Desde el inicio del siglo pasado, todo lo que sucede en la economía y la política de Venezuela, tiene que ver con el petróleo. Somos un país petrolero, y así debemos reconocernos. Lo contrario, es el argumento de los que quieren apropiarse del petróleo. El gobierno de nicolás maduro, asaltó PDVSA y destruyó la industria petrolera, argumentando que así “se supera el modelo rentista petrolero”; para luego, entregar el petróleo a la Chevron.
Cuando los intereses privados y las transnacionales, se llevan nuestro petróleo sin pagar lo que nos corresponde como propietarios del mismo, se está expropiando al pueblo venezolano de sus riquezas y se socavan las posibilidades reales de sostener la economía del país. La mala administración del país, la entrega del petróleo y la destrucción de PDVSA, son la causa-raíz de la debacle de la economía nacional, de la ruina del país.
El gobierno, ha impulsado un modelo económico que no cuaja y cuyos resultados están a la vista de todos: un país descuajado, un Estado disfuncional, una economía colapsada, salarios de hambre, pobreza, miseria y un éxodo de 7 millones de venezolanos, un modelo que sólo se sostiene por la violencia del Estado.
El manejo del petróleo, por ser éste un recurso natural, que se encuentra en las entrañas de nuestra patria, es un asunto vinculado estrechamente a la Soberanía Nacional. Este principio, proclamado hace casi 200 años, en el Decreto de Quito de 1829 del Libertador Simón Bolívar, ha sido recogido en nuestra Constitución y desarrollado, en todos sus detalles, en la Ley Orgánica de Hidrocarburos.
Tras la aparición del petróleo, a inicios del siglo XX y la irrupción de las transnacionales petroleras y el imperialismo en el país, como un factor de dominación político-económico para apropiarse de nuestro recurso natural, la lucha por el control del petróleo para colocarlo al servicio del pueblo, ha sido bandera del movimiento popular y progresista del país, incluidos, los adecos y los comunistas de aquellos tiempos.
Durante el gobierno del Presidente Chávez, luego de derrotar el Sabotaje Petrolero, pudimos avanzar en el control de PDVSA y en el desarrollo de nuestra Política de Plena Soberanía Petrolera, la cual colocó, por primera vez en nuestra historia y de manera directa, la renta petrolera al servicio del pueblo venezolano y las necesidades de transformación económica y social del país.
Pero, nuestra experiencia nos demostró que, si bien es importante el control de la empresa nacional, como instrumento del Estado Venezolano, más aún lo es la política y la orientación del gobierno.
Con la derrota del Sabotaje Petrolero en 2003, obtuvimos el control de PDVSA; pero ello no era suficiente para el desarrollo de nuestra política. Fue entonces que, desde el gobierno, desde el ministerio de petróleo, pasamos a la ofensiva por la Plena Soberanía Petrolera, aplicando la Ley, actuando para recuperar el control de toda la actividad petrolera y nuestro régimen fiscal petrolero –regalías e impuestos–, para captar toda la renta petrolera que nos corresponde como dueños del recursos natural y ponerlo al servicio del pueblo venezolano.
Los resultados de la Plena Soberanía Petrolera y la acción del gobierno del Presidente Chávez, estaban a la vista de todos: en el país se vivía bien, había trabajo, salarios dignos, inclusión, justicia social, se desarrollaba un intenso y permanente proceso de transformación política, económica, social y cultural. Con la renta petrolera, se pudo saldar la deuda social que había con el pueblo; dimos el combate contra la pobreza y la exclusión, en contra de la desigualdad, donde el pueblo y los trabajadores eran protagonistas, actores políticos, en ejercicio pleno de los derechos consagrados en la Constitución.
Nuestra economía tuvo un crecimiento sostenido de más de 300 mil millones de dólares, desde la derrota del Sabotaje Petrolero, hasta la muerte del Presidente Chávez, con un salario mínimo de 450 dólares mensuales, un gobierno popular y revolucionario, soberano.
Nuestra PDVSA Roja Rojita, al servicio del pueblo, era una empresa fuerte, baluarte de la Soberanía, con una producción sostenida, hasta el año 2013, de 3 millones de barriles día, capaz de producir y exportar combustibles, con trabajadores orgullosos y conscientes de su deber social, quienes estaban a la vanguardia de las transformaciones del país.
Era la Plena Soberanía Petrolera, la que sostenía nuestra economía y conquistas sociales; pero, a la vez, era la poderosa herramienta para transformar el modelo rentista petrolero hacia uno socialista, tal como está establecido en el Plan de la Patria, un Plan Nacional inclusivo, revolucionario y, sobre todo, Soberano.
Cuando maduro arremetió contra PDVSA, nos persiguió y encarceló a cientos de trabajadores, y los más agresivos voceros y actores del madurismo se unieron en un ataque sistemático en contra de nuestra empresa y sus trabajadores, el objetivo fundamental era desmantelarla y desbandar a los trabajadores petroleros –vanguardia de las transformaciones políticas y revolucionarias del país–, un baluarte de la Patria Socialista que debía ser golpeada para avanzar en sus planes restauradores del capital.
Con esta decisión política de maduro, esta acción violenta de su gobierno en contra del chavismo, se privaba al Estado venezolano, no solamente de un poderoso instrumento económico –que hasta el 2014 fue capaz de sostener la economía con el ingreso petrolero–, sino que, tras la militarización de la empresa en 2017 –con la designación del General Manuel Quevedo–, se entregó la empresa y el manejo del petróleo a los grupos económicos y las transnacionales que lo mantienen en el poder.
A través de sucesivos Decretos y decisiones ilegales, contrarias a la Constitución y la ley, maduro comenzó a revertir la Plena Soberanía Petrolera.
En actos sucesivos durante todo el 2018, año del paquetazo económico, entregó las áreas tradicionales de producción de petróleo de PDVSA al capital privado, a través de la figura de “Contratos de Servicio” petroleros; les cedió el control de las Empresas Mixtas de la Faja Petrolífera del Orinoco a las transnacionales chinas y rusas; entregó la comercialización del petróleo a sus operadores políticos y económicos. Fueron cedidos a grupos privados o desmanteladas empresas, taladros, buques, equipamiento, instalaciones, terminales, los elementos indispensables para el manejo soberano de las operaciones petroleras, en una acelerada privatización o rebatiña de los activos de PDVSA.
El resultado de esta política entreguista ha sido catastrófico para el país. Entre el año 2014 y 2022, la producción de petróleo ha caído desde 3 millones de barriles día (promedio de 2013) a 600 mil barriles día, una caída de más de 2,4 millones de barriles día, en el transcurso de 9 años de control absoluto del gobierno de maduro sobre PDVSA. Además, el precio de los combustibles fue establecido a precios internacionales, mientras persiste la escasez de todo tipo de combustibles, ante el colapso del sistema de refinación nacional.
¡Un desastre para el país! Pero la destrucción de las capacidades operativas de PDVSA, eran la antesala y justificación del madurismo para entregar el petróleo al interés transnacional, un retroceso enorme para nuestro país y nuestras posibilidades de desarrollo.
La comisión ARA, encabezada por el Ministro de Petroleo Tareck El Aissami, llegó en febrero de 2020, con el objetivo de entregar el petróleo a las transnacionales, y vender PDVSA al mejor postor, actuando ilegalmente, al amparo del secreto de la inconstitucional Ley Antibloqueo, tal como denunciamos en su momento.
En este plan de privatización, PDVSA sería desmantelada, para convertirla en una simple administradora de contratos, para lo cual, mantuvieron al frente a Asdrúbal Chávez. Así, maduro, seguía usufructuando de la franquicia del apellido Chávez.
El resultado de la gestión de PDVSA bajo la dirección de Tareck El Aissami, ha sido el de un fracaso estruendoso. A pesar de haber jurado, varias veces, que la producción de petróleo, alcanzaría 2 millones de barriles día, durante el mismo año 2022, esta cerró el año en 660 mil barriles día, es decir, 1 millón 340 mil barriles día por debajo de la promesa, un incumplimiento del 67% de la meta. Igualmente, aseguró que el problema del combustible quedaría resuelto y las colas desaparecerían, para finales del mes de junio pasado, otra mentira que no puede ser ocultada al país.
Este año 2022, ha sido un año de extraordinaria recuperación del mercado petrolero internacional luego de la pandemia de la COVID. Con una recuperación de la demanda mundial de petróleo hasta niveles récord de 99,56 millones de barriles día y unos precios del petróleo que han promediado 100 dólares el barril, todos los productores de petróleo, países y empresas han tenido resultados económicos extraordinarios.
Los países petroleros han captado toda la renta petrolera derivada de una situación extraordinaria para sostener y recuperar sus economías. El modelo petrolero está lejos de culminar, el consumo de energía fósiles sigue representando más del 84% del consumo de energía del mundo.
Pero para Venezuela, dada la incapacidad del gobierno en la conducción de PDVSA, esta situación no ha significado ninguna mejora, al contrario el país se sigue hundiendo en el abismo del madurismo. Países como Colombia con empresas nacionales de producción similar a la actual de PDVSA, como Ecopetrol, han tenido ingresos extraordinarios a la primera mitad del 2022 que, según sus propios estados financieros auditados (algo que no existe en PDVSA desde el 2016), reportan ingresos de más de 30 mil millones de dólares y ganancias históricas en su gestión. En Venezuela, PDVSA no rinde cuentas a nadie y el petróleo se vende con descuentos de hasta 40%, el dinero se queda en manos de la burguesía “revolucionaria” y los funcionarios del gobierno que manejan el petróleo a su antojo.
En cualquier gobierno medianamente serio, este ministro –junto al presidente de PDVSA– habría sido destituido de inmediato y se le exigiría rendir cuenta de su gestión, pero eso no sucederá, no solo porque este no es un un gobierno serio, sino porque el mencionado ministro es un operador político y económico de maduro, y tal como hizo con la economía, conduce el plan de entrega del petróleo a los privados y a las transnacionales.
Por eso maduro solo destituye a Asdrúbal Chávez, ya no le hace falta la franquicia del apellido. Este sale cubierto de la vergüenza de haber traicionado a los trabajadores y la confianza que alguna vez depositara en él su propio primo. Deja Asdrúbal una empresa en ruinas y entregada al saqueo. Triste papel.
Ahora maduro designa al frente de PDVSA a un coronel incondicional de Tarek El Aissami, para administrar la agencia en la que convirtieron a PDVSA, donde no importan el desarrollo de las capacidades operacionales, ni mucho menos salvaguardar los intereses del Estado y del pueblo venezolano. Resulta verdaderamente irrelevante a quien pongan al frente de PDVSA, lo importante es la orientación política antinacional del gobierno.
La entrega del petróleo a la Chevron
El paso que ha dado el gobierno de maduro al aceptar las condiciones de la Licencia otorgada a Chevron, por encima de la Ley Orgánica de Hidrocarburos y la Constitución, es algo muy grave, pues se violan nuestra soberanía y se crea el grave precedente de que ahora en este país el gobierno permite que el interés de una transnacionales está sobre las leyes de la República.
Nadie sabe cuáles fueron los “contratos firmados” en secreto entre el Ministro de Petróleo y el Jefe de la Chevron; lo único que sí se sabe, es lo que ordenó la Oficina del Tesoro norteamericano a la Chevron:
- No pagan regalías
- No pagan Impuestos
- No pagan dividendos a PDVSA, aunque ésta tenga la mayoría accionaria de la Empresa Mixta.
- Producen y se llevan el petróleo por su cuenta, sin importar la existencia y condiciones de la Empresa Mixta.
Pareciera un mal chiste, pero lamentablemente es la verdad.
Hechos tan graves para el país, en materias que son de interés público de acuerdo a la Constitución, se producen en secreto, al margen de la ley, sin que nadie pregunte, actúe, con una clase política preocupada de sus pactos secretos y su “interinato”; con un PSUV absurdo, de pacotilla; unos militares cómplices de la violación de la Constitución, mientras el pueblo, desesperado, está en desbandada.
Pero los hechos concretos van emergiendo y mostrando hasta dónde ha llegado la traición y la felonía del madurismo: la Chevron comenzó a sacar petróleo venezolano en sus buques hacia sus refinerías en los EE.UU., lo que constituye –en estas condiciones– un robo al país. La Empresa Mixta Petropiar, nombra como nuevo gerente a un ejecutivo de la Chevron, a pesar de que PDVSA tiene el 70% de participación, lo cual constituye un enorme retroceso a nuestra independencia y entrega abierta de la soberanía.
El madurismo no puede continuar en el poder, no tiene cómo, no tiene piso político, ni económico, ni legitimidad, por ello entregará todo y violará cualquier ley y la Constitución para mantenerse en el poder. A maduro no le interesa nada, es un cruel dictador, corrupto y traidor.
El madurismo ha demostrado suficientemente lo que es y hasta donde está dispuesto a llegar, lo que ha hecho es suficiente para combatirlo sin tregua.
Por un asunto de responsabilidad histórica, corresponde a los chavistas, los patriotas, los trabajadores, a los militares, al movimiento popular, salirle al frente a la entrega del madurismo, estar junto al pueblo y sus luchas, orientar y explicar, elevar la conciencia y organizarnos para volver al camino de Chávez.
Es imprescindible construir la unidad junto a todos los venezolanos demostrar de qué estamos hechos, que no hemos arado en el mar, que aún somos capaces de indignarnos ante el despojo y somos capaces de luchar, hasta las últimas consecuencias, por los sagrados intereses de nuestra Patria.