del Estado. La gran diferencia es que Maduro ha utilizado la violencia de grupos paramilitares para imponer un paquetazo económico. Lo que Maduro hizo en 2018, luego de arrasar con PDVSA y con las instituciones, fue imponer un paquetazo económico con un programa de derecha, La industria petrolera hoy está destrozada: de 3 millones que producíamos en nuestros periodos hoy se producen apenas 600 mil barriles.
¿Cuáles son las causas de la crisis de una empresa que supo ser referente mundial de petróleo?
En el 2013, que fue nuestro último año de gestión, éramos la quinta empresa más importante del mundo. Era una empresa poderosa. Maduro quería el control total de PDVSA y se llevó preso a más de 200 gerentes y técnicos bajo la acusación de corrupción. Sacaron a todo el mundo y pusieron a los suyos. En 2018 PDVSA fue militarizada. Entonces, como si fuera un territorio ocupado, la saquearon y colapsó la empresa. Acabaron con ella y ahora la están privatizando.
Más allá de las decisiones que tomó Maduro, también es verdad que durante el periodo de Chávez PDVSA se utilizaba como un instrumento de la política de desarrollo del gobierno o incluso para financiar la expansión internacional del chavismo (la llamada petrodiplomacia). ¿Estos elementos no afectaron en la pérdida de rumbo de la empresa?
En un país subdesarrollado como el nuestro, PDVSA no podía seguir de espaldas a la situación del país. Soy partidario de esa política: no podíamos tener una empresa que fuera parecida a la Exxon Mobil. PDVSA tenía que involucrarse en la lucha contra la pobreza. Por eso nunca afectaba nuestras capacidades operacionales. Sencillamente porque eso no se hacía con nuestro presupuesto operacional, sino con los excedentes. Teníamos un presupuesto operacional de US$ 42.000 millones y le regresábamos al Estado US$ 120.000 millones. Era un buen negocio para el Estado. Entonces con los excedentes se crearon distintos fondos que llevaron a completar más de US$ 100.000 millones.
En cuanto al aspecto internacional, siempre se ha dicho eso. Pero yo lo que veo es que PDVSA, por primera vez en 100 años, miró al sur. ¿Cómo era posible que nosotros no le vendiéramos un solo barril de petróleo a nadie en América del Sur? Comenzaron a enviar petróleo a Argentina, Uruguay, Brasil, el Caribe. El petróleo también tenía que permitir a Venezuela ocupar un espacio geopolítico que era nuestro. Pero eso no afectó para nada la capacidad operacional ni los ingresos y todo eso está reflejado en los estados financieros. Yo me ocupé durante diez años que siempre se auditara. Éramos una empresa de US$ 285.000 millones.
¿Por qué no prosperó la iniciativa de PetroAmérica y sus filiales regionales, en particular PDVSur?
Todas esas iniciativas se vinieron abajo porque Maduro cortó con todo nuestro despliegue hacia el sur. No solamente arremetió contra PDVSA sino que abandonó todo: entregó la refinería Cienfuegos en Cuba por nada, dejaron perder las refinerías en República Dominicana y Jamaica. Maduro acabó con PDVSA, que ahora está en la ruina. En el hemisferio quedaron los vestigios de eso.
¿Recibió órdenes de Chávez de usar PDVSA de forma instrumental para apoyar a gobierno de izquierda en la región?
No, nunca. ¿Me estás preguntando por el envío de dinero para sostener a alguien? Nunca.
¿No se usó PDVSA a esos efectos?
Lo que nosotros hicimos en PDVSA fue un despliegue para apoyar a los países de Suramérica, a todos. No tenía que ver con su postura política. Porque así como nosotros enviamos petróleo a Uruguay, también hicimos un gasoducto con el gobierno de Uribe. Lo que sí tenía el presidente Chávez, y yo lo comparto, era usar el petróleo, como un factor de integración.
Muchos lo han interpretado, más que integración, como la compra de voluntades políticas.
Eso es faltarle el respeto a nuestros países. Cada país tiene su legislación. Pongo un ejemplo claro: nosotros queríamos avanzar en Ancap para hacer una unidad de procesamiento de crudo pesado en la refinería. Estaban ahí Daniel Martínez y Raúl Sendic. Pero no se pudo por una cuestión normativa. Pero lo importante era que por primera vez, Venezuela y PDVSA volteaban hacia el sur.
En 2007 ocurrió el incidente de las valijas de Antonino Wilson. ¿Ese dinero era para Argentina o para Uruguay?
No puedo decir nada porque eso está en juicio. En esas cosas no me he involucrado porque está actuando la justicia.
El libro Los secretos de la valija, del periodista argentino Hugo Alconada Mon, ha reunido bastante evidencia que vinculan a Antonini Wilson con personajes importantes en esa trama como Diego Uzcátegui, exgerente de PDVSA en Argentina. Allí se deja entrever cómo había una conexión muy clara con el gobierno venezolano.
Eso no es así. Y lo lamento… uno siempre está sujeto a especulaciones. Uno debe entender que en Venezuela PDVSA es todo. Todo. Es como el futbol en Uruguay o Argentina, estábamos en todas partes. Entonces tu no puedes inferir algo así a menos que tengas una prueba especifica.
Están los hechos: el señor Antonini Wilson viajando en un avión que partió de Caracas a Buenos Aires con valijas llenas de dólares. ¿Usted niega que hayan llevado valijas con dólares para Argentina y Uruguay en ese momento?
Sí, yo lo niego.
Pero las valijas con dólares llegaron. ¿Lo que usted niega es que el origen y autoría fuera del gobierno venezolano?
Así es. Quisieron hacer un caso político e involucrar a PDVSA. Pero nosotros no estábamos involucrados. Sobre el caso Antonini Wilson habría que preguntarle a Maduro que era el canciller en ese momento.
¿Nunca financiaron campañas electorales en Río de la Plata?
Por lo menos nosotros no lo hicimos. Muchos creen que PDVSA era una caja negra y eso no es así: todo lo que salía debía ser reportado y rendir cuentas de eso.
Hace pocas semanas salió la noticia de Rafael Reiter, exfuncionario de PDVSA que es señalado como el verdadero valijero en este caso, estaba dispuesto a colaborar con la justicia estadounidense. ¿Cómo toma esto?
El abogado de Reiter aclaró que eso era una mentira de los fiscales.
¿Usted tiene algún acuerdo con la justicia estadounidense?
Nunca recibí propuestas de nadie de los Estados Unidos. Ningún órgano de inteligencia se me acercó para nada.
Lo que es innegable es que el caso Antonini Wilson provocó un cambio importante en las oficinas de PDVSA en el Río de la Plata: se termina la influencia de Uzcátegui. ¿Cuál había sido su rol?
Diego Uzcátegui salió de la oficina de la Presidencia de PDVSA porque obviamente había una situación que afectó a la compañía y al país. Pero eso no quiere decir que estuviera involucrado en algo. Nosotros nos pusimos a la orden de la fiscalía venezolana, que es lo que nos correspondía, y nunca hubo nada.
¿Por qué PDVSDA subsidió a Alur durante años en Uruguay?
No recuerdo el caso en específico. Pero en sentido general puedo decir que nosotros no podíamos subsidiar a nadie. Nosotros intentábamos hacer negocios y entrar a los mercados. PDVSA no estaba en esos mercados entonces, en algún caso, asumimos costos para el ingreso. Estábamos trabajando para tener una presencia, pero todo eso se paralizó. Yo nunca vi nada irregular ni nada que uno pueda decir “me arrepiento de esto” o “aquí hubo corrupción”. Estábamos avanzando, cada quien en su plan, yo intentando entrar y los países buscando los mejores acuerdos.
¿Qué reflexión hace usted de la forma en que Chávez manejó la relación con Cuba y lo que Venezuela le aportó a ese país?
Nosotros hicimos con Cuba lo que teníamos que hacer con un hermano país. Lo hicimos con Cuba y todo el Caribe. Claro, Cuba tiene el sesgo político y yo no voy a negar que teníamos una cercanía muy importante con la Cuba de Fidel, o más bien con Fidel. Lo que ha pasado con Cuba y Venezuela tras la muerte de Chávez es otra cosa.
Terminó pasando que el gobierno cubano terminó dentro de Venezuela.
Pero eso no era así. Chávez, por su formación militar, era muy estricto en eso. Así como sacó a la misión norteamericana de nuestros cuarteles no iba a permitir eso.
¿Al gabinete ministerial de Chávez no iba el embajador cubano?
No, no, no. Podría ser que tuviese un invitado ocasional, el presidente (Mahmoud) Ahmadinejad en alguna ocasión. La sala del Consejo de Ministros, que dirige el vicepresidente, está al lado del despacho. Entonces lo que hacía Chávez cuando tenía algún invitado era abrir una puerta para que saludara a los ministros. Pero eso no es así yo fui ministro por diez años.
¿Cuál cree usted que pueda ser la salida institucional para la situación del país? Usted ya ha dicho que quiere ser candidato.
Sí, la candidatura la mantengo en la medida que haya condiciones. Porque si el solo anuncio hizo que apresaran a mi hermano, imagínate. La salida tiene que ser constitucional bajo el principio de que la soberanía reside en el pueblo. Todos los venezolanos tenemos que buscar una salida en el marco de la Constitución. Tenemos una oportunidad en las elecciones del 2024 y todos los factores nos tenemos que poner de acuerdo. Yo que fui uno de los hombres más importantes del gobierno de Chávez, por todo lo que manejaba y siempr