El ex ministro Rafael Ramírez asegura que el comandante Chávez no pensó en Maduro como un sucesor en el liderazgo de la revolución, sino como un gestor sustituto del gobierno, mientras él se recuperaba para retomar la conducción del proceso.
Caracas, 5 de diciembre de 2018.– El ex presidente de Pdvsa Rafael Ramírez denuncia que el grupo que hoy constituye el núcleo del madurismo se instaló en La Habana durante los últimos días del comandante Hugo Chávez para aislarlo y asegurar el control del poder, mientras el resto del equipo gubernamental se “echó al hombro” las tareas de la conducción del Estado.
En parte, esta es la explicación que da el dirigente revolucionario a la designación de Nicolás Maduro como eventual “sucesor”, por parte del comandante Hugo Chávez, hace seis años, el día 8 de diciembre de 2012, una decisión que Ramírez intenta poner en un contexto justo en su más reciente artículo semanal.
Asimismo, el también ex ministro de Petróleo defiende el criterio de que el presidente Chávez no nombró a Maduro, porque lo consideraba el mejor sucesor, sino como un reemplazo siempre provisional, porque, hasta el último momento, el comandante pensó que se recuperaría para retomar la conducción del proceso revolucionario.
Ramírez da algunos detalles sobre cómo se gestionó la enfermedad del comandante Chávez dentro del gobierno. Por ejemplo, insiste en que el presidente tomó decisiones de gobierno y se mantuvo atento a la realidad del país hasta sus últimos momentos, pero hubo un sector, liderado por Maduro y algunos de sus allegados que intentó “copar” al jefe de Estado enfermo y aislarlo de otros líderes chavistas de peso y responsabilidad en la dirección del gobierno revolucionario.
“El presidente Chávez no había previsto, ni siquiera remotamente, la posibilidad de morir en el corto plazo. No tenía porqué hacerlo, no solo era un hombre fuerte en su contextura y carácter, sino que además, era un hombre sano”, indica Ramírez.
Y añade: “Esa premisa influyó en su aproximación personal al planteamiento estratégico en el desarrollo de la revolución: tendríamos tiempo para ir avanzando en la transformación de nuestra sociedad y economía, con la urgencia de la acción impostergable y la emergencia del hacer, pero a la vez, la seguridad y el paso firme del que sabe que sus fuerzas no le fallarán, y estará allí para derrotar todas las embestidas del enemigo. Y así fue por doce años”.
La candidatura de 2012, asunto polémico
Otro asunto polémico que Ramírez despeja en su artículo es el de las condiciones del presidente Chávez para ser candidato presidencial para las elecciones de 2012. El dirigente sostiene tajantemente que todos los análisis médicos revelaron que el comandante estaba en condiciones de asumir la campaña y un nuevo período de gobierno; sin embargo, durante la campaña -revelaría el presidente Chávez más adelante- surgieron síntomas preocupantes, pero no concluyentes sobre la reaparición de la enfermedad.
“En una conversación privada, muy cercana, muy honesta, como siempre, le comentaba mis puntos de vista. Le planteé porqué no consideraba lanzar a otro compañero de candidato. Le dije que preservara su salud, su vida. A mí me interesaba era la vida del presidente, del ser humano, del Jefe de la revolución; estaba convencido, y así se lo señalé, que él, recuperándose, seguiría al frente de la revolución, del pueblo chavista, guiaría al gobierno Bolivariano y luego podría volver a asumir la presidencia para el próximo período, plenamente recuperado. Lo seguiría apoyando con todas mis fuerzas para que ello fuese así, todo nuestro equipo estaba resteado con Chávez, con el Comandante.
Él me respondió con una frase que jamás olvidaré, además de agradecer la preocupación en su suerte personal, me indicó que sólo él garantizaba la unidad de todos los factores que lo acompañaban, que vendrían momentos muy difíciles y que él debía estar al frente para mantener los objetivos estratégicos de nuestra revolución”, recuerda Ramírez en su artículo.
“El Comandante estaba consciente de la existencia de grupos internos, de intereses que estaban contenidos, sólo por él y la fuerza del pueblo, la de los “pilares”, como él los llamaba, de la revolución. Estaba consciente de las debilidades de nuestra revolución, del desarrollo incipiente de nuestro modelo económico, nuestro partido y que no existía una verdadera dirección revolucionaria. Por eso, pensando en retrospectiva, creo firmemente que nuestro Presidente Chávez se inmoló en la contienda electoral, lo hizo por el Pueblo, por la revolución y por el socialismo”, subraya el dirigente chavista.
La traición y la estafa
Para Ramírez, la desaparición física del comandante Hugo Chávez fue aprovechada no solo por el imperialismo y los factores de la derecha venezolana, sino por grupos internos del chavismo para tomar el poder y tratar de destruir su legado, en un acto que constituye no solo una traición, sino una estafa a los principios verdaderos que guían a la revolución bolivariana.
El dirigente insiste en que el comandante Chávez lo mantuvo firmemente a su lado en los momentos más duros de su convalecencia y ratifica con orgullo que él lo acompañó siempre, sin ambiciones personales ni cálculos, como sí hicieron otros sectores. “No tengo estómago para eso”.
Para la histórica alocución del 8 diciembre, el comandante Chávez “nos llamó a que lo acompañáramos un grupo de compañeros ministros de su gobierno. El presidente tenía dudas en hacerla. Al final, la realizó, y de allí partió a una operación compleja que casi le cuesta la vida, pero que, sin embargo, pudo superar y comenzar un proceso de estabilización. Nosotros, muy pocos, lo acompañamos junto al Comandante Fidel Castro, que asumió como un padre la enfermedad y padecimiento de “Hugo” como él lo llamaba. Luego vino todo el proceso de recuperación hasta su partida”.
“Lo que quiero resaltar, y así lo creo firmemente, es que la alocución y decisiones del 8 de diciembre, corresponden a las de un hombre preocupado, pero convencido de que volverá, de que saldría, una vez más victorioso de ese compromiso de salud. No era la despedida del Comandante, ni las palabras de un hombre derrotado, que entonces proclamaba quién sería su “sucesor”, ante su partida definitiva”, definitivamente no, enfatiza Ramírez.
“La preocupación que, estoy seguro Chávez abrigaba en su interior, es que no podría estar en condiciones para asumir de inmediato el nuevo período presidencial que, de acuerdo con la Constitución, tendría que suceder los primeros diez días del año 2013. Ese era el riesgo mayor. Además, entendía bien nuestras dinámicas internas y que no habría tiempo ni para peleas de grupos, ni para divisiones, típicas de todos los procesos electorales del país, que dejaban siempre un saldo de fracturas que luego él reconstruía a fuerza de liderazgo.
Por otra parte, la oposición sentiría que era su momento, el que tanto tiempo esperaron, y tenían además, un candidato que recién acababa de recorrer el país y que había sacado una importante votación. No daría tiempo al campo Bolivariano para lidiar con pugnas internas y escoger un candidato que tendría pocos días para ir por el país y captar el voto popular”.
Para Ramírez, este es el contexto real en el que se debe entender el porqué Maduro sustituyó a Chávez en la gestión del gobierno, no del proceso revolucionario, ya que la idea verdadera del presidente era que “él estaría entre nosotros, manteniendo el pulso y la orientación del gobierno Bolivariano, como alguna vez se lo propuse, hasta lograr su plena recuperación. Él honraría, como siempre lo hizo, la palabra empeñada al pueblo: cumpliría con El Plan de la Patria y consolidaría la vía venezolana al socialismo”.
Chávez no le dio un cheque en blanco a Nicolás Maduro, sentencia el ex alto funcionario. Para él, estaba claro que se trataba de una instrucción de militancia, con una orientación de trabajo colectivo para seguir allanado el camino de la Revolución que debía unirlos en un objetivo común de trabajo. Sin mezquindades y sin protagonismos individuales.
A la distancia del último mensaje de Chávez al pueblo, Ramírez, pese a lo acontecido después de la desaparición física del Comandante, sigue pensando en la necesidad de unificar criterios y esfuerzos.
Ramírez piensa que aún hay tiempo para enderezar el camino, y hace un llamado a la unidad. Considera que “es la última oportunidad de enmendar el desastre antes de que se instale la derecha, que busca cualquier rendija para emerger”.